El archipiélago semiautónomo cuenta con una pequeña población cristiana, a pesar de ser predominantemente musulmán
El P. Damas Mfoi es un sacerdote católico que trabaja en el archipiélago semiautónomo de Zanzíbar, en la costa de Tanzania, concretamente en la isla principal de Unguja, desde el año 2010. Zanzíbar cuenta con una pequeña población cristiana a pesar de ser predominantemente musulmán. El sacerdote recuerda la época de terror que se vivió en el país, en una entrevista con la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada.
En 2012 esta comunidad isleña, donde normalmente se vive en paz y armonía, fue testigo de una serie de atentados violentos contra líderes religiosos. Un clérigo musulmán fue atacado con ácido, un sacerdote católico sufrió heridas de bala el día de Navidad de 2012, y otro fue asesinado a tiros en febrero de 2013. En aquellos momentos se estuvieron distribuyendo panfletos que incitaban a la violencia, y algunos de ellos llevaban el sello del grupo islamista radical Uamsho. Sin embargo, todavía no se ha reivindicado la autoría de aquellos ataques.
Ataque contra el P. Ambrose
“Eran la Navidad de 2012 -detalla Mfoi- y teníamos pensado ir a cenar cuando nos enteramos de que habían disparado al P. Ambrose. Los líderes religiosos estaban en estado de shock y nosotros muy asustados. Nos apresuramos en ir al hospital, pero fuimos con precaución ya que en los panfletos se había anunciado el asesinato de los líderes de la Iglesia y la destrucción de templos”.
“Cuando llegamos, el P. Ambrose todavía sangraba y no podía hablar. Al día siguiente fue trasladado en avión a Dar es Salaam para un tratamiento posterior. Después de este capítulo, fue nuestra fe la que nos mantuvo aquí. Hubo gente de fuera del archipiélago que nos animaba a irnos, pero, como cristianos comprometidos con el Evangelio, desde el principio sabíamos que nuestra misión es sufrir y que nuestras vidas pueden verse amenazadas. Por tanto, la posibilidad de salir corriendo quedaba descartada”.
Intimidación contra musulmanes
“Se distribuyeron más panfletos en los que se intimidaba a los musulmanes para no permitir la venta de alcohol o la presencia de iglesias. Estos folletos eran anónimos, y aunque hoy sabemos quiénes estaban detrás de ellos, entonces no sabíamos lo que iba a pasar, y algunos opinaban que sólo eran amenazas vacías. Sin embargo, tres meses más tarde, volvió a ocurrir una tragedia cuya víctima fue el P. Evaristus Mushi”.
Un sacerdote asesinado
“Ocurrió un domingo a las siete y cuarto de la mañana: yo estaba celebrando la misa en una pequeña iglesia, cuando un vecino no católico entró corriendo y gritando: ‘¡Padre Damas, tengo algo que decirle!’, me dijo que el padre Mushi estaba muerto. Un hombre le disparó esa mañana cuando aparcaba frente a su iglesia. Después de su muerte yo me dediqué a dar la misa en las parroquias que le correspondían, ya que se tenía que seguir llevando a cabo la misión de Cristo.
Tras enterrarlo y darle nuestro último adiós, un grupo de mujeres se acercó a nuestra puerta llorando, yo les dije: ‘No lloréis, el P. Mushi está ahora en el cielo’. Entonces, una de ellas contestó: ‘Padre, no lloramos por el padre Mushi, sino por usted’, sabían que los agresores iban a seguirme por haber construido muchas iglesias.
Nunca abandonar la misión
“A la mañana siguiente me fui de las islas para regresar un mes después. Pensé para mis adentros: ‘De ninguna manera voy a abandonar nuestra misión. A Jesús no le gustaría vernos fracasar. Aquí todavía hay cristianos, ¿por qué iban a salir corriendo sus líderes?”
“A mi regreso me encontré con que la policía había establecido un puesto de mando dentro de mi recinto y durante los dos años siguientes, los agentes patrullaron la zona por la tensión que persistía. El Gobierno supo hacerse cargo de nosotros, pero ante todo sabíamos que Dios nos protegía. Cuando me ofrecieron un guardaespaldas, lo rechacé porque creo que la obra de Jesús no requiere una ametralladora, y porque Jesús prometió a su pueblo que estaría con nosotros hasta el fin del mundo”.
Otros ataques
“Pasaron seis o siete meses y por un momento pensamos que lo peor ya había pasado, aunque la vigilancia seguía siendo estricta. Sin embargo, en septiembre a un sacerdote le echaron ácido cuando salía de beber su café habitual. Sobrevivió al ataque, pero sufrió heridas graves”.
“No podemos hacer como si no hubiera pasado nada de lo ocurrido, además que los atacantes podrían estar todavía activos y eso significa no estar completamente a salvo. Pero, a pesar de todos estos problemas, continuamos con nuestra labor interreligiosa. Hablamos con la gente de la comunidad y les decimos que Dios nos creó a todos y que nos dio la libertad de creer según nos enseñaron: a los musulmanes se les enseña sobre Mahoma, y a los cristianos se les enseña sobre Jesucristo. Todos deberíamos hacer todo lo posible por respetarnos y evitar mezclar la política con la religión”.
Esta imagen de la Virgen con el niño sería la única escultura que habría realizado Leonardo
La bellísima escultura de terracota de La Virgen con el niño riendolleva más de 50 años expuesta públicamente a todo aquel que visite el Museo Victoria & Albert de Londres. Cada año pasan por él millones de visitantes que quedan impresionados con esta figura de 49 centímetros de altura y 14,2 kilogramos de peso.
La última novedad es que su autor no sería Antonio Rossellino, tal y como se creía hasta ahora sino Leonardo Da Vinci. La imagen de la Virgen con el pequeño Jesús risueño sería en este caso la única escultura que quedaría del polifacético artista.
La aportación del profesor Caglioti
Esto es lo que afirma uno de los mayores expertos en el Renacimiento, Francisco Caglioti, profesor de Historia en la Universidad Federico II de Nápoles. Durante años, se atribuyó a Rossellino, pero este experto aseguraba que no había una evidencia real para sugerir que la escultura era suya.
Ahora, tras un análisis pormenorizado, Caglioti afirma que la terracota de la Virgen María es obra de Leonardo y que “con total probabilidad” el genio florentino la esculpió cuando todavía era aprendiz en el taller de su maestro, Andrea del Verrochio.
De este modo, se cree que pudo realizar esta obra cuando tenía apenas 19 o 20 años.
Los elementos que probarían la autoría de Leonardo
Caglioti asegura en una entrevista en La Repubblica que se basa a la hora de atribuir la autoría a Leonardo en “la ropa, las manos, el cabello y especialmente las sonrisas y el pequeño Jesús”.
