¿Tenían devoción a María los primeros cristianos? Sí, pero hay que saber rastrearla

En el año 313 el cristianismo fue despenalizado por el Emperador Constantino y en el 380 el Emperador Teodosio declaró que sería la única religión oficial (o lícita) del Imperio. Medio siglo después, en el 431, el Concilio de Éfeso decretó que María podía ser honrada con el título de Theotokos (“la que dio a luz a Dios”). Desde entonces se multiplican los signos de devoción de los cristianos a la Virgen.

 

Muchos protestantes, y también algunos neopaganos y racionalistas, dan por sentado que la devoción a la Virgen es, pues, muy tardía, y quizá una incorporación posterior de divinidades femeninas paganas camufladas. Consideran que es una devoción que los cristianos anteriores a Constantino (la despenalización) o a Éfeso (el dogma de María como Madre de Dios) no habrían tenido. Para los cristianos del siglo I, II y III María habría sido sólo una sencilla mujer de los Evangelios, dócil al Señor, que amaba a Dios y su hijo.

Pero, ¿cómo se llegó entonces a esa explosión de devoción mariana en el siglo V?

 

Un libro que analiza los 3 primeros siglos

Ahora, Rachel Fulton Brown, profesora de Historia en la Universidad de Chicago, analiza en la revista ecuménica conservadora First Things el libro de Stephen J. Shoemaker “Mary in Early Christian Faith and Devotion” (“María en la temprana devoción y fe cristiana”) publicado en Yale University Press. Rachel Fultone explica que durante décadas nadie ha intentado investigar ni rastrear en serio los orígenes de la devoción mariana. Shoemaker es el primero en muchos años.

 

devoción Virgen María

 

Shoemaker, que es más bien protestante y un experto en los textos apócrifos cristianos y el cristianismo bizantino, repasa una serie de textos apócrifos de los siglos II y III donde María tiene un papel importante. Muchas de las escenas e ideas de esos textos enseguida arraigaron en las tradiciones cristianas e incluso, luego, en el arte medieval.

La conclusión de Shoemaker es que María, en los primeros siglos, sí era objeto de mucho recuerdo, respeto y admiración, más del que los protestantes suelen creer y admitir. Pero no considera que deba llamarse “devoción” a lo que tenían esos cristianos, porque piensa que no solían tenerla como intercesora: si no le pides milagros, no es “devoción”. Shoemaker dice que María era, básicamente, “una santa entre otros santos, reverenciada por su pureza excepcional y santidad, y su intimidad con su hijo, un estatus más modesto que el tiene en el Oriente cristiano hoy”.

 

Shoemaker se queda corto: María como vaso sacro

Rachel Fulton critica esta conclusión. Le parece insuficiente, Por un lado, porque los cristianos antiguos sí piden intercesión a la Virgen. Por otro lado, porque la devoción no es sólo pedir intercesión, sino reconocerle un status de sacralidad. Y María en muchos textos apócrifos y antiguos sí es vista como un “vaso sacro” colocado “aparte, para Dios”, es decir, un objeto sagrado para recibir lo Sagrado. Y los cristianos lo expresaban con exhuberancia de símbolos que luego pasarían a los grandes himnos e iconos bizantinos.

Esto está ya en el Apocalipsis 11,19 y 12, que se escribió hacia el año 96 d.C. Cuenta cómo se abrió el Templo y se vio al Arca de la Alianza, y hubo rayos y truenos y terremoto y aullidos… y entonces se vio a una mujer vestida de sol con doce estrellas como corona y la luna como pedestal, que estaba embarazada, llevando en su seno a quien vencerá al dragón y juzgará las naciones.

 

María es el Arca: la vasija sacratísima que lleva a Dios

El biblista ex-protestante Scott Hahn, experto en Apocalipsis, señala que el autor quiere indicar que María, la Madre de Jesús, es esa mujer y es también el Arca de la Alianza. Igual que el Arca tiene en su interior el maná, la vara de Aarón y las Tablas de la Ley, María tiene en su interior al Pan de Vida, al Verdadero Sacerdote y a la Ley hecha carne que es Jesús. Hahn cree que para los lectores antiguos esto era patente: igual que el Rey David danzaba ante el Arca y el bebé Juan Bautista “danza” ante María, igual que David comenta “¿cómo puede venir el Arca a mí” e Isabel comenta, sobre María, “¿Cómo es que viene a mí la madre de mi Señor?”.

Esta tradición de señalar a María como un gigantesco, sagrado, objeto portador de Dios, es el que se repite en la literatura apócrifa de los siguientes siglos. Los cristianos expresaron con ese tipo de enfoque y símbolos su devoción a María y a su oficio.

 

El Protoevangelio de Santiago, del siglo II

En el Protoevangelio de Santiago, del siglo II, Shoemaker cree que hay poco interés por María. Rachel Fulton no está de acuerdo. En ese libro, dice, “María es descrita como alguien o algo preparado especialmente por Dios para un propósito específico, es concebida milagrosamente después de que sus padres oraran para tener hijos; a los 3 años es enviada al Templo para ser educada allí.

En la pubertad es prometida a José para protegerla y cuando el ángel se le aparece está hilando la púrpura y escarlata para el velo del Templo“. Shoemaker admite que son símbolos de María como “corporalización física de santidad, como lo es el templo, que sirve de lugar de santidad divina en la tierra”.

 

El Libro del Reposo de María, del siglo III

Otro caso que comentan es el Libro del Reposo de María del siglo III, que tenemos por su versión etíope en lengua ge’ez (la lengua litúrgica etíope, antaño lengua imperial allí, hoy sin hablantes). Hay también fragmentos en siríaco y georgiano antiguo. Es la versión más antigua (que tengamos escrita) sobre la muerte de María y su ascensión al Cielo.

En ese libro el apóstol Pedro dice: “La luz de la lámpara de nuestra hermana María llena el mundo y no se extinguirá hasta el fin de los días, para que los que han decidido salvarse reciban seguridad en ella. Y si reciben la imagen de luz, recibirán el descanso y bendición de ella”.

Esto, según Rachel, no son fantasías gnósticas, sino el tipo de halagos de base bíblica que cristalizarán en la poesía bizantina. Por eso, el famoso himno Akathistos del siglo V, lleno de “piropos” a María, la alaba como “antorcha llena de luz, que brilla sobre aquellos en las tinieblas”.

 

María intercede por los condenados y les aporta alivio

Que María es intercesora queda claro en este texto del siglo III: una vez sube al Cielo su cuerpo, junto al árbol de la vida, donde allí los ángeles devuelven el alma al cuerpo de ella, los ángeles la llevan a un infierno a ver a los condenados (o quizá almas purgantes). Ellos piden así a María:

“María, te suplicamos, María, luz y madre de la luz; María, vida y madre de los apóstoles; María, lámpara dorada que llevas cada lámpara justa; María, nuestra maestra y madre de nuestro maestro; María, nuestra reina, suplica a tu hijo que nos de un poco de respiro”. María intercede por ellos y el Señor les concede “9 horas de descanso en el Día del Señor”.

Después, los apóstoles y María van al Paraíso, se sientan bajo el árbol de la vida con los Patriarcas y las almas de los buenos. Después suben al Séptimo Cielo, “donde se sienta Dios”. Allí, los apóstoles ven a María sentada a la derecha de Dios, junto a Cristo con sus heridas, con 10.000 ángeles rodeando a María en su trono, cantando.

He aquí, por lo tanto, un texto del siglo III con María como reina, intercesora, junto a Dios y llena de halagos del máximo rango.

 

No busquemos a María la campesina… sino a la Madre de Dios

Para Shoemaker, “no se trata de María la Madre de Dios sino de la madre del Gran Querubín de Luz”. Pero Rachel Fulton señala que es María la madre de Jesús vestida con los ropajes devocionales que le daban los cristianos de ese siglo. Rachel Fulton cree que no tiene sentido que desde el siglo XXI exijamos que los cristianos del siglo II o III representen a María con criterios de realismo historicista, como una “campesina judía de Galilea”, cuando ellos tratan de expresar sus títulos eternos y celestiales.

