San Pammaquio, senador
Perteneció a la familia de los Camilos cuyas posesiones en el norte de África les hacían inmensamente ricos. Probablemente, Pamaquio fue cristiano de toda la vida. Recibió una esmerada educación en retórica, elocuencia y literatura sagrada.
Fue en la juventud compañero de Jerónimo y mantuvieron la amistad incluso más allá de la interrupción que supuso la marcha al desierto de Jerónimo en el año 370, fecha en torno a la cual pasa Pamaquio a formar parte del Senado.
Quizá no entendió del todo aquel brote de generosidad en la oración y, posiblemente, juzgó como extremoso el rigor de la penitencia que el grupo jeronimiano propiciaba con tanto énfasis. De hecho, bastantes cristianos de Roma lo juzgaron excesivo y criticaron abundantemente al santo, bien por error, bien porque la incondicional actitud evangélica de un pequeño círculo cristiano era una crítica muda para su cómoda mediocridad.
El caso es que contrajo matrimonio con Paulina, hija de santa Paula, aquella mujer asceta que siguió junto con Eustoquia al santo penitente al desierto.
Con su olfato cristiano, Pamaquio detectó y puso de manifiesto los errores doctrinales de Joviniano y tuvo la valentía de exponerlos con claridad al papa Siricio, que se vio obligado a condenar la herejía unos años más tarde, en el 390. Para poder hacerse con seguridad cargo de los peligros que encerraba la enseñanza joviniana, se vio necesitado de recurrir frecuentemente con consultas específicas a Jerónimo.
A la muerte de Paulina por un mal parto, en el año 393, cuando llevaban solamente cinco años de matrimonio, comenzó Pamaquio a desarrollar una caridad con obras altamente llamativas. Organizó un banquete para los pobres; no lloró, sino que se dedicó a hacer; no se lamentó, pero llenó sus días con obras de misericordia. Tomando lección de la Sagrada Escritura, meditada a diario, se convenció de que la caridad cubre la multitud de los pecados. Los cojos, ciegos, paralíticos y tullidos son los herederos de Paulina. Y como las voces vuelan, continuamente se le ve por Roma acompañado de una nube de pobres a su alrededor.
Este hombre de la caridad levantó en el puerto romano un hospital para atender a los extranjeros, donde él mismo, con sus propias manos, curaba y atendía a los enfermos y moribundos. Quizá influyó en Pamaquio la clara y animosa ayuda de su amigo Jerónimo quien le dice por carta que no se contente con «ofrecer a Cristo tu dinero, sino a ti mismo. Fácilmente se desecha lo que solo se nos pega por fuera, pero la guerra intestina es más peligrosa; si ofrecemos a Cristo nuestros bienes con nuestra alma, los recibe de buena gana, pero, si damos lo de fuera a Dios y lo de dentro al Diablo, el reparto no es justo».
Preocupado no solo por los cuerpos, sino principalmente de las almas, ejerció un ordenado apostolado epistolar, escribiendo frecuentes y sólidas cartas dirigidas a los que administran sus posesiones en Numidia y atienden sus tierras para sacarlos de la herejía de Donato, que había hecho estragos entre los cristianos poco cultos o débiles en la fe; fue una labor altamente encomiada por Agustín de Hipona que le agradece su intervención en una carta escrita en el año 401.
Murió en el año 410, poco antes del dramático saco de Roma.
Pamaquio permaneció seglar –laico– toda su vida, dando un testimonio claro de amor a Dios y de coherencia de fe cristiana. Prestó servicio a la sociedad desde los más altos cargos profesionales y administró rectamente los bienes patrimoniales no mirando solo el provecho propio, sino teniendo en cuenta las necesidades de sus contemporáneos. Un ejemplo para la mayor parte de los fieles cristianos de todos los tiempos.
La conversión permite descubrir que Dios es amor
Benedicto XVI presentó la figura de San Agustín
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 27 febrero 2008
La conversión permite descubrir que Dios es amor, considera Benedicto XVI. Y la experiencia de la dulzura de Dios es la necesidad de fondo que experimenta la humanidad para encontrar la esperanza, aclaró este miércoles durante la audiencia general.
En su encuentro con miles de peregrinos en el aula Pablo VI del Vaticano, el pontífice concluyó la serie de cinco intervenciones que ha dedicado al santo que, como confesó, quizá ha tenido más importancia «en mi vida de teólogo, de sacerdote y de pastor», san Agustín de Hipona (354-430).

En particular, revivió su conversión, que como explicó no fue una experiencia repentina, sino que vivió a lo largo de toda su vida.
«Convertido a Cristo, que es verdad y amor», «este grande enamorado de Dios» «se convirtió en un modelo para todo ser humano, para todos nosotros en la búsqueda de Dios», explicó el Papa.
El Santo Padre reconoció que su primera encíclica, Deus caritas est, «tiene una gran deuda, sobre todo en su primera parte, con el pensamiento de san Agustín».
Y sintetizó así la propuesta que hizo en ese primer gran documento de su pontificado: «También hoy, como en su época, la humanidad tiene necesidad de conocer y sobre todo de vivir esta realidad fundamental: Dios es amor y el encuentro con él es la única respuesta a las inquietudes del corazón humano».
«Un corazón en el que vive la esperanza --quizá todavía oscura e inconsciente en muchos de nuestros contemporáneos--, para nosotros los cristianos abre ya hoy al futuro, hasta el punto de que san Pablo escribió que "en esperanza fuimos salvados"».
Por este motivo, añadió, «a la esperanza he querido dedicar mi segunda encíclica, Spe salvi, que también ha contraído una gran deuda con Agustín y su encuentro con Dios».
«Tenemos que purificar nuestros deseos y nuestras esperanzas para acoger la dulzura de Dios», dijo el Papa a los fieles, recogiendo una de las ideas centrales de Agustín de Hipona.
«Sólo ésta nos salva, abriéndonos además a los demás», aclaró.
Por este motivo, concluyó invitando a los cristianos a seguir «el ejemplo de este gran convertido, encontrando como él en todo momento de nuestra vida al Señor Jesús, el único que nos salva, que nos purifica y nos da la verdadera alegría, la verdadera vida».
+info:
¿Cómo transcurrió la vida de los Doce Apóstoles de Jesús?
Felipe evangelizó comunidades de habla griega. Santiago se convirtió en el primer obispo de Jerusalén. Judas Tadeo es venerado como el “Apóstol de los armenios”.
Al final del Evangelio de Mateo, antes de describir la ascensión de Jesús al cielo, el evangelista presenta a Jesús diciendo a sus apóstoles: “Id, pues, y haced discípulos a todas las naciones” (Cf. Mateo 28, 19-20).
Como se ve en el libro de los Hechos y en muchos otros escritos tradicionales cristianos (apócrifos o no), teniendo un mandato divino de viajar por el mundo por el bien del Evangelio,
los apóstoles no perdieron el tiempo. Toda la literatura apostólica primitiva los presenta como poniendo inmediatamente la mano en el arado, comprometidos en la difícil obra de sembrar semillas de fe donde quiera que fueran.
