Ya hace dos años se había identificado el recorrido ideal de peregrinación de la Huída a Egipto

24 miembros del Parlamento egipcio han prometido su compromiso político e institucional para poner en marcha el “Proyecto Sagrada Familia” y hacer de Egipto un lugar de peregrinación para los cristianos de todo el mundo.

La crisis económica que está golpeando Egipto interpela a todas las comunidades de emigrantes de origen egipcio de todo el mundo. Y entre los recursos en los que centrarse también está la promoción del turismo, que se ha visto socavado por los ataques terroristas y la violencia sectaria, centrándose no sólo en las pirámides y centros turísticos del Mar Rojo, sino también en las peregrinaciones a lo largo del Camino de la Sagrada Familia la ruta de los lugares que según las antiguas tradiciones habrían visto el paso de José, María y el niño Jesús durante su exilio en tierras egipcias.

 


La idea fue lanzada el martes 20 de septiembre, en los Estados Unidos, durante la Conferencia Económica de Nueva Jersey, organizado por la Coptic American Association. En la reunión, junto con muchos representantes de la diáspora copta en los EE.UU., estaban presentes 24 miembros del Parlamento egipcio, que han prometido su compromiso político e institucional para facilitar la aplicación concreta del “Proyecto Sagrada Familia” y hacer de Egipto un lugar de peregrinación para proponerlo especialmente a los cristianos de todo el mundo. Según los partidarios de la iniciativa, la valorización turística del “Camino de la Sagrada Familia” podría aumentar la cuota anual de turistas en Egipto, al menos de un millón de unidades, con peregrinaciones concentradas especialmente en el periodo de Navidad.

El llamamiento a preparar itinerarios que recorran el camino realizado por la Sagrada Familia durante su exilio en Egipto reaparece periódicamente en las iniciativas encaminadas a ampliar el sector turístico de la economía egipcia. Ya hace dos años se había identificado el recorrido ideal de peregrinación siguiendo los pasos de la Sagrada Familia en Egipto, que podría comenzar desde la ciudad de Al-Arish, al norte del Sinaí, para dirigirse después hacia el delta y Wadi Natrun, llegando a Assiut y al Monasterio de la Virgen María, conocido como Monasterio de Al-Muharraq.

 

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La Navidad en el cine: El recuerdo de Belén en la vida de la Virgen

La Virgen guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón” (Lc 2, 19).

Todos los sucesos de la infancia de Jesús fueron, para su Madre, tema constante de meditación. Y el de Belén, más que ningún otro.

Fuente: Alfonso Méndiz, Jesucristo en el cine

 

Ésta es la idea que han querido reflejar dos filmes de muy variada orientación: mostrar al espectador hasta qué punto estuvo presente el recuerdo de Belén en la memoria de María.

En “El hombre que hacía milagros” (1999), el relato arranca cuando Jesús adulto, al regreso de un día de trabajo, comunica a su Madre que va a comenzar la obra que le encargó su Padre. Sin poder evitarlo, María recuerda dos escenas de la infancia de su Hijo en que esas mismas palabras sonaron en sus oídos.

 

La primera es cuando se perdió en el Templo y le buscaron durante tres días. “¿Por qué me buscabais? –responde Jesús- ¿No sabíais que debo dedicarme a las obras de mi Padre?”. La segunda es la escena de Belén y la llegada de los Magos, que señalaba inequívocamente unos planes de Dios que el Niño venía a cumplir. Ahora, cuando está a punto de iniciar su vida pública, María recuerda todas esas cosas que guardaba en su corazón.

Un recuerdo similar de lo acontecido en Belén es lo que vemos en la miniserie Jesús (1999). El Señor ha regresado de los 40 días en el desierto y la Virgen se apresta a cuidarle para que se reponga. Después de tres días durmiendo, Jesús despierta y refiere a su Madre el sueño que ha tenido, en el que aparecía José. Ese recuerdo conmueve a María.

Ella se dirige entonces a la ventana y ve a dos jóvenes –Juan y Andrés- que le aguardan fuera. “¿Qué quieren?”, pregunta. Y Jesús responde: “Ser mis seguidores. ¡Ja! Puede que no esté preparado, Madre”. Ante esta respuesta de tono irónico, María saca un pequeño cofre que tenía bien guardado: allí están, cubiertos con un paño, los regalos que trajeron los Magos.
Recuerda a Jesús su llegada a Belén para adorarle, y comenta (evidenciando que ha meditado muchas veces esa escena): “Aquellos hombres no hubieran hecho un largo viaje siguiendo a aquella estrella si la Voluntad de Dios no les hubiera guiado”.