 

Las Cuestiones de Bartolomé, del siglo III

Podemos ver otro ejemplo (que sonará a cualquiera que haya leído alguna vez el popular himno bizantino Akathistos) está en el “Evangelio” o “Cuestiones de Bartolomé”, otro apócrifo del siglo III.

Jesús invita a los apóstoles a ver al demonio encadenado, y les anima a golpear al demonio en el cuello. El apóstol Bartolomé invoca a la Virgen pidiéndole coraje (lo que ya demuestra que era una intercesora para los cristianos del siglo III, aún en época de persecuciones). En vez de decir “María, ayúdame”, empieza una lista de títulos gloriosos:

“Oh vientre más amplio que la envergadura de los cielos, oh vientre que contienes a quien los Siete Cielos no contienen; lo contuviste sin dolor, mantuviste en tu seno, a quien cambió su ser en la más pequeña de las cosas; oh, vientre que llevó, escondido en cuerpo, al Cristo que ha sido visible a muchos; oh vientre que se hizo más espacioso que la creación completa…”

Incluso Shoemaker ve que aquí, en pleno siglo III, está la idea que la liturgia ortodoxa repetirá: “más amplia que los Cielos”, “que contiene a quien no puede ser contenido”.

 

Una liturgia del siglo IV: “álzate, Señor, y el arca que has santificado”

En el siglo IV, con el cristianismo ya despenalizado, pero antes de Éfeso, tanto en Jerusalén como en Constatinopla se pudo celebrar a lo grande la fiesta de “María en Jerusalén”. La liturgia decía en esos días ya: “Álzate, oh Señor, en tu lugar de descanso; tú y el arca, que tú has santificado”, añadiendo: “Contemplad, he aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo”.

Rachel Fulton anima a buscar a María en las liturgias y textos antiguos con este lenguaje clave y poético (el mismo que perduró y se amplió luego en la poesía e himnos bizantinos). Si no, dice, “somos como lo nazis de la película En Busca del Arca Perdida, que cavamos en el sitio equivocado”.

 

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La devoción de los primeros cristianos a la Virgen

 

https://carifilii.es/

La Iglesia Católica celebra el día 15 de agosto La Asunción de la Virgen María

Recordamos que Cristo se llevó a su Madre al Cielo. El lugar de la Virgen María estaba en el Cielo, donde su Hijo la esperaba. Y así, un día que permanece desconocido para nosotros, Jesús se la llevó consigo a la gloria celestial.

 

“La realidad estupenda de la Asunción de María manifiesta y confirma la unidad de la persona humana y nos recuerda que estamos llamados a servir y glorificar a Dios con todo nuestro ser, alma y cuerpo”. Papa Francisco

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Importancia del Misterio de la Asunción de la Virgen María

La Virgen María es llena de gracia. La intensidad y la naturaleza de sus gracias son distintas a lo largo de su vida; una es la gracia en su Concepción, otra en la Encarnación, otra en la Asunción de María a los cielos. En esta última la Virgen María recibe la plenitud de santidad.

 

asunción

Asunción de la Virgen (Assumption of the Virgin) Jacopo Palma

 

Historia de la fiesta Asunción de María

La celebración de la Asunción de María es una fiesta antigua que se celebraba en Jerusalén desde el siglo VI en honor de la Madre de Dios recordaba probablemente la consagración de una iglesia en su honor.

Esta fiesta, un siglo después, se extiende a todo el Oriente bajo el nombre de Dormición de Santa María y celebra su tránsito de este mundo y asunción de María al cielo.

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El dogma de la Asunción de María a los cielos

El Papa Pío XII, declaro el dogma de fe la Asunción de María, en 1950. La Virgen María, por un privilegio especial de Dios Omnipotente, no experimentó la corrupción: su cuerpo, glorificado por la Santísima Trinidad, fue unido al alma, y María fue asunta al cielo, donde reina viva y gloriosa, junto a Jesús, para glorificar a Dios e interceder por nosotros.

En el Apocalipsis podemos leer los pasajes que relatan la Asunción de la Virgen María a los cielos:

“Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida de sol, la luna a sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas (Ap 12, 1).

 

Y nosotros, impulsados por la liturgia en la Misa de la vigilia de esta fiesta, aclamamos a Nuestra Señora con estas palabras: Gloriosa dicta sunt de te, Maria, quæ hodie exaltata es super choros angelorum. Bienaventurada eres, María, porque hoy fuiste elevada sobre los coros de los ángeles y, juntamente con Cristo, has alcanzado el triunfo eterno.

 

La Asunción de la Virgen María en la vida cristiana

La Iglesia pone la mirada a María para contemplar en ella lo que es la Iglesia en su misterio, en su «peregrinación de la fe», y lo que será al final de su marcha, donde le espera, «para la gloria de la Santísima e indivisible Trinidad», «en comunión con todos los santos» aquella a quien venera como la Madre de su Señor y como su propia Madre.

La Asunción de María, Nuestra Señora nos propone la realidad de esa esperanza gozosa. Somos aún peregrinos, pero Nuestra Madre nos ha precedido y nos señala ya el término del sendero: nos repite que es posible llegar y que, si somos fieles, llegaremos. Porque la Santísima Virgen no sólo es nuestro ejemplo: es auxilio de los cristianos. Y ante nuestra petición —Monstra te esse Matrem-, no sabe ni quiere negarse a cuidar de sus hijos con solicitud maternal. Es Cristo que pasa, 177.

 

María cumplió de forma ejemplar con la voluntad de Dios en su vida y eso es lo que la llevó a llegar a la gloria de Dios. La Asunción de la Virgen es ejemplo para todos los cristianos.

En la Tierra todos queremos llegar a Dios. Esta es nuestra esperanza. La Virgen María ya ha alcanzado esto. Lo que ella ha alcanzado nos anima a nosotros. María tuvo una enorme confianza en Dios y su corazón estaba lleno de Dios.

 

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LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN

 

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Tarsicio es el primero en proclamar su fe en el misterio eucarístico hasta el extremo de consignar su vida

 

Se le conoce como el protomártir de la Eucaristía. Defendió en silencio a su Dios presente en la Hostia Santa, correspondiendo a la entrega del Amigo que se ofrecía por su vida, y por la de todos, en la Eucaristía.

Su nombre significa "valor","audacia"

El Centro de la Vida

Al amanecer del dies solis, acabada la celebración de la Eucaristía, Tarsicio cruza la vía Apia para llevar la Comunión a sus hermanos enfermos o encarcelados.

Debía de notarse que ocultaba algo, porque unos soldados lo detienen y le obligan a enseñarles qué portaba. Tarsicio se niega con firmeza.

Contrasta la brutalidad de los comisarios con la aparente fragilidad del adolescente, que resiste la lapidación hasta yacer en tierra, abrazado a las especies eucarísticas.

Tarsicio sufre el martirio el 15 de agosto del año 257. El emperador Valeriano acababa de promulgar un edicto que prohibía bajo pena de muerte cualquier acto de culto cristiano, como un intento de erradicar la Iglesia desde su núcleo más fundamental.

 

san tarsicio

 

 

 

Las autoridades civiles sabían que los bautizados se reunían para dar culto a Dios. Plinio el Joven -gobernador de Bitinia a inicios del siglo II- apunta: "un día determinado, antes del alba, se reúnen para cantar en coro un himno a Cristo, como a un dios".

El día determinado era el primero de la semana; los romanos lo habían denominado dies solis, en honor al dios Sol, y los primeros fieles aprovecharon esta coincidencia para "orientar la celebración de ese día hacia Cristo, el verdadero sol de la humanidad": el centro de la vida.

Más adelante se le llamó dies Domini, tal y como aparece en el Apocalipsis, porque daba a la jornada el pleno significado que deriva del mensaje pascual: Cristo Jesús es el Señor de la Creación.

El día del sol era laborable. A pesar de que el Imperio declaraba muchas jornadas festivas, no se había determinado ninguna para el descanso: asistir a Misa suponía dormir pocas horas o pasar la noche en vela.

