Las áreas de intervención serán cuatro: conservación y restauración del pavimento de la basílica; valoración de la estabilidad y afianzamiento del Edículo Sagrado; instalación de estructuras técnicas (saneamiento, eléctricas, mecánicas, anti incendio); e investigación arqueológica.

El proyecto para la segunda fase de restauración del Santo Sepulcro se presentó el 10 de diciembre en el convento de San Salvador de Jerusalén.  En presencia de los líderes de las tres Iglesias cristianas responsables del Status Quo del Santo Sepulcro (greco-ortodoxa, católica y armenia), hablaron los miembros del comité técnico científico, compuesto por la Fundación Centro para la Conservación y Restauración del Patrimonio Cultural “La Venaria Real” de Turín (CCR) y el Departamento de Ciencias de la Antigüedad de la Universidad “La Sapienza” de Roma.

El pasado 8 de octubre, las dos instituciones firmaron un acuerdo marco con la Custodia de Tierra Santa para el estudio y el proyecto ejecutivo de las obras de restauración necesarias, sobre cuyo desarrollo informarán cada dos meses.

Fray Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa, dio la bienvenida al acto recordando la preciosa experiencia de cooperación entre las Iglesias para la primera restauración, completada en 2016, y deseando lo mismo para esta segunda fase.

Las áreas de intervención serán cuatro: conservación y restauración del pavimento de la basílica; valoración de la estabilidad y afianzamiento del Edículo Sagrado; instalación de estructuras técnicas (saneamiento, eléctricas, mecánicas, anti incendio); e investigación arqueológica.

Explicaron el proyecto el director de la operación y arquitecto supervisor Stefano Trucco, la vicedirectora de la operación Michela Cardinali y la coordinadora del proyecto Paola Croveri, miembro del CCR “La Venaria Real”.

Para la conservación del pavimento de la basílica, se partirá de datos recopilados en los estudios previos llevados a cabo por la Universidad de Atenas (con el apoyo del Patriarcado greco-ortodoxo de Jerusalén), responsable de la restauración finalizada en 2016.

Se llevarán a cabo investigaciones científicas (fase 1) para la caracterización de los diferentes materiales del suelo, estudios geofísicos y monitorización del entorno, con el fin de planificar una serie de pruebas experimentales para limpiar de nuevo las piedras (fase 2). Con el fin de mantener la continuidad de los espacios y de los materiales del suelo, el área afectada por la restauración, además de la de la Anástasis que rodea el Sagrado Edículo, se extenderá hasta el ambulatorio y la entrada de la iglesia.

Un grupo interdisciplinar compuesto por restauradores, arqueólogos y proyectistas de instalaciones trabajará para valorar la estabilidad y afianzar el Edículo.  Los expertos se encargarán de reunir y analizar toda la información posible sobre la historia de la construcción y las intervenciones sucesivas.  Se realizarán actuaciones para explorar la existencia real de canales subterráneos, cálculos geométricos detallados y comprobación de los daños estructurales del Edículo.

Para implantar las estructuras técnicas útiles para los religiosos que viven en el Santo Sepulcro y para el gran número de peregrinos que transitan por él diariamente, se procederá al análisis de la situación actual en términos de, por ejemplo, temperatura, humedad y grado de contaminación.  Tras definir las mejoras necesarias y los requisitos específicos de las comunidades cristianas que residen allí, se buscarán soluciones alternativas a los problemas.

 

 

El departamento de Ciencias de la Antigüedad de la Universidad “La Sapienza” de Roma se encargará de las investigaciones arqueológicas relacionadas con las obras de restauración. La profesora Francesca Romana Stasolla, a la cabeza del grupo de trabajo, explicó a los líderes de las Iglesias Cristianas que se recopilará la documentación arqueológica más completa posible para construir una base de datos con datos y mapas tridimensionales.

En colaboración con el departamento eléctrico, astronáutico y de ingeniería energética de “La Sapienza” de Roma, se analizarán y estudiarán las transformaciones de la luz natural y la acústica del Santo Sepulcro, a partir de las condiciones actuales. El grupo de “La Sapienza” deberá, además, documentar las labores y las fases del proyecto de restauración.

La arqueóloga Carla Benelli de la Asociación ATS Pro Terra Sancta, la ONG de la Custodia de Tierra Santa, explicó que el proyecto presentado podrá financiarse gracias a la donación de un benefactor, por valor de 500.000 dólares, recaudada para el proyecto.

El patriarca greco-ortodoxo de Jerusalén, Teófilo III, expresó su gran satisfacción:

“Como Iglesias, es importante que nos esforcemos en proteger y preservar la autonomía del Santo Sepulcro, algo que es bueno también para nuestros cristianos.  La presentación de este proyecto, por tanto, es importante para nosotros pero también para la transparencia, que puede proporcionarnos crédito y confianza de cara a nuestros patrocinadores”.

El padre Samuel Aghoian, en representación del Patriarca armenio de Jerusalén Nurhan Manougian, se congratuló por el proyecto, deseando éxito a la empresa.

Custodia.org

 

El lunes 25 de noviembre se retomaron las obras del Terra Sancta Museum en el convento de la Flagelación, en la Via Dolorosa de la ciudad vieja de Jerusalén. La primera parte del museo que hospeda las colecciones arqueológicas del Studium Biblicum Franciscanum fue inaugurada el 2018 y durante los trabajos de construcción de los espacios museísticos surgió la necesidad de consolidar algunas partes de la estructura del futuro museo.

 

Desde el día de la apertura de las primeras salas, el estudio y el análisis de los problemas estáticos y estructurales no han cesado, y ahora ha llegado el momento de iniciar los trabajos.

El museo se desarrollará en la planta baja del convento de la Flagelación. Una primera fase de los trabajos prevé la consolidación de las estructuras existentes, con intervenciones destinadas a hacer que el edificio gane nuevas prestaciones, como la resistencia sísmica. Durante esta fase de trabajo se resolverán los problemas estructurales de los cimientos, en el cuerpo de los pilares que sostienen el techo, y en las vigas y paredes para reforzarlos con yesos especiales.

 

 

Para estas obras se han usado algunas herramientas sofisticadas, como la tecnología láser que ha permitido reconstruir virtualmente, punto a punto, el área del museo en detalle, y proporcionar una información que de otro modo sería difícil de obtener. El escáner ha ayudado de un modo particular a reconstruir la antigua cisterna, posicionada debajo de la sala donde se están llevando a cabo los trabajos. Los delgados pilares que sujetan el techo tienen sus propios cimentos en la cisterna y era necesario comprender si la parte enterrada en el interior de la cisterna estaba alineada con la parte superior, como efectivamente se ha confirmado tras el estudio.

