Predicó en nombre de Jesucristo. "Los pobres son su prójimo" , decían los del lugar. A lo que él replicaba; "Son más que mi prójimo; son mis hermanos, mis hijos en espíritu" . Y en provecho de ellos vendió sus vastas heredades, vistió el sayal de peregrino y comenzó su misión evangelizadora con los menesterosos, los enfermos y los huérfanos.
Recorrió Florencia y se dirigió a la ciudad de Milán. El gobernador Anolino interrogó a los guardias: "¿,Quién es ese hombre que habla sobre la fe de un nazareno llamado Jesús y todos lo siguen?" Dio orden de que lo encarcelaran y al día siguiente se presentó en su celda. Su presencia llevaba un fin: persuadirlo a que adorase a los dioses de Roma.
Como Nazario se negase, fue flagelado y expulsado de Milán. Llevó entonces a la Galia su prédica evangelizadora. Un domingo, orando en la población de Melia, una mujer, llamada Marionilla, llegó con un niño, su hijo. "Aquí está Celso le dijo , para que lo bautices y lo instruyas en tu fe, la que recompensa con la vida eterna".
La gracia del Señor resplandeció sobre Celso. Nazario y Celso maestro y discípulo, sembraron, con sus eficaces pláticas y la ejemplaridad de sus vidas, aquella semilla de la cual habla el evangelio; y esta semilla "cayó toda en tierra fértil".
En la ciudad de Tréveris ambos realizaron milagros. En compañía de los recién convertidos entonaban cánticos sagrados y en las procesiones pregonaban la paz entre los hermanos y entre los pueblos.
Arrestados los dos y llevados a la cárcel, se los condenó a muerte. La tradición refiere que fueron milagrosamente salvados y volvieron a Italia. En Milán, el gobernador Anolino por segunda vez los hizo encarcelar. Como Nazario era ciudadano romano y pertenecía a la nobleza, el gobernador consultó la sentencia con Nerón.
Conducidos a la plaza mayor de Milán, fueron decapitados, el 28 de julio del año 68. Los cristianos recogieron sus cadáveres y los sepultaron en un huerto de extramuros.
Más de trescientos años después, en 395, fue revelado a san Ambrosio como él mismo ha escrito el lugar donde estaban los sagrados despojos. Refieren las crónicas que éstos estaban como si ese mismo día hubiesen sido sepultados. San Ambrosio los hizo trasladar a la iglesia de los Apóstoles, que acababa de hacer construir.
Los habitantes de Milán reverencian a estos dos santos como a sus dos patronos.
Por otra parte, en el martirologio jeronimiano, y posteriormente en todos los calendarios y martirológios, se consigna en este día y en Barcelona el nacimiento al cielo de San Cucufate.
Evidentemente, la vida de San Cucufate, tal como se nos refiere en la "Ieyenda de oro" de la Edad Media, presenta muchos rasgos característicos de las leyendas, tan frecuentes en todas las naciones cristianas. Sin embargo, la circunstancia de que ya Prudencio en su tiempo nos comunique con tanta precisión el hecho del martirio de San Cucufate en Barcelona, indica con suficiente claridad que, al menos, los hechos fundamentales de su martirio responden a la realidad. Téngase presente que Prudencio debió escribir dicha obra hada el año 380 y que el martirio de San Cucufate debió ocurrir el año 305 ó 306. Por consiguiente, se trataba de hechos relativamente recientes y que, por referirse a los mártires cristianos, tan venerados por todos los fieles, permanecían en la memoria de todos.
Hay más. El testimonio de Prudencio sobre la verdad del martirio de San Cucufate adquiere un valor muy especial si se le considera juntamente con los demás que presenta el poeta en el mismo himno. Pues bien; así como debemos decir que todos esos mártires a que alude Prudencio son realmente históricos, aunque tal vez en las Actas o Pasiones correspondientes se hayan mezclado rasgos legendarios, lo mismo debemos decir de San Cucufate.
Esto supuesto, es difícil, y aun prácticamente imposible, señalar no sólo con precisión, pero ni aun aproximadamente, cuáles son en el martirio de San Cucufate los datos históricos y cuáles los legendarios. En general podemos afirmar que los hechos fundamentales de su valor y constancia, de su ardiente fe y de su heroísmo en derramar su sangre por defenderla, son históricos y responden a la realidad. En cambio, entran, sin duda, en el campo de la leyenda multitud de rasgos accidentales o circunstanciales del martirio, particularmente la multitud de tormentos a que es sometido, los milagros estupendos y repetidos y las muertes de los perseguidores de San Cucufate. En todo caso, persiste la ejemplaridad del martirio como modelo para todo cristiano de nuestros días.
