Domus ecclesiae es una expresión latina que significa Casa de la Iglesia. Se refiere a las casas privadas que los cristianos primitivos donaron a las primeras comunidades, las cuales adaptaron su interior a las necesidades del culto.
Son los vestigios de lo que más adelante llegarán a ser nuestras parroquias actuales. San Pablo menciona en la carta a los Romanos 16, 3-5 la existencia de la casa privada de un matrimonio cristianoque se utiliza como iglesia:
"Saluden a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús. Ellos arriesgaron su vida para salvarme, y no sólo yo, sino también todas las Iglesias de origen pagano, tienen con ellos una deuda de gratitud. Saluden, igualmente, a la Iglesia que se reúne en su casa."
El mismo San Pablo menciona en Hechos 28, 30-31 :
"Pablo estuvo dos años en una casa alquilada; allí recibía a todos los que iban a verlo, predicando el reino de Dios y enseñando las cosas referentes al Señor Jesucristo con toda libertad y sin obstáculo alguno."
Otro testimonio es el del Padre de la Iglesia Justino (100/165), quien en varios de sus textos menciona que los cristianos se reúnen en sus casas para celebrar los Misterios. Las domus ecclesiae podían recibir también el nombre de titulus y solían ser las típicas viviendas romanas de dos plantas en las cuales, por medio de nuevos tabiques, se construían las salas necesarias para el buen desarrollo del acto eucarístico, bautizos, ágapes…
“En el dibujo se ve cómo los cristianos se encuentran bajo el pórtico de un bloque de viviendas, a la puerta de su local, en una calle típica de la Roma imperial. En los pilares de este pórtico hay dibujos que muestran los primeros símbolos cristianos: el pez, el crismón, el ancla y el anagrama de Jesús, para identificar la proximidad de una domus ecclesiae”. (J. Oliver-Bonjoch)
Como es lógico, a medida que se fue desarrollando la comunidad cristiana, también se fueron modificando las domus ecclesiae para adaptarse mejor al uso que los primeros cristianos hacían de ellas, incluyendo espacios específicos para cada una de las actividades que realizaban. Además de las salas que ya hemos mencionado, van apareciendo otras dedicadas a la formación doctrinal, tanto a los ya bautizados (fieles) como a los catecúmenos, salas de tipo administrativo o incluso se les añade una sala que sirve de modesta vivienda al presbítero a cargo de la domus ecclesiae.
Evidentemente la sala más importante de todas las de una domus ecclesiae es la destinada a la celebración de la Eucarístia. Era la de mayor tamaño y se dividía en dos partes a través de un arco o puerta. En la primera estancia se reunían los fieles y los catecúmenos hasta que, durante la celebración Eucarística, fuera a dar comienzo la Consagración. En este momento los catecúmenos debían retirarse a la segunda estancia junto con los demás oyentes que todavía no formaban parte de la comunidad de fieles, mientras se realizaba una oración especial dedicada a ellos, pues tenían vedado ver como se realizaba la Consagración.
Dibujo de una domus ecclesiae.
Era habitual que las domus ecclesiae o titulus llevaran por nombre el del propietario original de la vivienda. Estos nombres se han ido manteniendo a pesar de nuevas construcciones de templos posteriores en el mismo lugar. Un claro ejemplo lo tenemos en la titulus Clementis, la cual originariamente pertenecía a un tal Clemens, que con el tiempo se convirtió en iglesia de Clementis, y que en la actualidad se conoce como la Basílica de San Clemente de Letrán. En una época posterior solamente los mártires y, más adelante, los santos podrán dar su nombre a un templo católico.
En torno a la mitad del siglo II y mediados del III, las domus ecclesiae se habían convertido en las principales estructuras del cristianismo en Roma, Dura Europos, Antioquia, Capharnaum, Parentium, Mediolanum, Aquileia y otras ciudades de Hispania. Este hecho está avalado por una gran cantidad de datos escritos así como por excavaciones arqueológicas.
Paulatinamente la religión cristiana fue aceptada dentro del Imperio romano, hasta llegar a convertirse en la religión oficial. Fruto de esa aceptación social, durante este nuevo período las domus ecclesiae fueron poco a poco dejando paso al uso de basílicas, grandes edificios de origen pagano, que fueron adaptadas para el culto cristiano.
Ejemplos de Domus Ecclesiae
La Casa de San Pedro
Según la tradición, se trata de la casa del apóstol Simón Pedro. Se sitúa en Cafarnaún y ha sufrido un gran número de intervenciones a lo largo de su historia. Una de sus primeras transformaciones fue al convertirse en una domus ecclesiae a mediados del siglo IV. Además de celebrarse el rito Eucarístico, era un centro de peregrinación de los primeros cristianos, pues en la Casa de San Pedro, en la que Jesucristo vivió, curó, enseñó e instruyó a los discípulos (Mc 3,20; Mc 4,10-11; Mc 3,31-35).
Reconstrucción hipotética de la domus ecclesiae de San Pedro en el siglo IV.
La casa o estancia original paso a ser el centro de un gran complejo religioso.
“Mediante un nuevo atrio, construido en la parte oriental de la sala y pavimentado con cal blanca, los fieles podían acceder al lugar venerado, repavimentado con yeso policromado y dividido en dos por una gran arcada mediana que sostenía el nuevo techo de terraza. Una renovada decoración pictórica recubrió las paredes de la sala: sobre un fondo homogéneo blanco-crema se pintaron sujetos no ilustrados como paneles geométricos, bandas de color y racimos de fruta y flores.
Los cristianos que llegaron a Cafarnaún comenzaron a dejar huella de su paso escribiendo su nombre o el monograma de Jesús y algunas invocaciones litúrgicas en las paredes de la sala.
Grafitos en lengua griega ,en siriaco, arameo y latín hechos por los peregrinos.
Entre estos peregrinos se encuentra también la famosa Egeria Pedro, transformada en iglesia. Hecho excepcional fue el hallazgo de fragmentos de yeso pintados y grafitos en el interior de la sala venerada, que fueron reutilizados para elevar las cotas del pavimento de la iglesia posterior.
Patio sur de la domus ecclesiae.
La disposición de la zona se concluyó con la construcción de una maciza pared de protección de las estructuras que la aisló del resto de la ciudad y que supuso también la demolición de alguna habitación. El acceso a toda la zona sagrada se realizaba por el norte y daba acceso a una nueva arteria de caminos.
Patio norte de la domus ecclesiae.
Por los dos lados del nuevo atrio de acceso a la sala de oración se creó un espacio pavimentado de tierra batida y cal, superficie sólida para el tráfico peatonal. Un par de habitaciones adosadas al norte de la sala venerada servían probablemente para contener accesorios litúrgicos y las ofertas de los fieles.
Los hallazgos encontrados en las otras habitaciones de la ínsula indican su uso continuado como vivienda.” (extraído de la página web http://www.cafarnaun.custodia.org de los misioneros franciscanos en Tierra Santa).
Titulus de Dura Europos (Siria)
Dura Europos es una antigua población siria que fue destruida por los sasánidas probablemente entre el siglo II y III. Gracias a excavaciones arqueológicas iniciadas en el siglo XX hemos podido conocer la existencia en ella de una domus ecclesiae.
Alrededor de la domus ecclesiae o titulus de Dura Europos se construyó un barrio cristiano, al igual que el barrio judío se organizaba en torno a la sinagoga. La domus ecclesiae de Dura Europos se organizaba en torno a un patio principal y parece ser que constaba de dos alturas, pues en las excavaciones se encontró una escalera.
Planta y axonometría de la Titulus de Dura Europos.
Las estancias de la domus ecclesiae estaban comunicadas entre sí. Como es característico, estaba dividida en dos salas para separar a los fieles de los catecúmenos, y se accedía a ella por medio de una gran entrada con escalones.
Dibujos sobre interior del Titulus Dura Europos.
Existía un salón de grandes dimensiones al fondo, que poseía otra entrada, el cual se cree que servía para celebrar los ágapes. En esta domus ecclesiae podemos encontrar un baptisterio con una piscina bautismal de reducidas dimensiones, decorada con pinturas religiosas de temática salvífica. La capilla cristiana, recubierta de frescos, fue descubierta en 1933 y trasladada íntegramente a la Universidad de Yale.
