La Natividad ya no está en peligro

Desde hoy, 2 de julio de 2019, la agencia de las Naciones Unidas para la cultura ya no considera a la Basílica de la Natividad, en Belén, como un sitio del Patrimonio Mundial en peligro. Gracias a los trabajos de restauración de los últimos años.

Unesco, la agencia de las Naciones Unidas para la cultura, anunció hoy que la Basílica de la Natividad y las calles en el corazón de Belén, recorridas durante siglos por peregrinos, han sido eliminadas de la lista de sitios del Patrimonio Mundial en peligro de extinción. .

La decisión fue adoptada hoy en Bakú (Azerbaiyán) por la Comisión del Patrimonio Mundial durante la 43ª sesión de trabajo, que se inauguró el 30 de junio y se cerrará el 10 de julio.

 

La Natividad ya no está en peligro, palabra de la Unesco.El campanario característico de la Basílica de la Natividad en Belén. (foto Shutterstock.com)

La amenaza a la existencia de este importante santuario cristiano y monumento religioso y cultural ha fracasado, la UNESCO lo reconoce, después de la restauración minuciosa de la basílica que comenzó en septiembre de 2013 (y aún está en curso), por el impulso de la Autoridad Nacional Palestina.

Gracias al acuerdo de las tres comunidades religiosas responsables del santuario de la basílica del nacimiento del Señor Jesús: el patriarcado ortodoxo griego de Jerusalén, los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa (en nombre de la Iglesia católica) y el patriarcado armenio de Jerusalén.

 

 

El complejo de la Natividad fue reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2012 e incluido entre los sitios en peligro a petición del gobierno palestino, que había patrocinado su candidatura. De ahora en adelante, sigue siendo considerado el patrimonio de la raza humana, pero ya no está en riesgo.

 

Terrasanta.net

La pila bautismal en la basílica de la Natividad de Belén: un misterio histórico aún por esclarecer

El director de los trabajos de restauración de la basilica de la Natividad en Belénanunció el desconcertante descubrimiento de una pila bautismal en el interior de la ya conocida.

Según explicó Ziad al-Bandak, el hallazgo tuvo lugar durante los trabajos arqueológicos en una zona del templo donde ya existía un bloque octogonal de una piedra similar a la de las columnas, situado junto al altar de la basílica. La pila bizantina descubierta ha sido fechada en el siglo VI, tiene forma de copa y estaba oculta dentro del bloque. “Nadie sabe por qué fue cubierta y situada en este lugar, y en ningún documento se habla de ello”, añadió.

 

¿Por qué la pila en forma de copa se escondió entro de la pila de forma hexagonal?

 

Según explicó Cayetana Johnson, arqueóloga en Tierra Santa y profesora en la facultad de San Dámaso de Madrid, pilas bautismales como la ahora descubierta comenzaron a utilizarse en el siglo IV, cuando se empezó a abandonar la práctica de los bautismos por inmersión.

“Es una pieza maravillosa, llena de dibujos y de huecograbados en la piedra”, añadió, y esconde un misterio, “porque tanto la pila con forma de copa como el bloque de piedra son de la misma época, y la de copa no estaba en un sustrato inferior, sino dentro de esta. ¿Por qué se preservó?”.

 

 

Johnson recordó que en torno al bloque de piedra original existen leyendas “preciosas”, como que fue “la cisterna donde cayó la estrella de los Reyes Magos, o donde bebieron sus caballos; incluso que los soldados del rey David bebieron de ella”.

En cualquier caso, la ceremonia de clausura de los trabajos de restauración, prevista para noviembre, se retrasará hasta mayo o junio del año que viene, para que estén terminados en las tres partes de la basílica de la Natividad asignadas respectivamente por el Status Quo a la Custodia de Tierra Santa, los ortodoxos griegos y los ortodoxos armenios.

 

 

 

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Un mágico lugar en el barrio más cosmopolita de Roma

En el muy transitado barrio histórico de Trastevere, dónde las noches se llenan de turistas y romanos, para una bebida o una simple caminata entre restaurantes pintorescos con platos exclusivos de la gastronomía romana, se encuentra esta preciosa basílica.

 

Primeramente fue una Domus Ecclessiae, dónde se reunían los primeros cristianos, en una zona portuaria. Aquí se mezclaba todo tipo de gentes, que llegaban a la gran ciudad del imperio, para comerciar o para como en nuestros tiempos, intentar tener una mejor vida. Distintas culturas, distintos colores de pieles, distintas religiones, sin dudas era uno de los centros más grandes para la evangelización cristiana.

 

La iglesia fue edificada en el siglo III, donde según la tradición en el año 38 a. C. brotó una fuente de aceite del suelo, que fue interpretado como la llegada futura de Cristo, manantial de vida.

La primera basílica fue construida por papa Calixto I y luego reestructurada por el papa Inocencio II en 1140.

En la fachada de la basílica se puede ver un majestuoso mosaico con la Virgen María que da de amamantar al Niño Jesús, y a sus pies se encuentran diez santas con dones para el Señor.

En el pórtico se encuentra lo que fue el primer museo epigráfico cristiano,y en sus paredes podemos observar los restos de diferentes catacumbas romanas.