La segunda fase de los trabajos supone la construcción de nuevas estructuras para el museo. La intervención más importante será la construcción de una entreplanta donde se desarrollará la última sección de la exposición. Para la construcción de la losa se utilizará fibra de carbono, un material de vanguardia muy delgado y ligero que permite integrar la resistencia de las vigas y la plancha sin aumentar el espesor ni sobrecargar la estructura. En el caso del Terra Sancta Museum, la fibra de carbono permitirá no desperdiciar espacios, útiles para la ingeniería de las plantas o para aspectos puramente arquitectónicos y funcionales, sin afectar a la luminosidad de la sala. La losa se fabricará fuera de la construcción y posteriormente se montará en el lugar definitivo, para esto será necesaria una precisión milimétrica en el diseño, que ha permitido la tecnología del escáner.

Levantamiento por láser de la zona afectada por las obras del Monasterio de la Flagelación © Oficina Técnica de la Custodia de Tierra Santa

El proyecto general del museo es del estudio Tortelli e Frassoni Associati de Brescia, ya responsables de la primera parte del museo. La dirección de las obras corre a cargo del estudio Shaffer & Ronen de Jerusalén, bajo la supervisión de la Oficina Técnica de la Custodia, dirigido por el ingeniero Leonardo di Marco, en colaboración con el estudio italiano R+Struct. La ejecución de las obras será llevada a cabo por la empresa Expressions Engineering, encargada también de la reestructuración de la iglesia de San Juan de Ain Karem.

Los trabajos de consolidación y construcción de la nueva estructura ocuparán entre seis y siete meses de ejecución. Terminadas estas fases se podrán iniciar las obras de acondicionamiento, para las que se han estimado otros seis meses de trabajo.

 

Eleonora Musicco - Terra Sancta Museum

12 DICIEMBRE

NUESTRA SEÑORA
DE GUADALUPE

En diciembre de 1531, diez años después de tomada la ciudad de Méjico por Cortés. Caminando el indito Juan Diego por el rumbo del Tepeyac—colina que queda al norte de la metrópoli—, oyó que le llamaban dulcemente. Era una hermosísima Señora, que le habló con palabras de excepcional ternura v delicadeza; que le dijo: "Yo soy la siempre virgen Santa María Madre del verdadero Dios, por quien se vive", y le pidió que fuera al obispo (Zumárraga) para contarle cómo ella deseaba que allí se le alzara un templo.

El obispo, con muy católica prudencia, le respondió que pidiera a la Señora alguna prueba de su mensaje. Obtúvola Juan Diego: unas rosas y otras flores que en pleno invierno y en la cumbre estéril cortó él por mandato de la Señora y recogió en su tilma o ayate—suerte de capa de tela burda que, atada al cuello, usaban los indios más humildes—; y, al extender ante el obispo Zumárraga la tilma, cayeron las flores y apareció en ella pintada la imagen de la Virgen.

Ese mismo ayate es el que se venera en nuestra basílica de Gaudalupe. Sus dos piezas están unidas verticalmente al centro por una tosca costura: lo menos adecuado y elegible humanamente para pintar una efigie de tan benigna y encantadora suavidad, que por cierto mal puede apreciarse en las múltiples copias que corren por el mundo. Lo mejor es, modernamente, la directa fotografía a colores. Técnicos en ésta y otras novísimas especialidades afines han estudiado con asombro, en nuestros días, la pintura original, como antaño la estudiaron el célebre pintor Miguel Cabrera o el cauteloso investigador Bartalache.

Un contemporáneo de las apariciones, don Antonio Valeriano, indio de noble ascendencia y de relevante categoría intelectual y moral, alumno fundador del colegio franciscano de Tlalateloco hacia 1533, narra el milagro según lo conocemos. Su relato, en lengua náhuatl, desígnase—como las encíclicas—por las palabras con que empieza: Nican Mopohua. El maruscrito autógrafo perteneció a don Fernando de Alba Ixtlixóchitl, pasó luego a poder del sabio Sigüenza y Góngora—quien da memorable testimonio jurado de su autenticidad—y fue reproducido en letra de molde por Lasso de la Vega en 1649, incorporándolo en el volumen náhuatl que conocemos por sus primeras palabras: Huei Tlamahuizoltica. Este volumen fue traducido en su integridad al castellano, en 1926, por don Primo Feliciano Velázquez y publicado a doble página—fotocopia de la edición azteca y versión española—por la Academia Mejicana de Santa María de Guadalupe. Hay nueva edición, de 1953, bajo el título de mi estudio Un radical problema guadalupano, donde se escudriña con rigor la autenticidad del Nican Mopohua, el más antiguo relato escrito de la "antigua, constante y universal" tradición mejicana.

Esta, lejos de obscurecerse o arrumbarse al paso del tiempo, se ha robustecido con los modernos y exigentes estudios críticos, que, sobre todo a partir del cuarto centenario (1931), han desvanecido objeciones y confirmado la historidad de lo que el pueblo mejicano viene proclamando, desde los orígenes hasta hoy, con un plebiscito impresionante.

Porque el caso de nuestra Virgen de Guadalupe es singular. En otros países católicos hay diversas advocaciones de gran devoción—digamos las Vírgenes del Pilar, o de Covadonga, o de Montserrat en España—, pero que tienen mayor o menor ímpetu y arraigo según las zonas geográficas o las inclinaciones personales; mas ninguna de ellas concentra la totalidad de la nación en unidad indivissible, y ninguna de ellas—como tampoco la de Lourdes, en Francia, por ejemplo—viene a ser el símbolo indiscutido de la patria. Y en Méjico así es. A tal punto que hasta un liberal tan notorio como don Ignacio Manuel Altamirano llegó a estampar: "El día en que no se adore a la Virgen del Tepeyac en esta tierra, es seguro que habrá desaparecido no sólo la nacionalidad mejicana, sino hasta el recuerdo de los moradores de la Méjico actual".