Restos de la capilla en la Universidad de Yale.
Títulus de San Martino ai Monti (Roma)
Bajo la actual basílica de San Martino ai Monti se han encontrado vestigios de una domus ecclesiae identificada como Titulus Aequitii. Como hemos comentando al principio del artículo, era habitual que estas pequeñas iglesias tomaran el nombre del propietario de la casa: en este caso el dueño de la casa privada romana se llamaba Equizio.
Desde la cripta bajo el ábside de San Martino ai Monti, el Titulus Equitii.
Esta domus ecclesiae fue construida entre el siglo II y III y, según los restos arqueológicos, se trataba de un edificio rectangular de dos plantas con un patio central. Se cree que era en la planta baja dónde se realizaba el culto. Es una planta que contiene una gran sala a la izquierda, la cual estaría destinada a la celebración Eucarística, dividida por un arco detrás del cual se situarían los catecúmenos.
El titulus Equitii bajo la iglesia de San Martino ai Monti.
Al fondo habría otras dos salas que podrían haber servido para dar catequesis. La sala de la derecha probablemente sería utilizada para los ágapes. En la Titulus Aequitii no se han encontrado restos de piscina bautismal. La planta superior seguramente se siguiera utilizando como vivienda privada.
Titulus Aequitii.
Video sobre la domus ecclesiae de los santos Pablo y Juan, que fueron martirizados en el siglo IV.
Ilustraciones tomadas de wikipedia, iismarches, cafarnaun.custodia. Studyblue, pinterest, infocatolica. romanoimperio, oliverbonjoch-drawings.blogspot y francescocorni.
"The Chosen" un análisis de un fenómeno mundial: 20 millones de descargas
Se estrena en español y en España la cuarta temporada de la teleserie The Chosen,protagonizada por el actor católico Jonathan Roumie como Jesús, en un fenómeno audiovisual que rompe récords.
Una forma de ver The Chosen es descargarse gratuitamente The Chosen App: la han descargado 20 millones de personas. La serie tiene 10 millones de seguidores en redes sociales. Otra forma es entrar en la web de RTVE (Televisión Española), donde está accesible la primera temporada. Hay fuentes que sospechan que es de los productos más visionados de la oferta online de RTVE.
Además, las Temporadas 1, 2 y 3 se pueden ver en las plataformas de pago Movistar+ y Acontra+. Es una de las teleseries más vistas de la historia de la televisión.
Estos días se estrenan los capítulos de la Temporada 4 en español de España en YouTube, pero permanecerán ahí sólo unos días. Será en: https://www.youtube.com/@thechosentves .
Las tres primeras temporadas de The Chosen pronto se doblarán en más de 50 idiomas.Quiere además ser en el futuro la más traducida del mundo, a 600 idiomas distintos. Los donativos de los espectadores aportaron casi 100 millones de dólares para las 4 temporadas, aunque ahora recoge fondos de otras muchas formas.
¿Por qué The Chosen engancha a muchos?
Lo cierto es que ver un capítulo diario o semanal de Chosen es amable, agradable y hasta relajante. Aunque la cuarta temporada se empieza a poner oscura, en la mayoría de capítulos sabemos lo que vamos a encontrar: vamos a pasar una hora con viejos amigos, los apóstoles. Vamos a ver a Jesús dejando fascinados a nuevos personajes.
"Bien hecho, Jesús", decimos, porque ya somos de los suyos y viajamos con Él. Sabemos que esta hora veremos algún hermoso milagro. Y conoceremos un poco más a cada uno de los amigos con los que viajamos, y haremos algún amigo nuevo.
Los primeros capítulos de la primera temporada son los más flojos y lentos. Pero rápidamente gana en complejidad y humanidad, al sumar "elegidos" a la trama. No pasa nada por empezar la serie por el capítulo 4 o la segunda temporada. La música, el trabajo de los actores y los guiones cada vez más atrevidos narrativamente (con incursiones en el Antiguo Testamento o en el pasado de los personajes) hacen esta serie cada vez más robusta.
Chosen es una teleserie larga. Quiere tener siete temporadas. No es una película apresurada de dos horas. The Chosen tiene tiempo para explicar la historia de Jesús y sus amigos con tranquilidad. Eso es nuevo, eso no había pasado antes en el mundo audiovisual.Y crea una complicidad con el espectador, como tantas otras teleseries largas.
Los "elegidos" tienen vida real, cada uno
Los apóstoles ya no son una comparsa confusa: cada uno de ellos lo reconocemos por su cara, su ropa, su historia, sus traumas... Los Elegidos son ellos, y también nosotros que les acompañamos.
Otro encanto de The Chosen es que cada uno de ellos tiene una vida real, previa y creíble. Tenía una vida antes de Jesús, Él se la transforma, pero siguen teniendo multas que pagar y parientes con los que tratar. No son alegorías, ni decorado: viven, y sus vidas se entrelazan. Aprenden cosas, y emprenden otras. Nosotros crecemos con ellos, y así quedamos enganchados.
Jesús ha creado una comunidad con gente de lo más diverso en la Temporada 4 de The Chosen.
También nos fascina ver la creación de la comunidad. Los que eran no pueblo con cierta rapidez pasan a ser pueblo. "Ven y verás", dicen, ¡y la televisión es ver!
Eran unos desconocidos reticentes entre ellos y ahora son un pueblo, una familia, hermanos. A nuestros jóvenes eso les fascina, porque muchos no tienen hermanos, y sus amigos son virtuales. ¿Podría yo vivir así?, se plantean muchos, asombrados.
Los scouts, en cambio, les entienden: "mira, como nosotros, mucho caminar, plantar tiendas, vivir con austeridad en el campo y reírse mucho". Pero es que esa es la definición de Israel y de la Iglesia, pueblo que camina, con el Verbo que "plantó su tienda entre nosotros".
La Iglesia debería ser esa comunidad de amigos de Jesús que caminan juntos, aunque cada uno tenga sus manías y debilidades, como recoge el filme.
Casi todos los personajes ¡caen bien!
Otro aspecto curioso de The Chosen es que no nos cae mal casi ningún personaje. Incluso los soldados romanos, incluso sus espías, incluso los fariseos... a medida que avanza la serie, vemos que todos tienen algo salvable, todos están metidos en algún engranaje del que no tienen toda la culpa, enmarañados en sus pecados y rutinas pero ¡no nos molestaría que se sumasen a nuestra alegre banda! Hay sitio para todos.
Es como si la serie nos enseñara a mirarlos como mira Jesús, con compasión y esperanza. Jesús, pensamos, puede transformarles a ellos. Y quizá también a mí.
Otro punto fuerte de The Chosen, que el director Dallas Jenkins anunció desde el principio, es que habría milagros, demonios y cosas sobrenaturales, sin explicaciones psico-sociológicas, sino fieles al texto bíblico. Así atrajo a mucho a su crowfunding inicial. Y, efectivamente, ahí tenemos milagros y curaciones y expulsión de demonios, más que en el Evangelio. Y encajan muy bien, sin chirriar, porque ya encajaban bien en los textos.
Tratemos ahora de los puntos débiles de la serie.
María y Juan Bautista, puntos débiles
El peor, del que se quejan casi todos los espectadores católicos, es la figura de la Virgen María. Es verdad que no es obligatorio que María tenga que ser hermosa o bella, la Biblia no dice nada. Pero es un personaje que se queda corto y no nos encaja nunca. El espectador católico se sale de la historia para pensar en la actriz y los guionistas. Sí, todos sabemos que es difícil dar vida a un ser humano sin inclinación al pecado, la Llena de Gracia, la Kejaritomene que dice el ángel.
Si los guionistas no sabían cómo hacerlo, hubiera sido mejor limitar sus apariciones. Unaescena en la que habla de cómo fue el parto, "lleno de suciedad", encaja mal con el parto virginal, y además era innecesaria si no quería molestar al público católico. Pero no deja de ser una actriz contando cosas. Quizá por las quejas de este capítulo, los guionistas evitaron meterse en polémicas sobre Santiago y Judas, los "hermanos" de Jesús (primos, según los católicos, ortodoxos, coptos y toda la cristiandad antes de Lutero). La serie no les especifica ningún parentesco.
