El Papa a los detenidos de Palmasola: “El que está ante ustedes es un hombre perdonado, que fue salvado de sus pecados»

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Francisco visitó el instituto de detención más peligroso de América Latina. Se ocupan de su gestión los mismos prisioneros y entran libremente sus familias, pero también las prostitutas, drogas y armas. 

El Papa a los detenidos de Palmasola: “El que está ante ustedes es un hombre perdonado, que fue salvado de sus pecados»

Francisco visitó el instituto de detención más peligroso de América Latina. Se ocupan de su gestión los mismos prisioneros y entran libremente sus familias, pero también las prostitutas, drogas y armas

“El que está ante ustedes es un hombre perdonado. Un hombre que fue y es salvado de sus muchos pecados. Y así es como me presento. No tengo mucho más para darles u ofrecerles, pero lo que tengo y lo que amo, sí quiero dárselos, sí quiero compartirlo: Jesucristo, la misericordia del Padre”. Papa Francisco entra a la cárcel más peligrosa de América Latina, al sector Ps4, en donde los detenidos conviven con sus familias. Miles lo reciben, con cantos y globos de colores blanco y amarillo. Bergoglio escucha los testimonios de tres detenidos.

Una de ellos, Ana Lía Parada, se conmueve pidiendo al Papa que “interceda por nosotros, por nuestros derechos”, después de haber narrado la realidad de detenidas, muchas de las cuales están embarazadas o enfermas. “Admitimos nuestras culpas por los delitos que cometimos, pero como mujeres sufrimos el abuso de poder, imploramos en tu nombre justicia. Que tú seas nuestro intermediario para que se cumpla en Bolivia un indulto para las mujeres embarazadas y para las mujeres que tienen que descontar 30 años y ya han vivido un tercio de su pena”.
 
“No podía dejar Bolivia sin venir a verles, sin dejar de compartir la fe y la esperanza que nace del amor entregado en la cruz. Gracias por recibirme”, comenzó su discurso Bergoglio.

“No tengo mucho más para darles u ofrecerles -admitió-, pero lo que tengo y lo que amo, sí quiero dárselos, sí quiero compartirlo: Jesucristo, la misericordia del Padre”. Él, continuó el Papa, “vino a mostrarnos, a hacer visible el amor que Dios tiene por nosotros. Por vos, por vos, por vos, por mí. Un amor activo, real. Un amor que tomó en serio la realidad de los suyos. Un amor que sana, perdona, levanta, cura. Un amor que se acerca y devuelve la dignidad. Una dignidad que la podemos perder de muchas maneras y formas. Pero Jesús es un empecinado de esto: dio su vida por esto, para devolvernos la identidad perdida, para revestirnos con toda su fuerza de dignidad”.

Francisco después recordó la experiencia de Pedro y Pablo, que “también estuvieron presos. También fueron privados de libertad. En esa circunstancia hubo algo que los sostuvo, algo que nos los dejó caer en la desesperación, que no los dejó caer en la oscuridad que puede brotar del sin sentido. Fue la oración, orar. Personal y Comunitaria. Ellos rezaron y por ellos rezaban. Dos movimientos, dos acciones que generan entre sí una red que sostiene la vida y la esperanza. Nos sostiene de la desesperanza y nos estimula a seguir caminando. Una red que va sosteniendo la vida, la de ustedes y la de sus familias. Vos hablabas de tu madre, la oración de las madres, de las esposas, de los hijos, eso es una red.  Y la de ustedes, que va llevando adelante la vida”.

Pero, subrayó Francisco, “cuando Jesús entra en la vida, uno no queda detenido en su pasado sino que comienza a mirar el presente de otra manera, con otra esperanza. Uno comienza a mirar con otros ojos su propia persona, su propia realidad. No queda anclado en lo que sucedió, sino que es capaz de llorar y encontrar ahí la fuerza para volver a empezar. Y si en algún momentos estamos tristes, mal, bajoneados, les invito a mirar el rostro de Jesús crucificado. En su mirada, todos podemos encontrar espacio. Todos podemos poner junto a Él nuestras heridas, nuestros dolores, así como también, nuestros errores,  nuestros pecados, tantas cosas en las que nos podemos haber equivocado. En sus llagas, encuentran lugar nuestras llagas. Todos estamos llagados de una u otra manera, y llevar las llagas a Jesús, para ser curadas, transformadas. Para ser curadas, lavadas, transformadas, resucitadas. El murió por vos, por mí, para darnos su mano y levantarnos. Charlen, con los curas que vienen, charlen... Charles con los hermanos y las hermanas que vienen, charlen con todo aquel que viene a hablarles de Jesús. Jesús quiere levantarnos siempre”.

Una certeza que nos impulsa, continuó, “a trabajar por nuestra dignidad. Reclusión no es lo mismo que exclusión, que quede claro, porque la reclusión forma parte de un proceso de reinserción en la sociedad. Son muchos los elementos que juegan en su contra en este lugar – lo sé bien y vos mencionaste con mucha realidad –: el hacinamiento, la lentitud de la justicia, la falta de terapias ocupacionales y de políticas de rehabilitación, la violencia, la carencia de facilidades de estudios universitarios, lo cual hace necesaria una rápida y eficaz alianza interinstitucional para encontrar respuestas”.

Francisco dijo que aquí en Palmasola, en el “Centro de Rehabilitación”, “la convivencia depende en parte de ustedes. El sufrimiento yla privación pueden volver nuestro corazón egoísta y dar lugar a enfrentamientos, pero también tenemos la capacidad de convertirlo en ocasión de auténtica fraternidad. Ayúdense entre ustedes. No tengan miedo a ayudarse entre ustedes. El demonio busca la pelea, rivalidad, la división, los bandos; no el hagan el juego. Luchen por salir adelante unidos”.

“Me gustaría -añadió- pedirles también que lleven mi saludo a sus familias. Algunos están aquí. ¡Es tan importante su presencia y su ayuda! Los abuelos, el padre, la madre, los hermanos, la pareja, los hijos. Nos recuerdan que merece la pena vivir y luchar por un mundo mejor”.
 
Y Francisco concluyó con una palabra de aliento para todos los que trabajan en la estructura: “a sus dirigentes, a los agentes de la Policía penitenciaria, a todo el personal. Cumplen un servicio público fundamental. Tienen una importante tarea en este proceso de reinserción. Tarea de levantar y no rebajar; de dignificar y no humillar; de animar y no afligir. Proceso que pide dejar una lógica de buenos y malos para pasar a una lógica centrada en ayudar a la persona. Y esta lógica de ayudar a las personas los va a salvar a ustedes de todo tipo de corrupción y mejorará condiciones para todos. Ya que un proceso así vivido nos dignifica, anima y levanta a todos”.

http://vaticaninsider.lastampa.it

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