Según explica este profesor, “hay mil detalles que disipan cualquier duda con respecto a la atribución” a Leonardo, como la sonrisa que pintó en personajes de otras obras o su técnica para representar el movimiento de telas.
“En las túnicas de la Virgen y el manto rojo del arcángel en La Anunciación de Leonardo, el movimiento de la tela es el mismo”, asevera el experto italiano.
¿Qué nos pueden enseñar a nosotros ahora los primeros cristianos?
La editorial EUNSA acaba de publicar en su colección «Persona y cultura» la obra, La fe de los primeros cristianos del profesor emérito de la Universidad de Navarra, Domingo Ramos-Lissón, conocido especialista en temas de la Antigüedad cristiana. De este autor recordamos sus últimos libros: Compendio de Historia de la Iglesia Antigua, publicado por la misma editorial en el 2009, y la traducción de los Escritos sobre la virginidad de San Ambrosio de Milán, publicado por la editorial Ciudad Nueva en el 2011.
Ramos-Lissón, Domingo Eunsa
Conviene anotar desde el principio que el lector no se va a encontrar en esta obra con planteamientos teoréticos sobre la fe cristiana, sino con testimonios de la vida de los primeros creyentes del Evangelio.
El presente volumen comienza con una presentación en la que se clarifica la noción «primeros cristianos». El autor considera como tales a «aquellos cristianos que vivieron en un arco de tiempo que va del siglo I hasta comienzos del siglo IV, cuando finaliza la persecución de Diocleciano (304)» (p. 8).
Desde esa perspectiva tan distante surge una pregunta obligada: ¿qué nos pueden enseñar a nosotros ahora estos primeros hermanos en la fe? La respuesta que ellos nos den será relevante porque nos permitirá llegar hasta nuestras propias raíces. Se podría decir que está en juego la percepción de los rasgos capitales de nuestra propia identidad espiritual. El autor recurre a presentarnos al protagonista de la película El caso Bourne (Bourne Identity) de Paul Greengranss, un agente de la CIA que sufre una amnesia y al desconocer su pasado no sabe quien es (pp. 8-9). Esto ya es en sí un buen aliciente para adentrarnos en la lectura de la presente obra.
El papa Benedicto XVI ha escrito en su encíclica sobre la esperanza, al comentar inicialmente las enseñanzas paulinas, que «el cristianismo no era solamente una “buena noticia”, una comunicación de contenidos desconocidos hasta aquel momento (…), sino una comunicación que comporta hechos y cambia la vida» (Spe salvi, n. 2). Estas palabras que se recogen en la presentación del libro son significativas de la enorme fuerza espiritual que encierra el mensaje de Jesús.
La ejemplaridad de su conducta
De ahí también el gran valor paradigmático de los primeros creyentes. La ejemplaridad de su conducta ha quedado acreditada por una criba de duras pruebas con persecuciones, calumnias e infamias de la opinión pública. Podríamos decir que la coherencia entre su fe y su conducta puede servirnos de guía para superar las barreras de un mundo neopaganizado que margina la verdad cristiana, como hace el actual laicismo excluyente, o presenta un “revival” persecutorio contra los cristianos, como se percibe en países de diversas áreas geográficas: Egipto, la India, Pakistán o Nigeria.
En los primeros seguidores del cristianismo se da un estilo de vida que se puede describir de modo paradójico, como hace un cristiano anónimo del siglo II en una carta que escribe a un tal Diogneto, donde le dice: «Los cristianos no se distinguen de los demás hombres, ni por su tierra, ni por su lengua, ni por sus costumbres (…), sin embargo, se muestran viviendo un tenor de vida admirable, y por confesión de todos sorprendente» (Ep. a Diogneto, V). Como se puede observar, la conducta del cristiano responde a unos parámetros de vida que contrastan vivamente con el paganismo greco-romano.
El prof. Ramos-Lissón nos ofrece a lo largo de 25 apartados y un epílogo una serie de testimonios sobre cómo vivían aquellos cristianos la coherencia de su fe en relación a un hábitat hostil al cristianismo. Con buena lógica destaca los presupuestos paganos que dan origen a las persecuciones del Imperio Romano, y que serán determinantes de los procesos martiriales contra los cristianos. Se ponen los acentos en algunas figuras singulares, como los mártires escilitanos, la pasión de las Santas Perpetua y Felicidad.
A modo de contrapunto se explaya el prof. Ramos-Lissón en presentarnos los elementos compositivos de la vida cristiana, desde la iniciación cristiana hasta su término en el “Más allá”. Se pueden subrayar los apartados consagrados al matrimonio, la familia, las vírgenes y las viudas. Nos ha llamado especialmente la atención el lugar destacado que ocupaba la oración así como la actividad asistencial y la limosna entre las actividades de los primeros fieles, que tratan de buscar la santidad en la vida ordinaria. Una mención especial merece la devoción a los ángeles custodios.
El valor de san Justino
También es destacable la semblanza que se hace de san Justino, un filósofo del siglo II, que se convierte al cristianismo, después de una conversación fortuita con un anciano cristiano, escribe: «reflexionando conmigo mismo sobre los razonamientos del anciano hallé que sólo ésta es la filosofía segura y provechosa» (Diál., VIII, 1). Esta curiosa actitud de entender el cristianismo como una verdadera filosofía respondía, perfectamente al clisé de la época sobre quien se podía calificar de filósofo, como aquella persona que vivía de acuerdo con unos principios. Las religiones paganas eran religiones puramente exteriores y rituales, no entraban en el interior de sus fieles. Por eso una novedad extraordinaria del cristianismo es que se trataba de una religión que exigía la conversión del corazón para poder recibir el bautismo. Justino morirá mártir y sus Actas martiriales reflejan la seguridad y certeza de su fe, así como la de un grupo de discípulos suyos que también eran cristianos.
Este libro se puede recomendar a toda clase de personas, ya que el lector se encontrará con un lenguaje sencillo unido a un sólido rigor histórico.
Felicitamos a la editorial EUNSA y al prof. Ramos-Lissón por hacer llegar a nuestras manos el presente volumen.
El Papa dedicó su catequesis del Miércoles de Ceniza a explicar la Cuaresma. La definió como un tiempo de conversión.
Francisco
"La Cuaresma es un punto fuerte. Un punto de giro que puede favorecer en cada uno de nosotros el cambio, la conversión. Todos necesitamos mejorar, cambiar, cambiar para bien”.
Francisco pidió a los católicos que vivan mejor su Bautismo. De esta forma, concluyó, no "aceptarán pasivamente” un mundo que no presta atención a Dios, en el que los padres no enseñan a rezar a sus hijos.
