Situada a tan sólo a 24 kilómetros de la frontera de Arabia Saudí

Muchos cristianos que este año no han podido celebrar la Navidad o han tenido que hacerlo en secreto en Arabia Saudí podrían celebrar públicamente su fe dentro de tres años en la catedral de Nuestra Señora de Arabia, dedicada a la Virgen María, y nombrada patrona de la toda la península arábiga, un lugar en el que el cristianismo es perseguido y arrinconado, y en países como Arabia totalmente prohibido.

El Rey de Bahréin, Hamad bin Isa Al Khalifa, ha cedido un enorme terreno a la Iglesia Católica para que pueda levantar el segundo templo del país. Gracias al tamaño de este espacio se está ya construyendo una gran catedral que podrá albergar celebraciones con capacidad para varios miles de personas, así como otros edificios para formación del clero, residencias, y centros caritativos católicos.

 

La Virgen, a la vanguardia de la evangelización de Arabia

Pero uno de los elementos más importantes de esta nueva catedral dedicada a María es que está situada a tan sólo a 24 kilómetros de la frontera de Arabia Saudí, país en el que el catolicismo está prohibido pero en el que, sin embargo, viven cientos de miles de católicos.

Camillo Ballín, vicario de Arabia del Norte, que reúne Bahréin, Catar, Kuwait y Arabia Saudí destacaba que además de la prohibición saudí en el resto de reinos “el mayor problema compete a los espacios donde poder realizar las celebraciones. Muchas veces tenemos a disposición una sola iglesia para todas las comunidades y lenguas. Por ejemplo, en Kuwait, hay cinco ritos distintos sólo considerando el rito latino tenemos 13 lenguas distintas, frente a una sola parroquia donde poder oficiar misas y celebraciones”.

 

Un lugar esencial para los católicos que viven en Arabia Saudí

Precisamente, la falta de templos es un problema mayor que la cantidad de sacerdotes disponibles. Monseñor Ballin agregaba además que “es fundamental responder a las necesidades prácticas, como la construcción de la catedral en Bahréin: el lugar donde se está levantando está a sólo 24 kilómetros de la frontera con Arabia Saudí, y podrá ser un lugar de oración esencial para cuantos viven y trabajan en el reino”.

Esta gran catedral será una ayuda fundamental para miles de católicos que viven en Arabia, será un lugar de evangelización y consuelo en una tierra donde Cristo no está permitido. Este es un paso fundamental para la Iglesia Católica.

El Vicariato de Arabia del Norte recuerda que la Iglesia en esta zona es una iglesia exclusivamente peregrina y migrante. Desde principios de los años noventa, la Iglesia católica ha crecido en la región a gran velocidad. Los expatriados constituyen casi todos los fieles en el Vicariato. Aunque no existen cifras oficiales, se estima que solo en Arabia Saudí hay más de 1 millón de católicos. Kuwait tiene alrededor de 350.000; Bahréin alrededor de 80. 000 y Qatar entre 200.000 a 300,000 católicos. 

Los fieles son todos trabajadores migrantes de cien naciones, la mayoría de Filipinas y la India. Alrededor del ochenta por ciento de los fieles pertenecen al rito latino, mientras que el resto pertenece al rito oriental. No sería falso decir que Arabia se ha convertido ahora en el rostro de una comunidad cristiana viva, en un “puente” entre diversas áreas del mundo y, por lo tanto, entre diversas culturas.

Ambos vicariatos, tanto el del Norte como el del Sur, que incluye Omán, Yemen y Emiratos Árabes Unidos, han sido puestos bajo la protección de Nuestra Señora de Arabia. El 16 de enero de 2011, en Kuwait, el cardenal Antonio Cañizares, entonces prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, proclamó a Nuestra Señora de Arabia Patrona de los Vicariatos y de toda la Península Arábiga.

 

La bendición de Pío XII

Aunque el título de Nuestra Señora de Arabia pueda parecer totalmente reciente, no es casual que la nueva catedral que supondrá un consuelo para los cristianos de Arabia. La devoción a esta advocación mariana comenzó en 1948, precisamente un 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada, cuando la pequeña capilla de Ahmadi, en Kuwait fue dedicada en su honor. La escultura de la Virgen que se colocó en el santuario kuwaití fue bendecida en el Vaticano en 1949 por el Papa Pío XII. Incluso esta capilla fue asociada a la basílica papal de Santa María la Mayor de Roma, otorgándola las mismas indulgencias.

 

 

El Papa Pío XII, mediante el decreto pontificio Regnum Mariae, fechado el 25 de enero de 1957, declaró a Nuestra Señora de Arabia, patrona principal del territorio y del vicariato apostólico de Kuwait.

Tras la petición del obispo Ballín y la aprobación del cardenal Cañizares, la solemnidad en su honor se celebra ahora el sábado anterior al segundo domingo del tiempo ordinario con el permiso para celebrarlo también el domingo.

 

El anuncio, en la festividad de Nuestra Señora de Lourdes

Pero todo fue a más cuando el rey de Bahréin cedió este terreno para la construcción de un templo. Esta decisión se transmitió oficialmente al obispo el 11 de febrero de 2013, precisamente Fiesta de Nuestra Señora de Lourdes. La noticia fue recibida con gran alegría y emoción por todos los fieles en nuestro Vicariato.

La reacción inmediata del vicario al escuchar la buena noticia fue agradecer a la Virgen por su intercesión milagrosa y decidió que la nueva Catedral estaría dedicada a Nuestra Señora de Arabia.

 

 

Cómo es la catedral

La catedral tendrá forma octogonal y su aforo será de 2.300 personas. En los cuatro rincones del templo, se encuentran la Capilla del Santísimo Sacramento (para 160 personas), la Capilla de Nuestra Señora de Arabia (también para 160 personas) y la Capilla de los Confesionarios. La cuarta esquina es para los ascensores de transporte hacia y desde la Catedral y la zona de estacionamiento subterráneo.

El edificio tiene un anexo de cinco pisos de altura. Están destinados a las actividades de la comunidad parroquial (salas para catecismo, varias reuniones de grupo, etc.) y la residencia y oficinas del obispo y sacerdotes a cargo de la catedral. También hay una casa de huéspedes para la formación en los pisos tercero y cuarto, y sedes de distintas organizaciones católicas. Además, la catedral tendrá un enorme patio abierto que puede albergar celebraciones de más de 6.000 personas.

 

 

Lo que sabemos con certeza de la Virgen María

¿Quién fue verdaderamente la Virgen?

El nacimiento de Jesús, que se celebra a partir del siglo III el 25 de diciembre y que representa a Jesús en el pesebre, rodeado de José y María, es uno de los temas más representados en el arte religioso occidental. Sin embargo, paradójicamente, la Natividad es, por parte de los evangelistas, un relato escueto.

