"Recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás"

"Conviértete y cree en el Evangelio". Estas dos oraciones se van a repetir hoy en muchas iglesias de todo el mundo. Se acompañan con la imposición del sacerdote de una pequeña cantidad de ceniza en la cabeza haciendo la señal de la cruz.

El motivo, es que hoy se celebra el Miércoles de Ceniza, la festividad con la que da comienzo el tiempo de Cuaresma en la Iglesia católica. Estas son cuatro cosas que tienes que saber y te pueden ayudar a entender mejor lo que se celebra en este día.

El Miércoles de Ceniza el sacerdote traza una cruz de ceniza sobre la frente de los feligreses pero, ¿de dónde viene esa ceniza?

 

El mensaje: la conversión 

El mensaje que transmite la Iglesia con la ceniza a los fieles es un llamado fuerte a la conversión. Se hace a través del signo de la ceniza bendecida como recordatorio a la persona de lo efímero de la vida. Sirve a su vez como preparación a los signos de vida de la luz, el agua y el fuego que se emplean en la Pascua de Resurrección.

 

La penitencia: no es un castigo

Por esa razón, el tiempo de Cuaresma que comienza hoy con el Miércoles de Ceniza tiene asociada otra palabra: penitencia. No se trata de un castigo, si no de una opción libre para preparar el alma y seguir a Jesús en su propia preparación para su Pasión y Muerte. Un cambio de mirada y de mentalidad que caracterizan al cristiano: la búsqueda de Dios por encima de las cosas del mundo.

 

Ayuno y abstinencia 

El ayuno y la abstinencia son dos palabras que también marcan la Cuaresma. Son dos prácticas que acompañan a estos 40 días. Las ha establecido la Iglesia en consonancia con el Evangelio  y guardan sentido con la preparación del alma.

El ayuno estipula que el católico reduzca la cantidad de alimento que consume de forma usual. Las edades a las que afecta esta norma es desde los 18 hasta los 59 años. Es de carácter obligatorio especialmente el Miércoles de Ceniza y Viernes Santo.

Por su parte, la abstinencia dicta que cualquier católico a partir de los 14 años ha de renunciar a consumir carne los viernes de Cuaresma. La razón, honrar la Pasión de Jesús del Viernes Santo. Esa abstinencia incluye la carne del animal, sus órganos en cualquier forma y el pollo. Los pescados, vegetales, mariscos y derivados de productos animales sí que se permiten.

Ambas prácticas las observa la Conferencia Episcopal Española en consonancia con el Código de Derecho Canónico.

 

El símbolo de la ceniza

Detrás del símbolo de la ceniza también se esconde lo que los cristianos nos preparamos para vivir. La Cuaresma comienza con la ceniza, producto de la combustión de materiales consumidos por el fuego. Es un símbolo de lo que va a morir en nosotros, el llamado "hombre viejo", para que nazca el "hombre nuevo" por el fuego, el agua y la luz de la Pascua.

La ceniza que se usa en cada arranque de Cuaresma no es fruto de cualquier quema de objetos. La que se impone en el día de hoy en la cabeza de los católicos proviene de las palmas y ramos del Domingo de Ramos del año anterior.

Por otro lado, la ceniza es un signo que recuerda cómo se vivía la Cuaresma en la Iglesia primitiva. Según la tradición, en torno a los siglos V y VI. Los primeros cristianos hacían la penitencia de forma pública con un sayal y lo solían acompañar de ceniza a partir del siglo VII.

 

+ Info -

Sucedió en tiempos del emperador Felipe que es una época suave en la práctica de la fe cristiana.

El lugar de los acontecimientos es Alejandría y por el año 248, previo a la persecución de Decio. Es abogada contra los males de dientes y muelas. 

 

Sale a la calle un poeta con aires de profeta de males futuros; practicaba la magia, según se dice; va por las vías y plazas alejandrinas publicando, como agorero de males, las catástrofes y calamidades que van a sobrevenir a la ciudad si no se extermina de ella a los cristianos. No se sabe qué cosas dieron motivo para predecir esos tiempos aciagos, pero la verborrea produjo su efecto.

El obispo Dionisio Alejandrino es el que relata el comienzo de la persecución. Tomaron violentamente al anciano Metro, sin respetar sus canas; le exigen blasfemias contra Jesucristo, se desalientan con su firmeza y acaban moliéndolo a palos y lapidándolo a las afueras de la ciudad. Luego van a por la matrona Cointa que es atada, arrastrada y también muerta a pedradas.

Ahora la ciudad parece en estado de guerra; han crecido los tumultos; la gente va loca asaltando las casas donde puede haber cristianos. Se multiplican los incendios, los saqueos y la destrucción.

En Alejandría vive una cristiana bautizada desde pequeña y educada en la fe por sus padres; en los tiempos de su juventud decidió la renuncia voluntaria al matrimonio para dar su vida entera a Jesús. Se llama Apolonia y ya es entrada en años; los que la conocen saben mucho de sus obras de caridad, de su sólida virtud y de su retiro en oración; incluso presta ayuda a la iglesia local como diaconisa, según se estila en la antigüedad.

Las hordas incontroladas la secuestran y pretenden obligarla a blasfemar contra Jesucristo. Como nada sale de su boca, con una piedra le destrozan los dientes. Después la llevan fuera de la ciudad amenazándola con arrojarla a una hoguera, si no apostata. Pide un tiempo para reflexionar.

Se abisma en oración. Luego, ella misma es la que, con desprecio a la vida que sin Dios no vale, con paso decidido, pasa ante sus asombrados verdugos y entra en las llamas donde murió.

Los cristianos recogieron de entre las cenizas lo poco que quedó de sus despojos. Los dientes fueron recogidos como reliquias que distribuyeron por las iglesias.

Su representación iconográfica posterior la presenta sufriendo martirio de manos de un sayón que tiene una gran piedra en la mano para impartir el golpe que le destrozó la boca. Por eso es abogada contra los males de dientes y muelas.

También a nosotros nos asombra la decisión de santa Apolonia por parecerse a al suicidio. Algún magnánimo escritor habla de que «eso sólo es lícito hacerlo bajo una inspiración de Dios». Desde luego es susceptible de más de una glosa.

Sólo que los santos, tan extremosamente llenos de Dios, adoptan en ocasiones actitudes inverosímiles y desconcertantes bajo el aguijón del Amor y ¡quien sabe si esas son «locuras» sólo para quien no tiene tanto amor! Al fin y al cabo, cada santo es el misterio de responder sin cuento a Dios.

 

Sucedió en tiempos del emperador Felipe que es una época suave en la práctica de la fe cristiana.

El lugar de los acontecimientos es Alejandría y por el año 248, previo a la persecución de Decio. Es abogada contra los males de dientes y muelas. 

 

Sale a la calle un poeta con aires de profeta de males futuros; practicaba la magia, según se dice; va por las vías y plazas alejandrinas publicando, como agorero de males, las catástrofes y calamidades que van a sobrevenir a la ciudad si no se extermina de ella a los cristianos. No se sabe qué cosas dieron motivo para predecir esos tiempos aciagos, pero la verborrea produjo su efecto.

El obispo Dionisio Alejandrino es el que relata el comienzo de la persecución. Tomaron violentamente al anciano Metro, sin respetar sus canas; le exigen blasfemias contra Jesucristo, se desalientan con su firmeza y acaban moliéndolo a palos y lapidándolo a las afueras de la ciudad. Luego van a por la matrona Cointa que es atada, arrastrada y también muerta a pedradas.

Ahora la ciudad parece en estado de guerra; han crecido los tumultos; la gente va loca asaltando las casas donde puede haber cristianos. Se multiplican los incendios, los saqueos y la destrucción.

En Alejandría vive una cristiana bautizada desde pequeña y educada en la fe por sus padres; en los tiempos de su juventud decidió la renuncia voluntaria al matrimonio para dar su vida entera a Jesús. Se llama Apolonia y ya es entrada en años; los que la conocen saben mucho de sus obras de caridad, de su sólida virtud y de su retiro en oración; incluso presta ayuda a la iglesia local como diaconisa, según se estila en la antigüedad.

