Apenas tendría quince años la Virgen cuando Dios encargó a su ángel aquella misión del todo única y singular. Habían transcurrido seis meses desde que Gabriel fuera enviado a Jerusalén para revelar a Zacarías que un hijo suyo sería el precursor del Mesías anunciado por los profetas. Ahora todo iba a resultar más fácil y sencillo para el ángel.
Una antigua tradición, de la que ya tenemos constancia en el siglo II, señala que sus padres se llamaban Joaquín y Ana. Quizá nunca supieron que su hija María había sido concebida sin la mancha del pecado original y que poseía en su alma la gracia santificante desde el primer momento de su existencia en el seno materno. Quizá no llegaron a saber que Dios la miró y la custodió en cada instante con un amor único e irrepetible.
San Lucas, tan diligente en examinar todas las fuentes que le pudieran aportar noticias y datos, omite cualquier referencia a esos primeros años de María. Muy probablemente, Nuestra Señora nada dijo de este tiempo, porque poco había que contar: todos los hechos extraordinarios transcurrieron en la intimidad de su alma, mientras el Espíritu Santo y Dios Padre esperaban sin prisas el momento de la Encarnación del Hijo.
Luego vendrán los evangelios apócrifos e inventarán leyendas increíbles para llenar estos años de normalidad. Y nos dirán que vivía en el Templo, que los ángeles le llevaban de comer y hablaban con ella...
La crítica ha rechazado las narraciones apócrifas que suponían a María en el Templo, desde la edad de tres años, consagrada a Dios con un voto de virginidad [5]. La idea de un voto como tal es incomprensible en el ambiente judío de hace dos mil años, y tampoco se compagina bien con el matrimonio contraído por María [6]. Pero se debe pensar con toda lógica que la Virgen, movida por el Espíritu Santo, se dio a sí misma al Señor ya desde su infancia.
Por esta plena pertenencia, que incluye la dedicación virginal, Nuestra Señora podrá decir al ángel: no conozco varón, desvelando delicadamente una historia de entrega que había tenido lugar en la intimidad de su alma. María es ya una primicia del Nuevo Testamento, en el que la excelencia de la virginidad cobrará todo su valor, sin menguar por eso la santidad de la unión conyugal. María fue una niña normal, que llenó de gozo a todos cuantos la trataron en la vida corriente de un pueblo no demasiado grande.
EL NOMBRE DE LA VIRGEN
El nombre de María, en hebreo Mirjan, era bastante frecuente en tiempos de Jesús, mientras que en el Antiguo Testamento sólo es llamada así la hermana de Moisés. Su significado no es seguro, pese a los estudios y a las muchas interpretaciones (unas 75) que se han propuesto [20]. Unas se refieren a la etimología y otras al sentido popular y piadoso de los cristianos.
En tiempo de los asmoneos se pronunciaba Mariam y se relacionaba con la palabra aramea marya (señor). En este caso el nombre de la Virgen significaría «señora», «princesa». Desde San Jerónimo –quien afirma que proviene del sirio [21]– hasta nuestros días se repite este nombre –Señora– como la etimología más probable de María [22].
En la Edad Media adquirió mucho relieve el significado de Estrella del Mar, por la autoridad de San Jerónimo [23].
Sea cual sea el significado original de María, Ella llenó este nombre de un contenido nuevo y único.
LA CASA
Y habiendo entrado el ángel donde ella estaba...
Los cristianos orientales sitúan la escena de la Anunciaciónen la fuente del pueblo –que hoy se llama «de la Virgen»–, a la que acudían las mujeres a recoger el agua necesaria para beber y para el consumo de la casa. En el camino se habría encontrado María con el ángel [24].
Pero el texto evangélico nos dice que el ángel «entró» a donde estaba Ella. Podemos, pues, pensar que fue en la intimidad de la casa donde tuvo lugar la aparición del ángel.
El hogar donde vivió María, primero en casa de sus padres y después con José, no tendría probablemente jardín, ni galería, ni pórtico..., ni la Virgen llevaría un libro y un rosario en las manos, como nos la pintan los artistas y los poetas. La casa de María era pequeña, sencilla, pobre, limpia.
Quizá una parte de ella estaba cavada en la roca, como parecen indicar las más recientes excavaciones arqueológicas. Esta zona de la edificación era a la vez bodega, despensa y pequeño almacén. Allí se guardaba el grano para ser molido, algo de vino, aceite... La riqueza de aquella vivienda era, sin embargo, María.
Y su alma se traslucía en la limpieza, en el orden, en el buen gusto de los pequeños adornos que Ella habría sabido encontrar. En aquella morada de pocas habitaciones se estaba bien; mejor que en un palacio. Cerca de la casa, José tenía su pequeño taller.
EL ÁNGEL
Habiendo entrado el ángel donde ella estaba, le dijo: Dios te salve, llena de gracia...
Es posible que el ángel se apareciera con forma humana. En el libro de Daniel se dice que así se le presentó al profeta dos veces, y una tercera también como un hombre, pero resplandeciente de gloria: Su cuerpo era claro como el topacio; su rostro brillaba como el relámpago... [25]. El día de la Resurrección, el ángel que encontramos al lado del sepulcro tenía aspecto como de relámpago, y su vestidura blanca como la nieve (Mt).
Delante de María no eran necesarias estas apariencias: se ha dicho con acierto que el esplendor del alma de la Virgen era mayor que el de todos los ángeles y arcángeles. El mensajero hubiera quedado como oscurecido ante el resplandor de la gracia en el alma de la Virgen.
Nos sorprende que María no se asombrara.
Cuando se manifestó a Zacarías, San Lucas nos indica que se alteró al verlo. La Virgen se turbó ante las palabras de Gabriel, no de su presencia [26]. Pudo reconocer, incluso, que se trataba de un ángel, aunque él no dio explicación alguna. Su mundo interior, sin dejar de ser el de una joven normal de su tiempo, estaba muy cerca de Dios.
La realidad de lo sobrenatural también era su mundo, su realidad vivida. El hombre de hoy, tan acostumbrado a ponderar sólo lo sensible y lo material, no está con frecuencia capacitado para comprender la presencia y la realidad de los ángeles. A veces los mismos cristianos tienden a considerar a estos mensajeros de Dios como algo teórico, de menos entidad que la vida tangible de cada día: el trabajo, el sueldo, el colegio, la hipoteca...
El universo de María tenía una apertura inmensamente mayor. Un ángel era para Ella algo misterioso, sí, pero real; tan cierto como la fuente del pueblo y tan posible como los sarmientos que brotaban de las vides plantadas en las afueras de Nazaret. En la Sagrada Escritura –alimento diario de su alma– aparecían con mucha frecuencia esos espíritus puros, como parte de la creación.
Las páginas que oía los sábados en la sinagoga hablaban con toda naturalidad de esos mensajeros de Dios [27]. El ángel se llamaba Gabriel.
