León XIV en Oriente Medio: Esperanza, Unidad y Conversión

Papa León XIV y Patriarca Constantinopla Bartolomé

El primer viaje apostólico internacional de Su Santidad, el Papa León XIV, a Turquía y el Líbano, que se extendió desde el 27 de noviembre hasta el 2 de diciembre, ha concluido dejando una profunda huella en una de las regiones más heridas y conflictivas del planeta. Lejos de ser una mera visita protocolaria, la peregrinación del Pontífice se centró en la esencia del Evangelio: llevar consuelo, tejer puentes de diálogo y plantar semillas de paz en territorios donde la fe cristiana es minoritaria y la violencia una constante amenaza.

Desde Ankara hasta Estambul, pasando por la histórica Nicea (İznik), y culminando en los encuentros emotivos de Beirut, León XIV demostró una valentía pastoral que le ha valido el respeto tanto de líderes políticos como de comunidades religiosas. El viaje, que conmemoró el 1700º aniversario del Primer Concilio de Nicea, tuvo una fuerte connotación ecuménica y se configuró como una continuación del sueño de paz de sus predecesores, especialmente del Papa Francisco. Sin embargo, del torrente de discursos, homilías y gestos, emergen tres pilares fundamentales que resumen el espíritu y la intención de esta histórica gira apostólica.

Primer Mensaje Clave: El Cultivo de la Esperanza ante el Desierto

El mensaje más recurrente y poético de León XIV fue la necesidad imperante de cultivar la esperanza, aun cuando el panorama parece desolador. En Estambul, ante una diminuta comunidad católica —apenas un 0,04% de la población total de Turquía—, el Pontífice recordó que la Iglesia, aunque pequeña, debe ser «fecunda» y capaz de percibir los «brotes que desafían el desierto». Este concepto resonó con especial fuerza en el Líbano, un país asfixiado por la crisis económica, la inestabilidad política y las cicatrices de la explosión del puerto en 2020.

Durante la multitudinaria Santa Misa celebrada en el Beirut Waterfront, que congregó a 150.000 fieles, el Papa comparó el Reino de Jesús con un «pequeño retoño que surge de un tronco que parece muerto». Con esta poderosa metáfora, instó al pueblo libanés a «educar la mirada» para descubrir las «pequeñas luces que brillan en lo hondo de la noche». El Pontífice no ofreció soluciones políticas inmediatas, sino un cambio de perspectiva espiritual: es una invitación a la resiliencia, a no ceder a la lógica de la violencia o la resignación, y a reconocer que, incluso en los territorios más heridos, existen semillas de reconstrucción y renacimiento. El mensaje es claro: la fe es la lente que permite ver la acción de Dios en una historia aparentemente perdida.

Segundo Mensaje Clave: Unidad, Diálogo y el Fin de la Indiferencia

La dimensión ecuménica y de diálogo interreligioso fue fundamental, especialmente en Turquía, cuna de los primeros concilios. La peregrinación a İznik (Nicea) para el aniversario del Concilio fue un gesto de alto valor simbólico, reafirmando el compromiso de la Iglesia Católica con la comunión y la unidad de los cristianos. León XIV y el Patriarca Ecuménico Bartolomé firmaron una Declaración Conjunta que instaba a superar las divisiones históricas y a ofrecer un testimonio unido en medio de un mundo fragmentado. Este encuentro demostró que la fuerza de la Iglesia en Oriente Medio, aunque minoritaria, reside en su capacidad de hablar con una sola voz.

Asimismo, el Papa tendió puentes hacia el mundo musulmán. Su visita a la Mezquita Azul en Estambul, aunque marcada por la decisión de no realizar una oración pública —a diferencia de sus predecesores—, fue un acto de profundo «recogimiento y respeto» y un gesto de escucha. En sus discursos, el Santo Padre pidió que Turquía actúe como un «factor de estabilidad y acercamiento entre los pueblos» en la región. En el Líbano, que se autodefine como un país de convivencia, urgió a las comunidades religiosas y civiles a trabajar juntas para que los jóvenes no se vean forzados a emigrar, sino que encuentren un futuro nuevo basado en la justicia y la fraternidad. El Pontífice llamó a superar la indiferencia, la codicia y la xenofobia, e insistió en que la paz exige un esfuerzo conjunto.

Tercer Mensaje Clave: Conversión de Corazones y Nuevo Rumbo para la Paz

El tercer eje del mensaje papal fue un urgente llamado a la conversión personal y política, insistiendo en que la paz es imposible sin un cambio radical en los corazones. En su homilía final en Beirut, ante la gran multitud de fieles, León XIV fue directo y contundente, dirigiendo un llamamiento a las autoridades políticas y sociales, tanto locales como internacionales: “Necesitamos cambiar de rumbo. Necesitamos educar nuestros corazones para la paz. ¡Escuchen el clamor de sus pueblos que invocan la paz!”.

Este llamado a la paz se articuló con una fuerte denuncia del camino de la «hostilidad mutua y la destrucción». El Papa señaló que la inercia, la desesperación y la queja no son opciones viables. La paz, en palabras de León XIV, es un camino que exige «valentía, perseverancia» y un compromiso activo con la construcción de un mundo más justo. La conversión, por lo tanto, no es solo un acto religioso, sino un requisito indispensable para la estabilidad social. Al visitar la tumba de San Chárbel Maklūf, en el Monasterio de San Maroun en Annaya, el Papa elevó una oración pidiendo la «conversión de los corazones» para sí mismo, para la Iglesia y para el mundo. Este gesto simbolizó que la renovación, tanto de la Iglesia como de la sociedad, comienza con la santidad y la humildad personales.

En resumen, el viaje de León XIV a Oriente Medio no ha sido solo una peregrinación a lugares sagrados, sino una poderosa inyección de esperanza en una región que clama por justicia y estabilidad. Los tres mensajes —la esperanza, la unidad a través del diálogo y la urgencia de la conversión— constituyen la hoja de ruta que el Pontífice deja para una Iglesia que debe ser, como él mismo dijo, profecía de paz para todo el Levante. El compromiso de León XIV con Oriente Medio parece ser solo el inicio, y su liderazgo promete seguir priorizando a las comunidades cristianas minoritarias y el diálogo en las fronteras geopolíticas y espirituales.

El Debate - María Rabell

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