La historia de la casa de la Virgen contada desde el terreno

Hace ya más de un siglo se produjo una asombroso descubrimiento en unas ruinas en las montañas cercanas a Éfeso. Se trata de la casa donde la Virgen María habría pasado sus últimos días en la tierra, según testimonio de la beata Ana Catalina de Emmerick. Lo sorprendente del caso es que la mística jamás pisó el lugar. De hecho, nunca salió de su país. Más aún: buena parte de su vida la pasó postrada en una cama. ¿Que cómo tuvo noticia entonces y noticia tan precisa? 

Ella habla de una "casita en las montañas, construida a los pies de una ladera, desde lo alto de la cual podía divisarse el mar, el mar Egeo, y las ruinas de la ciudad de Éfeso", tal como se describía en su libro.

Todo empezó en el año del Señor de 1891. Realmente, todo empezó mucho antes, pero ¿dónde está escrito que las narraciones han de seguir un orden lineal? Con que dejémoslo, de momento, en que todo empezó en 1891. Ese año, sor Marie de Mandat Grancey, superiora de las Hijas de la Caridad del hospital francés de Esmirna, en la actual Turquía, andaba enfrascada en la lectura y relectura de un libro en el que tenía puestos sus afectos y cuyas páginas la transportaban a otros tiempos y otros países y, en ocasiones, a otros mundos.

 

Una casita en las montañas

El 27 de julio de 1891, una expedición compuesta por el padre Jung, otro sacerdote lazarista y dos laicos echó a andar (y no es este, no, un recurso metafórico) en busca de un hallazgo de incalculables proporciones, un tesoro, si se quiere, que, de encontrarse, en nada debería palidecer frente a otros expuestos en las vitrinas de los principales museos arqueológicos del mundo.

 

 

La Puerta de la Santísima

Porque lo cierto es que Jung y sus compañeros de aventura solo tardaron dos días en encontrar lo que andaban buscando. Y antes lo hubieran encontrado si, en lugar de pertrecharse como los exploradores que no eran, se hubiesen fiado únicamente de sus brújulas, de las descripciones contenidas en el libro causante de que se encontraran donde se encontraban y en los conocimientos acerca del terreno de las gentes del lugar. Pues fue tras preguntar a unas mujeres que laboraban en un campo de tabaco dónde podían beber agua, que estas les indicaron que cerca de las ruinas de una capilla no muy lejos de allí, a los pies de una loma desde lo alto de la cual podía contemplarse el mar Egeo y las ruinas de Éfeso. Un templo, por cierto, al que cada 15 de agosto, ojo con la fecha, y desde tiempos inmemoriales, acudían en peregrinación gentes de los alrededores, de confesión ortodoxa la mayoría, no en vano el lugar había sido bautizado por la tradición local como Panaghia Kapulu, en cristiano, y nunca mejor dicho, la Puerta de la Santísima, esto es, la casa donde la Virgen María habría pasado sus últimos días en la tierra, antes de ser asunta al cielo, tal y como se sostenía en el libro responsable último y primero de aquella expedición: La vida oculta de la Virgen María.

 

 

AnaCatalina Emmerick

El libro se trata de una detalladísima biografía de la madre de Cristo escrita sobre el papel pautado de los dogmas marianos, de ahí que abarque desde su concepción inmaculada hasta su asunción en cuerpo y alma a los cielos, pasando por su perpetua virginidad y su condición de madre de Dios, sin arrojar la más mínima sospecha sobre ninguna de estas verdades de fe. Como autora del libro, figuraba Ana Catalina de Emmerick, por más que la misma jamás estampó en una hoja una sola de las frases del libro, ciertamente voluminoso.

Nacida en la Westfalia de 1774, Ana Catalina de Emmerick pronto supo lo que eran las asperezas de la tierra, hija como era de unos pobres aparceros. No solo desde niña tuvo que arrimar el hombro para poner algo de comida encima de la mesa, sino que como quinta de nueve hermanos hubo de ejercer como madrecita de los más pequeños.  Terminara profesando en un convento de agustinas, el de Agnetenberg, en Düllmen.

Eso pensaba Ana Catalina porque durante un tiempo anduvo convencida de que lo que ella veía lo veían los demás también. Pero qué va. Lo que ella veía, y los demás no, eran, sobre todo, estampas vivas de la Historia Sagrada, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, con especial detenimiento en la Pasión de Cristo y, como queda relatado, en la vida de María Virgen. Porque Ana Catalina de Emmerick fue beatificada. Sucedió en 3 de octubre de 2004, siendo obispo de Roma Karol Wojtyla.

 

 

La visita de tres papas

Tan pronto tuvo noticia del descubrimiento, monseñor Timoni, arzobispo de Esmirna, ordenó la creación de una comisión multidisciplinar, la cual, con fecha 1 de diciembre de 1892, firmó un acta señalando la coincidencia, sin lugar a dudas, entre la descripción atribuida a Emmerick y las ruinas encontradas. Por si esto fuera poco sorprendente, tiempo después, unas excavaciones desenterrarían los cimientos de una casita edificada entre los siglos I y II de nuestra era, y cuyo plano correspondía a la descripción de Ana Catalina de la vivienda de María en Éfeso.

Cómo no terminar declarando el lugar santuario mariano, el santuario de Meryem Ana (la Casa de María), y cómo no ser el mismo destino de millones de peregrinos de entonces acá, entre ellos, y para conjurar cualquier sospecha, tres papas de Roma: Montini en 1967, Wojtyla en 1979 y Ratzinger en 2006.

 

 Religión en libertad

En el siglo II ya había culto cristiano en Belén

Cayetana Johnson (Minnesota –EE. UU.–, 1965), desde 1996, cuando todavía estudiaba Lenguas y Culturas del Oriente Medio Antiguo en la Universidad Complutense de Madrid, dedica los veranos a excavar en Tierra Santa. Durante el curso, enseña arameo y hebreo clásico en la Universidad Eclesiástica San Dámaso.

¿Qué nos cuenta la arqueología sobre el nacimiento de Jesús?

En la región, hay mucha tradición de que la base de las viviendas fueran cuevas, que están por todas partes. En Nazaret se puede ver muy bien. Y Belén era un pueblo muy chico, de pastores. Lo normal es que los animales y las provisiones estuvieran al fondo de la cueva, para protegerlos; y las personas dormirían allí, porque los animales dan calor. Si ahorrabas el suficiente dinero, en la parte de arriba podías levantar un añadido simple de ladrillos (o alguno más) y dejar la cueva para los animales. Probablemente el Evangelio se refiera a alguna estructura así al hablar de posada y de pesebre (la cueva). En tiempos de censo, en un pueblo de cuatro o cinco casas, es normal que no hubiera albergue para María y José.

 

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Foto: Basílica de la Natividad, Belén

 

Sobre ese lugar se levanta la basílica de la Natividad. ¿Desde cuándo hay pruebas de culto allí o en el Santo Sepulcro?

Por tener una cierta solidez, diría que a partir del año 50 ya había costumbre de ir a visitar los lugares de la vida de Jesús. En el siglo II el emperador hispano Adriano renombró la antigua Jerusalén (destruida en el año 70) como Aelia Capitolina. Procuró prohibir los lugares de culto cristiano. En Belén, donde probablemente habría una pequeña iglesia primitiva, repobló la zona con un bosque dedicado a Adonis, un dios que moría y resucitaba cíclicamente. Pero como en su culto se colgaban ofrendas de las ramas de los árboles, los cristianos colgaban objetos con mensajes crípticos de adoración al Niño. En el Gólgota, levantó un templo a Afrodita. Si hizo estas cosas, es señal de que ahí se estaba dando algún tipo de culto que él quería impedir de forma sistemática. En sus inicios había sido muy cosmopolita, pero se cree que el historiador Tácito envenenó su pensamiento.

Al ver por primera vez la basílica cuesta imaginar el pesebre…

Justiniano (siglo VI) amplió el de santa Elena y Constantino del siglo IV. Es un período glorioso, con peregrinaciones ya muy asentadas. Solo podían hacerlas personas adineradas, que traían dinero. Y Justiniano tuvo el acierto de canalizar buena parte de los fondos imperiales para embellecer esta zona por una razón piadosa, y también para favorecer los intercambios comerciales. Ahora se está haciendo una restauración espectacular y están apareciendo muchos mosaicos.

¿De esa época?

Sí, y también los antiguos de la época de santa Elena; por ejemplo, uno muy cerca del pesebre. En lo alto de la nave principal hay unos mosaicos espectaculares de ángeles. La arquitectura hace además que la luz de los ventanales se vaya cruzando en el centro, y todo combina maravillosamente. Es todo una puesta en escena para que el fiel, al acercarse al pesebre, se ponga en situación sobre el acontecimiento que va a venerar allí.

¿Cómo influye en la gente trabajar en sitios así?

Te emociona. Son testimonios vivos de que en esa época había un culto. Luego hay “milagritos” que cuenta la gente que trabaja allí, y que al enterarte siempre te arrancan una sonrisa. Como cuando al levantar la losa del Santo Sepulcro empezara a oler a flores (uno de los trabajadores me lo confirmó) o cuando una de las restauradoras italianas que está trabajando con los ángeles en la Natividad se quedó embarazada poco después, tras años de intentarlo sin éxito.

Las excavaciones también permiten saber cómo vivía gente anónima, como los peregrinos.

Hace tres años me tocó trabajar la zona de la calle de Justiniano, que entra a Jerusalén desde el sur. En la época del segundo templo los peregrinos subían por allí, después de purificarse en la piscina de Siloé, cantando los salmos. La subida es bastante pronunciada, y les servía para reflexionar y prepararse para lo que iban a encontrar. Los cristianos hacían este mismo itinerario: comenzaban su camino hasta el Santo Sepulcro recordando el milagro de la curación del ciego en la piscina. En las excavaciones, se nota que las piedras del suelo están pulidísimas porque había mucho trasiego de gente.