Mateo se limita a decir que sucedió «en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes» y que, convocados por este, los magos fueron al lugar donde estaba «el niño con María, su madre» y, cayendo de rodillas, le adoraron (Mt 2, 1-12). Lucas, un poco más explícito, relata que el Niño vino al mundo durante un viaje que hizo José para empadronarse; al no encontrar alojamiento en Belén, María tuvo que dar a luz en condiciones precarias y recostar al niño «en un pesebre» (Lc 2, 1-7).

Miles de pinturas, dibujos y esculturas retratan, desde hace al menos dieciséis siglos, a María con su Hijo. Sin embargo, ignoramos el verdadero rostro de esta mujer, a pesar de que una tradición sostiene que el apóstol San Lucas pintó un icono de la Madre de Dios que, después, habría entregado a su discípulo Teófilo, y que la emperatriz Eudocia, viuda de Teodosio el Joven, en el siglo V, habría recuperado en Palestina: una copia de este icono se encuentra en la Basílica de Santa María la Mayor.

 

El icono Salus Populi Romani, al que guardan devoción todos los romanos, copia del que pudo pintar San Lucas.

 

Sin embargo, María no es un personaje de ficción: en el momento en que se demostró la existencia de Jesús, por definición, se demostró también la de su madre. Los hechos los conocemos por los Evangelios. Jesús nació en tiempos del rey Herodes el Grande, que murió en el 4 a.C. Dionisio El Exiguo (siglo V) fijó el inicio de nuestra era con un error de unos cuantos años con respecto a la cronología romana, por lo que la venida al mundo de Cristo tuvo lugar antes de esta fecha.

Ocho días después de su  nacimiento se le impuso el nombre de Jesús y fue circuncidado, conforme a la ley judía. Después, José y María, para escapar a la persecución de Herodes, que había ordenado matar a todos los niños de menos de dos años de Belén, huyeron a Egipto antes de volver a Galilea después de la muerte del rey.

 

Sabemos poco sobre la infancia de Jesús

De la infancia de Jesús, recordada sólo por Mateo y Lucas, no sabemos casi nada. Los cuatro Evangelios, en cambio, hablan sobre Juan Bautista, predicador popular que, instalado a orillas del Jordán en el año 27 de nuestra era, anuncia la llegada inminente del reino de Dios y da por signo el bautismo por inmersión en el río. Jesús es bautizado por Juan, que le reconoce como el mesías anunciado por los profetas y esperado por los judíos.

Hacia el año 28, al final de su estancia en el desierto, Jesús empieza su ministerio predicando en Galilea y en Judea, multiplicando los milagros. Su primer viaje a Jerusalén puede fecharse en la Pascua del año 28 (expulsión de los mercaderes del Templo). La multiplicación de los panes, según los exegetas, tuvo lugar un año más tarde, en el transcurso de la Pascua del año 29. En ese momento, la multitud quiere proclamarle rey de Israel y desencadenar la revuelta contras los romanos, que ocupan el país. Ante esta petición, Jesús responde que su reino «no es de este mundo». En compañía de sus discípulos, sube otras cuatro veces a Jerusalén. Los historiadores están de acuerdo en el hecho de que fue arrestado, juzgado y condenado a muerte en Jerusalén, durante la Pascua del año 30, bajo el reinado del emperador Tiberio y la administración romana del prefecto Poncio Pilato. La vida pública de Jesús duró tres años.

 

«Soy la esclava del Señor, hágase en  mí según tu palabra»

Respecto a María, en cambio, los Evangelios son de una gran discreción. Lucas cita doce veces su nombre, Mateo cinco y Marcos una sola vez. Juan, por su parte, la llama la «madre de Jesús». María –Myriam en hebreo o en arameo, Mariam o Maria en griego- aparece también en los Hechos de los Apóstoles, un libro del Nuevo Testamento atribuido generalmente a Lucas, como también en los apócrifos, escritos al inicio de la evangelización y a los que la Iglesia no les reconoce el estatuto canónico y cuyos autores no son reconocidos o realmente identificados, pero cuya antigüedad y autenticidad no son puestos en duda, lo que les da un valor histórico.

El Protoevangelio de Santiago, que data del siglo II, retoma relatos populares que no pueden ser descartados, procedentes de una sociedad en la que el conocimiento se transmitía de manera oral. Este texto relata que María nació de dos padres ancianos, Ana y Joaquín. Jean-Christian Petitfils recuerda que estos pertenecían al mismo clan davídico de José, el carpintero de Nazaret, considerado el heredero directo de la dinastía y al que dieron a su hija en matrimonio. En esa época, entre los judíos, el compromiso tenía carácter definitivo y obligaba a la fidelidad: la cohabitación sólo se permitía al cabo de un año, después del matrimonio. Ahora bien, María, una joven de 14 ó 15 años, había hecho, por razones religiosas, un voto de virginidad perpetua, y no sabemos si este voto era secreto.

En la escena de la Anunciación, Lucas describe la llamada que María, ya comprometida, recibe en Nazaret. El ángel Gabriel le anuncia el nacimiento de Jesús: «Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre». María se asombra, puesto que es virgen; el ángel responde: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti […] El Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios». María, entonces, asiente: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra» (Lc 1, 26-38). Más tarde, cuando va a visitar a su prima Isabel, embarazada del profeta Juan Bautista, su alegría estalla, en el episodio de la Visitación, en el canto del Magnificat: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humildad de su esclava» (Lc 1, 39-56).

José, mientras tanto, se entera del estado de su futura esposa, embarazada «antes de vivir juntos». Según el evangelista Mateo, este hombre «justo, que no quería difamarla, decidió repudiarla en privado». Sin embargo, José recibió la visita del ángel del Señor: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo» (Mt 1, 18-20). El humilde carpintero comprende así que el plan de Dios era que María tuviera un marido protector, y su hijo un padre que le alimentara.

El sueño de San José, de Giuseppe Bottani (1717-1784).

 

Lucas cuenta lo que sucede a continuación: el nacimiento de Juan Bautista, seguido, seis meses después, por el de Jesús y la llegada de los pastores, la circuncisión del niño en el octavo día, su presentación en el Templo cuarenta días después del parto y la profecía del anciano Simeón a María: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción -y a ti misma una espada te traspasará el alma-, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones» (Lc 2, 1-35).