Los cristianos actuaban movidos por "una exigencia interior que (…) sentían con tanta fuerza que al principio no se consideró necesario prescribirla. Sólo más tarde, ante la tibieza o negligencia de algunos, se ha debido explicitar el deber de participar en la Misa del domingo".

Acudir a la fracción del pan el día del Seño era una necesidad prescrita en el corazón de los bautizados. Ni el edicto de Valeriano ni las sucesivas amenazas lograban quebrantar la fe de aquellos primeros: "¡no podemos vivir sin el domingo!", exclamaban los mártires de Abitene, detenidos por haber incurrido en una reunión ilegal.

Tharsos, audacia, confianza

Tarsicio era acólito en una iglesia doméstica construida a cielo abierto, en el cementerio de Calixto, sobre la Vía Apia.

Bien entrada la noche del sábado o antes del amanecer del domingo, el joven se dirige a la domus para ayudar en la celebración eucarística, que seguiría aproximadamente el orden que describe San Justino:

"Se leen, según el tiempo disponible, las Memorias de los Apóstoles y los escritos de los profetas. Después, el lector calla y el presidente toma la palabra para exhortarnos a imitar los buenos ejemplos que acaban de ser citados.

A continuación, todos se ponen en pie y recitan las oraciones. Por último (…) la comunidad ora y da gracias con todas sus fuerzas; el pueblo responde con la aclamación Amén.

Después se distribuye a cada uno los alimentos consagrados y se envían a los ausentes".

Quienes sufrían alguna enfermedad o permanecían en prisión no quedaban privados del fármaco de la inmortalidad, el antídoto contra la muerte, como llamaba San Ignacio de Antioquía a la Eucaristía. Después del mencionado edicto de Valeriano, llevarles la Comunión suponía un riesgo. Probablemente por eso se elegía a niños o adolescentes para cumplir este encargo, pues circulaban por la Urbe con cierta facilidad y se les permitía visitar a los encarcelados.

Así consta en el Liber Pontificalis: "reciben el alimento que nosotros hemos consagrado por medio de los acólitos". Al acabar la Misa, Tarsicio se ofrece a llevar la Eucaristía. Podían hacerlo otros acólitos, pero el joven se adelanta con generosidad: ha recibido el don por excelencia y quiere compartirlo.

 

Tarsicio

 

Es necesario agrandar el corazón para acercarse a Jesús sacramentado. Ciertamente, se precisa la fe; pero se requiere además, para ser alma de Eucaristía, saber querer, saber darse a los demás, imitando -dentro de nuestra pobre poquedad- la entrega de Cristo a todos y a cada uno.

Tarsicio sale de la domus custodiando al Señor junto a su pecho, entre los pliegues de la túnica. Tal vez por curiosidad o por malicia, unos hombres lo interceptan y le piden que entregue lo que lleva. La negativa les desconcierta, y se ensañan más aún hasta quitarle la vida. Causa estupor la firmeza del adolescente en defender lo que luego descubren como un trozo de pan.

El nombre Tarsicio -según algunos autores- deriva de la palabra griega tharsos, que significa valor, audacia, confianza. Su fortaleza es una prueba más de que -desde los comienzos- la Iglesia entendía las palabras de Jesucristo: esto es mi cuerpo, ésta es mi sangre, de un modo real, no metafórico.

¿Quién se hubiera dejado lapidar por un símbolo? San Justino afirmaba que la Eucaristía es "la carne y la sangre de aquel Jesús que se encarnó", y San Ireneo añadía que el Cuerpo resucitado de Cristo vivifica nuestra carne: al comulgar "nuestros cuerpos no son corruptibles sino que poseen el don de la resurrección para siempre".

Tarsicio es el primero en proclamar su fe en el misterio eucarístico hasta el extremo de consignar su vida, por eso se le conoce como el protomártir de la Eucaristía: Esteban confesó que Jesús era el Mesías, pronunciando un discurso quele llevó a ola lapidación; Tarsicio defendió en silencio a su Dios presente en la Hostia Santa, correspondiendo a la entrega del Amigo que se ofrecía por su vida, y por la de todos, en la Eucaristía.

 

El Dios que no abandona

Según una tradición antigua, cuando Tarsicio yacía en tierra, pasó un soldado catecúmeno que se llamaba Cuadrado. Reconoció al joven cristiano y lo cargó en sus hombros hasta el cementerio de Calixto. Depuso el cadáver en el mausoleo construido en la superficie -la cella tricora-, junto a los restos mortales del Papa Ceferino.

En el siglo VIII, trasladaron su cuerpo a la iglesia romana de San Silvestro in Capite. A partir del siglo XVI, sus restos descansan bajo el altar mayor. Actualmente, sobre el altar de ese templo se expone la Eucaristía.

Muchos transeúntes aún ignoran o han olvidado la presencia de Cristo en el Santísimo Sacramento. Necesitan que alguien despierte sus conciencias, recordándoles que "allí, en ese trozo de pan, se encuentra realmente el Señor, quien da el verdadero sentido a la vida, al inmenso universo y a la más pequeña criatura, a toda la historia humana y a la más breve existencia";

que "la Eucaristía es el sacramento del Dios que no nos deja solos en el camino, sino que se pone a nuestro lado y nos indica la dirección";

que si tenemos en Él nuestro centro, descubrimos el sentido de la misión que se nos ha confiado, tenemos un ideal humano que se hace divino, (…) y llegamos a sacrificar gustosamente no ya tal o cual aspecto de nuestra actividad, sino la vida entera, dándole así, paradójicamente, su más hondo cumplimiento.

Alborea. Por las calles de Roma empiezan a circular vendedores, obreros, comerciantes. Los cristianos que acaban de asistir a la Santa Misa en la iglesia doméstica de Calixto se dirigen a sus lugares de trabajo o a sus domicilios, en una acción de gracias continuada.

"Para el fiel que ha comprometido el sentido de lo realizado, la celebración eucarística no termina sólo dentro del templo. Como los discípulos de Emaús, que reconocen a Cristo en la fracción del pan, experimentan la exigencia de ir inmediatamente a compartir con sus hermanos la alegría del encuentro con el Señor".

 

 

ver en wikipedia

 

El sacramento de la confesión, parte esencial de la vida de los cristianos de los primeros siglos

Con estas citas de algunos Padres de la Iglesia, se pone de manifiesto la importancia que tenía el sacramento de la confesión para los primeros cristianos

LA DIDACHÉ

“Confiesa tus pecados en la iglesia, y no te eleves a la oración con mala conciencia. Esta es la forma de vida. . . . En el día del Señor reuníos, partid el pan y dad gracias, después de confesar vuestras transgresiones para que vuestro sacrificio sea puro” ( Didaché  4:14, 14:1 [70 d. C.]).

LA CARTA DE BERNABÉ

“Juzgarás con justicia. No harás cisma, sino que pacificarás a los que contienden reuniéndolos. Confesarás tus pecados. No irás a la oración con mala conciencia. Este es el camino de la luz” ( Carta de Bernabé  19 [AD 74]).

confesion

IGNACIO DE ANTIOQUÍA

“Porque todos los que son de Dios y de Jesucristo, también están con el obispo. Y todos los que, en el ejercicio de la penitencia, vuelvan a la unidad de la Iglesia, éstos también serán de Dios, para que puedan vivir según Jesucristo” ( Carta a los Filadelfianos  3 [AD 110]).

“Porque donde hay división e ira, Dios no habita. A todos los que se arrepienten, el Señor les concede el perdón, si se vuelven penitenciales a la unidad de Dios ya la comunión con el obispo” (ibid., 8).

“[Los discípulos gnósticos] han engañado a muchas mujeres. . . . Sus conciencias han sido marcadas como con hierro candente. Algunas de estas mujeres hacen una confesión pública, pero otras se avergüenzan de hacerlo, y en silencio, como si se privaran de sí mismas la esperanza de la vida de Dios, o apostatan por completo o dudan entre los dos caminos” ( Contra las herejías  1: 22 [189 d. C.]).

