Papa en Malmö: “Para nosotros, los cristianos, es una prioridad salir al encuentro de los marginados”

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El Papa durante el encuentro ecuménico de Malmö. Los testimonios de católicos y luteranos que han arriesgado sus vidas por los demás. Las palabras del obispo caldeo de Alepo

El Papa durante el encuentro ecuménico de Malmö. Los testimonios de católicos y luteranos que han arriesgado sus vidas por los demás. Las palabras del obispo caldeo de Alepo

«Para nosotros cristianos, es una prioridad salir al encuentro de los desechados y marginados de nuestro mundo, y hacer palpable la ternura y el amor misericordioso de Dios, que no descarta a nadie, sino que a todos acoge. A nosotros cristianos, se nos exige protagonizar la revolución de la ternura». Lo dijo el Papa después de haber escuchado los testimonios de luteranos y católicos que trabajan por la paz y la reconciliación. Francisco participó en el gran encuentro ecuménico en la Malmö arena, a donde entró en un cochecito eléctrico.

Los testimonios

Tomaron la palabra cuatro testimonios. Pranita Biswasi, mujer hindú de 26 años, originaria del estado de Odisha, en donde la mayor parte de la población vive en la miseria. Habló sobre el cambio climático y los daños ambientales. «Hoy, mi trabajo en la Iglesia evangélica luterana implica el compromiso con otros jóvenes sobre las cuestiones de justicia ecológica y social». «Los exhorto —dijo— a aumentar la presión sobre los líderes políticos de todo el mundo y a presionar para que se reconozcan los derechos legales para los medios de subsistencia sostenibles para millones de personas que corren el peligro de ser abandonadas en la calle debido a los cambios climáticos en la India y en otras partes del mundo».

De Colombia a Burundi

Después de ella habló monseñor Héctor Gaviria, director dela Caritas de Colombia, quien se refirió a la guerra civil con la guerrilla de las FARC que destrozó durante más de medio siglo su país. Citó una masacre de 2002 y explicó que uno de «nuestras mayores tareas es la de ayudar a las víctimas y asegurar que se se les restituyan sus derechos». Citó también el compromiso común de Caritas y de los luteranos en contra de las minas. Marguerite Barankitse, de Burundi, contó que cuando explotó la guerra civil de 1993 decidió adoptar a siete niños «y fue el inicio de una misión. Cuando el genocidio comenzó, escondí a estos y a otros 25 huérfanos». Marguerite creó la Maison Shalom (casa de la paz), «para consolar, reconciliar y volver a dar esperanza a los niños que lo han perdido todo. Estamos convencidos de que el odio nunca tiene la última palabra».

La refugiada olímpica

Rose Lokonyen, joven refugiada de 23 años, huyó de Sudán del Sur en 2002 y hoy vive en Kenya. Cuando tenía 14 años sus padres volvieron a Sudán del Sur para buscar a los abuelos, y ella se ocupó de sus hermanos, porque era la mayor. «Iba a la escuela y cuando volvía a casa tenía que ocuparme de todo, hasta de ir a recoger leña para el fin de semana, y tenía que tener cuidado porque a veces las mujeres son secuestradas en la selva, y cuando veía a alguien, escapaba. Después de hacer todos los quehaceres iba al campo de futbol y jugaba». Hoy trabaja tratando de motivar a las chicas para que vayan a la escuela, que muchas han abandonado porque tienen que ocuparse de sus familiares. Se dedicó al atletismo y se convirtió en una atleta olímpica, y llevó la bandera de los refugiados en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

Hoy como en Jerusalén

Tomó la palabra Munib Younan, obispo palestino y presidente de la Federación Luterana Mundial. «Hoy, en Lund y en Malmö —dijo— nosotros estamos experimentando el moderno milagro del Espíritu Santo que los discípulos experimentaron en mi ciudad natal, Jerusalén hace dos mil años». «Cuando las personas religiosas trabajan por la unidad y la reconciliación, la religión puede favorecer el florecimiento de todas las comunidades humanas». Después de haberse referido al martirio de los cristianos en diferentes partes del mundo, Younan citó el Medio Oriente y pidió a todos los presentes rezar por «mi país y por una justa solución del conflicto israelí-palestino». El obispo luterano concluyó su discurso citando al teólogo católico Gustavo Gutiérrez, que escribió: «Nuestra conversión al Señor implica… una conversión al prójimo». «Este encuentro no es el final de nuestro diálogo, sino un nuevo inicio. Confío en que nuestro objetivo común será encontrado no solo en el diálogo teológico, sino también en el testimonio práctico».

«Ojalá pudiera propagarse esta locura»

El Papa, después de haber animado el trabajo común entre la Caritas Internationalis y el World Service de la Federación Luterana Mundial, citó los testimonios que había escuchado antes. Recordó las «graves consecuencias sobre el clima» de las que habló Pranita, con un impacto que normalmente cae «vulnerables y con menos recursos, y son forzadas a emigrar para salvarse de los efectos de los cambios climáticos. Y, como decimos en mi tierra, al final, la gran fiesta, la terminan pagando los pobres. Todos somos responsables de la preservación de la creación, y de modo particular nosotros los cristianos. Nuestro estilo de vida, nuestros comportamientos deben ser coherentes con nuestra fe».