La basílica está sostenida por columnas que fueron traídas de las famosas Termas del emperador Caracalla. Su ábside es realmente una obra de arte, dedicada a la Asunción de la Virgen. En primer plano se puede ver a Jesucristo que abraza a su Madre y tiene en su mano un libro con versículos del Cantar de los cantares. En la parte de abajo se ve representado en seis cuadros, los principales episodios de la vida de María.

 

 

 

A la derecha del altar se encuentra una capilla dedicada a la Virgen de Cupa, una de las tantas Virgencitas que se encuentran en las callecitas de Roma y que fue trasladada a la basílica.

A la izquierda del altar se encuentra una rica capilla de la familia noble romana Altemps, que custodia una antigua imagen del siglo VI, de la Virgen de la Clemencia. En total la basílica posee once capillas, y también destaca su espectacular techo diseñado por el famoso artista italiano Domenichino.

Santa Maria in Trastevere

La iglesia de Santa Maria in Trastevere es el monumento más importante de este popular barrio. Se asienta sobre los restos de una primitiva iglesia de época paleocristiana, vinculada al Papa San Calixto (finales siglo II), pero el edificio actual se remonta sólo al siglo XII. Fue construido durante una época turbulenta en Roma, en la que luchaban por el poder de la ciudad un Papa (Inocencio II) y un antipapa (Anacleto II).

Santa Maria in Trastevere - mosaico fachada

 

El mismo edificio que hoy contemplamos da testimonio de los tiempos difíciles en que fue levantado, pues fue construido en buena parte con material de desecho. Las columnas de la nave central, ppor ejemplo, fueron reaprovechadas de las Termas de Caracalla. Aún así, se consiguió crear un espacio armonioso y elegante: la mejor creación arquitectónica de Roma en el siglo XII.

Su obra más valiosa son los mosaicos del ábside, realizados en dos periodos distintos: la parte superior a mitad del siglo XII (en tiempos de Inocencio II), y la franja inferior a finales del XIII por el gran artista romano Pietro Cavallini.

Otros puntos de interés de Santa Maria in Trastevere son:

Santa Maria in Trastevere - plano basílica

 

 

  1. Mosaico de las vírgenes en la fachada principal. Representa a la Virgen entronizada, con figuras femeninas a los lados, y es obra del siglo XIII.
  2. Atrio: contiene inscripciones paganas y cristianas, procedentes de la basílica y de algunas catacumbas
  3. El armonioso espacio arquitectónico de planta basilical
  4. Artesonado de madera del techo, diseñado por el Domenichino (s.XVII), que pintó en el centro la Asunción de la Virgen.
  5. Fons olei: lugar del surgimiento de la fuente de aceite (petróleo), ocurrida unos años antes del nacimiento de Cristo, según una leyenda.
  6. Frescos del ábside: mitad s.XII y final s. XIII (Pietro Cavallini) ***
  7. Capilla Altemps, ricamente adornada. En el centro, Madonna della Clemenza ***, una de las tablas de la Virgen más antiguas que se conocen: siglo VI-VII.
  8. Capilla Ávila: cuenta con una cúpula fantasiosa, inspirada en la arquitectura de Borromini (s. XVII)

 

 

 

Los filisteos, uno de los enemigos del pueblo de Israel, llegaron desde Europa, concluye una investigación

El combate del joven David contra el gigante Goliat o las numerosas batallas de Sansón son algunos de los ejemplos que muestran la relación de enemistad que había entre el pueblo de Israel y los filisteos.

Pese  a sus referencias en las Escrituras y en otros documentos, poco más se sabía de este pueblo filisteo que habitó en lo que hoy es Tierra Santa. Sin embargo, los resultados de una investigación arqueológica han arrojado luz sobre ellos.

Esta investigación ha llegado a la conclusión de que los primeros filisteos eran inmigrantes europeos de Oriente Medio. Así lo ha revelado un estudio genético de huesos humanos de este pueblo ancestral rescatados en un cementerio de la ciudad israelí de Ashkelón.

“Hasta hoy solo había teorías sobre el origen de los filisteos, pero ahora tenemos datos”, valoró a Efe el arqueólogo David Master sobre un vago pasado recogido en textos bíblicos que describe a un pueblo inculto y rudo, al que pertenecía el mítico gigante Goliat.

 

 

Master ha dirigido la campaña en el yacimiento arqueológico donde está el camposanto y del que se han tomado muestras de huesos de bebés enterrados bajo sus hogares para un análisis del genoma y comparativa con los habitantes de Asheklón en la Edad del Bronce y la Edad del Hierro.

“Estos bebés no eran viajeros, son el resultado de la inmigración y el establecimiento de una familia, lo que indica que sus padres realmente llegaron a la región desde el extranjero en el siglo XII a.C.”, aclara.

La investigación ha sido realizada por un equipo internacional del prestigioso Max Planck, Instituto para la Ciencia de la Historia Humana, y la Expedición Leon Levy, un proyecto del Museo Semítico de Harvard, y sus resultados fueron publicados hoy en la revista Science Advance.

El análisis reflejó que las muestras contenían marcas genéticas europeas, que persisten en la actualidad en la población de Europa, sobre todo del sur, y que fueron progresivamente diluyéndose en los residentes de la región por la alta mezcla entre locales y foráneos.

Los primeros filisteos vinieron en movimientos migratorios desde Occidente al Levante”, concluye Master sobre un advenimiento que se habría producido en la transición entre la Edad de Bronce y la Edad de Hierro.