Las hordas incontroladas la secuestran y pretenden obligarla a blasfemar contra Jesucristo. Como nada sale de su boca, con una piedra le destrozan los dientes. Después la llevan fuera de la ciudad amenazándola con arrojarla a una hoguera, si no apostata. Pide un tiempo para reflexionar.

Se abisma en oración. Luego, ella misma es la que, con desprecio a la vida que sin Dios no vale, con paso decidido, pasa ante sus asombrados verdugos y entra en las llamas donde murió.

Los cristianos recogieron de entre las cenizas lo poco que quedó de sus despojos. Los dientes fueron recogidos como reliquias que distribuyeron por las iglesias.

Su representación iconográfica posterior la presenta sufriendo martirio de manos de un sayón que tiene una gran piedra en la mano para impartir el golpe que le destrozó la boca. Por eso es abogada contra los males de dientes y muelas.

También a nosotros nos asombra la decisión de santa Apolonia por parecerse a al suicidio. Algún magnánimo escritor habla de que «eso sólo es lícito hacerlo bajo una inspiración de Dios». Desde luego es susceptible de más de una glosa.

Sólo que los santos, tan extremosamente llenos de Dios, adoptan en ocasiones actitudes inverosímiles y desconcertantes bajo el aguijón del Amor y ¡quien sabe si esas son «locuras» sólo para quien no tiene tanto amor! Al fin y al cabo, cada santo es el misterio de responder sin cuento a Dios.

 

¿Sabes quién era Santa Águeda?

Santa ÁGUEDA, virgen y mártir. Su nombre aparece en el Canon Romano

La fama de su virtud heroica- virginidad consciente y constante, puesta a prueba de mil modos insinuantes y coercitivos- se extendió por toda la cristiandad y se confirmó por diversos prodigios después de su muerte.

VIDA

Santa Águeda fue una joven cristiana de Catania (o Palermo), en la isla de Sicilia, que murió mártir en el siglo III. Prometida en matrimonio a Quinciano, gobernador de la isla, ella no acepta por haberse consagrado a Dios desde su infancia.

A partir de esta negativa las fuentes nos hablan de distintas pruebas que culminaron en su martirio durante la persecución de Decio (Passio Santa Agathae), o durante la de Diocleciano (Aldelmo, De laudibus virginitatis, cap. 42: PL 89, 142). Son, pues, inciertas las fechas de su nacimiento y de su muerte (ca. 251).

El proceso de su martirio se narra en la Passio Santa Agathae. Ante la primera negativa a los requerimientos del gobernador, Águeda es encomendada a una tal Afrodisia que trata de persuadirla durante 30 días. Presentada de nuevo ante el tribunal de Quinciano, se declara cristiana y es condenada a prisión.

Después de algunos días la llevan nuevamente al tribunal y la someten a nuevo interrogatorio. Vuelve a rehusar, haciendo profesión de su fe en Cristo.

Su actitud provoca la ira del gobernador, quien ordena le arranquen los pechos, y la envía una vez más a prisión.

En esta etapa de su encarcelamiento recibe la visita milagrosa y confortante del apóstol San Pedro. La constancia de Águeda encuentra réplica en la tozudez de Quinciano, que vuelve a la carga, haciéndole renovadas instancias y disponiendo, finalmente, suplicios que le acarrearon la muerte.

La fama de su virtud heroica- virginidad consciente y constante, puesta a prueba de mil modos insinuantes y coercitivos- se extendió por toda la cristiandad y se confirmó por diversos prodigios después de su muerte.

 

EL CULTO A SANTA ÁGUEDA

El fervor popular la constituyó patrona de Catania y abogada en las erupciones del Etna. Más adelante se le consideró abogada en caso de incendio.

Finalmente, y por una extensión fácilmente comprensible, pasó a invocarse como patrona de los constructores de campanas (éstas anunciaban la aparición de un fuego).

Las reliquias de Santa Águeda se conservaron primero en Catania, mas, por temor a la profanación sarracena, fueron trasladadas a Constantinopla, de donde se rescataron definitivamente en 1126.

Hay constancia de su culto muy difundido en diversos documentos y monumentos: varias iglesias reciben su nombre. Aparece en el Martirologio Jeronimiano, en el Calendario Cartaginés, y en el Calendario Mozarábigo, en las Sinaxis griegas, y también se inserta su nombre en el Canon de la Misa, probablemente por intervención directa del papa San Gregorio (cfr. J. Jungmann, El sacrificio de la Misa, Madrid 1953, 937).

Los documentos litúrgicos de los siglos VI al X fijan la fecha de celebración de su festividad el 5 de febrero.

El documento fontal más abundante relacionado con su martirio es la Passio Santa Agathae. Existen de esta narración varias recensiones, una latina y dos griegas, que se remontan a una recensión original común del siglo VI que suscita la sospecha de los estudiosos a la hora de pronunciarse sobre su valor histórico.

Ello no obstante, puede afirmarse sin ningún género de duda que, en fuerza de los testimonios monumentales y litúrgicos aducidos, son absolutamente seguros desde el punto de vista histórico tanto el hecho de su martirio y del culto que se le tributó desde muy pronto, como también el lugar de su muerte, aunque algunas particularidades que se dicen acompañaron a su martirio resulten dudosas.

 

F. MENDOZA RUIZ, (G.E.R.)
BIBL.: Acta Sanctorum, 5 de febrero; J. BAUDOT, Dictionnaire d’hagiographie, París 1925, 17; BAUDOT-CHAUSSIN, Vies des Saints et des Bienhereux, II, París 1936, 114-117 ; F. MARTÍN HERNÁNDEZ, Año Cristiano, I, Madrid 1959, 276-279 ; M. SCADUTO, Agata, santa, martire, en Enciclopedia Católica, I, Roma 1948, 432-433; S. ROMEO, Sant’Agata vergine e martire ed il suo culto, Catania 1922; G. CONSOLI, Sant’Agata vergine e martire catanese, Catania 1951; VARIOS, Studi su Sant’Agata e il suo culto, “Archivo storico per la Sicilia Orientale”, XLVIII (1952-53); A. RIGOLI, Agata, en Bibl. Sanct., 1, 328-335.

 

+ info -

Papa Francisco anima a los jóvenes a apreciar la pureza como Santa Águeda

Ver Santa Águeda en Wikipedia

 

'Ahora sabemos que había cristianos en esta área en esa época'

"Cristo nacido de María": primera prueba del cristianismo primitivo encontrada en la aldea de Galilea La inscripción griega proporciona evidencia de una iglesia de la era bizantina del siglo V hasta ahora desconocida; el hallazgo "cierra un círculo" en el asentamiento cristiano en la pequeña aldea Taibe del valle de Jezreel

 

Con las palabras "Cristo nacido de María", un equipo de arqueólogos ha descubierto la primera evidencia de un asentamiento cristiano primitivo de hace 1.500 años en lo que hoy es la ubicación de una pequeña aldea árabe cerca de Nazaret.

Según investigadores de la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI), una inscripción griega recientemente descubierta dedicada al Mesías cristiano se había colocado originalmente en la entrada de una iglesia del siglo V de la era bizantina y que era desconocida. La piedra inscrita se descubrió como un uso secundario en un muro de la estructura eclesial excavada en Taibe, ubicada en el valle de Jezreel en el norte de Israel.

Según el texto de la inscripción, la iglesia fue fundada a finales del siglo V bajo los auspicios del conocido arzobispo regional de Beit She'an, Teodosio, cuyo nombre, parcialmente destruido, proporcionó a los arqueólogos una datación segura.

"La importancia de la inscripción reside en que hasta ahora no sabíamos con certeza que había iglesias del período bizantino en esta área", dijo el arqueólogo de la Autoridad de Antigüedades de Israel, Walid Atrash (izquierda), a The Times of Israel. Otros restos de ese período han sido hallados en la cercana Tamra, y un monasterio fue descubierto recientemente por los arqueólogos Nurit Feig y Moti Aviam, también de la AAI y del Kinneret College, en la vecina Kfar Kama.

