7 razones de Sor Lucía, una de las videntes de Fátima, para rezar el Rosario todos los días

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7 razones de Sor Lucía, una de las videntes de Fátima, para rezar el Rosario todos los días

Octubre es el mes del Rosario. El día 7 se celebra la festividad de Nuestra Señora del Rosario y este año además el Papa Francisco ha pedido a todos los católicos del mundo que recen a diario el Rosario y hagan una oración a San Miguel para que proteja a la Iglesia de las acechanzas del demonio.

Pero, ¿por qué rezar el Rosario a diario? ¿Qué beneficios trae al que cada día se pone a los pies de María con esta oración?  Sor Lucía Dos Santos, una de las tres videntes de Fátima dejó por escrito en un libro las respuestas a estas cuestiones.

Esta Sierva de Dios a la que se le apareció la Virgen por primera vez en 1917 explicó en Llamadas del Mensaje de Fátima que la Madre de Dios invitó a rezar el Rosario desde que se apareció a estos pastorcillos en la primera ocasión. “Reza el Rosario todos los días, para obtener la paz para el mundo y el final de la guerra”, alentó la Virgen en su mensaje inicial.

Estos son las 7 razones que sor Lucía da para rezar a diario el Rosario que recoge National Catholic Register y traduce Aciprensa:

Se adapta a las posibilidades de cada uno

Sor Lucía dice que Dios es un Padre que “se adapta a las necesidades y posibilidades de sus hijos”, porque “si Dios, por medio de Nuestra Señora, nos hubiera pedido que fuéramos a la Misa y recibiéramos la Sagrada Comunión todos los días, sin duda habrían muchísimas personas que dijeran, con toda razón, que eso no era posible”.

Sin embargo, la Sierva de Dios precisó que “rezar el Rosario es algo que todos pueden hacer, ricos y pobres, sabios e ignorantes, grandes y pequeños”, en cualquier lugar, en común o en privado y en diferentes momentos.

Nos pone en un contacto familiar con Dios

Sor Lucía indica que esta oración sirve “para ponernos en contacto con Dios, agradecerle por sus beneficios y pedir las gracias que necesitamos”.

“Es la oración que nos pone en contacto familiar con Dios, como el hijo que acude a su padre para agradecerle por los regalos que ha recibido, para hablar con él sobre preocupaciones especiales, para recibir su guía, su ayuda, su apoyo y su bendición”, añadió.

Es la oración más agradable para recitar después de la Misa

Sor Lucía afirma que después de la Santa Misa, rezar el Rosario –teniendo en cuenta su origen, las oraciones que contiene y los misterios que se meditan–, “es la oración más agradable que podemos ofrecer a Dios y la más ventajosa para nuestras propias almas”.

“Si ese no fuera el caso, Nuestra Señora no lo habría pedido con tanta insistencia”, sostuvo.

Las cuentas del Rosario ayudan a cumplir nuestros ofrecimientos diarios

Sor Lucía responde cualquier inquietud sobre el número de oraciones en el Rosario, aclarando que “necesitamos contar, para tener una idea clara y vívida de lo que estamos haciendo, y para saber positivamente si hemos completado o no lo que habíamos planeado ofrecer a Dios cada día, para preservar y mejorar nuestra relación de intimidad con Dios y, por este medio, preservar y mejorar en nosotros mismos nuestra fe, esperanza y caridad”.

Ayuda a recibir mejor la Eucaristía

En su libro, la vidente de Fátima asegura que se puede considerar el rezo del Rosario como “una forma de prepararse para participar mejor en la Eucaristía, o como acción de gracias” después de haber recibido el Cuerpo de Cristo.

Ella agrega que, si bien se pueden usar muchas oraciones excelentes para prepararse para recibir a Jesús en la Eucaristía y preservar nuestra relación íntima con Dios, no cree que haya “una más apropiada para la gente en general que la oración de los cinco o quince misterios del Rosario”.

Preserva las virtudes teologales

“Dios y Nuestra Señora saben mejor que nadie lo que es más apropiado para nosotros y lo que más necesitamos. Además, el Rosario será un medio poderoso para ayudarnos a preservar nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad”, sostiene Sor Lucía.

Evita caer en el materialismo

La hermana Lucía va directamente al grano y asegura que “aquellos que dejan de decir el Rosario y no van a la Misa diaria, no tienen nada que los sustente, y terminan por perderse en el materialismo de la vida terrenal”.

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