SAN CLETO (=ANACLETO)

Papa y mártir (hacia el año 90). Es sucersor de San Lino y el tercer Papa

San Cleto o Anacleto nace, según los documentos aludidos, en Atenas, y ya de muy joven es convertido a la fe cristiana por el mismo San Pedro, quien pronto le ordena de diácono y poco más tarde de presbítero.

De los antiguos catálogos de los papas, los más antiguos, como el de San Ireneo (siglo III), Eusebio (siglo IV), San Epifanio, San Jerónimo y San Agustín, hacen de Cleto y Anacleto un solo personaje, que, siguiendo a San Lino en el Pontificado, viene a ser con ello el tercero de los papas. Más tarde, en el Catálogo Liberiano (siglo IV) y en el Líber Pontificalis (siglo VI), se hace ya distinción entre estos dos nombres, dándose a Cleto el tercer lugar y el quinto a Anacleto en la sucesión del Príncipe de los Apóstoles. Esta separación se debió, tal vez, en época posterior a escrúpulos de exactitud, suposición confirmada por los recientes estudios llevados a cabo por el alemán Er. Caspar sobre la vida de los primeros papas.

De aquí que, siguiendo la opinión más extendida entre los críticos modernos, también nosotros tomaremos el nombre de Cleto por el de Anacleto, identificando con ello, y en ambos nombres, al tercer papa que sucedió a San Lino en la silla de San Pedro.

San Cleto o Anacleto nace, según los documentos aludidos, en Atenas, y ya de muy joven es convertido a la fe cristiana por el mismo San Pedro, quien pronto le ordena de diácono y poco más tarde de presbítero. Tal vez seguirá al apóstol en su correrías evangélicas, hasta que llega a Roma, donde forma parte, desde el primer momento, de aquel grupo de selectos o colaboradores que tenía San Pedro en la ciudad de los Césares. No es de extrañar que a ellos -a Lino, su sucesor; a Anacleto y a Clemente- les confiara de vez en cuando el gobierno de la Iglesia romana, mientras él iba recorriendo las distintas cristiandades.

Por el año 76, y habiendo muerto el sucesor de San Pedro, San Lino, es escogido Anacleto por la comunidad de fieles para sucederle en la cátedra, empezando con ello su pontificado, que había de extenderse hasta el año 88, según unos, o hasta el 90, según otros, Duros tiempos le toca vivir, cuando a los trabajos de consolidación de las primeras cristiandades se iban uniendo las fatigas de la persecución, que no hacía mucho se había desencadenado. Anacleto, como buen pastor, vigila y ora con los perseguidos, a quienes reúne en las catacumbas para celebrar los divinos oficios. El mismo, como posteriormente haría San Dámaso, decora las tumbas de los apóstoles, y especialmente la de San Pedro, que había sido enterrado en la colina del Vaticano. En ella hace construir una especie de túmulo o "memoria? que sirviera para señalar a las generaciones futuras el lugar exacto de la tumba del primer papa.
Nuestro Santo aparece, por otra parte, como un Pontífice de la Iglesia romana y universal, con ciertos decretos llenos de interés, usando en sus cartas el saludo, que habían de adoptar sus sucesores, de "Salud y bendición apostólica", y, como casi todos los primeros pastores de la Iglesia, iba a manifestar con su vida la doctrina de Cristo que predicaba.

Por este tiempo había sucedido en el Imperio el emperador Domiciano (81-86), que al fin de su vida, y echando abajo la templanza característica de su familia, los Flavios, iba a distinguirse como uno de los perseguidores más cruentos de los cristianos. Que en su reinado padeciera el martirio San Anacleto es indudable, aunque no nos queden noticias precisas del modo y la fecha en que lo sufrió. La Iglesia, sin embargo, le ha concedido siempre el título de mártir, habida cuenta de los trabajos que tuvo que padecer. Fue enterrado en la misma colina del Vaticano, junto al sepulcro de San Pedro, a quien tan de cerca había seguido en su vida.

 FRANCISCO MARTÍN HERNÁNDEZ

Los brutales atentados en Sri Lanka el pasado Domingo de Pascua siguen recordando al mundo que, en muchos lugares, ser cristiano puede llegar a costar la vida.

Tres iglesias y tres hoteles fueron objetivo de los terroristas suicidas de un grupo islamista local que perpetró los ataques bajo el paragüas del Estado Islámico, que ha reivindicado la autoría.

Esta es la explosión en la iglesia de San Antonio vista desde la distancia.

Y este es el interior después de la deflagración que costó la vida a decenas de personas que celebraban la Resurrección de Cristo.

Pocas horas después, en Roma, el Papa tuvo un especial recuerdo hacia estas víctimas durante la bendición Urbi et Orbi.

FRANCISCO
“He recibido con tristeza y dolor la noticia de los graves atentados que, justo hoy, día de Pascua, han llevado luto y tristeza a algunas iglesias y otros lugares públicos de Sri Lanka. Deseo expresar mi cercanía cariñosa a la comunidad cristiana, atacada mientras estaba reunida en oración, y a todas las víctimas de una violencia tan cruel”.

En estos días, Francisco no ha dejado de pensar en los más de 350 muertos y 500 heridos que ha dejado el terrible atentado.

FRANCISCO
“Quiero expresar una vez más mi cercanía espiritual y paternal al pueblo de Sri Lanka. Estoy muy cerca de mi querido hermano, el cardenal Malcolm Ranjith Patabendige Don, y de toda la Archidiócesis de Colombo. Rezo por las muchas víctimas y heridos, y pido a todos que no duden en ofrecer toda la ayuda necesaria a esta querida nación. También espero que todos condenen estos actos terroristas, actos inhumanos, nunca justificables”.

También lo ha hecho a través de Twitter. El miércoles publicó este mensaje en el que asegura que los mártires demuestran que la injusticia no tiene la última palabra.

Los primeros funerales ya se han celebrado. Los ha presidido cardenal de Sri Lanka, Malcom Ranjith, quien ha llamado a los cristianos a mantener la calma para no caer en una espiral de venganza. Los obispos del país también han invitado a que no se instrumentalicen políticamente estos ataques

Por desgracia, el número de víctimas continúa aumentando porque hay muchos heridos de gravedad.

El Papa visitó Sri Lanka en enero de 2015. El país había atravesado 25 años de guerra civil, un conflicto que, entre otras, tenía una causa étnico-religiosa. Por eso allí en varias ocasiones Francisco insistió en que la religión nunca debe usarse como pretexto para cometer actos violentos.

FRANCISCO
“Por el bien de la paz, nunca se debe permitir que las creencias religiosas sean utilizadas para justificar la violencia y la guerra”.