 

María y Jesús en las bodas de Caná

En el silencio de Nazaret, María «conservaba todo esto en su corazón», escribe San Lucas (2, 51). Sólo de manera progresiva ella se dará cuenta del sentido de lo que custodiaba y meditaba, hasta llegar al Calvario, al que Simeón había aludido. Cuando Jesús crece, María comparte su vida con Él en Nazaret, en el taller de José. Cuando Él empieza su predicación, ella le acompaña en sus dos primeras subidas a Jerusalén. La invitan con Él a las bodas de Caná y es ella la que sugiere su primer signo, transformar el agua en vino. Ella está con Él en Jerusalén, durante la Pascua del año 30.

Y está a los pies de la Cruz cuando su Hijo, antes de morir, la confía a su discípulo Juan (Jn 19, 26-27). En Pentecostés, María está en la habitación de arriba, donde los discípulos, que forman la Iglesia naciente, reciben la efusión del Espíritu. El Nuevo Testamento no precisa cuándo ni cómo ella abandona este mundo, pero la tradición relata que vive el resto de su vida con el apóstol Juan, en Éfeso (actual Turquía), según ciertas fuentes que contradicen los datos arqueológicos, o lo más seguramente en Jerusalén.

El único título que María se da a sí misma dos veces (Lc 1, 38 y 48) es el de «esclava» o «sierva». Con humildad y sencillez, esta mujer pobre aceptó su misión: dar una existencia humana al hijo de Dios. Pero la Iglesia primitiva no le rendía culto. Según René Laurentin, las razones son la exclusividad del culto dado a Cristo, los prejuicios del ambiente que limitaban la actitud renovadora del cristianismo que, por medio del bautismo, iguala a los hombres y las mujeres, y la voluntad de no equiparar a la Virgen con las diosas paganas.

Fue, por lo tanto, a través de un largo trabajo de estructuración teológica, efectuado a partir de las Escrituras y de la Tradición, que la madre de Cristo ocupará su lugar en la religión cristiana. Venerada desde el siglo II, María es denominada, a partir del siglo III, la Theotokos, del griego theos, «dios», y tokos, «concepción»: la que ha concebido a Dios. Pero en el año 428, Nestorio, el patriarca de Constantinopla, se opone a este nombre con el pretexto de separar en Jesús la persona divina de la persona humana: María, a partir de entonces, sólo puede ser madre de la persona humana. En el 431, el concilio de Éfeso condena la doctrina de Nestorio -el nestorianismo- y confirma el título de Theotokos de María. En el año 451, el concilio de Calcedonia define la doble naturaleza de Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, engendrado por el Padre en virtud de su naturaleza divina y engendrado por María Theotokos en virtud de su naturaleza humana.

 

Para la Iglesia católica, María ha nacido sin pecado original

A partir del siglo XI, con el apelativo de «Nuestra Señora», la figura de María se impone en la Iglesia de Occidente. La mariología, disciplina teológica de pleno derecho, llena las bibliotecas con tratados llenos de sabiduría. En 1854, el Papa Pío IX proclama el dogma de la Inmaculada Concepción. Este, contrariamente al error que se comete habitualmente, no tiene nada que ver con el nacimiento de Jesús, sino que afirma que la Virgen, por una gracia única, ha sido preservada del pecado original.

Madre de Cristo, Virgen y Santa, María, por medio de su fiat, signo espontáneo de obediencia a Dios, ejerce un papel en la economía de la salvación, porque es por medio de ella que el Salvador vino a estar entre los hombres. Los escritos de los Padres de la Iglesia, los textos litúrgicos, los documentos pontificios o la devoción popular le atribuyen cientos de títulos y dignidades: Templo de Dios y Puerta del Cielo, Arca que ha llevado a Dios en ella, Hija de Sión, Reina de los apóstoles, Reina de los cielos, Reina de prodigios, Nueva Eva, Madre de Dios, Santa Madre, etc.

Según la Iglesia, María, madre de Cristo, permaneció virgen en razón de la dignidad de su misión y de su lugar cerca de su Hijo en la obra de la Redención. ¿Cómo habría podido tener otros hijos? Los «hermanos de Jesús» nombrados por el Evangelio son, en realidad, primos, parientes cuyas madres no se confunden, por cierto, con María de Nazaret. Los primeros cristianos, en consecuencia, nunca dudaron que María de Nazaret fuera la madre de Dios, y tampoco dudaron de su virginidad.

Siguiendo su ejemplo, la Iglesia nunca ha dejado de afirmar que María era virgen antes y después del nacimiento de Cristo, porque esta mujer «muy santa y muy pura carnal y espiritualmente, fue concebida por Dios para que diera a luz a un solo hijo, el suyo», observa Jean-Christian Petitfils, hablando aquí como cristiano. Pero, hablando como historiador, subraya que no sólo «la concepción virginal era tan poco creíble ayer como hoy», sino que además «iba contracorriente con el contexto cultural del Antiguo Testamento, en el que la virginidad era percibida de manera negativa».

Y Petitfils añade: «Mateo y Lucas, lejos de haber inventado la idea de la concepción original, la heredaron de relatos anteriores, orales o escritos», lo que demuestra la fuerza de esta versión de los hechos, «más bochornosa que alentadora en el contexto judío del momento».

La concepción virginal de Jesús, ¿mito o verdad histórica? Respondiendo a esta pregunta, Joseph Ratzinger observa que el parto de la Virgen y la resurrección de Jesús son ambos «un escándalo para el espíritu moderno» porque se le permite a Dios actuar «en las ideas y los pensamientos, en la esfera espiritual, pero no en la materia». Ahora bien, añade el Papa teólogo, «si Dios no tiene poder también sobre la materia, entonces no es Dios», observación que le permite concluir que «la concepción y el nacimiento de Jesús de la Virgen María son un elemento fundamental de nuestra fe» (La infancia de Jesús, págs. 62-63).

 

La muerte de María es un misterio

Otro misterio para el espíritu moderno: no sabemos nada del final de María, que pudo ser enterrada en Getsemaní, en el valle de Cedrón, en Jerusalén. Para recordar su final glorioso y su paso a la vida celeste los católicos hablan de Asunción, los ortodoxos de Dormición. Ambas fórmulas tienen significados teológicos cercanos, que implican que el cuerpo de María, preservado de la corrupción, fue elevado al cielo. Citada desde el siglo II, erigida en dogma por Pío XII en 1950, la tradición de la Asunción se vincula a este hecho histórico: en ningún momento, ni siquiera en la Edad Media cristiana, que produjo miles de falsas reliquias, se ha venerado una reliquia corporal de María.

La Dormición de la Virgen, en la catedral de Valencia. 

