Turquía: Descubren primer fresco de Jesús Buen Pastor

Jesús Buen Pastor

Vista de las excavaciones en la necrópolis de Hisardere en Iznik, donde se encontró la tumba hipogea del siglo III.
Las excavaciones en Iznik continúan revelando valiosos testimonios de la vida de los primeros cristianos en Anatolia.

**IZNIK, Turquía.** Un excepcional descubrimiento arqueológico ha sacudido los cimientos de la historia del cristianismo primitivo. En la necrópolis de Hisardere, ubicada en el distrito de Iznik, la ciudad que históricamente conocemos como Nicea, se ha desenterrado un fresco datado en el siglo III d.C. que representa a **Jesús como el Buen Pastor**. Este hallazgo, realizado en una tumba hipogea subterránea, no solo es significativo por su antigüedad, sino por ser la primera imagen de este tipo documentada en la región de Anatolia, corazón histórico y geográfico del cristianismo oriental. La figura, que muestra a un Jesús joven, sin barba y con vestimenta de estilo romano, portando un cordero sobre sus hombros, ofrece una ventana directa a las creencias y el arte de las comunidades cristianas justo antes de la legalización del culto.

El Contexto del Hallazgo: Una Tumba del Cristianismo Pre-Constantiniano

El fresco fue encontrado en una cámara funeraria que data de una época crucial: el siglo III d.C. En este periodo, el cristianismo aún operaba en la clandestinidad dentro del Imperio Romano, enfrentando persecuciones intermitentes que solo terminarían con el Edicto de Milán en el año 313 d.C. y la convocatoria del Concilio de Nicea en el 325 d.C. La necrópolis de Hisardere, por lo tanto, conserva los restos de una comunidad que profesaba su fe con discreción, dejando símbolos de esperanza en sus lugares de descanso final. El hecho de que la tumba se encuentre cerca de donde se celebró el fundamental Concilio de Nicea 50 años después añade una capa de significado histórico y geopolítico incalculable al descubrimiento. Permite a los investigadores trazar la evolución de la identidad cristiana en la ciudad que, más tarde, jugaría un papel decisivo en la formulación del dogma de la Santísima Trinidad.

Los detalles técnicos del hallazgo revelan que la tumba era un *hipogeo* con una *klinē* (lecho funerario) adosada al muro norte, una combinación de tradiciones funerarias locales y romanas. Es en el muro de esta cámara, justo detrás del lecho, donde se encontró el fresco. La composición de la escena, simétrica y cuidadosa, no solo es una obra de arte, sino una declaración teológica. Este tipo de hallazgos son raros y ofrecen una información precisa sobre la cultura material y la espiritualidad de los cristianos que vivieron durante el período de transición del paganismo a la afirmación de la fe. Los arqueólogos, al descifrar estos restos, están recuperando no solo piezas históricas, sino fragmentos de la "santidad anónima" de los primeros fieles, tal como lo ha mencionado el Papa León XIV en recientes cartas apostólicas.

El Significado del Buen Pastor en el Arte Paleocristiano

La imagen del Buen Pastor es, sin lugar a dudas, uno de los motivos más simbólicos y recurrentes del arte paleocristiano. A diferencia de las representaciones posteriores que muestran a un Cristo más maduro, barbado y hierático, el arte temprano adopta la tipología del *Crióforo* (el portador del cordero), una figura de origen clásico greco-romano que representaba la filantropía y la guía. Los cristianos primitivos, en un ejercicio de **inculturación creativa**, adoptaron esta imagen y le infundieron un profundo significado bíblico, basándose en el Evangelio de Juan (10, 11-18) —"Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas"— y en la parábola de la oveja perdida (Lucas 15, 4-7).

Detalle del fresco del Buen Pastor hallado en la tumba de Iznik, mostrando a Jesús joven con un cordero sobre los hombros.
El icono, de origen romano, representa la guía, la protección y la promesa de salvación para el alma del difunto.

Esta representación iconográfica no era solo un adorno, sino una poderosa afirmación de fe en un contexto de vulnerabilidad. Simbolizaba la protección, la guía y, lo más importante en un contexto funerario, la promesa de la salvación y la vida eterna. El Buen Pastor es el protector que sale a buscar a la "oveja descarriada" (el pecador) y la devuelve al redil, ofreciendo consuelo a los creyentes en la hora de la muerte. Su popularidad en las catacumbas y sarcófagos de los siglos II al IV se debe precisamente a este mensaje de esperanza y a la naturaleza alegórica que permitía a los cristianos expresar su fe sin recurrir a imágenes directas de la crucifixión, que eran culturalmente inapropiadas en el arte de la época. El hallazgo en Iznik subraya que esta iconografía esencial ya estaba firmemente arraigada en Anatolia en una fecha muy temprana.

Implicaciones para el Estudio de la Historia de la Iglesia

El descubrimiento del fresco de Jesús como Buen Pastor en la necrópolis de Hisardere abre nuevas y apasionantes vías de investigación. En primer lugar, confirma la existencia de una comunidad cristiana sólida y organizada en Nicea ya en el siglo III, mucho antes de que el emperador Constantino la eligiera como sede del primer concilio ecuménico. En segundo lugar, dado que esta es la primera evidencia artística de este tipo en Anatolia, ofrece pistas sobre la difusión y la adaptación de los modelos iconográficos romanos en Oriente.

Tumba hipogea del siglo III d.C.

Arqueólogos y conservadores trabajando cuidadosamente en la restauración y documentación del fresco del Buen Pastor.
El estudio riguroso del fresco permitirá entender mejor la formación de la iconografía cristiana en Oriente.

La presencia de esta figura de Jesús en Nicea tiene una resonancia especial con la reciente visita del Papa León XIV y el Patriarca Bartolomé I, quienes conmemoraron el 1700 aniversario del Concilio en este mismo lugar. El Concilio del 325 d.C. definió la divinidad de Cristo; este fresco del siglo III, en cambio, subraya su humanidad cercana y protectora, mostrando cómo la *identidad* de Jesús se construía a nivel popular mucho antes de ser definida a nivel dogmático. El hallazgo representa un puente tangible entre la fe vivencial de las primeras comunidades y la alta teología que se formuló décadas después. La tumba y su arte no solo son piezas de museo, sino una fuente viva de inspiración para el ecumenismo actual, que busca la unidad a partir de la fe compartida en Jesucristo, el Pastor que da la vida por sus ovejas.

Por El Debate, 13 de diciembre de 2025. Un invaluable testimonio del arte paleocristiano en Anatolia.

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