Sri Lanka siempre ha despertado mucho interés entre los papas. Francisco fue el cuarto que viajó a este lugar conocido como la “Perla del Océano Índico”. Pablo VI fue el primero que estuvo en la isla, en 1970, y Juan Pablo II la visitó en dos ocasiones, en 1981 y en 1995.

El país cuenta con unos 23 millones de habitantes, de los que el 70 por ciento son budistas, mientras que los musulmanes no llegan al 10 por ciento y los cristianos están cerca del 8.

RomeReports

El Triduo Pascual comenzó para los católicos de Jerusalén el Jueves Santo con la celebración del administrador apostólico en el Santo Sepulcro, seguido del rito del lavatorio de los pies del Custodio de Tierra Santa en el Cenáculo, para concluir con la Hora Santa en Getsemaní.

“Redescubrir el asombro, casi el escándalo, frente a Cristo que, en el agua del lavatorio de los pies, en el pan y el vino de la Eucaristía, en la entrega de su gracia a nuestro ministerio sacerdotal, que se abandona en nuestras manos y se deja clavar en la cruz de nuestro pecado”: esta es la exhortación que el administrador apostólico del Patriarcado Latino, monseñor Pierbattista Pizzaballa, dirigió a los fieles y concelebrantes de la misa in Coena Domini y la misa crismal en el Santo Sepulcro, con la que comenzaba el triduo de celebraciones que llevaría hasta el anuncio de la Pascua.

Desde el Edículo, donde fue depositado el cuerpo mortal del Mesías, monseñor Pizzaballa, en su homilía, subrayó la importancia del lavatorio de pies y de la adhesión de Pedro tras su asombro ante el hecho de que Jesús le lavase los pies.  “Con Pedro”, dijo el administrador apostólico, “podemos pasar de la incomprensión a la adhesión entusiasta, para convertirnos –en nuestra debilidad–, cada uno según su condición y vocación, en principio y fundamento visible de comunión y fraternidad”.

Pizzaballa dirigió su mensaje sobre todo a los casi doscientos cuarenta sacerdotes de la diócesis y de todo el mundo que llenaban el Santo Sepulcro para la celebración de su ministerio, en el momento de la renovación de sus promesas.

“Con Pedro”, afirmó Pizzaballa, “nos engañamos creyendo que, para vivir o sobrevivir, tenemos que ocupar nuestro espacio, en lugar de dejar espacio a los demás; que la afirmación de nuestra identidad precede a la relación con los que me rodean.  Incluso para nosotros, los sacerdotes, a veces el ministerio se confunde con el ejercicio del poder, hasta el abuso, como tristemente hemos visto con frecuencia en estos tiempos, en lugar de con el servicio a la vida de las personas.  Más que servir al Evangelio puede ocurrir que nos sirvamos del Evangelio para nosotros mismos y nuestros intereses. Se nos ha pedido que perdamos la vida por Cristo y quizá, a veces, hemos preferido perder a Cristo para conservar nuestra vida”.

La celebración incluyó el rito del lavatorio de los pies a frailes y seminaristas de la diócesis y la bendición de los óleos y el crisma que se usarán durante el año en las liturgias. El canto del Tantum Ergo acompañó la solemne procesión eucarística que rodeó dos veces el Edículo del Santo Sepulcro.

La tarde se desarrolló según la tradición: primero, la entrega simbólica de las llaves del Santo Sepulcro al vicario custodial, fray Dobromir Jasztal, por parte de la familia musulmana que las guarda y la reapertura durante unos minutos del Sepulcro, seguida de la celebración del lavatorio de los pies en el Cenáculo.

Una multitud de peregrinos asistió a este acto en el lugar en que Jesús celebró la Última Cena. Presidió la liturgia el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, que lavó los pies a doce niños de la parroquia de San Salvador que se preparan para recibir la confirmación.  Los pasajes del Evangelio que se escucharon narraban los hechos en los que es protagonista el Cenáculo, que se celebran este día: el lavatorio de los pies, la institución de la eucaristía y el nacimiento de la Iglesia.

Al final de la liturgia, tras darse la paz y la oración del Padrenuestro, los franciscanos de la Custodia y los fieles que les acompañaban realizaron la tradicional peregrinación hasta la catedral de Santiago y la iglesia de los Arcángeles, ambas de culto armenio, en la que los franciscanos fueron acogidos durante seis años después de su expulsión del Cenáculo.  La peregrinación terminó en la iglesia siria ortodoxa de San Marcos, en la que un monje comenzó la oración con un canto en arameo.

La última parte del Jueves Santo fue por la noche, con el rezo de la Hora Santa en Getsemaní, para recordar el sufrimiento y el llanto del Señor y entrar aún mejor en el misterio del dolor de Jesús que salva.

El Viernes Santo comenzó justo en el “lugar llamado de la calavera”, el Gólgota, testigo de la Pasión y muerte del Redentor y centro de la Tierra. Los peregrinos y los católicos locales acompañaron a Cristo en su Pasión desde la mañana –venerando la reliquia de la Cruz– hasta la tarde, participando en la procesión fúnebre de Cristo.

El canto de la Pasión en la capilla cristiana del Gólgota y la adoración de la Cruz fueron los momentos centrales de la celebración matutina, presidida por monseñor Pizzaballa.

Las puertas de la basílica se abrieron solemnemente a las 8, según la tradición: un miembro de una de las familias musulmanas que custodian las llaves de la puerta les Santo Sepulcro abrió la jamba de la derecha y el sacristán católico la de la izquierda, permitiendo la entrada a la procesión solemne dirigida por los kawas (los guardias de la época otomana) y seguida por los seminaristas del Patriarcado, sacerdotes, franciscanos y el administrador apostólico Pizzaballa. Durante la celebración de la Pasión se recordaron las últimas horas de Cristo, cantando en latín el pasaje evangélico de Juan entre tres cantores y el coro del Magnificat.

A pesar de los muchos fieles congregados, un silencio ensordecedor acompañó el canto, subrayando el carácter sagrado del momento, culminado en el acto de arrodillarse, por parte del obispo Pizzaballa y los concelebrantes, sobre la piedra del Gólgota en la que fue clavada la cruz de Cristo.  Un pasaje de Isaías y otro de la Carta a los Hebreos cerraron la liturgia de la Palabra. A continuación, el administrador apostólico expuso a los frailes, celebrantes y fieles asistentes, el relicario de la Cruz, para que pudieran adorarlo.  El rito se remonta al siglo IV: en este lugar, el Viernes Santo, durante tres o cuatro horas el pueblo desfilaba adorando la Cruz, mientras se proclamaban durante tres horas los pasajes de la Sagrada Escritura referidos a la Pasión del Señor.