EL MENSAJE
María no tuvo miedo de la presencia del ángel, pero se estremeció al oír sus palabras: ¡Alégrate, llena de gracia! ¡El Señor está contigo! Ella comprendió enseguida que se trataba de una acogida muy singular. Sabía que la expresión el Señor está contigo se reservaba en el Antiguo Testamento para aquellos a los que se confiaba una misión particular en orden al cumplimiento de las promesas redentoras de Dios.
Y nunca se había dicho a ninguna criatura que estaba llena de gracia. Era Él mismo quien, por medio de Gabriel, saludaba a María [28].
Después, según contó a San Lucas y a los primeros cristianos que la conocieron, Ella se turbó al oír estas palabras, y consideraba qué significaría esta salutación. Algo muy grande la aguardaba.
María percibía bien que en su vida existía un gran misterio. Y ahora el ángel parecía querer darle la clave para comprenderlo: le dice que no tema, que ha hallado gracia a los ojos de Dios. Concebirá y dará a luz a un hijo que llevará el nombre de Jesús. Le anuncia con palabras muy claras que va a ser la madre del Mesías prometido: Será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará eternamente sobre la casa de Jacob, y su Reino no tendrá fin.
Estas palabras fueron como el relámpago que ilumina la noche en medio de una tormenta. Ahora vislumbraba lo que en tantas horas había sospechado: una llamada que la movía en su corazón a vivir sólo para los planes de Dios.
¡Ya sabía para qué estaba en el mundo! ¡Toda su vida adquiría sentido! Comenzaba a entender el profundo deseo de su corazón de ser virgen y, a la vez, de maternidad. Todo era ahora más simple y sencillo. El ángel la había llenado de paz y de consuelo: No temas, le había dicho. Le ayuda a superar ese temor inicial que, de ordinario, se presenta cuando Dios da las primeras luces de una vocación divina [30].
En el mensaje se hablaba de un Niño que debía ser concebido por Ella. Pero el camino para esa fecundidad era demasiado misterioso para María, pues aquel proyecto suyo de virginidad era lo mejor que Ella había puesto en las manos de Dios como prueba de la plenitud de su amor.
Por eso preguntó, conmovida: ¿De qué modo se hará esto, pues no conozco varón?
Las palabras de la Virgen son profundas y misteriosas. Suponen toda una historia de trato personal con Dios, de luces y mociones del Espíritu Santo, que nosotros desconocemos. Incluían la aceptación de lo que el ángel anunciaba, pero pedían un poco más de luz. No veía cómo Ella podría concebir y ser madre si el Espíritu Santo la había movido a entregar a Dios su virginidad.
Y el ángel aclaró que el Espíritu Santo descendería sobre Ella, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, le dice. Por eso, este Niño se llamará Santo, Hijo de Dios.
Se podía entender con claridad que el ángel anunciaba, con abundantes señales, la llegada del Mesías. Le había dado muchos datos: el Hijo del Altísimo, el que ocuparía el trono de su padre David, el que reinaría eternamente sobre la casa de Jacob, y su Reino no tendrá fin. ¿Qué otro podría ser? [31].
Te cubrirá con su sombra, dijo el ángel. La sombra en el Antiguo Testamento era símbolo de la presencia de Dios. Cuando Israel caminaba por el desierto, la gloria de Dios llenaba el Tabernáculo y una nube cubría el Arca de la Alianza. De modo semejante, cuando Dios entregó a Moisés las tablas de la Ley, una nube cubría la montaña del Sinaí, y también en la Transfiguración de Jesús se oye la voz de Dios Padre en medio de una nube.
Ahora el poder de Dios arropa con su sombra a María: es la expresión de la acción omnipotente de Dios. Y el fruto de su vientre será obra del Espíritu Santo. Le anuncia el ángel que Ella, concebida sin mancha de pecado, quedará constituida en nuevo Tabernáculo de Dios.
Todas estas referencias del ángel le eran familiares a María.
Las había oído y meditado muchas veces [32]. Reconocería sin duda las palabras que el profeta Natán había dicho a David: Tú trono permanecerá eternamente [33]. Y quizá le vinieron a su mente otros muchos pasajes [34].
La Virgen entendió que iba a ser ¡Madre de Dios! De Ella, que apenas había salido de Nazaret, se hablaba desde hacía siglos, y cada vez con más nitidez.
LA RESPUESTA DE MARÍA
El Señor colmó el alma de María con un gozo incontenible. Es lógico pensar que la Encarnación del Hijo de Dios estuviera rodeada de alegría, de una alegría inmensa y singular. ¡Alégrate!, le había dicho el ángel [35]. Y tenía todos los motivos para estar llena de gozo.
El ángel, y la creación entera, y sobre todo Dios mismo, esperaban la respuesta de María, que en aquel momento se encontraba henchida de Dios. Además de las gracias que ya tenía en su alma, ¡cuántas otras no derramaría el Señor en su corazón! Si el Señor se vuelca en una criatura cuando se decide por Él en el momento de dar el sí a su vocación, ¡qué no haría con la que iba a decidir ser su Madre!...
Dijo entonces María: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra [36]. Este hágase de la Virgen no es una aceptación resignada de la voluntad de Dios, sino un deseo alegre y lleno de ansiedad, como expresa mejor el verbo griego. Este suceso, la llegada por fin del Mesías, es considerado por María como un felicísimo acontecimiento que debe realizarse cuanto antes.
Y en aquel momento formó Dios un cuerpo de las purísimas entrañas de la Virgen, creó de la nada un alma, y a este cuerpo y alma se unió el Hijo de Dios. El que antes era sólo Dios, sin dejar de serlo, quedó hecho hombre [37]. María es ya Madre de Dios. En ese mismo instante comienza a ser también Madre de todos los hombres. Lo que un día oirá de labios de su Hijo moribundo: he ahí a tu hijo (...), he ahí a tu madre [38], no será sino la proclamación de lo que había tenido lugar en el silencio de aquella casa de Nazaret [39].
Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo nacido de mujer [40]. En ese instante tuvo lugar la plenitud de los tiempos [41]. San Pablo dice literalmente que fue hecho de mujer. Jesús no aparecerá en la tierra como una visión fulgurante, sino que se hizo realmente hombre, como nosotros, tomando la naturaleza humana. Dios en el mundo se comportará desde el comienzo con extremada sencillez [42].
Siete siglos antes, el profeta Isaías había predicho: He aquí que la virgen está grávida y parirá un hijo, y le llamará Emmanuel (que significa Dios-con-nosotros) [43]. Y San Mateo, atento siempre a señalar el cumplimiento de las profecías [44], cita ésta como cumplida en Jesús y en su Madre [45].
Después, según nos indica San Lucas, el ángel se retiró de su presencia, desapareció.