Antes de la entrada había albergues para curarse (muchos venían con enfermedades) y asearse, y por todas partes se encuentran monedas. También colgantes con forma de cruz. Hace unos años apareció un colgante con forma de librito, que en un lado tiene tallada una cruz y en el otro una imagen borrosa, que puede representar a Jesús como buen pastor (con pelo corto y sin barba). Similar, por cierto, a una que se ha encontrado hace poco en una iglesia bizantina en pleno desierto del Negueb.

¿De qué otras épocas bíblicas hay restos arqueológicos?

Relacionado con la vida de Jesús tenemos Tabgha y Cafarnaún, en Galilea, lugares muy consolidados arqueológicamente. En Cafarnaún hay una sinagoga tardía, pero que se apoya sobre la del siglo I que seguramente fue donde predicó Jesús. Y a pocos metros está la llamada casa de Pedro, donde desde muy pronto se levantó una primitiva iglesita octogonal. Da igual que estuviera unos metros más allá. Existe una larga tradición de peregrinaciones, que es tozuda y apunta a estos lugares. Hay que leerla con los ojos de Oriente, donde la tradición oral tiene tanto peso como la escrita. Peregrinos como Egeria (siglo IV) no descubrió nada nuevo, sino que recorrió los lugares que otros habían recorrido ya, apoyándose en lo que le cuentan cristianos anónimos. Y con ello nos da una fuente valiosísima.

En relación también con el tiempo de Jesús, la última gran noticia ha sido el descubrimiento del anillo de Pilatos. ¿Qué aporta, habiendo ya pruebas históricas de que existió?

Había una inscripción en latín en Cesarea Marítima. En realidad, el anillo apareció en 1969, pero al ser de un material pobre –cobre– estaba muy erosionado. Ha llevado mucho tiempo limpiarlo, se ha hecho un trabajo maravilloso. Y se descubrió una inscripción en griego que dice Pilato, parece ser que en dativo: «Para Pilato». De ahí los especialistas –conozco a algunos de los del Herodión– piensen que podía ser un anillo que llevara algún funcionario de su administración encargado de sellar los productos destinados a él. Esto nos “chiva” que el griego se utilizaba habitualmente para temas administrativos en la zona de Próximo Oriente, donde tenía bastante fuerza como lengua franca.

¿Y del Antiguo Testamento, del que a veces se piensa que está formado solo de narraciones simbólicas o pseudomitológicas? ¿Desde qué momento de la historia de Israel hay información arqueológica?

Desde las ciudades cananeas, que tienen relación con Israel desde la época de Abraham, en torno al 1.800 a. C. Abraham, Isaac y Jacob, según la Biblia, se relacionaron con los cananeos, así que no podemos desterrar el estudio de estas ciudades de la investigación, porque forman parte de la base cultural de los hebreos. Aunque en el caso de Israel hay algo nuevo y único: la revelación de Dios. La figura de Yahvé ya se conocía en otras parte del mundo semítico, pero en Israel, al intervenir Dios en la historia de la humanidad, se reformula de una manera única.

Uno de los lugares donde excava es precisamente Tel Hazor, sobre la antigua ciudad cananea de Jasor.

Es la excavación más espectacular hasta el momento. La ciudad llegó a tener 15.000 habitantes, algo inmenso en la Antigüedad. Y era un cruce de caminos, con contactos con Chipre, la Grecia antigua, Egipto… Estamos trabajando en la parte de la acrópolis, donde estaban todas las instituciones. Hemos encontrado indicios de tablillas, y estamos buscando los archivos de la ciudad. El capítulo 11 del libro de Josué cuenta como este, al final de la conquista de las tierras del norte, arrasa esta ciudad. Y hemos descubierto un palacio de la Edad de Bronce tardía (1.400-1.200 a. C.), que parece que sufrió una deflagración de tal magnitud que encontramos partes colapsadas, vigas achicharradas y ladrillos incluso cristalizados por la temperatura que alcanzó el fuego. Esto confirma que ahí entró alguien de una manera salvaje. También hay arquitectura de emergencia que muestra que sus habitantes estaban viviendo un momento crítico. Es la época de decadencia de las civilizaciones del bronce.

¿Qué ocurrió después?

El primer libro de los Reyes cuenta que el rey Salomón fortificó Jasor, Guezer y Meguidó. Y en las tres hemos encontrados las huellas de haber sido fortificadas en el mismo estilo. Se distingue perfectamente la parte cananea de la ciudad y la reurbanizada. Y en el siglo VIII a. C. fue destruida de la mano del rey asirio Tiglath-Pileser III. De esta destrucción hemos encontrado huellas, que confirman lo que también dicen fuentes extrabíblicas como los anales asirios.

¿Qué aportan estas fuentes extrabíblicas?

Esa zona ha vivido conquista tras conquista, por lo que no tenemos la suerte de tener inscripciones como las romanas y griegas. Por eso, cuando por ejemplo en un sellito aparece un nombre que la Biblia menciona como miembro de la corte de David nos emocionamos. Hay testimonios de primera magnitud, como la estela de Dan, encargada en el siglo IX a. C. por el rey Hazael del Damasco arameo como un canto sobre su victoria frente a Israel. Menciona a la casa de David, lo que refuta a todos aquellos que niegan la existencia de David y Salomón.

¿Se buscan indicios en la Biblia para orientar las excavaciones?

Sí. En los estudios del Mediterráneo oriental no se puede prescindir de ella. También confiamos mucho en la población local (beduinos, pastores, labradores…), que conocen perfectamente el terreno y distinguen, por ejemplo si en un lugar hay un tipo determinado de plantas, dónde puede haber un yacimiento.

 

Fuente: Alfa y Omega.

El cristianismo no desaparecerá de la Tierra Santa

El arzobispo Pierbattista Pizzaballa, de 53 años, ha pasado en Tierra Santa la práctica totalidad de su sacerdocio, casi treinta años. Llegó a las dos semanas de su ordenación, y en una reciente entrevista en HM Televisión (ver abajo el vídeo completo) confiesa que no era su destino preferido. Él quería estudiar Sagrada Escritura en Roma, pero el provincial franciscano tenía otros planes, que hubo de aceptar por obediencia.

Además, su aterrizaje no fue demasiado halagüeño: “Era antes de la Guerra del Golfo [1990], no había peregrinos, todo estaba vacío”. Pero encontró fruto a ese “silencio” en el que prácticamente lo único que había que hacer era “ir al Santo Sepulcro”: “Me obligó a encontrar las razones de mi vocación religiosa y sacerdotal, que es el Señor antes que nada”. Luego cambiaron las cosas y llegaron las relaciones, parte esencial de su misión en los Lugares Santos. Hoy es, desde 2016, administrador apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén, y antes fue durante doce años Custodio de Tierra Santa.

El “jardín sagrado”

La entrevista aborda cuestiones muy diversas. Conoce bien la situación política, y señala que se viven “dos realidades, Israel y Palestina, que viven dinámicas totalmente distintas”, pero se trata de un conflicto “que no influye en los peregrinos”.

Jerusalén es el lugar por excelencia donde se muestra esa disparidad: “Hay dos ciudades, la Jerusalén laica y la Jerusalén religiosa, en el este los palestinos, en el oeste los israelitas. Todos los lugares sagrados se concentran en el denominado ‘jardín sagrado’, donde cristianos, judíos y musulmanes se cruzan continuamente”.

Lo simbólico de la ciudad es intocable”, asegura, con “un atractivo increíble pero también un dolor increíble”, y pide que cada comunidad “aprenda a ver que la visión de la ciudad del otro, aunque no sea la mía, no se experimente como una amenaza contra la mía”.

Respecto a las recientes dificultades con las autoridades municipales, lamenta que “la situación legal de la Iglesia en Jerusalén todavía no está aclarada y vivimos con un punto de vista ligado al imperio otomano. Desde entonces no hay una ley que aclare los derechos y deberes de la Iglesia, también desde el punto de vista financiero, de los impuestos”. En ese sentido, tiene clara cuál es la actitud de la Iglesia: “Estamos dispuestos a dialogar, pero no estamos dispuestos a sufrir chantajes”.

 

“El cristianismo no desaparecerá de Tierra Santa”

Pizzaballa agradece la presencia que históricamente siempre ha tenido la Iglesia universal en Tierra Santa, patrocinando infinidad de iniciativas y una “red de actividades que crean relaciones muy importantes con el territorio”. Pero “nunca es suficiente”, agrega.

¿Peligra la presencia cristiana en Tierra Santa? Monseñor Pizzaballa no oculta las dificultades, pero muestra su esperanza: “Siempre ha encontrado familias, personas, comunidades decididas, arraigadas en su fe, que me  dicen ‘Somos los hijos de la Resurrección, nosotros somos parte de esta tierra’. Esto me hace entender y me dice que el cristianismo no desaparecerá de la Tierra Santa”.

Pero es muy claro sobre la necesidad de ayuda externa y en qué consiste: “Es muy importante que los cristianos del mundo miren a Tierra Santa, la ayuden, la sostengan. Tierra Santa es el testigo de la historia de la Revelación, de la historia de la Salvación. No habría historia sin geografía de la Salvación. Sin el lugar, no habría historia, no habría acontecimiento, es historia concreta que todavía hoy se puede tocar justo porque está Tierra Santa. Necesitamos ese vínculo”.

Por eso “es necesario ir a Tierra Santa” para ayudar a los cristianos locales, porque “los cristianos en Tierra Santa mantienen viva la memoria de los lugares. Los lugares, sin los cristianos, son museos”.

 

Cómo ayudar a que Tierra Santa siga siendo cristiana

Hay tres formas de ayudar a Tierra Santa.

Primera, “la oración”.

Segunda, “las peregrinaciones, que es una ocasión de ayudar concretamente, porque crea trabajo, pero también es un abrazo, hace que la pequeña comunidad se siente parte de la Iglesia universal”. Para quienes teman sobre la seguridad de la zona, es tajante: “La peregrinación es segura, no hay ningún peligro para los peregrinos, son respetados por todos, y las zonas de peregrinación no están expuestas a ningún riesgo ni peligro”.

Tercera, “hablar de ella, darla a conocer”.

