Los cristianos adoptaron la técnica de la excavación que ya existía y la desarrollaron en gran escala con una vasta red de galerías en niveles superpuestos. Esta fue la solución para los problemas del entierro para una gran comunidad con un número creciente de miembros.
El rápido y enorme desarrollo de algunas catacumbas se explica con el culto de los mártires que se sepultaban en ellas, porque muchos cristianos insistían en tener una tumba cerca de los venerados sepulcros, para asegurarse su protección.
Interior de la Catacumba de Santa Domitila
Las catacumbas, por la importancia que encierran, reciben hoy la visita de miles de peregrinos de todas las partes del mundo. Por su precioso patrimonio de pinturas, inscripciones, esculturas, etc., son consideradas auténticos archivos de la Iglesia primitiva, que documentan los usos y costumbres, los ritos y la doctrina cristiana como se entendía, se enseñaba y se practicaba entonces.
Los primeros cristianos no sepultaron su fe y su vida bajo tierra, sino que vivieron la vida común del pueblo en la familia, en la sociedad, en todos los trabajos, empleos y profesiones.
Primera imágen de la Virgen María. Catacumba de Santa Priscila
Dieron testimonio de su fe en todas partes, pero fue en las catacumbas donde aquellos heroicos cristianos encontraron la fuerza y el apoyo para afrontar las pruebas y las persecuciones, mientras oraban al Señor e invocaban la intercesión de los mártires.
Los cristianos de los primeros tiempos dieron un maravilloso testimonio de Cristo, muchos de ellos hasta el derramamiento de la sangre, de modo que su martirio se convirtió en un distintivo glorioso de la Iglesia.
A pesar del hecho de que las catacumbas no son, después de todo, más que cementerios, hablan a la mente y al corazón de los que las visitan con un lenguaje silencioso y eficaz.
En las catacumbas todo habla de vida más que de muerte.
Cada galería, cada símbolo o pintura que se encuentra, cada inscripción que se lee, hace revivir el pasado y ofrece un claro mensaje de fe y de testimonio cristiano.
"Las catacumbas hablan de la solidaridad que unía a los hermanos en la fe: las ofrendas de cada uno permitían la sepultura de todos los difuntos, incluso de los más indigentes, que no podían afrontar el gasto de la compra o la preparación de la tumba.
Esta caridad colectiva representó una de las características fundamentales de las comunidades cristianas de los primeros siglos y una defensa contra la tentación de volver a las antiguas formas religiosas”.
(JUAN PABLO II, “Las catacumbas cristianas constituyen una perenne escuela de fe, esperanza y caridad”)
Ver en Wikipedia
EL VATICANO
BREVE HISTORIA DE LA BASÍLICA
San Pedro fue martirizado durante la persecución contra los cristianos decretada por Nerón tras el incendio de Roma, en el año 64. El Príncipe de los Apóstoles había llegado a la Urbe algunos años antes, siguiendo el mandato del Señor que recoge el Evangelio de Marcos: id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado se salvará; pero el que no crea, se condenará.
Él había sido el primero en confesar la divinidad del Señor, había acompañado al Señor durante los tres años de su vida pública y había recibido del Maestro las llaves del Reino de los Cielos: era la cabeza de la Iglesia, y su presencia en la capital del Imperio convertía a esta ciudad en el centro y el corazón de la naciente expansión cristiana.
Después de una vida al servicio de la Iglesia, cuando empezó la persecución, Pedro comprendió que había llegado el momento de seguir a Cristo hasta identificarse totalmente con Él. No tardó en ser apresado y ajusticiado en una cruz: cabeza abajo, porque en su humildad juzgó que no era digno de morir del mismo modo que Nuestro Señor.
Circo Vaticano según un grabado de Carlo Fontana, 1694
Es muy probable que el lugar desu martirio fueran los hortinerones, unas tierras que el emperador poseía en los alrededores de la antigua Roma, junto a la colina Vaticana.
Allí Calígula había comenzado a edificar un circo privado, cuya construcción prosiguió Claudio y que fue finalmente terminado en tiempos de Nerón. Quizás la ejecución de Pedro ocurrió durante uno de los espectáculos que se celebraban en ese lugar.
A veces Nerón abría las puertas de su estadio a los ciudadanos de Roma, y él mismo corría en su carro vestido de auriga ante el pueblo que lo aclamaba. De la dinámica de aquellos festejos durante la persecución a los cristianos nos ha dejado un buen testimonio el historiador pagano Tácito:
«Los que morían eran tratados con escarnio. Cubiertos de pieles de animales, eran degollados por perros; o eran suspendidos en cruces; o, incluso, cuando ya se ponía el sol, se los quemaba vivos para iluminar la oscuridad de la noche».
Los cristianos recogieron el cuerpo sin vida de Pedro y lo enterraron junto a la ladera de la colina Vaticana, muy cerca del estadio de Nerón, aunque ya fuera de las propiedades del emperador. La tumba era de humilde tierra, pero desde el primer momento se convirtió en meta de frecuentes visitas de los cristianos romanos.
