¿Por qué ir a misa?

¿No está Dios en todas partes? ¿Qué sentido tienen la misa y los sacramentos? En uno de sus textos escrito en vísperas del Concilio Vaticano II, y que ahora se publica revisado, Joseph Ratzinger profundiza y esclarece estas y otras cuestiones de modo instructivo (cf. Obras completas, VII/1, Sobre la enseñanza del Concilio Vaticano II, pp. 3-13).

 

Durante los últimos siglos, en las iglesias católicas el altar se situaba al fondo del templo, como presidiendo la sala donde está el trono de Dios. Como consecuencia de que los protestantes lo negaran, se acentuaba la presencia real de Jesús en la sagrada hostia.

No existía, hasta san Pío X, la posibilidad de la comunión frecuente y se tenía la idea de que cada vez que se recibía la comunión había que confesarse (hoy hemos pasado al polo opuesto: acudir con demasiada ligereza a la comunión, quizá sin examinar nuestra conciencia por si encontramos algún pecado grave del que es necesario confesarse).

 

Qué es la Eucaristía

1. Para comprender qué es la Eucaristía, señala el ahora Papa emérito que, siendo importante la presencia real de Dios en la sagrada hostia y la adoración, sin embargo, lo que Jesús deseaba primero es ser recibido por nosotros en la comunión. Él quiere ser para nosotros sobre todo un alimento.

“El pan santo no es en primer término para contemplar, sino para comer. Es decir: Él se quedó allí no solo para ser adorado, sino sobre todo para ser recibido”.

Y añade, más que los sagrarios de piedra a Cristo le importaban los sagrarios vivos que hemos de ser los cristianos, que Dios necesita en medio del mundo, para que le llevemos con valentía su Espíritu de verdad y de justicia. Por eso el altar –donde se actualiza el sacrificio de la cruz y Cristo se nos ofrece como alimento– tiene preeminencia respecto del sagrario, que es consecuencia de la misa.

San Agustín interpretó que la comunión eucarística no es un alimento que se convierte en nosotros sino al revés. Es alimento que nos transforma en el cuerpo de Cristo.En consecuencia:

“El sentido primario de la comunión no es el encuentro del individuo con su Dios –para lo cual habría también otras vías–, sino que su sentido es, justamente, la fusión de los individuos entre sí a través de Cristo. La comunión es, según su esencia, el sacramento de la fraternidad cristiana”. De ahí que comulgar nos exige vivir la fraternidad y la caridad.

Consecuencias para la piedad eucarística

2. ¿Qué consecuencias tiene esto para la piedad eucarística? La facilidad que hoy tenemos para comulgar con frecuencia debe llevarnos a una piedad eucarística en relación con lo que realmente es la Eucaristía: la unión con Cristo y, en Él, con todos nuestros hermanos. De ahí deduce Ratzinger algunos puntos concretos:

a) El sentido de la misa es en primer lugar el encuentro personal con el tú de Dios(Padre); pero también el encuentro con la comunidad de los cristianos con los que podemos rezar “Padre nuestro” porque somos hermanos de Cristo y como consecuencia entre nosotros.

b) Por eso no hay misas “privadas” en sentido estricto, pues en toda misa celebra la Iglesia entera, también la que está en el cielo y en el purgatorio.

c) También por eso la comunión es más que un encuentro “privado” con Dios: es la unión común con Cristo y con nuestros hermanos. Por ese motivo la comunión (excepto para los enfermos ausentes, a los que se les puede llevar la comunión) tiene pleno sentido dentro de la misa, que es celebración de la comunidad cristiana.

d) “La comunión no es un premio para los especialmente virtuosos (¿cómo podría recibírsela, sin ser un fariseo?), sino el pan de los peregrinos”. Esto nos evoca la insistencia del papa Francisco actualmente: “La Eucaristía no es un premio para los perfectos, sino un generoso remedio y un alimento para los débiles” (Evangelii gaudium, n. 47). Lo cual no quita que haya que confesarse ante la conciencia de pecado grave, pero no es necesario hacerlo en los demás casos: pecado venial, negligencias, faltas, etc.

La Eucaristía, afirma Ratzinger, es nuestro sí a la Iglesia como cuerpo de Cristo, que nos permite salir de lo meramente terreno para unirnos a lo divino y eterno. De ahí que, en último término ser cristiano es poder comulgar. Por eso lo normalsería que comulgásemos al menos los domingos, y eso nos daría una luz para nuestra vida cotidiana.

La necesidad de los sacramentos

3. Finalmente, de aquí surge una mejor comprensión sobre el sentido de los sacramentos en general. Dice Ratzinger que el hombre de hoy “a menudo no comprende bien por qué tiene que acudir a misa en la iglesia”. Si no quiere ser arreligioso, cree que tiene relación con Dios y no necesita para la nada de los sacramentos y de la Iglesia. ¿Acaso no está Dios en todas partes? ¿No será mejor encontrar al Creador en su naturaleza –en la magnífica catedral del bosque con su regia libertad– que en el aburrido recinto de la Iglesia, en la multitud cansada y sentimental que va a la iglesia?

He aquí la respuesta lúcida de Joseph Ratzinger: “”Realmente, quien solo vea en la eucaristía la presencia de Dios no podrá dar una verdadera respuesta a esas preguntas. (…) En la eucaristía no está presente solamente Dios, sino el hombre Jesucristo, es decir, el Dios que se hizo hermano nuestro, de los hombres. Y, por eso, la eucaristía como conjunto no sirve solamente para un encuentro con Dios, sino para la unión de los hombres desde Dios en la fe única y en la comunidad única del cuerpo de Cristo”.

De ahí deduce que los sacramentos tienen tres dimensiones:

Primero, son garantía de la auténtica respuesta de Dios a la religión; pues ésta no es un soliloquio del hombre con Dios sino el encuentro con Dios que enCristo ha entrado en nuestra historia, haciéndose hermano nuestro. Con ello, “la religión adquiere su seriedad vinculante, su dignidad y grandeza, sin las cuales seguiría siendo un entusiasmo sin compromiso”.

Segundo, los sacramentos son garantía de que la religión responde a la dimensión corporal del hombre. Una religión del sentimiento privado, puramente espiritual, no responde a la vida del ser humano. En los sacramentos se recurre a los elementos de la tierra, pan y vino, fruto de la tierra y del trabajo humanos, que son elevados de modo que nos hacen vislumbrar un mundo nuevo y vivir participando de la vida divina.

Tercero, los sacramentos son remedio contra el individualismo, porque nos reúnen en la comunidad que da gloria a Dios, y que se abre a la paz del reino eterno. “Este es realmente –sostiene Ratzinger– el sentido más profundo de la eucaristía: que la humanidad dispersa y herida sea reunida en la unidad del único Señor Jesucristo, el único que es su vida verdadera”.

En definitiva, podríamos concluir nosotros: ¿por qué y para qué ir a la iglesia, ir a la misa del domingo? Pues porque allí nos encontramos no solamente con Dios en un sentido genérico, sino concretamente con Jesús, nuestro salvador y redentor, que nos une a los cristianos en su familia, para hacernos capaces de ser mejores, de ser más felices, de llevar la vida verdadera a nuestras familias, a nuestros amigos, al mundo: la vida que procede del Dios uno y trino que en Cristo se nos da.

Iglesia y Nueva Evangelización

En Maaloula el lenguaje de Cristo está en peligro

El neo-arameo occidental, hablado en algunas aldeas de Siria, es considerado el lenguaje más cercano al que Jesús usó hace dos mil años. Ese antiguo lenguaje, que nos ha llegado, ahora corre el riesgo de perderse. Por muchas razones ...