Francisco
"Yo os pregunto: vuestros hijos, vuestros niños, ¿saben hacer la señal de la cruz? Pensad. Vuestros nietos, ¿saben hacer la señal de la cruz? ¿Les habéis enseñado a hacerlo? Pensadlo y responded en vuestro corazón...”
Francisco añadió que la Cuaresma también ayuda a reaccionar contra "situaciones difíciles”, como la violencia y la pobreza.
A medida que mejora el tiempo, el Papa Francisco alarga sus saludos desde el papamóvil antes de comenzar la audiencia general.
Esta semana los que llamaron más su atención fueron este grupo de niños vestidos de amarillo. El Papa se bajo del papamóvil para saludarlos uno a uno.
Otro momento especial llegó cuando le dieron al Papa este pintoresco sombrero. Después de bendecirlo, Francisco no dudó en ponérselo.
Hoy, 13 de marzo, celebramos el sexto aniversario de la elección del Papa Francisco. Recordamos ahora los momentos más duros y emotivos de su pontificado.
FRANCISCO
16 de marzo, 2013 “¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres!”.
... 6 años donde hubo algunos logros diplomáticos, como la reconciliación entre Cuba y los Estados Unidos antes de la era Trump.
También hubo logros en el ámbito de la libertad religiosa. Así se emocionó el Papa al recordar que por primera vez dos obispos de China podían participar en un Sínodo sin restricciones.
FRANCISCO
3 de octubre, 2018 “Demos a ellos nuestra calurosa bienvenida”
Pero también han sido 6 años con tramos amargos como la compleja gestión de la crisis de los abusos sexuales.
El Papa convocó una cumbre mundial sobre la protección de menores para afrontar los escándalos. Su objetivo era concienciar al episcopado católico sobre la urgencia de afrontar este problema.
ALESSANDRO GISOTTI
Portavoz del Vaticano “Creo que este último año ha sido un año en el que Francisco afrontó con gran valentía el tema de los abusos a menores, un tema que claramente es una herida para lo que el Papa llama 'el Pueblo de Dios'”.
Francisco ha llevado a cabo un profundo proceso de reforma interna. Reforma de estructuras como la Curia pero, sobre todo, reforma de las mentalidades. A los cristianos, les ha exigido iniciativa para resolver problemas actuales grandes y pequeños. Desde la atención a los necesitados hasta la protección del medio ambiente.
Capítulo aparte merecen sus llamamientos para cuidar y acoger a los refugiados. El mundo observó con estupor cómo tras visitar uno de los epicentros de la crisis en Grecia, predicó con el ejemplo y se trajo consigo a Roma a varias familias musulmanas.
FRANCISCO
16 de abril, 2016 “Era para echarse a llorar. ¿Qué cosas han visto esos niños? Mirad esto”.
Francisco pronosticaba un pontificado breve pero ya son 6 años y el ritmo no disminuye. En octubre presidirá otro Sínodo, en este caso sobre la Amazonia. Y en lo que va de 2019 ya ha viajado a Panamá y a los Emiratos Árabes. En agenda está Marruecos, Macedonia, Bulgaria y Rumanía. Y a finales de año está previsto que se confirme otro viaje más; a Japón, en el Extremo Oriente.
Del 10 al 15 de marzo el Papa volverá a la zona de Ariccia, en la periferia de Roma, para tener los ejercicios espirituales con el resto de responsables de la Curia.
El tema sobre el que meditarán a lo largo de estos días se titula “La ciudad de los deseos grandes. Miradas y gestos pascuales en la vida del mundo”. Las 10 meditaciones estarán predicadas por el abad de San Miniato al Monte, de Florencia, el sacerdote Bernardo Francesco Maria Gianni.
A lo largo de estos días el Papa interrumpirá todos los actos públicos habituales como la audiencia general. Tampoco tendrá encuentros privados porque son días dedicados al descanso y a la meditación.
Está previsto que regrese a Roma en autobús el viernes y que ese mismo día retome su agenda habitual.
Fuente: Rome Reports
En uno de sus textos de los años ochenta, Joseph Ratzinger, ahora papa emérito Benedicto XVI, ofrece siete claves para comprender quién es Cristo, según el testimonio de la Sagrada Escritura[1]. Analizamos aquí esas claves, con sus implicaciones principales para la oración y la vida cristiana.
El centro de la vida de Cristo es su oración
1. “Según el testimonio de la Sagrada Escritura, el centro de la vida y de la persona de Jesús es su permanente comunicación con el Padre”[2], sobre todo en su oración.
En el ambiente social e histórico en que Jesús se presenta en su vida pública, lo que domina entre la gente del pueblo son las expectativas de liberación política del yugo romano. En ese sentido parece que hay que entender la primera respuesta que le da Pedro, cuando Jesús les pregunta a sus discípulos quién dice la gente que es Él (“un profeta” –en el que la gente tiende a ver a un liberador del pueblo); y luego, qué piensan ellos, los discípulos, de Él. Según el Evangelio de Mateo, Pedro en nombre de todos le responde: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16, 16).
Si uno se pregunta cómo pudieron llegar a esta conclusión, una respuesta teológica acorde con la fe y la tradición de la Iglesia, es: observando a Jesús, contemplándole sobre todo en su oración y aprendiendo a rezar con Él.
Los Evangelios recogen la oración frecuente de Jesús. Relatan además que muchas cosas importantes en su vida acaecieron en relación con su oración o mientras él estaba en oración.
Así acontece con la llamada de “los Doce”, tras toda una noche en oración (cf. Lc 6, 12-17); con la ya referida confesión de Pedro, que tuvo lugar contemplando la oración de Jesús (cf. Lc 9, 18-21); en el relato de la transfiguración de Jesús sobre el monte, que también sucedió mientras Jesús oraba (cf. Lc 9, 29); y en otros pasajes centrales de los Evangelios, como la oración de Jesús en el monte de los Olivos (cf. Lc 22, 42) o su enseñanza de la oración del Padrenuestro a sus discípulos (cf. Mt 6, 9; Lc 11, 1).
En su oración Jesús alimenta la “conciencia de su misión”. Esto puede verse sobre todo en la llamada “oración sacerdotal” de Jesús en la Última Cena (Jn cap. 17), donde al mismo tiempo abre su corazón a sus discípulos, que ya tenían una íntima experiencia de amistad con Él.
Jesús transformó la muerte en una acción de amor
2. "Jesús murió rezando. En la última cena, Él había anticipado su muerte, en cuanto se dio y compartió a sí mismo (por medio de la Eucaristía), y así transformó desde dentro la muerte en una acción del amor, en una glorificación de Dios”[3].