El cementerio fue descubierto en 2013, durante el transcurso de los trabajos arqueológicos en el yacimiento de la ciudad portuaria de Ashkelón, una de las urbes filisteas centrales en la Edad del Hierro, lo que permitió estudiar la relación de este pueblo con sus muertos, así como sus prácticas y costumbres.

Los filisteos tenían sus principales ciudades en Ashdod, Ekron, Ashkelón, Gath y Gaza, y se diferenciaban culturalmente de otros pueblos como el cananeo y el israelita, que los consideraban sus archienemigos.

Por ejemplo, las prácticas de enterramiento eran en pozos excavados para cada individuo: hombre o mujer, adulto o niño; mientras que los cananeos eran sepultados en fosas centrales para luego almacenar los huesos secos en nichos.

 

 

Durante 30 años de excavaciones en la ciudad mediterránea, a unos 74 kilómetros de Jerusalén, el equipo de arqueólogos registró cambios sustanciales en el modo de vida a partir del siglo XII a.C. que conectan con la llegada de los filisteos a la región.

Estos cambios, sin embargo, habían sido debatidos por los académicos al tratarse de “evidencias indirectas” que podrían haberse dado como resultado del comercio o la imitación de estilos de vidas foráneos. Ahora, resalta Master, “el análisis genético aporta evidencias directas de los orígenes”.

Textos egipcios y asirios habían mencionado la existencia de este pueblo en el Levante sobre el que hoy se empiezan a desvelar sus orígenes pero que a su vez requerirán futuros estudios más específicos, adelanta el equipo investigador.

 

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Contra los prejuicios anticristianos infundados y las manipulación de datos históricos

En medio de la avalancha de slogans y artículos superficiales que acusan al cristianismo de patriarcal y sexista, pocos conocen que la Iglesia primitiva tenía un poderoso atractivo para las mujeres que vivían bajo la cultura grecolatina.

Porque, de hecho, las mujeres en el cristianismo gozaban de un status muy superior al que tenían en el mundo pagano. Y si bien cualquier experto en historia antigua lo sabe, lo lamentable es que no se conozca en forma masiva del mismo modo en que circulan los mitos y las leyendas negras sobre el cristianismo primitivo.

Las mujeres tuvieron un papel fundamental en la expansión del cristianismo dentro del Imperio Romano. Las fuentes históricas y la arqueología moderna siguen confirmando la tesis defendida por expertos en el cristianismo antiguo de las ventajas de ser cristiana para las mujeres en la antigüedad. Si bien a lo largo de la historia y en la actualidad pueden encontrarse muchas actitudes machistas entre los cristianos, lo cierto es que el cristianismo en su origen es la fuente en la cultura occidental de los valores de igualdad entre hombres y mujeres y del respeto por la dignidad de todo ser humano.

 

La brutalidad del paganismo greco-romano con la mujer

La cultura grecolatina no era benévola con las mujeres. El derecho romano estaba concebido en función de los varones romanos y libres. Las mujeres tenían un status muy inferior, como una propiedad del varón. Ellas se encontraban en un nivel cercano a los esclavos o a los niños.

El infanticidio femenino era moneda corriente tanto en Roma como en Atenas, y a las mujeres que sobrevivían se les brindaba poca o nula educación. Su status legal en el mundo griego era análogo al del niño y durante toda su vida eran propiedad de un varón. 

Si enviudaban las romanas estaban obligadas a volver a casarse lo antes posible y sus bienes pasaban a su nuevo cónyuge. El matrimonio de la mujer se arreglaba en su niñez y se realizaba a partir de los doce años, pero a veces siendo menores de esa edad. Estando casada, el varón podía expulsarla de su casa fácilmente y si era seducida o violada, legalmente quedaba abandonada por su cónyuge.

En Roma el culto a la violencia tenía un especial desprecio por todo aquello que pudiera ser considerado débil. Por ello el infanticidio femenino era común, naturalizado y legitimado. Tácito en sus “Historias” escribe con desprecio que los judíos condenaban como pecado el “matar a un hijo no deseado”, porque los romanos lo veían como normal. Por razones distintas también los pensadores griegos recomendaban el infanticidio en caso de necesidad política. Aunque según hallazgos arqueológicos los niños abandonados al nacer o asesinados pertenecían a ambos sexos, la mayoría aplastante eran niñas. Un texto conocido y citado por especialistas muestra la naturalidad para expresarlo, en la carta de un romano llamado Hilarion a su esposa Alis:

Estoy aún en Alejandría y no te preocupes si todos regresan y yo me quedo en Alejandría. Te ruego que cuides de nuestro hijito y tan pronto como me paguen te haré llegar el dinero. Si das a luz, consérvalo si es varón, y si es hembra, desembarázate de ella. Me has escrito que no te olvide. ¿Cómo iba a olvidarte? Te suplico que no te preocupes.

En una de las investigaciones más eruditas y recientes sobre el tema, el sociólogo Rodney Stark demuestra claramente la situación desfavorable de la mujer en el mundo grecorromano, que muchos idealizan como si hubiera sido feminista, y como en realidad fue todo lo contrario. El cristianismo supuso para la civilización occidental y para la mujer un nuevo comienzo de dignidad y libertad.

