
Un equipo de arqueólogos israelíes creen haber encontrado la residencia de ancianos más antigua que se conoce. El hallazgo, anunciado por la Universidad de Haifa, ha tenido lugar durante las excavaciones que se llevan a cabo en las ruinas de la antigua ciudad de Hippos, una ciudad bizantina que estaba situada en una colina en el norte del valle del Jordán con vistas al mar de Galilea y que fue abandonada después de sufrir un terremoto en el año 749.
En el yacimiento arqueológico de Hippos, investigadores de la Universidad de Haifa han encontrado un mosaico de finales del siglo IV o principios del V con la inscripción griega "La paz sea con los ancianos". "Esta es una prueba palmaria de que el cuidado y la preocupación por los ancianos no son solo de la edad moderna, sino que formaban parte de las instituciones y conceptos sociales desde hace unos 1600 años", ha declarado el profesor Michael Eisenberg, del Instituto de Arqueología Zinman de la Universidad de Haifa y codirector del proyecto de excavación en Hippos.
En un estudio publicado en Zeitschrift für Papyrologie und Epigraphik, Eisenberg y sus colegas Arleta Kowalewska y Gregor Staab, ambos de la Universidad de Colonia, sostienen que ese mosaico constituye una clara evidencia de que la de Hippos sería la residencia de ancianos más antigua del mundo. Aunque hay textos de los siglos V y VI en los que se mencionan instituciones diseñadas específicamente para el cuidado de los ancianos, la de Hippos supone la primera evidencia física sobre su existencia.
El mosaico con la inscripción 'La paz sea con los ancianos' encontrado en Hippos. (Cortesía Michael Eisenberg)Hippos
Fue la principal ciudad cristiana de la región de Galilea durante el período bizantino. Situada en la cima de una colina al este del Mar de Galilea, sirvió como sede episcopal y albergó al menos siete iglesias. La ciudad fue un próspero centro religioso, social y económico. Las excavaciones que desde el año 2000 se llevan a cabo en el lugar han permitido sacar a la luz iglesias, baños, teatros y residencias.
El mosaico recién descubierto se encontraba próximo al cruce de las dos calles principales de Hippos, a solo unos 100 metros de la plaza central de la ciudad. Los investigadores afirman que la ubicación del mosaico a la entrada del edificio sugiere que su inscripción estaba destinada a ser leída por todos los que accedían al inmueble, tanto los residentes ancianos como los visitantes.
“Se trataba de una institución comunitaria y espiritual integrada en la vida urbana y que reflejaba los valores sociales de la época”, han señalado los investigadores. El mosaico podría proporcionar valiosa información sobre cómo la comunidad cristiana de Hippos comenzó a asumir responsabilidades colectivas en el cuidado de los ancianos, algo que anteriormente se gestionaba únicamente a través de las redes familiares. “Muestra que la sociedad bizantina creó no solo centros religiosos, sino también lugares dedicados a la dignidad y el cuidado de sus mayores”, destaca Michael Eisenberg.
Hippos fue una ciudad próspera durante el periodo bizantino, y los restos excavados hasta la fecha revelan una urbe con una marcada identidad cristiana. Se han hallado iglesias, basílicas y espacios comunales, lo que sugiere una sociedad profundamente influenciada por los valores del cristianismo primitivo. En este entorno, la aparición de un edificio aparentemente dedicado a los ancianos cobra todo su sentido.
El equipo liderado por arqueólogos de la Universidad de Haifa y la Universidad de Colonia publicó recientemente los detalles de su hallazgo en la revista Zeitschrift für Papyrologie und Epigraphik, donde explican que no se trata únicamente de una inscripción decorativa. La frase, su ubicación en la entrada de un edificio residencial, y el lenguaje visual del entorno —aves que beben de cálices, lirios egipcios, cipreses— sugieren una intención clara: aquí se brindaba algún tipo de atención especial a las personas mayores.