Antiguas tradiciones afirman que el primer Papa se alojaba en el Esquilino, en la casa del Senador Pudente, que fue una de las primeras domus ecclesiae en la Urbe y sobre la que después se edificó la basílica de Santa Pudenciana.
También debió de ser frecuente la presencia de Pedro en la casa de Aquila y Priscila -el matrimonio colaborador de San Pablo, del que el Apóstol de las Gentes habla varias veces en sus cartas-, que se encontraba en el Aventino, donde hoy se alza la pequeña iglesia de Santa Prisca.
Muchas peticiones alzarían los primeros cristianos ante la tumba de San Pedro. Resultaba natural que esta veneración se tradujese, también materialmente, en un progresivo enriquecimiento de la tumba de Pedro. Es seguro que al menos desde el siglo II, ya se había edificado un modesto monumento funerario sobre la primitiva tumba de tierra.
Por otro lado, no olvidaban los cristianos las palabras que el Señor dirigió a Simón, dándole un nuevo nombre mientras le indicaba la nueva misión que debería llevar a cabo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
Según la tradición, el altar de la basílica constantiniana se había construido en el siglo IV sobre el antiguo monumento funerario de Pedro; y exactamente encima, englobando y protegiendo los precedentes, se habían situado los sucesivos altares de Gregorio Magno y de Calixto II, en los siglos VI y XII, respectivamente.
Por último, cuando Clemente VIII mandó construir en 1594 el actual altar de la Confesión, se dispuso cubriendo de nuevo los anteriores.
Durante muchos siglos, movidos por la fe y por su confianza en esta tradición, los peregrinos que llegaban a Roma de todas partes han venerado la memoria del Príncipe de los Apóstoles en su Basílica, convencidos de que allí se encuentra su tumba.
El muro de los grafitti. Debajo, el interior del lóculo.
Esas excavaciones no hicieron sino confirmar, punto por punto, los datos que había transmitido la tradición: se descubrió el circo de Nerón, una necrópolis con enterramientos paganos y cristianos en buen estado de conservación, y sobre todo se encontró el humilde monumento de la tumba de Pedro, que correspondía a las antiquísimas descripciones literarias de ese edículo y que, en efecto, se hallaba justo debajo de los sucesivos altares de la Basílica.
También se comprobó que, rodeando esa tumba, había otras muchas excavadas apretadamente, para que estuviesen lo más cerca posible a la central; y fue enormemente revelador el estudio de los grafitti -o inscripciones- en las paredes, pues indicaban de modo evidente que aquél era un lugar de culto cristiano y contenían numerosas aclamaciones a Pedro.
Fragmento de muro en el que se aprecia la inscripción PETROS ENI.
Una de esas inscripciones había sido grabada junto a un pequeño lóculo, o apertura en el muro. Ese nicho contenía los restos de un varón anciano, deconstitución robusta, y en algún momento habían sido envueltos en una tela color púrpura y oro. La inscripción sobre el lóculo, en griego, decía: PETROS ENI, es decir,“Pedro está aquí”.
La Iglesia de Cristo es romana, porque la Providencia divina dispuso que en Roma estuviese la sede de Pedro, fuente de unidad y garantía de la transmisión del depósito de la fe revelada.
Para un cristiano, que goza de la luz de la fe, Roma no es sólo una ciudad de gran interés artístico o histórico, sino mucho más: es su Casa, una vuelta a sus orígenes, el escenario de una maravillosa historia -la del Amor infinito de Dios que quiere llegar a la humanidad entera- que será siempre actual y que nos interpela, cuando todos los hijos de la Iglesia tenemos por delante el reto de la nueva evangelización.
Desde hace varios años los arqueólogos buscan el lugar exacto de Betsaida, el hogar de Pedro, Andrés y Felipe; y donde siglos después se construyó la Iglesia de los Apóstoles, como se menciona en las crónicas del obispo Willibald, quien visitó el área en una peregrinación en el año 724.
Según señala el diario Haaretz, durante las excavaciones realizadas por el equipo de arqueólogos a cargo de Steven Notley del Nyack College y Mordechai Aviam del Kinneret Academic College of the Galilee se encontraron pisos de mosaicos e inscripciones que datan de finales del siglo V o principios del VI.
Estas construcciones pertenecen a un edificio del período bizantino que era usado como casa de culto, la cual fue destruida por un terremoto en el año 749 d.c. y luego se construyó un nuevo edificio sobre la estructura original.
“Todos los lugares pequeños sagrados para el cristianismo y no superconocidos, como llegaron a ser Jerusalén o Nazaret, se perdieron después de la conquista musulmana”, señaló Aviam.
Los arqueólogos israelíes han hallado en Al-Araj los mosaicos de una iglesia bizantina que, por sus inscripciones, parece importante. Sin embargo, los restos estaban tapiados, lo cual abre ahora el misterio de por qué habrían erigido muros a su alrededor
📸A. Kohn-Tavor pic.twitter.com/t1tSgBZ6xt
— Tierra Santa (@RevistaTS) October 25, 2021
Junto a Notley, el arqueólogo trabaja entre Beit Habek y Galilea desde el 2016 y entre sus primeros hallazgos están teselas doradas y mosaicos, principales distintivos del ornamento bizantino en la arquitectura de las iglesias.
