EI; la Santa Sede pide el fin de las guerras y no acostumbrarnos a la violencia

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Durante la misa en la Capilla Paoolina con los nuncios del Medio Oriente, el cardenal Pietro Parolin, Secretario de estado vaticano, dijo: «La Iglesia no puede permanecer en silencio ante la persecución que sufren sus hijos y la comunidad internacional no puede permanecer neutral entre los agredidos y el agresor».

Es lo que se lee en una nota difundida al final del encuentro de los nuncios apostólicos del Medio Oriente. Parolin: «La comunidad internacional no puede permanecer neutral»

Durante la misa en la Capilla Paoolina con los nuncios del Medio Oriente, el cardenal Pietro Parolin, Secretario de estado vaticano, dijo: «La Iglesia no puede permanecer en silencio ante la persecución que sufren sus hijos y la comunidad internacional no puede permanecer neutral entre los agredidos y el agresor».

«La situación de violencia, a la que existe el peligro de acostumbrarse, dándola casi por descontada como objeto de la crónica cotidiana, debe cesar». Es urgente poner fin «a las guerras en acto que ya han provocado muchísimas víctimas». Lo afirma el comunicado final del encuentro entre los nuncios apostólicos del Medio Oriente con algunos superiores de la Curia romana, que se llevó a cabo en el Vaticano. «Desgraciadamente continúa, sin escrúpulos el tráfico de armas y, aún más grave, las personas mismas son objeto de comercio», dice la nota. «Después de haber examinado la dramática situación humanitaria, de la que sufren las consecuencias entre otros los tantísimos desplazados refugiados en otros países, subrayaron la imperiosa necesidad de que se garantice a todos, sin discriminaciones, la necesaria asistencia humanitaria».

«Grave preocupación –se lee en el documento– provoca la acción de algunos grupos extremistas, en particular del llamado Estado Islámico, cuya violenciay cuyos abusos no pueden dejar a nadie indiferente. No se puede callar, ni la comunidad internacional puede permanecer inerte frente a la masacre de personas solo por causa de su pertenencia religiosa, frente al éxodo de miles de personas, frente a la destrucción de los lugares de culto».

Quienes participaron en el encuentro subrayaron que «es lícito detener al agresor injusto, en el respeto del derecho internacional». Sin embargo, «no se puede encomendar la resolución del problema solo a la respuesta militar, sino que debe ser afrontado más profundamente a partir de las causas que lo originan y que son aprovechadas por la ideología fundamentalista. Los líderes religiosos deberían desempeñar un papel importante deberían, cristianos y musulmanes, colaborando para favorecer el diálogo y la educación a la recíproca comprensión, y denunciando claramente la instrumentalización de la religión para justificar la violencia».

Frente al «drama de tantas personas que han sido obligadas a abandonar sus casas brutalmente», los participantes subrayaron la «necesidad de que se reconozca el derecho de los cristianos y de los demás grupos étnicos y religiosos a permanecer en sus tierras de origen y, en el caso de que sean obligados a emigrar, el derecho a volver en condiciones adecuadas de seguridad, con la posibilidad de vivir y de trabajar en libertad y con perspectivas para el futuro». Esto exige, indica el documento, «en las circunstancias actuales el compromiso tanto de los gobiernos involucrados como de la comunidad internacional. Están en juego principios fundamentales como el valor de la vida, la dignidad humana, la libertad religiosa y la convivencia pacífica y armoniosa entre las personas y entre los pueblos».

Durante la misaen la Capilla Paoolina con los nuncios del Medio Oriente, el cardenal Pietro Parolin, Secretario de estado vaticano, dijo: «La Iglesia no puede permanecer en silencio ante la persecución que sufren sus hijos y la comunidad internacional no puede permanecer neutral entre los agredidos y el agresor».

En la homilía, el purpurado exhortó a la comunidad cristiana, a la Iglesia, «a la «oración constante y con confianza, y a poner en marcha todas las iniciativas concretas que sirvan para sensibilizar a los gobiernos y a la opinión pública». «No hay que descuidar nada de lo que podría ser hecho para aliviar las condiciones de nuestros hermanos en la prueba y para detener a los violentos», subrayó.

«Los cristianos perseguidos y todos los que injustamente sufren –añadió el cardenal Parolin – deben poder reconocer en la Iglesia la institución que los defiende, que reza y actúa por ellos, que no teme afirmar la verdad, convirtiéndose en palabra para quienes no tienen voz, defensa y apoyo para quienes han sido abandonados, para los prófugos y para los discriminados».

Fuente: Vatican Insider

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