En la institución de la Eucaristía anticipó su entrega en la Cruz (“Esto es mi cuerpo que será entregado… Esta es mi sangre que será derramada por vosotros para el perdón de los pecados”).
Los Evangelios, a la vez que dejan constancia de su muerte en la cruz (cf. Mc 15, 34; Mt 27, 46; Lc 23, 46; Jn 19, 29), recogen su oración en esos momentos, en la que se entrega a la voluntad de Dios Padre por nuestra salvación (cf. Ps 21 y 31), y juntamene representa al sufrimiento de todos los pobres y maltratados de la historia.
Participar en su oración para conocerle y comprenderle
3. Y porque la oración es el centro de la Persona de Jesús, la participación en su oración es el presupuesto para conocer y comprender a Jesús.
Para conocer algo hay que configurarse o asimilarse con lo conocido. Para conocer una persona hay que “entrar” en ella, unirse a ella, comprenderla. Para conocer algo íntimo de Dios hay que “entrar” en la oración de Jesús.
Por eso el verdadero conocimiento y la verdadera comprensión de Cristo nunca puede provenir de una pura investigación académica, pues necesita también la teología de los santos, que es teología de la experiencia (es decir, de la configuración o identificación espiritual con Cristo).
La Iglesia es el verdadero "sujeto" del conocimiento de Jesús
4. “La comunión con la oración de Jesús incluye la comunicación con todos sus hermanos (…) que Pablo denomina “cuerpo de Cristo”. Por eso, la Iglesia –el “cuerpo de Cristo”– es el verdadero “sujeto” del conocimiento de Jesús”[4]. Según la fe, Cristo está vivo y presente en la Iglesia. Y por eso es posible que la memoria de la Iglesia haga lo pasado presente. Tres consecuencias se pueden sacar de ahí:
a) Aunque Dios ciertamente es, en un sentido general (en cuanto creador), Padre de la humanidad y de cada persona, lo es en un sentido muy especial de Jesús y para la conciencia de los cristianos[5].
b) Nadie por sí solo puede llegar con seguridad a conocer a Dios: necesita de una comunidad humana[6]. Esto es experiencia de la historia de las religiones y lo confirma el cristianismo.
c) En la perspectiva de la fe cristiana se entiende que la búsqueda de Dios no tiene resultado si es solamente una iniciativa del hombre. Solo llega a su objetivo si es iniciativa de Dios[7]
Hijo de Dios, Dios y hombre verdadero
5. Los primeros concilios [siglo IV) concluyeron que “Jesús es el verdadero Hijo de Dios, que posee la misma esencia [o naturaleza] que el Padre y, por medio de la encarnación, también posee la misma esencia que nosotros. En última instancia, esta definición no es sino la interpretación de la vida y de la muerte de Jesús, que siempre estuvieron determinadas por su diálogo filial con el Padre”[8].
“Hijo de la misma esencia” que Dios Padre es la traducción de la oración de Jesús en un lenguaje filosófico y teológico y nada más. El Credo redactado después del Concilio de Constantinopla (a. 381) reafirma que Jesús no es solamente llamado Hijo de Dios, sino que lo es en realidad (de la misma naturaleza que el Padre)[9].
La obediencia amorosa a la voluntad divina
6. El Concilio de Calcedonia (a. 451) concluyó que las dos naturalezas (divina y humana) de Cristo se unen en su Persona “sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación”. Esto se aclaró más en el III Concilio de Constantinopla (aa. 680-681)[10]. Dos puntos pueden destacarse aquí:
a) En este último Concilio (con la participación de san Máximo el Confesor, teólogo principal en ese momento, que profundizó especialmente en la oración de Jesús en el Huerto de los Olivos), se explicó que la relación entre las dos naturalezas en Cristo no debe entenderse como un paralelismo o dualismo, sino que se unen a través de la voluntad de Jesús. Su voluntad humana no es absorbida por la voluntad divina, sino que se une libremente, con una obediencia amorosa, a la voluntad divina[11].
b) Una consecuencia insospechada respecto a la importancia de nuestra oración y su significado: la oración cristiana resulta como un “laboratorio de la libertad”, que le lleva al cristiano hacia la divinización, el ser y hacerse como Dios, no “contra Dios” (cf. Gn 3,5), sino según Dios, es decir según el plan salvador revelado en Cristo[12]. “Aquí y solo aquí acontece la profunda transformación del hombre que nosotros necesitamos para que el mundo sea mejor”[13].
Los métodos exegéticos científicos
7. Respecto a los métodos científicos más recientes para la comprensión de la Sagrada Escritura y de la tradición (como el método histórico-crítico, el análisis de los géneros literarios, etc.), “su valor depende del contexto hermenéutico (filosófico) en el que son empleados”[14].
No existe el puro método histórico, sino que este vive en un contexto histórico más o menos consciente. Por ejemplo, cuando el punto de partida es una filosofía que niega la fe, entonces los métodos históricos solo pueden ofrecer lo que tienen de presupuesto: una separación entre el personaje histórico (interpretado bajo una clave terrena: maestro, rabino, revolucionario, etc,) y el Jesús del que trata la fe.
En cambio, cuando el punto de partida es la perspectiva de la fe, esta tiene una doble capacidad: 1) conserva el testimonio de las fuentes con una visión de unidad; 2) es capaz de trascender las diferencias de culturas, tiempos y pueblos, respetando lo verdadero que les es propio y purificando lo que no es auténtico.
Todo ello pone de relieve la belleza y la necesidad de la tarea del teólogo, siempre que esta se enraíce en la oración.
En síntesis: el autor propone que se llega a “comprender a Cristo” (conocer quién es verdaderamente Cristo, según el testimonio de la fe cristiana) en la oración cristiana. Esta implica contemplar la oración de Cristo, y entrar en ella dentro del cuerpo vivo de la Iglesia. Solo así llegamos a participar de la libertad de Cristo y nos capacitamos para mejorar el mundo con la luz y la eficacia de la vida divina.