El Papa también pidió una oración especial por Colombia, «esa tierra maravillosa para que, con la colaboración de todos, se pueda llegar finalmente a la paz, tan deseada y necesaria para una digna convivencia humana». Habló también de la misión de Marguerite, «una semilla que ha generado abundantes frutos, y hoy, gracias a esta semilla, miles de niños pueden estudiar, crecer y recuperar la salud. ¡Apostáste al futuro! ¡Gracias! Te doy las gracias por el hecho de que ahora, incluso en el exilio, sigues comunicando un mensaje de paz. Has dicho que todos los que te conocen piensan que lo que haces es una locura. Por supuesto, es la locura del amor a Dios y al prójimo. Ojalá que se pudiera propagar esta locura, iluminada por la fe y la confianza en la Providencia».

«Rose, la más joven —dijo Francisco, ha manifestado un testimonio realmente conmovedor. Ha sabido sacar provecho al talento que Dios le ha dado a través del deporte. En lugar de malgastar sus fuerzas en situaciones adversas, las ha empleado en una vida fecunda. Mientras escuchaba tu historia, me venía a la mente la vida de tantos jóvenes que necesitan testimonios como el tuyo. Me gustaría recordar que todos pueden descubrir esa condición maravillosa de ser hijos de Dios y el privilegio de ser queridos y amados por él. Rose, te agradezco de corazón tus esfuerzos y tus desvelos por animar a otras niñas a regresar a la escuela y, también, el que rece todos los días por la paz en el joven estado de Sudán del Sur, que tanto la necesita».

Gracias a los que ayudan a los refugiados

«Después de escuchar estos testimonios valientes, y que nos hacen pensar en nuestra propia vida y en el modo cómo respondo a las situaciones de necesitad que están a nuestro lado —dijo Bergoglio—, quiero agradecer a todos los gobiernos que asisten a los refugiados, a los desplazados y a los que solicitan asilo, porque todas las acciones en favor de estas personas que tienen necesidad de protección representan un gran gesto de solidaridad y de reconocimiento de su dignidad. Para nosotros cristianos, es una prioridad salir al encuentro de los desechados y marginados de nuestro mundo, y hacer palpable la ternura y el amor misericordioso de Dios, que no descarta a nadie, sino que a todos acoge. A nosotros cristianos, se nos exige protagonizar la revolución de la ternura».

Al final, Francisco anticipó el testimonio del obispo de Alepo, «ciudad extenuada por la guerra, donde se desprecia y se pisotean incluso los derechos más fundamentales. Las noticias nos refieren cotidianamente el inefable sufrimiento causado por el conflicto sirio, que dura ya más de cinco años. En medio de tanta devastación, es verdaderamente heroico que permanezcan allí hombres y mujeres para prestar asistencia material y espiritual a quien tiene necesidad». «Imploremos la gracia —concluyó Bergoglio— de la conversión de los corazones de quienes tienen la responsabilidad de los destinos de aquella región».

El destino de Alepo

Después de Francisco tomó la palabra el obispo caldeo de Alepo, Antoine Audo. «La guerra que estamos viendo cada día en Siria, Irak y en Medio Oriente, nos vuelve testigos de la destrucción de nuestra casa común, y la muerte de personas inocentes y de los más pobres. La mayor parte de los hospitales han sido destruidos y el 80 por ciento de los médicos abandonaron Alepo. En Siria 3 millones de niños no van a la escuela. El deterioro físico y moral se lee en cada rostro, alcanza a todos, especialmente a los más pobres y, entre ellos, a los niños, los adolescentes y los ancianos. Las escuelas y las universidades son bombardeadas casi todos los días». Y subrayó la importancia del compromiso común entre la Caritas Internationalis y el World Service de la Federación Luterana Mundial.

Los compromisos comunes

Intervino también el Primer ministro sueco, Stefan Löfven, que habló sobre los cristianos unidos como la fuerza que puede contrarrestar los conflictos, el odio, la destrucción de la tierra, la intolerancia y el extremismo. Las cuatro personas que ofrecieron su testimonio leyeron los compromisos comunes: ayudar a los refugiados y defender sus derechos, apoyar a los que sufren por las guerras y la violencia. «Nosotros decimos no a todas las formas de violencia que golpean y destruyen las vidas de tantos seres humanos». Entre los compromisos, también el compromiso por el desarrollo sostenible y la defensa de la creación.

Al final del encuentro, el Papa y Martin Junge, Secretario general de la Federación Luterana Mundial, bendijeron a los presentes: «Que Dios nos proteja —dijo Francisco— en nuestro recorrido del conflicto a la comunión».

Vatican Insider

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