Entonces, ¿dónde terminaron? ¿Realmente “hicieron discípulos de todas las naciones”?
Pedro
Se cree tradicionalmente que Pedro viajó primero a Antioquía y estableció una comunidad allí. No se quedó mucho tiempo, pero a menudo se le conoce como el primer obispo de Antioquía. Después de eso, pudo haber visitado Corinto antes de dirigirse a Roma.

Allí ayudó a formar la comunidad cristiana y finalmente fue martirizado en el Circo de Nerón alrededor del 64 d.C. en Roma. La Basílica de San Pedro en el Vaticano está construida sobre la tumba de San Pedro.
Andrés
Después de Pentecostés, muchas tradiciones antiguas señalan a Andrés, el hermano de Pedro, como el apóstol de los griegos. Se cree que predicó a las comunidades griegas y fue martirizado en Patras en una cruz en forma de X. Sus reliquias fueron finalmente transferidas a la Catedral del Duomo en Amalfi, Italia.

Santiago el Mayor
Se sostiene que Santiago fue el primer apóstol en ser martirizado. En los Hechos de los Apóstoles se lee: “El rey Herodes impuso con violencia a algunos que pertenecían a la iglesia. Mató a espada a Jacobo, hermano de Juan ”(Hechos 12: 1-2).

Murió en el 44 d.C. en Jerusalén, pero su tumba no está cerca de este lugar. Tras su muerte su cuerpo fue trasladado a España y actualmente se encuentra en Santiago de Compostela. Su tumba es el punto de destino de la peregrinación centenaria, El Camino, todavía popular en la actualidad.
Juan
El autor del Evangelio de Juan y el Libro del Apocalipsis, Juan fue el único apóstol que no tuvo una muerte de mártir.

En Apocalipsis escribe desde la isla de Patmos, Grecia, “Yo Juan, tu hermano, que comparto contigo en Jesús la tribulación y el reino y la paciencia, estaba en la isla llamada Patmos a causa de la palabra de Dios y testimonio de Jesús ”(Apocalipsis 1: 9). Murió alrededor del año 100 d.C. y está enterrado cerca de Éfeso.
Felipe
En los años posteriores a Pentecostés, Felipe ministró a comunidades de habla griega. Poco se sabe sobre sus aventuras, excepto que fue martirizado alrededor del 80 d.C. Sus reliquias se encuentran en la Basílica Santi Apostoli, en Roma.

Bartolomé
Poco se sabe sobre los esfuerzos evangelizadores de Bartolomé. Varias tradiciones lo tienen predicando en diferentes áreas. Se cree que fue martirizado y sus restos se encuentran actualmente en la iglesia de San Bartolomé en la Isla, en Roma.

Tomás
Tomás , el apóstol “que duda”, es ampliamente conocido por sus esfuerzos misioneros en la India. Hay una historia popular sobre una de sus aventuras que se centra en la conversión de un rey local que “duda”. 
Murió alrededor del 72 d.C. y su tumba se encuentra en Mylapore, India.
Mateo
Uno de los cuatro evangelistas, Mateo es más conocido por su Evangelio. Predicó en varias comunidades del Mediterráneo antes de su martirio en Etiopía. 
Su tumba se encuentra en la catedral de Salerno, Italia.
Santiago el Menor
Los eruditos creen que Santiago el Menor fue el autor de la “Epístola de Santiago” que se encuentra en el Nuevo Testamento. Después de que los apóstoles se dispersaron y dejaron Jerusalén, Santiago se quedó y se convirtió en el primer obispo de la ciudad santa.

Allí permaneció varias décadas hasta que fue lapidado por las autoridades judías en el año 62. Algunas de sus reliquias se encuentran en la Basílica Santi Apostoli, en Roma. También se cree que su tumba se encuentra en la Catedral de St. James en Jerusalén.
Judas Tadeo
El apóstol “olvidado” debido a que su nombre es el mismo que Judas Iscariote, San Judas predicó el evangelio en varios lugares. Es venerado por la Iglesia armenia como el “Apóstol de los armenios”.
Sufrió el martirio alrededor del año 65 d.C. en Beirut, Líbano. Sus restos se encuentran actualmente en la Basílica de San Pedro en Roma.
Simón el Zelote
Simón se representa a menudo con Judas Thaddeus y algunos creen que predicaron juntos como un equipo. Esto se debe en parte a que una tradición dice que ambos fueron martirizados en Beirut el mismo año.

Se cree que algunas de sus reliquias se encuentran en la Basílica de San Pedro en Roma.
Matías
Después de ser elegido como el “apóstol de reemplazo”, una tradición dice que Matías fundó una iglesia en Capadocia y ministró a los cristianos en las costas del Mar Caspio.

Se cree que murió como mártir y fue decapitado con un hacha en la Cólquida a manos de muchos paganos allí. Se dice que algunas de sus reliquias fueron llevadas a Roma por Santa Elena.
¿Qué pasó con los Doce Apóstoles?
Felipe evangelizó comunidades de habla griega. Santiago se convirtió en el primer obispo de Jerusalén. Judas Tadeo es venerado como el "Apóstol de los armenios".
Al final del Evangelio de Mateo, antes de describir la ascensión de Jesús al cielo, el evangelista presenta a Jesús diciendo a sus apóstoles: “Id, pues, y haced discípulos a todas las naciones” (Cf. Mateo 28, 19-20).
Como se ve en el libro de los Hechos y en muchos otros escritos tradicionales cristianos (apócrifos o no), teniendo un mandato divino de viajar por el mundo por el bien del Evangelio, los apóstoles no perdieron el tiempo. Toda la literatura apostólica primitiva los presenta como poniendo inmediatamente la mano en el arado, comprometidos en la difícil obra de sembrar semillas de fe dondequiera que fueran.
Entonces, ¿dónde terminaron? ¿Realmente "hicieron discípulos de todas las naciones"?
Pedro
Se cree tradicionalmente que Pedro viajó primero a Antioquía y estableció una comunidad allí.No se quedó mucho tiempo, pero a menudo se le conoce como el primer obispo de Antioquía. Después de eso, pudo haber visitado Corinto antes de dirigirse a Roma.
Allí ayudó a formar la comunidad cristiana y finalmente fue martirizado en el Circo de Nerón alrededor del 64 d.C. en Roma. La Basílica de San Pedro en el Vaticano está construida sobre la tumba de San Pedro.
Andrés
Después de Pentecostés, muchas tradiciones antiguas señalan a Andrés, el hermano de Pedro, como el apóstol de los griegos. Se cree que predicó a las comunidades griegas y fue martirizado en Patras en una cruz en forma de X. Sus reliquias fueron finalmente transferidas a la Catedral del Duomo en Amalfi, Italia.
Santiago el Grande
Se sostiene que Santiago fue el primer apóstol en ser martirizado. En los Hechos de los Apóstoles se lee: “El rey Herodes impuso con violencia a algunos que pertenecían a la iglesia. Mató a espada a Jacobo, hermano de Juan ”(Hechos 12: 1-2).