+ info: volver a La Navidad en el cine

Fuente: Alfonso Méndiz, Jesucristo en el cine

“Ya es hora de que despertéis del sueño… el día está cerca”

En el primer volumen de su obra “la Belleza en la Palabra” (San Paolo, 2007), Timothy Verdon comenta –entre muchos– un cuadro de Georges de la Tour (discípulo de Caravaggio): “Sueño de San José”. Pintado alrededor de 1640, se encuentra hoy en el museo  de Bellas Artes de Nantes.

La edad avanzada de José suele ser un recurso piadoso para excluir la paternidad física de Jesús, pero aquí representa además la historia de la salvación, que hace del Mesías un “hijo de David”, en el que confluyen las esperanzas de Israel. Por último, el nombre de José evoca aquél otro José, hijo de Jacob, a quien sus hermanos llamaban el “soñador” (también él mismo intérprete de sueños, Gn. 37 y 40). Nuestro anciano se hace, pues, exponente de una antigua tradición. Se apoya sobre su mano derecha, el codo doblado sobre la mesa, mientras que con la izquierda sostiene la Biblia en sus rodillas. Lo alumbra suavemente una candela.

La candela puede verse como la acción del Espíritu Santo que inspiró las Escrituras y ahora ilumina el corazón de José. El carpintero de Nazaret no sólo “pensaba” en qué debía hacer respecto a María, sino que –como se ve aquí– escrutaba los textos sagrados, y así lo sugiere el Evangelio del día: “Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que dijo el Señor…” (Mt 1, 22s). No en vano el ángel le dice: “le pondrás por nombre Jesús” (es decir, salvador), lo que para un judío significa: tú serás conocido como su padre.

Ante José está el ángel, cuyo rostro queda poderosamente iluminado desde el mismo foco. Su mano izquierda tiene la palma hacia arriba, como indicando: “Levántate…”. El brazo derecho se extiende tapando en parte la luz y alargando su mano hasta casi aferrar la muñeca de José, sobre la que se apoya su sueño. La voluntad de Dios, que el ángel viene a comunicarle no está, en efecto, solo en las Escrituras, sino también ahora, en esta llamada directa que “toca” a José y le parece decir: “Fíate de Dios y haz lo que te digo”. Así lo hizo José inmediatamente (Mc 1 , 24), convirtiéndose en figura de la “obediencia de la fe”, de que habla San Pablo.

Y todo ello nos reenvía a uno de los textos con que la liturgia abre el Adviento: “Ya es hora de que despertéis del sueño… La noche está avanzada, el día está cerca” (Rm 13, 12). Se acerca el día de Cristo, luz del mundo.

La Navidad es la luz que puede hacernos salir de nuestro sueño, para hacer lo que Dios “quiere necesitar” de nosotros, con el fin de ayudar a los demás. Por eso son muy adecuados los “gestos” del Papa durante la Navidad: acoger a Jesús en la persona de los niños y enfermos, los pobres y “sin techo”.

Si todos los cristianos hiciéramos esto –lo que se puede realizar de modos diversos–, mostraríamos que es verdad lo que nuestra fe afirma: que la Navidad es presente, se da de nuevo en el mundo. Que recibir a Dios se traduce necesariamente en recibir a los demás.

El sueño de José puede hacerse realidad también hoy. Dejar nacer a Dios, de una manera completa, realista y concreta, en nuestra vida. Así podemos colaborar con los “sueños” de Dios, que anteceden, inspiran, cumplen y superan siempre nuestros mejores sueños.

Lo ha dicho Benedicto XVI a los representantes de Tirol del Sur, que regalaron el árbol de Navidad para la plaza de San Pedro (17-XII-2010): “El árbol de Navidad enriquece el valor simbólico del belén, que es un mensaje de fraternidad y de amistad; una invitación a la unidad y a la paz; una invitación a dejar sitio, en nuestra vida y en la sociedad, a Dios, el cual nos ofrece su amor omnipotente a través de la frágil figura de un Niño, porque quiere que respondamos libremente a su amor con nuestro amor”.
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La Estrella de los Magos

La Estrella de los Magos pudo ser una conjunción planetaria de Júpiter y Saturno; si no estamos equivocados en los cálculos, pudo muy bien darse en los años 6/7 antes de nuestra era, es decir, en los que la investigación muestra que nació Jesús.