Este año la Semana Santa en el Vaticano no tendrá grandes cambios a la del año pasado
Todas las celebraciones se realizarán en el Altar de la Cátedra con un número reducido de fieles, todos con mascarillas. Como en 2020, la procesión del Domingo de Ramos será más austera que años anteriores.
Ese día no se celebrará la Jornada Mundial de la Juventud a nivel diocesano, ya que a partir de 2021 tendrá lugar en la solemnidad de Cristo Rey, este año el domingo 21 de noviembre.
Este año sí se realizará la Misa Crismal, la mañana del Jueves Santo, en la Basílica de San Pedro. La participación del clero romano será limitada.
Como es habitual, el Papa no celebra en el Vaticano la Misa in Coena Domini para ir a un lugar con personas necesitadas.
La tarde del Viernes Santo el Papa presidirá la celebración de la Pasión y más tarde el Via Crucis. Por segundo año consecutivo, será en la Plaza de San Pedro y no en el Coliseo.
Las meditaciones de este año las han preparado niños y jóvenes de entre 3 y 19 años que viven en Casas de Acogida o que participan en la labor de una parroquia de la periferia romana. El Vaticano dice que es un texto muy sencillo pero que sus autores son plenamente conscientes del significado de la discriminación y la humillación, y de la necesidad de cultivar la justicia y la solidaridad.
El sábado por la tarde, el Papa presidirá la Vigilia Pascual y el Domingo de Resurrección impartirá la tradicional bendición Urbi et Orbi desde el interior de la Basílica de San Pedro.
Secretos del Santo Sepulcro, el lugar donde fue enterrado Jesús después de morir crucificado
El templo se encuentra en el mismo sitio donde estaba ubicada la cueva donde José llevó el cuerpo de Jesús y permaneció los tres días anteriores a su Resurrección. Fue erigido sobre un templo romano por el emperador Constantino y durante sus casi 1700 años de historia fue consumido por incendios, destruido por califas musulmanes y reconstruido.
En el año 2017 fue objeto de un profundo estudio y puesta en valor, que confirmó lo que decían los Evangelios.
El pequeño espacio del Santo Sepulcro en Jerusalén condensa más de dos mil años de la historia de la civilización romana-judeo-cristiana. Allí, Jesús fue enterrado tras morir en la Cruz. Al tercer día resucitó, salió de la cueva donde había sido sepultado y luego ascendió a los Cielos. Pero como sucede con otras manifestaciones de la Fe, flota una pregunta: ¿es un mito religioso o una historia que la arqueología puede comprobar?
El estudio del lugar proviene directamente de los evangelios que narran el momento de la crucifixión y muerte de Jesús y su posterior sepultura. Leemos en Mateo 27:33: “Cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa Lugar de la Calavera”; en Marcos 15:22 algo similar: “Le llevaron al lugar llamado Gólgota, que traducido significa: Lugar de la Calavera”;
En Lucas 23:33 otro tanto: “Cuando llegaron al lugar llamado ``La Calavera, crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda”; y en Juan 19:17 se repite la narración: “Tomaron, pues, a Jesús, y Él salió cargando su cruz al sitio llamado el Lugar de la Calavera, que en hebreo se dice Gólgota”.
Es decir que los evangelistas nos ubican en un lugar de la antigua Jerusalén: el lugar llamado “Gólgota”.
En Marcos 15:45 se lee sobre su entierro: “Y comprobando esto por medio del centurión, le concedió el cuerpo a José, quien compró un lienzo de lino, y bajándole de la cruz, le envolvió en el lienzo de lino y le puso en un sepulcro que había sido excavado en la roca; e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.
Y María Magdalena y María, la madre de José, miraban para saber dónde le ponían”. Aquí vemos otra referencia: era un sepulcro cercano al lugar de la ejecución.
El apelativo “lugar de la calavera” en arameo es gagûltâ, de la que se deriva la palabra hebrea calavera, גֻּלְגֹּלֶת (gulgōleṯ) Era un sitio para ejecuciones públicas, y que el nombre hiciera referencia a “cráneo” podría referir a los ejecutados en ese lugar, o a que estuviera situado cerca de un cementerio o a la forma del monte.
En la tesis doctoral de Nazénie Garibian de Vartavan, publicada con el título “La Jérusalem Nouvelle et les premiers sanctuaires chrétiens de l’Arménie. Méthode pour l’étude de l’église comme temple de Dieu” se explica que: “…el Gólgota se encontraba en la pared vertical del altar de la basílica de Constantino y lejos de la tradicional roca del monte”.
Los planos publicados en el libro indican la situación del Gólgota con un margen de error de menos de dos metros, por debajo del pasaje circular situado a un metro de donde se dice que se recuperó la ropa ensangrentada de Jesús y justo antes de las escaleras que llevan a la capilla de Santa Helena.
En la antigüedad, el lugar de ejecuciones era conocido y los seguidores de Jesús concurrían a ese lugar en veneración. Sin embargo, el emperador Adriano decidió hacer desaparecer todo rastro del sitio por su desprecio a estos seguidores de Cristo. Mandó rellenar una cueva donde había un sepulcro y construyó sobre él un templo dedicado a Júpiter y a Venus.
Excavaciones arqueológicas bajo la Iglesia del Santo Sepulcro han revelado grafittis de peregrinos de tiempos en los que todavía estaba el templo de Júpiter y Venus. Se puede ver la silueta de un barco -un símbolo paleocristiano muy común- y la frase “Dominus Ivimus”, que significa, “Señor, nosotros vinimos”.
El emperador Constantino el Grande, luego de firmar el Edicto de Milán en el año 313, que legalizaba la religión, encomendó a su madre Elena marchar hacia Jerusalén para encontrar la tumba de Jesucristo.
En referencia a este evento, el Dr. Pablo Argarate, director del Instituto Ecuménico de la universidad de Graz y vicedecano de la misma, en su artículo: “The End of Christian U-Topy? On the Emergence of the Notion of “Holy Places” and “Holy Land” in the Fourth Century” señala:
“La Basílica del Santo Sepulcro, como su nombre lo indica, tiene una relación esencial con el lugar de la muerte y resurrección de Jesús”.
La cruz tallada sobre la tumba de Jesús en tiempos de Constantino. Se la pudo ver por primera vez en 17 siglos
Su vínculo con la Cruz, en lo que concierne al edificio, parece más problemático. Aquí descubrimos tres etapas con respecto al descubrimiento de la Cruz: en primer lugar, el informe de Eusebio (Obispo de Cesarea) se centra en la tumba y no menciona la Cruz. Más tarde, Cirilo de Jerusalén presta gran atención a la Cruz y su culto.
Finalmente, una generación más tarde, el descubrimiento de la Cruz se le asigna explícitamente a Elena (Madre del emperador Constantino). Debe quedar muy claro que el proyecto de Constantino de edificios sagrados, especialmente en Palestina, es mucho más que un acto de devoción del emperador o incluso su proyecto arquitectónico, es más bien una parte significativa de un proyecto estatal más grande. Y detrás de él encontramos una nueva concepción de lo “sagrado”.