Por otra parte, la Iglesia, siempre tan prudente y parsimoniosa en estas cuestiones, así como ha corregido o eliminado ciertas lecciones inspiradas en vetustos relatos píos, pero inseguros, ha obrado al contrario tratándose del caso del Tepeyac; y así, al aproximarse la esplendorosa coronación de nuestra Virgen en 1895, y habiéndose recibido y considerado en Roma los estudios y gestiones del grupito que a la sazón ponía en tela de juicio la historicidad del milagro, fue el sapientísimo León XIII quien concedió para nuestra fiesta del 12 de diciembre nuevo oficio litúrgico, en que se narra el prodigio "tal como nárralo la antigua y constante tradición (uti antiqua et constanti traditione mandatur); y el 12 de octubre de 1945, al celebrarse el cincuentenario de dicha coronación, fue el docto y santo Pío XII quien, hablando por radio, en lengua española, desde el Vaticano para Méjico, afirmó rotundamente el milagro: "en la tilma del pobrecito Juan Diego, pinceles que no eran de acá abajo dejaban pintada una imagen dulcísima", y llamó a nuestra Patrona no sólo "Reina de Méjico", sino, con anchura continental sin restricción, "Emperatriz de América": de toda América.

Y ahora cabe dilucidar un problema sugeridor: el de la identidad del nombre de la Virgen de Guadalupe de Méjico y de la Virgen de Guadalupe de Extremadura.

A cuenta de ello, y por manera sumamente explicable y natural, muchos españoles y aun escritores distinguidísimos han sufrido larga confusión, entendiendo que se trata, si no de la misma cosa, al menos de una especie de prolongación o trasplante a América de la Virgen extremeña. Y, al encontrar la proliferación del nombre de Guadalupe en documentos, lugares y templos del Nuevo Mundo, han supuesto que todo toma su origen en la advocación peninsular, cuando en la enorme mayoría de los casos lo toma en la devoción mejicana

Y huelga decir que el esclarecer y precisar una distinción de orden rigurosamente histórico no implica, por el más remoto y furtivo de los asomos, la tontería pueblerina y anticatólica de poner como en pugna o emulación dos advocaciones de la mismísima Señora del cielo. Se trata sólo de que los hechos se conozcan y difundan como son.

Por lo demás, y acá de tejas abajo, tan gloriosa puede sentirse la Madre española como la Hija mejicana de aquel portento del Tepeyac, que nos dejó la única imagen en el orbe no pintada por humano pincel. Lo cual arrancó al Pontífice Benedicto XIV aquella memorable aplicación de la palabra de la Escritura: Non fecit taliter omni nationi.

Expongamos sintéticamente el fruto de una dilatada reflexión.

De venerable antigüedad, la imagen extremeña, escondida para salvarla cuando la invasión sarracena, fue encontrada a fines del siglo XIII por el pastor Gil Cordero. Ello dió origen a la fundación de la iglesia y más tarde del estupendo monasterio de Guadalupe. Una intensa devoción halló centro en aquella casa espléndida donde el arte, la ciencia y la caridad resplandecieron. Allá en vísperas de su aventura oceánica, fue Cristóbal Colón, y por la Virgen extremeña puso nombre a la isla de Guadalupe, en las Antillas. Hernán Cortés, cuando volvió a España (antes de 1531), llevó como exvoto al monasterio un alacran de oro, Y como el propio don Hernando y otros conquistadores traían en el alma y en la costumbre aquella devoción, lógico y fácil era que la hubiesen trasplantado a nuestras tierras de América. Y de hecho la trasplantaron.

Explícase así sobradamente que, desde lejos y sin particularísimo estudio del caso del Tepeyac, se haya formado y difundido en España la impresión de que la Virgen de Guadalupe mejicana es la misma Virgen de Guadalupe extremeña, o siquiera su proyección más o menos modificada. Pero no es así.

En Méjico todos sabemos cómo en 1531 la Virgen se mostró varias veces al indito Juan Diego, cómo le hizo cortar unas rosas por seña de su embajada al obispo y cómo al extender el indio su tilma ante Zumárraga, apareció misteriosamente impresa en ella la Señora del Tepeyac.

Esas apariciones y esa tilma prodigiosamente pintada no tienen la más leve relación con la preexistente imagen de Extremadura. Trátase absolutamente de otra cosa. Es un hecho distinto y nuevo, como nuevo y distinto era el hecho del descubrimiento y mestizaje de América.

Así como por su origen y su historia, también por su imagen y su culto son perfecta y radicalmete distintas la Virgen de Extremadura y la Virgen del Tepeyac.

La extremeña es una escultura: lleva al Niño en el brazo izquierdo y representa la maternidad de María; la tepeyacense es una pintura: sin Niño, las manos juntas, representa la Inmaculada Concepción. No hay en las efigies ni la más remota semejanza.

Y, en cuanto al culto, el mejicano nació y se ha engrandecido durante cuatro siglos única y precisamente al pie de la tilma del milagro, sin la más tenue conexión con la imagen de Extremadura, cuya existencia misma es evidente que ignoran millones y millones de indígenas y otros compatriotas no ilustrados que vierten su dolor y su ternura ante la Madre del Tepeyac.

Pero ¿por qué entonces, si se trata de casos tan absolutamente apartados y autónomos, ambas imágenes se designan con el mismísimo nombre de Guadalupe?

Que se llame así la de Extremadura es natural: tomó el nombre del sitio en que fue encontrada y donde se le alzó templo: Guadalupe, vocablo arábico que -siempre la divergencia entre etimologistas- significa río de luz, o río de lobos, o río encendido.

Pero ¿por qué se llama de Guadalupe la Virgen mejicana? No se nombraba así, sino Tepeyac, el sitio donde Ella apareció y donde se levantó su ermita primera. La Virgen no tomó el nombre del lugar; más tarde el lugar tomó el nombre de la Virgen.

Lo que parece insoluble y a muchos despista tiene, no obstante, un motivo muy claro y muy concreto: la Virgen misma, al mostrarse a Juan Bernardino, tío de Juan Diego le dijo: "Que bien la nombraría, así como bien había de nombrarse su bendita imagen, la siempre virgen Santa María de Guadalupe".

Así consta textualmente en el Nican Mopohua la más vetusta relación del milagro, escrita no en castellano ni por un español, sino en lengua azteca y por un indio ilustre, don Antonio Valeriano. El cual, en su texto náhuatl original, incorpora en castellano las palabras Santa María de Guadalupe".

La Señora del Tepeyac quiso, pues, ser designada con el nombre de Guadalupe. ¿Por qué? Esto no lo sabemos. Pero, aunque no lo sabemos, creo que razonablemente podemos avanzar una plausible conjetura.