TERTULIANO

“[Respecto a la confesión, algunos] huyen de este trabajo como una exposición de sí mismos, o lo posponen día a día.

Supongo que son más conscientes de la modestia que de la salvación, como los que contraen una enfermedad en las partes más vergonzosas del cuerpo y rehúyen darse a conocer a los médicos; y así perecen con su propia timidez” ( Arrepentimiento  10:1 [AD 203]).

HIPÓLITO

“[El obispo que dirige la ordenación del nuevo obispo orará:] Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. . . . Derrama ahora ese poder que viene de ti, de tu Espíritu real, que diste a tu amado Hijo, Jesucristo, y que él otorgó a sus santos apóstoles. . .

y concédele a este tu siervo, a quien has escogido para el episcopado, [el poder] de apacentar tu santo rebaño y de servir sin mancha como tu sumo sacerdote, ministrando día y noche para propiciar sin cesar delante de ti y para ofrecerte los dones de tu santa Iglesia, y por el Espíritu del sumo sacerdocio para tener autoridad para perdonar los pecados, según tu mandato” ( Tradición Apostólica  3 [215 d. C.]).

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ORÍGENES

“[Un último método de perdón], aunque duro y laborioso [es] la remisión de los pecados a través de la penitencia, cuando el pecador . . . no rehuye declarar su pecado a un sacerdote del Señor y buscar medicina, a la manera de quien dice: 'Dije: "Ante el Señor me acusaré de mi iniquidad"'” ( Homilías sobre Levítico  2: 4 [248 d. C.]).

“El apóstol [Pablo] igualmente da testimonio y dice: ' . . . Cualquiera que comiere el pan o bebiere la copa del Señor indignamente, será culpable del cuerpo y de la sangre del Señor' [1 Cor. 11:27].

Pero [los impenitentes] rechazan y desprecian todas estas advertencias; antes de que sus pecados sean expiados, antes de que hayan hecho una confesión de su crimen, antes de que su conciencia haya sido purgada en la ceremonia y de la mano del sacerdote. . . ultrajan el cuerpo y la sangre [del Señor], y con las manos y la boca pecan contra el Señor más que cuando lo niegan” ( Los caducos  15:1–3 (251 d. C.)).

“De cuánto mayor fe y saludable temor son los que . . . confesar sus pecados a los sacerdotes de Dios con sinceridad y con dolor, haciendo abierta declaración de conciencia. . . .

Os suplico, hermanos, que todo aquel que ha pecado, confiese su pecado mientras esté en este mundo, mientras su confesión sea aún admisible, mientras la satisfacción y la remisión hechas por medio de los sacerdotes sean aún agradables ante el Señor” (ibid., 28). ).

“Los pecadores pueden hacer penitencia por un tiempo determinado, y de acuerdo con las reglas de disciplina venir a la confesión pública, y por imposición de la mano del obispo y el clero recibir el derecho a la Comunión.

[Pero ahora algunos] con su tiempo [de penitencia] aún incumplido. . . son admitidos a la Comunión y se presenta su nombre; y mientras aún no se ha hecho la penitencia, aún no se ha hecho la confesión, aún no se les imponen las manos del obispo y del clero, se les da la Eucaristía; aunque está escrito: 'Cualquiera que comiere el pan o bebiere la copa del Señor indignamente, será culpable del cuerpo y de la sangre del Señor' [1 Cor. 11:27]” ( Cartas  9:2 [253 d. C.]).

“Y no pienses, queridísimo hermano, que o el valor de los hermanos disminuirá, o que los martirios fracasarán por esta causa, que la penitencia se relaja a los caídos, y que se ofrece la esperanza de la paz [es decir, la absolución] al penitente. . . . Porque a los adúlteros les es concedido incluso un tiempo de arrepentimiento, y les es dada la paz” (ibid., 51[55]:20).

“Pero me asombra que algunos sean tan obstinados como para pensar que no se debe conceder el arrepentimiento a los caídos, o suponer que se debe negar el perdón al penitente, cuando está escrito:

'Recuerda de dónde has caído, y arrepiéntete. , y hacer las primeras obras' [Ap. 2, 5], lo que ciertamente se dice al que evidentemente ha caído, ya quien el Señor exhorta a levantarse con sus obras [de penitencia], porque está escrito: 'La limosna libra de la muerte' [Tob. 12:9]” (ibíd., 51[55]:22).

AFRAAHAT EL SABIO PERSA

“Vosotros [sacerdotes], pues, que sois discípulos de nuestro ilustre médico [Cristo], no debéis negar un curativo a los que necesitan curación. Y si alguno descubre su herida delante de ti, dale el remedio del arrepentimiento.

Y al que se avergüenza de dar a conocer su debilidad, anímalo para que no te la oculte. Y cuando os lo haya revelado, no lo hagáis público, no sea que por ello los inocentes sean tenidos por culpables por nuestros enemigos y por los que nos odian” ( Tratados  7:3 [AD 340]).

BASILIO EL GRANDE

“Es necesario confesar nuestros pecados a aquellos a quienes está confiada la dispensación de los misterios de Dios. Se encuentra que aquellos que hacían penitencia en la antigüedad lo hicieron antes que los santos. Está escrito en el Evangelio que confesaron sus pecados a Juan el Bautista [Mat. 3:6], pero en Hechos [19:18] se confesaron a los apóstoles” ( Reglas Brevemente Tratadas  288 [AD 374]).

JUAN CRISÓSTOMO

“Los sacerdotes han recibido un poder que Dios no ha dado ni a los ángeles ni a los arcángeles. Se les dijo: 'Todo lo que atéis en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares, será desatado.

Los gobernantes temporales tienen ciertamente el poder de obligar; pero sólo pueden atar el cuerpo. Los sacerdotes, en cambio, pueden atar con un lazo que pertenece al alma misma y trasciende los mismos cielos.

¿No les dio [Dios] todos los poderes del cielo? 'A quienes perdonéis los pecados', dice, 'les son perdonados; cuyos pecados se los retuviereis, les quedan retenidos.' ¿Qué mayor poder hay que este?

El Padre ha dado todo el juicio al Hijo. Y ahora veo al Hijo poniendo todo este poder en manos de los hombres [Mat. 10:40; Juan 20:21–23]. Son elevados a esta dignidad como si ya fueran recogidos en el cielo” (El sacerdocio  3:5 [387 d. C.]).

AMBROSIO DE MILÁN

“Para aquellos a quienes se les ha otorgado [el derecho de atar y desatar], está claro que o ambos están permitidos, o está claro que ninguno está permitido. Ambos están permitidos a la Iglesia, ninguno está permitido a la herejía. Porque este derecho se ha concedido sólo a los sacerdotes” ( Penitencia  1:1 [AD 388]).

JERÓNIMO

“Si la serpiente, el diablo, muerde a alguien en secreto, infecta a esa persona con el veneno del pecado. Y si el que ha sido mordido guarda silencio y no hace penitencia, y no quiere confesar su herida. . . entonces su hermano y su maestro, que tienen la palabra [de la absolución] que lo curará, no podrán ayudarlo muy bien” ( Comentario sobre Eclesiastés  10:11 [AD 388]).

AGUSTÍN

“Cuando hayas sido bautizado, guarda una buena vida en los mandamientos de Dios para que puedas conservar tu bautismo hasta el final. No os digo que viviréis aquí sin pecado, pero son pecados veniales de los que esta vida nunca carece. El bautismo fue instituido por todos los pecados.

Para los pecados leves, sin los cuales no podemos vivir, se instituyó la oración. . . . Pero no cometáis aquellos pecados por los que tendríais que ser separados del cuerpo de Cristo. ¡Dios nos libre! Porque aquellos a quienes ves haciendo penitencia han cometido delitos, ya sea adulterio o alguna otra enormidad.