 

Sin duda alguna, la madre de Jesús suscitó pronto un fervor y unos excesos que llevaron a un discernimiento crítico. En reacción a estos excesos, el protestantismo tuvo un enfoque más reservado hacia María, aunque tanto Lutero como Calvino reconocen en ella «la que engendró a Dios». En el siglo XX el teólogo Karl Barth se esforzó en rehabilitar a María en el contexto de la Reforma. En el islam, en cambio, la veneración hacia María no es hacia la madre de Dios, sino hacia la madre de Issa (Jesús), que es un simple profeta.

De las 2400 apariciones de la Virgen documentadas por los historiadores, sólo una pequeñísima parte ha sido oficialmente reconocida por la Iglesia. Entre ella, destacan Guadalupe en México, Lourdes en Francia, Fátima en Portugal, Zeitoun en Egipto o Kibeho en Ruanda. Las apariciones marianas no son un dogma de fe -ningún cristiano está obligado a creer en ellas-, pero alimentan de hecho una piedad popular que atraviesa los siglos y las fronteras.

La atracción de María es tal que está presente no sólo en la oración de los cristianos, sino a veces en la de quienes han perdido la fe, como nos recuerda el poeta, muerto hace cien años, Guillaume Apollinaire (1880-1918, “Prière”, en Le Guetteur mélancolique):

Cuando era un niño pequeño

mi madre solo me vestía de azul y blanco.

Oh, Santa Virgen,

¿me amas todavía?

Yo estoy seguro de que te amaré

hasta la muerte.

Pero ahora todo ha acabado.

No creo ni en el cielo ni en el infierno.

Ya no creo, ya no creo.

El marinero que se salvó

por no haberse olvidado nunca

de decir cada día un Avemaría

se parecía a mí, se parecía a mí.

 

 

El historiador Jean Sévillia explora en este artículo

todo lo que se sabe con certeza de la vida de la Virgen María.

 

El relato bíblico de la Natividad contiene numerosas referencias históricas y descripciones de lugares y costumbres específicas que coinciden con lo que sabemos de esa época

Cada año durante las fiestas de Navidad vuelven las mismas preguntas sobre la autenticidad de lo narrado por los evangelios. Quizás porque la Navidad se ha secularizado enormemente en Occidente (o quizás debido a su asociación con el ficticio Santa Claus), muchas personas miran la Navidad como una historia igual de ficticia.

Después de todo, sin fe es difícil aceptar la visión de los ángeles que tuvieron los pastores, los Reyes que recorrieron tan larga distancia para visitar a un bebé y el parto de una virgen.

Aunque a muchos les gustaría descartar la validez de los relatos evangélicos de la Natividad, probablemente no se dan cuenta de que los dos registros más antiguos del nacimiento de Cristo proceden de fuentes fiables.

Mateo pasó años siguiendo a Cristo y disfrutó de una experiencia en primera persona de las historias, y Lucas fue un historiador que investigó cuidadosamente las declaraciones de los apóstoles hablando con personas que estuvieron presentes en los acontecimientos.

El relato bíblico de la Natividad contiene numerosas conexiones históricas y descripciones de lugares y costumbres concretas que coinciden con lo que se sabe de aquella época. El pastor Bryan Windle de la iglesia  Island Bible Chapel, cree que es posible determinar la credibilidad de la historia de Navidad examinando estas conexiones, junto con las pruebas arqueológicas de las regiones donde tuvo lugar la Natividad.

 

La existencia de Nazaret

Un argumento común contra la historia de la Natividad es que Nazaret no existió en el siglo I como la describe la Biblia. Este fue el tema del libro de René Salm, The Myth of Nazareth, The Invented Town of Jesus [El mito de Nazaret, el pueblo inventado de Jesús]. Para ser justos con Salm, había muy poca evidencia arqueológica de la Nazaret del siglo I cuando escribió el libro.

Sin embargo, excavaciones arqueológicas recientes han apoyado el registro bíblico, ya que ahora tenemos abundantes pruebas que avalan la presencia judía en el lugar en el siglo I.  Las excavaciones arqueológicas han descubierto silos de almacenamiento y cisternas de tiempos de Jesús, además de dos “casas con patio” del siglo I, una con puertas y ventanas todavía intactas.

Windle señala que el doctor Ken Dark, arqueólogo jefe del proyecto, ha presentado pruebas de una antigua veneración cristiana en el lugar, sugiriendo que podría haber sido el hogar de la infancia de Jesús.

 

El censo en Belén

En Lucas 2,1-4, César Augusto emite un decreto para realizar un censo nacional, el primero de su tiempo, siendo Quirino gobernador de Siria. Dos de estos puntos se han discutido: que no hubo ningún censo realizado en tiempos del nacimiento de Cristo (poco antes de la muerte del rey Herodes), y que Quirino no fue gobernador de Siria por entonces.

El problema se debe sobre todo a un error de imprenta en 1544 en la copia de una crónica del historiador judeo-romano Josefo, que luego se repitió en posteriores manuscritos, sugiriendo la muerte de Herodes en el siglo IV a.C. En un examen reciente de los manuscritos de Josefo de la Biblioteca Británica y la Biblioteca del Congreso de EE.UU., todos los 29 manuscritos fechados antes del 1544 señalan la muerte de Herodes en el I a.C.

El doctor Andrew Steinmann, distinguido profesor de Teología y Hebreo de la Concordia University Chicago, ha rastreado la muerte de Herodes hasta la fecha del eclipse lunar total del 10 de enero del I a.C., y el nacimiento de Jesús en torno al III-II a.C. Además, otros registros romanos muestran que, en efecto, Quirino fue gobernador de Judea durante el censo realizado en el III a.C.

 

El nacimiento de Jesús en un establo

La basílica de la Natividad es un lugar popular de peregrinación durante la temporada navideña. Construida sobre una cueva en el 326 d.C., muchos creen que señala el lugar donde Cristo nació en un establo. Sin embargo, en ningún lugar del Evangelio se lee que naciera en un establo o un granero.

Lucas solamente dice que colocaron a Jesús en un pesebre y que no había más espacio en la posada. Cuando la gente escucha pesebre, de inmediato piensa en un establo, pero muchas casas de entonces disponían de pesebres dentro de la vivienda. Los arqueólogos han encontrado pesebres permanentes de piedra dentro de viviendas del siglo I que servían para alimentar a los animales destinados a sacrificio.

Es más, el arqueólogo Gary Byers ha señalado que la palabra que Lucas usa para “posada” es la palabra griega kataluma, una palabra que únicamente se emplea en otro lugar del Nuevo Testamento: en la historia de la Última Cena, donde se aclara mejor su traducción como “habitación de invitados” o “habitación superior”.

Si Lucas hubiera querido transmitir que se encontraban en una posada, habría empleado la palabra pandocheion, como hace en la historia del Buen Samaritano que lleva al hombre herido a un “albergue” o “posada” para viajeros.

