Más de 850.000 ingresos de turistas

Tierra Santa es cada vez más destino de peregrinaciones de cristianos y no cristianos alrededor del mundo. Así lo indican recientes cifras ofrecidas por el Ministerio de Turismo de Israel, difundidas por el Christian Media Center, medio de comunicación de la Custodia franciscana de Tierra Santa.

De acuerdo con los datos, el número de turistas -entre peregrinos y visitantes- creció un 11% en los meses de septiembre y octubre de este año, con respecto al mismo periodo del 2018.

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Jerusalén, Tierra Santa

Como detalla el medio de comunicación, se han registrado más de 850.000 ingresos de turistas, frente a los 770.000 del año anterior. En lo que va del 2019, también ha habido un aumento del número de personas, ya que de enero a octubre de este año el aumento ha sido del 10% en comparación con el 2018.

Según otros datos del Ministerio de Turismo de Israel, más de la mitad de los visitantes de Tierra Santa son menores de 44 años; y más de la mitad son cristianos.

Entre los lugares santos que más visitan los peregrinos se encuentran la Basílica del Santo Sepulcro en Jerusalén, la Iglesia de la Flagelación y la Basílica de la Anunciación.

"Algunos de los lugares que ciertamente nos han dejado sin palabras, que nos han encantado profundamente, han sido el Calvario y el Sepulcro, que representan los momentos más importantes de nuestra salvación y de nuestra redención. Allí hemos tenido la oportunidad de ver de cerca el lugar en el que Jesús fue crucificado y el lugar en el que resucitó. Este es el kerigma que queremos llevar a nuestra diócesis, a nuestras parroquias: no desesperar ante la cruz", ha indicado el peregrino Mons. José Negri, de la Diócesis de Santo Amaro, Brasil, en entrevista con el Christian Media Center.

Los datos del aumento de peregrinos son especialmente visibles para los guías turísticos de Tierra Santa, como Maristela Ciarrocchi, quien en entrevista con el medio de comunicación, señaló:

"Ni siquiera en 2000 había tantos peregrinos como hay ahora. Antes eran sobre todo evangélicos, pero actualmente los católicos están viniendo aquí para descubrir la riqueza de Tierra Santa".

Lo cierto es que en los últimos años el número de peregrinos que llegan a los santos lugares de Tierra Santa ha venido en aumento.

Este crecimiento fue notorio entre el 2016 y 2017, ya que después de registrarse 274.983 visitantes en 2016, los datos se elevaron a 411.754 en 2017. Cifra que también se elevó en 2018.

Entre los lugares de donde mayormente proceden los peregrinos se encuentran Estados Unidos, Italia, Polonia, e, incluso, Indonesia.

Con información de Christian Media Center.

Había unos pastores por aquellos contornos, que dormían al raso y vigilaban por turno su rebaño durante la noche

Belén y su comarca ocupan un terreno suavemente ondulado. En algunas lomas, la pendiente ha sido escalonada en terrazas y se han plantado olivares; en los valles, las zonas más planas están divididas en campos de cultivo; y en las tierras sin labrar, donde enseguida aflora el estrato rocoso, crece una vegetación dispersa, típicamente mediterránea, formada por pinos, cipreses y varias especies de arbustos.

 

En esta región apacentaba David los ganados de su padre cuando fue ungido por Samuel (cfr. 1 S 16, 1-13) y, tres generaciones antes, su bisabuela Rut espigaba los campos de trigo y cebada detrás de los segadores de Booz (cfr. Rt 2, 1-17). Siglos después, cuando se cumplió el momento de la venida del Hijo de Dios a la tierra, allí tuvo lugar el primer anuncio del nacimiento de Jesús:

“Había unos pastores por aquellos contornos, que dormían al raso y vigilaban por turno su rebaño durante la noche. De improviso un ángel del Señor se les presentó, y la gloria del Señor los rodeó de luz. Y se llenaron de un gran temor. El ángel les dijo: -No temáis. Mirad que vengo a anunciaros una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: hoy os ha nacido, en la ciudad de David, el Salvador, que es el Cristo, el Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis a un niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre” (Lc 2, 8-12).

Aunque el relato evangélico no permite identificar con certeza el lugar de aquella aparición, los cristianos enseguida la situaron en un paraje a unos dos o tres kilómetros al este de Belén, donde hoy se encuentra el pueblo de Bet Sahur: “la casa de los vigías”. San Jerónimo lo menciona (cfr. San Jerónimo, Epistola CVIII. Epitaphium Sanctae Paulae, 10), asociándolo al emplazamiento bíblico llamado Migdaléder -“la torre de Ader” o “del rebaño”-, donde Jacob estableció su campamento tras la muerte de Raquel (cfr. Gn 35, 21).

 

 

En el periodo bizantino -siglo IV o V-, allí se edificó un santuario dedicado a los pastores, la iglesia de Jerusalén celebraba una fiesta la vigilia de la Navidad y también se veneraba una gruta. Hubo además un monasterio, pero de todo esto no quedaban más que ruinas cuando llegaron los cruzados.

Siglos después, ya en época moderna, dos lugares diferentes del pueblo Bet Sahur conservaban la memoria de las antiguas tradiciones. El primero era conocido como Der er-Ruat y se hallaba en la parte oeste de la localidad, que casi se ha convertido en un barrio de Belén. Allí había restos de un pequeño santuario bizantino. Actualmente existen en esa zona una iglesia ortodoxa, construida en 1972, y la parroquia católica, edificada en 1951 y dedicada a la Virgen de Fátima y a santa Teresita de Lisieux.

 

Restos de los monasterios del Campo de los pastores. Firma: Leobard Hinfelaar.