La mujer en el cristianismo primitivo

Mientras que muchas novelas y libros pseudohistóricos, desde el código Da Vinci de Dan Brown, hasta el indocumentado libro de la periodista británica Catherine Nixey (“La edad de la penumbra”), que están plagados de prejuicios anticristianos infundados y que manipulan los datos históricos, cuando no los tergiversan completamente; los historiadores e investigadores académicos sobre el tema no solo desmienten todos estos mitos, sino que unánimemente sostienen el contraste positivo que supuso el cristianismo para las mujeres en el mundo antiguo frente a la cultura patriarcal del mundo greco-latino. Y la mayoría de estos autores son historiadores y no necesariamente cristianos.

Los escritos del Nuevo Testamento atestiguan en diversos pasajes el modo en que Jesús actuó contra la cultura dominante, para sorpresa y escándalo de sus contemporáneos. Las integró a las mujeres dentro del grupo de sus discípulos en trato igualitario y la primera testigo de la resurrección es una mujer (María Magdalena), llamada por los primeros padres de la Iglesia como “apóstol de los apóstoles”. Pablo de Tarso en sus cartas narra no solo que no existían diferencias entre hombres y mujeres (Gal, 3,27-28), sino que nombra a diversas mujeres que lideraban comunidades y ejercían importantes ministerios en las comunidades cristianas (Rm 16, 1-7).

El cristianismo al igual que el judaísmo condenaba duramente el infanticidio. La moral cristiana que tenía estrictas normas en cuanto a la fidelidad conyugal, eran parejas para el hombre y la mujer, donde estaba igualmente mal visto el adulterio masculino como el femenino. Las viudas eran bien recibidas y todas las mujeres que se convertían al cristianismo contaban con ventajas respecto de su vida anterior, como contraer matrimonio a una edad mayor que sus coetáneas y podían elegir a su cónyuge.

De hecho, la población femenina era mucho mayor en el cristianismo que en las otras religiones, antes de que se convirtiera en religión oficial. En una sociedad donde los varones eran demográficamente muchos más, el cristianismo tenía una gran mayoría de mujeres. Y con el tiempo ellas fueron las que transmitieron la fe a sus esposos paganos. Las fuentes muestran la cantidad de disposiciones eclesiásticas a que las mujeres cristianas se pudieran casar con hombres no cristianos. Veían en ello una posibilidad evangelizadora y de hecho su influencia demográfica fue mayor, ya que influían sobre las familias que formaban aunque sus cónyuges siguieran siendo paganos.

Es cierto que algunos autores racionalistas criticaban este dato ridiculizando las conversiones femeninas a una religión irracional. ¿Entonces por qué no tenían tantas conversiones los cultos emocionales de los templos paganos? La verdadera razón de la mayoría aplastante de mujeres en el cristianismo era que gozaban de un espacio de dignidad, de igualdad y libertad que no existía en el mundo antiguo hasta el nacimiento del cristianismo.

Lo cierto es que el cristianismo no se impuso por la fuerza bruta al mundo pagano, sino por el protagonismo de la mujer en la transmisión de la fe, por un nuevo modo de comprender al ser humano, por un modo de ver que está en la base de la cultura occidental y que hoy muchos no conocen las raíces de esos valores. ¿Por qué la mujer ha logrado conquistar derechos en occidente como en ninguna otra cultura? Muchos cristianos a lo largo de la historia se han olvidado de sus orígenes y han consentido actitudes y una mentalidad patriarcal que han ido en contra de la dignidad de la mujer. Lo cierto es que a pesar de todo lo que todavía queda hoy por conquistar en reconocer la dignidad y los derechos de la mujer en muchas partes del mundo, y de todo lo que ellas han logrado después de siglos de desigualdad, el cristianismo está en la fuente de ese reconocimiento y de sus derechos.

 

Fuente: Aleteia.

La prisión de Pedro y Pablo

En la Cárcel Mamertina (o Tullianum) esperaron el martirio

Tras las excavaciones, la Cárcel Mamertina, donde San Pedro y San Pablo fueron mantenidos antes de su ejecución, ha sido renovada.

Cárcel Mamertina

El sitiode la prisión es adyacente al antiguo Foro Romano, cavado en la roca de la Colina Capitolina y dando a la casa del Senado. Creyéndose construida por el rey romano Servio Tulio en el siglo VI antes de Cristo, la Cárcel Tuliana, como es también conocida, consiste en dos celdas una sobre la otra.

La celda inferior, un apretado y húmedo espacio, era accesible sólo a través de un agujero en el piso de la celda superior, y se usó a lo largo de la República y el Imperio como prisión y lugar de ejecución.

El jefe galo Vercingetorix fue extrangulado en esta celda, después del triunfo de Julio César, y Yugurta, rey de los numidios, fue dejado morir de hambre en las profundidades de la prisión.

Escribiendo en el siglo I antes de Cristo, el autor romano Salustio describía la prisión como “de 12 pies de profundidad, cerrada alrededor por paredes y una bóveda de piedra. Su aspecto es repugnante, pavoroso por su abandono, oscuridad y hedor”.

 

Un siglo después de que Salustio escribiera esta descripción, San Pedro y San Pablo fueron a habitar la repelente celda inferior, en sus últimos días antes de su martirio, encarcelados por el emperador Nerón.

La presencia de los dos apóstoles transformó el lugar de desesperación en un espacio de esperanza, oración y catequesis para sus carceleros Proceso y Martiniano. Cuando los dos soldados romanos pidieron ser bautizados, no había agua en la celda para el sacramento, de manera que San Pedro golpeó el suelo de piedra con su bastón y brotó una fuente a través de la roca. El sitio del milagroso manantial de agua se conmemora todavía en la celda inferior.