Era habitual que en las casas de tiempos de Jesús hubiera habitaciones para invitados o una habitación libre arriba y, ya que se estaba realizando un censo entonces, parece razonable que muchos miembros de la familia hubieran vuelto a su hogar familiar, cosa que explicaría que no hubiera sitio para la Sagrada Familia.

Es probable que María y José estuvieran en una zona que sirviera de establo dentro de los límites de la vivienda, como una cueva, ya que las demás habitaciones ya se encontrarían ocupadas.

 

La visita de los pastores

Un poco más al norte de Belén había un lugar conocido como Migdal Eder, “la torre del rebaño”. Aunque la ubicación exacta se ha perdido, sabemos que se trataba de un lugar donde algunos pastores atendían a rebaños especiales destinados para sacrificio en el Templo. En Miqueas 4,8, hay una mención al lugar como “Torre del Rebaño”, curiosamente unas pocas líneas antes de profetizar el nacimiento del Mesías en Belén.

Por supuesto, no hay nada que confirme que los pastores que visitaron al Niño Jesús venían de aquí. Es probable que hubiera pastores cuidando de corderos pascuales la noche del nacimiento de Cristo. Entonces, parecería apropiado que los ángeles visitaran a los pastores para avisarles de la venida del Cordero Pascual definitivo.

 

La presentación de Cristo en el Templo

“Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: ‘Todo varón primogénito será consagrado al Señor’. También debían ofrecer un sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor”. (Lc 2:22)

El relato de la consagración de Cristo nos enseña dos cosas de la Sagrada Familia. Primero, que la Sagrada Familia era devota y respetaban cuidadosamente la ley. Segundo, que eran pobres, ya que Levítico 12,6 nos cuenta que el sacrificio de la purificación es un cordero de un año o, cuando la familia no podía permitirse un cordero, sacrificaba un pichón o una torcaza.

 

La visita de los Reyes Magos

En general se desconoce quiénes eran exactamente los “tres Reyes Magos” o los “tres sabios”. Mateo los describió con la palabra magoi, plural de magos, o magus. El diccionario de griego Thayer’s Greek Dictionary define magus como “el nombre dado por babilonios (caldeos), medes, persas y otros a los sabios, maestros, sacerdotes, médicos, astrólogos, videntes, intérpretes de sueños, augures, adivinos, hechiceros, etc.”.

Los magos que visitaron a Jesús debieron haber estudiado las Escrituras judías, ya que reconocieron las señales de varias profecías:

“Una estrella se alza desde Jacob, un cetro surge de Israel”. (Nm 24,17)

“Y tú, Belén Efratá, tan pequeña entre los clanes de Judá, de ti me nacerá el que debe gobernar a Israel: sus orígenes se remontan al pasado, a un tiempo inmemorial”. (Mi 5,1)

Contrariamente a la representación popular, los Reyes Magos no habrían estado allí para adorar al niño Jesús en la noche de la Natividad. Mateo usa la palabra griega paidion, que significa niño o niño pequeño, para describir a Jesús, no la palabra bebé.

El hecho de que Herodes estuviera matando a niños pequeños de dos años o menos, una decisión que tomó tras la información que recibió cuando los Reyes Magos vinieron en busca del Rey que acababa de nacer, sugiere que Jesús probablemente era un niño pequeño y no un recién nacido cuando llegaron los Reyes Magos.

Tampoco hay certeza de que fueran tres. Los Reyes Magos son representados como tres porque trajeron tres regalos: oro, incienso y mirra.

La descripción bíblica de la Natividad está rodeada de corroboración histórica. Aunque ninguna de estas conexiones demuestra de forma definitiva los eventos de la primera Navidad, sí demuestran que la Biblia es históricamente fiable. El resto depende de la fe.

Aleteia

Ya hace dos años se había identificado el recorrido ideal de peregrinación de la Huída a Egipto

24 miembros del Parlamento egipcio han prometido su compromiso político e institucional para poner en marcha el “Proyecto Sagrada Familia” y hacer de Egipto un lugar de peregrinación para los cristianos de todo el mundo.

La crisis económica que está golpeando Egipto interpela a todas las comunidades de emigrantes de origen egipcio de todo el mundo. Y entre los recursos en los que centrarse también está la promoción del turismo, que se ha visto socavado por los ataques terroristas y la violencia sectaria, centrándose no sólo en las pirámides y centros turísticos del Mar Rojo, sino también en las peregrinaciones a lo largo del Camino de la Sagrada Familia la ruta de los lugares que según las antiguas tradiciones habrían visto el paso de José, María y el niño Jesús durante su exilio en tierras egipcias.

 


La idea fue lanzada el martes 20 de septiembre, en los Estados Unidos, durante la Conferencia Económica de Nueva Jersey, organizado por la Coptic American Association. En la reunión, junto con muchos representantes de la diáspora copta en los EE.UU., estaban presentes 24 miembros del Parlamento egipcio, que han prometido su compromiso político e institucional para facilitar la aplicación concreta del “Proyecto Sagrada Familia” y hacer de Egipto un lugar de peregrinación para proponerlo especialmente a los cristianos de todo el mundo. Según los partidarios de la iniciativa, la valorización turística del “Camino de la Sagrada Familia” podría aumentar la cuota anual de turistas en Egipto, al menos de un millón de unidades, con peregrinaciones concentradas especialmente en el periodo de Navidad.

El llamamiento a preparar itinerarios que recorran el camino realizado por la Sagrada Familia durante su exilio en Egipto reaparece periódicamente en las iniciativas encaminadas a ampliar el sector turístico de la economía egipcia. Ya hace dos años se había identificado el recorrido ideal de peregrinación siguiendo los pasos de la Sagrada Familia en Egipto, que podría comenzar desde la ciudad de Al-Arish, al norte del Sinaí, para dirigirse después hacia el delta y Wadi Natrun, llegando a Assiut y al Monasterio de la Virgen María, conocido como Monasterio de Al-Muharraq.

 

http://www.fides.org

La Navidad en el cine: El recuerdo de Belén en la vida de la Virgen

La Virgen guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón” (Lc 2, 19).

Todos los sucesos de la infancia de Jesús fueron, para su Madre, tema constante de meditación. Y el de Belén, más que ningún otro.

Fuente: Alfonso Méndiz, Jesucristo en el cine

 

Ésta es la idea que han querido reflejar dos filmes de muy variada orientación: mostrar al espectador hasta qué punto estuvo presente el recuerdo de Belén en la memoria de María.

En “El hombre que hacía milagros” (1999), el relato arranca cuando Jesús adulto, al regreso de un día de trabajo, comunica a su Madre que va a comenzar la obra que le encargó su Padre. Sin poder evitarlo, María recuerda dos escenas de la infancia de su Hijo en que esas mismas palabras sonaron en sus oídos.