 

El segundo de los lugares, distante casi un kilómetro hacia el nordeste, se encontraba en el sitio de Siyar el-Ghanam, “el campo de los pastores”. En una ladera donde abundan las grutas naturales, había un terreno con ruinas que fue adquirido por los franciscanos en el siglo XIX. Las excavaciones realizadas entre 1951 y 1952 -continuación de otras parciales de 1859- sacaron a la luz dos monasterios que estuvieron habitados del siglo IV al VIII.

La iglesia del primero habría sido demolida en el siglo VI y reconstruida sobre su misma planta, pero desplazando el ábside ligeramente hacia el este, lo que sugiere una relación con algún recuerdo particular. El complejo contaba con numerosas instalaciones agrícolas -prensas, piletas, silos, cisternas- y aprovechaba las cuevas de la zona. Estas habrían sido utilizadas ya en tiempos de Jesús, a juzgar por los hallazgos de piezas de cerámica pertenecientes a la época herodiana. También se conservan los vestigios de una torre de guardia.

 

Sobre una roca que domina esas ruinas del Campo de los pastores, la Custodia de Tierra Santa edificó entre 1953 y 1954 el santuario del Gloria in excelsis Deo, donde se conmemora el primer anuncio del nacimiento de Cristo. Se llega a través de un paseo enlosado, flanqueado por pinos y cipreses. La vista desde el exterior, con la planta en forma de decágono y los muros inclinados, pretende recordar una tienda de nómadas.

En el interior, destaca el altar en el centro; en las paredes, en tres ábsides, se reproducen las escenas evangélicas: la aparición celestial, los pastores dirigiéndose a Belén y la adoración del Niño. El torrente de luz que entra a través de la cúpula acristalada trae a la memoria la que rodeó a aquellos hombres. Diez figuras de ángeles, junto con el canto que entonaron, decoran el tambor: gloria in altissimis Deo et in terra pax hominibus bonæ voluntatis (Lc 2, 14).

 

Diez ángeles rodean el tambor de la cúpula. Firma: Berthold Werner (Wikimedia Commons).

 

La milicia celestial

Los pastores estaban escuchando el mensaje, envueltos en una nube de luz, cuando de pronto apareció junto al ángel una muchedumbre de la milicia celestial, que alababa a Dios diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres en los que Él se complace» (Lc 2, 13-14). Considerando este pasaje, Benedicto XVI hace hincapié en un detalle:

«Para los cristianos estuvo claro desde el principio que el hablar de los ángeles es un cantar, en el que se hace presente de modo palpable todo el esplendor de la gran alegría que ellos anuncian. Y así, desde aquel momento hasta ahora el canto de alabanza de los ángeles jamás ha cesado»

(Joseph Ratzinger/Benedicto XVI, La infancia de Jesús, p. 80).

De modo particular, aquel coro resuena a través de los siglos en el himno del Gloria, que muy pronto la Iglesia incorporó a la liturgia. «A las palabras de los ángeles, desde el siglo II, se añadieron algunas aclamaciones: "Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias"; y más tarde otras invocaciones:

"Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre, tú que quitas el pecado del mundo...", hasta formular un armonioso himno de alabanza que se cantó por primera vez en la misa de Navidad y luego en todos los días de fiesta. Insertado al inicio de la celebración eucarística, el Gloria quiere subrayar la continuidad que existe entre el nacimiento y la muerte de Cristo, entre la Navidad y la Pascua, aspectos inseparables del único y mismo misterio de salvación» (Benedicto XVI, Audiencia general, 27-XII-2006).

Al recitar o cantar el Gloria durante la Santa Misa -en los días y tiempos prescritos por la liturgia-, toca a cada uno tener presentes estos misterios, en los que contemplamos a Jesús hecho hombre para cumplir la voluntad del Padre, revelarnos el amor que nos tiene, redimirnos, restablecernos en nuestra vocación de hijos de Dios (Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 516-518).

Si nos unimos sinceramente al himno angélico no solo de palabra sino con la vida entera, alimentaremos el deseo de imitar a Cristo, de cumplir también nosotros la voluntad de Dios y de darle gloria.

 

 

Gloria a Dios en lo más alto de los cielos, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad. Que la paz de Cristo triunfe en vuestros corazones, escribe el apóstol. La paz de sabernos amados por nuestro Padre Dios, incorporados a Cristo, protegidos por la Virgen Santa María, amparados por San José. Esa es la gran luz que ilumina nuestras vidas y que, entre las dificultades y miserias personales, nos impulsa a proseguir adelante animosos (Es Cristo que pasa, 22).

 

En el altar, una inscripción recuerda la contribución de Canadá a la construcción del santuario. Firma: Jamie Lynn Ross

 

Tras escuchar el jubiloso anuncio de los ángeles, los pastores “vinieron presurosos y encontraron a María y a José y al niño reclinado en el pesebre. Al verlo, reconocieron las cosas que les habían sido anunciadas sobre este niño. Y todos los que lo oyeron se maravillaron de cuanto los pastores les habían dicho” (Lc 2, 15-18).

Resulta lógico que los pastores se apresuraron, pues sin esperarlo se descubrieron testigos de un momento histórico. En la vida espiritual y en el apostolado, la docilidad a las inspiraciones del Espíritu Santo reclama aprovechar las ocasiones en el momento en que se presentan; y esa urgencia, lejos de agobiar, es expresión de amor: cuando se trabaja única y exclusivamente por la gloria de Dios, todo se hace con naturalidad, sencillamente, como quien tiene prisa y no puede detenerse en "mayores manifestaciones", para no perder ese trato -irrepetible e incomparable- con el Señor (Surco, 555).