 

"Ruinas de una iglesia del período cruzado se descubrieron anteriormente en Taibe, pero hasta ahora no ha habido evidencias de una presencia cristiana de la era bizantina anterior. Aunque la ubicación no se menciona en el Nuevo Testamento, el descubrimiento de que hubo una iglesia de la era bizantina construida aquí no es sorprendente", dijo Atrash. "La nueva inscripción ha cerrado el círculo, y ahora sabemos que hubo cristianos en esta área durante dicho periodo histórico", añade.

 

Habitación con piso de mosaico hallada en el recinto eclesial bizantino.

 

La inscripción fue descubierta como un uso secundario de un bloque de construcción de paredes de un edificio decorado de dos habitaciones que fue construido a finales de la era bizantina tardía, cuando tanto cristianos como judíos residían en Galilea. Los arqueólogos creen que el edificio se utilizó hasta bien entrado el período musulmán temprano. Se desconoce, sin embargo, dice Atrash, si los cristianos o los judíos lo construyeron inicialmente.

El texto griego de siete líneas -parcialmente destruido- inscrito en la piedra era una dedicatoria que se grabó originalmente mientras se hacían los cimientos de la iglesia, según Leah Di Segni  (derecha), epigrafista del Instituto de Arqueología de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Según Di Segni, la misma dice: “Cristo nacido de María. Esta obra del obispo más piadoso y temeroso de Dios, [Teodo]sio, y el desdichado T[omas], se construyó desde los cimientos . Quien entre debe rezar por ellos”.

Según Di Segni, la frase "Cristo nacido de María" servía para proteger a los fieles del mal de ojo, y se usaba comúnmente al comienzo de las inscripciones y documentos de la época.

 

Pueblo de et-Taiyiba (Taybeh) en el valle de Jezreel. (Einat Ambar-Armon / Autoridad de Antigüedades de Israel).

 

En la inscripción hay una gran área circular que interrumpe el texto, en la que, según Atrash, seguramente había una gran cruz. También opina que una explicación para la remoción del crucifijo es que el mismo fue destruido intencionadamente por cristianos o judíos que vivían en el área, antes del uso reciclado de la piedra en la pared del edificio posterior. La inscripción, dijo, miraba hacia dentro de la pared y no habría sido visible. El edificio fue construido antes del advenimiento del Islam, pero todavía estaba en uso durante el período musulmán.

Otra explicación para la remoción de la cruz, dijo Atrash, es que la iglesia original, que cayó en desuso al final del imperio bizantino, fue destruida en uno de los varios terremotos que azotaron la región durante aquel tiempo. La piedra pudo haber sido dañada y luego reutilizada por los cristianos o judíos que construyeron la estructura de dos habitaciones posterior, adornadas con piso de mosaico geométrico y que han sido excavadas recientemente por varios estudiantes, voluntarios y trabajadores de la comunidad local.

 

"La mención a Teodosio en la inscripción y su presunta ubicación en la entrada del recinto proporciona pistas de que esta edificación se usó como una iglesia en lugar de como un monasterio, ya que da la bienvenida claramente a los feligreses a que acceden al mismo en lugar de hacerlo a un entorno cerrado como una comunidad monástica", dijo Atrash.

 

DiSegni señaló en el comunicado de prensa de la IAA: “La inscripción saluda a los que entran y los bendice. Por lo tanto, está claro que el edificio era una iglesia y no un monasterio: las iglesias saludaban a los creyentes a su entrada, mientras que los monasterios tendían a no hacerlo".

Atrash explicó, además, que Teodosio alentó la construcción de iglesias en su región y la mención a su nombre apunta a una donación financiera desde su sede en Beit She'an, el centro de la vida religiosa y la capital de la Palaestina Secunda, una provincia bizantina establecida en 390 d.C. hasta la invasión musulmana de alrededor del 636 d.C.

+info -

Nazaret de Galilea

 

'Ahora sabemos que había cristianos en esta área en esa época'

"Cristo nacido de María": primera prueba del cristianismo primitivo encontrada en la aldea de Galilea La inscripción griega proporciona evidencia de una iglesia de la era bizantina del siglo V hasta ahora desconocida; el hallazgo "cierra un círculo" en el asentamiento cristiano en la pequeña aldea Taibe del valle de Jezreel

 

Con las palabras "Cristo nacido de María", un equipo de arqueólogos ha descubierto la primera evidencia de un asentamiento cristiano primitivo de hace 1.500 años en lo que hoy es la ubicación de una pequeña aldea árabe cerca de Nazaret.

Según investigadores de la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI), una inscripción griega recientemente descubierta dedicada al Mesías cristiano se había colocado originalmente en la entrada de una iglesia del siglo V de la era bizantina y que era desconocida. La piedra inscrita se descubrió como un uso secundario en un muro de la estructura eclesial excavada en Taibe, ubicada en el valle de Jezreel en el norte de Israel.

Según el texto de la inscripción, la iglesia fue fundada a finales del siglo V bajo los auspicios del conocido arzobispo regional de Beit She'an, Teodosio, cuyo nombre, parcialmente destruido, proporcionó a los arqueólogos una datación segura.

"La importancia de la inscripción reside en que hasta ahora no sabíamos con certeza que había iglesias del período bizantino en esta área", dijo el arqueólogo de la Autoridad de Antigüedades de Israel, Walid Atrash (izquierda), a The Times of Israel. Otros restos de ese período han sido hallados en la cercana Tamra, y un monasterio fue descubierto recientemente por los arqueólogos Nurit Feig y Moti Aviam, también de la AAI y del Kinneret College, en la vecina Kfar Kama.

 

"Ruinas de una iglesia del período cruzado se descubrieron anteriormente en Taibe, pero hasta ahora no ha habido evidencias de una presencia cristiana de la era bizantina anterior. Aunque la ubicación no se menciona en el Nuevo Testamento, el descubrimiento de que hubo una iglesia de la era bizantina construida aquí no es sorprendente", dijo Atrash. "La nueva inscripción ha cerrado el círculo, y ahora sabemos que hubo cristianos en esta área durante dicho periodo histórico", añade.

 

Habitación con piso de mosaico hallada en el recinto eclesial bizantino.

 

La inscripción fue descubierta como un uso secundario de un bloque de construcción de paredes de un edificio decorado de dos habitaciones que fue construido a finales de la era bizantina tardía, cuando tanto cristianos como judíos residían en Galilea. Los arqueólogos creen que el edificio se utilizó hasta bien entrado el período musulmán temprano. Se desconoce, sin embargo, dice Atrash, si los cristianos o los judíos lo construyeron inicialmente.

El texto griego de siete líneas -parcialmente destruido- inscrito en la piedra era una dedicatoria que se grabó originalmente mientras se hacían los cimientos de la iglesia, según Leah Di Segni  (derecha), epigrafista del Instituto de Arqueología de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Según Di Segni, la misma dice: “Cristo nacido de María. Esta obra del obispo más piadoso y temeroso de Dios, [Teodo]sio, y el desdichado T[omas], se construyó desde los cimientos . Quien entre debe rezar por ellos”.

Según Di Segni, la frase "Cristo nacido de María" servía para proteger a los fieles del mal de ojo, y se usaba comúnmente al comienzo de las inscripciones y documentos de la época.

 

Pueblo de et-Taiyiba (Taybeh) en el valle de Jezreel. (Einat Ambar-Armon / Autoridad de Antigüedades de Israel).

 

En la inscripción hay una gran área circular que interrumpe el texto, en la que, según Atrash, seguramente había una gran cruz. También opina que una explicación para la remoción del crucifijo es que el mismo fue destruido intencionadamente por cristianos o judíos que vivían en el área, antes del uso reciclado de la piedra en la pared del edificio posterior. La inscripción, dijo, miraba hacia dentro de la pared y no habría sido visible. El edificio fue construido antes del advenimiento del Islam, pero todavía estaba en uso durante el período musulmán.