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[1] Cf. J. Ratzinger, “Puntos de referencia cristológicos”, recogido en Miremos al traspasado, Santa Fe-Argentina 2007, original alemán de 1984, pp. 11-57. [2] p. 14. [3] p. 24. [4] p. 31. [5] Esto se ve cuando enseña del Padrenuestro: “Nadie, excepto Él [Jesús] mismo, puede decir ‘mi Padre’. Todos los demás tienen el derecho de llamar Padre a Dios solo en la comunidad de ese nosotros que Jesús inauguró, pues todos son creados por Dios y creados el uno para el otro” (p. 31). [6] “Ningún espíritu tiene la agudeza suficiente para imaginar con plena seguridad quién es Dios, para saber si nos escucha o cuál es la forma adecuada de tratar con Él” (p. 32). Para buscar y alcanzar a Dios, el hombre necesita de los demás y, aun así –como lo muestra la historia de las religiones–, esto se realiza con muchas dificultades y contradicciones. [7] Esto lo mostró Jesús en el modo en que vivió y actuó: “Jesús entró en un sujeto de tradición ya existente, en el pueblo de Israel, por medio de su anuncio y de toda su Persona, y en él hizo posible la convivencia, el ser-con los demás, por medio de su propio y más íntimo acto de ser: su diálogo con el Padre” (p. 35). Por eso “el ser con Jesús y el conocimiento que ahí surge de Él presuponen la comunión en y con el sujeto de la tradición viva a la que todo ello está ligado: la comunión en y con la Iglesia. El mensaje de Jesús no hubiera podido vivir y transmitir vida de otro modo que en esa comunión” (Ibid.). [8] p. 38. [9] El Concilio de Nicea (a. 325 declaró que Jesús es verdaderamente Hijo de Dios (y no, como decía Arrio, un hombre bueno que podía en cierto sentido ser considerado como Dios, aunque de segunda clase). El primer Concilio de Constantinopla (a. 381) aclaró que Jesús además es verdadero hombre (y no, como decía Apolinar, un Dios revestido con una forma aparente de hombre, pero sin alma humana) y que el Espíritu Santo también es Dios (contra Macedonio que lo negaba). En el siglo siguiente, el Concilio de Éfeso (a. 431) definió que Jesús es una Persona (y no dos personas separadas, como decía Nestorio), y por eso la Virgen María puede ser llamada “Madre de Dios” y no solo “Madre de Cristo”. Poco después, Eutiques y los monofisitas (mono-fisis=una naturaleza), confundiendo la persona con la naturaleza, defendieron que en Cristo no hay más que una naturaleza, la divina, que de alguna manera absorbe a la humana. Posteriormente son importantes el Concilio de Calcedonia (a. 451) y el 3º de Constantinopla (aa. 680-681). [10] Este Concilio III de Constantinopla (aa. 680-681) se enfrentó con el monotelismo (mono-telos=una voluntad), doctrina continuadora del monofisismo, y que defendía que en Cristo había solo una voluntad, quedando la voluntad humana absorbida por la divina. [11] En palabras de Ratzinger, “ambas [voluntades] se fusionan en el espacio personal, en el espacio de la libertad, de modo que ambas devienen una voluntad, no naturalmente, sino personalmente” (p. 47; Mc 14, 36: “pero no sea lo que yo quiero, sino lo que Tú quieras”; cf. Jn 6, 38), expresando así la relación especial de amor de Jesús con su Padre. [12] Aquí podemos ver que se cumple con creces lo que anunciaba a su manera el mito de Prometeo: todo hombre desea ser Dios, pero esto no puede lograrse sin más por las obras de los hombres, por muy heroicas que sean. [13] “Puntos de referencia cristológicos”, pp. 50 s. [14] p. 51.
Los días de retiro espiritual
“Retiros los hacían ya los primeros cristianos. Después de la Ascensión de Cristo al Cielo encontramos a los Apóstoles y a un grupo numeroso de fieles reunidos dentro del Cenáculo, en compañía de la Virgen Santísima, esperando la efusión del Paráclito que Jesús les había prometido. Allí los halla el Espíritu Santo perseverantes unanimiter in oratione (Hch 1, 14), metidos en la oración.De igual modo se comportaron aquellas almas que en la primitiva cristiandad, sin apartarse de la vida de los otros, se entregaban a Dios en sus casas; y los anacoretas que marchaban a los desiertos, para dedicarse en soledad al trato con Dios... ¡y al trabajo! (...). Todos los cristianos que se han preocupado sinceramente por su alma, han hecho de un modo u otro sus retiros. Porque se trata de una práctica cristiana”. (San Josemaría Escrivá)
Esta práctica espiritual es algo común en la Iglesia desde los primeros siglos: siempre que una persona buscaba prepararse para una misión, o, simplemente, notaba la urgencia de corresponder con mayor entrega a los toques de la gracia, procuraba intensificar su trato con el Señor.
Ya en el comienzo de su Pontificado, Benedicto XVI recomendó los días de retiro espiritual, particularmente los que se hacen en completo silencio (Discurso a un grupo de Obispos en visita ad limina, 26-XI-2005). Y en el tradicional Mensaje para la Cuaresma de este año 2011, refiriéndose al Evangelio del segundo domingo, el de la Transfiguración del Señor, insiste: es la invitación a alejarse del ruido de la vida diaria para sumergirse en la presencia de Dios: Él quiere transmitirnos, cada día, una palabra que penetra en las profundidades de nuestro espíritu, donde discierne el bien y el mal (cfr. Hb 4, 12) y fortalece la voluntad de seguir al Señor.
Un poco de historia
Retiro es la traducción del latín recessus, que significa apartarse, retirarse. Cuando este aislamiento tiene un fin religioso, un motivo sobrenatural, hablamos propiamente de retiros espirituales.
La idea de retirarse, para tratar de hablar más íntimamente con Dios y hacer oración, es inherente a la naturaleza humana. Algunas veces, las más, este retiro consistirá en el recogimiento interior necesario para facilitar ese diálogo del alma con Dios.
En la Sagrada Escritura se hallan abundantes testimonios de esos retiros del hombre para ir a un encuentro personal más directo con Dios. Tampoco hay que olvidar el papel que juega el desierto en la vida de Israel, como pueblo escogido de Dios.
Moisés, los Profetas y San Juan Bautista constituyen un precedente en el que se inspiraron los primeros Padres del desierto: San Atanasio, en la Vida de San Antonio, cita a Elías como modelo de los solitarios.
Jesucristo mismo, «lleno del Espíritu, partió del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde estuvo cuarenta días» (Lc 4,1-2). Después de la Ascensión de Cristo encontramos a los Apóstoles y a un grupo numeroso de fieles reunidos dentro del Cenáculo, en compañía de la Virgen Santísima, esperando la efusión del Paráclito que Jesús les había prometido.
Los primeros cristianos
La famosa frase de Cicerón «numquam minus solus quam cum solus sum» (nunca estoy menos solo que cuando estoy solo) adquirió carta de naturaleza en toda la literatura espiritual cristiana desde San Ambrosio: él la transcribió dándole un sentido profundamente cristiano.
