Cuaresma, renovado camino hacia la Eucaristía

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Queridos diocesanos: ¡Feliz Cuaresma, camino de la Pascua!

¡Feliz Cuaresma, camino de la Pascua!

Juan Carlos Elizalde

Los adultos que durante algún tiempo se habían preparado para recibir el bautismo en la Vigilia Pascual, intensificaban su preparación en la Cuaresma. Fascinados por el ejemplo de los primeros cristianos y empapándose del Evangelio de Jesús pedían su entrada en la Iglesia y se disponían a recibir el bautismo.

Los cuarenta días que les separaban del Bautismo y de la Pascua los vivían con enorme emoción, radicalidad y alegría. Así queremos vivir también nosotros esta Cuaresma 2017.

El Papa Francisco ha escrito un Mensaje precioso: “La Palabra es un don. El otro es un don”. Comentando la parábola de Lázaro explica los tres pilares de la Cuaresma: la oración, el ayuno y la limosna. Me quería fijar también en una iniciativa del Papa Francisco para el Tercer Viernes de Cuaresma como años anteriores: Las 24 horas para el Señor, tiempo de Adoración Eucarística y Celebración del Sacramento de la Penitencia. En Roma se celebrará de las 17:00 del viernes 24 de marzo a las 17:00 del sábado 25. Que cada parroquia, unidad pastoral o comunidad realice el gesto en las circunstancias que crea oportunas. La diócesis de Vitoria lo hará oficialmente a través de sus monasterios de vida contemplativa en la concreción que cada monasterio acuerde y comunique oportunamente.

Con su orientación me gustaría aterrizar en algunas claves que querría compartir con vosotros en este momento diocesano. Sus palabras irán entrecomilladas.

1.- Tiempo apasionante de oración para escuchar la Palabra del Señor

Somos invitados al desierto para que el Señor nos hable al corazón.

“Y en este tiempo recibimos siempre una fuerte llamada a la conversión: el cristiano está llamado a volver a Dios «de todo corazón» (Jl 2,12), a no contentarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor… En la base de todo está la Palabra de Dios, que en este tiempo se nos invita a escuchar y a meditar con mayor frecuencia”

Cada bautizado según su vocación y circunstancias está llamado a renovar y alimentar su experiencia de Dios. La aparente ausencia de Dios en nuestra sociedad es una niebla baja que nos entumece a todos. Sólo la relación creciente con el Señor impide que perdamos el primer amor que nos convertiría en cristianos rutinarios y resignados. Los sacerdotes y religiosos podemos sacar más fácilmente unos días de Retiro o de Ejercicios Espirituales. Laicos y familias lo tenéis más difícil. Muchas parroquias y comunidades ofertáis en Cuaresma experiencias intensas de oración. Yo mismo dirigiré en el Seminario el sábado 18 de marzo una Jornada de Oración: “Cuaresma, camino hacia la Eucaristía”. Publicad estas iniciativas en la web de la diócesis para servicio de todos. Mucha gente os lo agradecerá.

2.- Oportunidad inmejorable para hacer una buena confesión

Es liberador confesarse, celebrar el sacramento del perdón y experimentar su misericordia.

“Jesús es el amigo fiel que nunca nos abandona, porque incluso cuando pecamos espera pacientemente que volvamos a él y, con esta espera, manifiesta su voluntad de perdonar… El pecado nos ciega… La Cuaresma es el tiempo propicio para renovarse en el encuentro con Cristo vivo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo”

En Misericordiae Vultus 17 ya nos había dicho:

“La iniciativa “24 horas para el Señor”, a celebrarse durante el viernes y sábado que anteceden el IV domingo de Cuaresma, se incremente en las Diócesis. Muchas personas están volviendo a acercarse al sacramento de la Reconciliación y entre ellas muchos jóvenes, quienes en una experiencia semejante suelen reencontrar el camino para volver al Señor, para vivir un momento de intensa oración y redescubrir el sentido de la propia vida. De nuevo ponemos convencidos en el centro el sacramento de la Reconciliación, porque nos permite experimentar en carne propia la grandezade la misericordia. Será para cada penitente fuente de verdadera paz interior”

Es ya estampa habitual ver al Papa confesando o confesándose. Con sencillez lo explicaba en una ocasión:

“Pero es importante que vaya al confesionario, que me ponga a mí mismo frente a un sacerdote que representa a Jesús, que me arrodille frente a la Madre Iglesia llamada a distribuir la misericordia de Dios. Hay una objetividad en este gesto, en arrodillarme frente al sacerdote, que en ese momento es el trámite de la gracia que me llega y me cura”.

El Ritual de la Penitencia nos recuerda que “no puede darse la absolución a varios penitentes a la vez sin previa confesión individual con carácter general, a no ser que: amenace un peligro de muerte… o haya una grave necesidad… pero no se considera suficiente necesidad cuando no se puede disponer de confesores a causa sólo de una gran concurrencia de penitentes. Corresponde al Obispo diocesano juzgar si se dan las condiciones requeridas antes expuestas (cf. núm. 31), el cual, teniendo en cuenta los criterios acordados con los demás miembros de la Conferencia de los Obispos puede determinar los casos en los que se verifica esta necesidad”.