Posteriormente, luego de cuatro años de trabajo, anunciaron en 2019 el descubrimiento de una gran basílica de unos 27 metros que estaba rodeada por un muro de aproximadamente un metro de altura.
Luego de una ardua investigación, recientemente hallaron nuevos restos, entre ellos mosaicos y dos inscripciones incompletas en un gran ábside, la parte de la iglesia que acoge el altar.
Archaeologists claim to have found the Church of the Apostles by Sea of Galilee: A bishop trekking around the lake in 725 saw and described the Church of the Apostles — exactly where this one has been found, archaeologists say https://t.co/xvsMv0O6Y3 Haaretz pic.twitter.com/Kr7r7TXFa0
— Jewish Community (@JComm_NewsFeeds) July 18, 2019
“Mientras que la inscripción más pequeña menciona el nombre de un diácono y el plan de construcción, la inscripción más grande es un medio medallón y habla del obispo y de la reconstrucción del edificio”, señaló Aviam.
Los arqueólogos todavía no han definido la fecha exacta de la construcción de las ruinas halladas, pero esperan que las próximas excavaciones ayuden a encontrar más información sobre esta construcción.
Estas no son las únicas ruinas que se han asociado a Betsaida. En 2020, el arqueólogo Rami Arav, profesor del Departamento de Filosofía y Religión y del Departamento de Historia de la Universidad de Nebraska (Estados Unidos) aseguró haber encontrado la localización exacta de esta ciudad.
Las investigaciones de Arav apuntan a que Betsaida estaría situada a un kilómetro y medio del Mar de Galilea, en Cisjordania, concretamente el yacimiento de Et-Tell.
Este yacimiento ha sido estudiado durante 32 años. En este el equipo del profesor Arav descubrió varias fortificaciones monumentales, almacenamiento de alimentos y una puerta de la ciudad en el sitio arqueológico que se remontan, según precisan, a la Edad de Hierro y que pertenecen a la capital de Geshur, que posteriormente se convertiría en Betsaida.
Mosaicos de la Iglesia Apóstoles - Betsaida
Aunque actualmente Et-Tell no está cerca del Mar de Galilea, y en la Biblia se describe Betsaida como un lugar accesible en barco. Para Arav esto podría deberse a los movimientos tectónicos y al cambio en los niveles de agua que han provocado un alejamiento, ya que “el mar de Galilea está en medio de la grieta siroafricana y es propenso a los cambios tectónicos”.
Además, el equipo de Arav descubrió en el yacimiento utensilios de pesca.
Arqueólogos descubren la Iglesia de los Apóstoles en Betsaida - Cerca del mar de Galilea
Parentalia, se llamaba la celebración dedicada a los muertos en la Antigua Roma. Se tenía del 13 al 21 de febrero.
Estas fiestas se realizaban en las domus (casa, hogar). De hecho, los romanos estaban muy ligados al culto de los Lares, es decir, divinidades vinculadas al culto doméstico.
En el atrio de sus casas se colocaba un edículo o pequeño altar de mampostería, que solían adornar con flores.
La Parentalia terminaba el 21 de febrero con la Feralia, y esta fiesta si era de carácter más bien público que doméstico.
Como recuerda Ovidio en el segundo libro de los Fastos, el término Feralia estaba relacionado etimológicamente con la costumbre de “llevar” (en latín: fero) regalos a los muertos.
En la Feralia los ciudadanos romanos llevaban ofrendas a las tumbas de sus antepasados fallecidos que consistían en: una vasija de barro, guirnaldas de flores, espigas de trigo, una pizca de sal, pan empapado en vino y violetas disueltas.
Ovidio narra que una vez que los romanos se negaron a celebrar la Feralia porque estaban involucrados en una guerra, los espíritus de los muertos habían salido de las tumbas, gritando y vagando por las calles enojados. Después de este incidente, se prescribieron ceremonias restaurativas y las horribles manifestaciones cesaron por error.
El día de la Feralia, justamente como la palabra lo dice es “feriado”. En ese día los templos permanecían cerrados, los magistrados no llevaban toga y no se celebraban bodas.
Quizás más tarde tomaron de estas usanzas los Primeros Cristianos, con los “Refrigerium”, el “banquete” dedicado al difunto. Con el propósito de la familia de recordar a la persona desaparecida que, en la creencia común, estaba presente en el mismo banquete.
Quizá sea importante compartir esta tradición de la Antigua Roma y ver que no se diferencian mucho de las tradiciones de nuestros días. Ahí tenemos los famosos altares dedicados a los muertos en México o el feriado que muchos países tienen el 2 de noviembre para que puedan visitar a sus familiares difuntos.
Fue una figura clave en el esplendor que alcanzó en los años siguientes la iglesia hispano-visigoda. Murió el año 600 o 601.
Leandro vio la luz en una familia de abolengo greco romano. En Cartagena de la Andalucía española. Y por los años de 535 a 540. Hermano de tres santos —San Isidoro, su sucesor en la silla Hispalense; San Fulgencio, obispo de Ecija, y Santa Florentina, virgen— santo también fue él, con su festividad litúrgica el 27 de febrero.
