7 de junio de 2006 - SAN PEDRO (III)

Intervención de Benedicto XVI

en la que presentó la figura de

san pedro(III)

Benedicto XVI explica el primado de Pedro según el Nuevo Testamento

Recorre los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles para ilustrar en qué consiste

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 7 junio 2006 (ZENIT.org).-

Benedicto XVI mostró este miércoles en la audiencia general cómo Cristo en los Evangelios confío a Pedro un papel preeminente entre los apóstoles que consiste en garantizar la unidad en la Iglesia.

Al dirigirse a unas 50.000 personas congregadas en la plaza de San Pedro, el pontífice dedicó su tercera intervención a la figura del pescador de Galilea --después de las catequesis del 15 y del 24 de mayo--, presentando en esta ocasión a Pedro como «la roca sobre la que Cristo fundó la Iglesia».

«Recemos para que el primado de Pedro, confiado a pobres seres humanos, sea siempre ejercido en este sentido original deseado por el Señor y para que lo puedan reconocer cada vez más en su significado verdadero los hermanos que todavía no están en comunión con nosotros», dijo el Papa al concluir.

Su meditación se convirtió en un repaso de las páginas del Evangelio y en parte de los Hechos de los Apóstoles en los que «se manifiesta la voluntad de Cristo de atribuir a Pedro un especial relieve dentro del colegio apostólico con numerosos indicios».

Él es, por ejemplo, el único apóstol a quien Jesús le asigna un nuevo nombre, Cefas, que quiere decir «Piedra», nombre que acabará sustituyendo al original, Simón.

Pedro es el único que es nombrado en numerosas ocasiones por su nombre, mencionándose al resto de los apóstoles en grupo, y siempre es recordado como el primero del grupo en los Evangelios.

«Fue el primero a quien lavó los pies en la última Cena --recordó el Santo Padre-- y sólo reza por él para que no desfallezca en la fe y pueda confirmar después en ella a los demás discípulos».

Por otra parte, «el mismo Pedro es consciente de esta posición particular que tiene --siguió diciendo--: es él quién habla a menudo, en nombre de los demás, pidiendo explicaciones ante una parábola difícil, o para preguntar el sentido exacto de un precepto o la promesa formal de una recompensa».

En el capítulo 16 de Mateo (versículos 18 a 19) Jesús pronuncia «la declaración solemne que define, de una vez por todas, el papel de Pedro en la Iglesia», siguió aclarando el pontífice: «tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos»

«Las tres metáforas a las que recurre Jesús son en sí muy claras: Pedro será el cimiento de roca sobre el que basará el edificio de la Iglesia; tendrá las llaves del Reino de los cielos para abrir y cerrar a quien le parezca justo; por último, podrá atar o desatar, es decir, podrá establecer o prohibir lo que considere necesario para la vida de la Iglesia, que es y seguirá siendo de Cristo».

   
   

«Es siempre la Iglesia de Cristo y no de Pedro. Describe con imágenes plásticas lo que la reflexión sucesiva calificará con el término "primado de jurisdicción"», subrayó.

Y esta posición preeminente que Jesús quiso entregar a Pedro «se constata también después de la resurrección», ilustró su sucesor den la sede de Roma, en el nacimiento de la primera comunidad cristiana.

«En el así llamado Concilio de Jerusalén, Pedro desempeña una función directiva, y precisamente por el hecho de ser el testigo de la fe auténtica, el mismo Pablo reconocerá en él un papel de "primero" ».

«Además, el hecho de que varios de los textos claves referidos a Pedro puedan ser enmarcados en el contexto de la Última Cena, en la que Cristo confiere a Pedro el ministerio de confirmar a los hermanos, muestra cómo la Iglesia, que nace del memorial pascual celebrado en la Eucaristía, tiene en el ministerio confiado a Pedro uno de sus elementos constitutivos», siguió aclarando.

Este contexto del Primado de Pedro en la Última Cena, explica la esencia del primado, dijo por último: «Pedro tiene que ser el custodio de la comunión con Cristo; tiene que guiar en la comunión con Cristo de modo que la red no se rompa, sino que sostenga la gran comunión universal».

«Sólo juntos podemos estar con Cristo, que es el Señor de todos. La responsabilidad de Pedro consiste en garantizar así la comunión con Cristo con la caridad de Cristo, guiando a la realización de esta caridad en la vida de todos los días», concluyó.

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