Murió en el 44 d.C. en Jerusalén, pero su tumba no está cerca de este lugar. Tras su muerte su cuerpo fue trasladado a España y actualmente se encuentra en Santiago de Compostela. Su tumba es el punto de destino de la peregrinación centenaria, El Camino, todavía popular en la actualidad.
Juan
El autor del Evangelio de Juan y el Libro del Apocalipsis, Juan fue el único apóstol que no tuvo una muerte de mártir.
En Apocalipsis escribe desde la isla de Patmos, Grecia, “Yo Juan, tu hermano, que comparto contigo en Jesús la tribulación y el reino y la paciencia, estaba en la isla llamada Patmos a causa de la palabra de Dios y testimonio de Jesús ”(Apocalipsis 1: 9). Murió alrededor del año 100 d.C. y está enterrado cerca de Éfeso.
Felipe
En los años posteriores a Pentecostés, Felipe ministró a comunidades de habla griega. Poco se sabe sobre sus aventuras, excepto que fue martirizado alrededor del 80 d.C. Sus reliquias se encuentran en la Basílica Santi Apostoli, en Roma.
Bartolomé
Poco se sabe sobre los esfuerzos evangelizadores de Bartolomé. Varias tradiciones lo tienen predicando en diferentes áreas. Se cree que fue martirizado y sus restos se encuentran actualmente en la iglesia de San Bartolomé en la Isla, en Roma.
Tomás
Tomás , el apóstol “que duda”, es ampliamente conocido por sus esfuerzos misioneros en la India. Hay una historia popular sobre una de sus aventuras que se centra en la conversión de un rey local que "duda". Murió alrededor del 72 d.C. y su tumba se encuentra en Mylapore, India.
Mateo
Uno de los cuatro evangelistas, Mateo es más conocido por su Evangelio. Predicó en varias comunidades del Mediterráneo antes de su martirio en Etiopía. Su tumba se encuentra en la catedral de Salerno, Italia.
Santiago el Menor
Los eruditos creen que Santiago el Menor fue el autor de la “Epístola de Santiago” que se encuentra en el Nuevo Testamento. Después de que los apóstoles se dispersaron y dejaron Jerusalén, Santiago se quedó y se convirtió en el primer obispo de la ciudad santa.
Allí permaneció varias décadas hasta que fue lapidado por las autoridades judías en el año 62. Algunas de sus reliquias se encuentran en la Basílica Santi Apostoli, en Roma. También se cree que su tumba se encuentra en la Catedral de St. James en Jerusalén.
Judas Tadeo
El apóstol “olvidado” debido a que su nombre es el mismo que Judas Iscariote, San Judas predicó el evangelio en varios lugares. Es venerado por la Iglesia armenia como el "Apóstol de los armenios".
Sufrió el martirio alrededor del año 65 d.C. en Beirut, Líbano. Sus restos se encuentran actualmente en la Basílica de San Pedro en Roma.
Simón el Zelote
Simón se representa a menudo con Judas Thaddeus y algunos creen que predicaron juntos como un equipo. Esto se debe en parte a que una tradición dice que ambos fueron martirizados en Beirut el mismo año. Se cree que algunas de sus reliquias se encuentran en la Basílica de San Pedro en Roma.
Matías
Después de ser elegido como el "apóstol de reemplazo", una tradición dice que Matías fundó una iglesia en Capadocia y ministró a los cristianos en las costas del Mar Caspio.
Se cree que murió como mártir y fue decapitado con un hacha en la Cólquida a manos de muchos paganos allí. Se dice que algunas de sus reliquias fueron llevadas a Roma por Santa Elena.
Nicolas Poussin | Dominio publico
Philip Kosloski
Dar la vida
En 1982 es canonizado por Juan Pablo II en Roma. En la ceremonia está presente un testigo excepcional: el anciano Franciszek Gajowniczek, aquel hombre que, cuarenta y un años antes, había salvado su vida en Auschwitz gracias al nuevo santo.
El tirano muere,
y su reino termina.
El mártir muere,
y su reino comienza.
Soren Kierkegaard
Maximiliano Kolbe es hijo de unos modestos tejedores que viven en Zdunska Wola, una pequeña ciudad polaca. Un domingo, cuando el chico tiene doce años, escucha en la homilía de la Misa que los padres franciscanos abren un nuevo seminario en Lvov. Aquello hace despertar y madurar su vocación, y al inicio del curso siguiente, en octubre de 1907, marcha a ese seminario junto con su hermano Francisco.
Pasa un tiempo y ambos hermanos entran en una fuerte crisis interior. Maximiliano se convence y convence a su hermano de que lo mejor es abandonar el seminario y seguir la carrera militar en aquella ciudad, que es por entonces el centro de la resistencia polaca. Un día antes de comenzar el noviciado, el 3 de septiembre de 1910, se disponen a comunicar su decisión al ministro provincial, pero en ese momento suena la campanilla del recibidor: es María Dabrowka, su madre, que viene, como otras veces, a visitar a sus hijos. Sin saber nada de todo aquello, ella les cuenta con gran ilusión que José, el hermano pequeño, también va a ingresar en la orden franciscana. Y como ella y su marido son terciarios franciscanos, ahora toda la familia estará presidida por el espíritu de San Francisco. Aquella visita disipa sus dudas. Al día siguiente, ambos hermanos reciben el hábito negro conventual. Es entonces cuando adopta el nombre de Fray Maximiliano María, y emite su profesión simple bajo la Regla de San Francisco con diecisiete años de edad.
Ya no tendrá más dudas. Tiempo más tarde, en una carta a su madre, recuerda con emoción aquel memorable episodio, que siempre considerará salvador de su vocación: "La providencia, en su infinita misericordia, por medio de la Inmaculada, te envió a nosotros en aquel crítico momento. Han pasado ya nueve años desde aquel día, y pienso en ello con temor y gratitud hacia la Inmaculada. ¿Qué habría sido de nosotros si no nos sostuviese con su mano?".
En 1912, a la vista de sus excelentes cualidades intelectuales, es enviado a Roma. Allí permanece siete años, hasta terminar sus doctorados en Filosofía y en Teología, y es ordenado sacerdote. Son unos años muy fecundos y decisivos, en los que funda un movimiento llamado "La Milicia de la Inmaculada". En 1919 vuelve a Polonia, con veinticinco años y bastante mala salud, aunque con una fuerza espiritual extraordinaria. No le faltan incomprensiones, calumnias y obstáculos. En 1922 comienza la publicación de una revista mensual llamada "Caballero de la Inmaculada", con la que se propone "forrar el mundo entero con papel impreso para devolver a las almas la alegría de vivir". En 1929 funda en Niepokalanów, a cuarenta kilómetros de Varsovia, un convento de sacerdotes y hermanos franciscanos comprometidos a promover la Milicia a través de los medios de comunicación. Bajo su dirección, Niepokalanów se desarrolla con gran fuerza y en pocos años llega a albergar novecientos frailes. La tirada de sus publicaciones supera el millón de revistas mensuales destinadas a los miembros de la Milicia en todo el mundo.