"El arameo está en peligro", dice a la Agencia Francia Presse, George Zaarour, uno de los últimos expertos en siria del lenguaje que alguna vez usó también Cristo, así como muchos otros judíos en el momento del Segundo Templo ( 539 aC - 70 dC). El hebreo en ese momento estaba mayormente reservado para la liturgia, o la prerrogativa de la élite y el mundo académico.

En Maaloula el lenguaje de Cristo está en peligro.

Una vista panorámica del pueblo sirio de Maaloula, un cofre del tesoro arameo. (foto Shutterstock.com)

 

Se cree ampliamente que el idioma de Jesús se sigue hablando hoy, en forma tardía y local, en Siria. Indicado como neo-arameo occidental, el idioma está más que nunca amenazado de extinción. "Si esto continúa, el idioma desaparecerá dentro de cinco o diez años", advierte Zaarour, quien vive en Maaloula, a unos sesenta kilómetros al norte de la capital siria.

En esta aldea predominantemente cristiana en la región de Damasco, los pronósticos son sombríos. En la actualidad, "el 80 por ciento de los habitantes de Maaloula no hablan arameo y el 20 por ciento restante tiene más de 60", lamentó George Zaarour, un joven de sesenta años, autor de unos treinta libros y supervisor de varias tesis doctorales sobre este tema. Lengua semítica antigua.

La guerra civil y el exilio, desde 2011, se han justificado para transmitir el lenguaje a las generaciones más jóvenes. Todos los más de 6,000 habitantes que vivían en Maaloula, según informa la agencia France Presse Agency, se fueron durante el conflicto y solo 2,000 regresaron. Los otros encontraron refugio en Damasco o sus alrededores, o huyeron al extranjero. Una primera consecuencia directa es que "las generaciones de estos años de guerra nacieron fuera de Maaloula, en Damasco o en otras regiones, donde aprendieron árabe", observa Zaarour.

 

 

No hay reemplazos

En el único jardín de infantes de la aldea, la cantidad de niños pasó de 100 en 2010 a menos de 30 en 2019. Para garantizar la supervivencia del idioma, ahora los niños asisten a una lección de arameo por día, pero los maestros son cada vez más escasos . A la edad de 64 años, la profesora de la aldea, Antoinette Mokh, explica: "No puedo renunciar a mi trabajo y retirarme porque no habrá reemplazo".

El alcalde de la aldea de 80 años de edad se conmueve: "Durante más de 2,000 años, hemos llevado el lenguaje de Jesucristo a nuestros corazones. Fuimos los últimos en la Tierra en dominarlo. Hay profesores jóvenes que intentan aprender el idioma, pero el Sr. Zaarour sigue siendo el único que tiene un conocimiento profundo de ello ». En 2006, el académico contribuyó a crear un centro para la enseñanza de arameo en Maaloula. Luego vino la guerra y las puertas del centro quedaron cerradas.

 

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El fin del aislamiento

Hoy, Maaloula comparte su frágil patrimonio lingüístico con otras dos aldeas cercanas: Bakhah y Jubb'adin, en las laderas de las montañas Qalamoun en el oeste de Siria, cerca de la frontera con el Líbano.

Hasta ahora es gracias a su posición geográfica que estas aldeas, aisladas de las grandes ciudades, han podido preservar el idioma arameo occidental. Además de las guerras y la emigración, el desarrollo de nuevos caminos y medios de transporte, televisión, teléfonos móviles y, a veces, cuestiones políticas, ha favorecido (y aún más hoy) el surgimiento de los árabes, contribuyendo al debilitamiento del neo-arameo occidental.

 

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No son solo las palabras las que vuelan con este lenguaje camito-semítico, el término se refiere a Cam y Sem, hijos de Noah, sino también a toda una cultura, una memoria, una forma de pensar, cuyas huellas están más escritas. La expansión del arameo, cuyo nombre deriva de Aram, el quinto hijo de Sem (ver Génesis cap. 10, v. 22), que dará su nombre al territorio central de la actual Siria, se aceleró cuando se convirtió en el idioma oficial de Imperios asirios, babilonios y persas. Incluso las grandes deportaciones de los arameos bajo los imperios neosasio y neobabilónico (el ejemplo más famoso del exilio de los judíos en Babilonia) han contribuido en gran medida a la difusión de la lengua.

Hoy en día hay tres grupos lingüísticos arameos que aún se hablan: el neo-arameo occidental de Maaloula; el neo-arameo oriental (asirio), una lengua viva en el norte de Irak y utilizada hoy por las comunidades étnicas y cristianas asirias-caldeas-sirias de Irak, Irán, Siria y el sureste de Turquía; por último, el neo-arameo central, generalizado en Turquía, en el noreste de Siria y en la diáspora.

 

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terrasanta.net

San Máximo de Turín explicado por Benedicto XVI

"LA FE NO ALEJA DE LAS CUESTIONES TEMPORALES"

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 31 octubre 2007 (VIS).

Máximo fue obispo de Turín (Italia) desde 398, cuando la ciudad, amenazada por grupos dispersos de bárbaros que llegaban hasta los Alpes occidentales, estaba protegida por guarniciones militares y era el refugio de las poblaciones que huían de las zonas rurales.

Frente a este estado de cosas las intervenciones de Máximo, autor de unos noventa sermones, dijo el Papa, "atestiguan su empeño para reaccionar al deterioro de la convivencia y a la disgregación".

El obispo apostrofa además a sus fieles cuando utilizan los infortunios de los demás en beneficio propio, predicando "una relación profunda entre los deberes del cristiano y los del ciudadano y, "junto al amor tradicional por la ciudad patria proclama también el deber preciso de hacer frente a las obligaciones fiscales".

El análisis histórico y literario de la figura de Máximo de Turín, explicó Benedicto XVI, "demuestra una toma de conciencia cada vez más creciente de la responsabilidad política de la autoridad eclesial, en un contexto donde ésta sustituía cada vez más a la civil".

"Es evidente que el contexto histórico, cultural y social es profundamente diverso en nuestra época -observó el Papa-. En cualquier caso, (...) son siempre válidos los deberes del creyente con su ciudad y su patria. El lazo de las obligaciones del "ciudadano honrado" con el de "buen cristiano" sigue vigente".

El Santo Padre citó la constitución pastoral del Concilio Vaticano II "Gaudium et spes", cuyo objetivo era "iluminar uno de los aspectos más importantes de la unidad de vida del cristiano: la coherencia entre fe y vida, entre Evangelio y cultura".

El Concilio Vaticano II, concluyó, "exhorta a los fieles a cumplir con fidelidad sus deberes temporales, guiados siempre por el espíritu evangélico.

Se equivocan aquellos que, sabiendo que no tenemos aquí ciudad permanente, pues buscamos la futura, consideran que pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuenta que la propia fe es un motivo que les obliga al más perfecto cumplimiento de todas ellas según la vocación personal de cada uno".

 

¿Por qué ir a misa?

¿No está Dios en todas partes? ¿Qué sentido tienen la misa y los sacramentos? En uno de sus textos escrito en vísperas del Concilio Vaticano II, y que ahora se publica revisado, Joseph Ratzinger profundiza y esclarece estas y otras cuestiones de modo instructivo (cf. Obras completas, VII/1, Sobre la enseñanza del Concilio Vaticano II, pp. 3-13).

Durante los últimos siglos, en las iglesias católicas el altar se situaba al fondo del templo, como presidiendo la sala donde está el trono de Dios. Como consecuencia de que los protestantes lo negaran, se acentuaba la presencia real de Jesús en la sagrada hostia. No existía, hasta san Pío X, la posibilidad de la comunión frecuente y se tenía la idea de que cada vez que se recibía la comunión había que confesarse (hoy hemos pasado al polo opuesto: acudir con demasiada ligereza a la comunión, quizá sin examinar nuestra conciencia por si encontramos algún pecado grave del que es necesario confesarse).

