4 de noviembre de 2009 - DEBATE TEOLÓGICO

"SÍ AL DEBATE TEOLÓGICO, PERO BUSCANDO LA VERDAD", AFIRMA EL PAPA

EXPLICA LA CONTROVERSIA ENTRE ABELARDO Y SAN BERNARDO, GRANDES TEÓLOGOS DEL SIGLO XVII

"En teología debe haber equilibrio entre los principios revelados y los filosóficos"

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 4 de noviembre de 2009 (ZENIT.org)

  San Bernardo de Claraval  
  San Bernardo de Claraval

 

El sano debate teológico es bueno para la Iglesia, especialmente en las cuestiones abiertas, pero buscando la verdad y aceptando que el Magisterio tiene siempre la última palabra.

Así lo explicó el Papa hoy, durante la audiencia general, al centrar su catequesis en una de las controversias más famosas de la Edad Media, entre dos grandes pensadores, san Bernardo de Claraval y Abelardo, representantes de la teología monástica y escolástica respectivamente.

“Mientras san Bernardo, típico representante de la teología monástica, pone el acento sobre la fe, Abelardo, que es un escolástico, incide sobre su comprensión por medio de la razón”, explicó.

La controversia entre la “teología del corazón” y la “teología de la razón” terminó con la aceptación humilde de sus errores por parte de Abelardo, y con la reconciliación entre ambos por mediación de san Pedro el Venerable, abad de Cluny.

“En ambos prevaleció lo que debe estar verdaderamente en el corazón cuando nace una controversia teológica, es decir, salvaguardar la fe de la Iglesia y hacer triunfar la verdad en la caridad”, afirmó el Papa. “Que esta sea también hoy la actitud con la que hay confrontaciones en la Iglesia, teniendo siempre como meta la búsqueda de la verdad”, añadió.

El Papa explicó que la confrontación entre ambos se debe al mayor peso dado a la fe o a la razón a la hora de conocer los misterios de Dios. En el caso de san Bernardo, a quien ya dedicó la catequesis del pasado 21 de octubre, “la teología tiene un único fin: el de promover la experiencia viva e íntima de Dios. La teología es por tanto una ayuda para amar cada vez más y mejor al Señor”.

  Pedro Abelardo (izqda.)  
 
Pedro Abelardo (izqda.)

Por eso “le cuesta ponerse de acuerdo con Abelardo, y más en general con aquellos que sometían las verdades de la fe al examen crítico de la razón; un examen que comportaba, en su opinión, un grave peligro, el intelectualismo, la relativización de la verdad, la puesta en discusión de las mismas verdades de la fe”.

Abelardo, un hombre muy inteligente y orador brillante, creador del propio término “teología”, “se ocupó primero de la filosofía, y después aplicó los resultados alcanzados en esta disciplina a la teología, de la que fue maestro en la ciudad más culta de la época, París, y sucesivamente en los monasterios en los que vivió”.

Sin embargo un uso excesivo de la filosofía “hizo peligrosamente frágil la doctrina trinitaria de Abelardo, y así su idea de Dios”, explicó.

“En el campo moral su enseñanza no estaba privada de ambigüedad: insistía en considerar la intención del sujeto como única fuente para describir la bondad o la malicia de los actos morales, descuidando así el significado objetivo y el valor moral de las acciones”.

Ese “subjetivismo”, explicó el Papa, es “un aspecto muy actual para nuestra época, en la que la cultura aparece a menudo marcada por una tendencia creciente al relativismo ético: sólo el yo decide qué es bueno para mí, en este momento”.

Sin embargo, señaló, “no deben minusvalorarse algunas de sus intuiciones, como por ejemplo cuando afirma que en las tradiciones religiosas no cristianas hay ya una preparación a la acogida de Cristo, Verbo divino”.

El error de Abelardo, explica el Papa, es el no tener en cuenta que en teología “debe haber un equilibrio entre los que podríamos llamar los principios arquitectónicos que nos han sido dados por la Revelación y que conservan por ello siempre una importancia prioritaria, y los interpretativos sugeridos por la filosofía, es decir, por la razón, y que tienen una función importante, pero sólo instrumental”.

“Cuando este equilibrio entre la arquitectura y los instrumentos de interpretación disminuye, la reflexión teológica corre el riesgo de contaminarse con errores, y corresponde entonces al Magisterio el ejercicio de ese necesario servicio a la verdad que le es propio”.

Ver texto completo

subir

volver

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

SUSCRIPCIÓN

Suscríbete al Boletín gratuito de Primeros Cristianos. Sólo tienes que introducir tu email a continuación.
Subscription
magnifiercrosschevron-down