El Papa Francisco centró su catequesis de la audiencia en explicar qué significa atravesar la Puerta Santa.
Dijo que cada peregrino que llega a la Puerta Santa lo hace con sus alegrías, su sufrimiento, sus proyectos, sus fracasos, sus dudas y sus miedos. Todas estas cosas se presentan a la misericordia del Señor.
Explicó que la Puerta Santa es la puerta del encuentro entre el dolor de la Humanidad y la compasión de Dios, como sucedió en Naím cuando Cristo resucitó al hijo de la viuda.
El pasaje del Evangelio que acabamos de escuchar nos muestra a Jesús que, movido por la ternura ante el dolor de la madre viuda que lleva a enterrar a su único hijo, hace el milagro de resucitar al joven, restituyéndolo vivo a su madre. Jesús, en la puerta del pequeño poblado de Naím, no se queda indiferente frente a las lágrimas de la mujer sino que, lleno de misericordia por su sufrimiento, la consuela y actúa.
Durante este Jubileo, sería bueno recordar lo ocurrido en la puerta de Naím, porque sabemos que pasar por la Puerta Santa es dirigimos a la puerta del corazón misericordioso de Jesús que, como al joven difunto, nos invita a levantarnos y nos hace pasar de la muerte a la vida. Él, con su ternura y su gracia, quiere también encontrarse con nosotros y darnos vida abundante. Llegamos a la Puerta Santa para presentar a la misericordia del Señor la propia vida, con sus alegrías y sus sufrimientos, con sus proyectos y sus caídas, con sus dudas y sus miedos, porque sabemos que es la puerta del encuentro entre el dolor de la humanidad y la compasión de Dios.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los provenientes de España, Latinoamérica y Guinea Ecuatorial. Que Jesús nos conceda el don de su gracia para que aprendamos a ser misericordiosos y atentos a las necesidades de nuestros hermanos, recordando que la misericordia es un camino que sale del corazón pero tiene que llegar a las manos, es decir, a hacer obras de misericordia. Muchas gracias.