Qué es la Eucaristía

1. Para comprender qué es la Eucaristía, señala el ahora Papa emérito que, siendo importante la presencia real de Dios en la sagrada hostia y la adoración, sin embargo, lo que Jesús deseaba primero es ser recibido por nosotros en la comunión. Él quiere ser para nosotros sobre todo un alimento. “El pan santo no es en primer término para contemplar, sino para comer. Es decir: Él se quedó allí no solo para ser adorado, sino sobre todo para ser recibido”. Y añade, más que los sagrarios de piedra a Cristo le importaban los sagrarios vivos que hemos de ser los cristianos, que Dios necesita en medio del mundo, para que le llevemos con valentía su Espíritu de verdad y de justicia. Por eso el altar –donde se actualiza el sacrificio de la cruz y Cristo se nos ofrece como alimento– tiene preeminencia respecto del sagrario, que es consecuencia de la misa.

San Agustín interpretó que la comunión eucarística no es un alimento que se convierte en nosotros sino al revés. Es alimento que nos transforma en el cuerpo de Cristo.En consecuencia: “El sentido primario de la comunión no es el encuentro del individuo con su Dios –para lo cual habría también otras vías–, sino que su sentido es, justamente, la fusión de los individuos entre sí a través de Cristo. La comunión es, según su esencia, el sacramento de la fraternidad cristiana”. De ahí que comulgar nos exige vivir la fraternidad y la caridad.

Consecuencias para la piedad eucarística

2. ¿Qué consecuencias tiene esto para la piedad eucarística? La facilidad que hoy tenemos para comulgar con frecuencia debe llevarnos a una piedad eucarística en relación con lo que realmente es la Eucaristía: la unión con Cristo y, en Él, con todos nuestros hermanos. De ahí deduce Ratzinger algunos puntos concretos:

a) El sentido de la misa es en primer lugar el encuentro personal con el tú de Dios(Padre); pero también el encuentro con la comunidad de los cristianos con los que podemos rezar “Padre nuestro” porque somos hermanos de Cristo y como consecuencia entre nosotros.

b) Por eso no hay misas “privadas” en sentido estricto, pues en toda misa celebra la Iglesia entera, también la que está en el cielo y en el purgatorio.

c) También por eso la comunión es más que un encuentro “privado” con Dios: es la unión común con Cristo y con nuestros hermanos. Por ese motivo la comunión (excepto para los enfermos ausentes, a los que se les puede llevar la comunión) tiene pleno sentido dentro de la misa, que es celebración de la comunidad cristiana.

d) “La comunión no es un premio para los especialmente virtuosos (¿cómo podría recibírsela, sin ser un fariseo?), sino el pan de los peregrinos”. Esto nos evoca la insistencia del papa Francisco actualmente: “La Eucaristía no es un premio para los perfectos, sino un generoso remedio y un alimento para los débiles” (Evangelii gaudium, n. 47). Lo cual no quita que haya que confesarse ante la conciencia de pecado grave, pero no es necesario hacerlo en los demás casos: pecado venial, negligencias, faltas, etc.

La Eucaristía, afirma Ratzinger, es nuestro sí a la Iglesia como cuerpo de Cristo, que nos permite salir de lo meramente terreno para unirnos a lo divino y eterno. De ahí que, en último término ser cristiano es poder comulgar. Por eso lo normalsería que comulgásemos al menos los domingos, y eso nos daría una luz para nuestra vida cotidiana.

La necesidad de los sacramentos

3. Finalmente, de aquí surge una mejor comprensión sobre el sentido de los sacramentos en general. Dice Ratzinger que el hombre de hoy “a menudo no comprende bien por qué tiene que acudir a misa en la iglesia”. Si no quiere ser arreligioso, cree que tiene relación con Dios y no necesita para la nada de los sacramentos y de la Iglesia. ¿Acaso no está Dios en todas partes? ¿No será mejor encontrar al Creador en su naturaleza –en la magnífica catedral del bosque con su regia libertad– que en el aburrido recinto de la Iglesia, en la multitud cansada y sentimental que va a la iglesia?

He aquí la respuesta lúcida de Joseph Ratzinger: “”Realmente, quien solo vea en la eucaristía la presencia de Dios no podrá dar una verdadera respuesta a esas preguntas. (…) En la eucaristía no está presente solamente Dios, sino el hombre Jesucristo, es decir, el Dios que se hizo hermano nuestro, de los hombres. Y, por eso, la eucaristía como conjunto no sirve solamente para un encuentro con Dios, sino para la unión de los hombres desde Dios en la fe única y en la comunidad única del cuerpo de Cristo”.

De ahí deduce que los sacramentos tienen tres dimensiones:

Primero, son garantía de la auténtica respuesta de Dios a la religión; pues ésta no es un soliloquio del hombre con Dios sino el encuentro con Dios que enCristo ha entrado en nuestra historia, haciéndose hermano nuestro. Con ello, “la religión adquiere su seriedad vinculante, su dignidad y grandeza, sin las cuales seguiría siendo un entusiasmo sin compromiso”.

Segundo, los sacramentos son garantía de que la religión responde a la dimensión corporal del hombre. Una religión del sentimiento privado, puramente espiritual, no responde a la vida del ser humano. En los sacramentos se recurre a los elementos de la tierra, pan y vino, fruto de la tierra y del trabajo humanos, que son elevados de modo que nos hacen vislumbrar un mundo nuevo y vivir participando de la vida divina.

Tercero, los sacramentos son remedio contra el individualismo, porque nos reúnen en la comunidad que da gloria a Dios, y que se abre a la paz del reino eterno. “Este es realmente –sostiene Ratzinger– el sentido más profundo de la eucaristía: que la humanidad dispersa y herida sea reunida en la unidad del único Señor Jesucristo, el único que es su vida verdadera”.

En definitiva, podríamos concluir nosotros: ¿por qué y para qué ir a la iglesia, ir a la misa del domingo? Pues porque allí nos encontramos no solamente con Dios en un sentido genérico, sino concretamente con Jesús, nuestro salvador y redentor, que nos une a los cristianos en su familia, para hacernos capaces de ser mejores, de ser más felices, de llevar la vida verdadera a nuestras familias, a nuestros amigos, al mundo: la vida que procede del Dios uno y trino que en Cristo se nos da.

Iglesia y Nueva Evangelización

Abre un nuevo centro de visitantes en Cesarea Maritima, antigua ciudad gobernada por Herodes

El pasado 1 de junio se inauguró un nuevo espacio en Cesarea Maritima (Israel) para presentar a los visitantes la historia de lo que fue la capital de Judea y la figura del rey Herodes el Grande, quien la quería espléndida.

"Hace dos mil años, el Rey Herodes (el Grande) estuvo aquí y vio crecer la ciudad de Cesarea ante sus ojos", dijo el presidente israelí con un hilo de lirismo la noche del 29 de mayo. Reuven Rivlin inauguró oficialmente el nuevo centro turístico del Parque Nacional Cesarea Maritima, el sitio costero a medio camino entre Tel Aviv y Haifa, que en los últimos cinco años ha sido objeto de extensos trabajos de conservación y restauración.