Pero el padre Kolbe presiente su final y la proximidad del calvario para sus hijos espirituales. En marzo de 1938 les dice: "Hijos míos, sabed que un conflicto terrible se avecina. No sabemos cuáles serán las etapas. Pero, para nosotros en Polonia hay que esperar lo peor. En los primeros tres siglos de historia, la Iglesia fue perseguida. La sangre de los mártires hacía germinar el cristianismo. Cuando más tarde la persecución terminó, un Padre de la Iglesia comenzó a lamentar la mediocridad de los fieles y no vio con malos ojos la vuelta de las persecuciones. Debemos alegrarnos de lo que va a suceder, porque en las pruebas nuestro celo se hará más ardiente."
Tres días antes de estallar la Segunda Guerra Mundial, prepara de nuevo sus corazones: "Trabajar, sufrir y morir heroicamente, y no como un burgués en la propia cama. Recibir una bala en la cabeza para sellar el propio amor a la Inmaculada. Derramar valientemente la sangre hasta la última gota, para acelerar la conquista de todo el mundo para Ella. Esto os deseo y me deseo a mí mismo. Nada más sublime puedo augurarme y auguraros. Jesús mismo lo dijo: "No hay amor más grande que dar la vida por el propio amigo"."
Los nazis invaden Polonia y en pocas semanas toda la nación sufre la humillación de la derrota. La Luftwaffe alemana bombardea Niepokalanów y después las tropas lo saquean. Destrozan imágenes, queman ornamentos sagrados y requisan la maquinaria tipográfica. El padre Kolbe, pese al clima de odio al enemigo, no se deja dominar por el rencor y perdona como Cristo en la Cruz. Un día se presentan allí los soldadosde la Wehrmacht con gritos de "¡Todos fuera!¡Todos en marcha!". Los frailes son reunidos en el patio y cargados en camiones rumbo a campos de concentración: de Lamsdorf a Amtitz, y de aquí a Ostrzeszow. En mayo de 1941, el padre Kolbe es conducido a Auschwitz, donde le corresponde trabajar como peón en el acarreo de materiales para la construcción de un muro.
El 3 de agosto, un prisionero escapa. Por la tarde, al pasar lista, se descubre la fuga. El terror hiela los corazones de aquellos hombres. Todos saben la norma establecida como represalia: por cada evadido, diez de sus compañeros, escogidos al azar, son condenados a morir de hambre en el bunker de la muerte. A todos aterroriza el lento martirio del cuerpo, con un frío y un calor extremos, la tortura del hambre, la agonía de la sed. Al día siguiente, mientras los otros grupos siguen sus faenas diarias, el suyo queda formado en la explanada bajo el sol calcinante del verano, sin comer ni beber. Las horas pasan con enorme lentitud. Cuando se distribuye la comida, todos observan como sus raciones son tiradas de las ollas al desagüe. Al romper filas van a sus catres sabiendo que pronto diez de ellos estarán en el bunker de la muerte. Ya ha sucedido antes en dos ocasiones.
Al día siguiente, a las seis de la tarde, el coronel Fritsch, comandante del campo, se planta de brazos cruzados ante sus víctimas. Hay un silencio de tumba sobre la inmensa explanada, con dos mil presos formados, sucios y macilentos. "El fugitivo no ha aparecido. De modo que diez de ustedes serán condenados al bunker de la muerte. La próxima vez serán veinte." Los condenados son escogidos al azar. "¡Este! ¡Aquel!", grita el comandante. El ayudante Palitsch anota los números de los condenados. Aterrorizado, cada uno de los señalados sale de la formación, sabiendo que es su final. Entre ellos hay un sargento polaco llamado Franciszek Gajowniczek, que lanza un grito de dolor: "Dios mío, tengo mujer e hijos. ¿Quién los va a cuidar?".
Las palabras del sargento sin duda tocan el corazón de muchos presos, pero en el corazón del padre Kolbe sucede algo más. Mientras los diez condenados se van quitando los zapatos, pues deben ir descalzos al lugar del suplicio, de pronto ocurre lo que nadie podía imaginar. Maximiliano Kolbe sale de su fila, se quita la gorra y se planta delante del comandante. Señala con la mano hacia Gajownieczek y se ofrece a morir en su lugar: "Soy un sacerdote católico polaco, estoy ya viejo. Querría ocupar el puesto de ese hombre que tiene mujer e hijos." El comandante, tras un momento de duda, acepta el cambio.
Después de ordenar a los presos que se desnuden, los empujan al bunker, del que ya solo salen cadáveres para el crematorio. Diariamente, los guardias inspeccionan el bunker y ordenan retirar los cuerpos de los fallecidos. Son días de angustia en los que aquel sacerdote enfermo de cuarenta y siete años anima a los demás y reza con ellos. Poco a poco, van muriendo todos. Al final, queda solo él. Como los guardias necesitan ese lugar para otros presos que están llegando, le ponen una inyección de ácido fénico y muere. Es el 14 de agosto de 1941.
En 1982 es canonizado por Juan Pablo II en Roma. En la ceremonia está presente un testigo excepcional: el anciano Franciszek Gajowniczek, aquel hombre que, cuarenta y un años antes, había salvado su vida en Auschwitz gracias al nuevo santo.
San Maximiliano Kolbe venció al mal con el poder del perdón, el amor y la generosidad. Murió tranquilo, rezando hasta el último momento. Cuenta un testigo, el Doctor Stemler, que en los campos de exterminio casi no se veían manifestaciones de amor al prójimo, y era corriente que un preso se peleara con otro por un mendrugo de pan, pero aquel hombre, en cambio, dio su vida por un desconocido. Aquello fue la más elocuente y eficaz respuesta al odio y la barbarie impuestos por la brutalidad nazi. De esa manera, dio un testimonio y un ejemplo de dignidad en medio de la más terrible adversidad: "No hay amor más grande que dar la vida por el propio amigo" (Jn 15, 13).
Muchas personas han sido beneficiadas por el influjo de la vida de este santo. Juan Pablo II dejó escrito cuál fue la influencia que tuvo en su propia vocación sacerdotal. La Milicia de la Inmaculada cuenta con más de tres millones de miembros en casi cincuenta países. Caben muchas preguntas y reflexiones, pero hay una que quizá puede ayudar a muchos en algún momento de dificultad al comienzo de su camino: ¿Qué habría sucedido si Maximiliano hubiera abandonado el seminario cuando atravesó aquella crisis en su vocación? ¿Cómo habría cambiado la historia de tantas vidas si su madre no le hubiera impulsado hacia delante, casi sin saberlo?
http://www.interrogantes.net
Fue como un terremoto que destruyó todo
“Estaba en las habitaciones de nuestro convento, encima de la iglesia de Beirut, cuando escuché un ruido muy fuerte, como de un avión. Subí, me asomé fuera y me alcanzó la fuerte onda expansiva de la explosión”.
Con estas palabras fray Roger Saad, fraile libanés de la Custodia de Tierra Santa, que trabaja en Beirut desde hace cuatro años como ecónomo del convento, narra la catástrofe que asoló ayer la capital del Líbano. La iglesia, cerrada actualmente debido a las normas para prevenir la difusión del Covid-19, es muy conocida y constantemente visitada por turistas y fieles. Se encuentra en el barrio Gemmaize, a solo 800 metros del puerto, donde ayer se produjo la doble explosión.