 

La primera es cuando se perdió en el Templo y le buscaron durante tres días. “¿Por qué me buscabais? –responde Jesús- ¿No sabíais que debo dedicarme a las obras de mi Padre?”. La segunda es la escena de Belén y la llegada de los Magos, que señalaba inequívocamente unos planes de Dios que el Niño venía a cumplir. Ahora, cuando está a punto de iniciar su vida pública, María recuerda todas esas cosas que guardaba en su corazón.

Un recuerdo similar de lo acontecido en Belén es lo que vemos en la miniserie Jesús (1999). El Señor ha regresado de los 40 días en el desierto y la Virgen se apresta a cuidarle para que se reponga. Después de tres días durmiendo, Jesús despierta y refiere a su Madre el sueño que ha tenido, en el que aparecía José. Ese recuerdo conmueve a María.

Ella se dirige entonces a la ventana y ve a dos jóvenes –Juan y Andrés- que le aguardan fuera. “¿Qué quieren?”, pregunta. Y Jesús responde: “Ser mis seguidores. ¡Ja! Puede que no esté preparado, Madre”. Ante esta respuesta de tono irónico, María saca un pequeño cofre que tenía bien guardado: allí están, cubiertos con un paño, los regalos que trajeron los Magos.
Recuerda a Jesús su llegada a Belén para adorarle, y comenta (evidenciando que ha meditado muchas veces esa escena): “Aquellos hombres no hubieran hecho un largo viaje siguiendo a aquella estrella si la Voluntad de Dios no les hubiera guiado”.

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Fuente: Alfonso Méndiz, Jesucristo en el cine

“Ya es hora de que despertéis del sueño… el día está cerca”

En el primer volumen de su obra “la Belleza en la Palabra” (San Paolo, 2007), Timothy Verdon comenta –entre muchos– un cuadro de Georges de la Tour (discípulo de Caravaggio): “Sueño de San José”. Pintado alrededor de 1640, se encuentra hoy en el museo  de Bellas Artes de Nantes.

La edad avanzada de José suele ser un recurso piadoso para excluir la paternidad física de Jesús, pero aquí representa además la historia de la salvación, que hace del Mesías un “hijo de David”, en el que confluyen las esperanzas de Israel. Por último, el nombre de José evoca aquél otro José, hijo de Jacob, a quien sus hermanos llamaban el “soñador” (también él mismo intérprete de sueños, Gn. 37 y 40). Nuestro anciano se hace, pues, exponente de una antigua tradición. Se apoya sobre su mano derecha, el codo doblado sobre la mesa, mientras que con la izquierda sostiene la Biblia en sus rodillas. Lo alumbra suavemente una candela.

La candela puede verse como la acción del Espíritu Santo que inspiró las Escrituras y ahora ilumina el corazón de José. El carpintero de Nazaret no sólo “pensaba” en qué debía hacer respecto a María, sino que –como se ve aquí– escrutaba los textos sagrados, y así lo sugiere el Evangelio del día: “Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que dijo el Señor…” (Mt 1, 22s). No en vano el ángel le dice: “le pondrás por nombre Jesús” (es decir, salvador), lo que para un judío significa: tú serás conocido como su padre.

Ante José está el ángel, cuyo rostro queda poderosamente iluminado desde el mismo foco. Su mano izquierda tiene la palma hacia arriba, como indicando: “Levántate…”. El brazo derecho se extiende tapando en parte la luz y alargando su mano hasta casi aferrar la muñeca de José, sobre la que se apoya su sueño. La voluntad de Dios, que el ángel viene a comunicarle no está, en efecto, solo en las Escrituras, sino también ahora, en esta llamada directa que “toca” a José y le parece decir: “Fíate de Dios y haz lo que te digo”. Así lo hizo José inmediatamente (Mc 1 , 24), convirtiéndose en figura de la “obediencia de la fe”, de que habla San Pablo.

Y todo ello nos reenvía a uno de los textos con que la liturgia abre el Adviento: “Ya es hora de que despertéis del sueño… La noche está avanzada, el día está cerca” (Rm 13, 12). Se acerca el día de Cristo, luz del mundo.

La Navidad es la luz que puede hacernos salir de nuestro sueño, para hacer lo que Dios “quiere necesitar” de nosotros, con el fin de ayudar a los demás. Por eso son muy adecuados los “gestos” del Papa durante la Navidad: acoger a Jesús en la persona de los niños y enfermos, los pobres y “sin techo”.

Si todos los cristianos hiciéramos esto –lo que se puede realizar de modos diversos–, mostraríamos que es verdad lo que nuestra fe afirma: que la Navidad es presente, se da de nuevo en el mundo. Que recibir a Dios se traduce necesariamente en recibir a los demás.

El sueño de José puede hacerse realidad también hoy. Dejar nacer a Dios, de una manera completa, realista y concreta, en nuestra vida. Así podemos colaborar con los “sueños” de Dios, que anteceden, inspiran, cumplen y superan siempre nuestros mejores sueños.

Lo ha dicho Benedicto XVI a los representantes de Tirol del Sur, que regalaron el árbol de Navidad para la plaza de San Pedro (17-XII-2010): “El árbol de Navidad enriquece el valor simbólico del belén, que es un mensaje de fraternidad y de amistad; una invitación a la unidad y a la paz; una invitación a dejar sitio, en nuestra vida y en la sociedad, a Dios, el cual nos ofrece su amor omnipotente a través de la frágil figura de un Niño, porque quiere que respondamos libremente a su amor con nuestro amor”.
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La Estrella de los Magos

La Estrella de los Magos pudo ser una conjunción planetaria de Júpiter y Saturno; si no estamos equivocados en los cálculos, pudo muy bien darse en los años 6/7 antes de nuestra era, es decir, en los que la investigación muestra que nació Jesús.

Autor: Vicente Balaguer

 

La estrella de los magos pudo ser una conjunción planetaria entre Jupiter y Saturno

La estrella de Oriente se menciona en el evangelio de San Mateo. Unos magos preguntan en Jerusalén: “Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle” (Mt 2,2).

Los dos capítulos iniciales de los evangelios de San Mateo y San Lucas narran algunas escenas de la infancia de Jesús, por lo que se suelen denominar “evangelios de la infancia”. La estrella aparece en el “evangelio de la infancia” San Mateo.

Los evangelios de la infancia tienen un carácter ligeramente distinto al resto del evangelio. Por eso están llenos de evocaciones a textos del Antiguo Testamento que hacen los gestos enormemente significativos.