Después de la procesión y la distribución de la Eucaristía consagrada el día anterior, Pizzaballa bendijo solemnemente a los fieles reunidos en la capilla del Gólgota y a los que esperaban abajo, ante la piedra de la unción. Luego, las puertas se volvieron a abrir y frailes, sacerdotes y fieles pudieron salir de la iglesia en la que los franciscanos fueron reemplazados por seminaristas armenios, preparados para empezar sus celebraciones de la última semana de Cuaresma.

Pocas horas después, desde el punto considerado desde hace nueve siglos como el Pretorio de la Fortaleza Antonia, lugar de la condena de Jesús, pero que ahora está incluido en la explanada de las mezquitas y se ha convertido en la escuela coránica “El-Omariye”, salió el Via Crucis del Viernes de los franciscanos, al que siguió el de la parroquia de San Salvador de Jerusalén.

Seguido de manera especial, el Via Crucis jerosolimitano sube por la Vía Dolorosa hacia el Santo Sepulcro, sorteando las tiendas de las estrechas calles del mercado árabey recorriendo rápidamente el trayecto que lleva desde el convento de la Flagelación al Calvario y después al Edículo del Santo Sepulcro, donde termina.

Por la tarde es el momento de la procesión fúnebre de Cristo: una antigua tradición que se remonta a las representaciones de la Edad Media, inspiradas en la Pasión de Cristo, llamadas Misterios. La representación se vincula estrechamente al franciscanismo, no solo en Tierra Santa sino en el mundo, porque es una modalidad que los frailes utilizaron en aquella época para hablar de Dios al corazón del pueblo y contarle las historias que la teología hacía muy complejas para el grado de instrucción de ese momento.

Esta representación escénica tiene la función de permitir recordar la pasión, muerte y resurrección de en los lugares en que sucedió todo. Pone el énfasis en dos cosas: por un lado, permite hacer visible que Cristo realmente conoció la muerte de la carne, venciéndola; por otro, muestra que la muerte es necesaria para la Resurrección.

Este año hubo una gran novedad: un nuevo crucifico con los brazos articulados, donado por Colombia y terminado hace pocos meses, que sustituyó al anterior en la celebración.  El autor es el escultor colombiano Santiago Ocampo Higuita, de 29 años, que realizó la obra con un equipo de tres artistas de su taller en Carmen de Vigoral, un pequeño pueblo cercano a Medellín.

La imagen sagrada fue bendecida por el obispo de Sonsón Rionegro, monseñor Fidel León Cadaviv Marín, durante una celebración solemne a la que asistieron una delegación de sacerdotes de rito oriental, franciscanos de la Comisaría de Tierra Santa colombiana y cerca de dos mil fieles.

Al día siguiente, la Vigilia Pascual se celebra en Jerusalén la mañana del Sábado Santo. Jesús resucita en este lugar, hoy como entonces, sin el clamor de las multitudes.

Considerada “la madre de todas las santas vigilias” y celebrada por la mañana en el lugar de la Anastasis (Resurrección) por necesidades locales ligadas al Status Quo de la Ciudad Santa, la de Jerusalén es la primera Vigilia Pascual en el mundo.   Hablando metafóricamente, muchos la vinculan al origen: la Pascua comienza en el lugar donde todo sucedió, donde la Historia y la Geografía de la Salvación se encuentran.  A otros, por otro lado, les gusta pensar que Jesús, hoy como entonces, resucita de nuevo en silencio, y poco a poco la Palabra y la alegría se extienden por el mundo.

La liturgia comenzó con el rito del “lucernario”, que se llevó a cabo delante de la Piedra de la Unción, a la entrada de la basílica del Santo Sepulcro, dirigido por el administrador apostólico del Patriarcado Latino, monseñor Pierbattista Pizzaballa.  Inmediatamente después, empezó la liturgia de la Palabra, con siete lecturas y siete salmos, en los que la Iglesia medita sobre las maravillas que el Señor ha realizado por su pueblo y confía en su promesa.  Al final de las lecturas, el Gloria, acompañado por el sonido del órgano, anunció a todos la Resurrección: gracias a la muerte y la resurrección de Jesús, este es, ahora, el lugar de la nueva creación.

A continuación, tuvo lugar la renovación de las promesas del bautismo, en la que cada uno repitió en voz alta su sí, antes de la aspersión con agua bendita.

“En esta liturgia no celebramos un recuerdo”, dijo en la homilía monseñor Pizzaballa. “Lo que realizamos en estos gestos no es solo memoria de lo que ocurrió a nuestros padres. También hoy, aquí, Dios ama, crea, libera, guía, perdona.  Hoy aquí, Él cumple la obra de la Redención”. Después, se detuvo en varios elementos que caracterizan la Noche Santa: noche, fuego, agua y pan, describiéndolos y actualizándolos para recordarnos que la historia que se narra en esta Vigilia y cada día en el Edículo del Santo Sepulcro nos toca de cerca, y también habla de la historia de salvación de cada uno.

“Deseo que todos nosotros salgamos de este lugar llenos de vida y de luz”, concluyó Pizzaballa en su homilía.  “Iluminados y encendidos por el fuego del Espíritu Santo, para prender de nuevo el mundo del amor que cambió esta noche”.

Entre el entusiasmo general que caracterizó las últimas notas de la liturgia, fray Zacheusz Drazek, presidente de la basílica del Santo Sepulcro, comentó, “los frailes, que vivimos con la Resurrección, celebramos todos los días la liturgia del lugar. Hacerlo en este día ayuda todavía más a comprender la importancia del sitio al que Dios nos ha enviado a servir.  No me acostumbraré nunca a vivir en contacto tan estrecho con la Resurrección”.

 

Elaborado con información de la Custodia de Tierra Santa en sus reportajes de texto y fotos de Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo.

 

Fuente: Fundación Tierra Santa.

Jalal es un refugiado de Siria. Dejó su casa en Alepo, durante la guerra, y llegó a Roma en noviembre de 2018.

Desmiente que la guerra en su país este terminando, como muchos piensan. Dice que todavía hay personas que huyen de Siria porque se sienten inseguros e incapaces de recomenzar.

 

JALAL
Sirio
“Queremos volver y construir nuestro futuro pero creo que será difícil volver. FLASH. Ya son ocho, nueve años de guerra y todavía no ha terminado. He perdido ocho años de mi vida solo esperando”.

Jalal recuerda cómo la guerra ha dejado a muchas familias separadas, con sus miembros repartidos por todo el mundo.

Cree que la guerra ha sido causada por elementos externos al país, elementos políticos y cree que es responsabilidad de la comunidad internacional invertir en la reconstrucción del país. Hay que ayudar a los sirios a retomar el control de su futuro.