He aquí, pues, lo que se nos ha transmitido sobre el martirio de San Cucufate:
Era de origen africano, y nació de padres nobles y cristianos en la población de Scila. Enviado, con su hermano Félix, a Cesarea de la Mauritania para aprender las letras humanas, hizo allí grandes progresos, no sólo en el estudio, sino más aún en el espíritu. Mas, como ambos se sintieran animados de un intenso deseo del martirio, teniendo noticias de que había estallado una sangrienta persecución contra los cristianos, partieron para España y desembarcaron en Barcelona.
Al entender, pues, que el prefecto Daciano, atravesando las Galias, se dirigía a España, mientras Félix se dirigió a Gerona, Cucufate decidió esperarlo en Barcelona, mientras se preparaba con especiales oraciones para el martirio. Al mismo tiempo se dedicó al oficio de mercader, procurando ejercitar la caridad con los hermanos cristianos. Llegado, pues, Daciano a Barcelona, como entretanto se había dado a conocer Cucufate por su eximia caridad con los pobres y necesitados y por sus obras de celo, fue bien pronto delatado.
Preso, pues, por orden del juez, fue encerrado en un calabozo, donde se trató primero por todos los medios posibles de inducirle a que sacrificara a los ídolos. Mas, como persistiera con la mayor firmeza en la confesión de la fe, fue entregado en manos del prefecto Galerio para ser torturado. Este, en efecto, presa de una fiera rabia contra los cristianos, lo entregó a doce robustos soldados, con la orden de que por turno le azotaran y con las uñas de hierro y con los escorpiones lo despedazaran hasta que le quitaran la vida. Aplicáronle al punto tan inhumano tormento, y ya estaba el cuerpo del mártir completamente dilacerado cuando, por justo castigo de Dios, los verdugos se sienten heridos de ceguera y el prefecto cae herido de muerte, mientras Cucufate es milagrosamente sanado de sus heridas.
Ante tan estupendos milagros gran multitud del pueblo abandona la superstición pagana y abraza la fe de Cristo; pero, entretanto, el nuevo prefecto Maximiano, sucesor de Galerio, ordena a los verdugos asar cruelmente al mártir en las parrillas y, para aumentar la tortura, untar el cuerpo asado con vinagre y pimienta. El mártir, por su parte, puesto en medio del tormento, entona salmos al Señor, y con un nuevo milagro es sanado repentinamente, mientras los verdugos perecen en el fuego. Ciego de rabia el prefecto, y atribuyendo todas estas maravillas a arte diabólica, manda inmediatamente que se encienda un gran fuego y en él se queme el mártir; mas, puesto Cucufate en medio de la ingente llama, sumido en oración al Señor, permanece enteramente ileso, mientras la llama se extingue por completo.
Desconcertado y confuso el prefecto Maximiano, ordena volver al mártir a la cárcel, para decidir él durante la noche lo que se deberá hacer. Mas, durante aquella noche, es recreado el mártir con un resplandor celeste en su prisión, con el cual, ilustrados los carceleros, penetraron en la verdadera luz interior y creyeron en Cristo. Al tener, pues, noticia de todo esto, ciego de ira Maximiano, manda flagelar al mártir con azotes de hierro hasta quitarle la vida; pero, mientras se le aplicaba tan inhumano tormento, por efecto de la oración del mártir arde en llamas la carroza del prefecto Maximiano, y, mientras se dirigía al templo para sacrificar a los ídolos, muere presa de las llamas, al mismo tiempo que los ídolos caen al suelo hechos pedazos.
Finalmente, el nuevo prefecto Rufo, escarmentado en sus predecesores, no se atrevió a aplicar ningún tormento al mártir, sino que, pronunciando la sentencia contra Cucufate, ordena que lo pasen por la espada. Así, pues, habiendo superado la crueldad del fuego, del hierro y de todos los tormentos, herido por la espada obtuvo la palma del martirio el 25 de julio. El martirio tuvo lugar en las afueras de la ciudad, en el campamento militar denominado Castrum Octavianum, que es la actual población de San Cugat del Vallés, junto a Barcelona.
La memoria de San Cucufate se mantuvo fresca en Barcelona y en toda la Península, según se manifiesta claramente en las palabras de Prudencio, citadas al principio, y en los breves elogios de los martirológios. Desde el siglo VIII existió en el Castro Octaviano, un monasterio dedicado a San Cucufate (o San Cugat), de quien se suponía que se conservaban las reliquias. Sin embargo, conforme a una tradición, la cabeza había sido llevada a Francia. Este monasterio de San Cugat recibió su forma definitiva en los siglos XII y XIII y se conservó hasta la supresión general de 1835. El edificio se puede admirar todavía en nuestros días.