Los carceleros de Pedro le ayudaron a escapar de la triste prisión, pero tras encontrar a Cristo en la Vía Apia, San Pedro regresó y aceptó voluntariamente su muerte por crucifixión en el circo de Nerón sobre la Colina Vaticana.

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Imágenes de los santos

La semana pasada, la oficina romana del superintendente de Arqueología anunció que las excavaciones han descubierto restos de frescos que documentan la transformación del lugar en una iglesia junto con otras estructuras en el Foro.

La excavación trazó las diversas fases del área desde la arcaica cantera de piedra hasta la prisión, y la “verdaderamente rápida transformación” en un centro petrino de devoción.

Hoy la prisión se sitúa bajo la Iglesia de San José de los Carpinteros, contruida en el siglo XVII, pero el lugar es propiedad del Vicariato de Roma, y será abierto al público por la Obra Romana de Peregrinaciones, quizá tan pronto como en julio.

Allí, los peregrinos tendrán la oportunidad de rendir homenaje a San Pedro y San Pablo, que situados en un Foro, lleno de templos dedicados a hombres que se convirtieron en dioses, tuvieron el valor de proclamar el Evangelio de Dios hecho hombre.

 

 

Betsaida, la patria chica de Simon, Andrés y Felipe

Un grupo de arqueólogos israelíes, del Kinneret Institute for Galilean Archeaology, anunció ayer el descubrimiento de las ruinas de la antigua ciudad romana de Julias, junto al Mar de Genesaret, a pocos kilometros de Cafarnaúm, según publica el diario israelí Haaretz.

La ciudad de Julias, según el historiador judío Flavio Josefo, fue erigida en el año 30 d.C. sobre las ruinas de un antiguo poblado de pescadores llamado Betsaida. Según los evangelios, Betsaida era el pueblo natal de Simón Pedro, de su hermano Andrés, y de Felipe, tres de los discípulos de Jesús.

Según Flavio Josefo, el rey judío Herodes hijo de Herodes el Grande, transformó Betsaida, que había sido una aldea de pescadores, en una polis romana, a la que llamó “Julias”, en honor de Julia Augusta, la madre del emperador romano Tiberio.

Este hallazgo se ha producido después de años de búsquedas infructuosas en las orillas del Mar de Galilea de esta pequeña población, tan importante en los relatos evangélicos, muy cerca de la desembocadura norte del río Jordán.

Según informan los arqueólogos, por ahora se han desenterrado fragmentos de cerámica, monedas y restos de unos baños públicos romanos.

Aleteia

El Papa explica cómo eran las primeras comunidades cristianas

La vida de los primeros cristianos

Para el Papa Francisco, las cuatro actitudes, “las cuatro huellas de un buen cristiano”, son las prácticas que realizaban las primeras comunidades de creyentes: escuchar asiduamente la enseñanza apostólica; establecer unas relaciones interpersonales de gran calidad, también por medio de la “comunión de bienes espirituales y materiales”; rememorar al Señor a través de la Eucaristía; y dialogar con Dios en la oración.

 “Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones. La vida de la comunidad primitiva entre el amor de Dios y el amor por los hermanos”(Hechos de los Apóstoles 2,  42. 44-45).

 

El fruto de Pentecostés

En primer lugar, durante la catequesis, el Pontífice ha destacado que el fruto de Pentecostés, de la venida del Espíritu Santo, fue que cerca de tres mil personas se bautizaran para adherirse a Cristo, pasando a formar parte de la comunidad cristiana, “esa fraternidad que es el hábitat de los creyentes y el fermento eclesial de la obra de evangelización”.

Después, Francisco se ha referido a cómo Lucas muestra a la Iglesia de Jerusalén como “el paradigma de cada comunidad cristiana” y como un “ícono de fraternidad” que no conviene minimizar. En los Hechos de los Apóstoles se describe que los primeros cristianos se reúnen “como familia de Dios, espacio de koinonia, es decir, de la comunión de amor entre hermanos y hermanas en Cristo”.

El Obispo de Roma ha subrayado también que en el alma del cristiano no hay sitio para el egoísmo y ha propuesto el ejemplo de unidad de la comunidad primitiva que define los Hechos, en la que todos vivían juntos “cercanos, preocupados unos de otros, no para chismorrear del otro, no, para ayudar, para acercarse”.

 

La fraternidad

Según el Papa Francisco, la gracia del Bautismo revela, en consecuencia, un vínculo intrínseco entre los hermanos que “están llamados a compartir, a identificarse con los demás y a dar ‘según la necesidad de cada uno’ (Hechos 2:45), es decir, la generosidad, la limosna, el preocuparse por el otro, visitar a los enfermos, ir a ver a quienes pasan necesidades, a los que necesitan consuelo”.

Y añadió que “esta fraternidad porque elige el camino de la comunión y de la atención a los necesitados, esta fraternidad que es la Iglesia puede vivir una vida litúrgica verdadera y auténtica”.

Finalmente, el Santo Padre explicó que en los Hechos de los Apóstoles, el Señor garantiza el crecimiento de la comunidad: “la perseverancia de los creyentes en la alianza genuina con Dios y con los hermanos se convierte en una fuerza atractiva que fascina y conquista a muchos (ver Evangelii gaudium, 14), un principio gracias al cual vive la comunidad creyente de cada época”.