Los sacerdotes, fieles y comunidades que estéis acostumbrados a esta forma extraordinaria no justificada de celebrar el sacramento de la Penitencia, descubriréis pronto en el pequeño y liberador diálogo entre el sacerdote y el penitente una forma sencilla de experimentar la inmensa alegría del perdón. Dad un voto de confianza a la Iglesia universal y a las comunidades que celebran correctamente el sacramento y contad con mi pobre ayuda para explicar o dar razones de la manera habitual de celebrar. Quien descubre este tesoro lo vive siempre con gozo. Los párrocos, arciprestes y vicarios episcopales ya organizan las celebraciones penitenciales de Cuaresma con bastantes sacerdotes de modo que cada fiel pueda confesar escuetamente sus pecados más allá del consabido “Soy pecador”. Al concluir el Jubileo de la Misericordia nos decía:

“El Sacramento de la Reconciliación necesita volver a encontrar su puesto central en la vida cristiana; por esto se requieren sacerdotes que pongan su vida al servicio del «ministerio de la reconciliación» (2 Co 5,18) A la práctica habitual de confesar media hora antes de las Euca­ristías en este tiempo fuerte los sacerdotes podremos añadir una especial disponibilidad.”

3.- Preparación para una participación más plena en la Eucaristía dominical

Que la Cuaresma sea preparación para la Pascua nos contagia a todos expectación, deseo de plenitud y ganas de recorrer este itinerario sacudiéndonos la modorra y la inercia. Nos esperan los sacramentos de la iniciación cristiana en la Pascua. Hacemos nuestra la enorme suerte de los primeros cristianos que descubrieron a Jesús en su Iglesia al recibir el bautismo en la Vigilia Pascual. Queremos encomendar a nuestros jóvenes que recibirán el sacramento de la Confirmación en el tiempo pascual. Y también queremos renovar el “estupor eucarístico” en palabras de San Juan Pablo II.

En los primeros siglos los que, siendo catecúmenos, aún no se habían bautizado podían participar con emoción de la Eucaristía hasta el ofertorio. Y los que estaban haciendo penitencia pública, terminada ésta, podían volver a comulgar en la Pascua con increíble agradecimiento. ¿Cómo no pedir la gracia de vivir más apasionadamente nuestras Eucaristías? Nos esperan los grandes domingos de Cuaresma con sus Evangelios bautismales. Emerico, mártir de Alluta en el Norte de África, confesaba al juez: “Los cristianos no podemos vivir sin la Eucaristía”.

En su primera Cuaresma nos decía el Papa Francisco:

“Queridos amigos, no agradeceremos nunca bastante al Señor por el don que nos ha hecho con la Eucaristía. Es un don tan grande y, por ello, es tan importante ir a misa el domingo. Ir a misa no sólo para rezar, sino para recibir la Comunión, este pan que es el cuerpo de Jesucristo que nos salva, nos perdona, nos une al Padre. ¡Es hermoso hacer esto! Y todos los domingos vamos a misa, porque es precisamente el día de la resurrección del Señor. Por ello el domingo es tan importante para nosotros. Y con la Eucaristía sentimos precisamente esta pertenencia a la Iglesia, al Pueblo de Dios, al Cuerpo de Dios, a Jesucristo. No acabaremos nunca de entender todo su valor y riqueza”.

Nuestros jóvenes sin la Eucaristía dominical se quedan con un barniz superficial de la vida cristiana. Que la experiencia auténtica de la Eucaristía contagie por sus frutos, por su buen resultado en carácter, trato, alegría y autenticidad, un deseo de acercamiento a la misma. Que juntos en nuestra diócesis suscitemos un movimiento envolvente de cercanía a la Eucaristía, de atractivo por la misma y de ganas de compartirla con quien más queremos.

La lucha contra la pobreza, criterio de autenticidad cuaresmal

“La Cuaresma es un tiempo propicio para abrir la puerta a cualquier necesitado y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo. Cada uno de nosotros los encontramos en nuestro camino. Cada vida que encontramos es un don y merece acogida, respeto y amor. La Palabra de Dios nos ayuda a abrir los ojos para acoger la vida y amarla, sobre todo cuando es débil… De esta manera se descubre el verdadero problema del rico: la raíz de sus males está en no prestar oído a la Palabra de Dios; esto es lo que le llevó a no amar ya a Dios y por tanto a despreciar al prójimo. La Palabra de Dios es una fuerza viva, capaz de suscitar la conversión del corazón de los hombres y orientar nuevamente a Dios. Cerrar el corazón al don de Dios que habla tiene como efecto cerrar el corazón al don del hermano… Animo a todos los fieles a que manifiesten también esta renovación espiritual participando en las campañas de Cuaresma que muchas organizaciones de la Iglesia promueven en distintas partes del mundo paraque aumente la cultura del encuentro en la única familia humana. Oremos unos por otros para que, participando de la victoria de Cristo, sepamos abrir nuestras puertas a los débiles y a los pobres. Entonces viviremos y daremos un testimonio pleno de la alegría de la Pascua”.

Los pobres, la apuesta por los pobres, es el termómetro de nuestra espiritualidad, de nuestros gastos, de nuestras prioridades, de nuestra organización eclesial también. La vuelta al origen de la Iglesia que supone la Cuaresma es poner a los pobres en el corazón de la Iglesia universal y de la Iglesia de Vitoria. Las otras claves de mi carta —oración, sacramento de la penitencia y eucaristía dominical— son cuestionables sin el aterrizaje en el bien de los pobres. En ellos se transparenta el Señor muerto y resucitado.
Mis mejores deseos para este tiempo fuerte. ¡Feliz Cuaresma, camino de la Pascua!

Que os acompañe con todo mi afecto mi bendición. Besarkada haundi bat. Jadanik nere otoitzean zaudete.

+ Juan Carlos Elizalde
Obispo de Vitoria

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