Otra explicación para la remoción de la cruz, dijo Atrash, es que la iglesia original, que cayó en desuso al final del imperio bizantino, fue destruida en uno de los varios terremotos que azotaron la región durante aquel tiempo. La piedra pudo haber sido dañada y luego reutilizada por los cristianos o judíos que construyeron la estructura de dos habitaciones posterior, adornadas con piso de mosaico geométrico y que han sido excavadas recientemente por varios estudiantes, voluntarios y trabajadores de la comunidad local.

 

"La mención a Teodosio en la inscripción y su presunta ubicación en la entrada del recinto proporciona pistas de que esta edificación se usó como una iglesia en lugar de como un monasterio, ya que da la bienvenida claramente a los feligreses a que acceden al mismo en lugar de hacerlo a un entorno cerrado como una comunidad monástica", dijo Atrash.

 

DiSegni señaló en el comunicado de prensa de la IAA: “La inscripción saluda a los que entran y los bendice. Por lo tanto, está claro que el edificio era una iglesia y no un monasterio: las iglesias saludaban a los creyentes a su entrada, mientras que los monasterios tendían a no hacerlo".

Atrash explicó, además, que Teodosio alentó la construcción de iglesias en su región y la mención a su nombre apunta a una donación financiera desde su sede en Beit She'an, el centro de la vida religiosa y la capital de la Palaestina Secunda, una provincia bizantina establecida en 390 d.C. hasta la invasión musulmana de alrededor del 636 d.C.

+info -

Nazaret de Galilea

Anthony Hopkins como San Pablo en "Pedro y Pablo"

Esta película sigue las huellas de los primeros cristianos, dirigidos por Pedro y Pablo, durante tres decenios de evangelización en la región del Mediterráneo. Comienza cuatro años después de la muerte de Jesucristo, cuando Esteban, un discípulo de la nueva religión, muere apedreado después que los judíos lo encuentran culpable de blasfemia.

Entre los acusadores judíos esta Pablo de Tarso, un líder en la campaña contra los cristianos. Sin embargo, cuando se inclina para tomar una piedra, duda, mientras que otros judíos llevan a cabo la sentencia.

Más tarde, en su camino a Damasco se cae al suelo. Cuando mira hacia arriba, ve una luz brillante y oye una voz -la voz del Dios cristiano- reprochándole su persecución hacia los creyentes. Pablo, posteriormente, convertido al cristianismo predica en Damasco, donde las autoridades lo llevan preso y lo azotan. Él escapa y vuelve a Jerusalén. Allí, otro cristiano, Bernabé, se lo presenta a Pedro.

 

Anthony Hopkins Pedro y pablo

 

En un principio, Pedro sospecha que Pablo es un espía, pero después de que Pablo le persuade de que se ha convertido de verdad, los dos hombres se unen en sus esfuerzos por ganar almas para Cristo. Mientras que Pedro se queda trabajando en Jerusalén y en otras partes de Judea, una provincia romana, Pablo va al norte a predicar en Antioquía, Perga, Lystra, y otras ciudades.

Sin embargo, debido a que convierte a los gentiles sin que tengan que aceptar la ley religiosa judía y sus tradiciones, la rama del cristianismo de Jerusalén le castiga.

Más tarde, cuando Pedro y los demás se reúnen con Pablo para lograr un compromiso, y para pedirle que requieran a los gentiles aceptar un número limitado de las prácticas religiosas judías, Pablo rechaza su propuesta. Eventualmente, Pablo y Pedro se reconcilian y terminan ministrando en Roma durante el reinado del emperador Nerón. Allí, se convierten en mártires de su fe.

Este drama concluye en Roma, aproximadamente en el año 64 después de Cristo, y muestra la muerte de Pablo y Pedro. Pablo fue decapitado y Pedro fue crucificado por el emperador romano Nerón. Es considerada como una de las películas mas impactantes sobre la vida de los apóstoles, los dos pilares fundamentales de los inicios de la evangelización mundial.

 

FICHA TÉCNICA:

AÑO 1981

DIRECTOR Robert Day

REPARTO Anthony Hopkins, David Gwillim, Eddie Albert, Herbert Lom Down Jean Peters, Jon Finch, José Ferrer, Julian Fellowes, Raymond Burr, Robert Foxworth

 

 

PUEDE VER LA PELÍCULA EN ESTE LINK

 

SAN PABLO

 

 

SAN PABLO

Señala a Nicaragua como opresor

Un total de 365 millones de cristianos sufren persecución en el mundo, es decir, uno de cada siete, según el informe anual de la ONG internacional Open Doors, que señala a Nicaragua como país opresor, donde desde 2018 los católicos han sufrido 667 ataques perpetrados por el Gobierno de Daniel Ortega.

 

El informe, que analiza el periodo de octubre de 2022 a septiembre de 2023 y que fue presentado en la Cámara de Diputados de Roma este miércoles, sitúa a Asia como el peor continente para los cristianos, donde son perseguidos o gravemente discriminados dos de cada cinco. Le sigue América Latina, donde sufren persecución o grave discriminación uno de cada 16 cristianos.

Los países que registran un "nivel extremo" de persecución han pasado de 11 a 13 desde el último informe publicado. Los tres países con más persecución son Corea del Norte, Somalia y Libia, donde las dinámicas tribales, el "extremismo activo" y la "inestabilidad endémica", obliga a los cristianos a vivir su fe en secreto, según señala la investigación.

En Asia, Yemen, Pakistán, Irán, Afganistán, India, Siria y Arabia Saudita son los países con mayor índice de peligro para los cristianos. A nivel global, el informe observa una creciente inestabilidad en el África subsahariana, con un aumento de la violencia perpetrada por motivos religiosos. Sin embargo, a nivel mundial han disminuido los asesinatos de cristianos (de 5.621 a 4.998) porque aunque en Nigeria aún ha habido muchas masacres, las víctimas fueron menos que en el año anterior.

Con todo, en Nigeria se registra el 82% de los cristianos asesinados a causa de su fe. Así, de los 4.998 cristianos muertos a causa de su religión entre el 1 de octubre de 2022 y el 30 de septiembre de 2023, 4118 se encontraban en este país de África Occidental. El país africano está muy por delante del Congo (261), India (160), Uganda (55), Birmania (34) y la vecina Burkina Faso (31).

El país más poblado de África también ocupa el tercer lugar por el número de iglesias "objetivo", es decir, cerradas por las autoridades o destruidas, y encabeza la triste lista por el número de cristianos secuestrados (3300 de 3906). "Estos secuestros tienen como objetivo, por una parte, a las jóvenes casadas y convertidas por la fuerza al islam y, por otra, a los líderes eclesiásticos, porque así pueden obtener un rescate considerable", ha declarado Illia Djadi, analista de Open Doors para África Occidental, al presentar el Índice.

El informe da cuenta, por ejemplo, de la masacre perpetrada en Navidad, cuando cerca de 200 cristianos fueron asesinados en el estado de Plateau, en el centro del país, donde se incendiaron ocho iglesias y se obligó a varios miles de personas a abandonar la región, según fuentes sobre el terreno entrevistadas por Open Doors.

Según la ONG, varios supervivientes hablaron de incursiones al grito de "Allah Akhbar". "Los grupos yihadistas del Sahel están reclutando nuevos adeptos entre los peuhl, una etnia musulmana nómada, que sufre la pobreza como consecuencia de la desaparición de sus rebaños debido al calentamiento global", ha destacado a este respecto Illia Djadi.

Pakistán, país que se mantiene estable en los primeros puestos de la lista desde hace muchos años es, después de Nigeria, "el segundo país del mundo donde se produce la mayor violencia anticristiana", explica el informe. Muestra de ello, es el atentado que ocurrió en Jaranwala en agosto de 2023.