La carrera de su santidad se reduce a los siguientes tramos: abrazó en buena hora la vida monástica. Y su condición de monje le abrió las puertas para ejercer una preponderante influencia en la Península, sobre todo por lo que respecta al porvenir religioso de España.
La Providencia enredó así las cosas: sus padres emigraron de Cartagena a Sevilla. Nombrado obispo metropolitano de aquella ciudad, creó una escuela —ya se había dedicado a la enseñanza cuando monje— destinada a propagar la fe ortodoxa y que sirviera, a la vez, de estímulo para el estudio de todas las artes y de todas las ciencias conocidas.
El mismo llevó muy entre manos los quehaceres escolares. Entre los alumnos de esta escuela se contaron los dos hijos del rey Leovigildo, Hermenegildo Y Recaredo. El ascendiente de todo buen maestro sobre el discípulo supo aprovecharlo San Leandro para mantener en la fe católica al primogénito del rey, con magnífico ejemplo y harto provecho para los católicos españoles.
Hermenegildo, atraído a las lides de la fe nicena por el trato de San Leandro y los consejos de su buena esposa Ingunde, supo despreciar la herejía arriana. Leovigildo asentó la capital del reino visigodo en Toledo y asoció a su hijo en el reino, asignándole la Bética, con residencia en Sevilla. La persecución arriana —y con ella la guerra civil— estalló bien pronto contra el catolicismo.
Leovigildo, en sus aires de grandeza y unificador, estimó la herejía arriana como vínculo de unión y grandeza. Todo fue llevado a sangre y fuego; la violencia de la prisión o del exilio se servirá en bandeja a los recalcitrantes. A Leandro se le obligará a abandonar su iglesia metropolitana y la patria madre.
Pero antes del destierro, cuando Leovigildo, desnaturalizado padre, asediaba al joven rey, su hijo Hermenegildo, que resistía en Sevilla la impugnación de la herejía arriana, Leandro marchó a Constantinopla a implorar socorro del emperador bizantino.
En Bizancio conoció el monje obispo a otro monje —a la sazón apocrisario del papa Pelagio II en aquellas tierras— destinado a la suprema magistratura de la Iglesia: Gregorio, el magistrado romano y monje, con el que trabó una íntima amistad que unirá sus vidas en criterio y afecto hasta el fin y que Leandro sabrá explotar para el bien de España.
Gregorio el Grande escribirá las Morales (exposición del libro de Job), que tanta repercusión tendrán en la ascética moral del medievo, animado por Leandro. La correspondencia gregoriana que se nos ha conservado demuestra la fuerte y perenne amistad de estos dos santos (Cf. Epíst. 1,41; 5,49; 9,121).
Elevado a la Cátedra de Pedro, Gregorio se apresura a enviar a su amigo Leandro el palio arzobispal, con unas letras que revelan la alta estima que tenía de su virtud:
"Os envío el palio que debe servir para las misas solemnes. Al mismo tiempo debería prescribiros las normas de vivir santamente; pero mis palabras se ven reducidas al silencio por vuestras virtuosas acciones". Es tradición que el Papa donó al arzobispo de Sevilla una venerada imagen de Nuestra Señora de Guadalupe.
Leandro regresó de Constantinopla cuando amainaba la persecución suscitada por Leovigildo. Vio el final de este rey y los buenos consejos que dio a su hijo Recaredo, sin duda influenciado por el príncipe mártir.
Una nueva era amaneció para España cuando Recaredo se sentó en el trono. Leandro pudo volver a su diócesis sevillana y el nuevo rey, vencidos los francos, convocó el histórico III Concilio de Toledo, en el año de gracia de 589.
Recaredo abjura la herejía arriana: hace profesión de fe, enteramente conforme con el símbolo niceno; declara que el pueblo visigodo —unido de godos y suevos— se unifique en la fe verdadera y manda que todos sus súbditos sean instruidos en la ortodoxia de la fe católica. El alma de aquel concilio era Leandro.
Y ésta es su mayor gloria. En medio de aquellas intrigas visigóticas, supo intrigar santamente en la corte real, con el exuberante fruto de la conversión de su rey. Al santo obispo de Sevilla se le debe, corno causa oculta pero eficiente, la conversión en masa del reino visigodo y la iniciación del desarrollo en España de una vida religiosa muy activa que se traslucirá en la institución de parroquias rurales y en la fundación de no pocos monasterios.
La Iglesia española alcanzó, en los celebérrimos concilios de Toledo —iniciados prácticamente en este tercero— una importancia de primerísimo orden. La legislación visigótica, desde entonces, fue totalmente impregnada de cristianismo. Esta es la obra de San Leandro. Con razón podía gloriarse y exteriorizar su gozo en la clausura del concilio con estas palabras:
"La novedad misma de la presente fiesta indica que es la más solemne de todas... Nueva es la conversión de tantas gentes, y si en las demás festividades que la Iglesia celebra nos regocijamos por los bienes ya adquiridos, aquí, por el tesoro inestimable que acabamos de recoger.