Podemos nosotros conjeturar que quiso la Señora darse un nombre que fuera familiar y atrayente para los españoles, sobre todo extremeños como Cortés, que consumaron la conquista, y que, al favorecer con predilección a Juan Diego, representante de los vencidos, quiso al propio tiempo atraer con dulzura a los vencedores, y a unos y a otros hermanarlos en la misma devoción. No vino Ella a abrir abismos entre vencedores y vencidos: vino a cerrarlos. Y, al sublimar con un privilegio excepcional a los postergados, halló un medio suavísimo de que a los dominadores sonara a tradición la novedad y a cosa propia y familiar la extrañeza.

Y de hecho, como históricamente consta, se dió el caso extraordinario de que, desde los años primerísimos, conquistados y conquistadores fraternizaran a los pies de la Virgen del Tepeyac. Ella, que—contra lo comúnmente repetido—no muestra fisonomía ni color de india, sino de mestiza, anunció el beso de las razas que fundaría la nacionalidad que estaba amaneciendo. Y así como juntó plásticamente en el milagro al español Zumárraga y a Juan Diego el aborigen, y así como con rosas de Castilla se estampó para siempre en el ayate sublimado del indio, quiso en todo ser nuncio. ejemplo y símbolo de la fusión amorosa que forjaría a Méjico. De la fusión amorosa que forjaría a toda Hispanoamérica y traería al mundo este coro magnifico de pueblos que hoy llamamos la Hispanidad.

Por eso, en expansión cargada de sentidos, ha rebasado las fronteras nuestra Virgen de Guadalupe.

Ella, en Méjico, se identifica con la substancia de la patria. Presidió el nacimiento de nuestra nacionalidad. Aceleró la propagación del Evangelio. Fue lábaro de nuestra independencia. Congrega en tumultuoso plebiscito a todas las almas y conquista el respeto o la ternura aun de los descreídos y renuentes. Ella ha amparado y reverdecido nuestra fe después de más de un siglo de ataques insidiosos o brutales. A ella van nuestras lágrimas, nuestras alegrías, nuestras esperanzas. Ella es emblema autóctono, negación de exotismos desintegradores, vínculo sumo de unidad nacional. En los cimientos del Tepeyac están los cimientos de la Patria.

Pero la Madre y Patrona de Méjico es también, por viva instancia de los países indoibéricos que el santo Pío X sancionó en 1910, Madre y Patrona de toda la América hispana. Pío XI, en 1935, incluye en el patronato a las islas Filipinas, hondamente vinculadas con el mundo español. Y en 1945 Pío XII la proclama a boca llena Emperatriz de América. Y—sin contar repercusiones impensadas y sorprendentes en el corazón de los Estados Unidos, y de Francia, y de otros países ilustres—en 1950 la vieja madre de la estirpe, al coronar espléndidamente en Madrid a nuestra Virgen de Guadalupe, coronó espléndidamente el ciclo de esa expansión providencial. El sentido histórico del mensaje cobró así su plenitud.

Porque Juan Diego no era sólo Juan Diego, sino la desvalida encarnación de todas las razas aborígenes. Zumárraga no era solo Zumárraga, sino la ardiente personificación de todos los evangelizadores hispanos. Y las rosas de Castilla exprimieron la policromía de sus jugos, símbolo de la savia toda de España, para embeberse en el ayate del indio, fundirse con él y estampar en sus fibras, transfiguradas y extasiadas para siempre, la imagen celeste de María. Y por eso el milagro de Santa María de Guadalupe maravillosamente simboliza, resume y señorea este humano milagro de la Hispanidad. Y ambos portentos, lejos de encerrarse en un ámbito exclusivo, se dilatan por todos los horizontes y abren los brazos en un anhelo universal—católico—de amor.

ALFONSO JUNCO

La población de Naim se encuentra a las faldas del monte Tabor

La Custodia de Tierra Santa ha anunciado que la Iglesia de Naín, ubicada en la ladera norte del Yabal Dahi en Galilea, donde se dice Jesús resucitó al hijo de una madre viuda, será reabierta tras cerrarse luego de sus últimas restauraciones.

Un nuevo horario de apertura, un convento pequeño y la posibilidad de celebraciones Eucarísticas es lo que se busca para que el templo recupere su presencia dentro de los santos lugares protegidos por la Custodia franciscana.

Este es el anhelo que ha hecho evidente fray Salem Younes, franciscano, quien fue nombrado hace algunos meses por el capítulo custodial como responsable del templo. Su tarea: trabajar por la reapertura de la iglesia.

 

En testimonios del siglo IV ya se hablaba de la exitencia de la Iglesia de Naín / Foto: CTS.

 

Al principio, fray Younes se desanimó un poco, pero ahora está manos a la obra para lograr que la Iglesia de Naín sea lugar para acercar a los peregrinos de Tierra Santa. Así lo indicó, según cita nota informativa publicada en la web de la Custodia:

"Cuando llegué por primera vez a este terreno de la Custodia, solo había hierba alta y mucha basura. Tuve un momento de desaliento. No dormía por la noche, porque solo podía pensar en todo lo que debía hacer. Comprendí que antes de nada debía limpiar todo el área que rodea la iglesia".

 

 

Su paso siguiente fue vallar todo el terreno, pero se quiere ir más allá de la adecuación del templo con un proyecto más completo. Así lo explicó el franciscano:

"Tenemos el proyecto de construir un pequeño convento, para que los frailes puedan residir aquí y podrá acoger a cristianos locales y peregrinos que aman este lugar. Queremos decir a todos que en la iglesia ya no falta nada y está abierta, si quieren visitarla. Por el momento no hay sacristía, ni vestiduras, pero se puede celebrar misa si se trae lo necesario".

El objetivo que busca fray Younes es que el templo pueda permanecer abierto todos los días, tal como ocurre con los demás santuarios en Tierra Santa. Por lo pronto ya va varios pasos adelante, y está corriendo la voz para que los guías locales la incluyan en sus recorridos.

 

Un nuevo horario de apertura, un convento pequeño y la posibilidad de celebraciones Eucarísticas es lo que se busca para que el templo recupere su presencia dentro de los santos lugares protegidos por la Custodia franciscana / Foto: CTS.