Irán ha bajado una posición respecto al informe de 2023. En ese país los cristianos son considerados"ciudadanos de segunda" y se ven obligados a "reunirse en pequeños grupos en sus casas" debido a que el régimen islámico percibe a las iglesias como "amenazas", tal y como señala Open Doors.

En décimo lugar, se encuentra Afganistán, donde se registró un descenso en la "puntuación relativa a la violencia contra los cristianos" debido a que los talibanes están dedicando más atención a consolidar su poder.

India, en cambio, se mantiene estable en el undécimo lugar. "Llevamos años denunciando el retroceso en las libertades fundamentales de la minoría cristiana en la India, que es objeto de violencia y discriminación", comunica Open Doors.

En duodécimo lugar, le sigue Siria, país donde "los desafíos a los que se enfrentan los cristianos siguen siendo numerosos y graves" y a continuación Arabia Saudita, en el decimotercero. En este país el "pequeño número de cristianos saudíes ha ido creciendo lentamente", explica el informe, pero "al precio" de los maltratos y el acoso, incluso contra los más jóvenes, porque la conversión del Islam al cristianismo se considera "inaceptable".

En la presentación estuvieron también presentes Timothy Cho, activista norcoreano, y Cristian Nani, director de Porte Aperte/Open Doors desde 2015. "En 31 años de investigación hemos registrado un aumento constante de la persecución contra los cristianos en términos absolutos. Y 2023 ha sido un año récord", ha señalado por su parte Nani.

El informe intenta medir también las víctimas cristianas de "abusos, violaciones y matrimonios forzados", que en total fueron 3.231 personas, según sus datos.

Igualmente, se verificó un aumento "sin precedentes" de los ataques (pintadas, cierres, destrozos) contra iglesias: de 2.110 a 14.766.

Por otra parte, desde la ONG también inciden que varios países están aprendiendo formas de "persecución digital" que se aplican en China.

ROMA, 18 Ene. (EUROPA PRESS) -

Johann Adam Möhler (1796-1838) fue un insigne sacerdote y teólogo alemán, de la escuela romántica de Tubinga.

Sirvió de puente entre la teología oriental y occidental. Se le considera "precursor" del Concilio Vaticano II por su "vuelta a las fuentes". Es decir, a la Sagrada Escritura y sobre todo a los Padres de la Iglesia.

 

En 1825 escribió su célebre obra “La unidad de la Iglesia o el principio del catolicismo”. El pensamiento de Möhler fue introducido en Europa, a través de Francia, en los años treinta del pasado siglo principalmente por Yves Congar.

En 1996, Pedro Rodríguez y José Ramón Villar realizaron una edición crítica completa en español del libro de Möhler La unidad en la Iglesia, Pamplona 1996. El mismo año, Pedro Rodríguez publicó un artículo donde explicaba el sentido del libro de Möhler. Y de ese artículo hemos seleccionado los párrafos que figuran más abajo (*)

Möhler, explica Pedro Rodríguez, redescubre en los Padres la dimensión espiritual o “mística” que anima a la Iglesia. Lo que pone todo en marcha, a partir de Pentecostés, es el Espíritu Santo, principio de unidad y de vida en la Iglesia. Es el Espíritu Santo el que sigue actuando en cada cristiano desde el Bautismo, haciendo posible la santidad (con la colaboración de cada uno por medio de la oración, de los sacramentos y de la caridad) en comunión con los demás. Y, desde ahí, desde ese "dentro" de cada uno, la edificación y la misión de la Iglesia.

El Espíritu Santo actúa “de dentro afuera”[El Espíritu Santo, enseña Möhler, actúa “desde dentro” de las almas, en el misterio de la Iglesia. A la vez, actúa “desde fuera”, podríamos decir institucionalmente. De hecho, Él es que inspira las Sagradas Escrituras, actúa para que el anuncio de la fe dé fruto en la misión de la Iglesia, asiste al Magisterio del Papa y de los obispos en comunión con Él, interviene en los sacramentos para que produzcan “eficazmente” la gracia, impulsa y perfecciona la comunión entre los cristianos, como semilla de fraternidad universal.

Por eso, desde el punto de vista de la experiencia religiosa de los cristianos, lo primero es ese “don” o vida interior de la Iglesia en cada cristiano, que, desde el Bautismo se incorpora a la comunión que el Espíritu Santo ha creado. Y desde ahí, se vive y se comprende la Iglesia como institución. Ella ha sido instituida por Cristo y también tiene un rostro “institucional”, entre las instituciones humanas y sociales. Veamos cómo lo expone Pedro Rodríguez]

espiritu_santo.jpg

 

“La Unidad –se ha dicho muchas veces– fue una reacción contra la teología racionalista de la Ilustración, dominante en su época, que reducía la Iglesia a una sociedad humana de fines éticos y educativos. Quiere superar también una visión predominantemente juridica y apologética de la Iglesia, como sola sociedad jerárquica.En los Padres de la Iglesia que estudia en La Unidad, Möhler encuentra los principios místicos que animan la vida de la Iglesia y de sus miembros, y el modo en que la vida de comunión en el amor se manifiesta ‘hacia afuera’. Leyendo a Clemente de Roma, a Ignacio de Antioquía, a Cipriano de Cartago, Möhler descubre la comunión como el elemento interior de la Iglesia.

Su exteriorización visible es la dinámica del germen puesto en las almas cristianas por el Espíritu Santo. De manera que la comunión espiritual se expresa visiblemente en la constitución de comunidades cada vez más universales, con un centro personal de referencia: la diócesis, con su Obispo; la provincia, en el metropolita; la Iglesia entera, en torno al Colegio de los obispos y al Papa como la incorporación universal y visible de la unidad. (…)

Quiero anticipar el que me parece ser el núcleo de ese mensaje, y lo voy a formular no con palabras de Möhler, sino con palabras del Concilio. Vaticano II, que parecen escritas por e1 teólogo de Tubinga: ‘El Espíritu Santo, que habita en los creyentes llena y dirige a toda la Iglesia, es quien realiza la admirable comunión de los creyentes (communio fulelium) y tan estrechamente los une a todos en Cristo, que Él –el Espíritu– es el Principio de la unidad de la Iglesia’ (Decr. Unitatis redintegratio, 2). (…)

Möhler ha percibido que esta dimensión pneumatológica es cronológicamente ‘lo primero’ desde el punto de vista de la experiencia religiosa del creyente. Möhler aplica a la Iglesia el mismo principio: ir desde la vida eclesial (obra del Espíritu de Cristo) a la comprensión de la institución eclesial (históricamente originada en Cristo); o, según sus categorías, ir ‘de dentro hacia fuera’, desde el ‘principio místico’ hacia la realidad visible, institucional. No es el Espíritu Santo quien ‘funda’ la Iglesia –de esto es consciente Möhler– sino Cristo. Pero lo que Cristo pone como realidad eclesial dada, el Espíritu lo despliega. Podríamos decir que en Möhler hay una ‘concentración’ cristológica fundacional y una ‘dilatación’ pneumatológica de esa cristología en la historia”.

 

La Iglesia, manifestación visible de una comunión de amor

[De todo ello se sigue que lo propio del Espíritu Santo es, en palabras de Pedro Rodríguez, “desplegar” o “dar forma existencial” a la comunión espiritual que los fieles tienen con Cristo; pero esta acción, no es “independiente” de Cristo, porque se trata del Espíritu de Cristo, principio de unidad y vida en la Iglesia. Y así, en la Iglesia, que es Tradición viva (de tradere, entregar o transmitir), surgen las confesiones o proclamaciones de la fe, los dogmas, el culto cristiano y el servicio de la vida cristiana en el mundo, centrado en la caridad. El Concilio Vaticano II dirá: “la Iglesia (…) en su doctrina, en su vida y en su culto perpetúa y transmite a todas las generaciones todo lo que ella es, todo lo que cree”]

“Pero ha de quedar claro: para Möhler lo institucional no es creación del Espíritu Santo en sentido constitutivo –no es esa la idea de Möhler, a pesar de sus expresiones ocasionales– sino que es el despliegue visible de lo dado ya en Cristo. (…) Ese despliegue, en cambio, sí es creación del Espíritu, ese ‘tomar forma’ existencial que es, desde nuestro punto de vista, ‘lo primero’ que encontramos aquí y ahora. Pero no es obra del Espíritu ‘independiente’ de Jesús. El Espíritu Santo es el Espíritu de Cristo. (…)

‘Lo que Möhler quiere subrayar en la Iglesia –escribe Congar– es que, en el fondo, es la creación de un don espiritual interior; que este don espiritual está en ella principal y primordialmente, y que todo lo demás deriva de él su sentido, y que las desviaciones del cisma y de la herejía son ante todo una traición de este 'principio del catolicismo', que es el don del Espíritu Santo.