“En el momento de la explosión todo se volvió blanco, no vi nada más, y fui empujado – continúa fray Roger -. Corrí inmediatamente a buscar a los otros frailes y descubrí que estaban bien, como yo. Fuera, la gente gritaba y nadie sabía que había sucedido. Vi a personas heridas, porque muchas habían sido alcanzadas por los cristales de las ventanas que habían explotado por el impacto. Fue como un terremoto que destruyó todo”.
A causa de la explosión, algunas paredes del convento se derrumbaron, cayeron las puertas, reventaron los vidrios de las ventanas y también el tejado resultó gravemente dañado. El día después de la catástrofe, los frailes franciscanos del convento cercano de Harissa vinieron para examinar los daños sufridos también en la iglesia. En primer lugar, habrá que retirar los cristales para poder caminar por las estancias y después habrá que pensar en importantes trabajos de restauración.
“Cuando salí a la calle, vi las casas destruidas y eso me dolió aún más: todo ha sucedido después de una crisis económica muy difícil para el Líbano – afirma fray Roger –. En los últimos meses todo ha ido empeorando y el coste de la vida ha subido mucho. Mucha gente ya había perdido el trabajo. Me sentí mal pensando en los pobres. Yo soy religioso pero la gente que tiene familia, niños, ¿cómo hará para arreglar sus casas?”.

El franciscano explicó que pasó la noche vigilando la iglesia, porque incluso las puertas de la iglesia y del convento habían desaparecido. En el momento de la explosión estaban con él fray Maroun Younan, vicario local, y fray Angelico Pilla, asignado a la iglesia. El guardián del convento de Beirut y ministro de la región San Pablo, fray Firas Lutfi en ese momento se encontraba en Siria, para interesarse por las condiciones de cuatro frailes afectados por el Covid-19 en Damasco.
“Apenas se produjo la explosión, los frailes contactaron conmigo a través de una videollamada y escuché gritar a un fraile diciendo que todo había saltado por los aires: el convento, las habitaciones, todo – cuenta fray Firas – Pensé de inmediato en un coche bomba o un misil, pero los frailes solo decían que era algo gravísimo y no sabían que había pasado. Sus rostros estaban cubiertos de polvo pero comprobé que estaban bien. Por la noche, enviamos al fraile más anciano al convento vecino de Harissa. Los otros dos frailes se quedaron vigilando porque les preocupaba que alguien entrase”.
El franciscano de la Custodia de Tierra Santa explicó que en estas situaciones se impone el caos y en los meses pasados Beirut hubo manifestaciones y protestas a causa del hambre, problema agravado aún más por la pandemia del Covid-19. “Debido a la explosión, muchas familias se han quedado sin hogar y podrían asaltar las tiendas por el hambre – continúa el fraile – Después tendremos que pensar también en la restauración de la iglesia y del convento. Estamos hablando de una casa de gran valor artístico, ya que hace doscientos años fue precisamente allí donde se realizó la primera representación teatral en Beirut. El convento está considerado patrimonio histórico de Beirut”. Fray Firas Lutfi apeló a la solidaridad internacional: “Creo que la palabra solidaridad resume todo: solidaridad espiritual con la oración y solidaridad humana para socorrer a los miles de heridos. Muchísimas familias se han quedado sin casa y esta catástrofe se suma a muchas otras situaciones difíciles que está viviendo el Líbano”
El Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, envió desde Jerusalén un mensaje a los frailes para invitarles a la oración: “Os invito a todos a rezar por los fallecidos, por los heridos y por sus familias. Os invito a rezar para que este episodio sea algo incidental y no degenere en un nuevo conflicto. Que el Príncipe de la Paz, nuestro Señor Jesucristo, otorgue paz al Líbano y María, Reina del Líbano, proteja a todos sus hijos”.
Apoye a los franciscanos en Beirut
Custodia
Los pergaminos del Mar Muerto
La labor de conservación de los Pergaminos del Mar Muerto, patrimonio de la humanidad y especialmente importantes para la historia del cristianismo, vive un momento crítico ante las múltiples dificultades que ha traído el presente año.
Han pasado casi 30 años desde que la Autoridad de Antigüedades de Israel decidió establecer un laboratorio y una sala de control climático dedicados a la conservación de los Pergaminos del Mar Muerto. La última década ha sido testigo del florecimiento de una variedad de proyectos para descubrir los secretos de los manuscritos de dos mil años de antigüedad, así como para preservarlos y hacerlos accesibles al público, bajo una Unidad de Pergaminos del Mar Muerto, establecida en el 2010.
Al frente de la instalación desde su fundación estuvo el arqueólogo Pnina Shor, quien supervisó iniciativas como la digitalización de los pergaminos y diferentes corrientes de investigación exhaustiva para investigar sus elementos materiales. Ahora, la unidad vuelve a pasar página: Shor se retiró en febrero y el nuevo jefe de la unidad, el arqueólogo Joe Uziel, habló con The Jerusalem Post sobre su visión de su cargo, los esfuerzos en curso de la unidad y los efectos de la crisis del coronavirus que estalló justo después de que él comenzara su trabajo.
“Unirse a una unidad que abarca todo el espectro de trabajo relacionado con los Rollos del Mar Muerto, incluyendo la investigación, la conservación y la divulgación es una oportunidad única en la vida”, manifestó.
Antes de unirse a la unidad, Uziel fue un arqueólogo especializado en la Edad de Bronce y Hierro, mucho antes del período del que datan los pergaminos, y llevó a cabo varias excavaciones prominentes en Jerusalem, incluyendo en la Ciudad de David y el Muro Occidental.
“No soy un erudito o especialista en los Pergaminos del Mar Muerto, pero creo que mi experiencia en el campo va a ser importante para ofrecer la perspectiva de un arqueólogo, porque los pergaminos son un hallazgo arqueológico”, explicó. “Además, una de las cosas en las que me he centrado mucho en mi trabajo en Jerusalem es en hacer avanzar las metodologías en el campo y creo que esto representa el siguiente paso para que también aquí en la unidad se hagan nuevas investigaciones de vanguardia: estamos tratando con el hallazgo arqueológico más importante de Israel en el siglo XX, merece los mejores métodos, ya sea en investigación, conservación o documentación”.
De hecho, el dilema de si preservar los pergaminos para las generaciones futuras o avanzar en la investigación es una de las cuestiones fundamentales a las que se enfrenta diariamente el personal de la unidad, considerando cómo algunas de las vías de investigación más interesantes, como la datación por carbono o el análisis de ADN, implican algún daño del material.
“Por ejemplo, nos preguntamos si hoy es el momento de realizar análisis de radiocarbono en los pergaminos, cuando tal vez en uno, tres o cinco años, las técnicas podrían estar mucho más desarrolladas y ser menos invasivas”, señaló Uziel.
Al preguntársele si existe un proyecto u objetivo específico que se proponga llevar a cabo como jefe de la unidad, el investigador explicó que considera muy importante ampliar la divulgación al público y aumentar su conciencia sobre todo el alcance de la colección y lo que representa.