Son curiosas, por otra parte, las noticias que sabemos sobre los recuerdos de San Cucufate en Francia. En efecto, consta que FuIrado, abad del monasterio de San Dionisio, se procuró algunas reliquias de San Cucufate y las depositó en un monasterio fundado por él en Alsacia. Su nombre antiguo era La Celle-de-FuIrad; pero se cambió entonces con el de San Cucufate. Pero el año 835 el abad Hildnin hizo llevar estas reliquias a San Dionisio, de París. De hecho, consta que desde el siglo IX la devoción a San Cucufate se extendió por los alrededores de París. En las proximidades de Rucil, en medio del bosque, hay un pequeño lago que ostenta el nombre de Saint Cucufat. Según algunos investigadores, hubo allí en otros tiempos una capilla dedicada al Santo, de la que todavía en el siglo XVIII se conservaba la memoria, acudiendo el pueblo para ciertas peregrinaciones. Se le designaba con el nombre transformado de Saint Quiquenfat. Otros nombres vecinos de Guinelat, Conat y Coplian son interpretados como recuerdos de San Cugat.
BERNARDINO LLORCA, S. I.
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 27 de octubre de 2010 .-
Benedicto XVI destacó la importancia de la colaboración entre hombres y mujeres consagrados a Dios, ese miércoles durante la audiencia general celebrada en la plaza de San Pedro, cuya catequesis dedicó a santa Brígida de Suecia (1303-1373).
“La colaboración de consagrados y consagradas, siempre en el respeto de su vocación específica, reviste una gran importancia en el mundo de hoy”, afirmó. El Papa se refirió a la orden religiosa fundada por santa Brígida, dedicada al Santo Salvador y compuesta por monjes y monjas bajo la autoridad de la abadesa. El Pontífice afirmó que el carácter mixto, bajo la dirección de una mujer, de esa orden “no debe sorprendernos”.
Por otra parte, el Papa se refirió a santa Brígida de Suecia como modelo de esposa y de viuda, distinguiendo dos periodos en su vida, separados por el fallecimiento de su marido. Del primer periodo, caracterizado “por su condición de mujer felizmente casada”, el Papa destacó “el compromiso educativo de Brígida respecto a sus hijos”, signo del cual es que la segunda de sus ocho hijos, Karin (Catalina) sea venerada como santa.
Para el Papa, “este primer periodo de la vida de Brígida nos ayuda a apreciar la que hoy podríamos definir una auténtica "espiritualidad conyugal": juntos, los esposos cristianos pueden recorrer un camino de santidad, sostenidos por la gracia del Sacramento del Matrimonio”. Además, añadió, “no pocas veces, precisamente como sucedió en la vida de santa Brígida y de Ulf, es la mujer la que con su sensibilidad religiosa, con la delicadeza y la dulzura consigue hacer recorrer al marido un camino de fe”.
En este punto, el Pontífice tuvo palabras de reconocimiento hacia “tantas mujeres que, día a día, aún hoy, iluminan a sus propias familias con su testimonio de vida cristiana”. Y auspició “que el Espíritu del Señor pueda suscitar también hoy la santidad de los esposos cristianos, para mostrar al mundo la belleza del matrimonio vivido según los valores del Evangelio: el amor, la ternura, la ayuda recíproca, la fecundidad en engendrar y educar hijos, la apertura y la solidaridad hacia el mundo, la participación en la vida de la Iglesia”.
Respecto al segundo periodo de la vida de santa Brígida, el Papa explicó que “renunció a otro matrimonio para profundizar en la unión con el Señor a través de la oración, la penitenciay las obras de caridad”.
La propuso como modelo para las viudas cristianas, recordando que la santa, “a la muerte de su marido, tras haber distribuido sus propios bienes a los pobres, aun sin acceder nunca a la consagración religiosa, se estableció en el monasterio cisterciense de Alvastra”, donde tuvo revelaciones divinas hasta su muerte.
La Iglesia no se ha pronunciado sobre cada una de esas revelaciones, pero ha acogido la autenticidad conjunta de su experiencia interior, recordó el Pontífice. “De hecho, leyendo estas Revelaciones, se nos interpela sobre muchos temas importantes”, dijo, temas como la Pasión de Cristo y la dolorosa maternidad de María.
Benedicto XVI señaló también que santa Brígida estaba convencida de que todo carisma está destinado a edificar a la Iglesia, por lo que muchas de sus revelaciones estaban dirigidas, “en forma de advertencias incluso severas, a los creyentes de su tiempo, incluyendo las autoridades religiosas y políticas, para que viviesen de manera coherente su vida cristiana”.
Finalmente, el Papa se refirió a la santa, copatrona de Europa desde el año 2000, como a una “figura eminente en la historia de Europa” y consideró que ella puede ayudar a que el continente se alimente siempre de sus raíces cristianas y en el ecumenismo.
“Procedente de Escandinavia, santa Brígida atestigua cómo el cristianismo había permeado profundamente la vida de todos los pueblos de este Continente”, afirmó.