Este principio existe, en los cristianos, como una viva inclinación a la confesión de la verdad, al amor fraterno, a la vida de comunión en el amor, en el seno de la Iglesia. Es de su naturaleza y de su realismo el 'corporeizarse', es decir, reproducirse y expresarse en forma sensible: el dogma o la fe y la tradición viva, que se concretan en fórmulas intelectuales; el culto; en fin, una organización de la comunión eclesiástica’ (Y. Congar en Sainte Église, citado por P. Rodríguez, ibid., 814).

 

La nueva construcción de La Unidad —ya lo hemos dicho— arranca del Espíritu Santo como principio invisible que da forma a1 organismo de la Iglesia. Del Espíritu Santo brota lo externo, el cuerpo de la Iglesia. Esta construcción surge de dentro, y por ‘dentro’ entiende Möhler la conciencia de la Revelación de Cristo comunicada por el Espíritu Santo. Lo de dentro es lo primero y radical, y lo de fuera sigue siempre, porque es manifestación de lo interiormente poseído (…). El ser de la Iglesia brota desde el interior, y su estructura visible manifiesta externamente su ser. Y como para e1 Möhler romántico toda comunidad está fundada en el amor, la estructura de la Iglesia se remonta también a la caridad del Espíritu de Cristo, que funda la comunión. De ahí que la constitución de la Iglesia no sea otra cosa que ‘la concentración de la caridad’ (…).

La unidad de Espíritu e Iglesia es tan estrecha para e1 Möhler de La Unidad que no se comportan como magnitudes yuxtapuestas. El Espíritu Santo no elige por órgano suyo la comunidad ya existente por sí misma, sino que esta comunidad de creyentes la ha formado Él mismo, y la ha llamado a la vida al infundir en los corazones de los fieles la fuerza unitiva de la caridad. No es un elemento externo lo que ha unido a los discípulos; lo que une desde dentro, haciendo surgir la comunidad, es la caridad del Espiritu Santo que los anima en lo más profundo, alejando todo amor propio, atrayéndolos a todos, uniendolos en una unidad visible, una Iglesia, ‘cuyo vinculo es justamente la caridad, pues solo esta junta, une y forma’.

Podría decirse que para Möhler en La Unidad, la convocación de los creyentes que el Padre hace por Cristo —eso es la Iglesia— consiste en la donación del Espíritu de su Hijo, que hace surgir ‘desde dentro’ lo que Cristo les ha hecho resonar en alteridad histórica (‘desde fuera’, si es licito decirlo así)”.

 

La Iglesia, presencia permanente del Espíritu Santo

[Así pues, la estructura visible de la Iglesia manifiesta su vida interior: “su estructura visible manifiesta externamente su ser”. Y ese ser no es otro que la comunión de amor creada por el Espíritu Santo. De ahí que, sintetiza Pedro Rodríguez: “La Iglesia es madre y a la vez communio. La esencia del cristianismo es vida, y vida comunitaria”. Y así llega a lo que llama “la idea directriz” del libro de Möhler: “la Iglesia es la presencia permanente del Espíritu”, a partir de Pentecostés”]

“Esto es lo propio de la economía cristiana. El Espíritu ha ligado su acción a la Iglesia. Así se ve en Pentecostés: e1 Espíritu Santo descendió sobre la comunidad entera reunida. Solo esta vez –y para siempre– comunicó el Espíritu de manera inmediata e1 nuevo principio de vida. Pero el Espíritu donado en Pentecostés ya no abandona a la Iglesia, sino que permanentemente le da la Vida. En adelante, vige la ley de que nadie recibiría inmediatamente el nuevo principio de vida, como ellos [los Apóstoles], sino que la nueva vida nacida en ellos había de engendrar otra vida semejante en los otros. La nueva vida solo nace en nosotros de la comunión de los creyentes, pues ella siempre ha considerado ‘idénticos el principio que engendra la fe y el que forma la comunidad’; y ella a su vez producirá vida igual en los que aún no viven, es decir, una transmisión por ‘generación’ de la vida divina de quien ya la vive.

La totalidad de los creyentes, llena del Espíritu, la Iglesia, es así principio vital, maternal, siempre renovado y el órgano de la acción salvífica del Espíritu. La Iglesia es madre y a la vez communio. La esencia del cristianismo es vida, y vida comunitaria. El individuo no puede, por sí solo, participar de los bienes de salvación; la salvación cristiana, que es santidad de vida, depende de la comunión con los otros (…). Möhler dice citando a San Cipriano que ‘donde hay división, no mora Dios’. En la Iglesia, cada uno vive siempre del otro y con el otro (…). Ideas del Möhler de La Unidad en las que ha insistido especialmente Geiselmann.

Pero vengamos ya a otro texto emblemático de La Unidad. Se encuentra en el parágrafo siguiente:

‘El Espíritu que forma, anima y une la totalidad de los fieles, solo esporádicamente, como por chispazos, descendía acá y allá en la época precristiana sobre los individuos, por lo que tampoco podía formarse una vida espiritual y religiosa comunitaria. Todo se reducía a pormenores y particularidades. Ese mismo Espíritu divino, empero, que vino en forma maravillosa sobre los apóstoles y sobre la entera comunidad cristiana, que sólo entonces empieza a ser propiamente Iglesia verdadera y viva; ese Espíritu, decimos, no se apartaría ya nunca de los creyentes. No vendría ya más, porque está constantemente en la Iglesia. Por el hecho de llenarla Él, la totalidad de los creyentes, que es la Iglesia, es el tesoro inamisible, que a sí mismo se renueva y rejuvenece, del nuevo principio vital, la fuente inagotable de que todos se nutren’ (§ 2, 1).

Aquí expresa Möhler la idea directriz de La Unidad: la Iglesia es la presencia permanente del Espíritu. No hay nuevo Pentecostés en la Iglesia, sencillamente porque el Espíritu ‘no se apartaría ya nunca de los creyentes’. Conviene notar cómo Möhler subraya la originalidad de Pentecostés y el momento fundante de los Apóstoles:

‘Este principio había de comunicarse a partir de ellos dondequiera se diera receptividad para él, de modo que nadie lo recibiría inmediatamente como ellos; la nueva vida que habia nacido en ellos, produciría una vida semejante en los otros’ (§ 3, 2).

A partir de ese momento, los Apóstoles y e1 Espíritu quedan asociados íntimamente. Prácticamente es la fórmula möhleriana la que pasará al Concilio Vaticano II. Así leeremos después en e1 Decr. Ad Gentes del Conc. Vaticano II, n. 4:

‘Para que esto se realizara plenamente Cristo envió de parte del Padre al Espíritu Santo, para que llevara a cabo desde dentro su obra salvífica e impulsara a la Iglesia a extenderse a sí misma. El Espíritu Santo obraba ya, sin duda, en el mundo antes de que Cristo fuera glorificado. Sin embargo, el día de Pentecostés descendió sobre los discípulos para permanecer con ellos para siempre’.