Por eso están haciendo penitencia. Si sus pecados fueran leves, bastaría la oración diaria para borrarlos. . . . En la Iglesia, por tanto, hay tres modos de perdonar los pecados: en el bautismo, en la oración y en la mayor humildad de la penitencia” (Sermón a los catecúmenos sobre el Credo  7:15, 8:16 [AD 395]).

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La confesión explicada por el Papa

 

Arqueólogos han descubierto en Bahréin uno de los primeros edificios cristianos del Golfo Pérsico

La primera evidencia física de una comunidad perdida hace mucho tiempo.

 

Hoy en día, el cristianismo no es algo que se asocie con el Golfo Pérsico, pero la Iglesia Oriental, a veces denominada Iglesia Nestoriana, prosperó allí hasta que comenzó a producirse una conversión a gran escala al Islam después de que la religión se estableciera en el año 610 d. C.

 

La datación por radiocarbono indica que el edificio, en Samahij, Bahréin, estuvo ocupado entre mediados del siglo IV y mediados del siglo VIII, cuando fue abandonado después de que la población se convirtiera al Islam.

Las excavaciones, realizadas por arqueólogos británicos y bahreiníes, bajo un montículo en un cementerio de la aldea revelaron un edificio con 8 habitaciones supervivientes. Estos incluían una cocina, un refectorio o comedor, una posible sala de trabajo y tres salas de estar. Había sobrevivido porque tenía una mezquita construida posteriormente sobre él.

Es posible que el edificio fuera el palacio del obispo de la diócesis de la que formaba parte Samahij, llamado Meshmahig en las fuentes históricas, y una corrupción de Samahij. Los registros indican que la relación entre Meshmahig y las autoridades de la iglesia central no siempre fue fluida, ya que un obispo fue excomulgado en el año 410 y, a mediado del siglo VII, otro obispo fue condenado por desafiar la unidad de la Iglesia.

 

Bahréin

 

Anteriormente, el puñado de edificios cristianos que se encontraban esparcidos por el Golfo se encontraban en pequeñas localidades remotas de Irán, Kuwait, los Emiratos Árabes Unidos y el este de Arabia Saudita, la mayoría de fecha posterior. Samahij es diferente porque se encuentra en el corazón de un asentamiento moderno.

El edificio estaba muy bien construido con paredes de piedra, enlucido por dentro y con pisos de yeso. Los zócalos y los agujeros indicaban dónde se habían fijado las puertas y los bancos internamente, y la cocina contenía varios fogones hechos con las bases o tapas de ánforas como recipientes de almacenamiento.

Los ocupantes tenían un buen nivel de vida, comían carne de cerdo, que desapareció tras la conversión islámica, pescado, mariscos y diversos cultivos que están en proceso de análisis.

El descubrimiento de cuentas de piedra semipreciosa  de cornalina y numerosos fragmentos de cerámica de origen indio indican que estaban involucrados en el comercio, especialmente con la India.

La comunidad también utilizaba objetos de cristal, incluidos pequeños vasos de vino, una costumbre que desapareció en la era islámica. La docena de monedas de cobre recuperadas por los arqueólogos sugiere que utilizaban monedas acuñadas en el Imperio sasánida.

En el edificio se encontraron torbellinos y agujas de cobre, por lo que es posible que allí se produjeran textiles para su uso en el culto.

La identidad cristiana de los habitantes se muestra en 3 cruces de yeso encontradas, dos que habrían decorado el edificio y una que podría haber sido llevada o guardada como recuerdo personal, y en grafitis grabados con el yeso que incluyen parte de lo que parecen ser partes de un Crisóstomo y un pez, ambos símbolos cristianos primitivos.

El edificio fue excavado entre 2019 y 2023 como parte de un proyecto dirigido por el profesor Timothy Insoll, del Instituto de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Exeter, y el Dr. Salman Almahari, de la Autoridad de Cultura y Antigüedades en Bahréin.

El profesor Tim Insoll dijo en un comunicado: "Nos sorprendió descubrir que alguien también había dibujado parte de una cara en una concha de perla en betún, tal vez para un niño que vivía en el edificio. Esta es la primera evidencia física encontrada en la Iglesia Nestoriana en Bahréin y brinda una visión fascinante de cómo vivía, trabajaba y rezaba la gente".

Ahora se está construyendo un museo en el sitio para preservar y presentar esta notable supervivencia y está previsto que abra en 2025.

 

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ARABIA

 

 

Benedicto XVI presenta a San Máximo el Confesor

LA VERDADERA LIBERTAD ESTÁ EN DECIR "SÍ" A DIOS 

San Máximo el Confesor nació en Constantinopla cerca del año 580 y creció dentro una piadosa familia cristiana. Recibió una excelente educación, estudiando filosofía, gramática, y retórica. Era un erudito en los autores de la antigüedad y también dominócon maestría la filosofía y la teología. Cuando San Máximo entró al servicio del gobierno, fue nombrado primer secretario (asekretis) y consejero en jefe del emperador Heraclio (611-641), quien estaba impresionado por su conocimiento y vida virtuosa.   

La verdadera libertad está en decir "sí" a Dios, a pesar de que muchas veces se piensa lo contrario, aclara Benedicto XVI.

Esta fue la consigna que dejó a los 15 mil fieles que participaron en la mañana de este miércoles en la audiencia general, dedicada a presentar la figura de san Máximo, monje del siglo VI, heroico "confesor" de la fe en la voluntad humana y divina de Jesús.

Su oposición a la herejía
del monotelismo --que sólo reconocía en Cristo una voluntad, la divina, negando la humana--, desencadenó la ira del emperador Constante II, que buscó hacer cambiar de opinión a Máximo con todos los medios.

Sometió al monje a un extenuante proceso, a pesar de que ya había superado los ochenta años, en el que fue condenado, junto a dos compañeros, a la mutilación de la lengua y de la mano derecha para impedirles hablar y escribir. Máximo murió dos años después, el 13 de agosto de 662.

 

 

maximo

 

La dura vida que soportó Máximo hace que su pensamiento se identifique sobre todo con el drama de Jesús Getsemaní, explicó el Papa a los peregrinos que tuvieron que soportar un tremendo calor.

"En este drama de la agonía de Jesús, en la angustia de la muerte, de la oposición entre la voluntad humana de no morir y la voluntad divina, que se ofrece a la muerte, se realiza todo el drama humano, el drama de nuestra redención", afirmó.

El Papa recogió en estas palabras la lección de san Máximo: "Adán (y Adán somos nosotros) pensaba que el "no" era la cumbre de la libertad.Sólo quien puede decir "no" sería realmente libre; para realizar realmente su libertad el hombre debería decir "no" a Dios". 

"La naturaleza humana de Cristo también llevaba en sí esta tendencia, pero la superó pues Jesús comprendió que el "no" no es lo máximo de la libertad humana".

san máximo confesor

"Lo máximo de la libertad es el "sí", la conformidad con la voluntad de Dios. Sólo en el "sí" el hombre llega a ser realmente él mismo; sólo en la gran apertura del "sí", en la unificación de su voluntad con la divina, el hombre llega a estar inmensamente abierto, llega a ser "divino"".

"Ser como Dios era el deseo de Adán, es decir, ser completamente libre. Pero no es divino, no es completamente libre el hombre que se encierra en sí mismo; lo es si sale de sí mismo, en el "sí" llega a ser libre".

 

"Este es el drama de Getsemaní: "que no se haga mi voluntad, sino la tuya". Transfiriendo la voluntad humana en la voluntad divina nace el verdadero hombre, así somos redimidos".

En esta lección de Máximo, concluyó, "vemos que está en juego todo el ser humano; está en juego toda nuestra vida".

La intervención del Santo Padre forma parte del ciclo de catequesis que está ofreciendo los miércoles sobre las grandes figuras de la historia de la Iglesia.

 

 

 

 

Filomena mártir cristiana

El culto a Santa Filomena, y también las preguntas sobre su identidad, surgen en Roma el 25 de mayo de 1802, durante las excavaciones en la Catacumba de Priscila en la vía Salaria. Se descubrieron entonces los huesos de una joven de trece o catorce años y un pequeño vaso que contenía un líquido considerado sangre de la Santa.