También es extraño el personaje de Juan Bautista y su contraste con Jesús, como si Jesús tuviera que pedirle mesura y cuidado. Sabemos que dijo que "no hay nadie más grande nacido de mujer que Juan Bautista" y reconocía todo su poder profético, herencia de los dones del profeta Elías (tema poco desarrollado).
Otro punto débil son esos diálogos y escenas que el espectador español ve que son "muy americanos". A veces hablan como una congregación evangélica americana. Otras veces, como unos pequeños empresarios de EEUU. Hay un diálogo absurdo entre Pedro y su esposa sobre el momento de tener hijos o de aplazarlos, como si una pareja joven judía del siglo I pensara en algo distinto a tener muchos hijos (parecen desconocer que "los hijos son como flechas en la aljaba del arquero"), con una mentalidad anticonceptiva moderna.
La serie no entiende muy bien el concepto de familia extensa, con multitud de primos y sobrinos entrando y saliendo, y más vida en la calle que en las casas. Y hay mucha vida "nocturna", gastando velas como si la cera fuera gratis.
También hay soluciones absurdas en el tema racial. Les parece que la proporción de negros en Judea y Galilea en el siglo I coincidía, curiosamente, con la de Estados Unidos. Vale que Tamar es etíope, pero hay casos peores. En la tercera temporada vemos a San José en la infancia de Jesús...¡y San José es negro! Claro, se supone que no aporta su genética a Jesús, pero ¿eso no llamó la atención a todos los vecinos? Es absurdo se mire como se mire y entra en la moda absurda moderna del "color blind" en que cualquiera puede hacer de cualquier raza.
Además, si escuchamos la serie en inglés, y sabemos un poco de acentos, vemos que unos hablan con acento de Texas, otros escocés, otros inglés, otros de Oriente medio o de la India, otros nigeriano... un caos de acentos absurdos.
Por suerte, cuando escuchamos la versión en AContra+, con actores de doblaje al español, todo eso desaparece y se gana mucha credibilidad. Además, la versión de AContra+ ha recurrido a expertos católicos y evangélicos para buscar traducciones del texto bíblico que encaje bien con lo que se usa en España, que no resuene con connotaciones extrañas. Tiene mérito, porque los evangélicos en España, muy influidos por EEUU, a menudo han usado traducciones arcaizantes o americanizantes.
El efecto espiritual
Hay críticos preocupados por el efecto espiritual de la serie. Efectivamente, quien se vea las 7 temporadas habrá pasado más de 60 horas con estos personajes y estos guionistas, y con un corazón abierto, puesto que son las historias con las que Dios ha querido llegar a sus hijos, entremezcladas con otras, obra de los cineastas.
No mucha gente pasa 60 horas rezando con el mismo icono o la misma imagen o cuadro. Esta serie -como cualquier otra- es algo que puede colonizar la imaginación visual.
Los guionistas y directores nos dicen que solo es una obra narrativa, que el que quiera la verdadera Palabra de Dios acuda a la Biblia y el que quiera rezar con la Palabra de Dios que lo haga con la Biblia.
Pero muchos espectadores insisten en que con The Chosen han encontrado a Jesús, a un Jesús, dicen, "real, vivo", algunos detallan que es un Jesús "empático", un "Jesús que sonríe y cercano". Otros dicen eso de la Iglesia, es decir, de los amigos de Jesús.
¿Qué quieren decir con esto? Quieren decir que creían en Jesús pero viéndolo como un icono, un símbolo, no alguien real. Es distinto conocer al Rey de España por verlo en una foto de despacho que tenerlo como amigo íntimo que te cuenta chistes y cena contigo. Jesús quiere ser nuestro amigo íntimo, y muchos sólo le conocen como Rey de foto oficial. La teleserie rompe eso con imaginación, humor, tramas, escenas.
Jesús dijo: "no os he llamado siervos, sino amigos". Él quiere una relación personal. Sí, Él dice: "vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os digo". Pero esa tarea es solo una parte de la amistad. Amistad es trato interpersonal, es escucharse, es mirarse y tratarse de cerca, es conocerse; no es sólo servir, como el criado al amo.
No basta con tenerlo por jefazo o Señor (teórico) sino por Hermano que nos hace hijos del Padre. Jesús es como un líder de chavales callejeros que ofrece a su pandilla entrar en la casa de su Padre, y The Chosen nos muestra visualmente como es esa pandilla y esa amistad.
Es verdad que la teleserie tiene puntos débiles. Pero es más grave que la Iglesia ofrezca pastoral, sacramentos, catequesis y caridad y, pese a eso, muchos que van al templo (o no) sigan viendo en Jesús una marca o eslogan, un símbolo como la foto del Rey o la bandera, y no un amigo real que está vivo.
Si The Chosen triunfa es porque nos invita a acompañarles como un amigo más, como un discípulo, a los pies de su Maestro, un maestro que nos sonríe y nos dice "sígueme".
Trailer de la Cuarta temporada: se pone más oscuro, las profecías del Siervo Sufriente, varón de dolores...
Aquila compartió el taller con San Pablo, pues también era fabricante de tiendas
Las palabras del joven Apolo cortan el aire en la sinagoga de Éfeso, ante una audiencia cautivada por la brillantez del discurso. Aquila y Priscila lo admiran también, pero echan de menos la luz de la fe, “se lo llevaron consigo y le instruyeron más a fondo en la doctrina del Señor” (Hch 18, 26).
No habían pasado dos décadas desde la Ascensión de Cristo, y la semilla del Evangelio ya se había esparcido por numerosas ciudades del Imperio. En Roma, la Buena Nueva tuvo acogida entre algunos judíos que profesaban a Jesús de Nazaret como el Salvador; entre ellos, Aquila, un tejedor de tiendas de campaña.
Procedía de la diáspora por la Anatolia del Norte, la actual Turquía. Su mujer, Priscila —abreviado, Prisca —, era romana. Según una antigua tradición, estaba emparentada con el senador Caio Mario Pudente Corneliano, que hospedaba a San Pedro en su casa en el Viminale. Aunque no hay fuentes escritas que lo testimonien, existen pinturas del Príncipe de los Apóstoles administrando el Bautismo a una joven llamada Prisca.
En los albores de nuestra era, el Estado romano confundía a los cristianos con los judíos, hasta el punto de ofrecerles los mismos privilegios: libre ejercicio del culto y dispensa de obligaciones incompatibles con el monoteísmo, como el culto al emperador. A finales de los años cuarenta, surgieron discrepancias dentro de la comunidad judía acerca de la cuestión mesiánica, y las controversias llegaron a oídos del emperador Tiberio Claudio César.
Claudio se había mostrado benévolo con los judíos, pero el temor de una posible revuelta fue motivo suficiente para exiliarlos de Roma, al menos por un tiempo. Un oficial de la corte imperial, el historiador Suetonio, narra escuetamente el decreto del año 49: iudaeos impulsore Chresto assidue tumultuantis Roma expulit (“expulsó de Roma a los judíos, pues provocaban desórdenes a causa de Cresto”).
«Se ve que Claudio no conocía bien el nombre del Señor —en lugar de Cristo dice Cresto — sólo tenía una idea muy confusa de lo que había sucedido». Forzados a dejar la Ciudad Eterna, Aquila y Priscila se trasladaron a Corinto, la capital de Acaya.
CORINTO
Las horas en el taller
Los jóvenes inmigrantes debieron abrirse camino en una ciudad cosmopolita. Por sus calles desfilaban griegos, romanos, africanos, judíos... Las tradiciones y mentalidades más diversas convergían en la capital: del levante sirio llegó el culto a Melkart y Astaré; de Roma, los espectáculos sangrientos; los frigios implantaron la veneración a Cibeles, la madre de los dioses.
Además, Corinto estaba consagrada a Afrodita. A primera vista, el panorama no presentaba facilidades para que arraigara la vida cristiana. Corinto se emplazaba entre oriente y occidente como escenario clave para quien fuera capaz de dar un nuevo rumbo a la historia. Los corintios frecuentaban las numerosas termas, teatros y basílicas, y los intelectuales tenían acceso a escuelas filosóficas de gran relieve.