 

 

Este relato evangélico localizado en Belén y sus alrededores termina con la dicha de los pastores: “regresaron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, según les fue dicho” (Lc 2, 20). Pero antes, san Lucas revela un detalle íntimo: “María guardaba todas estas cosas ponderándolas en su corazón” (Lc 2, 19). Procuremos nosotros imitarla, tratando con el Señor, en un diálogo enamorado, de todo lo que nos pasa, hasta de los acontecimientos más menudos. No olvidemos que hemos de pesarlos, valorarlos, verlos con ojos de fe, para descubrir la Voluntad de Dios (Amigos de Dios, 285).

 

Santuario del Gloria in excelsis Deo, en Siyar el-Ghanam. Firma: Alfred Driessen.

 

 

Gloria TV

Benedicto XVI presenta la figura de San Columbano

El Papa propone a san Columbano como “verdadero santo europeo”

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 11 junio 2008

El Papa Benedicto XVI propuso este miércoles, durante la audiencia general que tuvo lugar en la plaza de San Pedro, una reflexión sobre la figura de san Columbano, "verdadero santo europeo", según el Pontífice.

De este santo monje irlandés, el Papa destacó su gran cultura, la firmeza de su fe y su incansable labor evangelizadora en toda Europa.

"Con su energía espiritual, con su fe, con su amor por dios y por el prójimo, realmente fue uno de los Padres de Europa: él nos muestra también hoy a nosotros dónde están las raíces de las cuales puede renacer esta Europa nuestra", afirmó.

El mensaje de san Columbano, dijo el Papa, "se concentra en una firme llamada a la conversión y al desprendimiento de los bienes terrenos con vista a la herencia eterna. Con su vida ascética y su comportamiento sin compromisos frente a la corrupción de los poderosos, evoca la figura severa de san Juan Bautista".

Sin embargo, su austeridad "nunca fue un fin en sí misma, sino sólo el medio para abrirse libremente al amor de Dios y corresponder con todo su ser a los dones recibidos de él, reconstruyendo así en sí mismo la imagen de Dios y, al mismo tiempo, roturando la tierra y renovando la sociedad humana".

El Papa citó una palabras del santo abad, en su obra Instructiones: "Si el hombre usa rectamente las facultades que Dios ha concedido a su alma, entonces será semejante a Dios... nos ha enseñando el modo con sus mandamientos. El primero de ellos es el de amar al Señor con todo el corazón, porque él nos amó primero, desde el inicio de los tiempos, antes de que nosotros viniéramos a la luz de este mundo".

"Estas palabras, el santo irlandés las encarnó realmente en su vida. Hombre de grande cultura -escribió también poesía en latín y un libro de gramática- se reveló rico de dones de gracia. Fue un incansable constructor de monasterios, como también intransigente predicador penitencial, gastando todas sus energías en alimentar las raíces cristianas de la Europa que estaba naciendo".

San Columbano, abad

Columbano, según explicó el Papa, nació alrededor del año 543 en Leinster (sureste de Irlanda). A los veinte años entró en el monasterio de Bangor, donde fue ordenado sacerdote.

A los cincuenta años, siguiendo el ideal ascético irlandés de la peregrinatio pro Christo, "Columbano dejó la isla para acometer, junto con doce compañeros una obra misionera en el continente europeo". Llegados a Francia, fundaron el primer eremitorio en Annegray y otros dos en Luxeuil y Fontaine.

"El monasterio se convertiría en el centro de la irradiación monástica y misionera de tradición irlandesa sobre el continente europeo". El Papa se refirió también a las fricciones que tuvo el santo conlos obispos franceses y con el rey Teodorico, por su defensa de la tradición litúrgica irlandesa y de la moralidad de las costumbres.

Expulsado de Francia, Columbano pasó a territorios alemanes, y de allí a Italia. Acogido por la corte logombarda, fundó el monasterio de Bobbio, donde falleció en el año 615.

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Francisco ha dejado un recuerdo imborrable en Tailandia tras su visita de tres días, con grandes mensajes para todo el mundo.

En su primer encuentro con las autoridades, y ante el primer ministro, el general Prayuth Chan-ocha, agradeció los esfuerzos del país por erradicar el turismo sexual y la prostitución infantil.

FRANCISCO

“Pienso en todas aquellas mujeres y niños de nuestro tiempo que son particularmente vulnerados, violentados y expuestos a toda forma de explotación, esclavitud, violencia y abuso. Manifiesto mi reconocimiento al gobierno tailandés por sus esfuerzos para extirpar este flagelo”.

El mensaje al Patriarca Supremo de los Budistas de Tailandia fue el regalo. Francisco le entregó el documento sobre la fraternidad humana que firmó en Abu Dhabi junto al gran imán de Al-Azhar. De este modo, incluye a los budistas en este proyecto de diálogo.

En el hospital católico más importante del país, el Papa pidió a médicos y enfermeras que no se conformen con cumplir su trabajo.

FRANCISCO

“Deben ir más allá, abiertos a lo imprevisible. Recibir y abrazar la vida como llega a la emergencia del hospital para ser atendida con una piedad especial, que nace del respeto y amor a la dignidad de todos los seres humanos”.

Y en la Misa más multitudinaria de la visita, recordó a los católicos que tienen que tratar a los marginados como si fueran de su propia familia.

FRANCISCO

“Pienso especialmente en esos niños, niñas y mujeres, expuestos a la prostitución y a la trata, desfigurados en su dignidad más auténtica; en esos jóvenes esclavos de la droga y el sin sentido que termina por nublar su mirada y cauterizar sus sueños; pienso en los migrantes despojados de su hogar y familias, así como tantos otros que, como ellos, pueden sentirse olvidados, huérfanos, abandonados”.

 

 

El Papa también animó a las religiosas y a los religiosos que trabajan en Tailandia. Un país en el que los católicos son casi el 0,6% de la población.

FRANCISCO

“Les pido que, por favor, no cedan a la tentación de pensar que son pocos, piensen más bien que son pequeños instrumentos en las manos creadoras del Señor. Él irá escribiendo con sus vidas las mejores páginas de la historia de salvación en estas tierras”.