 

Para el franciscano esta iglesia de Naín, como el milagro que Jesús realizó allí, es un templo "que saldrá a la luz de las tinieblas". "Queremos traerla de nuevo de la muerte a la vida, como el hijo de la viuda. Esperamos que pueda estar siempre abierta y llena de peregrinos".

Según relata Eusebio de Cesarea, padre de la historia de la Iglesia, ya en el siglo IV existía una iglesia en el lugar donde ocurrió el milagro de Naín.

Otro testimonio anónimo, recogido por Pietro Diácono, monje benedictino, que data del siglo XII, se hace referencia también al templo: "En la casa de la viuda, cuyo hijo fue resucitado, hay ahora una iglesia, y la sepultura donde le querían poner existe aún hoy".

 

 

Pero en otro testimonio, esta vez del siglo XVI, solo se hace referencia al lugar en ruinas.

El templo, que hoy se conoce como una edificación modesta, pero bella, fue construido en 1881 sobre los restos de lo que sería la antigua iglesia.

 

 

 

Con información de Custodia de Tierra Santa.

 

 

Es una tradición que se repite cada año por estas fechas y marca el comienzo de la Navidad en el Vaticano: El árbol de la plaza de San Pedro se enciende y se desvela el pesebre que nos anuncia el nacimiento del Niño Dios.

 

 

Era aún de día cuando comenzó la ceremonia y comenzaron los villancicos a cargo de este coro alpino...

… y los bailes típicos con esta coreografía de banderas...

Unos minutos después, los pequeños Gemma y Diego encendieron así el nacimiento...

Si el año pasado la sorpresa fue el pesebre hecho de arena, este año vuelve a un material más tradicional, la madera.

Está compuesto por unas 20 figuras y procede de la localidad de Scurelle, en la provincia de Trento en el norte de Italia.

La escena incluye algunas piezas de madera de las zonas del Triveneto afectadas por las fuertes inundaciones de 2018. Con este gesto se homenajea a las víctimas mortales que causó aquel temporal.

El abeto rojo también proviene del norte de Italia, de la provincia de Vicenza, y fue encendido exactamente a las cinco y cuarto de la tarde.

Mide 26 metros de altura y para sustituirlo se plantarán 40 abetos más con el fin de regenerar el bosque.

El pesebre y el árbol permanecerán iluminados en la plaza de San Pedro hasta el 12 de enero, día en que la Iglesia da por terminado el tiempo de Navidad con la fiesta del Bautismo del Señor.

https://www.romereports.com/

 

DUNS ESCOTO: CANTOR DEL VERBO ENCARNADO Y DEFENSOR DE LA INMACULADA

"La libertad es real cuando se reconcilia con la verdad"

CIUDAD DEL VATICANO, 7 JUL 2010 (VIS).

En la catequesis de este miércoles, el Papa habló sobre el beato Juan Duns Escoto, nacido probablemente en 1266, en un pueblo de Escocia llamado Duns. Entró en los franciscanos menores y fue ordenado sacerdote en 1291. "Por su inteligencia brillante se le conoce con el nombre de "Doctor sutil". Enseñó teología en las universidades de Oxford, Cambridge y París. Decidió abandonar Francia por fidelidad al Papa Bonifacio VIII, en su disputa con el rey Felipe IV el Hermoso. En 1305 regresó a París para enseñar teología y posteriormente ejerció su magisterio en Colonia, donde falleció en 1308.

"Con motivo de la fama de santidad de la que gozaba -dijo el Papa-, su culto se difundió enseguida en la orden franciscana y el Venerable Juan Pablo II lo declaró beato el 20 de marzo de 1993, definiéndolo "cantor del Verbo encarnado y defensor de la Inmaculada Concepción". En esa expresión se sintetiza la notable aportación que Duns Escoto ofreció a la historia de la teología"

El Santo Padre explicó que "Duns Escoto, aun consciente de que, a causa del pecado original, Cristo nos ha redimido con su pasión, muerte y resurrección, subraya que la Encarnación es la obra más grande y más hermosa de toda la historia de la salvación, y que no está condicionada por ningún hecho contingente".

"Fiel discípulo de San Francisco, a Duns Escoto le gustaba contemplar y predicar el misterio salvífico de la Pasión de Cristo, expresión del amor inmenso de Dios", que "se revela no solamente en el Calvario, sino también en la Sagrada Eucaristía, de la que era muy devoto".

Benedicto XVI puso de relieve que "esta visión teológica, fuertemente "cristocéntrica", nos abre a la contemplación, al asombro y a la gratitud: Cristo es el centro de la historia y del cosmos, es aquel que da sentido, dignidad y valor a nuestra vida"

Refiriéndose a las reflexiones del beato escocés sobre la Virgen, el Papa señaló que frente a la mayoría de los teólogos de la época, que se oponían a la tesis de que "María Santísima fuese libre del pecado original desde el primer momento de su concepción", Scoto expuso un argumento; el de la "redención preventiva", según la cual la Inmaculada Concepción es la obra maestra de la Redención realizada por Cristo, porque precisamente la potencia de su amor y de su mediación hizo que la Madre fuese preservada del pecado original. Los franciscanos acogieron y difundieron con entusiasmo esta doctrina, y otros teólogos -a menudo con un juramento solemne- se comprometieron a defenderla y a perfeccionarla".

El Santo Padre recordó que Duns Escoto también desarrolló "el tema de la libertad y de su relación con la voluntad y con el intelecto". En este contexto, afirmó que "una idea de la libertad innata y absoluta -como se desarrolló sucesivamente al beato-, situada en la voluntad que precede al intelecto, tanto en Dios como en los seres humanos, puede conducir a la idea de un Dios que no está relacionado ni siquiera con la verdad y el bien".

"La libertad -continuó- es real y ayuda a construir una civilización verdaderamente humana, cuando se reconcilia con la verdad. Si se desliga de la verdad, la libertad se convierte trágicamente en principio de destrucción de la armonía interior de la persona humana, fuente de abusos de los más fuertes y de los violentos, y  causa de sufrimientos y de lutos. La libertad (...) crece y se perfecciona, según Duns Scoto, cuando el hombre se abre a Dios. (...) Cuando escuchamos la revelación divina, la Palabra de Dios, para acogerla, entonces recibimos un mensaje que llena de luz y de esperanza nuestra vida y somos verdaderamente libres".