Autor: Vicente Balaguer

 

La estrella de los magos pudo ser una conjunción planetaria entre Jupiter y Saturno

La estrella de Oriente se menciona en el evangelio de San Mateo. Unos magos preguntan en Jerusalén: “Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle” (Mt 2,2).

Los dos capítulos iniciales de los evangelios de San Mateo y San Lucas narran algunas escenas de la infancia de Jesús, por lo que se suelen denominar “evangelios de la infancia”. La estrella aparece en el “evangelio de la infancia” San Mateo.

Los evangelios de la infancia tienen un carácter ligeramente distinto al resto del evangelio. Por eso están llenos de evocaciones a textos del Antiguo Testamento que hacen los gestos enormemente significativos.

En este sentido, su historicidad no se puede examinar de la misma manera que la del resto de los episodios evangélicos. Dentro de los evangelios de la infancia, hay diferencias: el de San Lucas es el primer capítulo del evangelio, pero en San Mateo es como un resumen de los contenidos del texto entero.

El pasaje de los Magos (Mt 2,1-12) muestra que unos gentiles, que no pertenecen al pueblo de Israel: descubren la revelación de Dios a través de su estudio y sus conocimientos humanos (las estrellas), pero no llegan a la plenitud de la verdad más que a través de las Escrituras de Israel.

En tiempos de la composición del evangelio era relativamente normal la creencia de que el nacimiento de alguien importante o algún acontecimiento relevante se anunciaba con un prodigio en el firmamento. De esa creencia participaban el mundo pagano (cfr Suetonio, Vida de los Césares, Augusto, 94; Cicerón, De Divinatione 1,23,47; etc.) y el judío (Flavio Josefo, La Guerra de los Judíos, 5,3,310-312; 6,3,289). Además, el libro de los Números (caps. 22-24) recogía un oráculo en el que se decía: “De Jacob viene una estrella, en Israel se ha levantado un cetro” (Nm 24,17). Este pasaje se interpretaba como un oráculo de salvación, sobre el Mesías. En estas condiciones, ofrecen el contexto adecuado para entender el signo de la estrella.

 

¿Qué pudo ser la Estrella?

La exégesis moderna se ha preguntado qué fenómeno natural pudo ocurrir en el firmamento que fuera interpretado por los hombres de aquel tiempo como extraordinario. Las hipótesis que se han dado son sobre todo tres:

1) ya Kepler (s. XVII) habló de una estrella nueva, una supernova: se trata de una estrella muy distante en la que tiene lugar una explosión de modo que, durante unas semanas, tiene más luz y es perceptible desde la tierra

2) un cometa, pues los cometas siguen un recorrido regular, pero elíptico, alrededor del sol: en la parte más distante de su órbita no son perceptibles desde la tierra, pero si están cercanos pueden verse durante un tiempo. También esta descripción coincide con lo que se señala en el relato de Mateo, pero la aparición de los cometas conocidos que se ven desde la tierra no encaja en las fechas con la estrella

3) Una conjunción planetaria de Júpiter y Saturno. También Kepler llamó la atención sobre este fenómeno periódico, que, si no estamos equivocados en los cálculos, pudo muy bien darse en los años 6/7 antes de nuestra era, es decir, en los que la investigación muestra que nació Jesús.

 

Bibliografía: A. Puig, Jesús. Una biografía, Destino, Barcelona 2005; S. Muñoz Iglesias, Los evangelios de la infancia. IV, BAC, Madrid 1990; J. Danielou, Los evangelios de la infancia, Herder, Barcelona 1969 

 

 

Concluye el desminado de iglesias alrededor del lugar del bautismo de Jesús

El Ministerio de Defensa israelí ha desminado varios templos situados en Cisjordania, cerca del lugar del bautismo de Jesús del río Jordán.

El terreno llevaba cerrado por motivos de seguridad desde 1967, cuando a consecuencia de la Guerra de los Seis Días quedaron llenos de minas y proyectiles no explotados que sembró Israel para proteger la frontera con Jordania de la penetración de milicianos palestinos.