JALAL
Sirio
“No nos ayudéis con las bombas, misiles, ametralladoras, carros armados. Mejor dad comida o dinero para las personas necesitadas”.

Jalal recuerda cómo antes de la guerra la gente vivía en paz. Él perdió a su abuela y amigos y ahora está lejos de casa.

La Comunidad de San Egidio ayudó a traer a Jalal a Roma. Es una organización cristiana centrada en la ayuda fraterna. Ayuda a quienes viven en las periferias de la sociedad.

JALAL
Sirio
“Es una vía muy segura y eso es muy importante. Esto es gracias a que conocen bien a las personas que traen consigo. Nos sentimos seguros, no nos sentimos a la deriva. Venimos en avión y de modo legal. Aquí tienen programas para nosotros; una escuela que nos permite aprender el idioma, una casa donde estar y preparar nuestro futuro paso a paso”.

Tras las tragedias de los refugiados fallecidos en el mar, la Comunidad de San Egidio junto a las Iglesias Protestantes de Italia, crearon los llamados “Corredores humanitarios”. Es una respuesta a la crisis que sigue la línea propuesta por el Papa: recibir, proteger, promover e integrar.

En 2017 ayudaron a más de 1.000 refugiados sirios a dejar Líbano.

A pesar de las dificultades de rehacer su vida en Europa, Jalal espera empezar una nueva vida y reconstruir su futuro.

RomeReports

El Mar de Galilea - Tierra Santa

Aunque todavía no ha alcanzado su límite máximo, el nivel de las aguas en el Mar de Galilea (Kinneret para los judíoas) ha pasado en muy poco tiempo de la alarma por sequía a una abundancia que el meteorólogo Barry Lynn, en declaraciones a Jerusalem Post,calificó como de proporciones bíblicas.

 

 

“José predijo siete años de abundancia seguidos por siete años de hambre”, dijo Lynn, “pero en nuestro caso hemos tenido siete años de sequía seguidos ahora por una lluvia inesperada“.

En efecto, a consecuencia de unas precipitaciones situadas un 131% por encima de la media, las aguas llegaron a crecer 11 centímetros en un solo día. En total, ha crecido 2,8 metros desde el inicio de las lluvias.

 

Las aguas han llegado cuando más necesarias eran. Foto: Mendy Hechtman/ Flash90 / Arutz Sheva 7

 

El también conocido como Lago de Genesaret  o Mar de Tiberíades es el principal reservorio de agua del estado de Israel, por lo que estas noticias están siendo bienvenidas. Lo curioso es que esto sucede cuando estaban a punto de alcanzarse los niveles más bajos desde 1926, cuando empezaron a registrarse. Todo el país se ha visto beneficiado de esta abundancia, también el Mar Muerto.

 

Fuente: Fundación Tierra Santa

El Coliseo, que en sus inicios fue conocido como el Anfiteatro Flavio, es una maravilla del mundo. Abrió sus puertas en el 80 después de Cristo.

Barbara Nazzaro, directora técnica del Coliseo, explica cómo se organizaba el espectáculo.

 

 

BARBARA NAZZARO
Directora técnica del Coliseo
“El espectáculo era muy complejo porque duraba todo el día. Por la mañana hacían cacerías, más o menos a la hora de comer tenían lugar las ejecuciones. Por la tarde el espectáculo concluía con el combate de gladiadores. En el piso subterráneo se preparaba todo para estos momentos importantes, también estaban los animales. Los animales eran una atracción muy importante para el público de Roma. Más eran exóticos más atraían su interés”.

Estos animales se subían a la arena a través de ascensores colocados bajo el suelo. Estos se construían con rudimentarios pero efectivos sistemas de poleas. Se calcula que la organización del espectáculo necesitaba unos 1.800 trabajadores.

BARBARA NAZZARO
Directora técnica del Coliseo
“Los animales estaban en lo que hoy llamaríamos un zoológico, cerca del Coliseo. Llegaban a él a través de unos conductos subterráneos que enlazaban unos ambientes con otros. Por desgracia estos conductos han sido obstruidos por obras posteriores”.

Nazzaro explica que no había cárceles durante la época de los romanos, por lo que los criminales eran enviados a la arena. No siempre morían pero eran obligados a participar.

Este habrá sido el destino de muchos cristianos aunque eso no quiere decir que fueran explícitamente condenados por su fe.

BARBARA NAZZARO

Directora técnica del Coliseo
“Es muy probable que también algunos cristianos hayan muerto aquí, pero no hay descripciones ni narraciones en las crónicas de la época. Por tanto: es posible que haya sucedido, pero no está documentado”.

Barbara Nazzaro explica que la sensibilidad hacia la violencia era muy distinta en aquella época. Hasta es probable que entre los asistentes a los espectáculos hubiera cristianos. Sin embargo, es difícil comprobar si fueron muchos los martirizados aquí.

 

La pasión de Jesús

Los Evangelios fueron escritos en griego entre la segunda mitad de los años 60 y finales de los 90 de nuestra era, es decir, unos 35-70 años después de que Jesús de Nazareth muriera clavado en una cruz fuera de los muros de Jerusalén, en una colina conocida como Gólgota.

 

Sin embargo, antes de que Mateo, Marcos, Lucas y Juan narraran por escrito la pasión y muerte de Cristo debió de existir un relato primitivo en arameo que se transmitía oralmente sobre aquellos hechos. Así al menos lo cree José Miguel García Pérez, experto en el estudio del sustrato semítico en el Nuevo Testamento, que en « La pasión de Cristo. Una lectura original» (Editorial Encuentro) rastrea esas huellas de arameo en los textos evangélicos.

Una interpretación desde la lengua semítica de algunos versículos puede arrojar luz sobre las llamativas diferencias, e incluso contradicciones, que se aprecian en los evangelios. Porque, ¿coincidió la última cena con la celebración de la Pascua judía? ¿Jesús murió el 14 o el 15 de Nisán?

«Jesús enseñó en arameo, que era la lengua que hablaba, y también los apóstoles, cuando fueron enviados a predicar», recuerda este sacerdote que se muestra seguro de que aquellas enseñanzas aprendidas de memoria conformaron «una tradición muy fija» que se transmitió oralmente. «Muy pronto», continúa, esos relatos se formularían por escrito y es muy posible que en arameo.

Por desgracia, «no nos han llegado esos textos semíticos», pero este profesor de Sagrada Escritura en la Facultad de Teología San Dámaso y en el Instituto de Ciencias Religiosas de Madrid detecta señales en el evangelio de Juan de un «griego de traducción», a partir de un «relato semítico arcano».