La inauguración tuvo lugar en presencia de la baronesa Ariane de Rothschild, quien representó a la Fundación Edmond de Rothschild. El nuevo centro, que costó 80 millones de shekels (casi 20 millones de euros), se construyó, afirma The Times of Israel , con fondos para una donación de 150 millones de shekels(37 millones de euros) otorgados por la fundación filantrópica en el marco de colaboración con la Autoridad Israelí para las Antigüedades, la Autoridad Israelí para Parques y Naturaleza y la Sociedad de Desarrollo de Cesarea.

 

 

 

El proyecto general incluyó la restauración de una antigua sinagoga y un acueducto, así como la construcción de un paseo en las murallas construidas por los cruzados.

Después de cinco años de trabajos de excavación y restauración, el centro se abrió al público el pasado 1 de junio. Se levanta sobre las ruinas reconstruidas de cuatro cuartos abovedados (de un complejo que incluía 14) de 7.5 metros de alto por 5 metros de ancho y una profundidad de 21. Los cuartos abovedados se usaron originalmente como almacenes de bienes o viviendas para Marineros en el muelle del puerto que data del siglo I aC.

Para no distorsionar la arquitectura antigua, "los arqueólogos y curadores han tenido que encontrar un delicado equilibrio en la reconstrucción del sitio, para ofrecer a los visitantes una verdadera muestra de la grandeza del lugar", escribe The Times of Israel . Durante el trabajo, los arqueólogos descubrieron que las bóvedas ya se habían derrumbado en el pasado, para ser reconstruidas en la era bizantina.

 

 

Cara a cara con Herodes

La idea del centro de visitantes es centrarse en la historia de la construcción monumental de Cesarea bajo Herodes el Grande y arrojar luz sobre la vida de este monarca que gobernó Judea del año 37 al 4 aC y que es famoso por sus grandes edificios (el segundo Templo de Jerusalén y fortalezas como Herodion, Masada y Machaerus). Ahora, los visitantes de Cesarea podrán conocer personalmente a su audaz, compleja y contradictoria figura, presentada de una manera sin precedentes.

Todo esto gracias a la creación de Breeze Creative , una agencia estadounidense especializada en el diseño y construcción de museos y centros de visitantes. En el corazón de la exposición se encuentra una película de 10 minutos sobre la figura del rey Herodes (su visión, sus intrigas, sus pasiones, su crueldad). Un camino multimedia conduce de una habitación a otra, explicando e ilustrando la historia de la ciudad mediterránea y su actividad portuaria. En ambos lados, los arqueólogos exponen numerosos artefactos en el sitio.

 

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Durante el trabajo de excavación, reaparecieron tres tesoros: un piso de mosaico romano que data del siglo II o III (período romano); un mosaico del siglo quinto (período bizantino) con una inscripción griega: "El que sabe todo es Oseas y es bendecido"; una horda de monedas de oro de finales del siglo XI y un arete de 900 años de antigüedad, refiriéndose a la conquista de la ciudad por los cruzados en 1101.

Cesarea fue construida en un puerto conocido como la Torre de Straton en el período persa (entre 586 aC y 332 aC). El primer emperador romano Octavio Augusto, el hijo adoptivo de Julio César, donó el pueblo de la Torre de Stratón a Herodes en 29 a. C. como recompensa por haber tomado partido con él después de la batalla naval de Actium (en la costa oeste de Grecia). La ciudad recibió un nuevo nombre en honor al emperador.

 

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Capital de Cesarea

"Es allí, informa el historiador judío Flavio Josefo, que se construyó una ciudad con un plan y una elegancia notables. Los palacios no solo fueron suntuosamente construidos en mármol blanco, sino que las casas privadas también fueron muy buscadas "( Antigüedades judías , XV, 13). Un enorme mercado, un hipódromo, un anfiteatro y un teatro vinieron para agregar esplendor a Cesarea, que se abasteció con agua traída aquí desde las laderas del sur del Monte Carmelo con un acueducto. En la cima de su desarrollo, la ciudad pudo albergar hasta 100 mil habitantes.

Herodes, consciente del desarrollo del comercio entre Roma y el Este, y de la fragilidad de los dos pequeños puertos de Jaffa y Dor, quería convertir su ciudad en una encrucijada comercial. Cesarea, la nueva capital de Judá, se convirtió en el primer puerto marítimo artificial en el Medio Oriente y fue uno de los proyectos de ingeniería civil más grandes de la época.

 

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Vista aerea de Cesarea Marítima

 

Herodes hundió cajones prefabricados, que se llenaron con arena de las olas y se fijaron como cemento debajo del agua para sostener el muelle. "La extensión de este muelle fue de 200 pies. Un lado se usó para romper la violencia de las olas: el otro lado llevaba un bastión adornado con torres ", escribió Flavio Giuseppe ( Antigüedades judías , XV, 13).

En el centro de la ciudad, Herodes construyó un templo en honor de Augusto. El edificio, imponente con sus columnas de al menos 27 metros de altura, descansaba sobre las famosas habitaciones abovedadas, cuatro de las cuales ahora se utilizan para el nuevo centro de visitantes. "En una colina frente a la entrada del puerto estaba el templo de César, testifica Flavio Giuseppe en su Guerra judía , de extraordinaria belleza y grandeza. Contenía una colosal estatua de Augusto, no menos magnífica que la estatua de Zeus en Olimpia, de la que era una copia. También había una estatua de Roma, que coincidía con la belleza de la Era de Argos "( Guerra Judía , I, 414).

 

Un recuerdo de Poncio Pilato.

Las primeras excavaciones de las ruinas comenzaron en 1873, con el Fondo de Exploración Palestino . En 1961, entre los niveles del teatro, fue encontrado por arqueólogos italianos (encabezados por Antonio Frova) una placa con una inscripción latina que menciona al prefecto de Judea, Poncio Pilato, precisamente el que jugó un papel importante en la sentencia de muerte y la crucifixión de Jesús, según los relatos del evangelio. La lápida, ahora conservada en el Museo de Israel en Jerusalén, es la primera confirmación arqueológica de la existencia histórica del gobernador romano.

 

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Hoy en día, Cesarea, que abarca más de 120 hectáreas e incluye una playa, es el parque nacional más popular de Israel: en 2018 los visitantes fueron 1,006,115, atraídos no solo por los restos herodianos o anteriores, sino también por las ruinas romanas, bizantinos y de las Cruzadas. Citado por The Times of Israel , Michael Karsenti, director general de Caesarea Development Society, dijo que el sitio espera duplicar visitantes en los próximos seis años, para alcanzar la cifra de dos millones para 2025.

 

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Los arqueólogos están excavando cuatro habitaciones más a la vez, pero aún no se ha decidido cuál será su uso futuro.

 

Fuente: Terra Santa

Arqueólogos descubren ruinas de iglesia cristiana primitiva en Egipto

El descubrimiento fue realizado por investigadores polacos en excavaciones cerca de la ciudad de Alejandría.

EGIPTO. – Arqueólogos polacos descubrieron una iglesia del IV siglo en Egipto, que de acuerdo con ellos, puede ser una de las iglesias cristianas más antiguas del país. Las ruinas de la iglesia fueron descubiertas en el antiguo puerto de Marea, cerca de la ciudad Alejandría.

Marea era una bulliciosa ciudad portuaria en el Lago Maeortis, ahora conocida com Mariout y “sirvió como el puerto de Alejandría para barcos que navegaban en el Nilo".

Era una comunidad urbana muy rica, de acuerdo con las fuentes sobrevivientes, de período helenístico hasta la era bizantina. La ciudad entró en decadencia después de la conquista árabe de Egipto y fue gravemente dañada por un terremoto y más tarde fue abandonada.

Un equipo del Centro de Arqueología Mediterránea de la Universidad de Varsovia, viene realizando investigaciones en el lugar desde el 2000, incluyendo trabajos de excavación y conservación.