La misma ciudad que abría sus puertas a costumbres inhumanas y a todo tipo de novedades, acogió a este matrimonio cristiano entre sus habitantes. Como era núcleo de la industria de la púrpura y del tejido, Aquila no tardó en instalar su propio taller en un local abierto a la calle.
Llevaban pocos meses viviendo en Acaya, cuando un viajero pidió asilo en su casa. El huésped llegaba de Atenas, abatido, después de dirigirse a personas ávidas de oír nuevos discursos, pero que no hacían caso de las palabras ni se preocupaban de su contenido: sólo les interesaba tener algo de qué hablar. Tiempo después, San Pablo recordaba su entrada en Corinto: “me he presentado ante vosotros débil, y con temor y mucho temblor"
Aquila y Priscila no soñaban encontrarse con el Apóstol en Acaya. Además de alojarlo en su propio hogar, Aquila compartió el taller con San Pablo, pues también era fabricante de tiendas.
Los Hechos de los Apóstoles cuentan poco acerca de los ratos de labor en el taller de Aquila. Debían de ser momentos de gran concentración, porque los tejedores incluso estaban eximidos de una ley que prescribía ponerse de pie al ver pasar a ciertos personajes distinguidos, para no desatender su tarea.
Uno de los hechos más relevantes de la historia tuvo lugar a finales del 50 o principios del 51, durante aquellos días de trabajo cotidiano. Timoteo y Silas llegaron a Corinto para hablar con San Pablo: traían noticias de los de Tesalónica, que sufrían violentas persecuciones por parte de quienes se resistían a aceptar el Evangelio.
El Apóstol decidió escribirles para fortalecerlos en la fe y aclarar dudas en torno a la suerte de los difuntos y a la segunda venida del Señor. La primera Carta a los Tesalonicenses es, cronológicamente, el primer libro del Nuevo estamento.
Las horas en el taller contaron momentos de expansión de la fe, no sólo por la actuación del Apóstol sino también por la de Aquila y Priscila y de otros cristianos, gentes desconocidas. En pocos años, la Iglesia de Acaya llegó a ser una de las más importantes. Recibieron el Bautismo tanto Crispo, el jefe de la sinagoga, como Erasto, el tesorero de la ciudad; Tercio, quien más tarde sería secretario de Pablo; Ticio Justo, miembro de la colonia romana, que vivía en una gran casa junto a la sinagoga; Estéfanas —un prosélito— y su familia.
Se bautizaron libertos, artesanos y esclavos en una ciudad que parecía sorda a las mociones de la gracia. Pablo recordaría más tarde a los corintios: “ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los injuriosos, ni los rapaces es heredarán el Reino de Dios. Y esto erais algunos. Pero habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre de Jesucristo el Señor y en el Espíritu de nuestro Dios”.
Despuntaba el otoño del año 52, cuando San Pablo dejó Corinto, después de una intensa labor apostólica que le supuso sufrir duras incomprensiones y la expulsión de la sinagoga. Aquila y Priscila le acompañaron a Éfeso. Esta vez no salían por la fuerza, como en su exilio de Roma.
La fe les presentaba proyectos que años antes no hubieran vislumbrado. “Los cristianos —escribía Orígenes— no desaprovechan nada de lo que está en su mano para extender su doctrina en el universo entero. Para conseguirlo, hay quien se ha dedicado a ir de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo,para llevar a los demás al servicio de Dios”.
Junto a Silas y Timoteo, que formaban el séquito del Apóstol, llegaron a destino, después de una travesía de casi diez jornadas.
ÉFESO
En el momento justo
La nave ancló en el puerto de Palermo, una desembocadura del río Caistro, y los viajeros subieron a la pequeña barca que los dejó en Éfeso, la capital del Asia proconsular. Pablo se detuvo allí poco tiempo, pues debía continuar hacia Siria. Aunque los judíos del lugar le rogaron que se quedara, el Apóstol se despidió de ellos, con la promesa de volver.
Éfeso era el centro de la provincia más populosa de Asia, donde vivía una importante colonia de hebreos que gozaban del libre ejercicio de la religión. Algunos, venidos de la diáspora, se habían unido a la predicación de Juan el Bautista, en el Jordán. Después se dispersaron, y comenzaron a proclamar a Jesús por cuenta propia.
Hablaban de Cristo, pero no sólo no habían recibido el Espíritu Santo, sino que ni siquiera tenían noticia de que existiera el Paráclito. Tal era la condición de Apolonio —abreviado, Apolo—, “hombre elocuente y muy versado en las Escrituras”.
San Lucas precisa que era natural de Alejandría de Egipto, centro importante de la teología judía, donde se profundizaba en la relación entre el Logos, la razón creadora del mundo, y la Revelación contenida en el Antiguo Testamento.
Uno de los jefes más reconocidos era el judío Filón, que buscaba conciliar el pensamiento platónico con la enseñanza de las Escrituras. Es posible que Apolo fuera educado en esta cultura de amplios horizontes, abierta a la verdad. Un día, Aquila y Priscila escucharon la predicación de Apolo en la sinagoga.
Reconocieron el esplendor de un discurso mesiánico y notaron que “en la mente de ese hombre ya se había insinuado la luz de Cristo: había oído hablar de El, y lo anuncia a los otros. Peroaún le quedaba un poco de camino, para informarse más, alcanzar del todo la fe, y amar de veras al Señor”.
Cuando el joven terminó de hablar, “le tomaron consigo y le expusieron con más exactitud el camino de Dios.” El hombre docto atendió las razones. Una vez descubierto el camino, se dispuso a emprenderlo y pidió ser bautizado. Como Apolo pensaba viajar a Acaya, le animaron a presentarse ante la iglesia de Corinto, y escribieron a los discípulos para que le recibieran. Allí fue “de gran provecho, con la gracia divina, para los que habían creído, pues refutaba vigorosamente en público a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús es el Cristo.“
ROMA
La casa de Aquila y Priscila
Por la carta de San Pablo a los romanos —escrita hacia el año 57— sabemos que Aquila y Priscila regresaron a la Urbe: “saludad a Priscila y Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, a quienes damos gracias no sólo yo sino también todas las iglesias de los gentiles, y saludad a la iglesia que se reúne en su casa.”
Este tipo de reunión es precisamente lo que en griego se llama “ekklesia”, en latín “ecclesia”, en italiano “chiesa”, en español “iglesia” que quiere decir convocación, asamblea, reunión. La casa de Aquila y Priscila se asentaba probablemente en los cimientos de la actual iglesia de Santa Prisca, en el Aventino. Las excavaciones arqueológicas de los años 1933 a 1966 descubrieron dos edificios de los siglos I y II.
En el del siglo II, se encontró un lugar de culto al dios Mitra. El hallazgo reafirma la existencia de una domas ecclesiae en sus cimientos, porque era habitual levantar templos paganos donde se había celebrado la liturgia cristiana, para tratar de erradicar la fe en Jesucristo.En la casa del siglo I, se reconoció el titulus Priscae: la tablilla que indicaba quién era el titular de la casa. Con el tiempo —hacia el siglo III— la cura pastoral hizo necesaria la división de la ciudad de Roma en varios tituli, o centros, que hoy llamaríamos parroquias.
Benedicto XVI comenta que, a la gratitud por la fidelidad de esas primeras iglesias de las que habla San Pablo en su Carta a los romanos, “se debe unir también la nuestra, pues gracias a la fe y al compromiso apostólico de fieles laicos, de familias como las de Aquila y Priscila, el cristianismo ha llegado a nuestra generación (…).
Para arraigar en la tierra, para desarrollarse ampliamente, era necesario el compromiso de estas familias, de estas comunidades cristianas, de fieles laicos que ofrecieron el “humus” al crecimiento de la fe. Y sólo así crece siempre la Iglesia.
Toda casa puede transformarse en una pequeña iglesia. No sólo en el sentido de que en ella tiene que reinar el genuino amor cristiano, hecho de generosidad y atención recíproca, sino más aún, en el sentido de que toda la vida familiar, en virtud de la fe, está llamada a girar en torno al único señorío de Jesucristo”.
No sabemos cuánto tiempo permanecieron Aquila y Priscila en Roma. Hacia el año 67 se encontraban en Éfeso, pues San Pablo les envía saludos, en su carta a Timoteo.
