Para divorciarse de su esposa Catalina de Aragón (hija de los Reyes Católicos y tía del emperador Carlos V) y contraer matrimonio con Ana Bolena, Enrique VIII (1509-1547) trata de obtener el apoyo de la aristocracia y del clero. Sir Thomas Moro, uno de los más notables humanistas europeos ("Utopía", 1516), ferviente católico y hombre de confianza del monarca, se encuentra en una encrucijada: ¿debe actuar de acuerdo con su conciencia, arriesgándose a ser tachado de traidor y ejecutado, o debe ceder ante un rey que no tiene ningún reparo en adaptar la ley a sus necesidades?
La pieza es un dechado de perfección formal, con una trama meticulosa y hábilmente construida para incardinar en la ficción episodios históricos verídicos y relevantes en los que participaron los protagonistas.
La acción avanza a un ritmo trepidante hacia el desenlace, dando entrada progresivamente a nuevos elementos que alimentan la línea de conflicto principal; elementos no sólo de carácter episódico, sino relativos a la evolución de los intereses y de las motivaciones ocultas de los personajes a medida que éstos se van adaptando a la nueva situación.
A Man for All Seasons recibió numerosas evaluaciones positivas de críticos de cine, con una calificación del 80% en Rotten Tomatoes, con una calificación promedio de 7,8/10, con base en 35 revisiones. El consenso de los críticos afirma: "La cinematografía sólida y las actuaciones agradables de Paul Scofield y Robert Shaw añaden una chispa a esta adaptación deliberadamente marcada de la obra de Robert Bolt".
En 1995, con motivo del centenario del nacimiento del cine, el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Socialesde la Santa Sede la incluyó entre las mejores películas de todos los tiempos. En 1999, el British Film Institute nombró a A Man for All Seasons la 43.ª película británica más grande de todos los tiempos. En 2008, ocupó el lugar 106 en la lista de 500 mejores películas de todos los tiempos de la revista Empire.
Cuando san Pedro y los apóstoles son conminados por las autoridades judías a abandonar la predicación de la fe, responden: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hch. 5, 29). Precisamente, en esta réplica, la Iglesia encuentra el fundamento de su posición ante las leyes que atentan contra los preceptos divinos:
«El ciudadano tiene obligación en conciencia de no seguir las prescripciones de las autoridades civiles cuando estas son contrarias a las exigencias del orden moral, a los derechos fundamentales de las personas o a las enseñanzas del Evangelio. El rechazo de la obediencia a las autoridades civiles, cuando sus exigencias son contrarias a las de la recta conciencia, tiene su justificación en la distinción entre el servicio de Dios y el servicio de la comunidad política» (CCE, 2242).
Título original. A Man for All Seasons
Año. 1966
Duración120 min.
País- Reino Unido
Dirección Fred Zinnemann