En ese sentido, Pizzaballa afirma desde su experiencia pastoral que “todos los que vienen a Tierra Santa vuelven transformados, diferentes”, tanto los que tienen menos fe o son más tibios, como los creyentes: “Tierra Santa cambia, y ha sido una experiencia maravillosa de estos casi treinta años ver cómo  todos los peregrinos que llegan allí encuentran al Señor o se interrogan sobre el Señor”.

Y eso es algo que “conmueve siempre”, que “nunca cansa”, porque en lugares que, reconoce, para él han llegado a ser habituales y rutinarios, “esos peregrinos vuelven a la fe, encuentran a Cristo, encuentran la reconciliación. Llegan con un bagaje pesado de pecados, traiciones, dificultades, y muchos vuelven después de haber encontrado al Señor, la misericordia, la reconciliación, el perdón”

 

 

 

215 millones de creyentes enfrentan violencia y discriminación

Se espera que la persecución a cristianos alrededor del mundo aumente en 2019, según reporta una organización de ayuda humanitaria, que pone énfasis en una especial preocupación por Nigeria, China e India.

Release International, que está celebrando su 50 aniversario, dijo en un comunicado de prensa que 215 millones de creyentes enfrentan violencia y discriminación por motivos de fe religiosa.

“En Nigeria, los militantes Fulani buscan la devastación total de los cristianos en el norte y centro del país. En los primeros seis meses del año de 2018 solamente, asesinaron a más de 6,000 personas y destruyeron 50,000 hogares,” dijo la organización respecto al país africano.

Un miembro de Release International, de quien no se reveló su identidad, dijo que ‘existe un plan deliberado para destruir y tomar las comunidades cristianas de la región’. La fuente agregó que los creyentes están enfrentando un ‘estrategico y moderno día de la Jihad’.

En junio, la Asociación Cristiana de Nigeria y los líderes de las diferentes denominaciones reunidos en el Estado de Plateu remarcaron que lo que está sucediendo en el país es ‘nada más ni nada menos que un genocidio y debe ser detenido inmediatamente’.

Las organizaciones de ayuda explicaron que los ataques de los Fulani a Cristianos no deben confundirse con las luchas de clases entre los granjeros y los ovejeros que se suceden hace décadas.

Los cristianos han emigrado en masas desde que han visto sus iglesias y sus hogares ser destruidos.

“¿Cuántos granjeros musulmanes han sido asesinados por los ovejeros Fulani? ¿Cuántas casas de musulmanes han sido destruidas? La respuesta es ninguno, ninguna. Esta violencia no tiene nada que ver con la lucha entre clases,” dijo Emeka Umeagbalasi, de Intersociety.

El gobierno comunista de China también fue mencionado entre los de mayor preocupación, dadas las nuevas regulaciones respecto a la religión, a los servicios de adoración y a las iglesias de todo el país.

“El gobierno quiere reducir el Cristianismo a una pequeña actividad sin importancia propia de gente mayor,” advirtió otro miembro de Release International.

En India, Release International apuntó a las turbas violentas de los radicales que arrasaron con reuniones de oración y estudios bíblicos, atacando a los creyentes.

“Release International está entregando Biblias para reemplazar aquellas que fueron destruidas por los atacantes y proveyendo asesoría legal a los pastores arrestados por asuntos religiosos,” reveló la organización.

Otros países dentro del rango de preocupación para el 2019 son Corea del Norte, Eritrea, y Paquistán.

El informe de 2019 de la organización llega después del anuncio del Secretario de Asuntos Extranjeros de Reino Unido, Jeremy Hunt, quien anunció que el gobierno británico tomaría cartas en el asunto de la persecución a los creyentes en el mundo.

Hunt dijo que, si bien Reino Unido siempre ha luchado por la libertad religiosa internacional, aún se puede hacer más para ayudar a los cristianos, en especial a los que están en Medio Oriente.

“Sé que nuestra respuesta a las amenazas que recaen sobre los creyentes en el mundo, no han estado a la altura del problema, no hemos tenido en cuenta que los cristianos enfrentan una desproporcionada carga de persecución,” dijo el Secretario.

“Cualquiera sea la causa para este comportamiento, necesitamos corregir lo necesario para responder a la persecución de cualquier minoría religiosa.”

“No está en nuestra naturaleza mirar para otro lado respecto al sufrimiento. Todas las minorías religiosas deben estar protegidas.”

“Hacemos un llamado para apoyar a la Iglesia Perseguida en el mundo.”

Gaceta Cristiana

CARTA SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA A LOS EFESIOS

San Ignacio (+ 110 d.C. aprox.), segundo sucesor de San Pedro en la sede de Antioquía, fue martirizado durante el reinado del emperador Trajano (98-117 d.C.). En camino a Roma, donde recibiría la corona del martirio, Ignacio escribió siete cartas que constituyen un valiosísimo testimonio, tanto por su antigüedad como por su contenido. San Ignacio de Antioquía es uno de los llamados «Padres Apostólicos», es decir, aquellos escritores de la Iglesia primitiva que en algún modo conocieron o tuvieron trato con alguno de los Apóstoles del Señor. La tradición atestigua que Ignacio fue oyente de la predicación del apóstol Juan.

En la epístola dirigida a los efesios encontramos uno de los más antiguos testimonios patrísticos sobre la virginidad de Santa María. Por otro lado, San Ignacio es muy claro en su Cristología, afirmando la verdadera humanidad de Jesús así como su verdadera divinidad, saliendo así al paso de la herejía docetista, que negaba la verdadera humanidad de Jesús, y de los ebionitas, que negaban su divinidad.

 

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Ignacio, llamado también Teóforo, a aquella que es grandemente bendecida en la plenitud de Dios Padre, predestinada antes de los siglos a estar por siempre, para una gloria que no pasa, inquebrantablemente unida y elegida en la pasión verdadera, por la voluntad del Padre y de Jesucristo nuestro Dios, a la Iglesia digna de ser llamada bienaventurada, que está en Éfeso de Asia, mi saludo en Jesucristo y en un gozo irreprochable.

I. He acogido en Dios vuestro nombre bienamado, que habéis adquirido por vuestra naturaleza justa, según la fe y la caridad en Cristo Jesús, nuestro Salvador; imitadores de Dios, reanimados en la sangre de Dios, vosotros habéis llevado a la perfección la obra que conviene a vuestra naturaleza. 2. Apenas habéis sabido en efecto que yo venía de Siria encadenado por el Nombre y la esperanza que nos son comunes, esperando tener la suerte, gracias a vuestras oraciones, de combatir contra las bestias en Roma, para poder, si tengo esa suerte, ser discípulo; vosotros os apresurásteis en venir a verme. 3. Es así que a toda vuestra comunidad he recibido, en el nombre de Dios, en Onésimo, varón de una indecible caridad, vuestro obispo según la carne. Deseo que vosotros lo améis en Jesucristo, y que todos os asemejéis a él. Bendito sea aquél que os a hecho la gracia, a vosotros que habéis sido dignos, de tener tal obispo.

II. Para Burro, mi compañero de servicio, vuestro diácono según Dios, bendito en todas las cosas, deseo que permanezca a mi lado para haceros honor a vosotros y a vuestro obispo. En cuanto a Croco, digno de Dios y de vosotros, a quien he recibido como una muestra de vuestra caridad, ha sido para mí consuelo en todas las cosas: quiera el Padre de Jesucristo consolarlo también a él, junto con Onésimo, Burro, Euplo y Frontón; en ellos es a todos vosotros a quienes he visto según la caridad. 2. Pueda yo gozar de vosotros para siempre, si yo fuera digno de ello. Conviene, pues, glorificar en toda forma a Jesucristo, que os ha glorificado a vosotros, a fin de que, reunidos en una misma obediencia, sometidos al obispo y al presbiterio, vosotros seáis santificados en todas las cosas.

III. Yo no os doy órdenes como si fuera alguien. Porque si yo estoy encadenado por el Nombre, no soy aún perfecto en Jesucristo. Ahora, no he hecho más que comenzar a instruirme, y os dirijo la palabra como a condiscípulos míos. Más bien, soy yo quien tendrá necesidad de ser ungido por vosotros con fe, exhortaciones, paciencia, longanimidad. 2. Pero ya que la caridad no me permite callar respecto a vosotros, es por eso que he tomado la delantera para exhortaros a caminar de acuerdo con el pensamiento de Dios. Porque Jesucristo, nuestra vida inseparable, es el pensamiento del Padre, como también los obispos, establecidos hasta los confines de la tierra, están en el pensamiento de Jesucristo.

IV. También conviene caminar de acuerdo con el pensamiento de vuestro obispo, lo cual vosotros ya hacéis. Vuestro presbiterio, justamente reputado, digno de Dios, está conforme con su obispo como las cuerdas a la cítara. Así en vuestro sinfónico y armonioso amor es Jesucristo quien canta. 2. Que cada uno de vosotros también, se convierta en coro, a fin de que, en la armonía de vuestra concordia, toméis el tono de Dios en la unidad, cantéis a una sola voz por Jesucristo al Padre, a fin de que os escuche y que os reconozca, por vuestras buenas obras, como los miembros de su Hijo. Es, pues, provechoso para vosotros el ser una inseparable unidad, a fin de participar siempre de Dios.

V. Si en efecto, yo mismo en tan poco tiempo he adquirido con vuestro obispo una tal familiaridad, que no es humana sino espiritual, cuánto más os voy a felicitar de que le estéis profundamente unidos, como la Iglesia lo está a Jesucristo, y Jesucristo al Padre, a fin de que todas las cosas sean acordes en la unidad. 2. Que nadie se extravíe; si alguno no está al interior del santuario, se priva del "pan de Dios"[1]. Pues si la oración de dos tiene tal fuerza, cuánto más la del obispo con la de toda la Iglesia. 3. Aquél que no viene a la reunión común, ése ya es orgulloso y se juzga a sí mismo, pues está escrito: "Dios resiste a los orgullosos"[2]. Pongamos, pues, esmero en no resistir al obispo, para estar sometidos a Dios.