 

Pasión Jesús

 

Y en los textos de Marcos y Mateo, incluso en los de Lucas, que no era judío como los otros tres y dominaba el griego, también encuentra «expresiones e informaciones que no cuadran» en griego, reflejo de relatos más antiguos. El propio Lucas advierte en el prólogo que bebe de diversas fuentes cuando escribe:

«Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, tal como nos fueron transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares. Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir...».

El arameo era una lengua consonántica, sin vocales, que se escribía sin separación entre palabras, según explica este experto. De ahí, a su juicio, algunas discrepancias en los posteriores textos en griego. García Pérez recompone los pasajes más controvertidos a partir de ese sustrato semítico y propone una lectura distinta, aclarando las partes más oscuras.

Así, aludiendo a los estudios de César A. Franco Martínez, afirma por ejemplo que «Jesús muere el 15 de Nisán, en el día de la Pascua judía», no el 14 como parece fecharla el cuarto evangelista, por lo que la Última Cena coincidió con la celebración de la Pascua judía.

O que la liberación de Barrabás no estuvo vinculada a un privilegio pascual. «No hay en ningún texto huella alguna que apunte a un privilegio por el que los judíos podían exigir al prefecto romano la liberación de un preso por la Pascua. No es histórico, nunca ha existido», explica.

Algunos han apuntado a una invención de los evangelistas o han apelado a algunos actos puntuales, pero éstos no constituían una costumbre. Según García Pérez, «la solución es interpretar esas frases que están en griego desde el sustrato arameo y desde ahí se entiende que están hablando de un hecho concreto porque efectivamente en la Pascua de Jesús se había pactado la liberación de Barrabás. Marcos se refiere a una costumbre, porque la gente acostumbraba a ir al pretorio a pedir».

El sueño de la mujer de Pilatos es otro de los episodios que, tras la relectura de este experto, cobra un nuevo sentido. Tomado por muchos como un pasaje legendario, si se relee desde el prisma semítico que García Pérez propone «no es la mujer de Pilatos la que sueña», sino que ésta traslada a su marido las peticiones de clemencia para Jesús de otras mujeres judías, vinculadas a miembros del Sanedrín que, como José de Arimatea, discrepaban de la condena.

«¿Por qué Pilatos se lava las manos? Porque le ha llegado el mensaje de que hay gente principal entre los judíos que no está de acuerdo, es un mensaje a esos jefes principales de que no es culpa suya», sostiene el autor de «La pasión de Cristo. Una lectura original».

Aunque se han puesto muchos reparos al relato del juicio ante el Sanedrín, subrayando las diferencias con la legislación contenida en la Misná, García remarca que esta normativa es más «tardía» y «no es la que funciona en época de Jesús». El Sanedrín tenía potestad para juzgar y para condenar a muerte, pero no podía ejecutar. «Eso también es histórico», asegura este experto.

 

Basados en hechos históricos

«Durante muchos años se ha difundido que los evangelios son relatos inventados mucho tiempo después, pero ha habido mucho dogmatismo en este sentido. Hay elementos en los evangelios que se contradicen, pero que se han ido aclarando», añade García Pérez antes de subrayar que «es verdad que los evangelios son relatos de fe, pero la fe cristiana se basa en unos hechos históricos» y el relato de la Pasión de Jesús «ciertamente es histórico, fiabilísimo».

A lo largo de 216 páginas, este investigador aborda desde el problema cronológico de la pasión de Jesús, al prendimiento en Getsemaní, las dificultades históricas del relato del juicio ante el Sanedrín, las negaciones de Pedro, la muerte de Judas, el juicio ante Pilato, la crucifixión y las noticias cronológicas dispares sobre la muerte de Jesús y el entierro según los ritos funerarios judíos, hasta el día en que las mujeres se acercaron hasta el sepulcro.

Con el libro no solo pretende «avalar la historicidad de los relatos evangélicos», sino también «la conciencia que tenía Jesús de su muerte y su significado». En su empeño de arrojar luz sobre las expresiones oscuras apelando al sustrato semítico, quizá algunos puedan pensar que llega a forzar sus conclusiones, pero García Pérez replica que su libro «no es palabra de Dios» ni él pretende que se cambie el texto de los evangelios porque «no nos han llegado los textos arameos previos».

Este profesor de Sagrada Escritura se limita a proponer «una reconstrucción» de algunos pasajes partiendo de un posible escrito semítico anterior. «La cuestión es si esos fenómenos lingüísticos existen y si podrían estar detrás de los textos griegos... y sí, existen. Si la tradición aramea arroja luz sobre los textos griegos, pues bienvenida sea», concluye.

 

+  INFO -

https://www.primeroscristianos.com/pasion-cristo-medico-fisiologo/

 

Ver en Wikipedia

 

Una web para conocer la Iglesia del santo Sepulcro de Jerusalén

La Custodia de Tierra Santa ha inaugurado el nuevo sitio web dedicado a la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén. En esta página podemos encontrar numerosos contenidos de gran calidad actualizados y disponibles en cuatro idiomas (italiano, inglés, español y francés), además de muchas imágenes descargables.

 

¿Dónde fue crucificado y sepultado Jesús?

 

 

En el año 326 el emperador Constantino mandó erigir la Basílica del Santo Sepulcro en el monte Calvario, en Jerusalén. En ese lugar estaba levantado un templo para el culto a la diosa romana Venus, mandado construir por Adriano, hacia el 135.

La emperatriz Elena, madre de Constantino, había acudido a la ciudad santa tras escuchar el informe presentado por Macario, obispo de Jerusalén, sobre el lamentable estado en el que se encontraban los santos lugares descritos en los evangelios, y decidida a mejorar personalmente la situación. Tenía el propósito principal de localizar la cruz en la que murió Jesús.

Elena, tras fracasar en un primer momento en la búsqueda de la cruz, o quizá como parte de ella, inició la del sepulcro. La tradición cuenta que al derruir el templo pagano dedicado a Venus para aislar el Calvario e iniciar las nuevas edificaciones, aparecieron también tres cruces, una de las cuales necesariamente habría de ser la Vera Cruz de Cristo.

Varias leyendas describen el prodigio que permitió identificar la Vera Cruz, casi siempre basadas en que una de las cruces producía curaciones milagrosas, y las otras dos no.

La emperatriz y su hijo Constantino hicieron construir en el lugar del hallazgo un fastuoso templo, la llamada Basílica del Santo Sepulcro, en la que guardaron la reliquia. El historiador Eusebio de Cesárea es quien nos da noticias de este hallazgo impulsado por Elena, y hoy podemos acceder a algunos de estos textos en la sección Testimonios de la web del Santo Sepulcro.