En este sentido, su historicidad no se puede examinar de la misma manera que la del resto de los episodios evangélicos. Dentro de los evangelios de la infancia, hay diferencias: el de San Lucas es el primer capítulo del evangelio, pero en San Mateo es como un resumen de los contenidos del texto entero.

El pasaje de los Magos (Mt 2,1-12) muestra que unos gentiles, que no pertenecen al pueblo de Israel: descubren la revelación de Dios a través de su estudio y sus conocimientos humanos (las estrellas), pero no llegan a la plenitud de la verdad más que a través de las Escrituras de Israel.

En tiempos de la composición del evangelio era relativamente normal la creencia de que el nacimiento de alguien importante o algún acontecimiento relevante se anunciaba con un prodigio en el firmamento. De esa creencia participaban el mundo pagano (cfr Suetonio, Vida de los Césares, Augusto, 94; Cicerón, De Divinatione 1,23,47; etc.) y el judío (Flavio Josefo, La Guerra de los Judíos, 5,3,310-312; 6,3,289). Además, el libro de los Números (caps. 22-24) recogía un oráculo en el que se decía: “De Jacob viene una estrella, en Israel se ha levantado un cetro” (Nm 24,17). Este pasaje se interpretaba como un oráculo de salvación, sobre el Mesías. En estas condiciones, ofrecen el contexto adecuado para entender el signo de la estrella.

 

¿Qué pudo ser la Estrella?

La exégesis moderna se ha preguntado qué fenómeno natural pudo ocurrir en el firmamento que fuera interpretado por los hombres de aquel tiempo como extraordinario. Las hipótesis que se han dado son sobre todo tres:

1) ya Kepler (s. XVII) habló de una estrella nueva, una supernova: se trata de una estrella muy distante en la que tiene lugar una explosión de modo que, durante unas semanas, tiene más luz y es perceptible desde la tierra

2) un cometa, pues los cometas siguen un recorrido regular, pero elíptico, alrededor del sol: en la parte más distante de su órbita no son perceptibles desde la tierra, pero si están cercanos pueden verse durante un tiempo. También esta descripción coincide con lo que se señala en el relato de Mateo, pero la aparición de los cometas conocidos que se ven desde la tierra no encaja en las fechas con la estrella

3) Una conjunción planetaria de Júpiter y Saturno. También Kepler llamó la atención sobre este fenómeno periódico, que, si no estamos equivocados en los cálculos, pudo muy bien darse en los años 6/7 antes de nuestra era, es decir, en los que la investigación muestra que nació Jesús.

 

Bibliografía: A. Puig, Jesús. Una biografía, Destino, Barcelona 2005; S. Muñoz Iglesias, Los evangelios de la infancia. IV, BAC, Madrid 1990; J. Danielou, Los evangelios de la infancia, Herder, Barcelona 1969 

 

 

Concluye el desminado de iglesias alrededor del lugar del bautismo de Jesús

El Ministerio de Defensa israelí ha desminado varios templos situados en Cisjordania, cerca del lugar del bautismo de Jesús del río Jordán.

El terreno llevaba cerrado por motivos de seguridad desde 1967, cuando a consecuencia de la Guerra de los Seis Días quedaron llenos de minas y proyectiles no explotados que sembró Israel para proteger la frontera con Jordania de la penetración de milicianos palestinos.

“Fue una dura zona de batalla”, dijo Reuvén Weisman, de la Autoridad Nacional de Acción contra Minas de Israel (INMAA), que ha coordinado a las 50 personas que realizan el desminado junto con Halo Trust, la mayor organización de desactivación de minas del mundo, y la empresa de supervisión israelí 4CI, según informa Efe.

Un momento del desminado, cerca de un templo etíope en Qasr al Yahud, en territorio palestino de Cisjordania. Foto: AFP/M. Kahana.

 

Los trabajos comenzaron en marzo y se han completado en torno a los monasterios greco-ortodoxo, franciscano y etíope. Se sigue ahora con el de la iglesia ortodoxa rusa, y posteriormente con lugares de culto de los armenios, coptos, rumanos y sirios. Según el director de la INMAA, el objetivo es completar el desminado de todo el terrenos a finales de 2019 para que en 2020 “las propiedades sean devueltas a las respectivas iglesias para que reformen los edificios y puedan volver a recibir peregrinos“.

El área desminada se sitúa en Qasr al Yahud, a unos 10 kilómetros al este de Jericó, y cubre una superficie desértica de un millón de metros cuadrados, en la que hay un total de ocho templos.

Proyectiles de mortero y otros explosivos encontrados durante el desminado. Foto: AFP/M. Kahana

 

Israel ha habilitado parte de este área ocupada de Cisjordania como parque nacional, y según Aviv el número de peregrinos que visitaron el lugar para bañarse en el río Jordán ascendió a 800.000 personas este año. Aviv pronostica que esta cantidad se incrementará cuando las iglesias rehabiliten los edificios de culto y los fieles tengan acceso a todos ellos.

Por Fundación Tierra Santa

Obispo de Cesarea y Doctor de la Iglesia

San Basilio, obispo y Dóctor de la Iglesia, es maestro de vida para los cristianos de hoy. Nació en torno al año 330 en el seno de una familia de santos (tres de sus nueve hermanos son santos). Antes de ser elegido obispo abrazó la vida monacal, creando « un monaquismo muy particular: no estaba cerrado a la comunidad de la Iglesia local, sino abierto a ella».

Combatió el arrianismo; escribió muchas e importantes obras y, principalmente, reglas monásticas, por las que se rigen aún muchos monjes orientales; ayudó en gran manera a los pobres. Murió el día 1 de enero del año 379


Intervención de Benedicto XVI en la que presentó la figura de san basilio

El Papa presenta la herencia del gran padre de la Iglesia

CIUDAD DEL VATICANO,-

Si bien San Basilio, obispo de Cesarea de Capadocia, en la actual Turquía, falleció en el año 379, sigue siendo hoy un maestro de vida cristiana, considera Benedicto XVI.

A este gran padre de la Iglesia dedicó su intervención durante la semanal audiencia general, del miércoles 4 julio 2007, en la que participaron doce mil peregrinos, primero en la Basílica de San Pedro del Vaticano y luego en el Aula Pablo VI.

«Fue un hombre que vivió verdaderamente con la mirada puesta en Cristo, un hombre del amor por el prójimo», dijo el Papa al concluir su meditación.

«Lleno de la esperanza y de la alegría de la fe, Basilio nos muestra cómo ser realmente cristianos», añadió.

El obispo de Roma releyó el programa de vida que el mismo Basilio había adoptado: «apóstol y ministro de Cristo, dispensador de los misterios de Dios, heraldo del reino, modelo y regla de piedad, ojo del cuerpo de la Iglesia, pastor de las ovejas de Cristo, médico piadoso, padre y nodriza, cooperador de Dios, agricultor de Dios, constructor del templo de Dios».