VI, I. Y mientras más vea uno al obispo guardar silencio, más se le debe reverenciar; pues aquél a quien el Señor de la casa envía para administrar su casa, debemos recibirlo como aquél mismo que lo ha enviado. Entonces está claro que debemos ver al obispo como al Señor mismo. 2. Por otra parte, Onésimo mismo eleva muy alto vuestra disciplina en Dios, expresando con sus alabanzas que todos vosotros vivís según la verdad, y que ninguna herejía reside entre vosotros, sino que, por el contrario, vosotros no escucháis a persona alguna que les hable de otra cosa que no sea de Jesucristo en la verdad.

VII. Porque algunos hombres con perversa astucia tienen el hábito de tomar para todo el Nombre, pero obrando de otro modo y de manera indigna de Dios; a aquellos, debéis evitarlos como a las bestias salvajes. Son perros rabiosos, que muerden a escondidas. Debéis estar en guardia, pues sus mordeduras esconden una enfermedad difícil de curar. 2. No hay más que un solo médico, carnal y espiritual, engendrado y no engendrado, Dios venido en carne, en la muerte vida verdadera, Hijo de María e Hijo de Dios, primero pasible y ahora impasible, Jesucristo Nuestro Señor.

VIII. Que nadie, pues, os engañe, como por otra parte, no os dejéis engañar, siendo enteramente de Dios. Cuando sobre vosotros no se abata ninguna querella que pudiera atormentaros, entonces quiere decir que verdaderamente vosotros vivís según Dios. Yo soy vuestra víctima expiatoria, y por vuestra Iglesia yo me ofrezco en sacrificio, efesios, Iglesia que es renombrada por los siglos. 2. Los carnales no pueden hacer las obras espirituales, ni los espirituales las obras carnales, como tampoco la fe puede hacer las obras de la infidelidad, ni la infidelidad las de la fe. Pero aquellas mismas obras que vosotros hacéis en la carne son espirituales, pues es en Jesucristo que vosotros lo hacéis todo.

IX,1. Yo he sabido que algunos venidos de allá han pasado por vosotros, portadores de una mala doctrina, pero no les habéis permitido sembrarla entre vosotros, tapasteis vuestros oídos para no recibir lo que ellos siembran, ya que vosotros sois piedras del templo del Padre, preparados para la construcción de Dios Padre, elevados hasta lo alto por la palanca de Jesucristo, que es la cruz, sirviendo como soga el Espíritu Santo; vuestra fe os tira hacia lo alto, y la caridad es el camino que os eleva hacia Dios. 2. Entonces todos vosotros sois también compañeros de ruta, portadores de Dios y portadores del templo, portadores de Cristo, portadores de santidad, adornados en todo de los preceptos de Jesucristo. Por mi parte, con vosotros me alegro porque he sido juzgado digno de mantenerme con vosotros mediante esta carta y de regocijarme con vosotros que vivís una vida nueva, no amando nada más que a Dios.

X. "Orad sin cesar"[3] por los otros hombres, porque hay en ellos esperanza de arrepentirse, para que lleguen a Dios. Permitidles, pues, al menos por vuestras obras, ser vuestros discípulos. 2. Frente a sus iras, vosotros sed mansos; a sus jactancias, vosotros sed humildes; a sus blasfemias, vosotros mostrad vuestras oraciones; a sus errores, vosotros sed "firmes en la fe"[4]; a su fiereza, vosotros sed apacibles, sin buscar imitarlos. 3. Sed hermanos suyos por la bondad y buscad ser imitadores del Señor: --¿quién ha sido objeto de mayor injusticia? ¿quién más despojado? ¿quién más rechazado?-- para que ninguna hierba del diablo se encuentre entre vosotros, sino que en toda pureza y templanza, vosotros permanezcáis en Jesucristo, en la carne y el espíritu.

XI. Estos son los últimos tiempos; en adelante avergoncémonos y temamos que la longanimidad de Dios no se torne en nuestra condenación. O bien temamos la "ira venidera"[5], o bien amemos la gracia presente: o lo uno o lo otro. Solamente si somos encontrados en Cristo Jesús entraremos en la vida verdadera. 2. Fuera de Él que nada tenga valor para vosotros, sino Aquél por quien yo llevo mis cadenas, perlas espirituales; quisiera resucitar con ellas, gracias a vuestra oración, de la que quisiera ser siempre partícipe para ser hallado en la herencia de los cristianos de Éfeso, que han estado siempre unidos a los apóstoles, por la fuerza de Jesucristo.

XII. Yo sé quién soy y a quién escribo: yo soy un condenado; vosotros, habéis obtenido misericordia; yo estoy en el peligro; vosotros estáis seguros. Vosotros sois el camino por donde pasan aquellos que son conducidos a la muerte para encontrar a Dios, iniciados en los misterios con Pablo, el santo, quien ha recibido el martirio y es digno de ser llamado bienaventurado. Pueda yo ser encontrado sobre sus huellas cuando alcance a Dios; en todas sus cartas os recuerda en Jesucristo.

XIII. Poned, pues, empeño en reuniros más frecuentemente para rendir a Dios acciones de gracia y alabanza. Porque cuando vosotros os reunís a menudo, las potestades de Satanás son abatidas y su obra de ruina destruida por la concordia de vuestra fe. 2. Nada es mejor que la paz, por la que se lleva a término toda guerra, tanto celeste como terrestre.

XIV. Nada de todo eso os está oculto, si vosotros, por Jesucristo, tenéis a la perfección la fe y la caridad, que son el principio y el fin de la vida: "el principio es la fe, y el fin la caridad"[6]. Las dos reunidas, son Dios, y todo lo demás que conduce a la santidad no hace más que seguirlas. 2. Nadie, si profesa la fe, peca; nadie, si posee la caridad, aborrece. "Se conoce el árbol por sus frutos"[7]: así aquellos que hacen profesión de ser de Cristo se reconocerán por sus obras. Porque ahora la obra demandada no es la mera profesión de fe, sino el mantenernos hasta el fin en la fuerza de la fe.

XV. Más vale callar y ser que hablar y no ser. Está bien enseñar, si aquél que habla hace. No hay, pues, más que un solo maestro, aquél que "ha hablado y todo ha sido hecho"[8] y las cosas que ha hecho en el silencio son dignas de su Padre. 2. Aquél que posee en verdad la palabra de Jesús puede entender también su silencio, a fin de ser perfecto, a fin de obrar por su palabra y hacerse conocido por su silencio. Nada es oculto al Señor, sino que hasta nuestros mismos secretos están cerca de Él. 3. Hagamos, pues, todo como aquellos en quienes Él habita, a fin de que seamos sus templos, y que Él sea en nosotros nuestro Dios, como en efecto lo es, y se manifestará ante nuestro rostro si lo amamos justamente.

XVI. No os equivoquéis, hermanos míos: aquellos que corrompen una familia "no heredarán el Reino de Dios"[9]. 2. Así, si los que hacen eso son condenados a muerte, [exclamdown]cuánto más aquél que corrompe por su mala doctrina la fe de Dios, por la que Jesucristo ha sido crucificado! Aquél que así sea, irá al fuego inextinguible y lo mismo aquél que lo escuchare.

XVII. Si el Señor ha recibido una unción sobre su cabeza, es a fin de exhalar para su Iglesia un perfume de incorruptibilidad. No os dejéis, pues, ungir del mal olor del príncipe de este mundo, para que él no os conduzca en cautividad lejos de la vida que os espera. 2. ¿Por qué no nos hacemos todos sabios, al recibir el conocimiento de Dios, que es Jesucristo? ¿Por qué perecemos tontamente, al desconocer el don que el Señor nos ha enviado verdaderamente?

XVIII. Mi espíritu es víctima de la cruz, que es escándalo para los incrédulos, pero para nosotros salvación y vida eterna[10]: "¿Dónde está el sabio? ¿dónde el disputador?"[11], ¿dónde la vanidad de aquellos que llamamos sabios? 2. Porque nuestro Dios, Jesucristo, ha sido llevado en el seno de María, según la economía divina, nacido "del linaje de David"[12] y del Espíritu Santo. Él nació y fue bautizado para purificar el agua por su pasión.

XIX. Al príncipe de este mundo le ha sido ocultada la virginidad de María, y su alumbramiento, al igual que la muerte del Señor: tres misterios sonoros, que fueron realizados en el silencio de Dios. 2. ¿Cómo, pues, fueron manifestados a los siglos? Un astro brilló en el cielo más que todos los demás, y su luz era indecible, y su novedad sorprendente, y todos los otros astros junto con el sol y la luna se formaron en coro alrededor suyo y él proyectó su luz más que todos los astros. 2. Y ellos se turbaron preguntándose de dónde venía esta novedad tan distinta de ellos mismos. 3. Entonces fue destruida toda magia, y toda ligadura de malicia abolida, la ignorancia fue disipada, y el antiguo reino arruinado, cuando Dios se manifestó hecho hombre, "para una novedad de vida eterna"[13]. Y lo que había sido preparado por Dios se comenzó a realizar. Desde entonces, todo se conmovió porque la destrucción de la muerte se preparaba.

XX. Si Jesucristo me concede la gracia, por vuestras oraciones, y si es su voluntad, yo os explicaré en la segunda carta que debo escribiros la economía, de la que he comenzado a tratar en lo concerniente al hombre nuevo, Jesucristo. Ella consiste en la fe en Él y en el amor a Él, en su Pasión y su Resurrección. 2. Sobretodo si el Señor me revela que cada uno en particular y todos juntos, en la gracia que viene de su Nombre, os reunís en una misma fe, y en Jesucristo "del linaje de David según la carne"[14], hijo del hombre e hijo de Dios, [os reunís] para obedecer al obispo y al presbiterio en unidad de mente, rompiendo un mismo pan que es medicina de inmortalidad, antídoto para no morir, y alimento para vivir en Jesucristo por siempre.