Algunos autores hablan de un nuevo regreso del matrimonio a la Ciudad Eterna o, al menos, de Prisca.
En todo caso, los datos biográficos que han llegado a nuestros días son suficiente motivo de gratitud a quienes siguieron los planes de Dios, yendo de una ciudad a otra.
Pañuelo rojo en Sanfermin tiene un origen religioso
El pañuelo rojo esun distintivo de la vestimenta típica de las fiestas de Sanfermin, tanto, que la tradición dice que lo puedes llevar anudado al cuello mientras las fiestas estén vivas.
Para las ceremonias religiosas en honor a un santo, si éste ha sido mártir y ha muerto por sus creencias, los sacerdotes nos vestimos de rojo. En el caso de las fiestas en honor a San Fermín así lo hacemos porque sufrió martirio y lo del pañuelo rojo es una interpretación de la gente de esta costumbre religiosa.
Es por ello que antes del lanzamiento del cohete la gente lo lleva en la muñeca, en el bolsillo o en la mano, y los exhibe al aire cuando quien se encarga de inaugurar las fiestas grita: "Viva San Fermín, Gora San Fermín". Una vez que empieza la fiesta el pañuelo ocupa su sitio en el cuello o la cabeza o como la imaginación y la moda estime oportuno.
San Fermín
El pañuelo tiene un origen religioso. Según el párroco de la Iglesia de San Lorenzo de Pamplona, que es donde se encuentra la capilla en honor a San Fermín, Jesús Labari:
"No se sabe a ciencia cierta y con hechos probados el momento en el que se comenzó a usar el pañuelo, pero sí conocemos sus motivos. Para las ceremonias religiosas en honor a un santo, si éste ha sido mártir y ha muerto por sus creencias, los sacerdotes nos vestimos de rojo.
En el caso de las fiestas en honor a San Fermín así lo hacemos porque sufrió martirio y lo del pañuelo rojo es una interpretación de la gente de esta costumbre religiosa."
Se sabe que el pañuelo rojo es anterior a la costumbre de vestir de blanco que es más reciente. De hecho, Miguel Javier Urmeneta, cuando era alcalde de Pamplona en la década de los sesenta, procuró que las peñas extendieran el uso de la vestimenta blanca y lo consiguió.
Además hay otras teorías que apoyan lo de los pañuelos. Algunos creen que sirve para citar al toro ya que al parecer los morlacos van al rojo.
Otras gentes de Pamplona refuerzan la idea del pañuelo en una costumbre de la ciudad de Pamplona que reforzaría la del martirio de San Fermín y que es la del Voto de las Cinco Llagas. Éste se instauró en 1599 como acción de gracias por la erradicación de una epidemia de peste que mató a un tercio de la población de Pamplona.
Fue más efectivo que los medicamentos -que no había- colocar en el pecho de los enfermos un sello con la representación de las Cinco Llagas de Cristo. Dada la efectividad de la medida y en agradecimiento, las autoridades de la Ciudad decidieron celebrar perpetuamente este voto llamado "de las Cinco Llagas". La representación de éstas llagas es precisamente muy similar a como queda un pañuelo al cuello.
Conocemos la vida de San Fermín fundamentalmente por la leyenda y la tradición. En muchos casos, los hechos se transmitían oralmente, de generación en generación, hasta convertirlos en lenguaje figurado, en hagiografía.
El hecho contado no es una mera invención, sino que sigue su criterio propio. Para lograr una comprensión real hay que leer el relato desde su interior, donde el lenguaje no agota toda la riqueza de lo vivido. La leyenda no es una literatura divorciada de la realidad histórica.
Ciertamente no relata la historia en el sentido estricto del término, ya que se esmera en narrar una experiencia vivida, muchas veces colectiva, donde el lenguaje no es suficiente para expresarla . El emperador Nerón de la dinastía Julio-Claudia (54-68) inició la era de las persecuciones planificadas contra los cristianos.
Los sucesivos emperadores siguieron el camino crudelísimo, sistemático e ineficaz de eliminar la libertad religiosa y la vida . La fe creció de manera exponencial en ese mundo pagano y politeísta, gracias al testimonio de los mártires, que vivían el Evangelio sin complejos ni correcciones formales.
En la Antigüedad Tardía el culto a los santos y reliquias se convirtió en un elemento clave de la identidad occidental. Los santos eran invisibles compañeros (oartosphilos), los amigos íntimos (gnesios philos). A ellos se encomendaba el pueblo cristiano en busca de la salud perdida, justicia mancillada, contratiempos...
El culto a los santos fue el motor que favoreció el desarrollo de la fe. Y configuró una sociedad nueva. Aquellos cristianos tuvieron un interés tenaz por crear lugares pulcros y privados de culto, donde poder hallarse ante la presencia compasiva de otro ser humano.
En la Antigüedad Tardía el obispo se convirtió en “defensor civitatis”, “servator fidei” , “patriaeque semper amator”, haciendo el bien, generando buenas obras. En los cánones de San Atanasio se lee: “El obispo que ama a los pobres es rico, y la ciudad y su región lo honrarán” . Como guardián de la fe, ejercía el poder pastoral. Actuaba libremente como representante visible de la Iglesia. Poseía el don de la persuasión.
El poder divino se desplazaba a un poder centrado en el obispo que actuaba como intermediario entre la comunidad cristiana y la divinidad. El obispo se personificó en un “Holly Man”, hombre santo y sagrado, que intervenía en la mediación de los litigios en su calidad de patrono local.
En la Antigüedad Tardía, en Pompaelo, nació Fermín (Firminus), hijo de Eugenia y del prócer Firmus.
Se convirtió a la fe cristiana por las predicaciones de San Honesto de Nimes y San Saturnino, quien lo bautizó: “Aquí está el pozo con cuya agua, según tradición, bautizó San Saturnino a los primeros cristianos en esta ciudad”. Fue educado por San Honesto de Nimes. En Toulouse estudió y se ordenó sacerdote. A los 24 años fue consagrado obispo de Irunia, primer obispo, por San Honorato de Toulouse.
En Pamplona permaneció unos años. Después fue destinado a la evangelización de las Galias: Agen, Beauvais y Amiens, donde le decapitaron por causa de Cristo la noche del 25-IX-303 , su dies natalis.
No desistió de sus convicciones. Actuó sin miedo. Diocleciano imperaba en Roma. El senador Faustiniano recogió sus restos y los sepultó en Abladene, en las proximidades de Amiens.
San Salvio, obispo de Amiens, encontró su sepultura en el año 615, guiado por un rayo de luz. La primera reliquia llegó a Pamplona en 1186, siendo obispo Pedro de París. San Fermín no ha permanecido en el olvido, porque los pamplonicas le rindieron y rinden culto admirativo al menos desde el medievo.
En la ciudad de Pamplona, actualmente sigue teniendo una capilla en la catedral y otra en la iglesia de San Lorenzo, que según la tradición, está construida en el solar que ocupaba la casa nativa del santo. Las fiestas de San Fermín en Pamplona son mundialmente conocidas y tienen un marcado carácter folklórico.
La información que ha llegado hasta nuestros días de la vida de San Fermín procede en su mayor parte de las «Actas de la vida y del martirio de San Fermín», redactadas hacia el siglo VI —tres siglos después de su muerte— y de varios breviarios medievales, textos en los cuales, según explica José Antonio Goñi en su biografía del santo, «San Fermín, entre la historia y la leyenda», dónde afirma que en la vida de San Fermín «aparece mezclada la realidad histórica con elementos legendarios sobre la vida del santo, fruto de la devoción del pueblo fiel».
Entre lo que se sabe del santo, cabe destacar que el siete de julio no fue una fecha significativa en su vida ni en su muerte. De hecho, no se le comenzaría a rendir tributo en ese día hasta 1591, cuando el obispo Bernardo de Rojas y Sandoval trasladó, a petición del pueblo, la festividad en su nombre, celebrada hasta entonces el 10 de octubre, por ser más cálido el tiempo y para que coincidiera con la feria de ganado.