Los expertos continúan investigando el sitio arqueológico para obtener más información sobre la naturaleza de las primeras iglesias y esto puede traer conocimiento sobre la comunidad cristiana primitiva en Egipto.

Cristianismo en Egipto

Los descubrimientos más interesantes del equipo en Marea hasta ahora incluyen una basílica, una capilla funeraria y las mayores colecciones de fragmentos cerámicos (“ostracas" para los arqueólogos) descubiertas en Egipto.

En la basílica que funcionó del siglo 5 al siglo 8, los arqueólogos descubrieron remanentes muy antiguos.

“Al final de la última temporada de la investigación, debajo del piso de la basílica, encontramos los restos de una pared, que revelaron ser las paredes externas de una iglesia aún más antigua”, dijo el Dr. Krzysztof Babraj, del Museo de Arqueología de Cracovia, quien lideró la investigación sobre la basílica.

“Este es uno de los más antiguos templos cristianos descubiertos en Egipto hasta ahora”, agregó.

Terremoto

La iglesia más vieja está debajo de la basílica, que fue destruida por un terremoto que devastó Marea en el octavo siglo después de Cristo. La forma de sus paredes de cal, junto con fragmentos de cerámica y vidrio encontrados dentro de las ruinas, indican que la iglesia se remonta a mediados del siglo IV.

Las ruinas miden 24 por 15 metros, la iglesia fue decorada con azulejos policromos, de los cuales pocos quedaron. Los arqueólogos están recogiendo lo que queda de ellos, esparcidos en miles de fragmentos. Todas las tejas fueron destruidas durante el terremoto y están en fragmentos.

La iglesia más antigua tenía paredes de piedra caliza que estaban llenas de detritos y piedras. El equipo logró datar el edificio debido a los fragmentos de cerámica u ostraca encontrados en las ruinas.

Los muros exteriores de la iglesia fueron identificados y fueron construidos en forma de una cruz, típica de las casas de culto cristianas, desde los tiempos antiguos hasta hoy. Cuando la Iglesia más grande fue destruida, el lugar de culto más antiguo fue completamente enterrado por albañiles y pilares, quedando perdida en la historia hasta ser revelada ahora por el equipo de investigación.

“Nuestro descubrimiento también es importante porque básicamente no conocemos ningún remanente de iglesias de la metrópolis vecina de Alejandría. Ahora sabemos cómo pueden parecer, y es por eso que es tan importante continuar nuestra investigación que acabamos de empezar en la vieja iglesia”, dijo Babraj, explicando el significado del descubrimiento.

La más antigua iglesia cristiana en Egipto que todavía está en uso, es la famosa Iglesia Colgante en El Cairo, que data de los años 690 d.C.

 

Noticia Cristiana

A 50 metros de la casa donde vive Pringantha Jayakody, un terrorista suicida asesinó a 150 personas.

Entre los asistentes a la Misa de Pascua en la parroquia de Saint Sebastian de Negombo, en Sri Lanka, donde ocurrió la masacre estaban su mujer y su hijo.

 

PRINGANTHA JAYAKODY
Marido de una víctima
“Mi vecino me dijo que había visto a mi hijo andando. Estaba sangrando, con sangre en toda su ropa. Pero estaba andando. Así que dije ‘Gracias a Dios’, porque pensé que eso significaba que estaban vivos. Y pensé que mi mujer también estaba a salvo. Tal vez herida o algo así. Estuve esperando y esperando...”

Las heridas del hijo fueron leves, aunque le han dejado marcado. En cuanto a su mujer, al principió creyó que podría estar entre los cientos de heridos, dispersos por los hospitales. Tardó días en aceptar su muerte, semanas en contener las lágrimas y solo mes después pudo contar su experiencia y perdonar a los asesinos por una razón.

PRINGANTHA JAYAKODY
Marido de una víctima
“Pese a todo, sigo diciendo que estamos orgullosos de ser católicos. Sin dudarlo. En mi situación, aún puedo decir que estoy orgulloso de ser católico.... Las víctimas dedicaron sus vidas, incluida mi mujer, dedicaron sus vidas a Dios, a nada más”.

El padre Shamir era uno de los concelebrantes el día de la matanza. Estaba exactamente aquí, junto al altar cuando le sorprendieron la explosión y los gritos de dolor de las víctimas.

P. SHAMIR
Parroquia de San Sebastián, Negombo (Sri Lanka)
“Ha sido una experiencia terrible, muy triste. Para nuestro fieles, después de este ataque, la fe de la gente no ha disminuído, sino que ha salido fortalecida. Ahora vemos a la gente acudiendo a grandes encuentros, a los servicios religiosos, la Santa Misa, para recibir la Comunión. Y pienso que se ha producido un aumento del número de los fieles que vienen y participan en los servicios religiosos.”.

Las bombas de los terroristas han destrozado vidas y edificios, pero no han logrado reducir la fe.

Así lo ha comprobado el equipo internacional de Ayuda a la Iglesia que Sufre que ha visitado Sri Lanka para llevarles el apoyo y la solidaridad de toda la Iglesia. Según la fundación la ayuda inmediata ha sido rápida pero ahora es urgente reforzar la comunidad cristiana con proyectos de largo plazo para que logre recuperarse de este duro golpe.

RomeReports

SANTOS GERVASIO Y PROTASIO
Mártires + Milán, hacia 30

19 de Junio

Es muy probable, entonces, que sufrieran el martirio en tiempos del emperador Diocleciano (304).

"También fue entonces cuando, en una visión, le manifestaste, a tu obispo ya citado (Ambrosio), el lugar en que yacían sepultados los cuerpos de los mártires Protasio y Gervasio. Tú los habías mantenido ocultos e incorruptos durante muchos años en el tesoro de tu secreto, para sacarlos a la luz pública en esta oportunidad, y así desbravar la rabia de una mujer que por añadidura era la emperatriz (Justina, partidaria acérrima de los arrianos). Tras su descubrimiento y exhumación, al proceder al solemne traslado, con los debidos honores, a la basílica ambrosiana, no sólo se produjeron curaciones de personas atormentadas por espíritus inmundos y reconocidas por ellos mismos, sino que un ciudadano conocidísimo en la ciudad, que llevaba varios años ciego, al preguntar por las razones del alboroto del pueblo, que exteriorizaba ruidosamente su alegría, y al enterarse del hecho, dio un salto e hizo que el lazarillo le condujera al lugar.

Una vez que llegó, rogó que se le permitiera el acceso para tocar con su pañuelo el féretro de tus santos, cuya muerte es preciosa a tus ojos. Tan pronto como realizó este gesto y aplicó el pañuelo a sus ojos, éstos se abrieron al instante. Al punto se divulgó la noticia, y resonaron tus alaban-zas cálidas y radiantes. Y aunque con este suceso el ánimo de aquella mujer hostil no se orientara a la fe salvadora, por lo menos le sirvió de freno a su manía sectaria. ¡Gracias a ti, Dios mío! Pero ¿de dónde y a dónde has guiado mi recuerdo, para que también te confiese a ti en estos acontecimientos que, aunque importantes, ya los había relegado al olvido y pasado por alto?» Así se expresaba un testigo directo del acontecimiento, San Agustín (-28 de agosto), que entonces se encontraba en Milán, preparándose para el bautismo: 15 años después, recordaba este episodio en las Confesiones (IX, 7, 16).