Al final del siglo IV, dentro de las instituciones que más han progresado -los eremitas, en Egipto; los cenobitas, ya sean de San Antonio, de San Pacomio o de San Basilio-, a pesar de notorias diferencias, existe un ideal común: el servicio exclusivo de Dios y la separación del mundo; el aislamiento y el silencio; la penitencia corporal y la reglamentación de la oración, junto con la lectura espiritual y la recitación de los salmos.
Culmina esta etapa con la aparición de la figura egregia de San Agustín y, más concretamente, con lasConfesiones, que constituyen de hecho una valiosa guía para introducirnos en el mundo del retiro espiritual.
En los siglos sucesivos, la vida monástica, introducida ya en el Occidente europeo, va a adquirir un desarrollo extraordinario, hasta llegar a la época de San Bernardo. Se generaliza, como práctica entre los monjes, la costumbre de dedicarse durante unos días y por entero a la vida de piedad, después de haber hecho la profesión religiosa; y, en este sentido, puede hablarse con rigor de un retiro espiritual. Pero la expresión retiros o ejercicios espirituales no ha adquirido todavía carta de ciudadanía.
Ejercitar el alma
En el siglo XII, G. de Saint-Thierry, emplea muchas veces la expresión spiritualia exercitia (ejercicios espirituales), contraponiéndola a los exercitia corporalia; para San Bernardo nuestra santificación toda es realmente un ejercicio espiritual.
Los autores cristianos de los primeros siglos comenzaron por usar la palabra exercitium en su sentido genérico, haciendo referencia a la lucha ascética necesaria para contrarrestar la inclinación al pecado y, en algún caso concreto, a la virtud indispensable para hacer frente al martirio.
En la segunda mitad del s. XIII, San Buenaventura recomienda el mentale exercitium sobre uno mismo, sobre la vanidad del mundo, sobre los novísimos y sobre la gloria; aconseja la meditación de la Pasión de Jesucristo y recomiendael cambio de vida, la huida del pecado, la contrición, la confesión frecuente, la meditación, el examen de conciencia, etc.
Vivir la vida de Cristo
En el siglo XIV aparece una obra de especial interés, las Meditationes vitae Christi, de Caulis. Los exercitia comprenden la meditación y la contemplación, el examen de conciencia y, en general, el tema central de la oración debe ser la vida de Cristo.
El beato Enrique Suso hace un gran esfuerzo para difundir la devotio, recluida en el convento, a todos los cristianos, enseñando los caminos de perfección. En la célebre Vita Iesu Christi, de L. de Sajonia, se recomienda meterse dentro en la contemplación de los pasajes evangélicos, haciéndose presente y así meditar la vida de Jesucristo.
Ya en el siglo XV, J. Gerson nos ofrece un intento de sistematización de los exercitia spiritualia y aconseja a las personas devotas que hagan estas prácticas bajo la guía de un director que conozca la Sagrada Escritura, que sea piadoso y discreto, que no le falte experiencia; recomienda algunos temas para la oración y expone un método, que no se debe imponer nunca.
La espiritualidad de los siglos XIV y XV se hace cada vez más cristocéntrica, con una gran preferencia por la Humanidad de Jesucristo, sobre todo por la Pasión.
En la España del siglo XV, el abad de Montserrat García Ximénez de Cisneros dio, con su Ejercitatorio, un paso decisivo en la sistematización de los ejercicios espirituales; propuso un método claro, preciso, orgánico y completo para hacer ejercicios espirituales de acuerdo con un plan perfectamenteprogramado dedicado a la conciencia, a la vida contemplativa, a la identificación con la voluntad de Dios y a la necesidad de la perseverancia. Esta obra tuvo mucha influencia en San Ignacio de Loyola, quien fue, en 1522, recién convertido, al monasterio de Montserrat.
San Ignaciodividió los ejercicios espirituales en cuatro semanas, de la misma forma que el Ejercitatorio, si bien los temas de las meditaciones no están distribuidos de la misma forma. Los ejercicios espirituales ignacianos, sin embargo, se distinguen porque tienen un fin específico: la elección de estado, que es la espina dorsal del sistema, el punto hacia el cual todo converge; y no hay ninguna duda de que este método ha supuesto un medio muy eficaz para que muchas personas se decidan a servir a Dios.
Juan Pablo IIrecordó la importancia de los retirosespirituales con estas palabras: "Quisiera reavivar vuestra llama apostólica estimulándoos en tres puntos que me parecen muy importantes. Evangelizad vuestra propia vida; continuad siempre en estado de conversión [...]. Dedicad algún tiempo al retiro y a la revisión de la vida."
Fuente: F. VIVES UNZÚE. (GER)
BIBL.: J. LECLERCQ, A. RAYEZ, P. DEBONGNIE, Exercices spirituels, en DSAM 4,1902-1933; P. POURRAT, La Spiritualité Chrétienne, III, París 1947; GARCÍA XIMÉNEZ DE CISNEROS, Ejercitatorio de la vida espiritual, Madrid 1957; G. M. COLOMBÁS, un reformador benedictino, García Ximénez de Cisneros, Montserrat 1955; S. IGNACIO DE LOYOLA, Exercicios spirituales. Autógrafo español, 10 ed. Madrid 1962; lo, Exercitia spiritualia Sancti Ignatii de Loyola et eorum Directoria (ed. crítica de A. C'ODINA), Madrid 1919; I. IPARRAGuiRRE, Historia de los ejercicios de S. Ignacio, 2 vol. Bilbao 1946-1955.
Gala Placidia, entre emperadores y bárbaros
Gala Placidia fue una de las mujeres más notables de la primera mitad del siglo V, en los tiempos del agonizante Imperio romano de Occidente. En medio de la convulsa situación creada en parte por la irrupción de los pueblos bárbaros en el Imperio, esta mujer fue testigo y protagonista de cruciales acontecimientos históricos.
Era hija del emperador romano Teodosio el Grande y hermanastra de los también emperadores Honorio y Arcadio. En agosto del año 410 los visigodos con su rey Alarico al frente entraron en Roma arrasando la ciudad, respetando solo a los que se habían refugiado en lugares santos. Gala Placidia, que entonces contaba con 20 años, fue secuestrada por Alarico en espera del pago de un rescate por parte de su hermano el emperador Honorio.
Durante cuatro años los visigodos recorrieron parte del continente europeo en busca de tierras y alimento, sin llegar a ningún acuerdo con el emperador. Tras la muerte del rey godo, Ataúlfo le sucedió en el trono y en el 414 Gala Placidia se casó con él en Narbona.
Este matrimonio escandalizó a Constantinopla y enfureció a su hermano Honorio quien mandó a su general Constancio tras ellos. Se refugiaron en Barcino (Barcelona) donde Ataúlfo instaló su corte provisional. Por tanto podemos afirmar que fueron los primeros reyes visigodos españoles.