A los obispos les pidió que estén cerca de la gente y que cuiden de sus sacerdotes, religiosas y laicos.

FRANCISCO

Me gusta señalar que la misión, antes que actividades para realizar o proyectos para implementar, requiere una mirada y un olfato a cultivar; requiere una preocupación paternal y maternal porque la oveja se pierde cuando el pastor la da por perdida, nunca antes.

Como el diálogo interreligioso era una de las claves del viaje, Francisco visitó una universidad para saludar a los líderes de las demás religiones. Les recordó que pueden hacer mucho para ayudar a las personas a resolver sus diferencias.

FRANCISCO

“Hoy es tiempo de atreverse a imaginar la lógica del encuentro y del diálogo mutuo como camino, la colaboración común como conducta y el conocimiento recíproco como método y criterio. Y, de este modo, ofrecer un nuevo paradigma para la resolución de conflictos, contribuir al entendimiento entre las personas y salvaguardar la creación”.

La última ceremonia del Papa en Tailandia fue una Misa para jóvenes. Francisco les dijo que la Iglesia cuenta con ellos.

FRANCISCO

“El Señor sabe que por medio de ustedes, jóvenes, entra el futuro en estas tierras y en el mundo, y con ustedes cuenta para llevar adelante su misión hoy. Así como Dios tenía un plan para el pueblo elegido, también tiene un plan para cada uno de ustedes”.

El otro protagonista del viaje fue el pueblo tailandés. De ellos, el Papa destacó su continua sonrisa y sus modos elegantes y delicados.

 

Rome Reports

SAN CLEMENTE ROMANO NOS HABLA DE LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

Nos habla san Clemente Romano. Siglo I. Los primeros cristianos están dispuestos a dar su vida por la unidad de la Iglesia. Se esfuerzan por mantener unido el rebaño de Cristo, que empieza  a verse atacado y zarandeado por herejías, infidelidad, etc.

 

TEXTOS DE LOS PRIMEROS SIGLOS SOBRE LA UNIDAD DE LA IGLESIA

1. (De San Clemente, que ocupó la sede romana en los últimos años del siglo primero, se conserva una carta a la Iglesia de Corinto, en la que exhorta a aquella comunidad, amenazada de graves disensiones internas, a mantenerse en la unidad…)

Pediremos con insistente súplica, haciendo nuestra oración, que el artífice de todas las cosas guarde integro en todo el mundo el número contado de sus elegidos, por medio de su amado Hijo Jesucristo. (SAN CLEMENTE ROMANO, Epístola a los Corintios, 59, 2 – 61, 3)

 

2. (Es un ejemplo maravilloso de oración por la unidad, en primer lugar en la petición por los más necesitados…)

Te pedimos, Señor, que seas nuestra ayuda y defensa. Libra a aquellos de entre nosotros que se hallan en tribulación, compadécete de los humildes, levanta a los caídos, socorre a los necesitados, cura a los enfermos, haz volver a los miembros de tu pueblo que se han desviado; da alimento a los que padecen hambre, libertad a nuestros cautivos, fortaleza a los débiles, consuelo a los pusilánimes; que todos los Pueblos de la tierra sepan que Tú eres Dios y no hay otro, y que Jesucristo es tu siervo, y que nosotros somos tu pueblo, el rebaño que Tú guías. (SAN CLEMENTE ROMANO, Epístola a los Corintios,59, 2–61, 3)

 

3. Militemos, pues, hermanos, con todo fervor bajo sus órdenes intachables. Consideremos a los que se alistan bajo las banderas de nuestros emperadores. ¡Con qué disciplina, con qué prontitud, con qué sumisión ejecutan cuanto se les ordena! No todos son prefectos, ni todos tribunos, ni centuriones, ni quincuagenarios y así de los demás grados, sino que«cada uno en su propio orden» (1 Cor 15, 23) ejecuta lo mandado por el emperador y por los jefes superiores. Los grandes no pueden subsistir sin los pequeños ni los pequeños sin los grandes. En todo hay cierta templanza y en ello radica la utilidad. (SAN CLEMENTE ROMANO, Epístola a los Corintios, 37-38)

 

4. Tomemos el ejemplo de nuestro cuerpo: la cabeza nada puede sin los pies, ni los pies sin la cabeza; los miembros más insignificantes de nuestro cuerpo son necesarios y útiles al cuerpo entero y colaboran mutuamente en bien de la conservación del cuerpo entero. Que se conserve también entero este cuerpo que formamos en Cristo Jesús. (SAN CLEMENTE ROMANO, Epístola a los Corintios, 37-38)

 Del libro:
ORAR CON LOS PRIMEROS CRISTIANOS
Gabriel Larrauri (Ed. Planeta)

Se descubrió los restos de una iglesia, quizás del siglo III

Habitado desde la era del Calcolítico, Meguido siempre ha tenido una importancia estratégica extraordinaria y ha sido disputado por pueblos y ejércitos. Hasta la era cristiana.

 

La colina Meghiddo (en árabe Tell el-Mutesellim , "colina del comandante") es sin duda uno de los sitios arqueológicos más interesantes y fascinantes de Tierra Santa, gracias a su larga historia y posición estratégica. La ciudad fortificada de Meguido dominaba la llanura de Jezreel-Esdrelon desde el oeste y controlaba la Via Maris , cerca de Wadi 'Ira, un punto de conexión con la llanura de Sharon al sur. El asentamiento establecido más antiguo se remonta al período calcolítico (3200 aC). De las excavaciones arqueológicas parece que la población de esa época era seminómada. Más tarde, la narración fue habitada por cananeos, hicsos, egipcios, israelitas, asirios, babilonios, griegos y romanos.