“Fue una dura zona de batalla”, dijo Reuvén Weisman, de la Autoridad Nacional de Acción contra Minas de Israel (INMAA), que ha coordinado a las 50 personas que realizan el desminado junto con Halo Trust, la mayor organización de desactivación de minas del mundo, y la empresa de supervisión israelí 4CI, según informa Efe.

Un momento del desminado, cerca de un templo etíope en Qasr al Yahud, en territorio palestino de Cisjordania. Foto: AFP/M. Kahana.

 

Los trabajos comenzaron en marzo y se han completado en torno a los monasterios greco-ortodoxo, franciscano y etíope. Se sigue ahora con el de la iglesia ortodoxa rusa, y posteriormente con lugares de culto de los armenios, coptos, rumanos y sirios. Según el director de la INMAA, el objetivo es completar el desminado de todo el terrenos a finales de 2019 para que en 2020 “las propiedades sean devueltas a las respectivas iglesias para que reformen los edificios y puedan volver a recibir peregrinos“.

El área desminada se sitúa en Qasr al Yahud, a unos 10 kilómetros al este de Jericó, y cubre una superficie desértica de un millón de metros cuadrados, en la que hay un total de ocho templos.

Proyectiles de mortero y otros explosivos encontrados durante el desminado. Foto: AFP/M. Kahana

 

Israel ha habilitado parte de este área ocupada de Cisjordania como parque nacional, y según Aviv el número de peregrinos que visitaron el lugar para bañarse en el río Jordán ascendió a 800.000 personas este año. Aviv pronostica que esta cantidad se incrementará cuando las iglesias rehabiliten los edificios de culto y los fieles tengan acceso a todos ellos.

Por Fundación Tierra Santa

Obispo de Cesarea y Doctor de la Iglesia

San Basilio, obispo y Dóctor de la Iglesia, es maestro de vida para los cristianos de hoy. Nació en torno al año 330 en el seno de una familia de santos (tres de sus nueve hermanos son santos). Antes de ser elegido obispo abrazó la vida monacal, creando « un monaquismo muy particular: no estaba cerrado a la comunidad de la Iglesia local, sino abierto a ella».

Combatió el arrianismo; escribió muchas e importantes obras y, principalmente, reglas monásticas, por las que se rigen aún muchos monjes orientales; ayudó en gran manera a los pobres. Murió el día 1 de enero del año 379


Intervención de Benedicto XVI en la que presentó la figura de san basilio

El Papa presenta la herencia del gran padre de la Iglesia

CIUDAD DEL VATICANO,-

Si bien San Basilio, obispo de Cesarea de Capadocia, en la actual Turquía, falleció en el año 379, sigue siendo hoy un maestro de vida cristiana, considera Benedicto XVI.

A este gran padre de la Iglesia dedicó su intervención durante la semanal audiencia general, del miércoles 4 julio 2007, en la que participaron doce mil peregrinos, primero en la Basílica de San Pedro del Vaticano y luego en el Aula Pablo VI.

«Fue un hombre que vivió verdaderamente con la mirada puesta en Cristo, un hombre del amor por el prójimo», dijo el Papa al concluir su meditación.

«Lleno de la esperanza y de la alegría de la fe, Basilio nos muestra cómo ser realmente cristianos», añadió.

El obispo de Roma releyó el programa de vida que el mismo Basilio había adoptado: «apóstol y ministro de Cristo, dispensador de los misterios de Dios, heraldo del reino, modelo y regla de piedad, ojo del cuerpo de la Iglesia, pastor de las ovejas de Cristo, médico piadoso, padre y nodriza, cooperador de Dios, agricultor de Dios, constructor del templo de Dios».

«Este es el programa que el santo obispo entrega a los heraldos de la Palabra, tanto ayer como hoy, un programa que él mismo se comprometió por vivir generosamente».

Basilio nació en torno al año 330 en el seno de una familia de santos (tres de sus nueve hermanos son santos). Antes de ser elegido obispo abrazó la vida monacal, creando « un monaquismo muy particular: no estaba cerrado a la comunidad de la Iglesia local, sino abierto a ella».

«Sus monjes formaban parte de la Iglesia local, eran su núcleo animador que, precediendo a los demás fieles en el seguimiento de Cristo y no sólo de la fe, mostraba su firme adhesión a Él, el amor por Él, sobre todo en las obras de caridad».