Allí nació su hijo Teodosio aunque murió pocos meses después. Ataúlfo fue asesinado por sus detractores y el nuevo rey godo, Sigerico, hizo matar a los otros seis hijos de Ataúlfo, fruto de un matrimonio anterior. Sigerico enemigo de Ataúlfo y cuyo odio hacia los romanos era notorio, se manifestó así: “Ataulfo humilló a mi linaje en las Galias. Llegada es la hora de cobrarme sanguinaria venganza en él y en esa romana que tiene por esposa”.
Y así lo hizo. Humilló a Galia Placidia. Además de privarle de todos los honores, la obligó a caminar doce millas delante de su caballo junto a otros cautivos en Barcino.
Sin embargo su crueldad había de durar muy poco. Sigerico fue asesinado por miembros de la propia nobleza visigoda tan solo una semana después de acceder al trono, descontentos con el proceder de su rey. Tras varias negociaciones Galia Placidia junto al resto de cautivos fue restituida a su hermano el emperador Honorio.
El tratado firmado establecía la ayuda militar de los visigodos a los romanos a cambio de 600.000 medidas de grano. Honorio casó a su hermana Gala Placidia con su general Constancio en el 417 con quien tuvo un hijo y una hija.
Gala Placidia con sus hijos
Constancio sería coemperador del Imperio Romano de Occidente en el 421 junto con Honorio, pero moriría siete meses después. La malas relaciones de Gala Placidia con su hermano la llevaron a Constantinopla con su hijos, bajo la protección del emperador de Oriente Teodosio II. Sin embargo, en el 425 regresaron a Roma tras morir Honorio sin dejar descendencia.
Durante los siguientes doce años actuó como regente de su hijo, el emperador Valentiniano III, hasta la mayoría de edad de este. Cristiana devota, dedicó el resto de su vida a obras religiosas. Fue una mujer con una vida excepcional, hija, hermana, esposa y madre de emperadores romanos y amante esposa de un rey bárbaro.
Murió en el 450 en Rávena de muerte natural. Se cree que está sepultada junto a su hijo Valentiniano y su esposo Constancio en el famoso mausoleo que lleva su nombre. De las tres tumbas, solo el enterramiento de este último se da por cierto.
Interior del mausoleo de Gala Placidia en Rávena
Este edificio es uno de los monumentos más extraordinarios del siglo V. En 1996 fue inscrito en las listas del Patrimonio de la Humanidad. Destacan los ricos mosaicos del interior que cubren tanto las paredes como la cúpula, los cuales podemos apreciar en este vídeo:
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SAN PACIANO, OBISPO DE BARCELONA
(† 391) 9 de marzo
De San Paciano tenemos noticia contemporánea: las líneas que le dedicó San Jerónimo en el libro De viris illustribus, escrito hacia el año 392.
"Pacíanus, in Pyrinaei iugibus, Barcinonae episcopus, castigatae eloquentiae (lección más segura que castítate et eloquentia que dan algunos manuscritos), et tam vita quani sermone clarus, scripsit varia opuscula, de quibus est Cervus et contra Novatianos. Sub Theodosio príncipe iam ultima senectute mortuus est." "Paciano, obispo de Barcelona, en las faldas del Pirineo, de correcta elocuencia, y tan esclarecido por su vida como por su dicción, compuso varios opúsculos, entre los cuales el Cervus y contra los novacianos. Murió en la extrema ancianidad, bajo el emperador Teodosio."
Por el mismo San Jerónimo sabemos que Paciano, casado en su juventud, tuvo un hijo llamado Dextro que ocupó altos cargos en la administración imperial en tiempo de Teodosio y de Honorio. Debió de ser, por tanto, Paciano, de familia distinguida. Sus obras denotan una alta cultura literaria, sagrada y profana, y confirman plenamente el elogio que tributa San Jerónimo a su elocuencia. No quedan pormenores sobre su actuación pastoral en el gobierno de la diócesis barcelonesa. Podemos con todo asegurar, así por la indicación de San Jerónimo como por los escritos del santo obispo, que su celo por el bien espiritual de sus diocesanos fue muy activo e ilustrado.
Aunque no se puede determinar con precisión el intervalo detiempo en que gobernó la diócesis de Barcelona, parece que debió de regirla por largos años, y se le da como sucesor inmediato de Pretextato, que en 347 asistió como obispo de Barcelona al concilio de Sárdica. Comoquiera que Teodosio comenzó a imperar en 379, la muerte de San Paciano debe colocarse entre esta fecha y 391, ya que en 392 la conocía San Jerónimo.
San Paciano nos es conocido por sus escritos. Se ha perdido uno de los que cita San Jerónimo, el Cervus, de cuyo contenido tenemos no obstante alguna noticia por el mismo Paciano en su "Paraenesis". Nos quedan, además, sus tres Cartas ad Simpronianum Novatianum y un Sermo de baptismo ad catechumenos. Tampoco se ha conservado, si es que llegó a escribirlo, otro tratado o carta contra los novacianos, a que el mismo Santo alude en su tercera carta a Simproniano.
¿Sería el tratado que cita San Jerónimo, o se refiere éste a sus cartas a Simproniano? El conocido investigador Dom Germán Morin, O. S. B., había atribuido a San Paciano otras dos obras: Ad lustinum manichaeum contra duo principia et de vera carne Christi, que en los manuscritos se dice del retórico africano Cayo Mario Victorino, y el anónimo De similitudine carnis peccati contra manichaeos. Este último escrito tiene por autor al presbítero Eutropio, como demostró el padre José Madoz, S. l.; ni son claros los argumentos en favor de la paternidad del primero. Se admiten, pues, como obra de San Paciano, los cinco opúsculos citados.
Estos escritos, aunque breves, dan a San Paciano un lugar apreciable en la patrología del siglo IV, como testigo y doctor de la doctrina católica en puntos importantes; y por otra parte nos ponen de manifiesto el espíritu religioso y lleno de celo por el bien de los fieles a él encomendados de un obispo santo, conforme al dechado que diseñó San Pablo en sus cartas a Timoteo y Tito.
El escrito perdido Cervus (o Cervulus, como él dice) era, según él mismo refiere, una celosa diatriba contra los perversos e impúdicos desórdenes que se cometían, aun por algunos cristianos, en una especie de carnaval de primero de año, mala costumbre conocida ya por otros autores eclesiásticos y disposiciones de los concilios de aquella época. Para entregarse la gente más libremente y sin pudor a la maldad, se disfrazaba en figuras monstruosas de animales, las más ordinarias de ciervos, de cabras y de terneras.