Fue en el año 1457-1456 a. C. cuando el área fue escenario de una de las mayores batallas de la historia antigua que creó su mito. Con la conquista del faraón Tutmosis III comenzó el dominio egipcio en la región de Canaán, que duró aproximadamente cuatro siglos. Esta es la primera batalla históricamente documentada: se describe en detalle en los jeroglíficos encontrados en las paredes del templo de Thutmosis III en el Alto Egipto.

 

Meghiddo, la ciudad fortalezaUna vista aérea de la colina de Meguido, en Galilea (Israel). (foto Avram Graicer)

 

El otro gran evento de guerra del cual Meghiddo fue teatro, se libró en 609 a. C. entre los ejércitos egipcios, liderados por el faraón Necho II, y los del Reino de Judá, comandados por el rey Josías. La victoria del ejército egipcio fue plena. Y Josías mismo pereció en la batalla. Para todo el pueblo de Israel, la batalla se ha convertido en sinónimo de ruina y destrucción total, dando lugar al término Armagedón.

Los arqueólogos han encontrado 26 capas de antiguas ruinas de la ciudad en el relato de Meghiddo. Una señal de que el lugar ha estado continuamente habitado desde los albores de los tiempos hasta la era cristiana.

En 2005, el arqueólogo israelí Yotam Tepper de la Universidad de Tel Aviv descubrió los restos de una iglesia, quizás del siglo III, antes del Edicto de Milán de 313, al pie de la antigua ciudad. mosaico de unos 54 metros cuadrados con una inscripción en griego que muestra una inscripción dedicatoria al "dios Jesucristo". 

El mosaico está bien conservado y presenta figuras geométricas e imágenes de peces, el símbolo cristiano cuya palabra, en griego, es el acrónimo de "Jesucristo Hijo de Dios Salvador". Según algunos estudiosos, sería la iglesia cristiana más antigua descubierta en el contexto israelí-palestino. Las ruinas, quizás de un monasterio, se encontraron entre los cimientos de una penitenciaría en uso. Una inscripción en la iglesia menciona a un oficial romano, Gaiano, quien ofreció sus posesiones para hacer el mosaico y dar un lugar de oración a la primera comunidad cristiana de Meguido.

 

Terrasanta.net

Discípulos de San Pablo

Filemón († 68) es un cristiano de las primeras comunidades, líder de la Iglesia en Colosas, a quien Pablo destina una de sus cartas. Dicha carta, que lleva su nombre, hace parte de los textos canónicos del Nuevo Testamento de la Biblia.

Al convertirse al cristianismo, Filemón vivía en Colosas, junto a su esposa Apia, al parecer eran ricos, porque poseían algunos esclavos, entre ellos Onésimo, el cual se había escapado de su amo, y es el motivo por el que Pablo le escribe la carta, para que Filemón acogiera a Onésimo no más como esclavo, sino como hermano en Cristo. En su casa acogía una comunidad cristiana. Según se deduce de la carta escrita por Pablo, debía ser un signo de fortaleza y ejemplo de fe, para los cristianos de Colosas.

Conocemos a Filemón por la carta que san Pablo le dirige desde su cautiverio romano, la carta más breve del epistolario paulino, apenas 25 versículos, y de la que la autoría directa del Apóstol no ofrece dudas. Aunque de poca extensión, el escrito es de gran importancia, porque ayudó desde los albores de la relación entre la fe cristiana y las instituciones civiles a tratar de orientarse en el delicado problema de cómo convivir con una institución con la esclavitud, tan contraria al espíritu de nuestra fe. Aun hoy la carta puede ser aplicada a repensar otros problemas, igualmente espinosos, en esa misma relación. Pero el objeto de la conmemoración del martirologio -y de esta hagiografía- no es abordar ese interesante tema, sino trazar una semblanza de Filemón y Apia, lo más amplia posible, a partir de los datos que poseamos.

Y lo primero que debemos reconocer es que esos datos son muy escasos. La carta habla en todo momento a Filemón, pero no se dirige particularmente a él, sino que se presenta dirigida «a nuestro querido amigo y colaborador Filemón, a la hermana Apfia, a nuestro compañero de armas, Arquipo, y a la Iglesia de tu casa» (vv 1-2). Pablo va a tratar un tema humanamente delicado (el delito de Onésimo, su transformación interior por la fe, la actitud justiciera o misericordiosa que pueda tomar Filemón cuando recupere al prófugo), y posiblemente el Apóstol quiere que ese tema se charle en la comunidad, que no sea una decisión exclusiva de Filemón. estamos posiblemente a inicios de los años 60, y las «iglesias» no eran aun edificios consagrados, ni siquiera espacios específicos, sino comunidades familiares o posiblemente vecinales, siguiendo en esto costumbres que venían ya del judaísmo de la gentilidad. Así que Pablo se dirige «a la Iglesia de tu casa». Eso nos indica que se reunían en lo de Filemón, pero no significa, ni puede deducirse de allí, que fuera el «presidente» de esas reuniones, o que tuviera un cargo directivo en la comunidad. En realidad tampoco puede deducirse lo contrario.

A tenor del versículo 19, podemos entender que la conversión de Filemón fue una tarea personal del Apóstol: «Yo mismo, Pablo, lo firmo con mi puño; yo te lo pagaré... Por no recordarte deudas para conmigo, pues tú mismo te me debes». Posiblemente, Filemón era de posición acomodada, no sólo porque pusiera su casa a disposición de la comunidad, sino por la alusión que hace Pablo en el v.5 «tengo noticia de tu caridad y de tu fe para con el Señor Jesús y para bien de todos los santos»; parece un poco aventurado, sin embargo, afirmar que fuera comerciante de lanas, o concretar más que lo que pueda razonablemente surgir de la carta. Todo apunta a Colosas ya que, aunque la Carta a los Colosenses tiene sus propios problemas de autoría y fecha, se nombran algunos personajes en común, e incluso se dice que esa carta (la de Colosenses) va en manos de Tíquico y Onésimo, posiblemente el mismo esclavo objeto de la carta a Filemón; pero hay que reconocer que la carta no da otros elementos para localizar al personaje con más precisión.