Y añadió: “Declarándola copatrona de Europa, el Papa Juan Pablo II auguró que santa Brígida –que vivió en el siglo XIV, cuando la cristiandad occidental aún no había sido herida por la división– pueda interceder eficazmente ante Dios, para obtener la gracia tan esperada de la plena unidad de todos los cristianos”.
A lo largo de los siglos, la iglesia de Santa Sofía fue decorada con exquisitez. Todas las bóvedas y las cúpulas, además de algunas paredes, fueron cubiertas de mosaicos sobre un fondo de oro. Contenían representaciones de la Virgen María, Jesús, los santos, ángeles, y también de emperadores y emperatrices e incluso motivos vegetales y geométricos en un estilo puramente decorativo.
Sin embargo, estas decoraciones se modificaron o truncaron a lo largo de la larga historia de esta basílica que se convirtió en mezquita y luego en museo. No obstante, en la actualidad se conservan y protegen algunos mosaicos cristianos que admiran millones de turistas.
De ahí surge, entonces, la cuestión, dado que el lugar vuelve a convertirse en centro de culto musulmán y celebrará los cinco rezos cotidianos. ¿Qué va a suceder con esos mosaicos cristianos cuando el Islam rechaza toda representación humana?
El pasado martes 14 de julio, la autoridad turca para Asuntos Religiosos, Diyanet, ofreció algunas aclaraciones sobre las futuras medidas a este respecto. La administración turca anunció así su intención de ocultar los iconos durante los tiempos dedicados a la oración musulmana. «Los iconos cristianos deberán ser ocultos con cortinas y otros medios apropiados».
También se hizo referencia a técnicas de iluminación para ensombrecer los iconos durante los momentos de oración. Por su parte, Omer Celik, portavoz del partido turco AK Party, precisó que «los mosaicos de la emblemática basílica de Santa Sofía de Estambul serán cubiertos con cortinas o láseres durante las oraciones musulmanas, pero permanecerán visibles a los visitantes durante las horas autorizadas», y añadió además que las visitas pasarán a ser gratuitas.
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La violencia contra los cristianos en la India no se aplaca. Incluso la propagación de la pandemia del coronavirus y el aislamiento impuesto a nivel nacional para contenerla no han logrado aliviar a los cristianos. Según un informe semestral del Foro Cristiano Unido (UCF), una organización cristiana interconfesional de Nueva Delhi, que lucha por los derechos de la minoría cristiana principalmente a través de la protesta – informa UCA News – 121 fueron los brotes de violencia en 15 estados en el primer semestre del año, con la pérdida de dos vidas humanas, y 95 ataques registrados en el país. Las iglesias asaltadas fueron a menudo ocupadas ilegalmente o cerradas.
Michael Williams: Nadie debe ser perseguido por su fe
"Nadie debe ser perseguido a causa de su fe", afirmó Michael Williams, Presidente de la UCF, en un comunicado de prensa publicado este 13 de julio. "Es preocupante ver que estos horribles actos continúan incluso después de una serie de indicaciones de la Corte Suprema al gobierno". "La policía y la administración local, que son responsables del orden público – añadió el líder cristiano – deben actuar rápidamente contra cualquier persona involucrada en la violencia".
La libertad para practicar la fe se ha reducido
La UCF, que junto con la Alianza para la Defensa de la Libertad de la India, la Comisión de Libertad Religiosa de la EFI y la Asociación Jurídica Cristiana, logró reabrir 19 iglesias y conseguir que 28 párrocos fueran liberados bajo fianza o absueltos de cargos falsos, explicó que los incidentes revelaron que la libertad de practicar la fe se había reducido en 15 de los 28 estados de la India y añadió que ningún partido político estaba adoptando una postura firme contra estos actos de violencia.
Falsas acusaciones de conversiones forzadas
Existe una tendencia creciente e incontrolada a no presentar cargos, los primeros informes (FIR), contra los autores de la violencia, hasta el punto de que sólo se han registrado 20 de los 121 incidentes que han ocurrido. El modus operandi es casi siempre el mismo: después de que una multitud, acompañada por la policía local a un servicio de oración, comienza a gritar slogans, golpeando a hombres, mujeres y niños, los pastores son arrestados por la policía bajo falsas acusaciones de conversiones forzadas.
Luchar por los derechos humanos
Desafortunadamente, los datos de la UCF muestran que la violencia contra los cristianos aumenta constantemente. El número de incidentes registrados en 2014 fue menos de 150, casi 200 en 2015, más de 200 en 2016, más de 250 en 2017, y llegó a 300 en 2018. En 2019 se registraron 328 incidentes de violencia. "Esto ya no se trata de la fe", concluyó Michael. “Se trata del derecho constitucional de vivir de manera respetuosa, a llevar una vida pacífica y a dejar que otros la vivan también. La UCF, cuyo principal objetivo es luchar por los derechos humanos, seguirá luchando por ello”.