Según Goñi, San Fermínnació a mediados del siglo III en la romana Pompaelo, actual Pamplona, primogénito de un senador local, Firmo. Años después de su nacimiento llegó a la zona el predicador Honesto, discípulo de Saturnino de Toulouse (Francia) dispuesto a evangelizar una región en la cuál todavía se veneraba a los dioses romanos. Allí se encontró con Firmo y su familia, a los cuáles logró convencer de que abrazasen la Fé cristiana gracias a su oratoria.
Tras persuadir a los Firmo, Honesto volvió a Toulouse para informar a Saturninode sus progresos. Éste decidió trasladarse a Pamplona, dónde convirtió en masa al pueblo pamplonica al cristianismo, incluyendo al joven Fermín. Convencido de haber hecho lo correcto al abandonar los dioses paganos, Firmo entregó a su primogénito a Honesto para que le formara en la doctrina cristiana.
Cuando éste le consideró apto, lo envió a Toulouse para que el obispo Honorato, sucesor de Saturnino, lo ordenase sacerdote, tras lo cuál éste volvió a la actual capital navarra.
Evangelizador de las Galias
Recién cumplidos los treinta años, Fermín abandonó su tierra por última vez para evangelizar las tierras de las Galias vecinas. Allí visitó Agen y Anjou, y después Beauvais, a dónde se dirigió, según Goñi «con entusiasmo y gozo, dispuesto a padecer por Cristo habiéndose enterado de que Valerio, gobernador de los belovacos, perseguía a los cristianos y los martirizaba». Allí fue encarcelado hasta que, muerto Valerio en una revuelta militar, acabó siendo liberado por sus sucesores.
El siguiente destino de San Fermín fue Amiens, dónde acabaría sufriéndo martirio a manos de Sebastián, el gobernador de la provincia, quién, azuzado por la persecución religiosa contra los cristianos decretada por el emperador Diocleciano, mandó apresarlo y decapitarlo.
«Ordenó sus soldados que lo prendieran y lo encerraran en la cárcel, indicándoles que lo decapitaran silenciosamente por la noche y que escondieran su cuerpo para que no lo encontraran los cristianos y le tributaran honores» escribe Goñi.
Según el prefecto de liturgia, Sebastián tenía reservado al cuerpo del santo un destino cruel: «descuartizarlo y desparramarlo por los campos para que los cristianos no lo encontraran».
Sin embargo, la rápida actuación del senador Faustiniano, «quién años atrás había recibido a Fermín a su llegada a Amiens y había sido bautizado por éste», salvó sus restos: «Faustiniano recogió secretamente los restos del santo obispo y los enterró en el sepulcro familiar de Abladene».
Fue también en Amiens donde se inició el culto al santo pamplonica. Según Goñi, «la tradición habla del hallazgo de sus reliquias a comienzos del 615. En el siglo XII el culto al santo adquirió gran esplendor y popularidad en la ciudad francesa, según las Actas de la Iglesia de Amiens, gracias al nuevo obispo Godofredo».
En Pamplona el culto a la figura de San Fermín no llegaría hasta 1186, cuando el obispo Pedro de París recibió unas reliquias del cráneo del mártir. Sin embargo, el culto al mismo pronto crecería en intensidad hasta el siglo XVII, cuando se inició una disputa entre seguidores de San Fermín y de San Francisco Javier, patrocinado por los jesuitas. Una disputa que quedó zanjada en 1657, cuando el Papa Alejandro VII proclamó a ambos co-patronos de Navarra.
Hace 20 años se estrenaba La Pasión de Cristo: violencia, acusaciones de antisemitismo y sangre
Se trata de una de las películas más controvertidas de la historia del cine. La obra dirigida por Mel Gibson, centrada en las últimas doce horas de Jesús, fueron representadas con crudeza para los espectadores. El rechazo de los estudios y un éxito de taquilla inesperado.
Filmada en arameo, latín y hebreo, la película de 2004 dirigida por Mel Gibson desafió convenciones y expectativas, sumergiendo a los espectadores en un viaje emocional y espiritual sin precedentes que hasta hoy ha dejado huellas en los cristianos. La Pasión de Cristo se estrenó en Estados Unidos el miércoles 25 de febrero de 2004, a la sazón, Miércoles de Ceniza de aquel año. En España lo hizo el 2 de abril.
Al día siguiente al estreno, The New York Times, profetizó que este filme iba a significar el fin de la carrera profesional de Gibson y tocó al arrebato para boicotearla.
Sin embargo, la realidad fue muy distinta. En su primer día, el filme recaudó 26 millones de dólares (casi el total de lo que había costado) y, al concluir su primera semana en cartel, había superado los 125 millones.
Casi un mes después, con una recaudación que superaba ya los 200 millones de dólares. The New York Times acabó admitiendo que La Pasión había despertado en Hollywood el hambre de películas religiosas. No era para menos: al final de su recorrido en cines, este singular largometraje alcanzó los 370 millones de dólares en Norteamérica y los 251 millones en el mercado internacional, convirtiéndose en la película calificada “R” (mayores con reparos) más taquillera de la historia del cine (récord que, por cierto, todavía ostenta).
Desde su lanzamiento, la película ha sido objeto de un análisis intenso y meticuloso. Las representaciones gráficas de la flagelación y crucifixión de Jesús generaron polémica, con críticos que la consideraron excesivamente violenta y otros que la elogiaron por su autenticidad histórica y su capacidad para transmitir con realismo el sufrimiento de Cristo.
En enero de 2004, el entonces director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Joaquín Navarro-Valls, emitió un comunicado señalando que el Papa Juan Pablo II había visto la película, y luego la calificó positivamente: “Una adaptación cinematográfica del hecho histórico de la Pasión de Jesucristo según el relato evangélico”.
Sin embargo, más allá de las opiniones sobre su contenido, no puede ignorarse el impacto cultural de La Pasión de Cristo. La película recaudó más de 612 millones de dólares en todo el mundo, con un presupuesto de producción de 30 millones de dólares. Esto la convirtió en una de las películas independientes más exitosas de la historia.
Además, fue la primera película con clasificación R en Norteamérica que recaudó tanto dinero. A pesar de estar nominada en tres categorías en la 77ª edición de los Premios de la Academia, no ganó ningún premio Oscar.
Un dato curioso es que Jim Caviezel, el actor católico que encarnó a Jesús en la película, sufrió numerosas dificultades durante el rodaje, como ser alcanzado por un rayo en la última toma del filme. El rayo llevó a que Caviezel sea sometido a dos cirugías cardíacas, incluida una cirugía a corazón abierto, y tuvo que tomar muchos medicamentos. Además de este incidente, también sufrió una lesión cuando fue derribado por una cruz que pesaba cerca de 70 kilogramos.
Actualmente, Gibson y Caviezel han vuelto a unir fuerzas para hacer realidad la secuela de La Pasión de Cristo, que se centrará en los tres días entre la muerte y la resurrección de Jesús. La película se encuentra aún en desarrollo.
Sin la anuencia de los grandes estudios y sin voluntad de ceder libertad artística, Gibson decidió financiar él mismo la aventura. Puso 30 millones de dólares de su bolsillo, más otros 15 para el agresivo marketing posterior.
El guión, escrito en conjunto por el actor de Arma Mortal y por Benedict Fitzgerald, se basó en los cuatro evangelios y en la obra de Anne Catherine Emmerich, una mística alemana de fines del siglo XVIII. Pese a las permanentes declaraciones y casi ostentaciones del director sobre la exactitud de la reconstrucción histórica, muchos investigadores sostienen que la película en muchos momentos se aleja de los hechos reales.
Después de una larga investigación y de la escritura de las primeras versiones del guión en inglés, un grupo de lingüistas y académicos respetados tradujeron cada línea de diálogo a los idiomas y lenguas muertas correspondientes. El nivel de detalle fue tan minucioso que algunos soldados romanos utilizan mal algunas palabras en latín, porque era algo frecuente en la época: no tenían estudios y cometían ese tipo de errores.
Apenas terminó el rodaje, en la industria y en los medios se empezó a hablar de La Pasión de Cristo. La violencia, la falta del idioma inglés, la casi totalidad ausencia de estrellas, la reconstrucción histórica, la decisión de Gibson de convertirla en un proyecto independiente y de arriesgar su capital.