Apfia (transcripta en el martirologio en español como Apia) sólo es mencionada en el versículo 2. Tradicionalmente se la supone esposa de Filemón, pero hay que reconocer que no hay demasiada base para afirmarlo, sólo la vaga idea de que las comunidades familiares solían comprender a toda la casa, y mucho más si el convertido era el marido, pero no deja de ser una hipótesis. Mucho más lo es la afirmación, que ya pasa un poco de hipótesis a «peregrina idea», de que Arquipo, el otro mencionado en el encabezado, sea el hijo de ese matrimonio, como se lee en muchos estudios. No hay apoyo alguno para esa identificación.

Aquí acaba, y no es poco tratándose de personajes «secundarios» del Nuevo Testamento, todo lo que podemos decir a ciencia cierta sobre Filemón y Apfia. Más allá del texto comienza la leyenda que, como cualquiera puede imaginar, llega a informarnos de detalles insospechados: Filemón llegó a ser obispo de Colosas, o tal vez de Gaza; en el ministerio fue ayudado estrechamente por Onésimo, y murió mártir, posiblemente en Éfeso, junto con Apfia; los dos esposos enterrados hasta la altura del pecho y apedreados, en tiempos de Nerón, el día de la fiesta de Diana. esta forma de la leyenda era la que traía el Martirologio Romano anterior, pero hay muchas otras variantes. El Martirologio actual no los inscribe como mártires, ni como obispo a Filemón.

Cualquier comentario a la epístola a Filemón comenzará por tratar los escasos datos sobre el destinatario de la carta; puede leerse en la Biblioteca de ETF, el Comentario Bíblico San Jerónimo (el "original" o el "nuevo"), en los dos casos por J. Fitzmyer, el Cuaderno bíblico Verbo Divino nº 33, por Simon Légasse, o el Comentario de Ratisbona, por Karl Staab. Cuando se presentan estas conmemoraciones suelen ser buena ocasión par la lectura directa de textos bíblicos que a veces tenemos puestos a un costado, así que, cómo no, el mejor homenaje a Filemón es leer hoy mismo la breve carta que el Apóstol le envió.

Mártir entre los años 180 y 230.

Santa Cecilia es miembro de la alta sociedad romana y se convierte al cristianismo. Ella ha consagrado su virginidad a Dios, pero sus padres conciertan una boda con el joven Valeriano. El marido, después de bautizarse, respeta la decisión de Cecilia. Ambos son apresados por enterrar los cuerpos de otros cristianos. Cecilia es condenada a muerte pero sobrevive milagrosamente en varias ocasiones. Finalmente es martirizada. Santa Cecilia convirtió a muchos paganos al cristianismo y es Patrona de los músicos

Santa Cecilia proviene de una familia de la alta sociedad romana, lo que no impide que se convierta al cristianismo. Su conversión cae como un terremoto entre los aristócratas de la ciudad, pues uno de los suyos, de los ricos y poderosos, se ha convertido a la religión de los esclavos, de los pobres. Y no sólo se convierte, sino que se convierte en una cristiana devota, activa y en un ejemplo.

Los padres de Cecilia la habían prometido en matrimonio con un joven llamado Valeriano. Tras la boda, ella informó a su marido de su decisión de permanecer virgen por amor a Dios y que un ángel protegía su virginidad. Valeriano le responde que si es cierto quiere ver al ángel, y Cecilia le invita a bautizarse para poder verlo. Valeriano es bautizado por el Papa Urbano, y desde entonces ambos se consagran vírgenes al Señor.

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Los esposos, junto al hermano de Valeriano, son encarcelados por enterrar cristianos, cosa que estaba prohibida. El prefecto de la ciudad quiere condenar a Cecilia y busca cualquier excusa para ello. Cita a Cecilia y le pide una relación de bienes de su marido y de su hermano, pero ella lo ha entregado todo a los pobres. El juez, en vez de condenarla, le propone un pacto. Si Cecilia ofrece un sacrificio a los dioses romanos, la deja libre. Cecilia responde que no hay más Dios que el de los cristianos, y que los ídolos son patrañas.

El prefecto la condena a morir en la hoguera pero los verdugos, por más leña que echan al fuego, no consiguen que Cecilia muera. El juez ordena entonces que le corten la cabeza. La espada impacta tres veces en el cuello de la santa, pero aun así no muere. Tienen que pasar tres días para que santa Cecilia muera mártir. Durante esos tres días, consigue convertir a muchísimos paganos.

El culto a santa Cecilia se inicia en el siglo V, en la iglesia construida sobre lo que había sido la casa de la santa. En dicha iglesia había una comunidad de monjes que fueron los primeros que celebraban a diario los oficios cantados. En el oficio divino de santa Cecilia había una antífona que decía «Cantantibus órganis Cecilia virgo corde suo soli Domino decantabat…» (Al son de los órganos la virgen Cecilia cantaba en su corazón sólo al Señor”. A raíz de estas coincidencias, la Academia de la Música de Roma nombró a santa Cecilia como su patrona. Se extendió posteriormente su patronazgo en el mundo entero para los músicos.

 

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"He sido ‘misericordiado’, entonces me convierto en instrumento de misericordia”

Una cultura y un tiempo de misericordia. Así es, debe ser, el tiempo de la Iglesia. Y así lo propone la carta apostólica Misericordia et misera, al concluir el Jubileo extraordinario de la misericordia (20-XI-2016).