El Sermo de baptismo es una instrucción a los competentes, catecúmenos ya próximos al bautismo. En ella les quiere enseñar San Paciano "cómo nacemos y nos renovamos en el bautismo". Expone primero el estado de muerte y degradación en que yace el hombre antes del bautismo, explicando con toda precisión, según el capítulo V de la carta de San Pablo a los Romanos, la doctrina del pecado original, en forma interesante para la historia del dogma, ya que atestigua la clara conciencia que de esta doctrina tenía la Iglesia en vísperas de la negación pelagiana y antes de la defensa y ulterior explicación que de ella hizo San Agustín.
De esta muerte nos sacó Cristo; tomando la naturaleza humana, redimió al hombre de la esclavitud del pecado y lo presentó puro e inmaculado a los ojos de Dios. Describe el Santo con viveza la lucha que sostuvo Cristo en su vida con el demonio y sus ministros hasta la muerte de cruz, a la que siguió la gloria de la resurrección. Esta victoria de Cristo se hace nuestra; porque, así como naciendo en Adán se hizo el hombre pecador, así renaciendo en Cristo se hace santo. Cristo nos engendra en la Iglesia por el bautismo, para que, como Cristo resucitó, así nosotros vivamos vida nueva, a la que fervientemente les invita el santo obispo.
Las tres cartas a Simproniano son más citadas por su importancia en la teología penitencial. Era Simproniano, a lo que parece, un hombre distinguido (San Paciano le llama "clarissimus"), que se había separado de la unidad católica, adhiriéndose al cisma herético de los novacianos, que ya hacía sigloy medio hería a la Iglesia. En la primera carta que Simproniano escribió al obispo de Barcelona, sin declararse claramente novaciano, se oponía al nombre de católica que se da a la Iglesia verdadera, y al perdón de los pecados por la penitencia. Paciano le contesta defendiendo el nombre de católica por el ejemplo de los santos y doctores anteriores, en particular de San Cipriano, cuyas doctrinas se apropia Paciano, y por la necesidad de distinguir con un nombre la Iglesia "principal", en medio de la confusión sembrada por las herejías.
Aquí tiene Paciano la hermosa sentencia: "Christianus mihi nomen est; catholicus vero cognomen"; "cristiano es mi nombre, católico mi apellido". Católico significa, según el Santo, unidad y obediencia total de todos; la Iglesia es católica porque es una en todos y una sobre todos: "in omnibus una et una super omnes". El perdón de los pecados por la penitencia lo defiende Paciano con ardiente y sentida elocuencia y una abrumadora serie de testimonios de la Sagrada Escritura. "Nunca amenazaría Dios al que no hace penitencia, si no perdonase al penitente. Pero dirás: "Sólo Dios puede hacerlo"; es verdad, pero lo que por sus sacerdotes hace es potestad suya." En la segunda carta responde caritativa pero claramente a las argucias e indicios de poca buena voluntad con que reaccionó Simproniano a la primera del santo obispo.
La tercera, la más larga, un verdadero tratado, es la refutación de los argumentos de los novacianos, expuestos en un escrito que le había remitido Simproniano. La doctrina de este escrito era "que después del bautismo no se puede hacer penitencia; que la Iglesia no puede perdonar el pecado mortal; más aún, que ella misma perece al recibir a los pecadores". Es importante esta precisión con que por San Paciano conocemos el estadio contemporáneo de la doctrina novaciana, que varió mucho en los cuatro o cinco siglos que perduró. Con viveza y elocuente energía rechaza San Paciano los sofismas de los que se llamaban a sí mismos "cátaros", puros, porque no querían admitir a reconciliación a los pecadores penitentes.
La historia de Novaciano, su jefe, le proporciona al obispo armas eficaces de combate. La santidad de la Iglesia, en la que pretendían fundarse, le da ocasión para explayar en cálidas frases su amor a ella, no sólo virgen y Esposa de Cristo, sino su mismo cuerpo, madre fecunda y llena de compasivo amor hacia sus hijos pródigos, que no se mancha por exhortarlos a penitencia y acogerlos plenamente en su seno después de cumplida la satisfacción, que no era ciertamente cosa de placer. Toda esta refutación de los errores novacianos, rica en textos bíblicos, con que deshace las falsas interpretaciones de los herejes, está impregnada de santa indignación por las argucias con que engañan a sus seguidores, pero también de caridad hacia su corresponsal, a quien invita con el espectáculo de la Iglesia católica en su unidad y universalidad, la reina vestida toda de oro con matices de varios colores... la vid rica en ramos que campean en sus largos sarmientos..., la casa grande que muestra su opulencia en preciosos vasos de oro puro y tersa plata, pero no se avergüenza en servirse también de vasos de barro y madera".
La Paraenesis, sive libellus exhortatorius ad paenitentiam nos resarce en parte de la carencia del opúsculo que se proponía escribir San Paciano como complemento de sus cartas a Simproniano. Trata el Santo directamente de la penitencia pública que se practicaba por ciertos pecados más graves; pero sus exhortaciones tienen carácter general y son aptísimas para mover al pecador a salir de su estado por la penitencia. Divide el Santo su exhortación en cuatro partes. En la primera declara cuáles son estos pecados por los que se imponía la penitencia pública: apostasía, homicidio, adulterio y fornicación; sin que pretenda dar una distinción adecuada entre pecado mortal y pecado venial.
En la segunda acosa con celo pastoral a los que por vergüenza no quieren manifestar sus culpas, post impudentiam timidos, post peccata verecundos, qui peccare non erubescitis et erubescitis confiteri, "tímidos después de la imipudencia, vergonzosos después del pecado, que no os avergonzáis de pecar y os avergonzáis de confesar". La tercera se dirige a los que, manifestadas sus culpas, no tienen valor para sujetarse a las obras penosas de la penitencia pública, semejantes a los enfermos que, declarada su enfermedad, no quieren sufrir la cura dolorosa que el médico juzga necesaria.
Por último les exhorta vivamente a la penitencia con la simple representación de los castigos con que la Sagrada Escritura amenaza a los impenitentes, y con la promesa del perdón para los que con la penitencia se humillan ante Dios, recordándoles una vez más las parábolas evangélicas de la dracma y la oveja perdida y el regocijo de los ángeles por el pecador arrepentido.
El culto de San Paciano no figura en los libros litúrgicos mozárabes. Las primeras menciones de San Paciano son de los martirológios del siglo IX; en los santorales y misales de Barcelona se halla la fiesta del Santo el 9 de marzo desde el siglo XII, y actualmente tiene en la diócesis rito doble mayor. Los trabajos emprendidos en el siglo XVI por el obispo de Barcelona don Juan Dimas Loris para hallar los restos del Santo, no condujeron a resultados ciertos.