Se debe a Hollywood el mito de que el Coliseo contiene la arena ensangrentada en la que murieron todos los mártires cristianos devorados por leones, aunque es cierto que se puede pensar como un lugar símbolo de los muchos anfiteatros de la época romana, escenarios de las masacres documentadas contra los primeros cristianos. Por ejemplo, el circo de Nerón, donde fue martirizado san Pedro.
De hecho, el papa Benedicto XIV lo reconoció como lugar emblema del martirio cristiano y allí se celebró el primer Via Crucis, tradición que llega hasta nuestros días.
Volviendo aún más al pasado, las predicaciones del mensaje de Jesús sacuden las sinagogas y las ciudades. Al final del I siglo, las comunidades cristianas hacen presencia en Palestina, Siria, Chipre, Asia Menor, Grecia y Roma.
Las persecuciones no fueron constantes, hubo periodos de tranquilidad. Además, no todos los emperadores se encarnizaron contra los cristianos y la nueva religión.
Las grandes persecuciones se ubican en el siglo III y al inicio del IV, sobre todo la de Diocleciano con un gran impacto en el mundo cristiano antiguo. Las persecuciones terminan con el Edicto de Milán en el 313, que dicta la tolerancia.
Más allá del imaginario del cine, en Roma hubo persecuciones aplicadas a pequeña escala y documentadas en textos antiguos. Se realizaron en ambientes abiertos. Nerón las organizaba en los anfiteatros, que eran lugares de espectáculo.
Los historiadores reconocen que los jardines del emperador fueron escenarios de espeluznantes diversiones. El emperador ordenaba que los cristianos fueran quemados vivos como antorchas en la penumbra de la noche, mientras iluminaban el rostro lúgubre de los comensales imperiales extasiados de maldad.
Tácito y Suetonio recuerdan que durante los juegos circenses los cristianos también fueron llevados a la arena para ser masacrados por gladiadores y luchadores armados y por animales salvajes. También se llevaron a cabo crucifixiones dentro y fuera de Roma.
Sin embargo, el Coliseo no debería ser considerado un lugar de martirio cristiano, precisamente porque hay un hueco histórico donde faltan pruebas y documentos. Los expertos concuerdan en afirmar que en la persecución neroniana (III siglo), el Anfiteatro Flavio ya no se usaba y estaba en decadencia.
En tiempos más recientes, la Iglesia con el papa Benedicto XIV, comenzó a realizar el Via Crucis en el Coliseo a inicios del Año Santo de 1750. Así, se oficializó la devoción y se consagró el anfiteatro Flavio como lugar símbolo de la memoria de los mártires de la fe.
En esta época se reavivó, una vez más, la fe popular alrededor de los mártires y el Coliseo se convirtió en meta de peregrinaje y escenario de la realización del Via Crucis y no sólo durante la Semana Santa.
Los cristianos daban la vuelta al monumento y luego entraban en procesión. En 1870 se deja de realizar el rito y en 1929 se volvió a poner la cruz al lado de la arena.
Juan XXIII volvió a celebrar el Via Crucis en el anfiteatro en 1959. Pero no lo repitió más. Sucesivamente, Pablo VI en 1964 volvió a realizar la ceremonia en el Coliseo durante el Viernes Santo. Así, sucesivamente Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.
“Felices los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando por causa mía los insulten, los persigan y les levanten toda clase de calumnias. […] Pues bien saben que así persiguieron a los profetas que vinieron antes de ustedes”. (Mateo 5-11-12).