Benedicto XVI concluyó la última catequesis hasta el próximo 4 de agosto, haciendo hincapié en que "el beato Duns Escoto nos enseña que en nuestra vida lo esencial es creer que Dios está cerca de nosotros y nos ama en Cristo Jesús, y cultivar, por tanto, un profundo amor a Él y a su Iglesia. De este amor somos testigos en esta tierra".

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LA ORACIÓN EN LOS PRIMEROS CRISTIANOS

¿COMO HACÍAN ORACIÓN?

 

La oración cristiana hay que situarla en línea de continuidad con la tradición orante del pueblo de Israel. Lógicamente los cristianos van a  estar muy vinculados a la oración de Jesús, puesto que el mismo Señor les indicó la forma de hacerlo, cuando se lo pidió uno de sus discípulos y les enseñó el Padrenuestro (Lc 11, 1-4).

 

Como textos representativos de la primitiva oración cristiana figura lo dispuesto en la Didaché donde se señala un criterio oracional distinto de la praxis judaica y se hace hincapié en seguir la recitación de Padrenuestro, «como mandó el Señor en su Evangelio (…). Así orad tres veces al día» (Did., VIII, 2-3). En la misma Didaché encontramos, a continuación, unas oraciones de acción de gracias, que debieron formar parte de la plegaria eucarística de una comunidad judeocristiana (Did., IX-X).

La Carta a los Corintios de san Clemente Romano termina con una larga oración de clara textura eucarística (Ad Cor. LIX-LXI). Un carácter más dramático nos ofrece la breve oración pronunciada por san Policarpo poco antes de consumar su martirio (Mart. Poly., 14).

 

 

De los testimonios que acabamos de presentar, aunque existen motivos y contenidos diversos en la oración cristiana, el cañamazo literario sobre el que se expresa es el de la berekah, la bendición judía, cuyo esquema comprendía una invocación divina –recuerdo de las intervenciones divinas del A. Testamento–, y una doxología.

Otra observación que aflora inmediatamente es que se mantiene la tradición de la plegaria horaria judía (mañana, mediodía y tarde), pero se cambia el contenido; no será el Shemá Israel («escucha Israel») (Dt 6, 4-7), sino el Padrenuestro. Otro tanto se podría decir de las celebraciones dominicales de la eucaristía, atestiguadas por san Justino (I Apol., LXVII, 3), que recuerdan las del shabat judío.

En el momento de amanecer y al caer la noche, el cristiano se recoge en oración, medita la Escritura o canta un salmo (Tertuliano, De orat., 23). También era una herencia judía la oración de bendición antes de las comidas (Tertuliano, De orat., XXV, 4). Se puede decir que el carácter religioso de mesa era tal que los cristianos excluían de ella a los paganos.

Si fijamos nuestra atención en naturaleza de la oración cristiana, Clemente de Alejandría, no sin cierta vacilación, nos la definirá como trato o «conversación con Dios» (Strom., VII, 39, 6). De ahí que la oración, por muy vocal que sea, requerirá siempre la atención de la mente de quien la recite, precisamente por ser una forma de interlocución. Al verdadero sabio cristiano (gnostikós) las oraciones cotidianas se convierten en camino que lleva a la contemplación. Escuchemos de nuevo a Clemente:

«También sus ofrendas son plegarias, alabanzas, lecturas de la Escritura antes de la comida, salmos e himnos para las comidas y antes del descanso, y de nuevo plegarias por la noche. Con esto él [el sabio] se une al divino coro, inscribiéndose para una contemplación eterna por su constante recuerdo (…). Reza de cualquier modo y en todos los sitios: en el paseo, en la conversación, en el descanso, durante la lectura y en las tareas intelectuales; y aunque sólo reflexionara en el aposento, sin embargo, Él esta cerca e incluso delante del que conversa» (Strom., VII, 49, 4-7).

Como Clemente, Orígenes está también profundamente convencido de que la vida del cristiano ha de ser una continua oración, dentro de la cual la oración diaria tiene un lugar insustituible (De orat., XII, 2). El gran pensador alejandrino escribe un breve tratado Sobre la oración, en el que comenta el Padrenuestro y da valiosos consejos para hacer mejor la oración.

Sugiere para que la oración sea fructuosa, tener como disposición inicial una actitud que la lleve al apartamiento constante del pecado y al empeño incesante de liberarse de las afecciones y pasiones. Como actitud positiva aconseja situarse en la presencia de Dios:

«Es sumamente provechoso al pretender hacer oración ponerse –durante toda ella– en actitud de presencia de Dios y hablar con Él como quien está presente y lo ve. Pues así como ciertas fantasías recordadas por nuestra memoria suscitan pensamientos que surgen cuando aquellas se contemplan en el ánimo, así también hay que creer será útil el recuerdo de Dios que está presente y que capta todos los movimientos, aún los más leves, del alma mientras ésta se dispone a sí misma para agradar a quien sabe que está presente, y que va y examina el corazón, y que escruta las entrañas.

Pues en la hipótesis de que no recibiese otra utilidad quien así dispusiera su mente para la oración, no se ha de considerar pequeño fruto el hecho mismo de haber adoptado durante el tiempo de la oración una actitud tan piadosa» (De orat., VIII, 2).

 

Con estas disposiciones previas, la oración de cristiano se debe desarrollar en una ascensión gradual. El primer escalón está representado por la oración de petición. Otro grado de oración es el de quien acompaña la alabanza de Dios con la oración de petición. El punto más alto del orar cristiano se alcanza en la oración interior, sin palabras, que une al alma con su Dios (Orígenes, In Num. hom., X, 3).

Orígenes no sólo era un excelente biblista y un gran teólogo, sino que como subraya Benedicto XVI: «A pesar de toda la riqueza teológica de su pensamiento, nunca lo desarrolla de un modo meramente académico; siempre se funda en la experiencia de la oración, del contacto con Dios».

Su doctrina sobre la oración contribuyó decisivamente a fomentar la piedad en el Oriente cristiano, especialmente en el mundo monástico, a partir del siglo IV. También influirá en la mística de Occidente, a través, sobre todo de san Ambrosio.

En el Occidente surgen igualmente tratados sobre la oración, que son comentarios al Padrenuestro, debidos a la pluma de dos autores latinos, Tertuliano y Cipriano. Coinciden con los alejandrinos en la necesidad de orar y en las disposiciones del alma, pero difieren al centrarse más en la nueva forma de oración, que enseñó Cristo y sólo los cristianos conocen, porque sólo ellos tienen a Dios por Padre (Tertuliano, De orat., 2). San Cipriano sitúa al cristiano que reza el Padrenuestro en el contexto de la filiación divina. Escuchemos lo que nos dice:

«Oremos, hermanos amadísimos, como Dios, el Maestro, nos ha enseñado. Es oración confidencial e íntima orar a Dios con lo que es suyo, elevar hasta sus oídos la oración de Cristo. Que el Padre reconozca las palabras de su Hijo, cuando rezamos una oración» (De orat. dominica., 3).