 

Filomena, considerada una joven mártir de la Iglesia primitiva, no aparece registrada en ningún martirologio hasta el siglo XIX. El 25 de mayo de 1802, mientras se llevaban a cabo excavaciones arqueológicas en las catacumbas de Santa Priscila, en la Vía Salaria de Roma, se encontró una cripta sellada con tres losas de terracota; estaba rodeada de símbolos que presuntamente aludían al martirio y a la virginidad de la persona ahí enterrada; los símbolos eran: ancla, tres flechas, una palma y una flor.

Llevaban la inscripción «Lumena — Pax Te — Cum Fi». Al leer desde la línea de en medio según la antigua tradición de comenzar el epitafio desde esta línea, se obtuvo el texto correcto que se leería como «Pax tecum Filumena», que en latín quiere decir «La paz sea contigo, Filomena».

Al abrir la tumba descubrieron un esqueleto que era de huesos pequeños y notaron, a la vez, que el cuerpo había sido traspasado por flechas. Al examinar los restos, los cirujanos atestiguaron la clase de heridas recibidas y los expertos coincidieron en que el cuerpo encontrado se trataba de una chica joven de 12 o 13 años.

Cerca de su cabeza tenía un jarrón roto que contenía lo que se interpretó como sangre seca, aunque otras fuentes sostienen que eran restos de perfumes. El recipiente con restos de sangre, fue relacionado con la costumbre de los primeros cristianos al sepultar a los mártires; también por el signo de la palma. Posteriormente se colocó su cuerpo en una caja de ébano forrada en seda y se entregó a la Iglesia, el 10 de agosto de 1805. Sus reliquias se trasladaron a la Parroquia de la Virgen de la Gracia de Mugnano, donde se encuentra su santuario.

Cuando era joven, Pauline Jaricot fue sanada por la intercesión de santa Filomena de una enfermedad cardíaca. En honor de la santa fundó tres asociaciones católicas: la Asociación del Rosario Viviente, la Sociedad para la Propagación de la Fe y la Asociación de la Santa Niñez.

 

santa Filomena

El nicho estaba cerrado con tres tejas de barro sobre las que estaba escrito: “LUMENA PAX TE CUM FI”.

 

Las reliquias y los prodigios en Mugnano del Cardinale

Estas reliquias fueron llevadas a Mugnano del Cardinale, provincia de Avelino, a la iglesia dedicada a la Virgen de las Gracias, donde se encuentran aún hoy en día.

En esta ciudad comienzan a suceder los primeros milagros, narrados por Mons. De Lucia. Al saber de los milagros, el Papa León XII concedió al Santuario la lápida original, que había sido trasladada anteriormente al lapidario Vaticano.

En 1833, la "Revelación" de la religiosa Sor María Luisa de Jesús contribuyó a la difusión del culto a Santa Filomena en Europa y en América. De esta manera, personajes conocidos, como Paulina Jaricot -fundadora de la Obra de la Propagación de la Fe y del Rosario viviente- y el santo Cura de Ars recibieron la curación completa de sus males por intercesión de la santa, y desde entonces fueron devotos fervientes.

San Juan Maria Vianney, era muy devoto de santa Filomena. Cierto día enfermó de gravedad y prometió ofrecer 100 Misas en honor de Santa Filomena. Cuando la primera Misa estaba siendo ofrecida, cayó en éxtasis y se le escuchó murmurar varias veces “Filomena”. Al volver en sí, exclamó que estaba curado y se lo atribuyó a la santa.

 

Historicidad e investigaciones recientes

En los últimos años se han realizado diversas investigaciones han esclarecido información acerca de la identidad e historicidad de Santa Filomena, un estudio realizado en 2005 a petición del entonces obispo de Nola, Ms. Giovanni Braschi reveló que la época en la que murió la santa fue principios del siglo II, dando como fecha aproximada los años 200-202 D.C. echando por tierra la leyenda decimonónica que la hacía contemporánea de Diocleciano, y demostrando que su martirio ocurrió durante el reinado del emperador Septimio Severo.

Hagiógrafos actuales aseguran que las dudas que rodean su vida y la fantasiosa leyenda creada en torno a ella no son causa para dejar de venerar a esta santa, más bien son pruebas para asegurar la veracidad y legitimidad de su culto, defendiendo el hecho que Santa Filomena fue una mártir más en la historia del cristianismo, y su valentía para entregar la Vida por Jesucristo es más que suficiente para venerarla.

 

Crecimiento de la devoción

Los papas fueron generosos con Santa Filomena. Incluso el Papa Gregorio XVI le concedió, además de la aprobación de culto público, un oficio, una misa especial y una lectura adecuada en el Breviario (actual Liturgia de las Horas ). El Papa [León XIII]] aprobó el uso del famoso "Cordón de Santa Filomena", así como la eregiu la Cofradía de Santa Filomena en Francia.

A su vez, San Pío X extendió la Archiconfraria de Santa Filomena a todo el mundo. Por lo tanto, su popularidad pronto se extendió, con sus devotos más memorables, João Maria Batista Vianney , Madalena Sofía Barat, Pedro Eymard y Pedro Chanel, todos ellos santos de la Iglesia Católica.

 

La Devoción permanece

La “Santita” del Cura De Ars, como muchos llaman a Santa Filomena, fue venerada en particular por san Pío de Pietrelcina desde que era niño. La llamaba la “princesita del Paraíso” y a quien osaba poner en discusión su existencia, respondía que las dudas eran fruto del demonio y repetía: “¡Puede ser que no se llame Filomena! ¡Pero esta Santa ha hecho milagros y no ha sido su nombre quien los ha hecho!”.

La devoción a Santa Filomena se extendió por todo el mundo principalmente a través del gran fenómeno que fue la emigración italiana de finales del siglo XIX y principios del Siglo XX , cuyos inmigrantes llevaron sus devociones a los países donde se establecieron. Por lo tanto, fuera de Italia , hay fieles devotos de Santa Filomena en Brasil , Estados Unidos, México y Australia , por ejemplo.

Aún hoy en día, Filomena intercede por muchas almas y numerosos fieles peregrinan para rezar ante sus restos.  Es considerada la protectora de los afligidos y de las jóvenes parejas, y muchas veces ha donado la alegría de la maternidad a madres estériles.

 

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Lorenzo, el mártir de los más pobres

 

El testimonio de este santo mártir, nacido en España en la primera mitad del siglo III, está caracterizado por la piedad y la caridad. El Papa Sixto II, tras su elección, le confía la tarea de archidiácono.

 

Como responsable de las actividades caritativas en la diócesis de Roma, San Lorenzo administra los bienes y las ofertas para ayudar a los pobres, huérfanos y viudas.

 

Custodio de los “tesoros de la Iglesia”

En su juventud, su camino fue truncado por el drama de la persecución: en el año 258  se proclamó el edicto del emperador Valeriano por el que todos los obispos, presbíteros y diáconos deben morir. San Lorenzo fue capturado junto a otros diáconos y al Papa Sixto II. El Pontífice fue asesinado el 6 de agosto.

El emperador prometió a Lorenzo que salvaría su vida si le entregaba “los tesoros de la Iglesia”. El Santo  mostró al emperador los enfermos, indigentes y marginados. Estos, afirmó, son los tesoros de la Iglesia. Cuatro días más tarde, el 10 de agosto, también san Lorenzo fue martirizado.

Inicialmente, Lorenzo se libra con el objetivo de obtener información sobre los bienes de la comunidad. Pero Lorenzo, después de repartir entre los pobres las pocas posesiones que entonces tenía la Iglesia, presenta a las autoridades romanas una multitud muy numerosa de pobres, lisiados y ciegos. "Estos", dice, "son los tesoros de la Iglesia".

"Lorenzo, famoso diácono de la Iglesia de Roma, confirmó su servicio caritativo con el martirio bajo Valeriano (258), cuatro días después de la decapitación del Papa Sixto II.