Nuevos pueblos han nacido de repente para la Iglesia: los que antes nos atribulaban con su rudeza, ahora nos consuelan con su fe. Ocasión de nuestro gozo actual fue la calamidad pasada. Gemíamos cuando nos oprimían y afrentaban; pero aquellos gemidos lograron que los que antes eran peso para nuestros hombros se hayan trocado por su conversión en corona nuestra...
Alégrate y regocíjate, Iglesia de Dios; alégrate y levántate formando un solo cuerpo con Cristo; vístete de fortaleza, llénate de júbilo, porque tus tristezas se han convertido en gozo, y en paños de alegría tus hábitos de dolor. He aquí que, olvidada de tu esterilidad y pobreza, en un solo parto engendraste pueblos innumerables para tu Cristo.
Tú no predicas sino la unión de las naciones, no aspiras sino a la unidad de los pueblos y no siembras más que los bienes de la paz y de la caridad.
Alégrate, pues, en el Señor, porque no has sido defraudada en tus deseos, puesto que aquellos que concebiste, después de tanto tiempo de gemidos y oración continua, ahora, pasado el hielo del invierno y la dureza del frío y la austeridad de la nieve, repentinamente los has dado a luz en gozo, como fruto delicioso de los campos, como flores alegres de primavera y risueños sarmientos de vides".
Poco después de este acontecimiento, de los más grandes en la historia del cristianismo español —la conversión de los visigodos fue real y sincera—, fue elevado al Pontificado en 590, Gregorio el Magno. El Papa y amigo felicitó efusivamente a Leandro.
El metropolitano de Sevilla consagró el resto de su vida a edificar a su pueblo con la práctica de la virtud —luz que ilumina— y el trabajo de sus escritos —sal que condimenta—.
Entre sus obras escritas —todas perdidas, a excepción de algunos fragmentos de su discurso en el III Concilio de Toledo y la que ahora indicamos— se destaca por el encanto y doctrina evangélica que contiene la carta que dirigió a su hermana Florentina.
Es un bello tratadito sobre el desprecio del mundo y la entrega a Dios de las vírgenes consagradas. Influyó sobremanera en la posteridad para el género de vida monástico femenino. Comúnmente se llama a esta carta la regla de San Leandro.
Los últimos años de su vida, retirado de la política, fueron fecundos en obras santas, dignas del mejor obispo: penitencias, ayunos, estudio de las Sagradas Escrituras, obligaciones pastorales. Afligido por la enfermedad de la gota —la misma enfermedad que sufría por entonces su amigo Gregorio el Magno— supo recibirla como un favor del cielo y como una gracia muy grande para expiar sus faltas,
Moría probablemente el mismo año que Recaredo, en 601, dejando fama de verdadero hombre de estado y de obispo digno del apelativo de su amigo, grande.
JUAN MANUEL SANCHEZ GÓMEZ
Las tumbas presentan imágenes de enredaderas, flores y patrones geométricos, así como figuras mitológicas. Archivo del Proyecto de Excavación Arqueológica Blaundus. Las excavaciones en Blaundos en Usak , Turquía, han revelado 400 tumbas excavadas en la roca que datan de hace 1.800 años, cuando la antigua ciudad estaba bajo control romano.
Muchas de las tumbas están decoradas con imágenes de ramas de vid, racimos de uvas, flores, animales y figuras mitológicas, informa la agencia estatal Anadolu (AA).
Blaundos estaba ubicado en lo alto de una colina y rodeado por un cañón que ofrecía protección contra los atacantes. Las tumbas fueron excavadas en los lados empinados del cañón.
“Hay sarcófagos arqueados tallados en el lecho de roca frente a las paredes de cada habitación” , dice a AA el líder de la expedición Birol Can , arqueólogo de la Universidad de Uşak. “Aparte de estos, dentro de las tumbas de roca también se encontraron lugares que se cree que se utilizarían para ceremonias funerarias.
La puerta principal de las tumbas se cerró con una puerta de mármol y se volvió a abrir durante los tiempos de entierro o ceremonia en el pasado ".
Los antiguos residentes de la ciudad excavaron las tumbas en los lados de un cañón. Archivo del Proyecto de Excavación Arqueológica BlaundosAlgunas de las tumbas tienen una sola cámara, mientras que otras son "estructuras complejas formadas por la disposición de las habitaciones una tras otra", dice Can a Laura Geggel de Live Science .
“Estas habitaciones no se crearon de una sola vez”, agrega. “Se desprende de las huellas en las paredes que estas tumbas fueron diseñadas originalmente como una sola habitación. Sin embargo, con el tiempo, cuando no había lugar para el entierro en esta habitación individual, la habitación se amplió hacia adentro y se agregaron la segunda, la tercera y luego la cuarta habitación ”.
Los arqueólogos han estado al tanto de la necrópolis excavada en la roca, uno de los sitios de enterramiento más grandes de su tipo en el mundo, durante más de 150 años. Pero los investigadores solo comenzaron a excavar sistemáticamente Blaundos en 2018 .
Aparte de las tumbas, escribe Argun Konuk para Daily Sabah , el equipo ha identificado templos, un teatro, un baño público , acueductos, un edificio estatal, un estadio y más.
