Los tres mensajes de Benedicto, «monje de clausura»

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Durante los últimos días, el Papa emérito ha vuelto a hablar para recordar que «anunciamos a Jesucristo no para procurar a nuestra comunidad la mayor cantidad de miembros posible; y mucho menos por el poder», sino «porque sentimos que debemos transmitir la alegría que nos ha sido dada». Y para manifestar su cercanía a los peregrinos vinculados con el rito antiguo

Tres mensajes, dos específicamente relacionados con una nueva publicación y el tercero, de carácter más privado

Durante los últimos días, el Papa emérito ha vuelto a hablar para recordar que «anunciamos a Jesucristo no para procurar a nuestra comunidad la mayor cantidad de miembros posible; y mucho menos por el poder», sino «porque sentimos que debemos transmitir la alegría que nosha sido dada». Y para manifestar su cercanía a los peregrinos vinculados con el rito antiguo

Tres mensajes, dos específicamente relacionados con una nueva publicación y el tercero, de carácter más privado, para expresar apoyo a los fieles del “Summorum Pontificum”, que siguen el rito antiguo y que en estos días se encuentran en Roma para celebrar su peregrinación anual. Joseph Ratzinger, el Papa emérito ha vuelto a hacer escuchar su voz. Sobre todo para recordar, con un largo mensaje dirigido a profesores y estudiantes de la Pontificia Universidad Urbaniana, que la Iglesia existe para la misión y que el diálogo entre las religiones no la sustituye.

Benedicto XVI escribió una carta al delegado general de la peregrinación del “Summorum Pontificum”, agradeciéndole por la invitación a estar presente durante las celebraciones en rito antiguo (el pontifical en San Pedro, celebrado por el cardenal Leo Raymond Burke): «Estoy muy contento de que el “Usus antiquus” viva ahora en una plena paz de la Iglesia, incluso entre los jóvenes, apoyado y celebrado por grandes cardenales. Espiritualmente estaré con ustedes. Mi estado de “monje de clausura” no me permite una presencia exterior. Salgo de mi clausura solamente en casos particulares, invitado personalmente por el Papa».

El Papa emérito también dirigió un mensaje de saludo al congreso internacional “El respeto por la vida, camino para la paz”, promovido por la Fundación Ratzinger, que se llevó a cabo en la Pontificia Universidad Bolivariana de Medellín, en Colombia, recordando que «el compromiso por la paz –tan fundamental en un mundo acosado por la violencia– comienza con el respeto incondicional de la vida del hombre, creado a imagen de Dios y así dotado con dignidad absoluta».

El tercer mensaje, más articulado, de Benedicto XVI fue el enviado a la Urbaniana, con ocasión de la dedicación en su recuerdo de la nueva aula magna. El Papa emérito se preguntó si verdaderamente la misión es actual, sobre todo porque hoy en día «muchos, efectivamente, creen que las religiones deberían respetarse recíprocamente y, en el diálogo entre ellas, convertirse en una fuerza común de paz. En esta forma de pensar, la mayor parte de las veces se presupone que las diferentes religiones son variantes de una única e idéntica realidad; que “religión” es el género común, que asume formas diferentes según las diferentes culturas, pero que expresa, como sea, la misma realidad. La cuestión de la verdad, la que en principio movió a los cristianos más que lo demás, es puesta entre paréntesis». Una concepción que «es letal para la fe. Efectivamente, la fe pierde su carácter vinculante y su seriedad cuando todo se reduce a símbolos intercambiables, capaces de aludir de lejos al inaccesible misterio divino».

«Para nosotros, los cristianos –escribió Ratzinger–, Jesucristo es el Logos de Dios, la luz que nos ayuda a distinguir entre la naturaleza de religión y su distorsión. En nuestro tiempo se vuelve cada vez más fuerte la voz de los que quieren convencernos de que la religión, como tal, ha sido superada. Solamente la razón crítica debería orientar las acciones del hombre».

En realidad, «hoy también, en un mundo profundamente cambiado, sigue siendo razonable la tarea de comunicar a los demás el Evangelio de Jesucristo». Y hay también un motivo más sencillo «para justificar esta tarea. La alegría exige ser comunicada. El amor exige ser comunicado. La verdad exige ser comunicada. Quienes han recibido una gran alegría no pueden quedársela para sí, deben transmitirla. Lo mismo con el don del amor, con el don del reconocimiento de la verdad que se manifiesta». «Anunciamos a Jesucristo no para procurar a nuestra comunidad la mayor cantidad de miembrosposible; y mucho menos por el poder. Hablamos de Él porque sentimos el deber de transmitir la alegría que nos ha sido dada». Palabras que confirman una vez más la famosa expresión, citada en varias ocasiones por Papa Francisco: «La Iglesia crece no por proselitismo, sino por atracción». Así pues, la Iglesia no se plantea el problema de los números, de la estadística, no estudia estrategias de mercadeo, sino que ofrece el testimonio de la belleza y de la plenitud de la vida cristiana, sin preocuparse por conquistar espacios de poder.

Fuente: Vatican Insider

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