A causa de variadas vicisitudes históricas, el templo ha sufrido muchos cambios, que podemos seguir en el siguiente vídeo, un "viaje tridimensional en el tiempo":

Afortunadamente, hoy es posible visitar esta Basílica, lugar santo para el cristianismo porque aquí se encuentran, según nos cuenta la tradición, loslugares en los que Cristo fue crucificado, ungido, y sepultado.

Desde la web se nos ofrece la posibilidad de disfrutar de una espectacular visita virtual del santuario, con la opción de ir clickeando en cuadros de texto que nos ofrecen información muy interesante de cada uno de los rincones de la Basílica. Para acceder, sólo es necesario pinchar sobre la siguiente imagen:

Jesús - sepulcro
(Obtenido de: www.santosepulcro.custodia.org)
 

+ info-

 

 

Getsemaní.  Huerto de los olivos.

LA TIERRA DE JESÚS

GETSEMANÍ (del arameo gat semane, «prensa de aceite») es un pequeño rincón situado en el valle del Cedrón, al este de Jerusalén, en la base del monte de los Olivos y a unos 300 m de la puerta de San Esteban. En el espacio de pocos metros pueden visitarse, además de la basílica de la Agonía y el Huerto, la Gruta del Prendimiento y la tumba de María. Del lado oeste del torrente está la iglesia griega ortodoxa de San Esteban.

El huerto

La entrada al huerto de Getsemaní es por la calle que sube al monte de los Olivos, y, a través de él, se llega a la basílica de la Agonía. Ambos, igual que la Gruta del Prendimiento, son propiedad de la Custodia de Tierra Santa, adquiridos por los franciscanos en el s. XVII. Impresionan los olivos que se guardan como reliquias en el Huerto de Getsemaní. Su enorme grosor y el aspecto milenario que presentan no permiten dudar de su antigüedad. Especialistas en botánica les calculan hasta dos mil y más años. Pero, aunque fueran algunos menos, es importante observar que sólo un cuidado especial ha podido hacerles llegar hasta nosotros. En todo el contorno del monte d e los Olivos, y aun diríamos de Jerusalén, no conocemos ejemplares de olivos de aspecto tan añoso como los pocos que aquí se conservan. Están siendo, pues, testimonio de un interés permanente, no ajeno a la tradición cristiana del lugar. Y cuando ellos hayan muerto, ahí están sus retoños para perpetuar el recuerdo de Jesús y de la última noche de su vida mortal.

 

 

La nueva disposición de la verja permite bordear el huerto y contemplar uno por uno estos olivos cargados de historia y de silencio reverente.

«Dicho esto, salió Jesús [del Cenáculo] con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró, y con él sus discípulos» (Jn 18,1).

«Entonces Jesús llega con ellos a un huerto llamado Getsemaní y dice a los discípulos: Quedaos aquí mientras voy allí a orar. Llevó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo y comenzó a sentir tristeza y abatimiento. Entonces les dice: Triste sobremanera está mi alma hasta la muerte. Quedaos aquí y velad conmigo. Se adelantó un poco y, postrado sobre su rostro, oraba diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí este cáliz; más no se haga como yo quiero, sino
como quieres tú.

Y viene a los discípulos y los encuentra dormidos y dice a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad paraque no entréis en tentación; el espíritu está pronto, pero la carne es flaca» (Mt 26,36-41).

Basílica de la Agonía

Está protegiendo el lugar donde oró Jesús, según la tradición, atestiguada en este caso por Orígenes (253) y más tarde por Eusebio de Cesarea, quien escribe hacia el 330: «Getsemaní, donde Cristo oró antes de su pasión, está situado en el monte de los Olivos; los fieles se apresuran todavía a ir a orar allí...». Poco antes, la peregrina Egeria, que asistió a los oficios religiosos del Jueves al Viernes Santo del año 384 en Jerusalén, escribía: «En el mismo lugar en que oró el Señor […] hay una iglesia elegante». Es el primer testimonio de la existencia de tal iglesia. Y algunos años más tarde, san Jerónimo, traduciendo el texto anterior de Eusebio, añadía: «...Ahora hay edificada una iglesia».

Con la construcción de aquella primera iglesia, quedó sellado el lugar donde la comunidad de Jerusalén de entonces fijaba la oración de Jesús.

Desgraciadamente, la hermosa iglesia de planta basilical, de tres naves y tres ábsides, con pavimento de fino mosaico, quedó sepultada bajo sus propios escombros, producidos por un incendio, posiblemente anterior a la llegada de los partos (614).

En las naves laterales de la basílica moderna pueden verse dos estrechas franjas en zigzag, paralelas a las paredes, que señalan el trazado de los muros de la iglesia bizantina. Era más estrecha que la actual, pero algo más larga (25,50 x 16,35 m). A ella pertenecieron algunos fragmentos de mosaico conservados en el pavimento actual que sirvieron de modelo al mosaico moderno, y hoy protegidos con vidrios.

Los cruzados construyeron otra iglesia en el mismo lugar, pero sin apercibirse de que debajo estaban los restos de la iglesia bizantina. La cruzada era mayor que la primitiva, con orientación parcialmente distinta. La conquista de Jerusalén por Saladino trajo pronto la ruina de la iglesia.

La basílica moderna fue construida entre 1922 y 1924, siguiendo la orientación y planta de la iglesia bizantina, gracias a la colaboración de varios países, cuyos escudos están reproducidos en las bóvedas y en los mosaicos absidales. La obra es del arquitecto A. Barluzzi.

En el exterior sobresale el pórtico, de cara al Cedrón, con tres arcos sostenidos por pilastras flanqueadas de columnas. Remata en un tímpano decorado con un mosaico, en el que Giulio Bargallini ha representado a Cristo como mediador entre Dios y la humanidad, por la que ofrece su corazón, que un ángel toma en sus manos. De una parte, están representados los poderosos y sabios reconociendo la insuficiencia de su sabiduría y sus poderes; del otro lado, los pobres y débiles esperándolo todo. Jesucristo hace suyas las oraciones de todos ellos, según el pasaje de la Carta a los Hebreos allí escrito.

En el interior resalta la sensación de recogimiento que el arquitecto ha conseguido jugando con los elementos. La penumbra violácea producida por las vidrieras ayuda al espíritu a situarse en aquella noche triste de la agonía. Las once cúpulas, rebajadas y recubiertas de mosaico azul oscuro, contribuyen a dar la sensación de pesadez y postración bajo un cielo estrellado medio oculto por las ramas de los olivos. Seis columnas esbeltas con fustes monolíticos separan las dos naves laterales de la central, sin apenas cortar o ensombrecer el espacio.