“Yo mismo no era del todo consciente de la amplitud de esta colección, que incluye unos 25 mil fragmentos de varios cientos de manuscritos, no solo los bíblicos, sino también los no bíblicos que nos informan mucho sobre la vida de la comunidad que vivía en esas cuevas de Qumran hace miles de años”, señaló.
“Deseo que el público se dé cuenta de lo frágiles que son y también de lo asombroso que es que después de dos mil años, estos objetos sobrevivan y cualquiera que pueda leer en hebreo sea capaz de leer los textos”, añadió.
El brote de coronavirus ha afectado bastante el trabajo de la unidad, explicó con varias conferencias canceladas y todo el personal obligado a permanecer en casa durante el encierro con la única excepción del conservador responsable del bienestar físico de los pergaminos.
“Hemos tenido que reevaluar nuestros objetivos para el 2020”, explicó Uziel. “Esperamos que el 2021 sea un año más seguro y mejor”.
“Estoy increíblemente agradecido por la oportunidad y por el equipo con el que trabajo”, concluyó. “También me doy cuenta de que la gran responsabilidad está sobre mí”.
Fuente: Israel Noticias
¿Quién construyó el Arco de Wilson, en Jerusalem, y cuándo?
Desde luego, no fue Charles Wilson, un inspector de ordenanzas británico que vivió en Jerusalem a fines del siglo XIX y al cual debe su nombre este monumento.
El arco, parcialmente visible para todos los visitantes del Muro Occidental, ha sido un elemento destacado en el paisaje de Jerusalem durante siglos. Algunos afirman que fue originalmente construido por Herodes el Grande, pero otros le han asignado una fecha muy posterior, en el período islámico temprano, unos 600 años más tarde.
Elisabetta Boaretto y Johanna Regev, de la Dependencia de Arqueología Científica del Instituto Científico Weizmann de Jerusalem, han dirigido una investigación para resolver el enigma del Arco de Wilson mediante el estudio de los datos de una excavación arqueológica en los Túneles del Muro Occidental en la que participaron los arqueólogos Joe Uziel, Tehillah Liebermann, Avi Solomon y Doron Ben-Ami, de la Autoridad de Antigüedades de Israel, y Yuval Gadot, de la Universidad de Tel Aviv.
Las excavaciones realizadas por la Autoridad de Antigüedades de Israel se realizaron en los túneles debajo del muro. Foto: Instituto Weizmann
EL USO DE LA “MICROARQUEOLOGÍA”
Boaretto y Regev han estado perfeccionando el uso de la “micro arqueología”, un método que se ha utilizado para estudiar los depósitos en los estratos y luego determinar en detalle la conexión entre cualquier muestra fechada y el evento arqueológico que se va a fechar. “Para este proyecto hemos tenido que desarrollar una estrategia muy específica, empezando por la excavación”, explicó Elisabetta Boaretto.
La investigadora también comentó que la realización de investigaciones arqueológicas en estructuras urbanas como el Arco de Wilson, y en particular la determinación de su antigüedad, es mucho más complicada que en cualquier otro entorno arqueológico. En un centro urbano como Jerusalem, ocupado desde hace más de 2.000 años, las estructuras arquitectónicas se utilizan desde hace siglos: algunas partes pueden reutilizarse, otras pueden demolerse y reconstruirse…

La datación absoluta de los edificios, a diferencia de la datación relativa basada en la cerámica y las monedas, es particularmente difícil. No es sorprendente, entonces, que la historia del Arco de Wilson haya sido tradicionalmente esquiva.
Uno de los materiales clave que el equipo de arqueólogos buscó en el Arco de Wilson fueron los restos del mortero o cemento que se usó para unir las piedras. Este material se fabricó a altas temperaturas y se le añadieron varios ingredientes para darle la consistencia deseada; por lo tanto, a menudo se pueden encontrar semillas carbonizadas en el yeso. El primer desafío fue determinar si el material carbonizado era realmente un componente del yeso original, y el siguiente desafío fue determinar si este yeso formaba parte de la construcción original o de una reparación posterior.
También se puede datar cualquier semilla descubierta en los cimientos de grandes estructuras, y de hecho las semillas son más antiguas que la construcción que las cubre. En palabras de Boaretto, cada datación obtenida ha sido en sí misma el resultado de un “mini-proyecto” de investigación.
DATACIÓN EN LABORATORIO
En el laboratorio D-REAMS (Acelerador de Investigación Dangoor Espectrómetro de Masas) del Instituto de Ciencias Weizmann, Boaretto y su equipo analizaron el yeso y los materiales carbonizados que extrajeron del lugar de la excavación para estudiar su composición y cristalinidad, y a partir de ahí, determinar su edad. Las semillas encontradas entre las grandes piedras del arco proporcionaron fechas anteriores a la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C., durante el período en que la ciudad estaba bajo dominio romano.

Muro de las lamentaciones
Según Joe Uziel de la Autoridad de Antigüedades de Israel, “esta exhaustiva datación de las microrresistencias proporcionó una solución inequívoca a un largo enigma arqueológico: el enigma de la edad del Arco de Wilson. El arco era parte de un enorme puente que llevaba al Monte del Templo y fue construido como parte del Muro Occidental del complejo hace unos 2.000 años. Gracias a este estudio, los investigadores han podido determinar que el arco, que soportaba uno de los principales caminos hacia el Segundo Templo, la llamada Gran Calzada, fue construido en dos etapas distintas.
Al principio, bajo el gobierno de Herodes el Grande o un poco más tarde, el puente tenía 7.5 metros de ancho. Poco después, en el siglo I d.C., el ancho del puente se duplicó, alcanzando los 15 metros. El tamaño del arco y el trabajo que supuso su construcción atestiguan la importancia del Monte del Templo en el período del Segundo Templo, cuando miles de personas habrían participado en las ceremonias, en particular durante la celebración de la Pascua.
Dibujo de las exploraciones en Jerusalem realizado en 1869 Foto: CordonPress
EL MISTERIO DE UN TEATRO INACABADO
El equipo arqueológico también pudo fechar otra pieza de la historia de Jerusalén: una pequeña estructura parecida a un teatro bajo el Arco de Wilson. La datación por radiocarbono indica que la construcción del teatro probablemente comenzó justo antes de una fecha históricamente significativa: el estallido de la Segunda Revolución Judía, liderada por Simon Bar Kochba en el 132 d.C. Finalmente, los investigadores pudieron fechar 33 muestras de diferentes lugares, cubriendo un período de más de 1.000 años.
“El enigma del Arco de Wilson no podría haberse resuelto sin el uso de la micro-arqueología”, dijo Boaretto. “Hemos demostrado que los resultados de laboratorio extremadamente precisos, incluso para las muestras más pequeñas, pueden resolver problemas de datación con un alto grado de certeza, y creemos que podría ayudar a resolver otros acertijos arqueológicos para los que la datación por radiocarbono no se había considerado anteriormente lo suficientemente precisa.