Constantino ordenó en torno al año 326 que el templo de Júpiter y Venus fuera reemplazado por una iglesia. Y el templo cristiano se consagró el 13 de septiembre de 335. Constaba de espacios muy bien diferenciados: un atrio cerrado y el tripórtico que marcaba el lugar que era asociado tradicionalmente al calvario. Atravesando un espacio abierto se encontraba la llamada “Rotonda” (en griego “παρεκκλήσι αναστάσεως” “capilla de la resurrección”).
En el año 614 el edificio fue destruido por un incendio causado durante la invasión de los sasánidas, pero fue reconstruido por el emperador bizantino Heraclio. Luego de la invasión de los musulmanes continuó siendo una iglesia cristiana, debido a que los primeros gobernantes islámicos protegieron los lugares cristianos de la ciudad, prohibiendo su destrucción.
En el año 841 y 938 sufrió incendios y el 18 de octubre de 1009, el califa fatimí Al-Hakim bi-Amr Allah ordenó la destrucción por completo de la iglesia. Por ese hecho, el cual desató el horror en occidente, se convocaron “las Cruzadas”.
En 1048, el patriarca Nicéforo de Constantinopla, luego de grandes negociaciones con el Califato Fatimí, logró la reconstrucción de La “Rotonda”. Más de un siglo después, en 1187, la iglesia como la ciudad cayeron en poder del sultán Saladino, pero éste respetó el lugar. Tras la tercera cruzada permitió a los cristianos seguir peregrinando al santuario. El emperador Federico II reconquistó la ciudad y la iglesia y la ésta fue ampliada por el patriarca griego ortodoxo Atanasio II de Jerusalén en 1248.
En 1555 se instaló un santuario de mármol donado por Bonifacio de Ragusa para cubrir los restos del sepulcro y se colocó una losa de mármol sobre el lecho funerario de piedra caliza tapando el sepulcro. Es la misma que se observa hoy en día.
Otro incendio en 1808 causó el colapso de la Rotonda y destruyó su decoración exterior. Tanto el exterior de la “Rotonda” y el “Edículo” (espacio ubicado sobre de la tumba) fueron reconstruidos entre 1809-10 por el arquitecto Mikolaos Ch. Komnenos de Mitilene en estilo barroco otomano; el Edículo también se reemplazó.
En 1947, durante el mandato británico de Palestina, el revestimiento de mármol rojo del Edículo realizado por Komnenos se encontraba muy deteriorado y se reemplazó por uno de metal, al que se le agregaron andamiajes para sostenerlo.
En el 2016 las seis iglesias cristianas que custodian el Santo Sepulcro: la Iglesia ortodoxa griega, católica romana, apostólica Armenia y las ortodoxas Siria de Antioquía, copta y etíope dieron su aval para que un equipo de la Universidad Técnica Nacional de Atenas lleve a cabo una inspección y restauración del “Edículo” y de la “Rotonda”, que estuvo a cargo de la profesora Antonia Moropoulou gracias a una donación realizada por el rey Abdalá II de Jordania, de Mica Ertegun (la esposa del empresario turco Ahmed Ertegun) y muchos fieles anónimos.
Por primera vez desde 1555 se levantó la losa que cubría el sepulcro (laque había sido donada por Bonifacio de Ragusa). El momento más emocionante fue observar el lugar donde fue depositado el cuerpo de Cristo. Cuando se abrió la losa se pudo ver el material de relleno (argamasa) en su interior.
Y la noche del 28 de octubre se descubrió la piedra caliza de la cama funeraria, la cual fue encontrada intacta, lo que sugería que la localización de la tumba no había cambiado a lo largo del tiempo y confirmaba la existencia de una cueva de piedra caliza original en el interior de la “Rotonda”.
La National Geographic Society también participó de la restauración. Su arqueólogo Fredrik Hiebert se mostró muy sorprendido por la cantidad de argamasa que se halló en el lugar. Sería la misma con que los romanos decidieron sellar la sepultura.
La obra tardó diez meses en ser ejecutada y la jefa del grupo de restauración -la profesora Antonia Moropoulou- dijo en su discurso de finalización de tareas:
"Ahora se puede ver el color y la textura, las inscripciones, los frescos, junto a la centenaria estructura donde la tradición cristiana sitúa el enterramiento y resurrección de Jesús. También se han limpiado las láminas de mármol del armazón y se ha reforzado su estabilidad. Además, se han sustituido losas dañadas, se han cubierto las grietas con pegamento, rellenado fisuras y reforzado soportes para un monumento que, esperemos, dure bastantes años”.
Hoy, en lo alto de la cúpula reluce una cruz greco-ortodoxa, que no estaba antes de la restauración y que según el arqueólogo Eugenio Alliata podría pertenecer al proyecto original del Edículo.
A pesar de la complejidad de los trabajos de restauración ejecutados, el templo del Santo Sepulcro permaneció abierto durante todo el proceso, y solo fue cerrado al público durante 36 horas.
Ese momento se destinó a retirar la lápida que cubría la fosa original de Jesucristo, un hecho que no ocurría desde hacía cinco siglos. Ahora los fieles pueden contemplar el lugar del Santo Sepulcro limpio, restaurado y libre de los elementos acumulados durante tantos años.
Acogió a los ascetas cristianos estuvo ocupado desde el siglo IV al VIII
Aislado en el desierto de Egipto, el oasis de al-Bahariya acogió a los ascetas cristianos desde el siglo IV al VIII
Una misión arqueológica franco-noruega ha descubierto nuevos restos de edificios cristianos de la Antigüedad tardía en el desierto occidental de Egipto, lo que indica la vida monástica en la región en el siglo V, anunció el sábado el Ministerio de Antigüedades de Egipto.
"La misión franco-noruega descubrió (...) en el sitio de Tell Ganoub Kasr al-Agouz, en el oasis de al-Bahariya, varios edificios construidos en basalto, tallados en piedra y ladrillo", según un comunicado de prensa del ministerio.
Estos corresponden a "seis sectores que albergan los restos de tres iglesias y celdas de monjes" cuyas "paredes llevan grafitis y símbolos con connotaciones coptas", dijo el responsable de antigüedades islámicas, coptas y judías, Oussama Talaat, citado en el documento.
También citado por el ministerio, el jefe de la misión, Victor Ghica, cree que este descubrimiento permite comprender "el desarrollo de los edificios y la formación de las primeras comunidades monásticas" en esta región egipcia.
Además, agregó que en 2020 se descubrieron "19 edificios y una iglesia tallada en piedra". La iglesia tenía "en sus muros inscripciones religiosas" y bíblicas "en griego" que indicaban "la naturaleza monástica de la vida en la zona" y la "presencia de monjes del siglo V" de nuestra era.