«Estos monjes, que tenían escuelas y hospitales, estaban al servicio de los pobres y de este modo mostraron la vida cristiana de una manera completa», explicó Benedicto XVI.

«Como obispo y pastor de su extendida diócesis --siguió recordando--, Basilio se preocupó constantemente por las difíciles condiciones materiales en las que vivían los fieles; denunció con firmeza el mal; se comprometió con los pobres y los marginados; intervino ante los gobernantes para aliviar los sufrimientos de la población, sobre todo en momentos de calamidad; veló por la libertad de la Iglesia, enfrentándose a los potentes para defender el derecho de profesar la verdadera fe».

San Basilio

«Dio testimonio de Dios, que es amor y caridad, con la construcción de varios hospicios para necesitados, una especie de ciudad de la misericordia, que tomó su nombre “Basiliade”. En ella hunden sus raíces las los modernos hospitales para la atención de los enfermos», indicó.

«En su amor por Cristo y su Evangelio», dijo el pontífice, este padre de la Iglesia «se comprometió también por sanar las divisiones dentro de la Iglesia, tratando siempre de que todos se convirtieran a Cristo y a su Palabra, fuerza unificadora, a la que todos los creyentes tienen que obedecer».

Ha sido la última audiencia general antes de las vacaciones veraniegas de Benedicto XVI que este año pasará en Lorenzago di Cadore, en los Dolomitas del norte de Italia, del 9 al 27 de julio.

 

+ Info:  San Basilio - Presentado por Benedicto XVI

 

 

 

 

San Gregorio Nacianceno

San Gregorio (330-390) nació en Nacianzo, en Capadocia (actual Turquía).  Amigo de san Basilio, con quien participó en la vida monástica. Fue patriarca de Constantinopla y gobernó también la iglesia de Nacianzo, aunque acabó retirándose a su ciudad natal. Llamado "el teólogo" por su profundo espíritu contemplativo. Doctor de la Iglesia.

No existe humanismo sin Dios, dice el Papa Benedicto XVI

CIUDAD DEL VATICANO,

Al dedicar la catequesis del miércoles, 8 agosto 2007 a la figura de San Gregorio Nacianceno, el Papa Benedicto XVI destacó que sin Dios no existe verdadero humanismo.

El Pontífice, que se trasladó en helicóptero desde su residencia de verano de Castelgandolfo para la audiencia realizada en el Aula Pablo VI, describió a este santo de la región de Capadocia como un “ilustre teólogo, orador y defensor de la fe cristiana en el siglo IV”; “célebre por su elocuencia” que tuvo “como poeta, un alma fina y sensible”.

El Santo Padre destacó también la amistad de Gregorio –nacido alrededor del 330- con San Basilio, con quien compitió “no para ver quién era el primero, sino quién permitía al otro serlo”.

Luego de recibir el bautismo, Gregorio se proyectó –explicó el Papa- hacia la vida monástica, un deseo que quedó plasmado en uno de sus escritos, citado por Benedicto XVI: “no ocuparse más de las cosas humanas, salvo de aquellas estrictamente necesarias; hablar consigo mismo y con Dios, llevar una vida que trascienda las cosas visibles; llevar en el alma las imágnes divinas siempre puras, sin mezcla de formas terrenas y erróneas; ser verdaderamente un espejo inmaculado de Dios y de las cosas divinas, y serlo cada vez más...”.

El Santo Padre recordó que San Gregorio Nacianceno, sin embargo, recibió el sacerdocio “con cierta resistencia “porque sabía que debería hacer de pastor, ocuparse de los otros, de sus cosas, y por tanto ya no tan recogido en la pura meditación: sin embargo él aceptó esta vocación y asumió el ministerio pastoral en plena obediencia, aceptando, como frecuentemente le sucedió en la vida, el ser llevado por la Providencia allí donde no quería ir”; y fue así como terminó siendo nombrado Obispo de Sasima, aunque residió en Nacianzo.

“Hacia el 379”, recordó el Papa, “Gregorio fue llamado a Constantinopla, la capital, para guiar a la pequeña comunidad católica fiel al Concilio de Nicea y a la fe trinitaria. La mayoría se adhería en cambio al arrianismo, que era ‘políticamente correcto’ y considerado políticamente útil a los emperadores”.