Cuando la mostró al primer estudio para llegar a un acuerdo por su distribución, los ejecutivos ni siquiera llegaron a ver la totalidad del metraje. Se negaron a distribuirla. Gibson tomó una decisión: no iría de nuevo a tocar todas las puertas, como había hecho antes de filmar. Todos le dirían que no. Pero lo peor no serían las negativas, sino la mala prensa para su película.
Los proyectos que tienen demasiados rechazos, demasiados problemas en su elaboración, van construyendo una imagen maldita que predispone mal a los críticos y ahuyenta al público. Mel Gibson decidió ser su propio distribuidor.
A lo largo de los siglos, muchos Papas han sentido una especial devoción por la Virgen Salus Populi Romani y Francisco es uno más de ellos.
Santa María la Mayor, donde se encuentra, fue el primer lugar que visitó para rezar públicamente al día siguiente de haber sido elegido Pontífice. En el Ángelus del domingo, el Papa recordó a esta Virgen, patrona de Roma.
Papa Francisco
“Mañana, los romanos recordamos a nuestra madre. Le pedimos que nos proteja y todos juntos rezamos un Ave María. Saludemos todos juntos a nuestra Madre. Todos juntos, un saludo para la Madre. Aplausos”
Es la Virgen más querida de los romanos y cada 5 de agosto se celebra su fiesta. El icono que la representa se encuentra en la Basílica de Santa María la Mayor.
En siglo IV, la Virgen se apareció a un matrimonio adinerado y al Papa Liberio y les pidió que construyeran una basílica en su honor. A la mañana siguiente, 5 de agosto, supieron donde hacerlo: el Monte Esquilino apareció nevado.
Según la tradición, el icono bizantino que representa a la protectora del pueblo romano, fue pintado por San Lucas en una tabla que se usó en la Última Cena.
Aquila y Priscila. Colaboradores de San Pablo. 8 de julio
Las palabras del joven Apolo cortan el aire en la sinagoga de Éfeso, ante una audiencia cautivada por la brillantez del discurso. Aquila y Priscila lo admiran también, pero echan de menos la luz de la fe, “se lo llevaron consigo y le instruyeron más a fondo en la doctrina del Señor” (Hch18, 26).
No habían pasado dos décadas desde la Ascensión de Cristo, y la semilla del Evangelio ya se había esparcido por numerosas ciudades del Imperio. En Roma, la Buena Nueva tuvo acogida entre algunos judíos que profesaban a Jesús de Nazaret como el Salvador; entre ellos, Aquila, un tejedor de tiendas de campaña. Procedía de la diáspora por la Anatolia del Norte, la actual Turquía. Su mujer, Priscila —abreviado, Prisca —, era romana. Según una antigua tradición, estaba emparentada con el senador Caio Mario Pudente Corneliano, que hospedaba a San Pedro en su casa en el Viminale. Aunque no hay fuentes escritas que lo testimonien, existen pinturas del Príncipe de los Apóstoles administrando el Bautismo a una joven llamada Prisca.
En los albores de nuestra era, el Estado romano confundía a los cristianos con los judíos, hasta el punto de ofrecerles los mismos privilegios: libre ejercicio del culto y dispensa de obligaciones incompatibles con el monoteísmo, como el culto al emperador. A finales de los años cuarenta, surgieron discrepancias dentro de la comunidad judía acerca de la cuestión mesiánica, y las controversias llegaron a oídos del emperador Tiberio Claudio César.
Claudio se había mostrado benévolo con los judíos, pero el temor de una posible revuelta fue motivo suficiente para exiliarlos de Roma, al menos por un tiempo. Un oficial de la corte imperial, el historiador Suetonio, narra escuetamente el decreto del año 49: iudaeos impulsore Chresto assidue tumultuantis Roma expulit (“expulsó de Roma a los judíos, pues provocaban desórdenes a causa de Cresto”).
Icono de Aquila y Priscila. Colaboradores de San Pablo.
«Se ve que Claudio no conocía bien el nombre del Señor —en lugar de Cristo dice Cresto — sólo tenía una idea muy confusa de lo que había sucedido». Forzados a dejar la Ciudad Eterna, Aquila y Priscila se trasladaron a Corinto, la capital de Acaya.
CORINTO
Las horas en el taller
Los jóvenes inmigrantes debieron abrirse camino en una ciudad cosmopolita. Por sus calles desfilaban griegos, romanos, africanos, judíos... Las tradiciones y mentalidades más diversas convergían en la capital: del levante sirio llegó el culto a Melkart y Astaré; de Roma, los espectáculos sangrientos; los frigios implantaron la veneración a Cibeles, la madre de los dioses.
Además, Corinto estaba consagrada a Afrodita. A primera vista, el panorama no presentaba facilidades para que arraigara la vida cristiana. Corinto se emplazaba entre oriente y occidente como escenario clave para quien fuera capaz de dar un nuevo rumbo a la historia. Los corintios frecuentaban las numerosas termas, teatros y basílicas, y los intelectuales tenían acceso a escuelas filosóficas de gran relieve.
La misma ciudad que abría sus puertas a costumbres inhumanas y a todo tipo de novedades, acogió a este matrimonio cristiano entre sus habitantes. Como era núcleo de la industria de la púrpura y del tejido, Aquila no tardó en instalar su propio taller en un local abierto a la calle.
Llevaban pocos meses viviendo en Acaya, cuando un viajero pidió asilo en su casa. El huésped llegaba de Atenas, abatido, después de dirigirse a personas ávidas de oír nuevos discursos, pero que no hacían caso de las palabras ni se preocupaban de su contenido: sólo les interesaba tener algo de qué hablar. Tiempo después, San Pablo recordaba su entrada en Corinto: “me he presentado ante vosotros débil, y con temor y mucho temblor"
Aquila y Priscila no soñaban encontrarse conel Apóstol en Acaya. Además de alojarlo en su propio hogar, Aquila compartió el taller con San Pablo, pues también era fabricante de tiendas.
Los Hechos de los Apóstoles cuentan poco acerca de los ratos de labor en el taller de Aquila. Debían de ser momentos de gran concentración, porque los tejedores incluso estaban eximidos de una ley que prescribía ponerse de pie al ver pasar a ciertos personajes distinguidos, para no desatender su tarea. Uno de los hechos más relevantes de la historia tuvo lugar a finales del 50 o principios del 51, durante aquellos días de trabajo cotidiano. Timoteo y Silas llegaron a Corinto para hablar con San Pablo: traían noticias de los de Tesalónica, que sufrían violentas persecuciones por parte de quienes se resistían a aceptar el Evangelio. El Apóstol decidió escribirles para fortalecerlos en la fe y aclarar dudas en torno a la suerte de los difuntos y a la segunda venida del Señor. La primera Carta a los Tesalonicenses es, cronológicamente, el primer libro del Nuevo estamento.
Las horas en el taller contaron momentos de expansión de la fe, no sólo por la actuación del Apóstol sino también por la de Aquila y Priscila y de otros cristianos, gentes desconocidas. En pocos años, la Iglesia de Acaya llegó a ser una de las más importantes. Recibieron el Bautismo tanto Crispo, el jefe de la sinagoga, como Erasto, el tesorero de la ciudad; Tercio, quien más tarde sería secretario de Pablo; Ticio Justo, miembro de la colonia romana, que vivía en una gran casa junto a la sinagoga; Estéfanas —un prosélito— y su familia.
Se bautizaron libertos, artesanos y esclavos en una ciudad que parecía sorda a las mociones de la gracia. Pablo recordaría más tarde a los corintios: “ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los injuriosos, ni los rapaces es heredarán el Reino de Dios. Y esto erais algunos. Pero habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre de Jesucristo el Señor y en el Espíritu de nuestro Dios”.
Despuntaba el otoño del año 52, cuando San Pablo dejó Corinto, después de una intensa labor apostólica que le supuso sufrir duras incomprensiones y la expulsión de la sinagoga. Aquila y Priscila le acompañaron a Éfeso. Esta vez no salían por la fuerza, como en su exilio de Roma. La fe les presentaba proyectos que años antes no hubieran vislumbrado. “Los cristianos —escribía Orígenes— no desaprovechan nada de lo que está en su mano para extender su doctrina en el universo entero. Para conseguirlo, hay quien se ha dedicado a ir de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, para llevar a los demás al servicio de Dios” Junto a Silas y Timoteo, que formaban el séquito del Apóstol, llegaron a destino, después de una travesía de casi diez jornadas.
