El Papa reza ante el altar de San Pío X

Francisco rezó de rodillas ante el cuerpo del predecesor véneto

Hombre del pueblo, Pío X, Giuseppe Melchiorre Sarto, rehuía los formalismos. Llegó hasta a empeñar su anillo episcopal para conseguir monedas que regalar a quien tenía necesidad.

Francisco rezó de rodillas ante el cuerpo del predecesor véneto, recordado por su Catequismo y por la eucaristía a los niños. "Soy un devoto suyo", ha confesado Bergoglio, que ha hecho cambiar el Belén en San Pedro para no cubrir la tumba del santo.

e13ee4b62d3db96de4569a439ec6257c.jpg

 

“Soy un devoto de San Pío X...”. Con estas palabras Francisco ha explicado a monseñor Lucio Bonora -prelado de Treviso de la Secretaría de Estado y estudioso de la figura del Papa Sastre- su presencia entre los fieles en la capilla de San Pedro donde están expustas las reliquias del Pontífice véneto. Bergoglio el viernes 21 de agosto, día en el que la Iglesia celebra la memoria de San Pío X, después de haber celebrado de manera privada durante la mañana temprano la misa, ha bajado hasta la basílica para rezar ante el cuerpo de su predecesor. Mientras se encontraba arrodillado delante del altar, a las 7, ha iniciado la misa, celebrada por don Bonora, que se ha encontrado en lacapilla una cincuentena de fieles, entre los cuales estaba el Papa. Francisco, como recoge el sitio web del semanal diocesano de Treviso, 'La vita del popolo', ha decidido quedarse y participar en la celebración litúrgica. Se ha levantado del banco para recibir el abrazo de paz y se ha puesto en fila para recibir la comunión, siguiendo el momento de adoración y agradecimiento de rodillas. “Al final el celebrante -escribe 'La vita del popolo'- ha invitado a los presentes que estaban reunidos en la capilla, a confiar a San Pío X todas las necesidades de las propias familias y de la Iglesia, y en especial, la persona de su sucesor, el Papa Francisco”. Bergoglio al final de la misa ha confiado a monseñor Bonora que había rezado especialmente por los catequistas. En Argentina San Pío X, el “Papa del catequismo” es el patrón de los catequistas, y como arzobispo de Buenos Aires, en el día de la fiesta de San Pío X, el Papa encontraba a los catequistas de las diócesis. “He venido para rezar -ha dicho Francisco a Bonora- porque había celebrado ya la misa temprano, pero después te he visto que venías al altar y entonces me he quedado... Te lo había dicho que soy un devoto de San Pío X”.

La devoción del Papa por San Pío X está confirmada por otro detalle particular: la primera Navidad desde su elección, en diciembre de 2013, Francisco dio la orden para que el Belén que está dentro de la basílica de San Pedro no fuera colocado en la capilla dedicada al Papa Sastre. Una tradición que de hecho impedía durante meses  a los fieles -entre preparación y duración de la exposición- rezar delante del cuerpo del santo, que quedaba escondido detrás de la estructura del Belén. El Nacimiento en San Pedro desde entonces ha sido colocado en la capilla del Baptisterio, y así ahora el altar de Pío X está siempre accesible.

Hombre del pueblo, Pío X, Giuseppe Melchiorre Sarto, rehuía los formalismos y después de ser nombrado canónico de Treviso no se puso nunca la túnica con el dobladillo rojo que era privilegio de los monseñores. Sus viejos feligreses decían de él: “El xe vegnuo con la veste sbrisa – el xe partio senza la camisa” (“ha llegado con la túnica remendada, se ha marchado sin la camisa”). Nombrado obispo de Mantua y patriarca de Venecia, repetía: “Yo no soy más que un pobre cardenal de campo”. Generosísimo con los pobres, había dado su reloj de oro al Monte de Piedad y había renunciado a comprarla capa magna cardenalicia, prefiriendo adaptar, gracias a los remiendos de las monjas, la de su predecesor. Llegó hasta a empeñar el anillo episcopal para conseguir monedas que regalar a quien tenía necesidad.

Elegido Papa en 1903, tras un difícil cónclave, a penas dos meses después se puso a enseñar el catequismo incluso como Pontífice, reuniendo a los fieles romanos los domingos por la tarde en el patio de la Pigna. Esta sensibilidad pastoral lo hizo posicionarse contra las prédicas largas. Bromeando llegó a decir que una homilía que pasase los diez minutos era un pecado mortal. Quiso cortar con la costumbre de los aplausos dirigidos al Pontífice mientras recorría en silla la nave central de San Pedro: “No es justo aplaudir al siervo en la casa del padrón”.

Pío X escribió: “Echar en cara demasiado duramente los errores, culpabilizar los vicios, a menudo produce más mal que bien”. Nada más ser elegido devolvió la cruz del pecho para mantener la que llevaba antes y durante los primeros meses de su pontificado inició una profunda reforma de la Curia romana. Estudió como reducir sensiblemente el número de las diócesis italianas, inaugurando un estilo más sobrio, deseando que los curas fueran pastores del alma con un interés especial por los últimos, los más necesitados. Presentó la eucaristía no como un premio para quienes son perfectos sino un apoyo diario para estar cerca de Dios, estableciendo que fuese dado también a los niños. Redimensionó el papel de la Secretaría de Estado, quería tener a los obispos y curas lejos de la política.

http://vaticaninsider.lastampa.it/es/vaticano/dettagliospain/articolo/francesco-francisco-francis-sarto-42927/

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

SUSCRIPCIÓN

Suscríbete al Boletín gratuito de Primeros Cristianos. Sólo tienes que introducir tu email a continuación.
Subscription
magnifiercrosschevron-down