A lo largo de los siglos, los ladrones de tumbas destruyeron parcialmente algunas de las tumbas mientras se llevaban joyas y otros artículos preciosos. Pero quedan muchos objetos.
Incluyen fragmentos de cerámica y monedas que datan del siglo II al IV d.C., así como ajuares funerarios como espejos, anillos, tazas y lámparas de aceite, presumiblemente destinados a ser utilizados en el más allá. Los murales que decoran 24 de las cámaras siguen siendo visibles pero están en mal estado.
“Algunas de estas tumbas fueron utilizadas como refugios de animales por los pastores hace mucho tiempo”, dice Can Live Science . “Los frescos estaban cubiertos con una capa densa y negra de hollín debido a los incendios que se producían en esa época”.
Un equipo de conservación ha limpiado algunas de las pinturas, que incluyen motivos de enredaderas, flores, coronas y patrones geométricos, así como figuras mitológicas como Hermes, Eros y Medusa y animales como pájaros y perros.
Blaundos fue fundada por un comandante del mismo nombre que sirvió bajo Alejandro Magno después de que su ejército arrasara Asia Menor en el siglo IV a. C.
Originalmente habitada por macedonios , más tarde se convirtió en una importante ciudad romana, señala Peta Stamper para " History Hit ". En las últimas eras romana y bizantina, Blaundos fue sede de obispos que lideraban comunidades cristianas en el área circundante.
Las tumbas descubiertas hasta ahora son solo una parte de la necrópolis. Cientos de otras tumbas aún no se han excavado. El equipo también planea realizar análisis químicos y de ADN destinados a determinar la ascendencia, la edad, el sexo y la dieta de los enterrados en la antigua ciudad.
Luces que vienen de lo lejos.
Voces que nos hablan desde la distancia.
Eco de vidas entregadas por Cristo y por la Iglesia.
Recuerdo de vidas vividas con intensidad, auténticas, coherentes.
La selección de textos que se presenta en este libro busca dar a conocer la vida de los primeros cristianos a las mujeres y a los hombres del siglo XXI: hacernos presente el espíritu que ellos vivieron, tal como ellos mismos lo han contado.
Se pretende con este libro que los primeros escritores cristianos hablen directamente al lector, y que este diálogo directo sea enriquecedor para quien lo mantenga con ánimo abierto y oído atento.
Se trata de poner al alcance de los lectores algunos de los tesoros que se encuentran en sus escritos y que no son fácilmente conocidos por quienes no son especialistas.
Estos textos de la antigüedad cristiana tienen un especial atractivo porque nos permiten captar el mensaje cristiano en sus fuentes originarias. Viajamos a los tiempos del nacimiento de la Iglesia. Nos permiten acercarnos a los primeros eslabones de esta fabulosa cadena que a lo largo de la historia ha transformado el mundo.
De San Clemente Romano a San Agustín
En las páginas de este libro se incluyen textos de los Padres Apostólicos y los escritores de finales del siglo I y de la primera mitad del siglo II (San Clemente de Roma, San Ignacio de Antioquía, San Policarpo de Esmirna…), que son verdaderos testigos de los comienzos, ya que conectan directamente con los tiempos de los Apóstoles.
Los Padres y apologistas de los siglos II y III, que fueron auténticos defensores de la fe, ante las duras persecuciones (San Justino, Atenágoras, Teófilo de Antioquía,…) y ante la aparición de las primeras herejías (San Ireneo de Lyon, Orígenes, Clemente de Alejandría, Tertuliano, San Cipriano de Cartago…).
Y termina con los grandes Padres de Oriente y de Occidente del siglo IV y de la primera mitad del V. Concretamente hasta San Agustín de Hipona (354-430).
Un excelente libro de consulta
![]() Gabriel Larrauri Aguirre |
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En cuanto a los autores que se citan, se puede encontrar en el comienzo del libro una “relación cronológica” de los mismos, para que el lector pueda situarlos en el tiempo con más facilidad.
En las páginas finales se recoge una breve “información biográfica”sobre cada uno de ellos, de modo que se pueda conocerlos mejor y hacerse cargo de las circunstancias que rodearon su vida.
Se ofrece también un “índice por autores” y otro “índice temático” que pueden ser útil es para localizar los textos con más facilidad, también pensando en la preparación de conferencias, charlas, pláticas, homilías, etc.
En los textos seleccionados se ha resaltado en “negrita” algunas palabras para facilitar al lector centrar la atención en esas ideas. Habitualmente son sencillos y se entienden fácilmente, pero hay algunos que merece la pena dedicarles un poco más de tiempo y esfuerzo para pensar en ellos más despacio.
Dentro de cada capítulo los textos respetan el orden de antigüedad para facilitar la comprensión se sus contenidos.
Autor: Gabriel Larrauri Aguirre
Editorial: Planeta Testimonio
Hasta finales de octubre, el sacerdote tenía su base en Kombolcha, pueblo ubicado en las afueras de la región de Amhara, cerca de Tigray y a unos 380 km al norte de la capital Addis Abeba. Kombolcha fue invadida por miles de personas que huían de la zona de conflicto, al igual que otras ciudades vecinas como Dessie.
