El Papa: la mejor "arma" es la oración, no el dinero o el poder

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Francisco se reúne en la Plaza San Pedro con los Grupos de Padre Pío, con los trabajadores de la Casa Alivio del Sufrimiento y con los fieles de la arquidiócesis de Manfredonia-Vieste-San Giovani Rotondo para la exposición de las reliquias del Santo de Pietrelcina.

«Rezar no es como tomarse una aspirina»; «me gustaría mucho ir a Gargano», la tierra del fraile santo con los estigmas

Francisco se reúne en la Plaza San Pedro con los Grupos de Padre Pío, con los trabajadores de la Casa Alivio del Sufrimiento y con los fieles de la arquidiócesis de Manfredonia-Vieste-San Giovani Rotondo para la exposición de las reliquias del Santo de Pietrelcina.

Es «la fuerza más grande de la Iglesia», que nunca debe ser abandonada. De lo contrario «se corre el peligro de apoyarse en otros sitios: en los medios, en el dinero, en el poder; después la evangelización se desvanece y la alegría se apaga». La oración, «como le gustaba repetir al padre Pío, es ‘la mejor arma que tenemos, una llave que abre el corazón de Dios’». Pero no debe ser egoísta, «no es como tomarse una aspirina», no se reza solo «para estar bien» o para obtener algo concreto. Lo afirmó Papa Francisco en la Plaza San Pedro durante la audiencia con los Grupos de oración de Padre Pío (más de 1500 personas), con los trabajadores de la Casa Alivio del Sufrimiento y con los fieles de la arquidiócesis de Manfredonia-Vieste-San Giovanni Rotondo, en ocasión de la exposición de las reliquias del Santo de Pietrelcina por el Jubileo extraordinario de la Misericordia.

Esta es la primera vez que el Papa argentino habla en público sobre el fraile con estigmas. Bergoglio se alegró porque «¡veo que son muchos!», y después subrayó que los presentes están «unidos por un gran afecto y agradecimiento hacia san Pío de Pietrelcina. Le están muy agradecidos porque les ayudó a descubrir el tesoro de la vida, que es el amor de Dios, y a experimentar la belleza del perone y de la misericordia del Señor. Esta —añadió— es una ciencia que debemos aprender todos los días, porque es bella».

De hecho, se puede «decir que padre Pío fue un siervo de la misericordia. Lo fue a tiempo completo, practicando, a veces hasta la extenuación, ‘el apostolado de la escucha’. Se convirtió, a través del ministerio de la Confesión, una caricia viva del Padre, que que cura las heridas del pecado y anima el corazón con la paz».

El Santo fraile con los estigmas nunca «se cansó de acoger a las personas y de escucharlas, de gastar tiempo y fuerzas para difundir el perfume del perdón del Señor. Podría hacerlo porque siempre se apegaba a la fuente: se quitaba la sed continuamente en Jesús Crucificado, y así se convertía en un canal de misericordia. Llevó en el corral a muchas personas y muchos sufrimientos, uniendo todo al amor de Cristo».

Padre Pío «vivió el gran misterio del dolor ofrecido por amor. De esta manera, su pequeña gota se convirtió en un gran río de misericordia, que irrigó muchos corazones desiertos y creó un oasis de vida en muchas partes del mundo», recordó Francisco.

El Papa reflexionó sobre los «grupos de oración, que san Pío definió ‘viveros de fe, hogares de amor’; no solo centros de encuentro para estar bien con los amigos y consolarse un poco, sino hogares de amor divino».

El Pontífice argentino también resaltó que «la oración es una verdadera misión, que lleva el fuego del amor a la humanidad entera. Padre Pío dijo que la oración es una ‘fuerza que mueve al mundo’. Pero, ¿nosotros creemos en esto? —se preguntó—; ¡hagan la prueba!». La oración, continuó citando al Santo de Pietrelcina, «expande la sonrisa y la bendición de Dios sobre cualquier languidez y debilidad». La oración, pues, no es una buena práctica para tener el corazón en paz, precisó, y tampoco es un medio devoto para obtener de Dios lo que necesitamos. Si fuera así, estará motivada por un egoísmo sutil. No es «yo rezo para estar bien, como si me tomara una aspirina». No es así: «Yo rezo para obtener esto», esto es un negocio, no es así, la oración es otra cosa. La oración es «una obra de misericordia espiritual, que quiere llevar todo al corazón de Dios: ‘Tómalo Tú, que eres Padre’, es simple, es esta relación con el Padre. Es un don de fe y de amor, una intercesión que necesitamos como el pan».

Según Francisco, «en una palabra, significa encomendar: encomendar la Iglesia, a las personas, las situaciones, al Padre, para que las cuide. Para esto tenemos la oración, como le gustaba repetir al padre Pío, es ‘la mejor arma que tenemos, una llave que abre el corazón de Dios’». La oración «es una llave que abre el corazón de Dios, es una llave fácil, el corazón de Dios no está blindado, no está blindado como muchos medios de seguridad, tú puedes abrirlo con la oración, puedes abrir su corazón de Padre». Rezar «es la fuerza más grande de la Iglesia, que nunca debemos abandonar, porque la Iglesia da fruto si hace como la Virgen y los Apóstoles», que perseveraban en la oración. «De lo contrario, se corre el peligro de apoyarse en otro sitio: en los medios, en el dinero, en el poder; después, la evangelización se desvanece y la alegría se apaga, y el corazón de vuelve aburrido; ¿ustedes tienen un corazón aburrido? No. ¿Quieren tener un corazón alegre? Sí. Entonces recen, esta es la receta».

La oración hace milagros, afirma el Papa. Además de agradecer «por su compromiso, les animo, para que los grupos de oración sean ‘centrales de misericordia’: centrales siempre abiertas y activas, que con la potencia humilde de la oración den la luz de Dios al mundo y la energía del amor a la Iglesia. Padre Pío, que se definía solo ‘un pobre fraile que reza’, escribió que la oración es ‘el apostolado más alto que un alma pueda ejercer en la Iglesia de Dios’. ¡Sean siempre apóstoles alegres de la oración!».

La oración primero y luego la caridad: «Al lado de la obra de misericordia espiritual de los grupos de oración, San Pío quiso una extraordinaria obra de misericordia corporal: la ‘Casa Alivio del Sufrimiento’, inaugurada hace 60 años. Él deseaba que no fuera solo un hospital excelente, sino un ‘templo de ciencia y de oración’». Papa Francisco citó la encíclica «Deus caritas est» de su predecesor Benedicto XVI: «De hecho, ‘los seres humanos necesitan siempre algo más que una cura solo técnicamente correcta. Necesitan humanidad. necesitan atención del corazón’».

Vatican Insider

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