"Id contracorriente, vivid la castidad" Francisco a los jóvenes en Turín

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Y sobre la desconfianza, criticó a las grandes potencias que no bombardearon los trenes nazis y a los políticos que acarrean a los países a las guerras

Perdonadme si os dijo algo que no os esperabais pero os lo pido: esforzaos por vivir el amor castamente”

«No se jubilen a los veinte años»

Y sobre la desconfianza, criticó a las grandes potencias que no bombardearon los trenes nazis y a los políticos que acarrean a los países a las guerras

Papa Francisco invitó a los jóvenes a ir «contracorriente» con respecto a la difundida cultura consumista y hedonista («Seré impopular: sean castos, el amor es servicio»), en la última cita pública de su primer día en Turín. Respondiendo a la pregunta de una chica (¿cómo no caer en el desánimo?), puso algunos ejemplos históricos para explicar que comprendía la desconfianza: la «gran tragedia» armenia que se verificó en la absoluta indiferencia mundial, las purgas stalinianas, las grandes potencias que no detuvieron los trenes que llevaban a los judíos, a los cristianos, a los gitanos y a los homosexuales a los campos de concentración de los nazis. Francisco insistió en la invitación a rechazar una «cultura del descarte» que afecta a los ancianos y a los jóvenes.

El Papa entregó el discurso que había preparado y respondió (auqnue dijo que conocía las preguntas de los tres chicos) a Chiara Vagnoni, a Sara Amodio y a Luigi Capello, después de que otros dos jóvenes hubieran introducido el encuentro, dándole la bienvenida en piamontés, y después de haber besado la Cruz de madera de la Jornada Mundial de la Juventud, que se llevará a cabo en 2016 en Cracovia.

Francisco citó al beato Piergiorgio Frassati, ante cuya tumba se detuvo esta mañana en la catedral de Turín, para subrayar el necesario «deseo de vivir»de la juventud. «¿Saben? Es feo ver a un joven detenido, que vive, permítanme la expresión, como un vegetal... Sepan que me dan mucha tristeza al corazón esos jóvenes que se jubilan a los veinte años, que ¡envejecieron en seguida! Pero cuando el joven ama, no se jubila,crece, crece y da».

EL amor, prosiguió Bergoglio, «no es una telenovela» y radica «más en las obras que en las palabras», «se comunica, se dialoga». «Sé que ustedes son buenos y me permitiría hablar con sinceridad», prosiguió, «quisiera decirles una palabra impopular: incluso el Papa debe arriesgarse para decir la verdad: el amor es muy respetuoso de las personas, no usa a las personas, esto es, el amor es casto y, a ustedes, jóvenes, en este mundo hedonista, en este mundo en el que solo tiene publicidad el palcer, pasarlo bien, vivir bien, yo les digo: ¡sean castos! Todos nosotros –prosiguió– hemos pasado por momentos en los que esta virtud es muy difícil, pero es justamente la prueba de un amor genuino, de un amor que sabe dar la vida, que no busca al otro por el propio placer, un amor que hace sacra la vida de la otra persona. Perdónemne si digo una cosa que no se esperaban: les pido, hagan el esfuerzo de vivir el amor castamente», porque «el amor es servir a los demás».

El Papa después afrontó, en respuesta a la segunda pregunta, el tema del sentido de desánimo y de desconfianza en la vida que sienten muchos jóvenes. «A menudo respiramos un sentido de desconfianza en la vida, porque hay situaciones que nos hacen pensar: “No vale la pena vivir así”. Pensamos en este mundo, en las guerras. A veces yo digo que estamos viviendo la tercera guerra mudnial, pero a pedacitos: en Europa hay guerra, en África hay guerra, en Medio Oriente hay guerra, en muchos otros países hay guerra. Pero, ¿puedo tener confianza en una vida así? ¿Puedo confiar en los dirigentes mundiales? ¿Cuando voy a dar el voto por un candidato, puedo confiar en que no acarreará a mi país a la guerra? ¡Si confías solo en los hombres, estás perdido! Hay empresarios que se dicen cristianos y frabrican armas: eso da un poco de desconfianza. “No, yo no fabrico armas, solo tengo mis ahorros, mis inversiones en las fábricas de armas”». También en esta época, añadió, «la hipocresía es una moneda corriente, la doble cara». Francisco también citó otros ejemplos: «La gran tragedia de Armenia, a principios del siglo pasado, cuando millones murieron: ¿en dónde estaban las grandes potencias de entonces? Veían hacia otra parte, estaban interesadas en las guerras». Y, para ellos, explicó, todos los muertos «son seres humanos de segunda clase». Y luego el Holocausto, «las grandes potencias tenían fotografías de las vías de ferrocarril que llevaban los trenes a los campos de concentración, a  Auschwitz, para matar a judíos, pero también a cristianos, gitanos, homosexuales. Pero, ¿por qué no las bombardearon? ¡EL interés!». Y luego las purgas de Stalin: «¿Cuántos cristianos fueron asesinaods, y las grandes potencias se dividían Europa como un pastel. Tuvieron que pasar muchos años antes de poder llegar a una cierta libertad».

Es decir, concluyó el Papa dirigiéndose a la chica que le había hecho la pregunta, «comprendo lo que dices sobre la desconfianza; también ahora estamos viviendo un acultura del descarte: lo que no es de utilidad económica se descarta, una especie de eutanasia escondida: se descarta a los ancianos, y ahora se descarta a los jóvenes (el 40% de los jóvenes aquí están sin trabajo), es un descarte, ¿por qué? Porque en el sistema económico mundial no son el hombre y la mujer, como Dios quiere, el centro, sino el dios dinero». Y si los jóvenes no pueden sentirse dignos «porque no tienen trabajo» corren el riesgo de acabar «en las dependencias, en la depresión, se suicidan, o cuántas veces estos jóvenes no se van con los terroristas, para hacer algo por lo menos, por un ideal. Yo comprendo este desafío. Por ello, Jesús nos decía que no pongamos nuestras seguridades en las riquezas, en los poderes mundanos».

Al final, prosiguiendo su relfexión, llegó a la tercera pregunta. El Papa animó a los chicos a comprometerse en proyectos de servicio, «pensemos en los niños de la calle, en los migrantes, parapromoverlos, en la alegría de los oratorios», porque entonces «el sentido de desconfianza se va», «hacer, hacer, hacer contracorriente», y frente a valores como «pompas de jabón» o publicidad que «quiere convencernos de que son diamantes cuando nos venden vidrio». Francisco conclyó con una broma: «Ustedes son inteligentes y seguramente alguno podría decirme: “Pero, padre, usted habla así porque vive en el Vaticano, tiene a muchos monseñores que le hacen el trabajo y usted está tranquilo, y no sabe qué es la vida de todos los días...”. Y sí, algunos pueden pensar así. El secreto es entender bien dónde se vive: in esta tierra». Hay que vivir en la realidad, «y si esta realidad es vidrio y no diamante, entonces yo busco la realidad contracorriente y me hago mi realidad, pero que sea servicio a los demás!». Y al final exhortó a los jóvenes: «aquí hay muchos universitarios, tengan mucho cuidado y no crean que es solo estudiar: ser universitarios quiere decir también salir, y salir en el servicio con los pobres».

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