«Juan Pablo II lograba que se te quitara hasta el dolor de cabeza»

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Karol Wojtyla fue también un gran taumaturgo. Como se sabe, gracias a su intervención sucedieron diferentes milagros mientras estaba vivo. El cardenal Stanislav Dziwisz, su histórico secretario y hoy sucesor en en la diócesis de Cracovia, fue un testigo silencioso. Y hoy describió una mínima parte de esta dimensión de Juan Pablo II en una entrevista a la revista “A Sua Immagine”, promovida por la Conferencia Episcopal Italiana, en colaboración con la televisión pública italiana Rai.

 

Dziwisz: «Juan Pablo II lograba que se te quitara hasta el dolor de cabeza»

Habla su antiguo secretario, hoy arzobispo de Cracovia: «en cuarenta años nunca lo vi enojado con nadie. Le encantaban los dulces y el café; cantaba a menudo»

Karol Wojtyla fue también un gran taumaturgo. Como se sabe, gracias a su intervención sucedieron diferentes milagros mientras estaba vivo. El cardenal Stanislav Dziwisz, su histórico secretario y hoy sucesor en en la diócesis de Cracovia, fue un testigo silencioso. Y hoy describió una mínima parte de esta dimensión de Juan Pablo II en una entrevista a la revista “A Sua Immagine”, promovida por la Conferencia Episcopal Italiana, en colaboración con la televisión pública italiana Rai.

«A lo largo de estos años –contó– vi a muchas personas que lo encontraban y que al final demostraban una gran tranquilidad interior, satisfacción. Y alegría. Había algunos que incluso obtenían beneficios físicos, como un monseñor al que le dolía a menudo la cabeza y se sentía mal, pero cuando estaba con el Papa se le pasaba todo».

«Durante su vida –reveló el cardenal de Cracovia–, Wojtyla hizo muchos milagros; su intercesión resultaba útil, sobre todo en casos de matrimonios sin hijos. Apoyaba la vida, la familia, y tenía un fuerte vínculo con estos argumentos. Los problemas de los jóvenes y de las parejas eran muy importantes para él». «Cuando algunos hablaban con el Papa sobre algún milagro –recordó Dziwisz–, él siempre respondía: el hombre no hace milagros, nosotros solo podemos pedir al Señor rezando, pero es él elque hace los milagros».

Según la descripción que hizo su antiguo secretario, Juan Pablo II era un hombre «que trataba todo con el Señor. Este contacto le daba tranquilidad y seguridad». «Su santidad –prosiguió Dziwisz– se basaba en la contemplación y la oración; y de la otra parte estaba el respeto de la persona. Nunca le vi gritarle a alguien, y no es poco. Estuve con él 39 años y nunca le escuché alzar la voz. Para él lo que contaba era el argumento, no la fuerza de la voz».

Surge, gracias a las anécdotas de Dziwisz, la imagen de un Papa muy “espartano” en sus costumbres, pero siempre listo para el buen humor e incluso para el canto. «En cuanto a la cocina –contó su secretario–, el Papa no tenía preferencias. Creo que ni siquiera sabía bien qué comía. Pero hay dos cosas que seguramente apreciaba mucho; el café y los dulces. Le gustaba bromear, pero nunca sobre una persona; siempre fue muy atento con todos. Y también le gustaba cantar, cantaba al Señor». «Uno de los secretos de Juan Pablo II –subrayó don Stanislav– era la capacidad para escuchar. Los que iban a verle siempre eran escuchados. Esto no significaba que el Papa compartiera sus opiniones siempre, pero él siempre escuchaba, dejaba que la persona se abriera».

El secreto de la santidad de Wojtyla, concluyó, radica en «su unión con Dios y el gran amor por el ser humano».

http://vaticaninsider.lastampa.it

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