El nombre del documento procede de San Agustín, cuando comenta el encuentro entre Jesús y la adúltera (cf. Jn 8, 1-11). A propósito de este pasaje del Evangelio es sorprendente que el Papa afirme: “Su enseñanza viene a iluminar la conclusión del Jubileo Extraordinario de la Misericordia e indica, además, el camino que estamos llamados a seguir en el futuro”. Un camino que podemos ver jalonado en cinco puntos.

Una misión de misericordia

1. La misión evangelizadora de la Iglesia es una misión de misericordia. Esta misión consiste en manifestar el amor misericordioso de Dios Padre, tal como Cristo lo muestra.  Y por eso la misericordia pide ser proclamada, celebrada y vivida en las comunidades cristianas.

“En efecto –escribe el Papa-, la misericordia no puede ser un paréntesis en la vida de la Iglesia, sino que constituye su misma existencia, que manifiesta y hace tangible la verdad profunda del Evangelio. Todo se revela en la misericordia; todo se resuelve en el amor misericordioso del Padre”.

Observa Francisco que en el centro del encuentro entre Jesús y la adúltera “no aparece la ley y la justicia legal, sino el amor de Dios que sabe leer el corazón de cada persona (…) Una vez que hemos sido revestidos de misericordia, aunque permanezca la condición de debilidad por el pecado, esta debilidad es superada por el amor que permite mirar más allá y vivir de otra manera”.

La misericordia lleva consigo el perdón –incondicionado, gratuito e inmerecido– de Dios, propio de su misterio divino (cf. Ex 34, 6; Sal 136) y que Jesús manifiesta (cf. Lc 7, 36-50) hasta el final de su vida terrena (Lc 23, 34). Y el perdón trae consigo la alegría, la esperanza y la serenidad para la vida cotidiana (cf. Flp 4,4; cf. 1 Ts 5,16).

Recibir y vivir la misericordia

2. Recibir y vivir permanentemente la misericordia. La experiencia de la misericordia de Dios “cambia la vida”. Especialmente en los sacramentos de la Eucaristía , de la Reconciliación y de la Unción de los enfermos. También en la escucha de la Palabra de Dios y en la lectura orante de la Sagrada Escritura.

Esto nos lleva a vivir la misericordia con los demás, con gestos y obras concretas de caridad, sabiendo perdonar como somos perdonados. En cambio - advierte Francisco-,  “qué tristeza cada vez que nos quedamos encerrados en nosotros mismos, incapaces de perdonar. Triunfa el rencor, la rabia, la venganza; la vida se vuelve infeliz y se anula el alegre compromiso por la misericordia”.

A los sacerdotes les invita a ejercer el ministerio de la Confesión siendo acogedores, testigos de la ternura de Dios padre, solícitos, claros, disponibles, prudentes, generosos y magnánimos, siempre ministros de la misericordia.

En su ministerio, los sacerdotes deben tener en cuenta la estrecha relación entre justicia y caridad: “Incluso en los casos más complejos, en los que se siente la tentación de hacer prevalecer una justicia que deriva sólo de las normas, se debe creer en la fuerza que brota de la gracia divina”.

Señala el Papa que “el Sacramento de la Reconciliación necesita volver a encontrar su puesto central en la vida cristiana”. E indica medios concretos para ello, como la iniciativa 24 horas para el Señor en la proximidad del IV Domingo de Cuaresma. Extiende a los sacerdotes la facultad de absolver del gravepecado del aborto, que les había concedido para el Año de la misericordia, y prolonga la validez de las celebraciones sacramentales de los sacerdotes de la fraternidad de San Pío X. Pide a los sacerdotes que estén cercanos a las familias, especialmente en la muerte de sus seres queridos. Instituye la Jornada mundial de los pobres.

Acompañar a las familias

3. Mirar, comprender y acompañar a las familias. Escribe Francisco: “En un momento particular como el nuestro, caracterizado por la crisis de la familia, entre otras, es importante que llegue una palabra de consuelo a nuestras familias.” (n. 14).

Explica que el don del matrimonio es una gran vocación a la que, con la gracia de Cristo, hay que corresponder con el amor generoso, fiel y paciente. La belleza de la familia permanece inmutable, a pesar de numerosas sombras y propuestas alternativas. El sendero de la vida, que lleva a que un hombre y una mujer se encuentren, se amen y se prometan fidelidad por siempre delante de Dios, a menudo se interrumpe por el sufrimiento, la traición y la soledad. La alegría de los padres por el don de los hijos no es inmune a las preocupaciones con respecto a su crecimiento y formación, y para que tengan un futuro digno de ser vivido con intensidad.

Como fruto del Año jubilar propone Francisco “reconocer la complejidad de la realidad familiar actual”. Y añade: “La experiencia de la misericordia nos hace capaces de mirar todas las dificultades humanas con la actitud del amor de Dios, que no se cansa de acoger y acompañar".

Nótese bien: no somos nosotros los que fácilmente somos capaces ni de reconocer esa complejidad ni de mirarla con la actitud del amor de Dios. Es la iniciativa de Dios, su misericordia sobre nosotros, y su gracia lo que nos capacita para experimentar en nosotros esa misericordia. Es Dios quien nos puede abrir los ojos para ayudar a los demás. Es Dios mismo quien nos enseña y fortalece para que seamos capaces de acoger y acompañar a las familias.

Como ha escrito el Patriarca ecuménico Bartolomé de Constantinopla, asumimos la luz con la que nos ha esclarecido el Papa Francisco al final de su exhortación Amoris laetitia, para que acompañemos a las familias en el marco de la misión cristiana: “Lo que se nos promete es siempre más. No desesperemos por nuestros límites, pero tampoco renunciemos a buscar la plenitud de amor y de comunión que se nos ha prometido”.