XXI. Yo soy vuestro rescate, por vosotros y por aquellos que, para honor de Dios, habéis enviado a Esmirna, de donde os escribo, dando gracias al Señor, y amando a Policarpo como os amo también a vosotros. Acordaos de mí así como Jesucristo se acuerda de vosotros. 2. Rogad por la Iglesia que está en Siria, de donde soy conducido a Roma encadenado, pues soy el último de los fieles de allá, y yo he sido juzgado digno de servir al honor de Dios. Me despido en Dios Padre y en Jesucristo, nuestra común esperanza.

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1. Jn 6, 33.

2. Prov 3,34; ver Stgo 4,6; 1Pe 5, 5.

3. 1Tes 5,17.

4. Col 1,23.

5. Mt 3,7.

6. 1Tim 1,5.

7. Mt 12,33.

8. Sal 32,9; 148,5.

9. 1 Cor 6,9-10.

10. Ver 1Cor 1,23-25

11. 1Cor 1,20.

12. Jn 7,42; Rom 1,3; 2Tim 2,8.

13. Rom 6,4.

14. Rom 1,3.

Tailandia: Donde a los católicos se les reconoce como “las personas de la misericordia”

Sandro Calvani trabajó con la Organización Mundial de la Salud y con la oficina de las Naciones Unidas contra la droga. No es un hombre cualquiera, sabe de lo que habla. Esta semana estuvo en el Vaticano denunciando la terrible situación de Tailandia: corrupción, tráfico de personas y de drogas.

 

SANDRO CALVANI - Universidad Webster (Tailandia)

“El Triángulo de Oro, ha sido en el pasado una especie de capital de la ilegalidad, en concreto del tráfico de seres humanos. Debido a la pobreza, cada familia podía llegar a vender al menos a una niña para que el resto de la familia sobreviviera. Ocurre lo mismo con las drogas: fueron la causa de la creación de milicias armadas. No solo drogas del país como el opio o la heroína, sino también anfetaminas, drogas producidas químicamente y otras sustancias ilegales”.

Según el profesor, la situación está mejorando lentamente, gracias también al trabajo de muchos misioneros, aunque el número de católicos crece muy poco. Sólo el 0,2% de los tailandeses son católicos, y los laicos tienen un papel importante y muy activo en la Iglesia.

Dice que aunque no entiendan qué significa ser católico, sí que son capaces de señalar quienes son católicos.

SANDRO CALVANI - Universidad Webster (Tailandia)

“'¿Qué quiere decir este que busca a católicos?' Solo cuando les traducen comprenden todo: 'Ah, te refieres a las personas de la misericordia'. Así que los católicos son llamados las personas de la misericordia, las personas que ponen la misericordia en el centro de su vida. Así es como viven y así son reconocidos ".

Por eso los no cristianos de Tailandia creen que el Dios de los católicos es el Dios de la misericordia.Por eso, Sandro Calvani recuerda que aunque los católicos son pocos no es la cantidad lo que importa sino la calidad de las personas. Y en ese sentido la comunidad católica está entre las mejores.

 

Un paseo por la ciudad de Abraham

Hebrón es una desconocida joya histórica en el corazón de un viejo conflicto. Su declaración como patrimonio de la humanidad por la Unesco da brillo a una urbe de piedra caliza

La antigua Hebrón es una desconocida joya de la historia. Ciudad abierta que nunca fue amurallada, santuario milenario para las tres religiones monoteístas, inmemorial etapa de caravanas comerciales. Pocos conocen los secretos que se esconden entre el dédalo de callejuelas que parten de la mezquita de Ibrahim, para el islam, o Cueva de los Patriarcas, para el judaísmo. Centro de peregrinación ante las veneradas tumbas de Abraham, Isaac y Jacob —y de sus respectivas esposas Sara, Rebeca y Lea—, de acuerdo a la tradición del Antiguo Testamento.  La declaración del casco histórico de Hebrón como Patrimonio de la Humanidad en peligro, adoptada por la Unesco el 7 de julio, sacudió como un tsunami los vetustos cimientos de la mayor ciudad de Cisjordania. 

La mezquita de Ibrahim / Cueva de los Patriarcas es el centro del universo de Hebrón, pero no es su única estrella. Está asentada según la tradición compartida por las religiones del libro sobre el sepulcro en el que reposan los restos del profeta Abraham y sus descendientes, en un recinto cuya construcción se atribuye al rey israelita Herodes el Grande a comienzos del siglo I. “Todos los que nos visitan se muestran sorprendidos. Creían que no había nada más que ver en Hebrón, aparte de la mezquita y el mercado”, explica el director del Centro de Rehabilitación. Desde 1996, esta institución ha conseguido reconstruir el corazón histórico de la ciudad antigua, que languidecía con apenas 400 habitantes y que en la actualidad supera los 7.000 vecinos.

Para los judíos, la Cueva de los Patriarcas es el segundo lugar más sagrado de su religión, tras el que denominan Monte del Templo en Jerusalén, donde paradójicamente tienen prohibido rezar. Los reveses sufridos por el Estado hebreo en la Unesco, donde no han logrado forjar un consenso mayoritario en favor de sus tesis, son interpretados por el Gobierno israelí como una negación del “carácter judío” de Jerusalén o Hebrón.

Los hitos que se marcan con sangre en Tierra Santa. La matanza de 69 judíos en Hebrón en 1929, durante una revuelta árabe bajo la Administración británica, impidió su regreso a la ciudad hasta después de la fulminante victoria israelí en la guerra de 1967. Otra masacre, la cometida en 1994 por el colono israelí de origen estadounidense Baruch Goldstein, que disparó indiscriminadamente en el interior de la mezquita de Ibrahim contra los fieles, causó 29 muertos. Este atentado precipitó la actual fractura territorial.

Ademas de turcos y mamelucos, judíos y canaaneos, romanos y bizantinos, cruzados y árabes, entre otros, marcaron también con el sello de su paso por la ciudad de Abraham, habitada continuamente desde hace más de 3.000 años. “La arquitectura de este notable conjunto muestra una sedimentación de diferentes influencias culturales y estilos. Hebrón forma parte de una de las zonas más sagradas del mundo para las tres religiones monoteístas”, destaca la Unesco para justificar la declaración de Patrimonio de la Humanidad.

En la edad de oro medieval de Hebrón la ciudad se encontraba dividida en hara(barrios) independientes en función del origen étnico, religioso o gremial de sus habitantes, y en un sistema de hosh (viviendas de clanes familiares) conformado por recovecos de habitaciones que se extienden de forma arborescente. Fue una urbe mestiza desde sus orígenes en las 20 hectáreas del casco antiguo, rodeadas ahora de una ciudad moderna a la que la Unesco asigna una función de zona de protección.

Durante el recorrido por mezquitas y palacios rehabilitados se atraviesa el eje del viejo mercado, un tradicional zoco protegido en algunos puntos con redes metálicas para impedir que colonos arrojen objetos a los viandantes desde edificios anejos. “El conjunto es particularmente vulnerable a causa de la situación política y militar, y a las restricciones de seguridad impuestas por el Ejército israelí”, sostiene la Unesco.

El paseo por el centro histórico es una pequeña lección de historia del Levante mediterráneo, desde las míticas guerras entre israelitas y canaaneos hasta el último medio siglo de ocupación militar por el Estado de Israel, jalonado de revueltas palestinas. Entre las obras de rehabilitación permanecen las ruinas intactas de un edificio demolido por el Ejército por razones de seguridad durante la Segunda Intifada (2000-2005).

Hasta las escalinatas que conducen hasta la Cueva de los Patriarcas no dejan de llegar autocares con visitantes judíos, en su mayoría con indumentaria ortodoxa. Esta parte del recinto sagrado es una sinagoga colorista donde, en contra de lo habitual, hombres y mujeres deambulan entremezclados, como en un museo, hasta la ventana que mira al cenotafio de Abraham.

Fuera de las horas de rezo, pocos visitantes ascienden por la magnificente rampa que lleva hasta a la mezquita de Ibrahim, verdadera joya de la declaración de la antigua Hebrón como patrimonio de la humanidad. La Unesco también llama Cueva de los Patriarcas al lugar más sagrado de la inmemorial ciudad de Abraham.

 

Lugares santos en Hebrón

Tambien conocido como City of Arba, el-Khalil, Hevron, Kiriath-Arba, Kirjath Arba

Macpela

Génesis 23 documenta la compra de un lote en la tierra de Hebrón por Abraham para enterrar allí a su esposa Sara. En un acuerdo que presagia muchos otros acuerdos en el Medio Oriente, Abraham pagó la exorbitante cantidad de 400 siclos a Efrón el hitita. Más tarde Abraham, Isaac, Rebeca, Lea y Jacob serian enterrados aquí también.

Construcción de Herodes

Herodes el Grande construyó un gran edificio en la cima del lugar tradicional de las tumbas de los Patriarcas. Su estilo arquitectural es similar al del Monte del Templo en Jerusalén. Las características incluyen el tamaño de las piedras (hasta 7.3 m de largo), el tipo de albañilería (seca), y la clase de pilastra (columnas engranadas), que ya no se ve en Jerusalén.

Interior de Macpela

Los sepulcros vacíos de Abraham y Sara fueron añadidos después de que la ciudad se trasladara alrededor de este complejo en el siglo VIII d.C. Todos los cenotafios han estado en la misma posición desde el siglo X d.C. Los mamelucos le dieron su forma actual a los cenotafios de Jacob y Lea en el siglo XIV.

Cenotafio de Isaac

Macpela está compuesto de tres cuartos principales. En el cuarto central se encuentran Abraham y Sara. En el lado este están Isaac y Rebeca; los judíos están autorizados a visitar este lugar solo 10 días al año. En el lado oeste se encuentran los cenotafios de Jacob y Lea. Raquel fue enterrada cerca a Belén. El púlpito (minbar) fue hecho en 1091 para una mezquita en Ascalón y donado por Saladino en 1191.

Techo de los Cruzados

Macpela ha cambiado propietarios con cada ejercito que la ha conquistado. Los bizantinos la convirtieron en una iglesia antes que los musulmanes la conquistaran y convirtieran en una mezquita. Tiempo después, los cruzados y mamelucos la transformaron en una iglesia y mezquita respectivamente. El interior del complejo no tenia techo originalmente; El techo es la obra de los artesanos de las cruzadas.