Aislado en el desierto, en el suroeste de Egipto, lejos de los pueblos conocidos de la época romana, el sitio que acogió a los ascetas cristianos estuvo ocupado desde el siglo IV al VIII con un probable pico de actividad alrededor de los siglos V y VI, según al sitio web del Instituto Francés de Arqueología Oriental (IFAO) a cargo de la misión.
Esta campaña de excavación es la tercera que se lleva a cabo en el sitio, después de las de 2009 y 2013.
Las anteriores ya habían "sacado a la luz nuevos temas (...) como la producción y conservación del vino, así como la cría de ganado en un contexto monástico o incluso contactos comerciales con diversas regiones del Imperio Bizantino", especifica el sitio web de IFAO.
El Cairo ha anunciado importantes descubrimientos arqueológicos en los últimos meses y espera que ayuden a reactivar el turismo, un sector clave socavado hoy por la pandemia de coronavirus.
En febrero, el Ministerio de Turismo de Egipto reveló la existencia de una fábrica de cerveza de producción a gran escala que sería "la más antigua" del mundo, en el sitio arqueológico de Abydos (sur).
Encontrar a los evangelistas representados en el arte católico es muy habitual
Los cuatro autores de los Evangelios (San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan) han sido relacionados simbólicamente con los cuatro seres vivientes del Apocalipsis 4,7:
“El primer Viviente, como un león;
el segundo Viviente, como un novillo;
el tercer Viviente tiene un rostro como de hombre;
el cuarto viviente es como un águila en vuelo.” Ap 4,7.
Tradicionalmente se suele representar a los cuatro evangelistas mediante cuatro símbolos.
El orden en el que aparecen en el Nuevo Testamento son:
– El ángel (un hombre con alas): Mateo.
– El león: Marcos.
– El buey: Lucas.
– El águila: Juan.
Evangelistas y tetramorfos
Un tetramorfos (del griego τετρα, tetra, "cuatro", y μορφη, morfé, "forma") es una representación iconográfica de un conjunto formado por cuatro elementos. La más extendida de estas es cristiana, que los asocia con los cuatro evangelistas
Mateo se simbolizó con un ángel (un hombre con alas) porque su evangelio comienza con la lista de los antepasados de Jesús, el Mesías: Mt 1,1-16. Esta lista es de gran valor para este evangelio porque presenta a Jesús como hijo de David (el más importante de los reyes) e hijo de Abrahán (el padre del pueblo de Dios).
Juan es representado por un águila, la mirada dirigida al sol, porque su evangelio se abre con la contemplación del Jesús-Dios: Jn 1,1.
El evangelio de Juan fue el último en aparecer, y no se escribió en pocos días. Lo escribieron los discípulos de Juan. Una de las características del Jesús del evangelio de Juan es esta: el Maestro nos conoce a cada uno de nosotros mejor de lo que nos conocemos nosotros mismos: Jn 1,48. Poco más adelante dice que Jesús “no necesitaba que le informasen de nadie, pues él conocía muy bien el interior del hombre.” (Jn 2,25).
El águila se considera el «pájaro solar», imagen del fuego, de la altitud, de la profundidad y de la luz; es el ave que posee una vista penetrante, comparable al «ojo que todo lo ve», capaz de elevarse por encima de las nubes y de mirar fijamente el sol, por lo que simboliza todo estado trascendente, la potencia más elevada, la contemplación, el genio y el heroísmo.
Es el símbolo de la ascensión espiritual, que la mantiene elevada en las alturas. El Evangelio de Juan, al que Clemente de Alejandría llamó «evangelio espiritual», es el más profundo, simbólico, contemplativo y teológico de los cuatro y, en tal sentido, el que se eleva sobre los demás. El de Juan es el único evangelio no sinóptico.
Lucas se ha simbolizado mediante un buey o un toro porque su evangelio comienza con la visión de Zacarías en el Templo, donde se sacrificaban animales como bueyes, terneros y ovejas.
El evangelio de san Lucas comienza y termina en el Templo; los Hechos de los apóstoles constituyen la segunda parte del evangelio de Lucas.
Si en el evangelio encontramos el camino de Jesús, en los Hechos tenemos el camino de las comunidades que siguieron a Jesús. El libro de los Hechos termina llegando Pablo a Roma, ciudad que, para Lucas, representa “los confines del mundo”.
Marcosse simboliza con un león porque su evangelio comienza con la predicación del Bautista en el desierto, donde había animales salvajes.
Su evangelio fue el primero en escribirse (en la década de los años 60 después de Cristo) y sirvió como texto de catequesis para los que se preparaban para recibir el bautismo.
El de san Mateo s el evangelio más corto y el hecho de que comience presentando a san Juan Bautista en el desierto es muy importante.
Para los judios, el pueblo de la Biblia, el desierto representaba y significaba, entre otras cosas, el lugar donde se fraguan todos los nuevos proyectos. Esto es lo que hizo el pueblo de Dios cuando salió de la esclavitud de Egipto.
Los Manuscritos, encontrados en una cueva del desierto de Judea, son traducciones al griego de los libros de los profetas Zacarías y Nahum.
Arqueólogos israelís han anunciado el descubrimiento de docenas de nuevos fragmentos de los Manuscritos del Mar Muerto encontrados en una cueva del desierto de Judea y que creen que fueron escondidos durante una revuelta judía contra Roma hace 1.900 años.
Los fragmentos de pergamino contienen líneas en griego antiguo de los libros de los profetas menores Zacaríasy Nahum, contienen la palabra Dios en hebreo y han sido datados a través de las pruebas de radiocarbono en el siglo II, de acuerdo con la Autoridad para las Antigüedades de Israel (AAI). Son los primeros nuevos manuscritos encontrados en excavaciones arqueológicas en el desierto del sur de Jerusalén en 60 años.
Los Manuscritos del Mar Muerto, una colección de textos judíos hallados en cuevas del desierto en Cisjordania cerca de Qumrán en los años cuarenta y cincuenta, abarcan desde el siglo III a.C. al siglo I d.C. Incluyen las copias de textos bíblicos más antiguas conocidas y documentos que delinean las creencias de una secta judía poco comprendida.
Las nuevas piezas se cree que pertenecen a un conjunto de fragmentos de pergamino encontrados en los años sesenta en un lugar denominado "la cueva del horror", situada en un remoto cañón en el desierto de Judea al sur de Jerusalén y llamada así por haberse hallado en él cuarenta esqueletos humanos durante las excavaciones.
La cueva está en la reserva natural de Nahal Hever, situada a unos 80 metros por debajo de la cima de un acantilado escarpado, y a la que solo se puede acceder haciendo rápel entre desfiladeros. Los pergaminos encontrados entonces contenían también una traducción griega de los doce profetas menores.