“Así –prosiguió el Santo Padre- se encontró en condiciones de minoría, rodeado de hostilidad. En la pequeña iglesia de la Anastasis, pronunció cinco discursos teológicos precisamente para defender y hacer inteligible la fe trinitaria”.

Benedicto XVI recordó que por la brillantez y sencillez de estos discursos, recibió el apelativo de “teólogo”, título que aún conserva en la iglesia ortodoxa: “el teólogo”.

Esta teología “no es fruto de complicadas especulaciones, sino que deriva de una vida de oración y de santidad, de un diálogo asiduo con Dios”.

“Y es precisamente así como hace aparecer a nuestra razón la realidad de Dios, el misterio trinitario. En el silencio contemplativo, transido de estupor frente a las maravillas del misterio revelado, el alma acoge la belleza y la gloria divina”, agregó el Papa.

 Luego de relatar los dolorosos conflictos que lo llevaron a la dimisión del puesto de Obispo de Constantinopla, el Papa recordó el retiro de Gregorio a Arianzo, su tierra natal, donde se dedicó al estudio y a la vida ascética; un período en el que “compuso la mayor parte de su obra poética, sobre todo autobiográfica”.

El Papa describió finalmente a Gregorio como “un hombre quenos hace sentir la primacía de Cristo y por tanto nos habla también a nosotros, a este mundo nuestro: sin Dios el hombre pierde su grandeza, sin Dios no existe verdadero humanismo”.

“Escuchemos por tanto esta voz y busquemos conocer también nosotros el rostro de Dios”, concluyó.

+ info : obras y vida de San Gregorio Nacianceno

La Maternidad de María explicada por Juan Pablo II

El título de Madre de Dios, ya testimoniado por Mateo en la fórmula equivalente de Madre del Emmanuel, Dios con nosotros (cf. Mt 1,23), se atribuyó explícitamente a María sólo después de una reflexión que duró alrededor de dos siglos. Son los cristianos del siglo III quienes, en Egipto, comienzan a invocar a María como Theotókos, Madre de Dios.

 

La Virgen María, Madre de Jesús

El rostro materno de María en los primeros siglos
Catequesis de Juan Pablo II (13-IX-95)

1. En la constitución Lumen gentium, el Concilio afirma que «los fieles unidos a Cristo, su Cabeza, en comunión con todos los santos, conviene también que veneren la memoria "ante todo de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo nuestro Dios y Señor"» (n. 52). La constitución conciliar utiliza los términos del canon romano de la misa, destacando así el hecho de que la fe en la maternidad divina de María está presente en el pensamiento cristiano ya desde los primeros siglos.

En la Iglesia naciente, a María se la recuerda con el título de Madre de Jesús. Es el mismo Lucas quien, en los Hechos de los Apóstoles, le atribuye este título, que, por lo demás, corresponde a cuanto se dice en los evangelios: «¿No es éste (...) el hijo de María?», se preguntan los habitantes de Nazaret, según el relato del evangelista san Marcos (6,3). «¿No se llama su madre María?», es la pregunta que refiere san Mateo (13,55).

2. A los ojos de los discípulos, congregados después de la Ascensión, el título de Madre de Jesús adquiere todo su significado. María es para ellos una persona única en su género: recibió la gracia singular de engendrar al Salvador de la humanidad, vivió mucho tiempo junto a él, y en el Calvario el Crucificado le pidió que ejerciera una nueva maternidad con respecto a su discípulo predilecto y, por medio de él, con relación a toda la Iglesia.

Para quienes creen en Jesús y lo siguen, Madre de Jesús es un título de honor y veneración, y lo seguirá siendo siempre en la vida y en la fe de la Iglesia. De modo particular, con este título los cristianos quieren afirmar que nadie puede referirse al origen de Jesús, sin reconocer el papel de la mujer que lo engendró en el Espíritu según la naturaleza humana. Su función materna afecta también al nacimiento y al desarrollo de la Iglesia. Los fieles, recordando el lugar que ocupa María en la vida de Jesús, descubren todos los días su presencia eficaz también en su propio itinerario espiritual.

3. Ya desdeel comienzo, la Iglesia reconoció la maternidad virginal de María. Como permiten intuir los evangelios de la infancia, ya las primeras comunidades cristianas recogieron los recuerdos de María sobre las circunstancias misteriosas de la concepción y del nacimiento del Salvador. En particular, el relato de la Anunciación responde al deseo de los discípulos de conocer de modo más profundo los acontecimientos relacionados con los comienzos de la vida terrena de Cristo resucitado. En última instancia, María está en el origen de la revelación sobre el misterio de la concepción virginal por obra del Espíritu Santo.