Desde una catedral bizantina dedicada a la Sabiduría Divina - inaugurada en 537 bajo el emperador cristiano Justiniano - hasta una mezquita, cuando los otomanos conquistaron Constantinopla en 1453 y rebautizaron la ciudad como Estambul. Luego se convirtió en un museo en 1934 por decreto del padre fundador de la Turquía moderna, Mustafá Kemal Ataturk. Hoy, un decreto del Presidente Recep Tayyip Erdogan, que llegó inmediatamente después de la decisión del Consejo de Estado de anular la decisión de Ataturk aceptando la petición de un pequeño grupo islamista local, establece la transferencia de la gestión del sitio bizantino del Ministerio de Cultura a la Presidencia de Asuntos Religiosos, convirtiéndolo efectivamente en la Mezquita de Santa Sofía. En un discurso a la nación, el presidente turco anunció que la primera oración se celebrará en Santa Sofía el 24 de julio.
El Patriarca Ecuménico de Constantinopla Bartolomé, en los últimos días, había denunciado los riesgos de tal decisión: "Empujará a millones de cristianos de todo el mundo contra el Islam". En virtud de su carácter sagrado, Santa Sofía, había señalado el Patriarca, es un centro de vida "en el que Oriente y Occidente se abrazan", y su reconversión en un lugar de culto islámico "será una causa de ruptura entre estos dos mundos". En el siglo XXI es "absurdo y perjudicial que Santa Sofía, desde un lugar que ahora permite a los dos pueblos encontrarse y admirar su grandeza, pueda volver a ser motivo de oposición y confrontación".
El gobierno griego ha descrito la decisión del tribunal turco como una "provocación al mundo civilizado". "El nacionalismo mostrado por el presidente turco Recep Tayyip Erdogan hace que su país se remonte a seis siglos atrás", dijo la ministra de cultura griega Lina Mendoni en una declaración.
"La preocupación de millones de cristianos no ha sido escuchada." El portavoz de la Iglesia Ortodoxa Rusa Vladimir Legoida dijo a la agencia Interfax. Para el Arcipreste Nikolai Balashov, jefe adjunto de relaciones exteriores de la Iglesia Ortodoxa Rusa, "este es un evento que podría tener graves consecuencias para toda la civilización humana".
Erdogan: cualquier crítica es un ataque a nuestra independencia
Erdogan, respondiendo a las críticas, defendió la decisión invocando la "soberanía nacional" y asegurando que las puertas de Santa Sofía seguirán abiertas a todos, musulmanes y no musulmanes, como es el caso de todas las mezquitas: "Cualquier crítica", dijo, "es un ataque a nuestra independencia". Cientos de creyentes musulmanes fueron ante Santa Sofía gritando: "Alá es grande". El jefe de la Asociación para el Servicio de Fundaciones Históricas y el Medio Ambiente dijo que continuar dejando a Santa Sofía como un museo "dañaría la conciencia de la gente".
La UNESCO lamentó profundamente la decisión de Turquía de cambiar el "valor universal excepcional" del sitio, "un poderoso símbolo de diálogo". "Un país -dice la agencia de la ONU- debe asegurarse de que ningún cambio socave el extraordinario valor universal de un sitio de su territorio que esté en la lista. Cualquier modificación debe ser notificada por el país a la Unesco y verificada por el Comité del Patrimonio Mundial".
Esta postura se llama, en latín, orans (se pronuncia ‘órans’), es decir, “persona orando” o “persona orante”. La figura está retratada con los brazos extendidos y las palmas de las manos orientadas hacia arriba.
Se trata de una posición frecuente en el mundo antiguo para los momentos de recogimiento espiritual: no era exclusiva del cristianismo. Además, la mayoría de los paganos rezaba de esa forma e incluso las divinidades paganas eran representadas de pie o sentadas en la posición de orans.
Colin B. Donovan da una excelente explicación sobre esta postura y su asociación a la oración cristiana:
Piensa en lo que hacemos cuando invocamos a alguien. Podemos colocar los brazos en nuestra frente como si estuviéramos diciendo a la persona: “Yo te imploro que me ayudes”. Parece un gesto humano natural, que viene de lo íntimo, como arrodillarse para adorar o para expresar sufrimiento. Orienta esta postura hacia el cielo y tendrás la posición orans.
Con el advenimiento del cristianismo, la posición orans ganó simbolismo adicional, relacionada a la crucifixión. Cuando los cristianos oraban, ellos ofrecían su súplica a Dios imitando los brazos extendidos de Jesús en la cruz.
Además de la postura orans, los primeros cristianos tambiénrezaban de rodillas o postrados en el suelo.