Recuerdo, que vuelve a reiterar siete años más tarde, al escribir en La Ciudad de Dios (XXII, 8, 2): «Tuvo lugar en Milán, estando yo allí, el milagro de la curación de un ciego, que pudo llegar al conocimiento de muchos por ser la ciudad tan grande, corte del emperador, y por haber tenido como testigo un inmenso gentío que se agolpaba ante los cuerpos de los mártires Gervasio y Protasio. Estaban ocultos estos cuerpos y casi ignorados; fueron descubiertos al serle revelado en sueño al obispo Ambrosio. Allí vio la luz aquel ciego, disipadas las anteriores tinieblas».

Una tercera vez vuelve San Agustín a recordar estos santos mártires, en un sermón pronunciado en su memoria el año 425, en el que habla del valor del martirio: «Celebramos, pues, hermanos, en este día la memoria, viva en este lugar (Argentarium), de los santos mártires milaneses Gervasio y Protasio. No celebramos el día en que aquí tuvo lugar, sino el día en que fue descubierta la muerte, preciosa a los ojos de Dios, de estos santos por obra del hombre de Dios, el obispo Ambrosio. También yo fui testigo entonces de la gloria inmensa de esos mártires. Me hallaba allí, en Milán; vi los milagros hechos, con los que Dios daba testimonio a favor de la muerte de sus santos. Gracias a aquellos milagros, en efecto, su muerte ya no fue sólo preciosa a los ojos del Señor, sino también a los de los hombres. Un ciego conocidísimo en toda la ciudad recobró la vista, corrió, hizo que lo llevasen, y volvió sin que nadie lo guiase. No sé que haya muerto, quizá viva todavía. Ha prometido pasar toda su vida al servicio de la basílica en que yacen los cuerpos de los santos. Yo que disfruté viéndole a él, lo dejé entregado a su servicio» (Sermón 286, 4).

Pero hay otro testimonio, más directo aún, que es el del mismo San Ambrosio (e' 7 de diciembre), quien a raíz del hallazgo el 19 de junio de 386 de sus cuerpos incorruptos escribió a su hermana Marcelina una carta (la 77), en la que le cuenta lo que ha sucedido: «Habiendo hecho la dedicación de la basílica, varios vecinos vinieron a decirme que hiciera esta ceremonia con la misma solemnidad con que se hizo la de los apóstoles en la Puerta Romana. Hablaban de encontrar reliquias de mártires. Al mismo tiempo, sentí dentro de mí un ardor que me pareció que era un feliz presagio. (...) En una palabra, Dios me concedió esta gracia. Porque, estando mis clérigos con temor, mandé cavar en la tierra donde estabanlos sepulcros de los santos Félix y Nabor. Encontré bastantes señales, y habiendo hecho traer los posesos sobre los que debía yo imponer las manos, los santos mártires comenzaron a aparecer de tal manera que, cuando yo guardaba todavía silencio y antes de haber comenzado los exorcismos, se descubrió una urna y se abrió en el lugar sagrado de sus túmulos. Encontramos dos cuerpos humanos de un estatura extraordinaria como eran en los tiempos antiguos. Todos sus huesos estaban enteros. Había mucha sangre. La afluencia del pueblo fue grande durante esos dos días. Abreviando, dispusimos todos los huesos según su orden y los trasladamos, al atardecer, a la basílica de Fausto. Allí se celebraron vigilias durante toda la noche. Impuse las manos sobre los posesos. Al día siguiente, los llevamos (los cuerpos) a la basílica nueva».

Esta basílica recibió, como era costumbre desde antiguo, el nombre del fundador; después, la gloria de los mártires quedó eclipsada por la del gran obispo de Milán, y siguió siendo de San Ambrosio. En la cripta de esta basílica, junto a los mártires Gervasio y Protasio, actualmente se encuentran también los restos de San Ambrosio, expuestos todos ellos a la veneración pública.

Por su parte, Paulino de Nola (-22 de junio) insiste todavía más en la ignorancia en que se estaba sobre la presencia de los cuerpos de los mártires: «Los santos mártires Protasio y Gervasio..., estaban colocados en la basílica en que se encuentran hoy los cuerpos de los santos Nabor y Félix. Éstos atraían gran concurso de fieles; de los mártires Gervasio y Protasio, se ignoraban hasta los nombres, así como la sepultura, y se pisaban sus túmulos para llegar a las barreras que protegían los de los santos mártires Nabor yFélix».

San Ambrosio fue el primero en desarrollar sistemáticamente el culto a las reliquias como medio para derrotar el desafío popular del arrianismo. Él era totalmente sincero en el culto a las reliquias. Creía que éstas eran la contrapartida necesaria para contrarrestar las numerosas cohortes de espíritus perversos que pueblan la tierra, tentando al hombre. Pero Milán era pobre en este sentido: no tenía mártires tutelares importantes, como los tenía Roma (Pedro y Pablo), Constantinopla (Andrés, Lucas o Timoteo) o Jerusalén (Esteban, Juan Bautista y la propia cruz de Cristo). Y providencialmente, aparecieron los cuerpos de los santos Gervasio y Protasio, y San Ambrosio fomentó el éxito popular del hallazgo para combatir a los arrianos. Fueron éstos precisamente quienes se burlaron del hallazgo y lo calificaron de engaño, molestos por la afluencia de gente, pero pronto se sintieron desalentados por el éxito popular ante el hallazgo de Ambrosio, quien así les demostraba «que Dios estaba de su parte».

Por tanto, el culto de los santos Gervasio y Protasio fue honrado de manera bastante poco conforme con las reglas ordinarias. Pero, por medio de San Ambrosio, obispo venerado en toda la cristiandad, se extendió rápidamente, pues él mismo envió reliquias de estos santos a varios obispos amigos suyos, como el de Rouen (Francia) o el de Brescia (Italia). En Roma, se erigió la vigésima quinta y última iglesia dedicada a estos santos mártires, fundada gracias a la generosidad de una dama, Vestina, en el pontificado del papa Inocencio I (401-407). En seguida, su culto se extendió por Francia y por todo el Occidente, entrando también en el elenco de las Letanías de los santos. Ni San Ambrosio ni San Agustín, por honradez, quisieron decir nada de la vida de estos santos, pues nada sabían; más tarde, se les atribuyeron leyendas más o menos edificantes, pero sin valor histórico. También el relato del hallazgo fue embellecido.

Pero ¿y la vida de estos santos mártires? Pues en realidad, de estos santos no sabemos nada. El mismo San Ambrosio reconoce que los ancianos del lugar sólo recordaban haber oído el nombreo haber visto su epitafio. Es muy probable, entonces, que sufrieran el martirio en tiempos del emperador Diocleciano (304). Pero ¿no es suficiente que se hayan ocupado de ellos estos dos extraordinarios Padres de la Iglesia, San Ambrosio y San Agustín?

RAFAEL DEL OLMO VEROS, O.S.A.

 

 

 

Monte de las Bienaventuranzas es el nombre que recibe una colina en el norte de Israel, en el que, según la tradición, Jesús pronunció el Sermón de la Montaña.

El lugar tradicional para el Monte de las Bienaventuranzas está en la orilla noroeste del Mar de Galilea, entre Cafarnaúm y Genesaret (Ginosar). La ubicación exacta del Sermón de la Montaña es incierta, pero el sitio actual (alternativamente conocido como el Monte Eremos) ha conmemorado el hecho desde hace más de 1600 años. El sitio está muy cerca de Tabgha. Otros lugares sugeridos han incluido el cercano Monte Arbel, o incluso los Cuernos de Hattin.

