Como nos tiene acostumbrados, antes de comenzar su audiencia general, el Papa Francisco recorrió la plaza de San Pedro en papamóvil, saludando a la multitud y bendiciendo los niños.
Luego en su catequesis, el Papa habló de los problemas que surgen en la vida matrimonial normal: dolor y malentendidos fruto de palabras, acciones u omisiones que no se han corregido a tiempo.
"Cuando las heridas que se pueden resolver son descuidadas, se agravan. Se transforman en prepotencia, hostilidad, desprecio. A ese punto pueden convertirse en heridas profundas entre marido y mujer”.
El Papa también habló de los hijos. Dijo que cuando la pareja se deja llevar por un enfado, éste se convierte en odio y división y hace sufrir a los niños.
"Cuando los adultos pierden la cabeza, cuando piensan sólo en sí mismos, cuando papá y mamá se insultan, el alma de los niños sufre mucho. Se desespera, y son heridas que dejan una cicatriz para toda la vida”.
El Papa también agregó que los padres no pueden comprar el afecto de sus hijos o compensar sus palabras hirientes con regalos.
"Cuando un hombre y una mujer se comprometen a ser una sola carne y a formar una familia, y piensan obsesivamente en sus propias exigencias de libertad y gratificación, esta distorsión hiere profundamente el corazón y la vida de los hijos”.
A pocos meses del Sínodo sobre la Familia que comenzará en octubre, el Papa también pidió a la Iglesia que reflexione sobre cómo acompañar mejor a quienes atraviesan las llamadas "situaciones irregulares”, como por ejemplo a personas divorciadas que se han vuelto a casar.