Según una tradición ya difundida en el siglo IV, soportó intrépidamente un atroz martirio en la parrilla, después de repartir los bienes de la comunidad a los pobres a los que calificó como los verdaderos tesoros de la Iglesia... (Misal Romano)"

SAN LORENZO

 

 

Quemado vivo en una parrilla

Según narra una antigua “pasión” recogida por san Ambrosio, san Lorenzo fue quemado en una parrilla. San Ambrosio, en el “De Officiis”, imagina un encuentro entre Lorenzo y el Papa Sixto II camino del martirio. En el encuentro, Lorenzo dice:

“¿Dónde vas, padre, sin tu hijo? ¿Hacia dónde te apresuras, santo obispo, sin tu diácono? Tú nunca ofreciste el sacrificio sin tu ministro. ¿Qué te disgustó de mí, padre? ¿Tal vez me consideras indigno?

Ponme a prueba, para ver si has escogido un ministro indigno para la distribución de la Sangre del Señor. ¿Negarás a aquel que admitiste a los misterios divinos que sea tu compañero en el momento de verter la sangre?

Del martirio a la gloria

Su martirio fue una prueba suprema de amor. San León Magno, en una homilía, comenta de esta manera el suplicio de san Lorenzo:

“Las llamas no pudieron vencer la caridad de Cristo; el fuego que lo quemaba era más débil que el que ardía en su interior”.

Y agrega: “El Señor quiso exaltar hasta tal punto su nombre glorioso en todo el mundo, de Oriente a Occidente, que la misma gloria que vino a Jerusalén a causa de Esteban, tocó también a Roma por mérito de Lorenzo”.

 

La Basílica de San Lorenzo, y la iglesia en Panisperna

Tras su muerte, el cuerpo de San Lorenzo fue colocado en una tumba en la vía  Tiburtina. En ese lugar, el emperador Constantino erigió una Basílica, restaurada en el siglo XX después de los daños provocados por el bombardeo americano sobre Roma el 19 de julio de 1943, durante la Segunda Guerra Mundial.

En el lugar donde tuvo lugar el martirio se construyó la iglesia de San Lorenzo en Panisperna. Según algunas fuentes  el nombre de Panisperna deriva de la costumbre de los frailes y las clarisas de distribuir a los pobres, el 10 de agosto, "panis et perna", pan y jamón.

La poesía “10 agosto”

El martirio de San Lorenzo ha inspirado también obras de arte, dichos populares y poesías. Giovanni Pascoli escribió en la poesía “X agosto”en el que interpreta la "lluvia" de estrellas fugaces como un río de lágrimas celestiales:

 

“San Lorenzo, io lo so perché tanto

di stelle per l'aria tranquilla

arde e cade, perché sì gran pianto

nel concavo cielo sfavilla”…

 

 

San Lorenzo, yo sé por qué tantas

estrellas por el aire tranquilo

arden y caen, por qué tan gran llanto

en el cielo cóncavo reluce…

 

 

 

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SAN LORENZO

 

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San Lorenzo, su fiesta se celebra el 10 de agosto

Diácono de la iglesia de Roma, que murió mártir el 10 de agosto del año 258 durante la persecución de Valeriano.

Por la Depositio Martyrum, sabemos que recibió sepultura junto a la vía Tiburtina, un 10 de agosto. Este dato lo concreta después el Martiriólogo jeronimiano, precisando que la deposición tuvo lugar en el cementerio de su nombre. De esta misma época arrancan varios testimonios arquitectónicos, las basílicas construidas en su honor, junto con otros testimonios epigráficos y arqueológicos. 

Hay que señalar que en estos primeros testimonios los detalles concretos sobre su pasión son muy escasos. Solamente el papa San Dámaso habla genéricamente de las diversas torturas que padeció, y más en concreto de la del fuego, pero sin aludir concretamente al tormento de las parrillas.

Hasta San Ambrosio (+397) no se conoce ningún otro detalle. Éste refiere detenidamente varios episodios de su martirio, lo que supone que ya para entonces existía la Passio Laurentii. Esta misma tradición se refleja también en el himno que Prudencio le dedica. De su Pasión se conservan tres versiones, compuestas entre los siglos V y VII.

Durante el año 258, el emperador Valeriano dictó un Decreto de persecución. Según él, los obispos, sacerdotes y diáconos debían ser ejecutados en el acto; los cristianos ricos, privados de sus bienes, y, si no apostataban, ejecutados también.

La primera víctima ilustre en la persecución, en Roma, fue el papa San Sixto II. Estaba con su clero celebrando el natalicio de un mártir en el cementerio de Pretextato, junto a la Vía Apia, cuando lo prendieron; allí mismo lo mataron, siendo enterrado en el vecino cementerio de Calixto, en la cripta de sus predecesores.

 

San Lorenz

 

De este suceso arranca la Pasión de Lorenzo, el protodiácono de San Sixto. Según ella, al salir el Papa para el martirio, Lorenzo se le acerca, quejándose de que fuera a la muerte solo, sin “su diácono”. San Sixto lo consuela, asegurándole que lo seguirá en seguida, y le manda que, entre tanto, distribuya los bienes de la Iglesia a los pobres.

Muy pronto le prenden, y lo presentan ante el Emperador (Decio, según la Pasión), que le pide cuentas de los bienes que administra. Lorenzo pide tiempo para presentarlas; convoca a los pobres que socorría, unos 1500 por aquellos años, y se presenta de nuevo con ellos. “Estos son nuestros tesoros”, le dice; y el Emperador enfurecido, le somete a tormento.

Lo azotan, lo despedazan, le aplican planchas candentes, sin resultado. Convierte a un soldado, Román, que es martirizado en el acto. Nuevos tormentos, con la decisión final de someterlo al suplicio de las parrillas: asarlo a fuego lento hasta que expirara. Estando en este suplicio tremendo, tiene aún fuerzas para decirles que “pueden ya darle la vuelta y comer de la parte asada”.

Murió dando gracias a Dios por haberle hecho digno del cielo. Hipólito, el jefe de los soldados que lo custodiaban, a quién había conseguido convertir antes, y el sacerdote Justino, lo enterraron en una propiedad privada, en el Campo Verano, junto a la Vía Tiburtina.

El primero que narra muchos detalles sobre el juicio de San Lorenzo es San Ambrosio, menos de un siglo después del martirio, tiempo no excesivo que podría explicar la pervivencia de una tradición. Pero hay autores que niegan la objetividad de estas actas.

 

San Lorenzo

 

Su argumento principal es que la persecución de Valeriano, dirigida contra la Jerarquía de la Iglesia, no pretendía la apostasía; mandaba que una vez identificados, fueran sin más ejecutados; y así murió efectivamente San Sixto.

En esto se diferenció esta persecución de la antecedente de Decio y de la siguiente de Diocleciano. Éstos se sirvieron de las torturas para conseguir apostasías, que era lo que pretendían. Por tanto, según esos autores, el tormento de las parrillas se había introducido en la tradición del martirio de San Lorenzo por influencia de otras pasiones.

En Roma fue uno de los santos de culto más popular, siendo muy abundantes las basílicas a él dedicadas, ya desde el siglo IV, y durante toda la Edad Media. Las más importantes fueron: San Lorenzo Extramuros, erigida por Constantino sobre su sepulcro en el Campo Verano; San Lorenzo inDamaso, obra de este papa, edificada en el lugar en el que hasta entonces ocuparon los archivos de la Iglesia; San Lorenzo in Panisperna, donde se guardaban las parrillas; etc. Cada una de ellas se ponía en relación con algún pasaje de los referidos en la Pasión.

En Roma, su fiesta litúrgica seguía en importancia a la de los Apóstoles Pedro y Pablo. Tenía vigilia solemne, celebrada en la Basílica del Verano; su fiesta era seguida de octava; y su nombre fue incluido en el canon romano de la Misa. Fuera de Roma, también fue muy venerado en Occidente durante la Edad Media.

En la liturgia hispánica también lo encontramos, ya desde antes de la invasión musulmana; y existe una versión española de la Pasión. Su culto pudo comenzar en el sigloV y se celebraba el 10 de agosto, como en Roma.