Los primeros cristianos captaron inmediatamente la importancia significativa de esta verdad, que muestra el origen divino de Jesús, y la incluyeron entre las afirmaciones básicas de su fe. En realidad, Jesús, hijo de José según la ley, por una intervención extraordinaria del Espíritu Santo, en su humanidad es hijo únicamente de María, habiendo nacido sin intervención de hombre alguno.

Así, la virginidad de María adquiere un valor singular, pues arroja nueva luz sobre el nacimiento y el misterio de la filiación de Jesús, ya que la generación virginal es el signo de que Jesús tiene como padre a Dios mismo.

La maternidad virginal, reconocida y proclamada por la fe de los Padres, nunca jamás podrá separarse de la identidad de Jesús, verdadero hombre y verdadero Dios, dado que nació de María, la Virgen, como profesamos en el símbolo niceno-constantinopolitano. María es la única virgen que es también madre. La extraordinaria presencia simultánea de estos dos dones en la persona de la joven de Nazaret impulsó a los cristianos a llamar a María sencillamente la Virgen, incluso cuando celebran su maternidad.

Así, la virginidad de María inaugura en la comunidad cristiana la difusión de la vida virginal, abrazada por los que el Señor ha llamado a ella. Esta vocación especial, que alcanza su cima en el ejemplo de Cristo, constituye para la Iglesia de todos los tiempos, que encuentra en María su inspiración y su modelo, una riqueza espiritual inconmensurable.

4. La afirmación: «Jesús nació de María, la Virgen», implica ya que en este acontecimiento se halla presente un misterio trascendente, que sólo puede hallar su expresión más completa en la verdad de la filiación divina de Jesús. A esta formulación central de la fe cristiana está estrechamente unida la verdad de la maternidad divina de María. En efecto, ella es Madre del Verbo encarnado, que es «Dios de Dios (...), Dios verdadero de Dios verdadero».

El título de Madre de Dios, ya testimoniado por Mateo en la fórmula equivalente de Madre del Emmanuel, Dios con nosotros (cf. Mt 1,23), se atribuyó explícitamente a María sólo después de una reflexión que duró alrededor de dos siglos. Son los cristianos del siglo III quienes, en Egipto, comienzan a invocar a María como Theotókos, Madre de Dios.

Con este título, que encuentra amplio eco en la devoción del pueblo cristiano, María aparece en la verdadera dimensión de su maternidad: es madre del Hijo de Dios, a quien engendró virginalmente según la naturaleza humana y educó con su amor materno, contribuyendo al crecimiento humano de la persona divina, que vino para transformar el destino de la humanidad.

5. De modo muy significativo, la más antigua plegaria a María (Sub tuum praesidium..., «Bajo tu amparo...») contiene la invocación: Theotókos, Madre de Dios. Este título no es fruto de una reflexión de los teólogos, sino de una intuición de fe del pueblo cristiano. Los que reconocen a Jesús como Dios se dirigena María como Madre de Dios y esperan obtener su poderosa ayuda en las pruebas de la vida.

El concilio de Efeso, en el año 431, define el dogma de la maternidad divina, atribuyendo oficialmente a María el título de Theotókos, con referencia a la única persona de Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre.

Las tres expresiones con las que la Iglesia ha ilustrado a lo largo de los siglos su fe en la maternidad de María: Madre de Jesús, Madre virginal y Madre de Dios, manifiestan, por tanto, que la maternidad de María pertenece íntimamente al misterio de la Encarnación. Son afirmaciones doctrinales, relacionadas también con la piedad popular, que contribuyen a definir la identidad misma de Cristo.

[L'Osservatore Romano, edición semanal en lengua española, del 15-IX-95]

Los Magos preparan su viaje

Los Reyes Magos eran estudiosos de las estrellas y de sus movimientos en el Cielo; y precisamente de ese oficio se valdrá Dios para atraerlos –mediante una estrella– hasta el lugar exacto donde se encontraba Jesús.