Se cree que los fragmentos -de la mano de dos escribas distintos-fueron preservados en la gruta durante la revuelta del líder judío Bar Kochba, una rebelión armada contra Roma durante el reino del emperador Adriano entre los años 132 y 136 d.C.
Las cuevas donde se preservaron los rollos tienen condiciones climáticas interiores que permitieron su conservación excepcional y han sido blanco de saqueadores de antigüedades en las últimas décadas, por lo que la Autoridad para las Antigüedades de Israel realizó una "operación nacional" para evitar que objetos de suma "importancia histórica" cayeran en sus manos.
En la excavación se han hallado también restos importantes de otras épocas históricas. Entre ellos, destaca el esqueleto de un menor de hace unos 6.000 años, probablemente una mujer, envuelto en una tela, parcialmente momificado y colocado en posición fetal.
El cuerpo se conservó en gran medida por el clima de la cueva, incluidos la piel, los tendones y el cabello, y experimentó "un proceso de momificación natural", concreta Ronit Lupu, experta en prehistoria y miembro de la AAI.
La que se cree que es la cesta más antigua del mundo hallada en la cueva Muraba'at en el desierto de Judea cerca del Mar Muerto
Además, en otra cueva de la zona se halló una cesta de hace unos 10.500 años, de la época neolítica precerámica. Se tejió con material vegetal, se preservó gracias al clima árido y podría ser "la más antigua del mundo", destacó la AAI.
La cesta tenía una capacidad de entre 90 y 100 litros y aporta nuevos datos "sobre cómo se almacenaban los productos unos 1.000 años antes de la invención de la cerámica". Sin embargo, se encontró vacía, y ahora se investigará su posible uso a partir de una pequeña cantidad de tierra de su interior.
Aparte de los manuscritos, la cueva contenía un alijo de monedas de hace unos 1.900 años, "con símbolos judíos como un arpa y una palmera datilera", y entre el que también hay restos de "flechas y puntas de lanza, tela tejida, sandalias e incluso peines para piojos".
La tradición cristiana recuerda en este lugar dos momentos de la Pasión del Señor: la flagelacióny la condena a muerte. Los dos santuarios se encuentran junto al convento franciscano, sede del Estudio Bíblico Franciscano.
El Litóstrotos y la casa o pretorio de Pilatodonde el Señor fue juzgado se encontraba abandonada en el siglo IV, según testimonio del Peregrino anónimo de Burdeos y Cirilo de Jerusalén. En el siglo V se construyó una iglesia que encontramos más tarde con el título de Santa Sofía (Sabiduría en griego) porque “el primero de los amigos de la Sabiduría escuchó allí la propia condenación” (Sofronio de Jerusalén, S.VII).
A continuación no se supo más de ella y el recuerdo del Litóstrotosse fijó en primer lugar en el Monte Sión y, en el siglo XII, junto a la torre Antonia, la fortaleza que en tiempo de Cristo dominaba la explanada del templo en su parte norte.
La iglesia de la Flagelación
La iglesia de la Flagelación fue construida por los cruzados en el siglo XII y seguidamente abandonada durante siglos. En el año 1838 fue adquirida por los franciscanos y restaurada, reabierta al culto gracias a la generosa ayuda de Maximiliano de Baviera, según se afirma en una lápida de su fachada.
El arquitecto Barluzzi la restauró en el año 1929 manteniendo el estilo medieval. Son interesantes las vidrieras de A. Cambellotti que representan el juicio de Pilato, la Flagelación de Jesús y la liberación de Barrabás. Un cuadro en un muro lateral representa la prisión de San Pablo en la torre Antonia. (M.Barberis).
La iglesia de la Flagelación . Vidrieras.
El santuario del Litóstros o de la Condenación fue contruido en el año 1904 por Fr. Wendelin Hinterkreuser sobre las ruinas de una iglesia medieval descubierta algunos años antes. No se conoce el título de la antigua iglesia.
La nueva recibió el nombre de Litóstrotos como consecuencia de las grandes losas estriadas que se proplongan también en el contiguo santuario del Ecce Homo, considerado también como parte del Litóstrotos en el cual Pilato tenía su sede cuando juzgó a Jesús y desde donde salió camino del Calvario.
Flagelación de Jesús. Película "La Pasión"
La segunda estación del Via Crucis se indica en el muro exterior de la iglesia del Litóstrotos. La primera, en el patio de una escuela musulmana, “El Omaríeh” delante del convento franciscano.
Desde el año 1923 en el convento de la Flagelación tiene su sede el Studium Biblicum Franciscanum, Facultad de Ciencias Bíblica y de Arqueología Bíblico-Cristiana.
Entró, pues, Pilato nuevamente en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: “¿Eres tú el rey de los judíos?” Jesús le respondió: “¿Eso lo dices tú por tu cuenta o te lo han dicho otros de mi?” Pilato respondió: “¿Acaso soy yo judío? Tu gente, los pontífices, te han entregado a mi “¿Qué es lo que hiciste?
Respondió Jesús: “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis guardias habrían luchado para que no fuera yo entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí”. Entonces le dijo Pilato: “¿Conque tú eres rey? Respondió Jesús: “Pues sí, yo soy rey.
Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.” [...] Pero es costumbre que en la Pascua os conceda la libertad de un preso ¿Queréis, pues, que os suelte al rey de los judíos?” Ellos gritaron nuevamente: “A éste, no, sino a Barrabás”.
Entonces Pilato tomó a Jesús y mandó que lo azotaran. Luego los soldados le pusieron en la cabeza una corona que habían entretejido de espinas y lo vistieron con un manto de púrpura; y acercándose a él le decían: “¡Salve rey de los judíos!” Y le daban bofetadas.
Pilato salió de nuevo fuera y dice a los judíos: “Mirad, os lo traigo fuera para que sepáis que no encuentro en él ningún delito.” Salió, pues, Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura y les dice Pilato: “¡Aquí tenéis al hombre!“ Cuando le vieron los pontífices y los guardias comenzaron a gritar: “¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!”
San Cirilo, obispo de Jerusalén y doctor de la Iglesia
18 marzo
Aunque el fiel testimonio de Cirilo de Jerusalén se remonta a los primeros siglos del cristianismo, sus claras y penetrantes palabras siguen siendo muy relevantes hasta el día de hoy.
Proclamado Doctor de la Iglesia en 1882 por León XIII, sus escritos fueron citados en dos importantes constituciones dogmáticas del Concilio Vaticano II: Lumen Gentium, sobre la Iglesia, y Dei Verbum, sobre la Revelación Divina. La necesidad de la formación doctrinal del pueblo para conducirlo a la verdad fue la guía constante de la acción y del trabajo pastoral de este santo.
Las catequesis sobre la iniciación cristiana
Probablemente nació en Jerusalén en 315, al comienzo de la era Constantiniana, cuando las comunidades cristianas dejaron de ser clandestinas y la fe en Jesucristo, por orden imperial, se convirtió en la religión oficial. Recibió su fe de sus padres. Desde muy joven practicó el ascetismo, viviendo la pobreza y el celibato.