Adelante, dentro del presbiterio, está la roca de la agonía. La artística corona de espinas que la rodea es un regalo de Australia. Las palomas se asocian de alguna manera a la Pasión. El gran mosaico del ábside, obra de Pietro d'Achiardi, representa la agonía de Cristo en el Huerto, mientras que en los laterales aparecen representadas las escenas del beso de Judas, a la izquierda, y el momento en el que Jesús, dirigiéndose a los que vienen a prenderle, pronuncia las palabras: « Yo soy», en la nave de la derecha. Los dos últimos son obra de Mario Barberis. Todo aquí invita al recogimiento y al silencio.

 

 

 

«Llegando al lugar les dijo: Orad, para que no entréis en tentación. Y él se alejó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba, diciendo: Padre, si quieres, haz que pase de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y se le apareció un ángel venido del cielo que le confortaba. Y entrando en agonía, oraba más intensamente. Y su sudor se hizo como gotas de sangre que caían hasta el suelo. Levantándose de la oración, vino a los discípulos y los halló dormidos por la tristeza. Y les dijo: ¿Cómo es que estáis durmiendo? Levantaos y orad para que no entréis en tentación» (Lc 22,40-46).

Saliendo del Huerto se desciende la calle y, sin pasar la carretera, se va por la derecha hasta encontrar la escalera de bajada a un patio hundido en el torrente, que sirve de atrio a la iglesia de la Asunción. Pero antes de entrar a ésta, un estrecho pasillo a la derecha, en dirección este, conduce desde el patio a la Gruta del Prendimiento.

Gruta del Prendimiento.

Esta gruta ha sido venerada por los cristianos desde la antigüedad en relación con los últimos acontecimientos de la vida de Jesús, particularmente de la Pasión. Aunque los testimonios no son acordes acerca de la función de esta gruta, parece que era un lugar más o menos habitual de Jesús para pasar la noche cuando subía a Jerusalén. Aún más, algunas fuentes antiguas sitúan aquí una comida del Señor, en el curso de la cual Jesús habría lavado los pies a sus apóstoles. Es sabido que, en época posterior, los fieles -probablemente de la secta judeocristiana de los ebionitas, que se abstenían de comer carne— tenían costumbre de celebrar en esta gruta una comida, en la que no se tomaba carne. En un sermón atribuido al patriarca Eutiquio de Constantinopla (s. VI), se cita la cena de Getsemaní, la de Betania y la del monte Sión.

 

 

La gruta ha sido objeto de algunas transformaciones a lo largo de los siglos. Antes de construirse la iglesia de la Asunción de María, la entrada natural era por el noroeste. Algunos vestigios arqueológicos permiten pensar que la gruta fue utilizada antiguamente como vivienda temporal o almacén por el dueño de la propiedad. De aquella época data una cisterna visible a la derecha de la entrada, convertida más tarde en sepultura. En el s. IV se utilizaba ya como capilla. Y del s.V al VII su suelo fue utilizado como lugar de enterramientos cristianos, a excepción del presbiterio, siendo reutilizado más tarde por los cruzados con el mismo fin. En el techo se advierten todavía restos de la pintura de la decoración del período Cruzado, y en la parte posterior, grafitos, todavía sin estudiar, de época cristiana antigua. En la propiedad que hay encima de la gruta se encontraron los restos de una antigua prensa de aceite.

Aquí se cree que descansaban los otros ocho apóstoles la noche del prendimiento de Jesús. Cuando, pasadas las tres horas de oración, Jesús advirtió que se aproximaba Judas con un tropel de gente para prenderle, se vino a donde habían quedado los apóstoles para advertirles de lo que se aproximaba.

«Todavía estaba él hablando, cuando se presenta Judas, uno de los doce, y con él una turba con espadas y bastones, de parte de los sumos sacerdotes, de los escribas y de los ancianos. El que lo entregaba les había dado una contraseña, diciendo: A quien yo besare, ése es; llevadle con cuidado. Así que llegó, acercándose dijo: “Rabí” y le dio un beso. Ellos le echaron las manos y le sujetaron... “¡Como contra un salteador habéis salido con espadas y palos a prenderme!... Pero tenían que cumplirse las Escrituras”. Y abandonándole, huyeron todos» (Mc 14,43-52).

Tumba de María, o iglesia de la Asunción.

Saliendo de la Gruta del Prendimiento se vuelve a la hundida plaza que sirve de atrio a la iglesia de la Asunción. La fachada de la iglesia es cruzada. No así el cuerpo de ésta, de planta cruciforme, que es la cripta de la primitiva iglesia bizantina construida a finales del s. IV, durante el reinado de Teodosio el Grande (379-395), según los Anales de Eutiquio, patriarca de Alejandría (s.X). Aunque otros piensan en una fecha algo más tardía, ninguno de los argumentos aportados hasta hoy es tan fuerte que obligue a corregir la cronología de Eutiquio. Y fue en tiempos del emperador Mauricio (582-602) cuando se construyó sobre la cripta la iglesia superior de forma circular, según testimonios de ese tiempo, la cual fue destruida por los partos el año 614. La restauración de la iglesia se supone fue obra del patriarca Modesto. Al llegar los cruzados (1099) se instaló aquí una comunidad de Benedictinos, filial de Cluny. Inmediatamente se iniciaron obras de restauración: abrieron la entrada a la cripta alargando la escalinata, tal como está hoy, restauraron la cripta y embellecieron la tumba con un templete circular de mármol sostenido por columnas. También reconstruyeron la iglesia. Del lado oeste construyeron el monasterio con hospedería para peregrinos y un hospital. Todo el complejo lo rodearon de una muralla.

 

Pero la conquista de Jerusalén por Saladino (1187) fue fatal para este santuario. Iglesia superior, monasterio y hospital fueron completamente arrasados. Permaneció la cripta, que siguió siendo visitada por fieles y peregrinos, y aun los musulmanes hicieron aquí dos mihrab, uno de ellos excavado en la roca de la cámara sepulcral, en el lado sur, para convertirlo en lugar de oración mirando a la Meca. Actualmente, el santuario y horas litúrgicas en el mismo son compartidas por las comunidades griega, armenia, siria y copta.