A medida que pasaban los días, las preocupaciones iniciales sobre cómo proporcionar alimentos y ayuda humanitaria a los desplazados internos se convirtieron en inquietudes por los combates, que seguían acercándose.
“Los que tenían parientes en la capital enviaban a sus hijos y esposas. También nosotros enviamos a nuestros seminaristas a Addis Abeba, mientras que los sacerdotes, nos quedamos para estar con los refugiados y ver cómo se desarrollaban las cosas. Vimos mucho sufrimiento.
Muchas personas murieron, otras habían tenido que huir y necesitaban comida, agua, medicinas y lugares para quedarse. Nuestro pequeño pueblo de Kombolcha tenía más de 4.000 desplazados internos. Hicimos lo que pudimos para recolectar comida, mantas y agua. Fue solo una gota en el océano. Pero como dicen, es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad«.
En los últimos días del mes de octubre, sin embargo, la situación empeoró a medida que la lucha se acercaba y las fuerzas de Tigray rechazaron una ofensiva del gobierno tomando Dessie y Kombolcha.
Fue en este momento en el que los misioneros se vieron obligados a irse. “Las cosas se han puesto mal. Ahora nos vemos obligados a huir”, escribió el sacerdote de Kombolcha la noche antes de que la ciudad fuera invadida. “Los otros sacerdotes ya han salido, ahora me quedo solo con los vigilantes. Veré si puedo huir mañana”.
Junto con otros refugiados, el misionero católico, logró salir de de Kombolcha antes de la llegada de las fuerzas de Tigray . Consiguieron recorrer 50 km en dirección a Addis Abeba, antes de tener que detenerse porque la carretera estaba bloqueada.
Pero el sacerdote misionero pudo informar a ACN que están a salvo. “Estoy fuera de peligro. Las carreteras están llenas de gente”, explica en su último mensaje, el 1 de noviembre.
Los combates entre el gobierno de Amhara y las fuerzas de Tigray comenzaron hace un año, el 4 de noviembre de 2020. Las razones de la guerra son complejas, pero los resultados, como siempre, han sido especialmente trágicos para la población civil.
La rica herencia cristiana de Etiopía también está amenazada. Las ciudades de Lalibela, conocida por sus iglesias excavadas en la roca, y Axum, antigua capital del imperio etíope y, según la tradición local, el actual lugar de descanso del Arca de la Alianza, se han visto afectadas por los combates.
El reciente nombramiento del primer ministro Abyi Ahmed, para un segundo mandato de cinco años, dio lugar a algunas esperanzas de paz, pero duró poco.
“Se vieron letreros con una flor y las palabras ‘Nuevos comienzos’ en la capital, Addis Abeba, antes de la ceremonia de posesión. Después de la ceremonia, esperábamos que la guerra terminara. Nos sorprendió que continuara y se acercara a nosotros, en Kombolcha”.
El conflicto en Etiopía significa que muchas de las regiones más difíciles se han vuelto inaccesibles para periodistas y agencias humanitarias. Ante la creciente tensión, los misioneros católicos saben que la ayuda material es difícil de conseguir y piden especialmente oraciones. “Pedimos humildemente sus oraciones para que la paz y la seguridad regrese a nuestra región, así como otros tipos de apoyo”, dice el sacerdote.
Etiopía está dividida, aproximadamente a partes iguales, entre cristianos y musulmanes. Aunque el pasado glorioso del país está indisolublemente ligado a la fe cristiana, lo que lo convierte en el país cristiano independiente más antiguo del mundo.
La mayoría de los cristianos pertenecen a la Iglesia ortodoxa etíope tewahedo, anterior al Concilio de Calcedonia, que está en comunión con otras Iglesias orientales como las Iglesias copta y armenia. Hay una comunidad católica pequeña pero vibrante, dividida en rito latino y rito etíope (ge’ez).
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https://www.primeroscristianos.com/etiopia-las-increibles-iglesias-la-jerusalen-negra/
"El acueducto que lleva el agua a la Fontana de Trevi se llama Acueducto Virgine. Lo construyó el Cónsul de Agrippa en el año 19 AC y es el único acueducto romano (eran 11) que sigue funcionando". FILIPPO CALABRIA - Guía Turístico en Roma
Con 20 metros de ancho y 49 de alto, cubre por completo la fachada trasera del Palazzo Poli. Ningún turista se resiste a fotografiar la estatua central, de 5,8 metros, o las cuatro más pequeñas, de 1735.
La Fontana actual fue un proyecto iniciado en 1732 para reformar una fuente ya existente, como se pueden ver en grabados de la época.
"Es complicado porque, obviamente, muchos arquitectos y muchos escultores trabajaron en la Fontana di Trevi. Hablamos de 31 años y medio de construcción, es imposible escoger un nombre, pero quien proyectó la Fontana di Trevi que conocemos hoy se llamaba Nicola Salvi".
Un gran proyecto que ni el Papa Clemente XII ni Salvi pudieron ver concluido porque ambos fallecieron antes de su inauguración en 1762.
El nombre de la Fontana puede estar relacionado con el acueducto, pero también con ser un cruce de tres calles, en italiano “tre vie”.