Situada a tan sólo a 24 kilómetros de la frontera de Arabia Saudí

Muchos cristianos que este año no han podido celebrar la Navidad o han tenido que hacerlo en secreto en Arabia Saudí podrían celebrar públicamente su fe dentro de tres años en la catedral de Nuestra Señora de Arabia, dedicada a la Virgen María, y nombrada patrona de la toda la península arábiga, un lugar en el que el cristianismo es perseguido y arrinconado, y en países como Arabia totalmente prohibido.

El Rey de Bahréin, Hamad bin Isa Al Khalifa, ha cedido un enorme terreno a la Iglesia Católica para que pueda levantar el segundo templo del país. Gracias al tamaño de este espacio se está ya construyendo una gran catedral que podrá albergar celebraciones con capacidad para varios miles de personas, así como otros edificios para formación del clero, residencias, y centros caritativos católicos.

 

La Virgen, a la vanguardia de la evangelización de Arabia

Pero uno de los elementos más importantes de esta nueva catedral dedicada a María es que está situada a tan sólo a 24 kilómetros de la frontera de Arabia Saudí, país en el que el catolicismo está prohibido pero en el que, sin embargo, viven cientos de miles de católicos.

Camillo Ballín, vicario de Arabia del Norte, que reúne Bahréin, Catar, Kuwait y Arabia Saudí destacaba que además de la prohibición saudí en el resto de reinos “el mayor problema compete a los espacios donde poder realizar las celebraciones. Muchas veces tenemos a disposición una sola iglesia para todas las comunidades y lenguas. Por ejemplo, en Kuwait, hay cinco ritos distintos sólo considerando el rito latino tenemos 13 lenguas distintas, frente a una sola parroquia donde poder oficiar misas y celebraciones”.

 

Un lugar esencial para los católicos que viven en Arabia Saudí

Precisamente, la falta de templos es un problema mayor que la cantidad de sacerdotes disponibles. Monseñor Ballin agregaba además que “es fundamental responder a las necesidades prácticas, como la construcción de la catedral en Bahréin: el lugar donde se está levantando está a sólo 24 kilómetros de la frontera con Arabia Saudí, y podrá ser un lugar de oración esencial para cuantos viven y trabajan en el reino”.

Esta gran catedral será una ayuda fundamental para miles de católicos que viven en Arabia, será un lugar de evangelización y consuelo en una tierra donde Cristo no está permitido. Este es un paso fundamental para la Iglesia Católica.

El Vicariato de Arabia del Norte recuerda que la Iglesia en esta zona es una iglesia exclusivamente peregrina y migrante. Desde principios de los años noventa, la Iglesia católica ha crecido en la región a gran velocidad. Los expatriados constituyen casi todos los fieles en el Vicariato. Aunque no existen cifras oficiales, se estima que solo en Arabia Saudí hay más de 1 millón de católicos. Kuwait tiene alrededor de 350.000; Bahréin alrededor de 80. 000 y Qatar entre 200.000 a 300,000 católicos. 

Los fieles son todos trabajadores migrantes de cien naciones, la mayoría de Filipinas y la India. Alrededor del ochenta por ciento de los fieles pertenecen al rito latino, mientras que el resto pertenece al rito oriental. No sería falso decir que Arabia se ha convertido ahora en el rostro de una comunidad cristiana viva, en un “puente” entre diversas áreas del mundo y, por lo tanto, entre diversas culturas.

Ambos vicariatos, tanto el del Norte como el del Sur, que incluye Omán, Yemen y Emiratos Árabes Unidos, han sido puestos bajo la protección de Nuestra Señora de Arabia. El 16 de enero de 2011, en Kuwait, el cardenal Antonio Cañizares, entonces prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, proclamó a Nuestra Señora de Arabia Patrona de los Vicariatos y de toda la Península Arábiga.

 

La bendición de Pío XII

Aunque el título de Nuestra Señora de Arabia pueda parecer totalmente reciente, no es casual que la nueva catedral que supondrá un consuelo para los cristianos de Arabia. La devoción a esta advocación mariana comenzó en 1948, precisamente un 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada, cuando la pequeña capilla de Ahmadi, en Kuwait fue dedicada en su honor. La escultura de la Virgen que se colocó en el santuario kuwaití fue bendecida en el Vaticano en 1949 por el Papa Pío XII. Incluso esta capilla fue asociada a la basílica papal de Santa María la Mayor de Roma, otorgándola las mismas indulgencias.

 

 

El Papa Pío XII, mediante el decreto pontificio Regnum Mariae, fechado el 25 de enero de 1957, declaró a Nuestra Señora de Arabia, patrona principal del territorio y del vicariato apostólico de Kuwait.

Tras la petición del obispo Ballín y la aprobación del cardenal Cañizares, la solemnidad en su honor se celebra ahora el sábado anterior al segundo domingo del tiempo ordinario con el permiso para celebrarlo también el domingo.

 

El anuncio, en la festividad de Nuestra Señora de Lourdes

Pero todo fue a más cuando el rey de Bahréin cedió este terreno para la construcción de un templo. Esta decisión se transmitió oficialmente al obispo el 11 de febrero de 2013, precisamente Fiesta de Nuestra Señora de Lourdes. La noticia fue recibida con gran alegría y emoción por todos los fieles en nuestro Vicariato.

La reacción inmediata del vicario al escuchar la buena noticia fue agradecer a la Virgen por su intercesión milagrosa y decidió que la nueva Catedral estaría dedicada a Nuestra Señora de Arabia.

 

 

Cómo es la catedral

La catedral tendrá forma octogonal y su aforo será de 2.300 personas. En los cuatro rincones del templo, se encuentran la Capilla del Santísimo Sacramento (para 160 personas), la Capilla de Nuestra Señora de Arabia (también para 160 personas) y la Capilla de los Confesionarios. La cuarta esquina es para los ascensores de transporte hacia y desde la Catedral y la zona de estacionamiento subterráneo.

El edificio tiene un anexo de cinco pisos de altura. Están destinados a las actividades de la comunidad parroquial (salas para catecismo, varias reuniones de grupo, etc.) y la residencia y oficinas del obispo y sacerdotes a cargo de la catedral. También hay una casa de huéspedes para la formación en los pisos tercero y cuarto, y sedes de distintas organizaciones católicas. Además, la catedral tendrá un enorme patio abierto que puede albergar celebraciones de más de 6.000 personas.

 

 

Lo que sabemos con certeza de la Virgen María

¿Quién fue verdaderamente la Virgen?

El nacimiento de Jesús, que se celebra a partir del siglo III el 25 de diciembre y que representa a Jesús en el pesebre, rodeado de José y María, es uno de los temas más representados en el arte religioso occidental. Sin embargo, paradójicamente, la Natividad es, por parte de los evangelistas, un relato escueto.

Mateo se limita a decir que sucedió «en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes» y que, convocados por este, los magos fueron al lugar donde estaba «el niño con María, su madre» y, cayendo de rodillas, le adoraron (Mt 2, 1-12). Lucas, un poco más explícito, relata que el Niño vino al mundo durante un viaje que hizo José para empadronarse; al no encontrar alojamiento en Belén, María tuvo que dar a luz en condiciones precarias y recostar al niño «en un pesebre» (Lc 2, 1-7).

Miles de pinturas, dibujos y esculturas retratan, desde hace al menos dieciséis siglos, a María con su Hijo. Sin embargo, ignoramos el verdadero rostro de esta mujer, a pesar de que una tradición sostiene que el apóstol San Lucas pintó un icono de la Madre de Dios que, después, habría entregado a su discípulo Teófilo, y que la emperatriz Eudocia, viuda de Teodosio el Joven, en el siglo V, habría recuperado en Palestina: una copia de este icono se encuentra en la Basílica de Santa María la Mayor.

 

El icono Salus Populi Romani, al que guardan devoción todos los romanos, copia del que pudo pintar San Lucas.

 

Sin embargo, María no es un personaje de ficción: en el momento en que se demostró la existencia de Jesús, por definición, se demostró también la de su madre. Los hechos los conocemos por los Evangelios. Jesús nació en tiempos del rey Herodes el Grande, que murió en el 4 a.C. Dionisio El Exiguo (siglo V) fijó el inicio de nuestra era con un error de unos cuantos años con respecto a la cronología romana, por lo que la venida al mundo de Cristo tuvo lugar antes de esta fecha.

Ocho días después de su  nacimiento se le impuso el nombre de Jesús y fue circuncidado, conforme a la ley judía. Después, José y María, para escapar a la persecución de Herodes, que había ordenado matar a todos los niños de menos de dos años de Belén, huyeron a Egipto antes de volver a Galilea después de la muerte del rey.

 

Sabemos poco sobre la infancia de Jesús

De la infancia de Jesús, recordada sólo por Mateo y Lucas, no sabemos casi nada. Los cuatro Evangelios, en cambio, hablan sobre Juan Bautista, predicador popular que, instalado a orillas del Jordán en el año 27 de nuestra era, anuncia la llegada inminente del reino de Dios y da por signo el bautismo por inmersión en el río. Jesús es bautizado por Juan, que le reconoce como el mesías anunciado por los profetas y esperado por los judíos.

Hacia el año 28, al final de su estancia en el desierto, Jesús empieza su ministerio predicando en Galilea y en Judea, multiplicando los milagros. Su primer viaje a Jerusalén puede fecharse en la Pascua del año 28 (expulsión de los mercaderes del Templo). La multiplicación de los panes, según los exegetas, tuvo lugar un año más tarde, en el transcurso de la Pascua del año 29. En ese momento, la multitud quiere proclamarle rey de Israel y desencadenar la revuelta contras los romanos, que ocupan el país. Ante esta petición, Jesús responde que su reino «no es de este mundo». En compañía de sus discípulos, sube otras cuatro veces a Jerusalén. Los historiadores están de acuerdo en el hecho de que fue arrestado, juzgado y condenado a muerte en Jerusalén, durante la Pascua del año 30, bajo el reinado del emperador Tiberio y la administración romana del prefecto Poncio Pilato. La vida pública de Jesús duró tres años.