De todos es conocida otra tradición, según la cual la Virgen murió en Éfeso. Nos llevaría lejos traer aquí los argumentos en pro y en contra de una y otra tradición: Éfeso o Getsemaní. Diremos simplemente que los argumentos ya fuertes a favor de Getsemaní se han visto reforzados por la investigación arqueológica de la tumba, realizada durante los años 1971-1973. En segundo lugar, el argumento del silencio de los primeros siglos, que se ha formulado como objeción principal contra la tradición de Getsemaní, no tiene ninguna fuerza. Hoy es bien conocida la actitud de los Padres de la Iglesia e historiadores cristianos de los cuatro primeros siglos de silenciar los lugares tenidos por las comunidades judeocristianas de Palestina, porque las consideraban heréticas, y fueron ellas las propietarias de estos lugares santos hasta finales del s.IV. Ésta es, sin duda, la razón de ese posible silencio en tomo a la tumba de la Virgen: estaba en posesión de los judeocristianos. La literatura apócrifa asuncionista de los primeros siglos (s. II) es favorable a Getsemaní. Añadamos a esto que no se ve la razón por la que la Virgen, ya anciana cuando san Juan dejó Jerusalén, emprendiera tan largo camino para ir a Éfeso, teniendo a sus parientes en Jerusalén.

Pasada la puerta, es necesario descender un segundo y largo tramo de escalones hasta encontrar la tumba en la que reposó el cuerpo de la Virgen. Esta profundidad de la tumba revela, por una parte, lo mucho que se ha elevado el lecho del torrente Cedrón en dos mil años, a causa del aluvión acarreado por laslluvias. Y, por otra parte, el tesón de los cristianos en no perder de vista un lugar tan venerado desde los comienzos. En el s.I la entrada a la tumba era visible al pie del monte.

By Primeros Cristianos

El Cenáculo recreado en 3D

Las nuevas tecnologías arrojan luz sobre la historia del lugar sagrado donde ahora pueden apreciarse dos figuras asociadas a Jesucristo: un cordero y de un león.

Un equipo internacional de arqueólogos acaba de terminar el modelo tridimensional de uno de los lugares más venerados en La Ciudad Santa: el Cenáculo, el lugar donde, según la tradición cristiana tuvo lugar la última cena de Jesús con los apóstoles. Cada año, el Jueves Santo, tras procesionar hasta este recinto sagrado, situado en el Monte Sión, extramuros de la ciudad vieja, los fieles recrean el momento en el que Cristo lavó los pies a sus discípulos, en señal de la humildad divina.

Es uno de los sitios más visitados por turistas y creyentes, pero pocos reparan en que ahora, en dos de las claves de la lóbrega sala abovedada pueden apreciarse dos figuras de piedra que habían permanecido ocultas por una capa de materiales, recientemente retirada. “Gracias al exhaustivo análisis que hemos hecho de la sala descubrimos dos elementos únicos, el Agnus Dei -Cordero de Dios- y el León de David”, explica Amit Re´em, arqueólogo jefe del distrito de Jerusalén, encargado de la dirección del proyecto.

El cordero, que simboliza el Cordero de Dios, se encuentra tallado en lo que queda de un medallón decorativo en una de las bóvedas centrales del Cenáculo; el León de David se halla entre los restos del otro medallón en la clave de la bóveda lateral, junto a la entrada de la sala, apenas iluminada. “Los textos antiguos nos dicen que Jesús era descendiente de la dinastía del Rey David. Es lógico que en un lugar dedicado a Cristo aparezcan ambos”, explica el experto que ha podido constatar la existencia de otros medallones similares, en las otras bóvedas de la sala, de los que ya no queda ni rastro.

Recreación del Cenáculo gracias a la fotogrametría. ALEX VIGMAN (AUTORIDAD DE ANTIGÜEDADES DE ISRAEL)

Para Re´em, la importancia de este trabajo -realizado en tres años entre idas y venidas de peregrinos- no solo radica en que gracias a este modelo se puede estudiar el lugar con precisión milimétrica, sino también en que podría servir para restaurarlo, si en un futuro si resultase dañado. “Si sucediese algo como el terrible incendio de Notre Dame, podremos reconstruirlo con exactitud, porque hemos documentado cada rincón”, afirma.

Los arqueólogos han utilizado un georadar, instrumentos de medición por láser y fotogrametría en el interior y en el exterior del edificio -cuyas paredes han rapelado para que no se les escapase ni un delle- para hacer una réplica en 3D del complejo. Incluida su planta baja, donde se halla el lugar en el que se cree fue enterrado el Rey David y donde también acuden a diario numerosos judíos a rendirle tributo. “Con la nueva tecnología hemos conseguido datar cada etapa de construcción del actual edificio de estilo gótico, erigido en la época cruzada, en la segunda mitad del siglo XII, no en el XIII como apuntan algunos estudios. Fue construido con técnicas muy avanzadas”, asegura el arqueólogo.

Recreación del Cenáculo gracias al escaneo con láser. SORIN HERMON, INSTITUTO DE CHIPRE, CENTRO DE INVESTIGACIÓN DE CIENCIA, TECNOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA

Una construcción, testigo de la historia, situada en el antiguo complejo de la Custodia franciscana en Tierra Santa, que es importante también para los musulmanes que lo convirtieron en mezquita en el siglo XVI. En su interior aún puede verse el mihrab, que marca el muro orientado hacia la Meca, así como varias inscripciones en árabe en las que se alaba a Alá y se conmemora su conquista en 1524 -fecha que para los cristianos marca el expolio del Cenáculo-. Una época en la que los franciscanos fueron expulsados de allí y desplazados a San Salvador, la actual casa de la Custodia en la Puerta Nueva de la ciudad amurallada. “Es un sitio de especial sensibilidad para las tres grandes religiones por eso es complicado hacer un estudio arqueológico clásico. Quizás en un futuro se pueda excavar la iglesia original de la época Bizantina, pero hoy en día tenemos que conformarnos con seguir ampliando el estudio en 3D a todo el complejo”, se lamenta el profesor Re´em.

El modelo radiografía cada rincón del edificio de dos plantas con tal precisión que, aunque actualmente las paredes del Cenáculo se encuentran desnudas, los expertos aseguran que tal y como fue concebido estaba ricamente decorado con pinturas y estatuas, de las que apenas quedan vestigios visibles hoy en día. En la parte inferior de una de las ventanas los investigadores han encontrado también la cabeza de dos esculturas decorativas de unos 30cm enfrentadas. “La conclusión de esto es que la Jerusalén cruzada estaba a la vanguardia artística y arquitectónica de la época”, dice el experto israelí en estudios medievales.

Re´em cree que, a pesar de los hallazgos, no se debe de restaurar el Cenáculo para que luzca como en su época de máximo esplendor. “Hay que preservar la atmósfera mística que irradia el lugar”, asegura señalando con un puntero láser el contorno del Agnus Dei para identificarlo en la clave de la bóveda, de la que pende una lámpara. “De esta sala fluye una enorme energía y un halo de misterio que deben mantenerse”, concluye.

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