“Nuptiæ factæ sunt in Cana Galilææ” (Jn 2, 1)... Celebráronse unas bodas en Caná de Galilea. San Juan es el único evangelista que narra el primer signo de Jesús, realizado durante aquella celebración en Caná: a petición de la Virgen, convirtió el agua en vino; y también sitúa en esta población de Galilea el segundo de sus milagros: la curación del hijo de un funcionario real, que estaba enfermo en Cafarnaún (Cfr. Jn 4, 46-54).
El relato de Caná asombra por la sencillez con que está redactado, sin perder a la vez riqueza de matices:
“Al tercer día se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús. También fueron invitados a la boda Jesús y sus discípulos. Y, como faltó vino, la madre de Jesús le dijo: —No tienen vino. Jesús le respondió: -Mujer, ¿qué nos importa a ti y a mí? Todavía no ha llegado mi hora. Dijo su madre a los sirvientes: -Haced lo que él os diga. Había allí seis tinajas de piedra preparadas para las purificaciones de los judíos, cada una con capacidad de unas dos o tres metretas. Jesús les dijo: -Llenad de agua las tinajas. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: -Sacadlas ahora y llevadlas al maestresala. Así lo hicieron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, sin saber de dónde provenía -aunque los sirvientes que sacaron el agua lo sabían- llamó al esposo y le dijo: -Todos sirven primero el mejor vino, y cuando ya han bebido bien, el peor; tú, al contrario, has reservado el vino bueno hasta ahora. Así, en Caná de Galilea hizo Jesús el primero de los signos con el que manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él” (Jn 2, 1-11).
Los relatos cristianos más antiguos que presentan Caná de Galilea como meta de peregrinación, la sitúan cerca de Nazaret: “no lejos de allí divisaremos Caná, en que fue convertida el agua en vino” San Jerónimo, Epistola XLVI. Paulae et Eustochiae ad Marcellam, 13), afirma san Jerónimo en una carta escrita entre los años 386 y 392. Y en otro documento posterior, da a entender que la ciudad se hallaba en el camino hacia el mar de Genesaret:
“a buen paso se recorrió Nazaret, la nutricia del Señor; Caná y Cafarnaún, testigos de sus milagros; el lago de Tiberíades, santificado por las travesías del Señor, y el desierto en que varios miles de personas se hartaron con unos cuantos panes y de las sobras de los que comieron se llenaron tantos canastos como son las tribus de Israel” (San Jerónimo, Epistola CVIII. Epitaphium Sanctae Paulae, 13).
Numerosos testimonios nos hablan de un santuario edificado por los cristianos en memoria de aquel primer milagro realizado por Jesús; también afirman que se conservaban una o dos tinajas y que existía una fuente en el pueblo. Una de las pruebas más remotas pertenece al relato de un peregrino anónimo del siglo VI, que había partido desde Séforis-Diocesarea:
“después de tres millas de camino, llegamos a Caná, donde el Señor estuvo presente en las bodas, y nos sentamos en el mismo lugar, allí yo indignamente escribí el nombre de mis padres. Quedan todavía allí dos vasijas, llené una de agua y vertí vino de esa; me la puse llena sobre los hombros y la posé sobre el altar. Después nos lavamos en la fuente para las bendiciones” (Itinerarium Antonini Piacentini, 4).
Aunque estos testimonios que han llegado hasta nosotros tienen un valor indudable, no aportan datos definitivos para situar Caná, pues podrían referirse a dos lugares con ese nombre que existen al norte de Nazaret: las ruinas de Khirbet Qana, una aldea despoblada desde hace siete siglos; y la ciudad de Kefer Kenna, que actualmente cuenta con diecisiete mil habitantes, de los que una cuarta parte son cristianos.
Khirbet Qana ocupaba la cima de una colina sobre el valle de Netufa, cerca del camino que unía Acre con el mar de Genesaret. Se hallaba a nueve kilómetros de Séforis y a catorce de Nazaret. Las investigaciones arqueológicas han sacado a la luz los restos de una pequeña aldea que sobrevivió hasta los siglos XIII o XIV, donde hay una gruta con vestigios de culto cristiano de época bizantina y numerosas cisternas excavadas en la roca para almacenar el agua de lluvia, pues no existían fuentes en la zona.
Kefer Kenna está a seis kilómetros de Nazaret, en el camino que baja hacia Tiberias. El asentamiento, abastecido por un manantial, se remonta al menos hasta el siglo II antes de Cristo. Parece ser que en el siglo XVI, sus habitantes, que eran en su mayoría musulmanes, conservaban la tradición del lugar donde Jesús había realizado el milagro.
Los peregrinos encontraron allí una habitación subterránea a la que se accedía desde las ruinas de una supuesta iglesia, cuya construcción atribuyeron al emperador Constantino y a su madre santa Elena. En 1641, algunos franciscanos se asentaron en la población y empezaron las gestiones para recuperar aquellos restos, que no pudieron poseerse hasta 1879.