A los treinta años fue ordenado sacerdote y se dedicó inmediatamente a la preparación de los catecúmenos para recibir el sacramento del bautismo. Durante estos años, comenzó sus famosas 24 catequesis, dentro de las cuales vertió su excelente formación literaria centrada en el amor y en el estudio de la Biblia.
El rigor doctrinal combinado con una habilidad innata para transmitir difíciles conceptos metafísicos a través de un lenguaje simple y evocador no pasó desapercibido, tanto fue así que alrededor del año 348 fue consagrado obispo de Jerusalén, sucediendo a Máximo.
La lucha contra las herejías
Como obispo, Cirilose distinguió inmediatamente por su actitud pacífica y su capacidad de mediación, virtudes que, sin embargo, no disminuyeron su firme acción contra la división de la comunidad, las herejías y las malas costumbres. Defendió la pureza de la fe, fomentando la renovación espiritual.
La Iglesia en ese momento estaba de hecho atravesada por doctrinas heterodoxas y heréticas y había fuertes contrastes teológicos con los arrianos.
Aunque Cirilo ha sido recordado por algunos como partidario de las tesis arrianas, en sus tiempos de juventud, en su edad adulta, en cambio, adhirió resueltamente al Símbolo de Nicea, (el Credo de Nicea), proclamado por el primer Concilio Ecuménico del 325, que definió la preexistencia de Cristo poniendo fin a la disputa cristológica sostenida por los arrianos.
El contraste con los arrianos y los tres exilios
Su resuelta toma de posición le produjo la enemistad de los arrianos que, al afirmar que Jesucristo había sido creado, de hecho, negaban su divinidad igual a la divinidad del Padre; y afirmando la inferioridad de Jesucristo tampoco podían aceptar la consubstancialidad del Padre y de Jesucristo, que Cirilo defendía con firmeza.
Por ello fue destituido en el año 357 por el mismo obispo que lo había consagrado nueve años antes, Acayo de Cesarea de Palestina, quien, acusando a Cirilo de errores doctrinales, exigió que la Sede de Jerusalén se sometiera a la de Cesarea.
Después de un sínodo episcopal, en 359 Cirilo fue rehabilitado pero fue expulsado por segunda vez debido a la presión de Acayo sobre el emperador pro-arriano Constancio. A la muerte del soberano, el prelado de Jerusalén volvió a su cargo, pero sólo por poco tiempo: el emperador Valente también le fue hostil y lo condenó al exilio del 367 al 378.
"Portadores de Cristo"
Al final de este largo período el obispo, gracias al favor de Teodosio, pudo volver de forma definitiva y permanente a la cátedra de Jerusalén y en el año 381 participó en el Concilio Ecuménico de Constantinopla donde firmó el Símbolo o Credo Niceno-Constantinopolitano.
Son especialmente expresivas las palabras de san Cirilo, obispo de Jerusalén a partir de 348, que para manifestar nuestra unión tan plena con Cristo en la Eucaristía dice que nos hacemos una misma cosa con Él:
Para que cuando tomes el cuerpo y la sangre de Cristo, te hagas «concorpóreo» y «consanguíneo» suyo (un mismo cuerpo y sangre con Él); y así, al distribuirse en nuestros miembros su Cuerpo y su Sangre, nos convertimos en portadores de Cristo (Cristóforos). De esta manera —según la expresión de san Pedro— también nos hacemos partícipes de la naturaleza divina.
Catequesis Mistagógica, 4, 3
El cristiano es, según Cirilo, "Cristoforo" o "portador de Cristo" y el catequista debe hacer eco con su voz a la Palabra de Dios: esta es la misión que el Santo Obispo de Jerusalén llevó a cabo y sigue llevando a cabo hoy, mostrando a la comunidad eclesial la belleza de los sacramentos y defendiendo los fundamentos de la fe en la persona divina de Jesucristo: de la misma sustancia del Padre, generado pero no creado y consustancial al Padre.
El viaje del Papa a Irak nos ha dejado imágenes históricas por las que podemos acercarnos más a la personalidad del Santo Padre y a los motivos que le llevaron a viajar.
Desde casi todo punto de vista, el viaje de Francisco a Irak era una locura. El país está devastado por la guerra y todavía sigue azotado por la pandemia de covid-19. Por lo demás, la seguridad del papa no estaba del todo garantizada. Los recientes atentados suicidas, los ataques con cohetes a las fuerzas de la coalición liderada ahora por el gobierno de Biden y las consiguientes represalias aéreas mostraban un panorama desolador.
Violencia, odio, destrucción, fanatismo e intolerancia, son palabras que las personas asociamos a la vida insufrible de este viejo país, bañado por los ríos Tigris y Éufrates, conocido antiguamente como Mesopotamia.
Pero la intuición espiritual del papa pudo más que los argumentos intelectuales de sus expertos consejeros. El papa de las periferias era muy consciente de que Irak es, en nuestros días, un ejemplo de la periferia sufriente, y, por tanto, estar allí era su deber de pastor. Su decisión de viajar fue valiente, no imprudente.
Puso en manos del César (las autoridades sanitarias y diplomáticas) lo que es del César y en la manos del amor de Dios todo lo demás, que era mucho. El saldo final ha sido un viaje calificado de histórico.
Como Francisco recordó en la tradicional rueda de prensa durante el vuelo de regreso a Roma, él había rezado mucho por esta visita, y esperó a que la idea madurara en su corazón y cuajara. No tuvo prisa. Sabía que estaba cumpliendo un deseo de san Juan Pablo II, quien sus biógrafos cuentan que lloró cuando le prohibieron viajar a Irak. También lo había intentado Benedicto XVI, pero la guerra abortó el viaje.
Francisco ha enfocado con acierto la visita, a modo de peregrinación de la fe, como un gesto de amor a la cuna de las religiones monoteístas, a un pueblo doliente y a unos cristianos amenazados, perseguidos y discriminados. El papa fue a Irak a darse sin reservas, a consolar, a dialogar, a rezar, a dejarse sorprender. En el encuentro interreligioso en la llanura de Ur, el papa se emocionó cuando supo que Najy, de la comunidad sabea mandea, había perdido su vida al intentar salvar a la familia de su vecino musulmán.
Francisco se conmovió también en la catedral de Bagdadal escuchar el testimonio de una cristiana perdonando de corazón a quienes habían matado a su hijo. Cuando el papa narró este hecho en la rueda de prensa, comentó a los periodistas: “Esto es Evangelio puro”. En realidad, todo este viaje de Francisco ha sido Evangelio puro.
Francisco ha tratado de encarnar en Irak el mensaje de su última encíclica Fratelli tutti, que ha citado profusamente. Una frase que pronunció en su discurso a las autoridades y cuerpo diplomático lo condensa perfectamente: “Una sociedad que lleva la impronta de la unidad fraterna es una sociedad cuyos miembros viven entre ellos solidariamente”.