La Tradición será la fuerza espiritual transmitida continuamente: el conocimiento cristiano está condicionado por la presencia del Espíritu Santo que no se comunica sino en la comunión con la Iglesia (cfr. § 4, 1: ‘la verdadera fe, la verdadera gnosis cristiana depende, según la doctrina de la Iglesia primitiva, del Espíritu Santo y su comunicación por la unión con la Iglesia’). ‘Por el hecho de llenarla el Espíritu Santo, la totalidad de los creyentes, que es la Iglesia, es el tesoro inamisible, que a sí mismo se renueva y rejuvenece, del nuevo principio vital, la fuente inagotable de que todos se nutren’ (§ 2, 1).

Para situar esta frase de Möhler, hay que entenderla en su polémica antideísta. El Espíritu Santo no solo llama a la Iglesia a la existencia en e1 comienzo, sino que actúa en ella siempre. En realidad, no pretende dar una definición de la Iglesia sino subrayar la función permanente del Espíritu, frente a la tesis: ‘Dios ha creado a la jerarquía y con ello la Iglesia está del todo provista hasta el fin del mundo’ (frase criticada por Möhler en Thelogische Quartalschrift, 1823, p. 467). Compárese esta descripción de la Iglesia en La Unidad con la que ofrecerá después en La Simbólica [otra obra célebre de Möhler]: ‘La Iglesia visible es el Hijo de Dios que se revela continuamente entre los hombres en forma humana, que perpetuamente se renueva y rejuvenece; es su encarnación continua, por esto los fieles son llamados en la Escritura el cuerpo de Cristo’ ($ 32). El principio vital que es el Espíritu Santo se completa en la Simbólica con el principio cristológico”.

 

El cristianismo es, ante todo, vida

[El cristianismo, concluye Pedro Rodríguez con Möhler, no es mero concepto sino una vida. Vida que es condición, entre otras cosas, para la inteligencia de los misterios de la fe]

“Leamos este texto que de alguna manera cierra el bloque de estos primeros y fundamentales parágrafos del libro:

‘El gran pensamiento en que se funda todo lo dicho hasta aquí y forma su meollo es la idea de que el cristianismo no es un mero concepto, sino cosa que prende al hombre entero, que se enraíza en su vida y solo en ésta puede ser comprendido’ ($ 4, 6).Este es el descubrimiento que Möhler hace en su meditación de los Padres. No es solo eclesiológico, sino antropológico. Su nueva visión de la existencia cristiana en la Iglesia le lleva a calar ahora en el reduccionismo de la fe que se operaba en la mentalidad de la Ilustración, dominante incluso en el campo católico. Möhler, pues, no se declara antiintelectualista sino, más bien, subraya la necesidad de la apertura total del ser humano a la Verdad divina en la comunión con la Iglesia, que no apela solo a la inteligencia sino que reclama una recepción vital como condición de inteligencia del misterio de Dios, como ha tratado de exponer”.

 

 

Iglesia y nueva evangelizacion

Johann Adam Möhler (1796-1838) fue un insigne sacerdote y teólogo alemán, de la escuela romántica de Tubinga.

Sirvió de puente entre la teología oriental y occidental. Se le considera "precursor" del Concilio Vaticano II por su "vuelta a las fuentes". Es decir, a la Sagrada Escritura y sobre todo a los Padres de la Iglesia.

 

En 1825 escribió su célebre obra “La unidad de la Iglesia o el principio del catolicismo”. El pensamiento de Möhler fue introducido en Europa, a través de Francia, en los años treinta del pasado siglo principalmente por Yves Congar.

En 1996, Pedro Rodríguez y José Ramón Villar realizaron una edición crítica completa en español del libro de Möhler La unidad en la Iglesia, Pamplona 1996. El mismo año, Pedro Rodríguez publicó un artículo donde explicaba el sentido del libro de Möhler. Y de ese artículo hemos seleccionado los párrafos que figuran más abajo (*)

Möhler, explica Pedro Rodríguez, redescubre en los Padres la dimensión espiritual o “mística” que anima a la Iglesia. Lo que pone todo en marcha, a partir de Pentecostés, es el Espíritu Santo, principio de unidad y de vida en la Iglesia. Es el Espíritu Santo el que sigue actuando en cada cristiano desde el Bautismo, haciendo posible la santidad (con la colaboración de cada uno por medio de la oración, de los sacramentos y de la caridad) en comunión con los demás. Y, desde ahí, desde ese "dentro" de cada uno, la edificación y la misión de la Iglesia.

El Espíritu Santo actúa “de dentro afuera”[El Espíritu Santo, enseña Möhler, actúa “desde dentro” de las almas, en el misterio de la Iglesia. A la vez, actúa “desde fuera”, podríamos decir institucionalmente. De hecho, Él es que inspira las Sagradas Escrituras, actúa para que el anuncio de la fe dé fruto en la misión de la Iglesia, asiste al Magisterio del Papa y de los obispos en comunión con Él, interviene en los sacramentos para que produzcan “eficazmente” la gracia, impulsa y perfecciona la comunión entre los cristianos, como semilla de fraternidad universal.

Por eso, desde el punto de vista de la experiencia religiosa de los cristianos, lo primero es ese “don” o vida interior de la Iglesia en cada cristiano, que, desde el Bautismo se incorpora a la comunión que el Espíritu Santo ha creado. Y desde ahí, se vive y se comprende la Iglesia como institución. Ella ha sido instituida por Cristo y también tiene un rostro “institucional”, entre las instituciones humanas y sociales. Veamos cómo lo expone Pedro Rodríguez]

espiritu_santo.jpg

 

“La Unidad –se ha dicho muchas veces– fue una reacción contra la teología racionalista de la Ilustración, dominante en su época, que reducía la Iglesia a una sociedad humana de fines éticos y educativos. Quiere superar también una visión predominantemente juridica y apologética de la Iglesia, como sola sociedad jerárquica.En los Padres de la Iglesia que estudia en La Unidad, Möhler encuentra los principios místicos que animan la vida de la Iglesia y de sus miembros, y el modo en que la vida de comunión en el amor se manifiesta ‘hacia afuera’. Leyendo a Clemente de Roma, a Ignacio de Antioquía, a Cipriano de Cartago, Möhler descubre la comunión como el elemento interior de la Iglesia.

Su exteriorización visible es la dinámica del germen puesto en las almas cristianas por el Espíritu Santo. De manera que la comunión espiritual se expresa visiblemente en la constitución de comunidades cada vez más universales, con un centro personal de referencia: la diócesis, con su Obispo; la provincia, en el metropolita; la Iglesia entera, en torno al Colegio de los obispos y al Papa como la incorporación universal y visible de la unidad. (…)

Quiero anticipar el que me parece ser el núcleo de ese mensaje, y lo voy a formular no con palabras de Möhler, sino con palabras del Concilio. Vaticano II, que parecen escritas por e1 teólogo de Tubinga: ‘El Espíritu Santo, que habita en los creyentes llena y dirige a toda la Iglesia, es quien realiza la admirable comunión de los creyentes (communio fulelium) y tan estrechamente los une a todos en Cristo, que Él –el Espíritu– es el Principio de la unidad de la Iglesia’ (Decr. Unitatis redintegratio, 2). (…)

Möhler ha percibido que esta dimensión pneumatológica es cronológicamente ‘lo primero’ desde el punto de vista de la experiencia religiosa del creyente. Möhler aplica a la Iglesia el mismo principio: ir desde la vida eclesial (obra del Espíritu de Cristo) a la comprensión de la institución eclesial (históricamente originada en Cristo); o, según sus categorías, ir ‘de dentro hacia fuera’, desde el ‘principio místico’ hacia la realidad visible, institucional. No es el Espíritu Santo quien ‘funda’ la Iglesia –de esto es consciente Möhler– sino Cristo. Pero lo que Cristo pone como realidad eclesial dada, el Espíritu lo despliega. Podríamos decir que en Möhler hay una ‘concentración’ cristológica fundacional y una ‘dilatación’ pneumatológica de esa cristología en la historia”.