En 1880 se edificó una pequeña iglesia y posteriormente se fue agrandando, entre los años 1897 y 1906. También se levantó en 1885, a unos cien metros, una capilla en honor de san Bartolomé –Natanael-, que era oriundo de Caná (Cfr. Jn 21, 2).
Con ocasión del Jubileo de 2000, se llevó a cabo una restructuración del santuario, y se aprovechó para realizar antes una investigación arqueológica que completase otro estudio de 1969. Las excavaciones han sacado a la luz, además de la iglesia medieval, lo que podría ser una sinagoga de los siglos III-IV construida sobre los restos de habitaciones precedentes, que se remontan al siglo I.
Esta sinagoga tenía un atrio con pavimento a base de mosaicos, y un vestíbulo porticado con una gran cisterna en el centro, que se conserva en el subsuelo del templo actual; también las columnas y los capiteles del pórtico se reutilizaron en la nave. En el ábside septentrional de la iglesia, se encontró un ábside aún más antiguo que contenía una sepultura de los siglos V-VI.
El tipo de tumba parece indicar la presencia cristiana sobre el lugar durante la época bizantina. Al igual que los testimonios históricos, la arqueología no ha ofrecido pruebas concluyentes para situar Caná de Galilea: el lugar donde Jesús convirtió el agua en vino.
Desde los tiempos más antiguos, la riqueza y densidad del relato de san Juan sobre los primeros pasos del Señor en su vida pública han alimentado la reflexión cristiana. A través de una narración llena de gran riqueza teológica -que será imposible agotar en estas páginas-, el milagro de Caná señala el principio de los signos mesiánicos, anuncia ya la Hora de la glorificación de Cristo y manifiesta la fe de los apóstoles en Él. Por eso, es significativo que san Juan haya recogido la presencia y la actuación de Nuestra Señora en aquel momento.
En medio de aquella fiesta de bodas, Santa María advierte que falta el vino y acude a Jesús para que remedie la necesidad de los esposos. “A primera vista -observa Benedicto XVI-, el milagro de Caná parece que se separa un poco de los otros signos empleados por Jesús. ¿Qué sentido puede tener que Jesús proporcione una gran cantidad de vino -unos 520 litros- para una fiesta privada?” (Joseph Ratzinger/Benedicto XVI, Jesús de Nazaret. Desde el Bautismo a la Transfiguración, p. 296).
Para el Santo Padre, es una señal de la magnitud del amor que encontramos en el centro de la historia de la salvación: Dios “que se derrocha a sí mismo por la mísera criatura que es el hombre (...). La sobreabundancia de Caná es, por ello, un signo de que ha comenzado la fiesta de Dios con la humanidad, su entregarse a sí mismo por los hombres” (Joseph Ratzinger/Benedicto XVI, Jesús de Nazaret.
Desde el Bautismo a la Transfiguración, p. 296). De esta forma, el marco del episodio -un banquete de bodas- se convierte a su vez en imagen “de otro banquete, el de las bodas del Cordero que da su Cuerpo y su Sangre a petición de la Iglesia, su Esposa” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2618).
La entrega del Señor por los hombres tiene su hora, que en Caná todavía no ha llegado. Sin embargo, Jesús la anticipa gracias a la intercesión de la Santísima Virgen: “María se pone entre su Hijo y los hombres en la realidad de sus privaciones, indigencias y sufrimientos. Se pone "en medio", o sea hace de mediadora no como una persona extraña, sino en su papel de madre, consciente de que como tal puede -más bien "tiene el derecho de"- hacer presente al Hijo las necesidades de los hombres” (Juan Pablo II, Litt. enc. Redemptoris Mater, 25-III-1987, n. 21).
"María hace de mediadora no como una persona extraña, sino en su papel de madre"
Con razón, muchos autores han visto un paralelismo entre el milagro de Caná, donde Nuestra Señora se ocupa con solicitud maternal de aquellos que están a su lado, y el momento del Calvario, donde san Juan la recibe como madre de todos los hombres. Apoyado en esta realidad, san Josemaría la llamaba frecuentemente Madre de Dios y Madre nuestra, y sugería tratarla como hijos:
“María quiere ciertamente que la invoquemos, que nos acerquemos a Ella con confianza, que apelemos a su maternidad, pidiéndole que se manifieste como Madre. Pero es una madre que no se hace rogar, que incluso se adelanta a nuestras súplicas, porque conoce nuestras necesidades y viene prontamente en nuestra ayuda, demostrando con obras que se acuerda constantemente de sus hijos” (Es Cristo que pasa, n. 141).
Y al mismo tiempo, otro elemento esencial de su maternidad se manifiesta en las palabras que dirige a los criados: “haced lo que él os diga” (Jn 2, 5).