 

«Soy la esclava del Señor, hágase en  mí según tu palabra»

Respecto a María, en cambio, los Evangelios son de una gran discreción. Lucas cita doce veces su nombre, Mateo cinco y Marcos una sola vez. Juan, por su parte, la llama la «madre de Jesús». María –Myriam en hebreo o en arameo, Mariam o Maria en griego- aparece también en los Hechos de los Apóstoles, un libro del Nuevo Testamento atribuido generalmente a Lucas, como también en los apócrifos, escritos al inicio de la evangelización y a los que la Iglesia no les reconoce el estatuto canónico y cuyos autores no son reconocidos o realmente identificados, pero cuya antigüedad y autenticidad no son puestos en duda, lo que les da un valor histórico.

El Protoevangelio de Santiago, que data del siglo II, retoma relatos populares que no pueden ser descartados, procedentes de una sociedad en la que el conocimiento se transmitía de manera oral. Este texto relata que María nació de dos padres ancianos, Ana y Joaquín. Jean-Christian Petitfils recuerda que estos pertenecían al mismo clan davídico de José, el carpintero de Nazaret, considerado el heredero directo de la dinastía y al que dieron a su hija en matrimonio. En esa época, entre los judíos, el compromiso tenía carácter definitivo y obligaba a la fidelidad: la cohabitación sólo se permitía al cabo de un año, después del matrimonio. Ahora bien, María, una joven de 14 ó 15 años, había hecho, por razones religiosas, un voto de virginidad perpetua, y no sabemos si este voto era secreto.

En la escena de la Anunciación, Lucas describe la llamada que María, ya comprometida, recibe en Nazaret. El ángel Gabriel le anuncia el nacimiento de Jesús: «Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre». María se asombra, puesto que es virgen; el ángel responde: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti […] El Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios». María, entonces, asiente: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra» (Lc 1, 26-38). Más tarde, cuando va a visitar a su prima Isabel, embarazada del profeta Juan Bautista, su alegría estalla, en el episodio de la Visitación, en el canto del Magnificat: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humildad de su esclava» (Lc 1, 39-56).

José, mientras tanto, se entera del estado de su futura esposa, embarazada «antes de vivir juntos». Según el evangelista Mateo, este hombre «justo, que no quería difamarla, decidió repudiarla en privado». Sin embargo, José recibió la visita del ángel del Señor: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo» (Mt 1, 18-20). El humilde carpintero comprende así que el plan de Dios era que María tuviera un marido protector, y su hijo un padre que le alimentara.

El sueño de San José, de Giuseppe Bottani (1717-1784).

 

Lucas cuenta lo que sucede a continuación: el nacimiento de Juan Bautista, seguido, seis meses después, por el de Jesús y la llegada de los pastores, la circuncisión del niño en el octavo día, su presentación en el Templo cuarenta días después del parto y la profecía del anciano Simeón a María: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción -y a ti misma una espada te traspasará el alma-, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones» (Lc 2, 1-35).

 

María y Jesús en las bodas de Caná

En el silencio de Nazaret, María «conservaba todo esto en su corazón», escribe San Lucas (2, 51). Sólo de manera progresiva ella se dará cuenta del sentido de lo que custodiaba y meditaba, hasta llegar al Calvario, al que Simeón había aludido. Cuando Jesús crece, María comparte su vida con Él en Nazaret, en el taller de José. Cuando Él empieza su predicación, ella le acompaña en sus dos primeras subidas a Jerusalén. La invitan con Él a las bodas de Caná y es ella la que sugiere su primer signo, transformar el agua en vino. Ella está con Él en Jerusalén, durante la Pascua del año 30.

Y está a los pies de la Cruz cuando su Hijo, antes de morir, la confía a su discípulo Juan (Jn 19, 26-27). En Pentecostés, María está en la habitación de arriba, donde los discípulos, que forman la Iglesia naciente, reciben la efusión del Espíritu. El Nuevo Testamento no precisa cuándo ni cómo ella abandona este mundo, pero la tradición relata que vive el resto de su vida con el apóstol Juan, en Éfeso (actual Turquía), según ciertas fuentes que contradicen los datos arqueológicos, o lo más seguramente en Jerusalén.

El único título que María se da a sí misma dos veces (Lc 1, 38 y 48) es el de «esclava» o «sierva». Con humildad y sencillez, esta mujer pobre aceptó su misión: dar una existencia humana al hijo de Dios. Pero la Iglesia primitiva no le rendía culto. Según René Laurentin, las razones son la exclusividad del culto dado a Cristo, los prejuicios del ambiente que limitaban la actitud renovadora del cristianismo que, por medio del bautismo, iguala a los hombres y las mujeres, y la voluntad de no equiparar a la Virgen con las diosas paganas.

Fue, por lo tanto, a través de un largo trabajo de estructuración teológica, efectuado a partir de las Escrituras y de la Tradición, que la madre de Cristo ocupará su lugar en la religión cristiana. Venerada desde el siglo II, María es denominada, a partir del siglo III, la Theotokos, del griego theos, «dios», y tokos, «concepción»: la que ha concebido a Dios. Pero en el año 428, Nestorio, el patriarca de Constantinopla, se opone a este nombre con el pretexto de separar en Jesús la persona divina de la persona humana: María, a partir de entonces, sólo puede ser madre de la persona humana. En el 431, el concilio de Éfeso condena la doctrina de Nestorio -el nestorianismo- y confirma el título de Theotokos de María. En el año 451, el concilio de Calcedonia define la doble naturaleza de Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, engendrado por el Padre en virtud de su naturaleza divina y engendrado por María Theotokos en virtud de su naturaleza humana.

 

Para la Iglesia católica, María ha nacido sin pecado original

A partir del siglo XI, con el apelativo de «Nuestra Señora», la figura de María se impone en la Iglesia de Occidente. La mariología, disciplina teológica de pleno derecho, llena las bibliotecas con tratados llenos de sabiduría. En 1854, el Papa Pío IX proclama el dogma de la Inmaculada Concepción. Este, contrariamente al error que se comete habitualmente, no tiene nada que ver con el nacimiento de Jesús, sino que afirma que la Virgen, por una gracia única, ha sido preservada del pecado original.

Madre de Cristo, Virgen y Santa, María, por medio de su fiat, signo espontáneo de obediencia a Dios, ejerce un papel en la economía de la salvación, porque es por medio de ella que el Salvador vino a estar entre los hombres. Los escritos de los Padres de la Iglesia, los textos litúrgicos, los documentos pontificios o la devoción popular le atribuyen cientos de títulos y dignidades: Templo de Dios y Puerta del Cielo, Arca que ha llevado a Dios en ella, Hija de Sión, Reina de los apóstoles, Reina de los cielos, Reina de prodigios, Nueva Eva, Madre de Dios, Santa Madre, etc.

Según la Iglesia, María, madre de Cristo, permaneció virgen en razón de la dignidad de su misión y de su lugar cerca de su Hijo en la obra de la Redención. ¿Cómo habría podido tener otros hijos? Los «hermanos de Jesús» nombrados por el Evangelio son, en realidad, primos, parientes cuyas madres no se confunden, por cierto, con María de Nazaret. Los primeros cristianos, en consecuencia, nunca dudaron que María de Nazaret fuera la madre de Dios, y tampoco dudaron de su virginidad.

Siguiendo su ejemplo, la Iglesia nunca ha dejado de afirmar que María era virgen antes y después del nacimiento de Cristo, porque esta mujer «muy santa y muy pura carnal y espiritualmente, fue concebida por Dios para que diera a luz a un solo hijo, el suyo», observa Jean-Christian Petitfils, hablando aquí como cristiano. Pero, hablando como historiador, subraya que no sólo «la concepción virginal era tan poco creíble ayer como hoy», sino que además «iba contracorriente con el contexto cultural del Antiguo Testamento, en el que la virginidad era percibida de manera negativa».

Y Petitfils añade: «Mateo y Lucas, lejos de haber inventado la idea de la concepción original, la heredaron de relatos anteriores, orales o escritos», lo que demuestra la fuerza de esta versión de los hechos, «más bochornosa que alentadora en el contexto judío del momento».

La concepción virginal de Jesús, ¿mito o verdad histórica? Respondiendo a esta pregunta, Joseph Ratzinger observa que el parto de la Virgen y la resurrección de Jesús son ambos «un escándalo para el espíritu moderno» porque se le permite a Dios actuar «en las ideas y los pensamientos, en la esfera espiritual, pero no en la materia». Ahora bien, añade el Papa teólogo, «si Dios no tiene poder también sobre la materia, entonces no es Dios», observación que le permite concluir que «la concepción y el nacimiento de Jesús de la Virgen María son un elemento fundamental de nuestra fe» (La infancia de Jesús, págs. 62-63).

 

La muerte de María es un misterio

Otro misterio para el espíritu moderno: no sabemos nada del final de María, que pudo ser enterrada en Getsemaní, en el valle de Cedrón, en Jerusalén. Para recordar su final glorioso y su paso a la vida celeste los católicos hablan de Asunción, los ortodoxos de Dormición. Ambas fórmulas tienen significados teológicos cercanos, que implican que el cuerpo de María, preservado de la corrupción, fue elevado al cielo. Citada desde el siglo II, erigida en dogma por Pío XII en 1950, la tradición de la Asunción se vincula a este hecho histórico: en ningún momento, ni siquiera en la Edad Media cristiana, que produjo miles de falsas reliquias, se ha venerado una reliquia corporal de María.

La Dormición de la Virgen, en la catedral de Valencia. 

 

Sin duda alguna, la madre de Jesús suscitó pronto un fervor y unos excesos que llevaron a un discernimiento crítico. En reacción a estos excesos, el protestantismo tuvo un enfoque más reservado hacia María, aunque tanto Lutero como Calvino reconocen en ella «la que engendró a Dios». En el siglo XX el teólogo Karl Barth se esforzó en rehabilitar a María en el contexto de la Reforma. En el islam, en cambio, la veneración hacia María no es hacia la madre de Dios, sino hacia la madre de Issa (Jesús), que es un simple profeta.