Así, desde un arco construido por Herodes, hasta un complejo teatral abandonado antes de ser completado como resultado de la revuelta de Bar Kochba, podemos echar un vistazo a la historia de la ciudad y situar estos monumentos en su contexto histórico adecuado. Eso ciertamente ayuda a resolver el rompecabezas”, concluye el arqueólogo.
La excavación arqueológica ha sido financiada por la Fundación del Patrimonio del Muro Occidental como parte del desarrollo turístico del sitio y está apoyada por la Fundación Científica de Israel. El resultado de este estudio ha sido publicado en la revista PlosOne.
Tumba de Lázaro y mosaicos… Las obras de Betania no se detienen
No se detienen, en Betania, las obras. Facilitadas, por así decirlo, por la ausencia de peregrinos en los últimos meses. El centro cristiano para la pequeña ciudad palestina es la Tumba de Lázaro, que aquí fue resucitado por Jesús.
Un lugar que ha sufrido muchas transformaciones a lo largo de los siglos, desde el periodo romano hasta nuestros días, y que podría desvelar todavía muchas sorpresas.
OSAMA HAMDAN
Arquitecto – Director Mosaic Center
"Era interesante profundizar en la transformación de esta tumba. Estamos haciendo trabajos de restauración, porque se encuentra en una situación lamentable, pero al mismo tiempo estamos tratando de entender mucho más cómo se transformó la tumba de Lázaro. Están emergiendo elementos muy interesantes."
Continúa mientras tanto la mejora de toda la zona, llevada adelante por el Mosaic Center de Jericó y por la Asociación “Pro Terra Sancta”, con la colaboración de la Agencia Italiana para la Cooperación y el Desarrollo en el contexto del proyecto “Betania hospitalaria”. En la zona del atrio, ubicada frente a la iglesia bizantina del siglo IV, la atención de los restauradores (casi todos locales) se centra especialmente en los valiosos mosaicos.
OSAMA HAMDAN
Arquitecto restaurador – Asociación “Pro Terra Sancta”
"Había un fragmento del mosaico original. Hemos hecho una integración —que se entiende que es una integración moderna en el mosaico antiguo— para hacer entender el espacio que había. Hemos visto que había integraciones del mosaico original —el del siglo IV— que se remontan al siglo VI, pero lo hemos visto también con los m mosaicos del siglo XII, del periodo cruzado: Este espacio, aunque se alarga, se ha utilizado siempre a lo largo de los siglos."
Para comprender mejor la historia del lugar tenemos también un vídeo en 3D, realizado por un joven arquitecto palestino. Muestra la compleja estratificación de todos los edificios que se han construido en Betania, a lo largo de los siglos, mientras que sus huellas vuelven, poco a poco, a ver la luz.
SHIRA MUSSA SHAFIE
Arquitecto
"Ha sido necesario un año y medio de trabajo para realizar el vídeo. Este proyecto me ha aportado mucho en términos de experiencia y desde el punto de vista técnico. Significa mucho para mí."
1 de agosto
SAN PEDRO AD VINCULA
Propiamente hablando, esta fiesta fue establecida con motivo de la dedicación de la basílica de San Pedro en el Esquilino, donde se conservaban las cadenas (vincula) con que fue aherrojado San Pedro durante su prisión romana en la cárcel Mamertina. Pero la fiesta litúrgica, por curiosas circunstancias que después veremos, hace resaltar el prendimiento y liberación del apóstol en Jerusalén, que San Lucas nos ha transmitido en uno de los más bellos y pormenorizados episodios de su libro Hechos de los Apóstoles.
"Por aquel tiempo —comienza el capítulo 12 de los Hechos— el rey Herodes se apoderó de algunos de la Iglesia para atormentarles."
Este era Herodes Agripa, el tercero de tal nombre, nieto de Herodes el Grande, que diera muerte a los Inocentes. Había recibido el reino del emperador Cayo Caligula el año 40, y el suceso que ahora se refiere ocurrió el año 44.
"Dio muerte por la espada a Santiago, hermano de Juan, y, viendo que daba gusto con ello a los judíos, llegó a prender también a Pedro. Era por los días de los ázimos."
Santiago, puntual a la predicción del Maestro y a su propia promesa, había conseguido morir "en los días de ázimos", durante la solemnidad pascual, bebiendo de esta suerte el cáliz de la amargura por las mismas fechas en que lo apurara el Señor.
Pedro es puesto en la cárcel, encargando de su custodia a cuatro piquetes de soldados, teniendo Herodes el propósito de ofrecérselo al pueblo después de la Pascua. Pero la Iglesia oraba incesantemente a Dios por él.
Se comprende la enorme emoción de la comunidad cristiana de Jerusalén con tal motivo.
Después de la muerte del diácono Esteban, ya algo lejana, pero que tan profundamente consternados dejó a los fieles, se junta ahora la muerte de Santiago en tan señalados días, y la prisión de Pedro, que todo hacía presentir un fin trágico. Incapaz de tomar resoluciones más expeditivas y heroicas, "la Iglesia oraba incesantemente a Dios por él". Oración por el Papa prisionero, con el que Herodes había extremado las precauciones, montando tan excepcional vigilancia para un solo hombre.
Y aquí viene el contraste entre el sobresalto de la Iglesia y la paz de Pedro. Porque la noche anterior al día en que Herodes pensaba entregar su prisionero al pueblo, hallábase éste durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas y guardada la puerta de la prisión con centinelas.
Hace bien el narrador en aportar tantos detalles. La víspera de su martirio Pedro duerme tranquilamente.
Queremos imaginarnos que su sueño sería bien distinto del de Getsemaní, la víspera del prendimiento del Señor, cuando le rendía el cansancio y la pena, no dejándole su inconsciencia presentir lo que se avecinaba. Ahora, aunque sujeto con dos cadenas que los soldados asían por los extremos, el santo apóstol duerme sosegadamente, sin importarle la incomodidad de la prisión, dejando su porvenir en las manos de Dios, ajeno al futuro, tan preñado de temores.
Y entonces se opera el milagro.
"Un ángel del Señor se presentó en el calabozo, que quedó iluminado, y, golpeando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo, "Levántate pronto"; y se cayeron las cadenas de sus manos. El ángel añadió: "Cíñete tus vestidos y cálzate tus sandalias". Hízolo así. Y agregó: "Envuélvete en tu manto y sígueme". Y salió en pos de él. No sabía Pedro si era realidad lo que el ángel hacía; más bien le parecía que fuese una visión."
San Lucas ha sabido captar magníficamente el estado psicológico del Príncipe de los Apóstoles, y Rafael, en las "estancias" del Vaticano, supo pintar con singular maestría la "liberación de San Pedro" y las distintas fases de la luz que alumbra la escena. El prisionero despierta de su pesado sueño y obedece como un autómata. Todo es extraño y tan rápido, que no tiene tiempo de discernir el sueño de la realidad.
"Atravesando la primera y la segunda guardia llegaron a la puerta de hierro que conduce a la ciudad. La puerta se les abrió por sí misma, y salieron y avanzaron por una calle, desapareciendo después el ángel. Entonces Pedro, vuelto en sí, dijo: "Ahora me doy cuenta de que realmente el Señor ha enviado su ángel, y me ha arrancado de las manos de Herodes y de toda la expectación del pueblo judío."