“Al ver Jesús a las multitudes, subió al monte; se sentó y se le acercaron sus discípulos; y abriendo su boca les enseñaba diciendo: Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el Cielo: de la misma manera persiguieron a los profetas que os precedieron” (Mt 5,1-13).
El lugar es de una gran belleza. La iglesia de las bienaventuranzas es, para mi gusto, una de las más bonitas de Tierra Santa, también por cómo el arquitecto supo diseñarla para ese lugar. Diseñada por el italiano Barluzzi en el año 1937. El mismo nos la describe con estas palabras:
-«Sobre las dulces colinas que rodean el lago de Tiberíades, a 150 metros de altura, al Norte, y que recuerdan el sermón de la Montaña… ha surgido en 1938 el santuario de las Bienaventuranzas. Domina el lago desde una altura aproximada de 200 m. La Iglesia es de planta octogonal (porque ocho son las Bienaventuranzas), rematada por una cúpula, y arcos abiertos en torno al altar. Y, desde la galería exterior que la circunda, se puede disfrutar al máximo de la contemplación de tan singular panorama, al tiempo que se escucha el gorjeo de los pájaros, y el alma descansa entre el azul del cielo y el mar, y el colorido de las flores sobre el fondo verde de la colina. Por su forma y colorido, el Santuario de las Bienaventuranzas muestra la joya estética y espiritual que puede producir una sencillez, junto a una elegancia no artificiosa, que envuelve el espíritu en la contemplación de la piedad.»
Por razones estéticas y panorámicas, se eligió la cima para la nueva Iglesia, como lugar donde conmemorar este evento de la vida del Señor. El lugar primigenio se encuentra un poco más abajo, en la ladera, cerca del lago, donde hay unas pocas ruinas, frente a la Iglesia del Primado. La Monja peregrina española Egeria recuerda ese lugar y esta tradición, cuando escribe, en el s. IV:
-«En un monte que está allí cerca hay una cueva, subiendo a la cual pronunció el Señor la bienaventuranzas».
Es un lugar especial para pedir por la salvación de todos los hombres, especialmente de aquellos que están pegados a lo terreno y no han descubierto la vida del espíritu, el amor que Dios ha prometido a los que creen en Él.
http://unsacerdoteentierrasanta.blogspot.com

La Iglesia, "misterio de la luna"

Como la madre y la luna, la Iglesia concibe en virtud de la semilla vital que recibe y da una luz que ella recibe del sol (Cristo) para hacerla suya. 

Los escritores cristianos de los primeros siglos gustaban de comparar a la Iglesia con la luna, porque la luz que tiene no es propia, sino que la recibe del sol[1]. La constitución del Concilio Vaticano II sobre la Iglesia “Lumen gentium” (luz de las gentes) comienza por esas palabras, que no se refieren a la Iglesia sino a Cristo. Él es la luz de los pueblos. Y por eso, el Concilio, expresión de la Iglesia, “reunido en el Espíritu Santo, desea ardientemente iluminar a todos los hombres, anunciando el Evangelio a toda criatura[2] con la claridad de Cristo, que resplandece sobre la faz de la Iglesia”.

Para el papa Francisco, es importante percibir que el centro del cristianismo es Cristo. No somos nosotros y ni siquiera la Iglesia, que de otro modo podría funcionalizarse y convertirse en una ONG. Ella debe ser, según los Padres, como la luna, que transmite una luz que no es propia. No puede ser “autorreferencial” –es decir, hablar solo de sí misma, vivir para sí misma–, sino misionera. De otra manera, insiste el papa, dejaría de ser institución divina para pasar a ser obra de hombres (cf. Discursoen el Encuentro con el Comité del CELAM, Río de Janeiro, 28-VII-2013).

Fe en Dios y en la Iglesia1. Fe en Dios y en la Iglesia. El Concilio Vaticano II explicó que la Iglesia es uno de los "misterios" –verdades o realidades de la fe cristiana que van más allá de nuestra razón– (cf. LG, capítulo 1). Ahora bien, ¿qué decir a una persona que afirma que cree en Dios pero que no cree en la Iglesia? Y por otra parte, ¿qué significa “creer en la Iglesia”?

Cabría comenzar diciendo que las dos cosas no están en el mismo nivel. Primero, la fe en Dios, sobre la base de la razón –que puede llegar a la existencia de un ser infinitamente bueno y justo–, nos lleva a afirmar que Dios existe; a fiarnos totalmente de Él y a buscarle como sentido total de nuestra vida.
Para un cristiano, creer en Dios es inseparable de creer en Jesucristo, que nos manifiesta el amor de Dios; y en el Espíritu Santo, que es el que nos lleva a la fe.

Segundo, cuando un cristiano dice “creo en la Iglesia” quiere decir que cree que existe la Iglesia como obra de Dios, querida y fundada por Cristo, vivificada y asistida por el Espíritu Santo, para ser medio de salvación. Así la “fe” en la Iglesia es inseparable de la fe en Dios. Ciertamente, la Iglesia no es Dios, y no es por sí misma objeto de fe, como, en cambio, sí lo es Dios. Como la luna, la Iglesia da una luz que no es suya, solo la transmite. La fe que anuncia la Iglesia no es la fe “en ella”, sino en Dios.

Así dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “En el Símbolo de los Apóstoles, hacemos profesión de creer que existe una Iglesia Santa, y no de creer en la Iglesia, para no confundir a Dios con sus obras y para atribuir claramente a la bondad de Dios todos los dones que ha puesto en su Iglesia” (n. 750).

Al mismo tiempo, creer en Dios nos lleva a confiar en la Iglesia, sabernos y sentirnos parte de la IglesiaMisterio de comunión con Dios y con los que están unidos con Él. Ella es también, a lo largo de la historia, “sacramento” (signo e instrumento de salvación[3]), en sentido amplio para todos los hombres, familia de Dios y semilla de una nueva y definitiva fraternidad universal.


Fiarse de la Iglesia es fiarse de Cristo

2. Fiarse de la Iglesia es fiarse de Cristo. En la práctica, cuando una persona dice que “cree en Dios” pero “no cree en la Iglesia”, suele significar que no se fía de que la Iglesia tenga que ver con Dios. Y esto puede ser por algo que ha oído o le han contado y no ha verificado suficientemente, por alguna “herida” personal que no ha curado adecuadamente, alguna duda que se ha planteado y no ha sabido resolver, una idea de Dios poco cristiana, algo que ha supuesto para esa persona un escándalo, quizá por la mala conducta de algunos cristianos e incluso pastores de la Iglesia.

Vienen bien aquí unas palabras de Benedicto XVI, cuando, en el Olimpyastadion de Berlin (22-IV-2011) señalaba que no se entiende a la Iglesia si se la mira quedándose en su apariencia exterior; si se la considera “únicamente como una organización más en una sociedad democrática, a tenor de cuyas normas y leyes se juzga y se trata una figura tan difícil de comprender como es la ‘Iglesia’. Si a esto se añade también la experiencia dolorosa de que en la Iglesia hay peces buenos y malos, grano y cizaña, y si la mirada se fija sólo en las cosas negativas, entonces ya no se revela el misterio grande y profundo de la Iglesia”. De esa visión no brota ya la alegría de pertenecer a esta vid.

Los Padres de la Iglesia se fijaban en que la luna muere, genera la vida y renace radiante[4]. Como la madre y la luna, la Iglesia concibe en virtud de la semilla vital que recibe y da una luz que ella, siendo solamente otra tierra, recibe del sol (Cristo) para hacerla suya. Lo importante es que la Iglesia es de Dios, ha sido querida por Cristo para salvar al hombre, y en ella actúa el Espíritu Santo para que sea luz y vida de las personas y del mundo. Pero esto solo lo puedo descubrir si me abro a Dios y a los demás, si me comprometo como cristiano. Si estoy dispuesto a cambiar lo que haga falta para buscar la verdad junto con el amor.