Llegan a Jerusalén preguntando por el Rey de los judíos

 

Además de los pastores, otros personajes decisivos completan en estos días la escena de Belén. Se trata de los Magos. Los Evangelios no dice que fueran Reyes, pero la tradición ha supuesto –con cierta lógica– que debían ser tales cuando llegan a Jerusalén preguntando por el Rey de los judíos y cuando, además, son recibidos por la máxima autoridad del lugar: el rey Herodes. Por otro lado, sus regalos son los propios de un rey.

Tampoco dice S. Mateo cuántos eran: “Unos Magos venidos de Oriente” (de ahí sus ropajes persas). Esos Magos podían ser dos, cuatro, seis... Pero como fueron tres sus regalos (oro, incienso y mirra), la tradición ha deducido que ese debía ser el número de los que se reunieron en Belén.

 

 

Lo que sí mencionan las Escrituras es su profesión: eran magos, es decir, estudiosos de las estrellas y de sus movimientos en el Cielo; y precisamente de ese oficio se valdrá Dios para atraerlos –mediante una estrella– hasta el lugar exacto donde se encontraba Jesús.

En el artículo de hoy vamos a ver cómo son presentados en algunos filmes que han dedicado especial atención a estas tres figuras y a la repentina atracción por la Estrella de Belén. El que mejor lo ha hecho para un público infantil es Los Reyes Magos (2003), película animada dirigida por el español Antonio Navarro. Aquí, cada personaje tiene una personalidad muy marcada.

Gaspar es un maestro de futuros magos, prudente y austero, que enseña a los niños a desentrañar los misterios del firmamento; su color es el azul celeste. Melchor es un mago gordinflón y un tanto avaricioso que sueña con descubrir los lugaresdonde se esconde el oro; sus colores son el marrón, los ocres y el dorado. Y Baltasar es un mago luchador, defensor de los oprimidos, que acude en rescate de los niños cautivos y trata de acabar con la trata de esclavos en África; sus colores son el negro y el azul oscuro.

Los diálogos de Gaspar con los jóvenes aprendices de mago son de lo más sabroso: “Con su luz, las estrellas predicen el futuro de los hombres, guardan los deseos secretos de los niños y nos cuentan historias de batallas, viajes y héroes… Buscáis la fama, pero eso tiene un precio,y ahora es cuando tenéis que empezar a pagarlo: con vuestro sudor y vuestro esfuerzo”.

 

 

En La Natividad (2006), Catherine Hardwicke nos acerca al trabajo minucioso de estos magos en escenas cuidadosamente ambientadas. Hasta una lejanísima Persia llega un misterioso legajo que contiene la profecía de los judíos. Gaspar, que conoce la lengua hebrea, es capaz de descifrarlo: “Un estrella… se alzará… desde la tierra… ¡de Israel!”. El Mesías, como señalan también otros fenómenos que han observado en el firmamento, está a punto de nacer entre los hombres.

 

Poco después, este mismo filme muestra los preparativos del viaje. En boca de Melchor, que escruta un viejo mapa de la zona, oímos el recuento de las dificultades: “Un desierto árido, llanuras inhóspitas, montañas muy escarpadas… hasta llegar a Jerusalén”. La clara determinación de este personaje encuentra resistencia en las dudas de sus compañeros, que desaconsejan un viaje tan arriesgado en solitario: “No deseo ir solo, deseo que vayamos los tres”. En esta breve escena quedan perfectamente reflejados los caracteres de cada uno de los Magos.

+ info: volver a La Navidad en el cine

 

Fuente: Por Alfonso Méndiz, Jesucristo en el cine

31 de Diciembre

Santa Melania la Joven
(383-439)

Esta santa, nacida en Roma, se le llama así para distinguirla de santa Melania la Anciana. Pertenecía a la aristocracia romana y se había casado con su primo Piniano.

Cuando, una década más tarde, perdieron a sus dos hijos, se volcaron en la práctica de los consejos evangélicos. Así liquidaron progresivamente sus grandes bienes en construir monasterios, hospitales e iglesias. Abandonaron Roma poco después del saqueo de Alarico y después de una larga estancia en Sicilia, llegaron a Tagaste, Numidia, a casa del obispo Alipio, amigo de San Agustín, y un tiempo después, a Jerusalén.

A la muerte de su madre y su esposo, Melania estableció allí en Jerusalén una comunidad de vírgenes consagradas, entre las que pasó los siete últimos años de su vida.

 

Primeros Cristianos en otros idiomas
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