 

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Catequesis completa del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El fruto de Pentecostés, la poderosa efusión del Espíritu de Dios sobre la primera comunidad cristiana, fue que muchas personas sintieron sus corazones traspasados ​​por el feliz anuncio – el kerigma- de la salvación en Cristo y se adhirieron a Él libremente, convirtiéndose, recibiendo el bautismo en su nombre y recibiendo a su vez el don del Espíritu Santo. Cerca de tres mil personas entran a formar parte de esa fraternidad que es el hábitat de los creyentes y el fermento eclesial de la obra de evangelización. El calor de la fe de estos hermanos y hermanas en Cristo hace de sus vidas el escenario de la obra de Dios que se manifiesta con prodigios y  señales por medio de los apóstoles. Lo extraordinario se vuelve ordinario y la vida cotidiana se convierte en el espacio de la manifestación del Cristo viviente.

El evangelista Lucas nos lo cuenta mostrándonos a la iglesia de Jerusalén como el paradigma de cada comunidad cristiana, como el ícono de una fraternidad que fascina y que no debe  convertirse en mito pero tampoco hay que  minimizar. El relato de los Hechos deja que miremos entre las paredes de la domus donde los primeros cristianos se reúnen como familia de Dios, espacio de koinonia, es decir, de la comunión de amor entre hermanos y hermanas en Cristo.  Vemos que viven de una manera precisa: “acudiendo a la enseñanza de los apóstoles y a la comunión, a la fracción del pan y al as oraciones” (Hechos 2:42). Los cristianos escuchan asiduamente el didaché o la enseñanza apostólica; practican unas relaciones interpersonales de gran calidad  también a través de la comunión de bienes espirituales y materiales; recuerdan al Señor a través de la “fracción del pan“, es decir, de la Eucaristía, y dialogan con Dios en la oración. Estas son las actitudes del cristiano, las cuatro huellas de un buen cristiano.

A diferencia de la sociedad humana, donde se tiende a hacer los propios intereses,  independientemente o incluso a expensas de los otros, la comunidad de creyentes ahuyenta el individualismo para fomentar el compartir y la solidaridad.  No hay lugar para el egoísmo en el alma de un cristiano: si tu corazón es egoísta, no eres cristiano, eres mundano, que busca solo tu favor, tu beneficio. Y Lucas nos dice que los creyentes están juntos (ver Hechos 2:44), La cercanía y la unidad son el estilo de los creyentes: cercanos, preocupados unos de otros, no para chismorrear del otro, no, para ayudar, para acercarse.

La gracia del bautismo revela,  por lo tanto, el vínculo íntimo entre los hermanos en Cristo que están llamados a compartir, a identificarse con los demás y a dar “según la necesidad de cada uno” (Hechos 2:45), es decir, la generosidad, la limosna, el preocuparse por el otro, visitar a los enfermos, ir a ver a quienes pasan necesidades, a los que necesitan consuelo.

Y precisamente esta fraternidad porque elige el camino de la comunión y  de la atención a los necesitados, esta fraternidad que es la Iglesia puede vivir una vida litúrgica verdadera y auténtica: “Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón.  Alababan a Dios y gozaban de la simpatía de todo el pueblo”. Hechos 2,46-47).

Por último, el relato de los Hechos nos recuerda que el Señor garantiza el crecimiento de la comunidad (vea 2:47): la perseverancia de los creyentes en la alianza genuina con Dios y con los hermanos se convierte en una fuerza atractiva que fascina y conquista a muchos (ver Evangelii gaudium, 14), un principio gracias al cual vive la comunidad creyente de cada época.

Pidamos al Espíritu Santo que haga de nuestras comunidades lugares donde recibir  y practicar la nueva vida, las obras de solidaridad y de comunión, lugares donde las liturgias sean un encuentro con Dios, que se convierte en comunión con los hermanos y las hermanas, lugares que sean puertas abiertas a la Jerusalén celestial.

© Librería Editorial Vaticana

(ZENIT – 26 junio 2019).-

CRÍTICA CINEMATOGRÁFICA DE LA PELÍCULA

ÁGORA

Director: Alejandro Amenábar. Guión: MateoGil. Intérpretes: Rachel Weisz, Max Minghella, Oscar Isaac, Ashaf Barhom, Michael Lonsdale, Rupert Evans. 126 min. Adultos. (V)

 

JUAN ORELLANA

Imagínense que hay que explicar con una película la realidad de Norteamérica a alguien que no sabe nada de historia, de culturas. Y para explicarle cómo es América le enseñamos unos planos de unas familias japonesas, entrañables.

Luego aparece un avión donde sale un piloto con cara de bruto mascando chicle, y con fotos de playmates pegadas en el salpicadero. Por último vemos cómo ese avión lanza la bomba atómica sobre la ciudad de esas amables familias japonesas. Una vez terminado el cortometraje, se le dice al ignorante espectador: “Ya ves, esto es América”.

Hiroshima existió. Nadie lo duda. Nadie se alegra. Pero el juicio sobre los americanos que se deduce de ese film, ¿es justo? Es una mentira. Aunque Hiroshima sea una verdad.