¿Había nacido en Huesca, o al menos en España? Parece que hay que responder negativamente a esta pregunta; al menos no hay ningún testimonio antiguo que lo sufrague. Por otra parte, sería muy extraño el silencio de Prudencio, tan dispuesto siempre a cantar las glorias martiriales españolas. La crítica moderna rechaza esta tradición. Los testimonios que la apoyan no son anteriores al siglo IX. En concreto, se trata del Martirologio de Adón, que en la larga noticia que le dedica, afirma ser natural de España.

 

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SAN LORENZO

 

 

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Historia del Rosario

El pueblo cristiano siempre ha sentido la necesidad de la mediación de María, Omnipotencia suplicante, canal de la gracia: se multiplican así a lo largo de los siglos las devociones marianas, tanto litúrgicas coma populares.  Sin embargo, entre las devociones a María, con el paso de los años, una se destaca claramente: el Santo Rosario, el ejercicio piadoso por excelencia en honor de la Santísima Virgen María, Madre de Dios.

Entre las devociones a María, con el paso de los años, una se destaca claramente: el Santo Rosario

 

ANTECEDENTES HISTÓRICOS

En la antigüedad, los romanos y los griegos solían coronar con rosas a las estatuas que representaban a sus dioses como símbolo del ofrecimiento de sus corazones. La palabra rosario significa "corona de rosas".

Siguiendo esta tradición, las mujeres cristianas que eran llevadas al martirio por los romanos, marchaban por el Coliseo vestidas con sus ropas más vistosas y con sus cabezas adornadas de coronas de rosas, como símbolo de alegría y de la entrega de sus corazones al ir al encuentro de Dios.

Por la noche, los cristianos recogían sus coronas y por cada rosa, recitaban una oración o un salmo por el eterno descanso del alma de las mártires.

 


ORIGEN Y DESARROLLO

        En la Edad Media, se saluda a la Virgen María con el título de rosa, símbolo de la alegría. El bienaventurado Hermann le dirá: «Alégrate, Tú, la misma belleza. / Yo te digo: Rosa, Rosa», y en un manuscrito francés medieval se lee: «cuando la bella rosa María comienza a florecer, el invierno de nuestras tribulaciones se desvanece y el verano de la eterna alegría comienza a brillar». Se adornan las imágenes de la Virgen con una «corona de rosas» y se canta a María como «jardín de rosas» (en latín medieval rosarium); así se explica la etimología del nombre que ha llegado a nuestros días.

        En esa época, los que no sabían recitar los 150 salmos del Oficio divino los sustituían por 150 Avemarías, acompañadas de genuflexiones, sirviéndose para contarlas de granos enhebrados por decenas o de nudos hechos en una cuerda. A la vez se meditaba y se predicaba la vida de la Virgen. En el s. XIII, en Inglaterra, el abad cisterciense Étienne de Sallai escribe unas meditaciones en donde aparecen 15 gozos de NuestraSeñora, terminando cada una de ellas con un Avemaría.

virgen_3.gif        Sin entrar en una discusión crítico-histórica pormenorizada sobre los detalles del origen último del Rosario en su estructura actual, podemos afirmar que es, sin duda, Santo Domingo de Guzmán el hombre que en su época más contribuyó a la formación del Rosario y a su propagación, no sin inspiración de Santa María Virgen. Motivo fue el extenderse la herejía albigense, a la que combatió, «no con la fuerza de las armas, sino con la más acendrada fe en la devoción del Santo Rosario, que fue el primero en propagar, y que personalmente y por sus hijos llevó a los cuatro ángulos del mundo...» (León XIII, Enc. Supremi apostolatus, 1 sept. 1883).

        A finales del s. XV los dominicos Alain de la Rochelle en Flandes, Santiago de Sprenger y Félix Fabre en Colonia, dan al Rosario una estructura similar a la de hoy: se rezan cinco o quince misterios, cada uno compuesto por diez Avemarías.

Se estructura la contemplación de los misterios, que se dividen en gozosos, dolorosos y gloriosos, repasando así en el ciclo semanal los hechos centrales de la vida de Jesús y de María, como en un compendio del año litúrgico y de todo el Evangelio. Por último se fija el rezo de las letanías, cuyo origen en la Iglesia es muy antiguo.

        La devoción al Rosario adquirió un notable impulso en tiempos de León XIII añadiéndose a las letanías lauretanas la invocación «Reina del Santísimo Rosario».

         En los últimos tiempos ha contribuido de manera especial a la fundamentación y propagación de esta devoción mariana los hechos milagrosos de Lourdes y Fátima: «la misma Santísima Virgen, en nuestros tiempos, quiso recomendar con insistencia esta práctica cuando se apareció en la gruta de Lourdes y enseñó a aquella joven la manera de rezar el Rosario.

 

ESTRUCTURA

        La forma típica y plenaria del rezo del Rosario, con 150 Avemarías, se ha distribuido en tres ciclos de misterios, gozosos, dolorosos y gloriosos a lo largo de la semana, dando lugar a la forma habitual del rezo de cinco decenas de Avemarías, contemplando cinco misterios -diarios (la costumbre suele asignar al domingo, miércoles y sábado los gloriosos; los gozosos al lunes y jueves y los dolorosos al martes y viernes), rezándose al final de los cinco misterios las letanías lauretanas. Juan Pablo II añadió el ciclo de misterios luminosos los jueves.

        Los tres grupos de misterios nos recuerdan los tres grandes misterios de la salvación. El misterio de la Encarnación nos lo evocan los gozos de la Anunciación, de la Visitación, de la Natividad del Señor, su Presentación en el templo y la Purificación de su Madre y, por último, su encuentro entre los doctores en el Templo.

El misterio de la Redención está representado por los diversos momentos de la Pasión: la oración y agonía en el huerto de Getsemaní, la flagelación, la coronación de espinas, el camino del Calvario con la Cruz a cuestas y la crucifixión.

El misterio de la vida eterna nos lo evoca la Resurrección del Señor, su Ascensión, Pentecostés, la Asunción de María y su Coronación como Reina.

«Todo el Credo pasa, pues, ante nuestros ojos, no de una manera abstracta, con fórmulas dogmáticas, sino de una manera concreta en la vida de Cristo, que desciende a nosotros y sube a su Padre para conducirnos a Él. Es todo el dogma cristiano, en toda su profundidad y esplendor, para que podamos de esta manera y todos los días, comprenderlo, saborearlo y alimentar nuestra alma con él» (R. Garrigou-Lagrange, La Madre del Salvador y nuestra vida interior, 3 ed. Buenos Aires 1954, 261).

Juan Pablo II  incluyó en el rezo del Rosario los Misterios de Luz, que incluye varias escenas de la vida de Jesús que faltaban por considerar: el Bautismo, las Bodas de Caná, el Anuncio del Reino, la Transfiguración y la institución de la Eucaristía.

 

INSTITUCIÓN DE LA FIESTA DEL SANTO ROSARIO

        El 7 de octubre de 1571 se llevó a cabo la batalla naval de Lepanto, en la cual los cristianos vencieron a los turcos. Los cristianos sabían que si perdían esta batalla, su religión podía peligrar y por esta razón confiaron en la ayuda de Dios a través de la intercesión de la Santísima Virgen. El Papa San Pío V pidió a los cristianos rezar el rosario por la flota.

        Días más tarde llegaron los mensajeros con la noticia oficial del triunfo cristiano. Posteriormente, instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias el 7 de octubre.

        Un año más tarde, Gregorio XIII cambió el nombre de la fiesta por el de Nuestra Señora del Rosario y determinó que se celebrase el primer domingo de Octubre (día en que se había ganado la batalla). Actualmente se celebra la fiesta del Rosario el 7 de Octubre y algunos dominicos siguen celebrándola el primer domingo del mes.

 

 

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EL ROSARIO 

 

 

J. FERRER SERRATE , M. GARCIA MIRALLES (GER)

 

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