 

LA POSTURA AL REZAR

Las posturas que utilizaban los primeros cristianos para orar eran variadas y estaban inspiradas en la Biblia: de pie, de rodillas, inclinado y en postración. La forma más común es la del «orante», que aparece en numerosas representaciones iconográficas, a partir de los primeros siglos.

Tertuliano le da a esta manera de orar un valor de símbolo, porque imita al Señor sobre la cruz (De orat., 18-25). Por su parte, Orígenes prefiere esta postura orante:

«Siendo innumerables las posiciones del cuerpo, la postura de manos extendidas y ojos alzados ha de preferirse por reflejar así la misma disposición corporal una como imagen de las disposiciones interiores que son convenientes al alma en la oración. Y decimos que esta es la postura que se ha de guardar, si no hay alguna circunstancia que lo impida» (Orígenes, De orat., XXXI, 2).

La postura de poner las manos juntas no se empleaba en la Antigüedad, es un gesto de origen germánico de carácter feudal que el vasallo hacia a su señor, y que en la Edad Media se incorporaría en algunos usos litúrgicos.

 

 

La oración dirigida a Cristo se muestra, especialmente, en la orientación que adoptan los cristianos, a comienzos del siglo II, y que se impone ampliamente en Oriente y Occidente, durante el siglo III. Se ora vuelto al Oriente, porque de Oriente se espera que venga de nuevo Cristo, y en Oriente está el paraíso, anhelado por todos los cristianos. No hay que olvidar que la “luz viene del Oriente” (Ex oriente lux), y que esa luz la entendían los primeros fieles como referida específicamente a Cristo (Jn 3, 9. 19; 8, 12; 12, 46).

A la «orientación» se añade, ya desde el siglo II, la práctica de orar ante una cruz, que se coloca en la pared (en madera o pintada), de forma que quien vaya a rezar esté de cara al Oriente. La cruz como signo glorioso precederá al Señor en su segundo advenimiento desde el oriente. El uso de la señal de cruz estaba  muy arraigado entre los primeros creyentes. A finales del siglo II, Tertuliano escribía:

«En todos nuestros viajes, en nuestras salidas y entradas, al vestirnos y al calzarnos, al bañarnos y sentarnos a la mesa, al encender las luces, al irnos a la cama, al sentarnos, cualquiera que sea la tarea que nos ocupe signamos nuestra frente con la cruz» (De cor., 3).

En resumen, podríamos decir que hacer este signo es ya hacer oración. O mejor, dicho por Benedicto XVI:

«Hacer la señal de la cruz (…) significa decir un sí público y visible a Aquél que murió y resucitó por nosotros, a Dios, que en la humildad y debilidad de su amor, es el Todopoderoso, más fuerte que todo el poder y la inteligencia del mundo».

Domingo Ramos Lisson

"En el signo sencillo del pesebre se manifiesta el misterio de la fe"

El Papa Francisco se dirigió por segunda vez, tras la visita privada que realizó en 2016, al Santuario franciscano de Greccio, para recogerse frente al fresco medieval que conmemora la primera representación de la Natividad. Esta vez, además, el Santo Padre presentó y firmó la Carta Apostólica sobre el significado y el valor del pesebre, y realizó una breve reflexión

Nueva Carta Apostólica Admirabile signum

“ Iré a Greccio para rezar en el lugar del primer Pesebre que hizo San Francisco de Asís y para enviar a todo el pueblo creyente una carta para comprender el significado del Pesebre

Ciudad del Vaticano

Un primer domingo de Adviento con gran actividad pública para el Obispo de Roma quien comenzó celebrando, por la mañana, la Santa Misa por la paz para los congoleños residentes en Italia. A mediodía mantuvo su tradicional cita con los fieles y peregrinos de numerosos países congregados en la Plaza de San Pedro para escuchar su comentario al Evangelio antes del Ángelus dominical y rezar por sus intenciones de Pastor de la Iglesia Universal.

 

 

En esta ocasión por Iraq, tal como el mismo Pontífice lo manifestó al comunicar que sigue con preocupación la situación en este país, donde tras las últimas protestas se cuentan diversas víctimas. Y finalmente, por la tarde, tras el anuncio que él mismo había hecho durante la última audiencia general de noviembre, su visita al Santuario del Pesebre en Greccio. Aquí Francisco rezó en el lugar del primer belén que hizo San Francisco de Asís y firmó y presentó a todo el pueblo creyente una Carta Apostólica que permite comprender, precisamente, el significado del Pesebre.

En la gruta del Santuario franciscano del Pesebre de Greccio, tras un momento de oración, el Papa colocó en el altar una estatua tallada en madera del Niño Dios y procedió a firmar su Carta apostólica. A continuación saludó a los franciscanos y a las religiosas de esta comunidad a quienes les dirigió unas palabras acerca del testimonio que deben seguir dando. “Testimoniar el amor de Jesús”, les dijo. “En la pobreza y en la humildad”.

Un breve momento íntimo que concluyó, antes de impartirles su Bendición apostólica, con el rezo del Padrenuestro. A la vez que les pidió que si tienen “algún minuto”, recen por él. Luego el Papa prosiguió fuera de la gruta saludando personalmente a numerosas personas, entre las cuales a diversos jóvenes en compañía de algunos frailes, mientras se escuchaban los cantos y vítores de numerosos niños. Francisco recibió un pergamino regalo de los niños con un pensamiento dedicado para él.

“ Dios nos ama hasta el punto de compartir nuestra humanidad y nuestra vida ”

Durante la Celebración de la Palabra en la iglesia del Santuario – que comenzó alrededor de las 16.15 – el  Santo Padre Francisco dijo, entre otras cosas que “en este signo, sencillo y maravilloso del pesebre, que la piedad popular ha acogido y transmitido de generación en generación, se manifiesta el gran misterio de nuestra fe: Dios nos ama hasta el punto de compartir nuestra humanidad y nuestra vida”.