ÉFESO
En el momento justo
La nave ancló en el puerto de Palermo, una desembocadura del río Caistro, y los viajeros subieron a la pequeña barca que los dejó en Éfeso, la capital del Asia proconsular. Pablo se detuvo allí poco tiempo, pues debía continuar hacia Siria. Aunque los judíos del lugar le rogaron que se quedara, el Apóstol se despidió de ellos, con la promesa de volver.
Éfeso era el centro de la provincia más populosa de Asia, donde vivía una importante colonia de hebreos que gozaban del libre ejercicio de la religión. Algunos, venidos de la diáspora, se habían unido a la predicación de Juan el Bautista, en el Jordán. Después se dispersaron, y comenzaron a proclamar a Jesús por cuenta propia. Hablaban de Cristo, pero no sólo no habían recibido el Espíritu Santo, sino que ni siquiera tenían noticia de que existiera el Paráclito. Tal era la condición de Apolonio —abreviado, Apolo—, “hombre elocuente y muy versado en las Escrituras”.
San Lucas precisa que era natural de Alejandría de Egipto, centro importante de la teología judía, donde se profundizaba en la relación entre el Logos, la razón creadora del mundo, y la Revelación contenida en el Antiguo Testamento. Uno de los jefes más reconocidos era el judío Filón, que buscaba conciliar el pensamiento platónico con la enseñanza de las Escrituras. Es posible que Apolo fuera educado en esta cultura de amplios horizontes, abierta a la verdad. Un día, Aquila y Priscila escucharon la predicación de Apolo en la sinagoga.
Reconocieron el esplendor de un discurso mesiánico y notaron que “en la mente de ese hombre ya se había insinuado la luz de Cristo: había oído hablar de El, y lo anuncia a los otros. Pero aún le quedaba un poco de camino, para informarse más, alcanzar del todo la fe, y amar de veras al Señor”.
Cuando el joven terminó de hablar, “le tomaron consigo y le expusieron con más exactitud el camino de Dios.” El hombre docto atendió las razones. Una vez descubierto el camino, se dispuso a emprenderlo y pidió ser bautizado. Como Apolo pensaba viajar a Acaya, le animaron a presentarse ante la iglesia de Corinto, y escribieron a los discípulos para que le recibieran. Allí fue “de gran provecho, con la gracia divina, para los que habían creído, pues refutaba vigorosamente en público a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús es el Cristo.“
ROMA
La casa de Aquila y Priscila
Por la carta de San Pablo a los romanos —escrita hacia el año 57— sabemos que Aquila y Priscila regresaron a la Urbe: “saludad a Priscila y Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, a quienes damos gracias no sólo yo sino también todas las iglesias de los gentiles, y saludad a la iglesia que se reúne en su casa.”
Este tipo de reunión es precisamente lo que en griego se llama “ekklesia”, en latín “ecclesia”, en italiano “chiesa”, en español “iglesia” que quiere decir convocación, asamblea, reunión. La casa de Aquila y Priscila se asentaba probablemente en los cimientos de la actual iglesia de Santa Prisca, en el Aventino. Las excavaciones arqueológicas de los años 1933 a 1966 descubrieron dos edificios de los siglos I y II. En el del siglo II, se encontró un lugar de culto al dios Mitra. El hallazgo reafirma la existencia de una domas ecclesiae en sus cimientos, porque era habitual levantar templos paganos donde se había celebrado la liturgia cristiana, para tratar de erradicar la fe en Jesucristo.En la casa del siglo I, se reconoció el titulus Priscae: la tablilla que indicaba quién era el titular de la casa. Con el tiempo —hacia el siglo III— la cura pastoral hizo necesaria la división de la ciudad de Roma en varios tituli, o centros, que hoy llamaríamos parroquias.
Benedicto XVI comenta que, a la gratitud por la fidelidad de esas primeras iglesias de las que habla San Pablo en su Carta a los romanos, “se debe unir también la nuestra, pues gracias a la fe y al compromiso apostólico de fieles laicos, de familias como las de Aquila y Priscila, el cristianismo ha llegado anuestra generación (…).
Para arraigar en la tierra, para desarrollarse ampliamente, era necesario el compromiso de estas familias, de estas comunidades cristianas, de fieles laicos que ofrecieron el “humus” al crecimiento de la fe. Y sólo así crece siempre la Iglesia.
Toda casa puede transformarse en una pequeña iglesia. No sólo en el sentido de que en ella tiene que reinar el genuino amor cristiano, hecho de generosidad y atención recíproca, sino más aún, en el sentido de que toda la vida familiar, en virtud de la fe, está llamada a girar en torno al único señorío de Jesucristo”.
No sabemos cuánto tiempo permanecieron Aquila y Priscila en Roma. Hacia el año 67 se encontraban en Éfeso, pues San Pablo les envía saludos, en su carta a Timoteo.
Algunos autores hablan de un nuevo regreso del matrimonio a la Ciudad Eterna o, al menos, de Prisca.
En todo caso, los datos biográficos que han llegado a nuestros días son suficiente motivo de gratitud a quienes siguieron los planes de Dios, yendo de una ciudad a otra.
Inspirándose en el ejemplo del apóstol Tomás, Benedicto XVI recomendó a los creyentes tener valor para decir Dios «no te entiendo», «ayúdame a comprender», en los momentos de incertidumbre.
«De este modo --aclaró--, con esta franqueza, que es el auténtico modo de rezar, de hablar con Jesús, expresamos la pequeñez de nuestra capacidad para comprender, pero al mismo tiempo asumimos la actitud de confianza de quien espera luz y fuerza de quien es capaz de dárselas».
El Santo Padre dedicó la audiencia general a presentar la figura del apóstol conocido sobre todo por sus dudas tras la resurrección de Jesús. Con esta audiencia general, en la que participaron unos 30.000 peregrinos, el pontífice continuó la serie de catequesis sobre los doce apóstoles y los orígenes de la Iglesia.
El obispo de Roma recordó los pasajes en los que los evangelios hablan de este apóstol, conocido como «el mellizo». En particular, mencionó la Última Cena, cuando Jesús anuncia que tras su partida preparará un lugar para que los discípulos también estén con Él; y especifica: «Y adonde yo voy sabéis el camino» (Juan 14, 4).
Entonces, Tomás, interviene diciendo: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Jesús le respondió con la famosa definición: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida».
«Cada vez que escuchamos o leemos estas palabras, podemos ponernos con el pensamiento junto a Tomás e imaginar que el Señor también habla con nosotros como habló con él», recomendó el Papa a los fieles en una bella mañana de sol en la plaza de San Pedro del Vaticano.
Al mismo tiempo, sugirió, «su pregunta también nos da el derecho, por así decir, de pedir explicaciones a Jesús». «Con frecuencia no le comprendemos --reconoció--. Debemos tener el valor de decirle: no te entiendo, Señor, escúchame, ayúdame a comprender».
El Papa también recordó la escena de incredulidad de Tomás, que tuvo lugar después de la resurrección, cuando el mismo apóstol dijo: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré».
Ocho días después, Jesús se aparecerá a los apóstoles, y en esta ocasión, al estar presente Tomás, le interpela directamente con estas palabras: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente».
«Tomás reacciona con la profesión de fe más espléndida del Nuevo Testamento --aseguró el sucesor de Pedro--: “Señor mío y Dios mío”». «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído», le respondió Jesús, enunciando «un principio fundamental para los cristianos que vendrán después de Tomás, es decir, para todos nosotros», indicó. El Santo Padre concluyó presentando las tres lecciones que presenta a los cristianos la figura del apóstol Tomás.
En primer lugar, dijo «nos consuela en nuestras inseguridades»; en segundo lugar, «nos demuestra que toda duda puede tener un final luminoso más allá de toda incertidumbre»; y, por último, nos recuerda «el auténtico sentido de la fe madura y nos alienta a continuar, a pesar de las dificultades, por el camino de fidelidad a él».
Tras recordar que según la tradición Tomás evangelizó Siria, Persia y parte de la India, deseó que «el ejemplo de Tomás confirme cada vez más nuestra fe en Jesucristo, nuestro Señor y nuestro Dios».