El mosaico hallado en la zona de excavación dedicada a los ancianos, situada en una de las áreas residenciales de la antigua ciudad de Hippos. Foto: Dr. Michael EisenbergEs la primera vez que aparece una inscripción tan directa dirigida a este grupo etario en un contexto arqueológico. Si se confirma que el lugar funcionaba como una especie de residencia asistencial, no solo estaríamos ante un descubrimiento histórico, sino ante un testimonio material de un concepto que muchos creen exclusivamente moderno: el cuidado institucionalizado de los mayores.
Hasta ahora, los estudios históricos asumían que el cuidado de los ancianos en la Antigüedad recaía exclusivamente en el entorno familiar. Sin embargo, el hallazgo en Hippos pone sobre la mesa la posibilidad de que, al menos en ciertas comunidades cristianas del siglo IV o V, existiesen estructuras sociales destinadas a asumir ese rol.
La hipótesis más aceptada es que esta transformación respondió a los nuevos modelos de vida promovidos por el cristianismo, donde la comunidad podía sustituir, complementar o incluso reemplazar el apoyo familiar tradicional. Fenómenos como el monacato, las viudas consagradas o los diáconos encargados de labores caritativas son ejemplos conocidos. Pero ahora, por primera vez, se abre la posibilidad de que existiesen espacios físicos dedicados a cuidar de quienes ya no podían valerse por sí mismos.
El concepto de un “hogar de ancianos” no se puede extrapolar directamente desde nuestros días al siglo V, por supuesto. No hablamos de camas articuladas ni de asistencia médica especializada, pero sí de un entorno residencial con una función claramente orientada al acompañamiento y la dignidad de la vejez. Un lugar donde los ancianos no solo eran tolerados, sino bendecidos y reconocidos.
El edificio donde se halló el mosaico no estaba escondido en los márgenes de Hippos, sino estratégicamente situado cerca del cruce entre las dos arterias principales de la ciudad: el Cardo y el Decumanus Maximus. A solo unos cien metros de la plaza central, el lugar ocupaba una posición de gran visibilidad pública. Esta elección refuerza la idea de que se trataba de una institución reconocida y aceptada socialmente, no de un espacio marginal.
La iconografía también juega un papel crucial en la interpretación. El uso de elementos naturales como los lirios y cipreses, además de aves exóticas como los gansos egipcios, tiene una carga simbólica clara: longevidad, paz, espiritualidad. Todo apunta a que no se trataba simplemente de una residencia, sino de un espacio también cargado de significado religioso, donde la vejez era celebrada y acompañada desde una perspectiva espiritual.

Este descubrimiento obliga a repensar muchas de las ideas preconcebidas que tenemos sobre el trato a los mayores en tiempos antiguos. A menudo, la historia pone el foco en los guerreros jóvenes, los emperadores en su plenitud o los mártires cristianos que entregaban su vida por la fe. Sin embargo, el mosaico de Hippos nos recuerda que también hubo espacio —y preocupación— por quienes ya no podían luchar, construir o gobernar.
La vejez, en este contexto, no era una carga sino una etapa reconocida dentro del ciclo vital de la comunidad. El simple hecho de dejar constancia de una bendición dirigida específicamente a los ancianos indica que se les valoraba como parte esencial del entramado social. Y si, como sugieren los investigadores, existía una institución que los acogía, estaríamos ante una de las primeras manifestaciones del bienestar social tal como lo entendemos hoy.
Sin duda alguna, el hallazgo en Hippos no solo aporta una nueva pieza al complejo rompecabezas del mundo bizantino. También lanza una pregunta incómoda al presente: ¿hemos avanzado tanto como creemos en el cuidado de nuestros mayores?
En una época donde las residencias de ancianos son a menudo sinónimo de soledad y abandono, este mosaico del siglo V ofrece una visión alternativa. Una comunidad que no solo atendía a sus mayores, sino que los bendecía públicamente, les dedicaba arte y los colocaba simbólicamente en el centro de la vida urbana. Una imagen que, mil seiscientos años después, aún tiene mucho que enseñarnos.