De las 2400 apariciones de la Virgen documentadas por los historiadores, sólo una pequeñísima parte ha sido oficialmente reconocida por la Iglesia. Entre ella, destacan Guadalupe en México, Lourdes en Francia, Fátima en Portugal, Zeitoun en Egipto o Kibeho en Ruanda. Las apariciones marianas no son un dogma de fe -ningún cristiano está obligado a creer en ellas-, pero alimentan de hecho una piedad popular que atraviesa los siglos y las fronteras.

La atracción de María es tal que está presente no sólo en la oración de los cristianos, sino a veces en la de quienes han perdido la fe, como nos recuerda el poeta, muerto hace cien años, Guillaume Apollinaire (1880-1918, “Prière”, en Le Guetteur mélancolique):

Cuando era un niño pequeño

mi madre solo me vestía de azul y blanco.

Oh, Santa Virgen,

¿me amas todavía?

Yo estoy seguro de que te amaré

hasta la muerte.

Pero ahora todo ha acabado.

No creo ni en el cielo ni en el infierno.

Ya no creo, ya no creo.

El marinero que se salvó

por no haberse olvidado nunca

de decir cada día un Avemaría

se parecía a mí, se parecía a mí.

 

 

El historiador Jean Sévillia explora en este artículo

todo lo que se sabe con certeza de la vida de la Virgen María.

 

El relato bíblico de la Natividad contiene numerosas referencias históricas y descripciones de lugares y costumbres específicas que coinciden con lo que sabemos de esa época

Cada año durante las fiestas de Navidad vuelven las mismas preguntas sobre la autenticidad de lo narrado por los evangelios. Quizás porque la Navidad se ha secularizado enormemente en Occidente (o quizás debido a su asociación con el ficticio Santa Claus), muchas personas miran la Navidad como una historia igual de ficticia.

Después de todo, sin fe es difícil aceptar la visión de los ángeles que tuvieron los pastores, los Reyes que recorrieron tan larga distancia para visitar a un bebé y el parto de una virgen.

Aunque a muchos les gustaría descartar la validez de los relatos evangélicos de la Natividad, probablemente no se dan cuenta de que los dos registros más antiguos del nacimiento de Cristo proceden de fuentes fiables.

Mateo pasó años siguiendo a Cristo y disfrutó de una experiencia en primera persona de las historias, y Lucas fue un historiador que investigó cuidadosamente las declaraciones de los apóstoles hablando con personas que estuvieron presentes en los acontecimientos.

El relato bíblico de la Natividad contiene numerosas conexiones históricas y descripciones de lugares y costumbres concretas que coinciden con lo que se sabe de aquella época. El pastor Bryan Windle de la iglesia  Island Bible Chapel, cree que es posible determinar la credibilidad de la historia de Navidad examinando estas conexiones, junto con las pruebas arqueológicas de las regiones donde tuvo lugar la Natividad.

 

La existencia de Nazaret

Un argumento común contra la historia de la Natividad es que Nazaret no existió en el siglo I como la describe la Biblia. Este fue el tema del libro de René Salm, The Myth of Nazareth, The Invented Town of Jesus [El mito de Nazaret, el pueblo inventado de Jesús]. Para ser justos con Salm, había muy poca evidencia arqueológica de la Nazaret del siglo I cuando escribió el libro.

Sin embargo, excavaciones arqueológicas recientes han apoyado el registro bíblico, ya que ahora tenemos abundantes pruebas que avalan la presencia judía en el lugar en el siglo I.  Las excavaciones arqueológicas han descubierto silos de almacenamiento y cisternas de tiempos de Jesús, además de dos “casas con patio” del siglo I, una con puertas y ventanas todavía intactas.

Windle señala que el doctor Ken Dark, arqueólogo jefe del proyecto, ha presentado pruebas de una antigua veneración cristiana en el lugar, sugiriendo que podría haber sido el hogar de la infancia de Jesús.

 

El censo en Belén

En Lucas 2,1-4, César Augusto emite un decreto para realizar un censo nacional, el primero de su tiempo, siendo Quirino gobernador de Siria. Dos de estos puntos se han discutido: que no hubo ningún censo realizado en tiempos del nacimiento de Cristo (poco antes de la muerte del rey Herodes), y que Quirino no fue gobernador de Siria por entonces.

El problema se debe sobre todo a un error de imprenta en 1544 en la copia de una crónica del historiador judeo-romano Josefo, que luego se repitió en posteriores manuscritos, sugiriendo la muerte de Herodes en el siglo IV a.C. En un examen reciente de los manuscritos de Josefo de la Biblioteca Británica y la Biblioteca del Congreso de EE.UU., todos los 29 manuscritos fechados antes del 1544 señalan la muerte de Herodes en el I a.C.

El doctor Andrew Steinmann, distinguido profesor de Teología y Hebreo de la Concordia University Chicago, ha rastreado la muerte de Herodes hasta la fecha del eclipse lunar total del 10 de enero del I a.C., y el nacimiento de Jesús en torno al III-II a.C. Además, otros registros romanos muestran que, en efecto, Quirino fue gobernador de Judea durante el censo realizado en el III a.C.

 

El nacimiento de Jesús en un establo

La basílica de la Natividad es un lugar popular de peregrinación durante la temporada navideña. Construida sobre una cueva en el 326 d.C., muchos creen que señala el lugar donde Cristo nació en un establo. Sin embargo, en ningún lugar del Evangelio se lee que naciera en un establo o un granero.

Lucas solamente dice que colocaron a Jesús en un pesebre y que no había más espacio en la posada. Cuando la gente escucha pesebre, de inmediato piensa en un establo, pero muchas casas de entonces disponían de pesebres dentro de la vivienda. Los arqueólogos han encontrado pesebres permanentes de piedra dentro de viviendas del siglo I que servían para alimentar a los animales destinados a sacrificio.

Es más, el arqueólogo Gary Byers ha señalado que la palabra que Lucas usa para “posada” es la palabra griega kataluma, una palabra que únicamente se emplea en otro lugar del Nuevo Testamento: en la historia de la Última Cena, donde se aclara mejor su traducción como “habitación de invitados” o “habitación superior”.

Si Lucas hubiera querido transmitir que se encontraban en una posada, habría empleado la palabra pandocheion, como hace en la historia del Buen Samaritano que lleva al hombre herido a un “albergue” o “posada” para viajeros.

Era habitual que en las casas de tiempos de Jesús hubiera habitaciones para invitados o una habitación libre arriba y, ya que se estaba realizando un censo entonces, parece razonable que muchos miembros de la familia hubieran vuelto a su hogar familiar, cosa que explicaría que no hubiera sitio para la Sagrada Familia.

Es probable que María y José estuvieran en una zona que sirviera de establo dentro de los límites de la vivienda, como una cueva, ya que las demás habitaciones ya se encontrarían ocupadas.

 

La visita de los pastores

Un poco más al norte de Belén había un lugar conocido como Migdal Eder, “la torre del rebaño”. Aunque la ubicación exacta se ha perdido, sabemos que se trataba de un lugar donde algunos pastores atendían a rebaños especiales destinados para sacrificio en el Templo. En Miqueas 4,8, hay una mención al lugar como “Torre del Rebaño”, curiosamente unas pocas líneas antes de profetizar el nacimiento del Mesías en Belén.

Por supuesto, no hay nada que confirme que los pastores que visitaron al Niño Jesús venían de aquí. Es probable que hubiera pastores cuidando de corderos pascuales la noche del nacimiento de Cristo. Entonces, parecería apropiado que los ángeles visitaran a los pastores para avisarles de la venida del Cordero Pascual definitivo.

 

La presentación de Cristo en el Templo

“Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: ‘Todo varón primogénito será consagrado al Señor’. También debían ofrecer un sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor”. (Lc 2:22)

El relato de la consagración de Cristo nos enseña dos cosas de la Sagrada Familia. Primero, que la Sagrada Familia era devota y respetaban cuidadosamente la ley. Segundo, que eran pobres, ya que Levítico 12,6 nos cuenta que el sacrificio de la purificación es un cordero de un año o, cuando la familia no podía permitirse un cordero, sacrificaba un pichón o una torcaza.

 

La visita de los Reyes Magos

En general se desconoce quiénes eran exactamente los “tres Reyes Magos” o los “tres sabios”. Mateo los describió con la palabra magoi, plural de magos, o magus. El diccionario de griego Thayer’s Greek Dictionary define magus como “el nombre dado por babilonios (caldeos), medes, persas y otros a los sabios, maestros, sacerdotes, médicos, astrólogos, videntes, intérpretes de sueños, augures, adivinos, hechiceros, etc.”.

Los magos que visitaron a Jesús debieron haber estudiado las Escrituras judías, ya que reconocieron las señales de varias profecías:

“Una estrella se alza desde Jacob, un cetro surge de Israel”. (Nm 24,17)

“Y tú, Belén Efratá, tan pequeña entre los clanes de Judá, de ti me nacerá el que debe gobernar a Israel: sus orígenes se remontan al pasado, a un tiempo inmemorial”. (Mi 5,1)

Contrariamente a la representación popular, los Reyes Magos no habrían estado allí para adorar al niño Jesús en la noche de la Natividad. Mateo usa la palabra griega paidion, que significa niño o niño pequeño, para describir a Jesús, no la palabra bebé.

El hecho de que Herodes estuviera matando a niños pequeños de dos años o menos, una decisión que tomó tras la información que recibió cuando los Reyes Magos vinieron en busca del Rey que acababa de nacer, sugiere que Jesús probablemente era un niño pequeño y no un recién nacido cuando llegaron los Reyes Magos.

Tampoco hay certeza de que fueran tres. Los Reyes Magos son representados como tres porque trajeron tres regalos: oro, incienso y mirra.

La descripción bíblica de la Natividad está rodeada de corroboración histórica. Aunque ninguna de estas conexiones demuestra de forma definitiva los eventos de la primera Navidad, sí demuestran que la Biblia es históricamente fiable. El resto depende de la fe.

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