En esta línea señala el cardenal de Peruggia, Gualtiero Basseti, que la revolución universal de Amoris laetitia es la acogida, el perdón y la ternura. La ternura es “la mirada hecha de fe y de amor,  gracia y compromiso” tal como se puede vivir en la familia (cf. L’Osservatore Romano, 10-IV-2016).

Acompañamiento en la muerte

4. Acompañamiento especialmente en el momento de la muerte. “El momento de la muerte –observa el Papa– reviste una importancia particular. La Iglesia siempre ha vivido este dramático tránsito a la luz de la resurrección de Jesucristo, que ha abierto el camino de la certeza en la vida futura. (...) Nosotros vivimos la experiencia de las exequias como una plegaria llena de esperanza por el alma del difunto y como una ocasión para ofrecer consuelo a cuantos sufren por la ausencia de la persona amada”.

Todo ello ha de ser expresión de la misericordia divina. Concretamente, “la participación del sacerdote en este momento significa un acompañamiento importante, porque ayuda a sentir la cercanía de la comunidad cristiana en los momentos de debilidad, soledad, incertidumbre y llanto”.

Cultura y tiempo de la misericordia

5. Cultura de la misericordia y tiempo de la misericordia. Finalmente, dice Francisco, el Año jubilar nos hasituado en la “vía de la caridad”, que se traduce en la misericordia. Ésta se hace visible y tangible en acciones concretas y dinámicas. Así tantos hermanos y hermanas pueden llegar a decir:  “Soy amado, luego existo; he sido perdonado, entonces renazco a una vida nueva; he sido ‘misericordiado’, entonces me convierto en instrumento de misericordia”.

Esto ha de manifestarse en las obras de misericordia en solidaridad con los más pobres e infelices, y teniendo en cuenta las nuevas formas de pobreza y marginación, contrarias a la dignidad humana. De otra manera se corre el riesgo de la indiferenciay el individualismo, de llevar una existencia cómoda y sin problemas. Y Jesús nos ha dicho: «A los pobres los tenéis siempre con vosotros» (Jn 12,8). Por eso, subraya con fuerza el Papa, “no hay excusas que puedan justificar una falta de compromiso cuando sabemos que él se ha identificado con cada uno de ellos”.

En definitiva, las obras de misericordia no han de ser algo aislado en la vida cristiana:  “Estamos llamados a hacer que crezca una cultura de la misericordia,basada en el redescubrimiento del encuentro con los demás: una cultura en la que ninguno mire al otro con indiferencia ni aparte la mirada cuando vea el sufrimiento de los hermanos”.

Como elementos principales de esta “cultura de la misericordia” propone Francisco: la oración asidua, con la dócil apertura a la acción del Espíritu Santo, la familiaridad con la vida de los santos y la cercanía concreta a los pobres”.

Y todo ello, advierte el Papa, no puede quedarse en una “teoría sobre la misericordia”. Cada día debe ser el tiempo de la misericordia. Cada día de nuestra vida está, efectivamente, marcado por la presencia de Dios, que guía nuestros pasos con el poder de la gracia que el Espíritu infunde en el corazón para plasmarlo y hacerlo capaz de amar.

En la audiencia general el Papa recordó la predicación de San Pablo en Corinto. Dijo que “ahí encontró a Áquila y Priscila, pareja de esposos cristianos que había tenido que dejar Roma por la expulsión de los judíos decretada por el emperador Claudio”. Explicó cómo “esta pareja cristiana abrió también su casa a la comunidad local de cristianos, convirtiéndola en una “domus ecclesiae”, es decir, lugar de escucha de la Palabra de Dios y de la celebración de la Eucaristía”.

 

 

El Papa dijo que personas como estas “nos recuerdan que gracias a la fe y al compromiso en la evangelización de muchos laicos como ellos, el cristianismo echó raíces y ha llegado hasta nosotros”.

RESUMEN DE LA CATEQUESIS DEL PAPA EN ESPAÑOL

Queridos hermanos y hermanas:

Los Hechos de los Apóstoles nos dicen que Pablo, después de su estadía en Atenas, prosiguió su viaje misionero y llegó a Corinto, ciudad comercial y cosmopolita, que era capital de la provincia romana de Acaya.

Ahí encontró a Áquila y Priscila, pareja de esposos cristianos que había tenido que dejar Roma por la expulsión de los judíos decretada por el emperador Claudio. Ellos, con un corazón lleno de fe en Dios y de generosidad hacia el prójimo, le abrieron las puertas de su hogar a Pablo, testimoniando el valor cristiano de la hospitalidad.

Acogieron al Evangelizador y también el anuncio que él llevaba: el Evangelio de Cristo. Como Pablo, también ellos eran tejedores de lona para tiendas de uso doméstico. El Apóstol apreciaba mucho el trabajo manual, que no sólo consideraba lugar privilegiado para dar testimonio cristiano, sino también medio de subsistencia y no ser un peso para los demás. Esta pareja cristiana abrió también su casa a la comunidad local de cristianos, convirtiéndola en una “domus ecclesiae”, es decir, lugar de escucha de la Palabra de Dios y de la celebración de la Eucaristía.

De entre los numerosos colaboradores de san Pablo, Áquila y Priscila sobresalen como como modelos de una vida conyugal comprometida al servicio de toda la comunidad cristiana y nos recuerdan que gracias a la fe y al compromiso en la evangelización de muchos laicos como ellos, el cristianismo echó raíces y ha llegado hasta nosotros.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos a Dios nuestro Padre que infunda su Espíritu Santo en todas las parejas cristianas para que, a ejemplo de Áquila y Priscila, sepan abrir las puertas de su corazón a Cristo y a los hermanos, y sus hogares sean verdaderas iglesias domésticas donde se viva la comunión fraterna y se dé a Dios el culto de una vida de fe, esperanza y caridad. Que Dios los bendiga.

Fuente: Rome Reports

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