La Fontana di Trevi no solo tiene interés artístico para los visitantes, también es el lugar de una famosa tradición. Quien quiera regresar a Roma, debe lanzar de espaldas una moneda a la fuente. Pero existe otra tradición menos conocida.
"Hay otra leyenda, más interesante, más divertida. Si un novio viene aquí con su novia y le da a beber un poco del agua de la fuente directamente con un vaso de cristal, si ella bebe y luego rompe el vaso, será amor para siempre".
La fuente está también repleta de leyendas, como la que rodea a este As de copas. Los romanos cuentan que un barbero de la plaza criticaba al arquitecto, que decidió hacer algo al respecto.
"Se quejaba y decía que Nicola Salvi no le gustaba, que trabajaba mal, que no le gustaba el proyecto. Hasta que Nicola Salvi, un poco historia, un poco leyenda, le construye ese As de copas, ese vaso grande para taparle la vista a la fuente al peluquero, al barbero de la época". FILIPPO CALABRIA - Guía Turístico en Roma
Un símbolo de la ciudad de Roma conocido en el mundo entero pero que, después de veinte siglos, sigue escondiendo multitud de misterios para sus visitantes.
El culto de estos Cuatro mártires se perdió, mezclado, desde los ss. VI/VII, con la memoria de los santos mártires de Panonia (los famosos “Cuatro Coronados” de la basílica del Monte Celio, tan próxima a la Via Labicana), cuyos restos habrían sido trasladados a Roma con ocasión de las invasiones bárbaras y cuyo culto había prosperado en la Urbe a partir del final del siglo V y a lo largo del VI.
Esa asimilación de cultos explicaría el nombre de Severino: sería el equivalente de Severiano, nombre que se atribuía a uno de los mártires de Panonia (tomado, a su vez, a partir del siglo VII, de uno de los componentes de otro grupo de “cuatro mártires”, en este caso de Albano).
Tal enredo en el Martirologio entre los “Cuatro Coronados” de Panonia (que luego resultan ser cinco), los cuatro mártires romanos de la Via Labicana y los cuatro mártires de Albano ha suscitado innumerables estudios históricos y hagiográficos desde inicios del siglo XX.
De este modo ha sido posible reconstruir, con bastante certeza, los nombres de los mártires de Panonia (los que hoy figuran en el Martirologio con fiesta el 8 de noviembre) y de Albano (cuya memoria se celebra otro día), y ha quedado confirmada la pérdida del recuerdo de los nombres de los cuatro mártires romanos de la Via Labicana, lo que ha conllevado su salida del Martirologio Romano en la última edición.
Como se sabe, los sucesivos Martirologios Romanos del siglo XX han ido experimentando cambios, para poder acoger paulatinamente el fruto de los estudios históricos.
Probablemente, el san Severino mártir cuyos restos concede Gregorio XVI a la iglesia napolitana de los Santos Francisco y Mateo y que el cardenal Marcello Mimmi entrega al Opus Dei en 1957, es uno de los santos mártires romanos de la Via Labicana, cuya memoria, durante siglos, se celebró unida a la de los mártires de Panonia, el 8 de noviembre, y cuyos nombres se desconocen.
En ese caso, habría que situar en el antiquísimo culto romano a los cuatro mártires de la Via Labicana la fuente de la que proceden los datos sobre un soldado mártir de la persecución de Diocleciano atribuidos a san Severino, así como la fecha del 8 de noviembre como su dies natalis.
El nombre de Severino sería fruto de su asociación al culto romano a los “Cuatro Coronados”, uno de los cuales, como se ha indicado, era venerado con el nombre de Severiano. Con el tiempo, sin embargo, en la basílica del Celio dedicada a estos mártires su culto se iría olvidando: de hecho, era casi inexistente en el siglo XIX, cuando el papa Gregorio XVI concedió las “reliquias de san Severino” a Nápoles.
Determinar ahora si, en el caso de que procedieran del Celio, las reliquias de san Severino corresponderían a uno de los “Coronados” o a uno de los mártires de la Via Labicana es casi imposible, aunque todo indica que, en el momento en que Gregorio XVI las entregó –olvidado el culto a los mártires de la Via Labicana–, Severino era el nombre atribuido a uno de los mártires de Panonia y no al mártir romano.
Si se demostrara que las reliquias no proceden del Celio, sino que Gregorio XVI las tomó directamente de las catacumbas, habría que concluir que la identificación de ese “Severino” con el de la fiesta del 8 de noviembre es puramente casual y que, por lo tanto, no es posible atribuirle ni un nombre ni una historia.
Entre los siglos XVII y XIX era frecuente tomar restos de las catacumbas (considerados todos de mártires) y atribuirles arbitrariamente un nombre. La Congregación para el Culto divino y la Disciplina de los Sacramentos, al insistir en recordar el 8 de noviembre como día de la celebración de san Severino, ha querido apostar por su vinculación con la antiquísima tradición de los cuatro mártires de la Via Labicana, celebrados durante siglos en esa fecha.
Solo nos queda esperar que las anteriores consideraciones animen a algún historiador o liturgista a realizar una investigación científica más amplia y profunda sobre el tema.
Juan Miguel Ferrer