“Nuestra Señora, sin dejar de comportarse como Madre, sabe colocar a sus hijos delante de sus precisas responsabilidades. María, a quienes se acercan a Ella y contemplan su vida, les hace siempre el inmenso favor de llevarlos a la Cruz, de ponerlos frente a frente al ejemplo del Hijo de Dios. Y en ese enfrentamiento, donde se decide la vida cristiana, María intercede para que nuestra conducta culmine con una reconciliación del hermano menor -tú y yo- con el Hijo primogénito del Padre.
Muchas conversiones, muchas decisiones de entrega al servicio de Dios han sido precedidas de un encuentro con María. Nuestra Señora ha fomentado los deseos de búsqueda, ha activado maternalmente las inquietudes del alma, ha hecho aspirar a un cambio, a una vida nueva. Y así el haced lo que Él os dirá se ha convertido en realidades de amoroso entregamiento, en vocación cristiana que ilumina desde entonces toda nuestra vida personal” (Es Cristo que pasa, n. 149).
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Han salido varios decretos del emperador Diocleciano y cada versión es peor para los cristianos que el anterior. En todo lo ancho y largo del Imperio se han enturbiado las cosas hasta el punto de crearse un ambiente de persecución abierta y ya se habla de cárceles, cruces, hogueras y espadas contra los discípulos de Jesús; al emperador le dan respeto porque desprecian a los dioses nacionales y piensan que acabarán poniendo en peligro el fundamento de su unidad.
Por desgracia, bastantes han sido flojos; no han perseverado al llegar los tiempos malos y por miedo han sacrificado a los ídolos; han sido blandos. Procopio no ha claudicado. Nació en Scitopolis ya hace años y ahora vive en Jerusalén. El amor sincero al Señor Jesús, su deseo de imitarlo, le han llevado a vivir bastante lejos de la marcha que lleva el común de los mortales que con harta frecuencia piensa en vivir del modo más cómodo posible, huyendo de lo que cuesta, y siendo amigos de cuidar que el estómago no sufra con privaciones, procurando al cuerpo algo más del sueño y descanso que pide, con el añadido de conseguir todos los placeres que a la vuelta de la esquina pueden encontrarse como oferta permanente. Así es su presencia, flaco y seco como un asceta. Supo preparar la pelea última con la lucha y el esfuerzo diario.
Tiene responsabilidades añadidas a la profesión de la fe cristiana. Lo han hecho Lector en la iglesia y lee con voz alta y pausada al pueblo lo que está escrito en el Libro Sagrado; como Exorcista, trata al poseso con la energía de quien tiene por el Señor el mando; le encomendó también el obispo la traducción oficial a la lengua vulgar -al arameo- los textos griegos de la Liturgia.
Por la persecución que se ha iniciado, lo trasladan a Cesarea y allí comienza la encrespada lid contra los que aman al único Dios y rechazan a los ídolos de los paganos. Ante el gobernador Flaviano no tiene más palabra que negar la existencia de dioses, ni mejor actitud que negarse a ofrecer incienso a ídolos falsos y a los emperadores romanos. Así las cosas, Flaviano decide que es crimen de estado negar a las imágenes incienso y censurar la tetrarquía. Termina el episodio decapitando a Procopio.
La mayor parte de los cristianos en Cesarea se ha motivado con el ejemplo. Acuden a decir a Flaviano que ellos también son cristianos y que no aceptan la imposición de llamar dioses a los falsos ídolos ni a la tetrarquía imperante en el Imperio Romano. No tenían otro modo de hacer causa común para proclamar y defender sus derechos humanos. Tantos son que el gobernador disimula, parece no oír las palabras y decide aparentar en público la claudicación de los cristianos con la simulación de que ofrecen el incienso que ni siquiera llegan a tocar las manos. Desea mantener a toda costa la apariencia del triunfo, pero quiere evitar también la masacre de los mejores y más honrados ciudadanos pacíficos.
No sé por qué ni de donde forjaron los cristianos de otros tiempos más adelantados la leyenda de un Procopio extraño presentándolo como un personaje funesto, terrible perseguidor de los cristianos, convertido a lo Damasco, predicador luego como Pablo, soldado cruel en muchas batallas ganadas con una cruz que casi casi es talismán, de aventura en aventura, ladino en el tribunal y machacón testarudo ante el juez que termina mandándolo ejecutar entre tormentos tan inconcebibles como extravagantes. ¿Pretendían quizá acumular virtudes en el santo? o ¿fingirlas en la comunidad de Cesarea? Que ni lo uno ni lo otro se necesitaba es evidente. Yo prefiero quedarme con la figura sencilla del clérigo Procopio que cumple a diario su obligación de cuidar su alma y la de su gente y que, llegado el momento, muere sencillamente cumpliendo el último de sus compromisos.