Cabría decir que “creer en la Iglesia” significa creer que Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, sigue viviendo. Y que actúa, hoy y en todas las épocas, por medio de los cristianos. Esto no es una imaginación sin fundamento ni una pretensión sin sentido. Es una realidad que va dejando huella en la historia, y que se apoya en lo que Cristo hizo, enseñó y prometió.

¿Con qué fin? Para que los cristianos den luz y vida verdadera al mundo. ¿Y cómo? La mayoría de los cristianos lo harán desde su lugar en el mundo, en su trabajo, en sus familias, con sus relaciones culturales, en sus actividades sociales, con tal de que permanezca cada uno en unión con Dios y abierto a las necesidades materiales y espirituales de los demás.

La fe no es individualista

3. La fe no es individialista. La existencia de la Iglesia nos habla de que la fe cristiana no es individualista, no es algo solitario, como el producto de mi pensamiento, ni se puede vivir al margen de los demás cristianos. Como ha enseñado Benedicto XVI, “nuestra fe es verdaderamente personal, solo si es a la vez comunitaria: puede ser ‘mi fe’, solo si vive y se mueve en el ‘nosotros’ de la Iglesia, solo si es nuestra fe, nuestra fe común en la única Iglesia” (Audiencia general, 31-X-2012).

Esto no quiere decir que yo pierda mi personalidad, sino al contrario: al vivir con Cristo y con los que viven con él, mi personalidad se dilata. Mi conocimiento adquiere un mayor alcance. Crece mi capacidad de amar y aumenta la eficacia de todo lo que hago, pues adquiere un valor de ofrenda a Dios y de servicio a los demás. Yo me encuentro fortalecido con la ayuda de los demás, y también yo les ayudo, incluso con mis pocas fuerza.

Santidad y pecado en la Iglesia

4. Santidad y pecado en la Iglesia. Como la luna, hay en la Iglesia luces y manchas, montañas y cráteres, podríamos decir: santidad y pecado.

¿Cómo sé –se preguntaba también Joseph Ratzinger– que la Iglesia católica es la verdadera? Y respondía: porque ella guarda, para transmitirlo de modo vivo, todo lo que Cristo hizo y enseñó. Y de esto hay suficientes signos: la vida y el ejemplo admirable de los santos, los milagros (que siguen existiendo y puede probarse que no tienen causas naturales), la calidad del pensamiento que origina la fe cristiana, su ayuda al desarrollo de las culturas, a la defensa de los derechos humanos, a la promoción de la paz y de la justicia, la belleza de tantas realizaciones de la Iglesia en su conjunto y de muchos cristianos personalmente.

¿Pero no es verdad también que a veces los cristianos se han equivocado y han hecho daño a otros? ¿No es verdad que hay curas que no han hecho bien a las personas? Como todo aquello donde intervienen los hombres, también en el cristianismo ha habido equivocaciones, debilidades y pecados. Santidad y pecado coexisten durante la historia en la Iglesia. Pero si la Iglesia fuera algo meramente humano, habría desaparecido muy pronto. Comenzando porque los apóstoles abandonaron a Jesús ante su pasión, y uno de ellos (Judas) fue el que le traicionó. Pero Jesús prometió que Él no abandonaría a los suyos, y que el Espíritu Santo no permitiría que fueran dominados por el error o por el mal.

Ni las dificultades exteriores ni las interiores (los fallos de los cristianos) han sido capaces de acabar con la Iglesia porque la Iglesia es de Dios y no nuestra. Es verdad que los cristianos podemos dar mal ejemplo, y a veces lo hemos dado. Por eso hemos de estar vigilantes para ser fieles cada uno a lo que tenemos que hacer en el mundo: buscar la santidad y ayudar a los demás en el camino hacia Dios. La palabra Iglesia es transcripción del griego ek-klesis, que significa con-vocación, vocación junto con otros, llamada a la santidad que es llamada al amor.Llevar la luz de Cristo

5. La misión evangelizadora: llevar la luz de Cristo. También el papa Francisco ha recogido la imagen de la luna aplicada a la Iglesia, tomando palabras de san Ambrosio: “La Iglesia es verdaderamente como la luna: (...) no brilla con luz propia, sino con la luz de Cristo. Recibe su esplendor del Sol de justicia, para poder decir luego: “Vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí”» (Hexameron, IV, 8, 32).

Cristo –continúa explicando Francisco– es la luz verdadera que brilla; y, en la medida en que la Iglesia está unida a él, en la medida en que se deja iluminar por él, ilumina también la vida de las personas y de los pueblos.

Por tanto, para la Iglesia evangelizar, ser misionera, no es ganar adeptos ni vender un producto –como podría ser para cualquier sociedad o grupo humano–, sino que que es una manifestación de su propia naturaleza. Se trata de anunciar y comunicar la vida divina que Dios nos da. La misión de la Iglesia es, por tanto, su vocación: hacer resplandecer la luz de Cristo es su servicio (cf. Homilía 6-I-2006).

“Una Iglesia en salida hasta los últimos confines exige una conversión misionera constante y permanente (...), esta apertura ilimitada, esta salida misericordiosa, como impulso urgente del amor y como fruto de su intrínseca lógica de don, de sacrificio y de gratuidad. (...) Cada uno de nosotros es una misión en el mundo porque es fruto del amor de Dios” (Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2019).

En consecuencia, todo esto se traduce en el compromiso evangelizador de cada cristiano, no solamente de aquellos que tienen una vocación específicamente misionera, destinada a bautizar y ofrecer la salvación cristiana en el respeto de la libertad personal de cada uno, en diálogo con las culturas y las religiones de los pueblos donde son enviados. Esta tarea de la misión “ad gentes” –a los no cristianos– será siempre necesaria también como signo para la conversión permanente de todos los cristianos (cf. Ibid.).

Lo cierto es que muchas personas esperan de todos nosotros un compromiso misionero, porque necesitan a Cristo, necesitan conocer el rostro del Padre. Necesitan ver esa luz que es Cristo –desde su “pequeña” fuente en Belén–, que atrae a todas las personas del mundo y guía a los pueblos por el camino de la paz (cf. Homilía6-I-2006).

Los autores cristianos, siguiendo a san Bernardo, muestran a María, coronada por el sol y con la luna bajo sus pies, como “vivo lazo de unión entre los dos astros, entre la Iglesia y Jesucristo” (citado por De Lubac, Meditación sobre la Iglesia, Madrid 2008).

Así exclama el beato Newman dirigiéndose a María: «¡Vellón entre el rocío y la superficie, Cristo y la Iglesia, el sol y la luna, tú eres la senda, Virgen María!» (citado por H. De Lubac, ibid.).

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[1] Hugo Rahner dedica a la Iglesia como “mysterium lunae” unas 140 páginas (cf. Simboli della Chiesa. L’ecclesiologia dei Padri,pp. 144-287, Milano 1995, original alemán de 1964).
[2] Cf. Mc 16, 15.
[3] Cf. Lumen gentium, nn. 1, 9, 48 y 59.
[4] Los Padres de la Iglesia reunieron elementos de la filosofía griega, del conocimiento científico de los pueblos primitivos y de la mitología, con otros procedentes de la Revelación cristiana, con el fin de inculturar la fe cristiana en su tiempo, además de prevenir contra la idolatría o la superstición centrada en los astros. Esto debe reflejarse también en cada cristiano singular: ha de morir a sí mismo en su unión e identificación con Cristo, para poder dar vida espiritual a otros. Y esto tiene lugar en el seno de la Iglesia a la vez que “edifica” a la Iglesia misma y participa de su misión, hasta llegar a la gloria eterna.

Publicado por Ramiro Pellitero
Fuente Iglesia y Nueva Evangelización
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