Esto mismo es lo que sucede con la última película de Amenábar, Ágora: unas bases históricas reales, muchísimo maquillaje y caricatura históricos, para llegar a unas conclusiones completamente equivocadas.

 

 

Amenábar vuelve a demostrar que es un grande en el oficio de dirigir películas. Otra cosa es que él decida someter su genio a los imperativos del pensamiento único.

Lo más interesante es que Ágora no aparenta ser una película hecha en la era digital, sino que parece que todo decorado es real. La dirección artística es soberbia, y Rachel Weisz hace de Hipatia un personaje memorable.

La película es solemne, minuciosa, con un trabajo del sonido espectacular y con unos guiños cosmológicos muy brillantes. Hay mucho cine dentro de Ágora, y por ello es muy fastidioso ver cómo el guión va estropeando la película a medida que avanza.

 

¿UNA PELÍCULA CONTRA LA INTOLERANCIA?

Ágora es presentada por Amenábar como un film contra la intolerancia. Pero es necesario analizar el marco elegido por el cineasta para su alegato.

El contexto histórico son unos hechos luctuosos perpetrados por cristianos y paganos desmadrados entre los siglos IV y V en Alejandría. Según el historiador de la Iglesia Hubert Jedin, “el suceso más deplorable en el enfrentamiento entre el paganismo y el cristianismo en Egipto fue la muerte de la filósofa pagana Hipatia, que en 415 fue atrozmente asesinada, tras haber sufrido graves injurias, por una chusma fanatizada” (1).

 

 

Amenábar carga las tintas, descontextualiza y simplifica al máximo ciertos personajes como San Cirilo o Amonio. Aquellos hechos reprobables se sitúan, por tanto, en el contexto de la confrontación de dos cosmovisiones, de dos culturas, la pagana y la cristiana, y es ahí precisamente donde Amenábar quiere aprovechar para proponer su propia filosofía de la historia: si el paganismo fue luz, el cristianismo es oscuridad; si el paganismo fue progreso, el cristianismo supuso una marcha atrás en la cultura, en la civilización, en la filosofía y en la ciencia.

No es una metáfora caprichosa: en Ágora, los paganos visten de blanco (Hipatia), y los cristianos de gris o de negro (Amonio, Cirilo). A este esquema bipolar, Amenábar añade a lo largo del film una vuelta de tuerca: lo malo no es en realidad el cristianismo, sino cualquier concepción teológica. Ya sean los dioses paganos o el Dios cristiano y judío: la religión oscurece la razón, desprecia a la filosofía y frena la ciencia y el progreso. Frente al escepticismo que genera ver tanta guerra de religión en un kilómetro cuadrado, Hipatia declara: “Yo creo en la Filosofía”.

 

EL CRISTIANISMO COMO VERDUGO DE LA CULTURA

Y ahí reside la relevancia de Ágora, que bajo el envoltorio de una película histórica, propone un juicio muy negativo sobre el valor actual de las religiones en general y del cristianismo enparticular. Desmentir esa afirmación precisaría de una biblioteca como la de Alejandría, para documentar someramente lo que el cristianismo ha aportado al progreso de la cultura, del arte, de la ciencia, del derecho, de la filosofía, de la política, de las relaciones internacionales...

Pero dicha biblioteca sería insuficiente para ilustrar lo que el cristianismo ha supuesto para el “progreso” personal de millones y millones de hombres y mujeres concretos a lo largo del mundo y de la historia: el “progreso” que viene de encontrarse con Jesús, que promete sin rubor satisfacer los deseos del corazón del hombre.

 

 

Esto en Ágora no se intuye ni de lejos. Los cristianos que aparecen son bárbaros, fanáticos, misóginos, violentos y muy visionarios. Y los dos “buenos” cristianos que vemos, Sinesio y Davo, se van contaminando a lo largo del film del oscurantismo circundante.

Quien encarna las características de una antropología cristiana –caridad, benevolencia, serenidad, tolerancia, insobornabilidad, castidad, fraternidad universal, igualdad– es la pagana Hipatia, un personaje que Amenábar vuelve fascinante, ideal de virtud, y dechado de inteligencia y humanidad. Hipatia se propone como una santa laica de las que tanto están de moda.

Un primer argumento a favor del “retroceso” cristiano que se puede desprender de Ágora es el de la inmoralidad de aquel grupo de cristianos pendencieros, que aparecen capitaneados por un san Cirilo cruel y maquiavélico.

 

 

Ciertamente hay muchos episodios en la historia de la Iglesia por los que un cristiano no se siente orgulloso. Así ha sido siempre y así será, porque la Iglesia la forman pecadores. Incluso los Papas han pedido a veces perdón por errores del pasado.

La conciencia del mal y del pecado es tan clara en el seno de la Iglesia que esta instituyó en sus mismos orígenes el sacramento de la penitencia y del perdón. Que se sepa ninguna organización, asociación o partido cuenta con una institución como la confesión, con lo que quizá habría que concluir que nadie como los cristianos tiene tanta conciencia del propio pecado.

 

FE CONTRA RAZÓN

Más importante en Ágora es el conflicto soterrado –¿incompatibilidad?– que plantea entre razón y fe, entre ciencia y religión. No este el lugar tampoco para explicar y aclarar que la fe es la amiga más fiel de la razón, que lo que Amenábar y tantos otros llaman fe, no es más que una superstición visionaria y esclerótica que nada tiene que ver con el cristianismo. Bastaría con que leyeran algo, por ejemplo la Fides et ratio, para comprender que la fe no es enemiga ni de la ciencia, ni del progreso, ni mucho menos de la razón.