La impresión inusitada continúa. Como por arte de encantamiento, y sin ser notados de los centinelas, atraviesan los retenes de las guardias y salen a la ciudad al abrírseles por sí sola la puerta de la cárcel. Es en la calle, al encontrarse solo, cuando Pedro advierte con toda claridad que aquello no es un sueño, sino el ángel del Señor que le ha libertado. ¿Qué hacer en tal caso? ¿Adónde dirigirse en tales horas? La noche estaba avanzada, y el día era menester que le encontrase muy lejos de Jerusalén.
"Reflexionando, se fue a casa de María, la madre de Juan, por sobrenombre Marcos, donde estaban reunidos y orando. Golpeó la puerta del vestíbulo y salió una sierva llamada Rode, que, luego que conoció la voz de Pedro, fuera de sí de alegría, sin abrir la puerta corrió a anunciar que Pedro estaba en el vestíbulo. Ellos le dijeron: "Estás loca". Insistía ella en que era así; y entonces dijeron: "Será su ángel". Pedro seguía golpeando, y cuando le abrieron y le conocieron quedaron estupefactos."
Esta María debía ser la madre de Marcos, el evangelista, y seguramente que su casa era el cenáculo donde acostumbraba a reunirse la Iglesia o comunidad cristiana de Jerusalén, en aquel momento, en patética asamblea de plegarias por el apóstol cautivo.
San Lucas relata con gracia y ternura la deliciosa escena. La impresión de la criada Rode, que se olvida de abrir; la incredulidad de los reunidos, la impaciencia de San Pedro en la calle, solo y temiendo que pudieran buscarle al darse cuenta en la cárcel que el preso había escapado. Al fin le abren y, después de referir brevemente su liberación y dar algunas órdenes, "salió, yéndose a otro lugar".
No había tiempo que perder. Con ligereza y cautela Pedro organizó su huida. El autor de los Hechos no quiso decir hacia dónde emprendió su marcha, tal vez para no traicionar su retiro. La tradición nos refiere que marchó a la misma Roma. Dejaba la capital del judaísmo por la del mundo pagano. Su misión entre los de su raza había concluido. Era el momento de llevar la Buena Nueva "hasta el último confín del mundo".
Este es el bello relato que sirve de epístola en la misa del día y también como lecciones del primer nocturno del oficio divino. Una demostración de la Providencia divina sobre su Iglesia, que desbarata los planes de Herodes, porque todavía no era el momento en que Pedro "extendiera los brazos y otro le ciñera, llevándole adonde no quisiera ir".
Del Príncipe de los Apóstoles celebra la Iglesia varias festividades, la de su martirio (29 de junio), las dos cátedras (18 de enero y 22 de febrero) y ésta de sus cadenas (1 de agosto).
Desde el siglo IV existía en Roma, en el barrio aristocrático del monte Esquilino, una iglesia dedicada a San Pedro y San Pablo. Al siglo siguiente hizo una restauración a fondo de la misma el papa Sixto III († 440) con las limosnas que proporcionó el presbítero Felipe, legado suyo en el concilio de Efeso (año 431), y donde trabó amistad con la princesa Eudoxia, siendo ella quien sufragó las obras del templo, con tal esplendidez que la basílica mereció llamarse con el título de Eudoxia.
Consta que en este templo se guardaban ya desde principios del siglo V las cadenas con que fuera aprisionado en Roma el Príncipe de los Apóstoles en tiempos de Nerón, porque el obispo Aquiles de Spoleto consiguió el año 419 algunos eslabones de la misma, que depositó en su iglesia, en cuyas paredes mandó grabar unos versos de los que son este dístico que hoy figura como antífona en el oficio litúrgico:
Solue ivvente Deo terrarum Petre catenas
qui facis,vt pateant caelestia regna beatis.
"Desata, oh Pedro, por orden de Dios las cadenas de la tierra, tú que abres los reinos celestiales a los bienaventurados."
Estas mismas ideas las expresaba el diácono Arator en el poema que declamó en la iglesia romana de San Pedro ad vincula, donde una lápida las reproduce para el visitante:
"Estas cadenas, oh Roma, afirman tu fe. Este collar que te rodea hace estable tu salvación. Serás siempre libre, por que ¿qué no podrán merecerte estas cadenas, que han atado a aquel que todo lo puede desatar? Su brazo invencible, piadoso aun en el cielo, no permitirá que estos muros sean abatidos por el enemigo. El que abre las puertas del cielo impedirá el paso a los que te hagan guerra".
La devoción a las cadenas de San Pedro dio pie a una fiesta que se procuró fuera muy popular, para contrarrestar con ella la memoria de otra pagana que se celebraba en la misma fecha en honor de Marte. El calendario jeronimiano la menciona con estas palabras: "En Roma, estación en San Pedro ad vincula". O en esta otra redacción: "Estación en el título de Eudoxia, donde los fieles besan las cadenas del apóstol Pedro".
Era de tanta fama esta devoción que el propio emperador Justiniano llegó a pedir desde Constantinopla una reliquia de las cadenas del apóstol, "si era posible". Y San Gregorio Magno refiere que de todas partes ambicionaban, por lo menos, unas limaduras de dichas cadenas, con las que se fabricaban piezas de orfebrería en oro y plata, añadiéndoles dichas limaduras.
Alguna vez se regalaron hasta eslabones, como a la catedral de Metz, que conserva uno, de suerte que la cadena guardada en el Esquilino no está completa. Comprende dos pedazos, uno de veintitrés eslabones, terminado en dos argollas semicirculares que servirían para aherrojar las manos o el cuello, y otro que sólo tiene once eslabones idénticos a los primeros y cuatro más pequeños. Son obra tosca de herrero, de la misma factura que otras cadenas antiguas que han llegado a nosotros. Pocas reliquias llegan a poseer tantos títulos de autenticidad como ésta.
Como consecuencia del milagro Eudoxia habría mandado edificar la basílica de San Pedro ad vincula en honor de la preciada reliquia.
Ya hemos visto el origen de este hermoso templo, que posteriormente fue título cardenalicio, ligado de forma tradicional a la familia florentina de los Rovere, que lo restauraron en la época del Renacimiento, dándole el aspecto actual. Posee frescos y pinturas del Pollaiolo, del Guercino, del Domenichino y del Pomarancio, y sobre todo guarda la obra cumbre de Miguel Angel, el famoso Moisés, que habría sido una de las cuarenta estatuas que decorasen el mausoleo de Julio II, el cual, sin embargo, fue enterrado en una relativamente modesta tumba.
Las cadenas se guardan bajo el baldaquino del altar mayor, en un tabernáculo de bronce con bajorrelieves del Caradosso (1477). Se muestran al pueblo el día 1 de agosto, y la historia habla de numerosos milagros atribuidos al contacto con las mismas, sobre todo para la liberación de los posesos. Algunas de estas escenas decoran la bóveda de la nave central.
CASIMIRO SÁNCHEZ ALISEDA