También afirmó que Él “nunca nos deja solos”, sino que “nos acompaña con su presencia escondida, pero no invisible”. Y lo hace “en toda circunstancia, tanto en la alegría como en el dolor”, puesto que Él es el Emmanuel, “Dios con nosotros”.

“ Como los pastores de Belén, aceptemos la invitación a ir a la gruta, para ver y reconocer el signo que Dios nos ha dado ”

Redescubrir la sencillez del pesebre

¡Cuántos pensamientos se amontonan en la mente en este lugar santo! Y sin embargo, ante la roca de estos montes tan queridos por San Francisco, lo que estamos llamados a hacer es, ante todo, redescubrir la sencillez.

El pesebre, que San Francisco realizó por primera vez en este pequeño espacio, a imitación de la estrecha gruta de Belén, habla por sí mismo. Aquí no hay necesidad de multiplicar las palabras, porque la escena ante nuestros ojos expresa la sabiduría que necesitamos para captar lo esencial.

Frente al pesebre descubrimos lo importante que es para nuestra vida, a menudo frenética, encontrar momentos de silencio y oración. El silencio, para contemplar la belleza del rostro del niño Jesús, el Hijo de Dios nacido en la pobreza de un establo. La oración, para expresar el "gracias" maravillado por este inmenso regalo de amor que nos es dado.

En este signo, sencillo y maravilloso del pesebre, que la piedad popular ha acogido y transmitido de generación en generación, se manifiesta el gran misterio de nuestra fe: Dios nos ama hasta el punto de compartir nuestra humanidad y nuestra vida. Nunca nos deja solos; nos acompaña con su presencia escondida, pero no invisible. En toda circunstancia, tanto en la alegría como en el dolor, Él es el Emmanuel, Dios con nosotros.

Como los pastores de Belén, aceptemos la invitación a ir a la gruta, para ver y reconocer el signo que Dios nos ha dado. Entonces nuestro corazón estará lleno de alegría, y podremos llevarla a donde haya tristeza; estará lleno de esperanza, para compartirla con quien que la ha perdido.

Identifiquémonos con María, que posó a su Hijo en el pesebre, porque no había lugar en una casa. Con ella y con San José, su esposo, miremos al Niño Jesús.

“ Que su sonrisa, florecida en la noche, disipe la indiferencia y abra los corazones a la alegría de quien se siente amado por el Padre que está en los cielos ”

Una vez concluida la reflexión del Santo Padre se leyó integralmente esta nueva Carta Apostólica Admirabile signum sobre el hermoso signo del pesebre.

 

Leer la Carta Apostólica Admirabile signum

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Visita del Papa al Santuario del Pesebre en Greccio

Virgen y mártir del siglo III

Una gran estudiosa de la naturaleza y de la filosofía

Nicomedia año 288 d.C.  A pesar de su educación pagana, su vida cambió al ver la crueldad con la que se trataba a los cristianos. El momento culmen llega con el asesinato de su mejor amiga, Giuliana, una esclava que antes de morir le habla de la fe cristiana a la que se había convertido. Después descubre también que su madre antes de morir también había abrazado el cristianismo.

Según recoge la Enciclopedia Católica, "Bárbara era la hija de un rico pagano llamado Dióscoro. Fue cuidadosamente protegida por su padre, quien la mantuvo encerrada en una torre, a fin de protegerla del mundo exterior. Una propuesta de matrimonio recibida a través de él fue rechazada por ella. Antes de partir en un viaje, su padre ordenó que se erigiera un baño para el uso de ella cerca de su casa, y durante su ausencia, Bárbara hizo poner en él tres ventanas, como un símbolo de la Santísima Trinidad, en vez de las dos planeadas originalmente. Cuando su padre regresó, ella se dio a conocer como cristiana; a partir de esto él la maltrató y la arrastró hasta el prefecto de la provincia, Martiniano, quien la hizo torturar cruelmente, y finalmente la condenó a muerte por decapitación. Su mismo padre ejecutó la sentencia, pero en castigo por esto, fue fulminado por un rayo en el camino a su casa, y su cuerpo fue consumido".

Una película sobre la vida de Santa Bárbara

El 4 de diciembre de 2012, festividad de la mártir, la RAI 1 estrenó en prime time la película de cien minutos Santa Bárbara, rodada en Túnez bajo la dirección de Carmine Elia y producida por Lux Vide, que ya ha llevado a la gran o pequeña pantalla otras vidas de santas.

El éxito ha sido notable y en breve podrá verse en otros países e idiomas. La bellísima Vanessa Hessler se hace enseguida con el papel de Santa Bárbara, de quien se dice que su padre la encerró en una torre porque tal era su hermosura que temía que los hombres la sedujeran si podían admirarla.

El film nos presenta a la joven en el año 288 d.C., en plena persecución de los cristianos. Es una gran estudiosa de la naturaleza y de la filosofía, hija del gobernador romano Dioscoro, interpretado por Massimo Wertmuller.

La trama se centra en las relaciones de Santa Barbara y su padre con el cruel prefecto Marciano y con el soldado Claudio. La chica está escandalizada ante el trato que se da a los cristianos, entre ellos su mejor amiga, Juliana, que antes de ser martirizada le confiesa su fe cristiana. Descubre luego que también lo era su madre, quien se había convertido poco antes de morir, siendo Bárbara pequeña.

Eso despierta en ella el interés por el cristianismo, hasta la conversión que la llevará al martirio. Santa Bárbara es una historia de fe, un drama familiar y también una escenificación de un momento decisivo de la historia: el tránsito de la Roma de las persecuciones a la que un cuarto de siglo después, con el edicto de Milán, garantizará la libertad de la Iglesia en todo el Imperio.

 

 

 

 

 

Impresionante Oración de Adviento en árabe - por los cristianos perseguidos

Pidamos para que todos aquellos que viven perseguidos por el Nombre de Jesús, esperen alegres su venida a esta tierra y experimenten la fortaleza de Dios, hecho débil por amor a ellos.

A través de la voz de una religiosa árabe del Instituto del Verbo Encarnado en Egipto, queremos unirnos a la llamada de toda la Iglesia universal y la de todos los cristianos que esperan con ansia la venida del Mesías hecho Niño.

El «Proyecto Despierta» te invita a rezar con y por los cristianos perseguidos, en sus idiomas de origen.
En esta oración encontrarás imágenes de los Santos Lugares de Belén (Tierra Santa) y de Irak.

Web: eukmamie.org
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