Sí, a la humanidad como tal corresponde tomar la importante decisión de vivir en el planeta Tierra como enemigos, como competidores o como hermanos. Cuando vivimos como enemigos, generamos un mundo de violencia, guerra y fanatismo, como ha sucedido en Irak en los últimos tiempos. Cuando vivimos como competidores, construimos un mundo de graves desigualdades sociales y fuertes tensiones en el que fácilmente cae en la discriminación, la corrupción y el abuso de poder. Cuando vivimos como hermanos, como dignos hijos de un mismo Dios, que se hacen “responsables de la fragilidad de los demás” (“Fratelli tutti”, 115), la humanidad vive en la armonía de la paz y la solidaridad.
Alcanzar este estilo de vida solidaria no es fácil, pero tampoco constituye una utopía irrealizable. El papa insiste en que “la coexistencia fraterna necesita del diálogo paciente y sincero, salvaguardado por la justicia y el respeto del derecho”. Un buen ejemplo de diálogo nos dio Francisco en su visita de cortesía al gran ayatolá Ali Al-Sistani, líder espiritual del islamismo chiita. Y es que todas las religiones deben servir a la causa de la solidaridad y la paz universal, ha repetido una y otra vez el papa Francisco.
La visita de Francisco a Irak ha marcado el rumbo de la regeneración del país, del diálogo interreligioso, de la resolución del conflicto de Medio Oriente y de la transformación de un derecho internacional de estados soberanos en un derecho global de una humanidad solidaria.
Pero el viaje ha servido también para mostrar al mundo que la gran potencia transformadora de ese argentino octogenario que viste de blanco y al que llamamos sumo pontífice radica en lo más profundo de su alma, donde escucha, en silencio, el susurro del espíritu de Dios.
Rafael Domingo Oslé
Profesor investigador del Centro de Derecho y Religión de la Universidad Emory y catedrático de Derecho de la Universidad de Navarra.
La tremenda opacidad de China se proyecta también sobre la situación religiosa
Llegan pocas noticias, que más bien provocan incertidumbre, ante la real persecución a lo cristiano, a pesar de la renovación de los acuerdos de Pekín con Roma. Esas graves dificultades tienen también una lectura positiva, en línea con la historia de los primeros cristianos, aunque no se vea hoy en Oriente: la sangre de los mártires fue semilla de una floración de creyentes que transformaría el decadente mundo grecorromano.
Queda aún casi un trimestre para la celebración del centenario del partido comunista chino (23 de julio de 1921 en Shanghái). Al programar la magnificación del evento, los dirigentes esperan una adhesión vibrante de todos, también de las instituciones religiosas reconocidas (si no me equivoco, catolicismo, protestantismo, islamismo, budismo y taoísmo): han preparado ya instrucciones que, de cumplirse a la letra, harían de la asociación patriótica un repetidor y amplificador de la propaganda oficial.
Vienen a la mente los primeros cristianos obligados a dar culto a Diocleciano, su gran perseguidor. Con la diferencia de que el líder comunista pretende reconocer a la Iglesia católica como un instrumento más de apoyo al socialismo, a la patria china, a las directrices del partido, defensor de la soberanía propia sin concesiones a potencias extranjeras (como el obispo de Roma, aunque en los acuerdos con el Vaticano se le reconozca como cabeza de la Iglesia).
El ateísmo del partido cuajó en las grandes persecuciones de Mao a partir de 1950. Fueron demoledoras: se calcula que los más de cinco mil misioneros no chinos quedaron reducidos a decenas. Cientos de miles de católicos fueron encarcelados, en un proceso agudizado lógicamente por la “revolución cultural”, que actuó incluso contra miembros de la asociación patriótica. Parecía algo histórico, pero algunos rasgos han reaparecido con el liderazgo de Xi Jinping, que admitiría –no son sus palabras- una vía china al cristianismo, con sustitución, incluso en los hogares, de crucifijos e imágenes por retratos de los líderes comunistas.
Entretanto aumenta la represión. Las declaraciones del ministro de exteriores, Wang Yi, el domingo 7, son demoledoras: Pekín no contempla la menor concesión ni a sus vecinos ni a los países occidentales.
Por eso, crecen las presiones sobre Taiwán y, más aún, contra las libertades democráticas en Hong Kong, en patente violación de los compromisos asumidos al producirse la retrocesión de la antigua colonia británica.
En el plano católico, coincide con un momento de sede vacante. Al no ser públicos los acuerdos entre el Vaticano y China, es imposible saber si Pekín intervendrá ya en el nombramiento del nuevo arzobispo.
Abundan las especulaciones, y no faltan quienes se ponen la venda antes de la herida por el rumor que designaría prelado a un hombre afín al régimen de Pekín. No se olvide que, paradójicamente, gobierna la isla una católica, Carrie Lam.
Desde luego, Pekín no aceptará el trabajo de una jerarquía eclesiástica libre respecto del partido.
Estamos acostumbrados a que conferencias episcopales de occidente publiquen instrucciones o pastorales que no coinciden precisamente con la ideología dominante: basta pensar en documentos norteamericanos sobre la pena de muerte, la emigración, la salud de los ciudadanos más desfavorecidos o, más recientemente, sobre el empleo de alguna vacuna contra el coronavirus.
Algún medio se ha permitido criticar al Vaticano porque calla ante los abusos del partido comunista chino en materia de derechos humanos básicos. Acusan a la secretaría de Estado vaticana de comportarse como tantas potencias, que ponen entre paréntesis esas libertades para no perjudicar objetivos comerciales de sus países.
¿Por qué no podría seguir una senda análoga la jerarquía católica? Obviamente, no por razones económicas, sino para evitar males mayores: pro bono pacis. La historia proporciona ejemplos de ese tipo de cesión, que no incluye concesiones doctrinales.
Aunque no falten tampoco en época recientes decisiones heroicas –también por el riesgo de producir efectos negativos no deseados- como la condena del nazismo en la Alemania de los años treinta. Obviamente, Hitler está hoy demonizado por doquier. No es el caso de Xi Xiping, por esa extraña tolerancia de los medios de comunicación occidentales a las dictaduras de cuño comunista.
De momento, quedan las palabras del papa Francisco en la audiencia al Cuerpo Diplomático con motivo de la felicitación del nuevo año, el 8 de febrero: “el pasado 22 de octubre, la Santa Sede y la República Popular China acordaron prorrogar por otros dos años la validez del Acuerdo Provisional sobre el Nombramiento de Obispos en China, firmado en Pekín en 2018.
Se trata de un entendimiento de carácter esencialmente pastoral y la Santa Sede espera que el camino emprendido continúe, en un espíritu de respeto y de confianza recíproca, contribuyendo aún más a la resolución de cuestiones de interés común”.