«Este es el programa que el santo obispo entrega a los heraldos de la Palabra, tanto ayer como hoy, un programa que él mismo se comprometió por vivir generosamente».

Basilio nació en torno al año 330 en el seno de una familia de santos (tres de sus nueve hermanos son santos). Antes de ser elegido obispo abrazó la vida monacal, creando « un monaquismo muy particular: no estaba cerrado a la comunidad de la Iglesia local, sino abierto a ella».

«Sus monjes formaban parte de la Iglesia local, eran su núcleo animador que, precediendo a los demás fieles en el seguimiento de Cristo y no sólo de la fe, mostraba su firme adhesión a Él, el amor por Él, sobre todo en las obras de caridad».

«Estos monjes, que tenían escuelas y hospitales, estaban al servicio de los pobres y de este modo mostraron la vida cristiana de una manera completa», explicó Benedicto XVI.

«Como obispo y pastor de su extendida diócesis --siguió recordando--, Basilio se preocupó constantemente por las difíciles condiciones materiales en las que vivían los fieles; denunció con firmeza el mal; se comprometió con los pobres y los marginados; intervino ante los gobernantes para aliviar los sufrimientos de la población, sobre todo en momentos de calamidad; veló por la libertad de la Iglesia, enfrentándose a los potentes para defender el derecho de profesar la verdadera fe».

San Basilio

«Dio testimonio de Dios, que es amor y caridad, con la construcción de varios hospicios para necesitados, una especie de ciudad de la misericordia, que tomó su nombre “Basiliade”. En ella hunden sus raíces las los modernos hospitales para la atención de los enfermos», indicó.

«En su amor por Cristo y su Evangelio», dijo el pontífice, este padre de la Iglesia «se comprometió también por sanar las divisiones dentro de la Iglesia, tratando siempre de que todos se convirtieran a Cristo y a su Palabra, fuerza unificadora, a la que todos los creyentes tienen que obedecer».

Ha sido la última audiencia general antes de las vacaciones veraniegas de Benedicto XVI que este año pasará en Lorenzago di Cadore, en los Dolomitas del norte de Italia, del 9 al 27 de julio.

 

+ Info:  San Basilio - Presentado por Benedicto XVI

 

 

 

 

San Gregorio Nacianceno

San Gregorio (330-390) nació en Nacianzo, en Capadocia (actual Turquía).  Amigo de san Basilio, con quien participó en la vida monástica. Fue patriarca de Constantinopla y gobernó también la iglesia de Nacianzo, aunque acabó retirándose a su ciudad natal. Llamado "el teólogo" por su profundo espíritu contemplativo. Doctor de la Iglesia.

No existe humanismo sin Dios, dice el Papa Benedicto XVI

CIUDAD DEL VATICANO,

Al dedicar la catequesis del miércoles, 8 agosto 2007 a la figura de San Gregorio Nacianceno, el Papa Benedicto XVI destacó que sin Dios no existe verdadero humanismo.

El Pontífice, que se trasladó en helicóptero desde su residencia de verano de Castelgandolfo para la audiencia realizada en el Aula Pablo VI, describió a este santo de la región de Capadocia como un “ilustre teólogo, orador y defensor de la fe cristiana en el siglo IV”; “célebre por su elocuencia” que tuvo “como poeta, un alma fina y sensible”.

El Santo Padre destacó también la amistad de Gregorio –nacido alrededor del 330- con San Basilio, con quien compitió “no para ver quién era el primero, sino quién permitía al otro serlo”.

Luego de recibir el bautismo, Gregorio se proyectó –explicó el Papa- hacia la vida monástica, un deseo que quedó plasmado en uno de sus escritos, citado por Benedicto XVI: “no ocuparse más de las cosas humanas, salvo de aquellas estrictamente necesarias; hablar consigo mismo y con Dios, llevar una vida que trascienda las cosas visibles; llevar en el alma las imágnes divinas siempre puras, sin mezcla de formas terrenas y erróneas; ser verdaderamente un espejo inmaculado de Dios y de las cosas divinas, y serlo cada vez más...”.

El Santo Padre recordó que San Gregorio Nacianceno, sin embargo, recibió el sacerdocio “con cierta resistencia “porque sabía que debería hacer de pastor, ocuparse de los otros, de sus cosas, y por tanto ya no tan recogido en la pura meditación: sin embargo él aceptó esta vocación y asumió el ministerio pastoral en plena obediencia, aceptando, como frecuentemente le sucedió en la vida, el ser llevado por la Providencia allí donde no quería ir”; y fue así como terminó siendo nombrado Obispo de Sasima, aunque residió en Nacianzo.

“Hacia el 379”, recordó el Papa, “Gregorio fue llamado a Constantinopla, la capital, para guiar a la pequeña comunidad católica fiel al Concilio de Nicea y a la fe trinitaria. La mayoría se adhería en cambio al arrianismo, que era ‘políticamente correcto’ y considerado políticamente útil a los emperadores”.

“Así –prosiguió el Santo Padre- se encontró en condiciones de minoría, rodeado de hostilidad. En la pequeña iglesia de la Anastasis, pronunció cinco discursos teológicos precisamente para defender y hacer inteligible la fe trinitaria”.

Benedicto XVI recordó que por la brillantez y sencillez de estos discursos, recibió el apelativo de “teólogo”, título que aún conserva en la iglesia ortodoxa: “el teólogo”.

Esta teología “no es fruto de complicadas especulaciones, sino que deriva de una vida de oración y de santidad, de un diálogo asiduo con Dios”.

“Y es precisamente así como hace aparecer a nuestra razón la realidad de Dios, el misterio trinitario. En el silencio contemplativo, transido de estupor frente a las maravillas del misterio revelado, el alma acoge la belleza y la gloria divina”, agregó el Papa.

 Luego de relatar los dolorosos conflictos que lo llevaron a la dimisión del puesto de Obispo de Constantinopla, el Papa recordó el retiro de Gregorio a Arianzo, su tierra natal, donde se dedicó al estudio y a la vida ascética; un período en el que “compuso la mayor parte de su obra poética, sobre todo autobiográfica”.

El Papa describió finalmente a Gregorio como “un hombre quenos hace sentir la primacía de Cristo y por tanto nos habla también a nosotros, a este mundo nuestro: sin Dios el hombre pierde su grandeza, sin Dios no existe verdadero humanismo”.

“Escuchemos por tanto esta voz y busquemos conocer también nosotros el rostro de Dios”, concluyó.

+ info : obras y vida de San Gregorio Nacianceno

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