Siempre habrá energúmenos entre las filas de los creyentes, pero que sólo son representativos de su propia equivocación. En este sentido, el magnífico homenaje que Amenábar brinda en este film a la ciencia antigua, y muy en especial a la astronomía, es un homenaje a la razón que cualquier espectador cristiano disfrutará como propio, aunque Amenábar parezca querer oponerlo a los intereses “reducidos” de los cristianos (2).

Por todas estas razones es imposible que un cristiano pueda sentirse históricamente reconocido en la propuesta cinematográfica de Amenábar, muy lastrada por tópicos, prejuicios, esquemas ideológicos y leyendas negras.

NOTAS

(1) Hubert Jedin, Manual de Historia de la Iglesia, vol. II, Herder, Barcelona, 1990, p. 259.
(2) No hay que olvidar que una figura de la talla intelectual de San Agustín es contemporáneo de Hipatia. Ni que el siguiente paso de gigante en la astronomía fue obra de Nicolás Copérnico en el siglo XV, dentro de una cultura de matriz cristiana. Los que creen que la ciencia se interrumpió durante los “oscuros siglos medievales” harían bien en informarse sobre Robert Grosseteste, Alberto Magno, Roger Bacon, Jean Buridan, Nicolás Oresme...

Termas de Caracalla

Las antiguas termas romanas de Caracalla, consideradas unas de las más grandes y lujosas del Imperio Romano, recuperaron desde hoy su aspecto original gracias a la realidad virtual, con la que han mostrado de nuevo su máximo esplendor.

Construidas en el siglo III (211-217 d.C.) por el emperador romano que les da nombre, estas antiguas termas son en la actualidad un conjunto de ruinas que a simple vista solo dan una idea del grado de belleza que alcanzaron cuando aún corría el agua en su interior.

Sin embargo, gracias a un proyecto de realidad virtual presentado hoy, ahora los restos arqueológicos cobran vida a través de un visor que permite al espectador un viaje al pasado y un paseo por sus escultóricas instalaciones.

Recorriendo sus marmóreos pasillos, quien acuda a las Termas de Caracalla para disfrutar de esta experiencia puede incluso encontrarse con el mismísimo Séneca, asiduo visitante de este lugar a faldas del monte Aventino.

 

 

Colores, formas y materiales originales se presentan con todo lujo de detalles sobre los impresionantes mosaicos con teselas en blanco y negro que antaño cubrieron los pavimentos del "Apodyterium" (vestuario) o las baldosas rojas y verdes del gimnasio.

Entre las diez estancias recreadas con esta tecnología tridimensional, es posible pasear bajo los techos abovedados o los pórticos que delimitaban los baños y cuyos capiteles y grabados parecen cobrar vida con esta tecnología.

El recorrido comienza con una introducción sobre la figura, las campañas militares y las políticas del emperador Caracalla (188-217 d.C), de la dinastía de los Severos, y posteriormente inicia la visita por las termas, de las que cada día disfrutaban entre seis mil y ocho mil personas.

En el "frigidarium", lugar en el que los romanos se zambullían en gélidas aguas, se topará asimismo el visitante con una reproducción de la gran estatua del "Toro Farnesere", famosa y majestuosa escultura de mármol que hoy alberga el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles (sur).

Y también podrá adentrarse por los varios kilómetros de galerías y recovecos que recorrían el suelo de las termas para calentar sus ambientes.

Con una perspectiva que cubre todo el espacio visual, las gafas logran envolver entre las cristalinas aguas de la piscina al visitante, antes de despedirle de un complejo arquitectónico que incluía entre sus espacios sauna, sala de masajes y espacios destinados a los baños calientes.

Más allá de centro para el cuidado del cuerpo, estas termas imperiales fueron también lugar de estudio y reunión, siguiendo aquel precepto clásico de la "mens sana in corpore sano" (mente sana en un cuerpo sano).

De ahí que a través del visor, las ruinas den paso a las dos bibliotecas que el lugar atesoraba en su interior, una griega y otra latina.

En la presentación de este recorrido virtual, el superintendente del área arqueológica de Roma, Francesco Prosperetti, destacó que el proyecto permite una confrontación continua entre la realidad física y la realidad virtual.

Un instrumento que a su juicio "enriquece la visita" y demuestra "la grandeza arquitectónica" de un lugar que, con el paso de los siglos, fue saqueado y algunas de sus partes acabaron en otros edificios de la capital del Tíber, como las columnas de sus bibliotecas, ahora en la basílica de Santa María de Trastevere.

En definitiva las gafas "ofrecen la impresión de estar dentro" de este lugar, a pocos pasos del Circo Máximo o del Coliseo y del que quedan solo ruinosos vestigios.

Prosperetti subrayó la facilidad de uso de la herramienta tecnológica, de la que valoró su aplicación "en términos de comprensión del mundo antiguo".

La iniciativa, denominada "Caracalla IV Dimensione" ("Caracalla 4ª Dimensión), es fruto de una meticulosa investigación arqueológica por parte de la asociación Coopculture, promotora del proyecto, en colaboración con la Superintendencia de Roma y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Por Mónica Bilbao

Primeros Cristianos en otros idiomas
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