 

La Iglesia, manifestación visible de una comunión de amor

[De todo ello se sigue que lo propio del Espíritu Santo es, en palabras de Pedro Rodríguez, “desplegar” o “dar forma existencial” a la comunión espiritual que los fieles tienen con Cristo; pero esta acción, no es “independiente” de Cristo, porque se trata del Espíritu de Cristo, principio de unidad y vida en la Iglesia. Y así, en la Iglesia, que es Tradición viva (de tradere, entregar o transmitir), surgen las confesiones o proclamaciones de la fe, los dogmas, el culto cristiano y el servicio de la vida cristiana en el mundo, centrado en la caridad. El Concilio Vaticano II dirá: “la Iglesia (…) en su doctrina, en su vida y en su culto perpetúa y transmite a todas las generaciones todo lo que ella es, todo lo que cree”]

“Pero ha de quedar claro: para Möhler lo institucional no es creación del Espíritu Santo en sentido constitutivo –no es esa la idea de Möhler, a pesar de sus expresiones ocasionales– sino que es el despliegue visible de lo dado ya en Cristo. (…) Ese despliegue, en cambio, sí es creación del Espíritu, ese ‘tomar forma’ existencial que es, desde nuestro punto de vista, ‘lo primero’ que encontramos aquí y ahora. Pero no es obra del Espíritu ‘independiente’ de Jesús. El Espíritu Santo es el Espíritu de Cristo. (…)

‘Lo que Möhler quiere subrayar en la Iglesia –escribe Congar– es que, en el fondo, es la creación de un don espiritual interior; que este don espiritual está en ella principal y primordialmente, y que todo lo demás deriva de él su sentido, y que las desviaciones del cisma y de la herejía son ante todo una traición de este 'principio del catolicismo', que es el don del Espíritu Santo.

Este principio existe, en los cristianos, como una viva inclinación a la confesión de la verdad, al amor fraterno, a la vida de comunión en el amor, en el seno de la Iglesia. Es de su naturaleza y de su realismo el 'corporeizarse', es decir, reproducirse y expresarse en forma sensible: el dogma o la fe y la tradición viva, que se concretan en fórmulas intelectuales; el culto; en fin, una organización de la comunión eclesiástica’ (Y. Congar en Sainte Église, citado por P. Rodríguez, ibid., 814).

 

La nueva construcción de La Unidad —ya lo hemos dicho— arranca del Espíritu Santo como principio invisible que da forma a1 organismo de la Iglesia. Del Espíritu Santo brota lo externo, el cuerpo de la Iglesia. Esta construcción surge de dentro, y por ‘dentro’ entiende Möhler la conciencia de la Revelación de Cristo comunicada por el Espíritu Santo. Lo de dentro es lo primero y radical, y lo de fuera sigue siempre, porque es manifestación de lo interiormente poseído (…). El ser de la Iglesia brota desde el interior, y su estructura visible manifiesta externamente su ser. Y como para e1 Möhler romántico toda comunidad está fundada en el amor, la estructura de la Iglesia se remonta también a la caridad del Espíritu de Cristo, que funda la comunión. De ahí que la constitución de la Iglesia no sea otra cosa que ‘la concentración de la caridad’ (…).

La unidad de Espíritu e Iglesia es tan estrecha para e1 Möhler de La Unidad que no se comportan como magnitudes yuxtapuestas. El Espíritu Santo no elige por órgano suyo la comunidad ya existente por sí misma, sino que esta comunidad de creyentes la ha formado Él mismo, y la ha llamado a la vida al infundir en los corazones de los fieles la fuerza unitiva de la caridad. No es un elemento externo lo que ha unido a los discípulos; lo que une desde dentro, haciendo surgir la comunidad, es la caridad del Espiritu Santo que los anima en lo más profundo, alejando todo amor propio, atrayéndolos a todos, uniendolos en una unidad visible, una Iglesia, ‘cuyo vinculo es justamente la caridad, pues solo esta junta, une y forma’.

Podría decirse que para Möhler en La Unidad, la convocación de los creyentes que el Padre hace por Cristo —eso es la Iglesia— consiste en la donación del Espíritu de su Hijo, que hace surgir ‘desde dentro’ lo que Cristo les ha hecho resonar en alteridad histórica (‘desde fuera’, si es licito decirlo así)”.

 

La Iglesia, presencia permanente del Espíritu Santo

[Así pues, la estructura visible de la Iglesia manifiesta su vida interior: “su estructura visible manifiesta externamente su ser”. Y ese ser no es otro que la comunión de amor creada por el Espíritu Santo. De ahí que, sintetiza Pedro Rodríguez: “La Iglesia es madre y a la vez communio. La esencia del cristianismo es vida, y vida comunitaria”. Y así llega a lo que llama “la idea directriz” del libro de Möhler: “la Iglesia es la presencia permanente del Espíritu”, a partir de Pentecostés”]

“Esto es lo propio de la economía cristiana. El Espíritu ha ligado su acción a la Iglesia. Así se ve en Pentecostés: e1 Espíritu Santo descendió sobre la comunidad entera reunida. Solo esta vez –y para siempre– comunicó el Espíritu de manera inmediata e1 nuevo principio de vida. Pero el Espíritu donado en Pentecostés ya no abandona a la Iglesia, sino que permanentemente le da la Vida. En adelante, vige la ley de que nadie recibiría inmediatamente el nuevo principio de vida, como ellos [los Apóstoles], sino que la nueva vida nacida en ellos había de engendrar otra vida semejante en los otros. La nueva vida solo nace en nosotros de la comunión de los creyentes, pues ella siempre ha considerado ‘idénticos el principio que engendra la fe y el que forma la comunidad’; y ella a su vez producirá vida igual en los que aún no viven, es decir, una transmisión por ‘generación’ de la vida divina de quien ya la vive.

La totalidad de los creyentes, llena del Espíritu, la Iglesia, es así principio vital, maternal, siempre renovado y el órgano de la acción salvífica del Espíritu. La Iglesia es madre y a la vez communio. La esencia del cristianismo es vida, y vida comunitaria. El individuo no puede, por sí solo, participar de los bienes de salvación; la salvación cristiana, que es santidad de vida, depende de la comunión con los otros (…). Möhler dice citando a San Cipriano que ‘donde hay división, no mora Dios’. En la Iglesia, cada uno vive siempre del otro y con el otro (…). Ideas del Möhler de La Unidad en las que ha insistido especialmente Geiselmann.

Pero vengamos ya a otro texto emblemático de La Unidad. Se encuentra en el parágrafo siguiente:

‘El Espíritu que forma, anima y une la totalidad de los fieles, solo esporádicamente, como por chispazos, descendía acá y allá en la época precristiana sobre los individuos, por lo que tampoco podía formarse una vida espiritual y religiosa comunitaria. Todo se reducía a pormenores y particularidades. Ese mismo Espíritu divino, empero, que vino en forma maravillosa sobre los apóstoles y sobre la entera comunidad cristiana, que sólo entonces empieza a ser propiamente Iglesia verdadera y viva; ese Espíritu, decimos, no se apartaría ya nunca de los creyentes. No vendría ya más, porque está constantemente en la Iglesia. Por el hecho de llenarla Él, la totalidad de los creyentes, que es la Iglesia, es el tesoro inamisible, que a sí mismo se renueva y rejuvenece, del nuevo principio vital, la fuente inagotable de que todos se nutren’ (§ 2, 1).

Aquí expresa Möhler la idea directriz de La Unidad: la Iglesia es la presencia permanente del Espíritu. No hay nuevo Pentecostés en la Iglesia, sencillamente porque el Espíritu ‘no se apartaría ya nunca de los creyentes’. Conviene notar cómo Möhler subraya la originalidad de Pentecostés y el momento fundante de los Apóstoles:

‘Este principio había de comunicarse a partir de ellos dondequiera se diera receptividad para él, de modo que nadie lo recibiría inmediatamente como ellos; la nueva vida que habia nacido en ellos, produciría una vida semejante en los otros’ (§ 3, 2).

A partir de ese momento, los Apóstoles y e1 Espíritu quedan asociados íntimamente. Prácticamente es la fórmula möhleriana la que pasará al Concilio Vaticano II. Así leeremos después en e1 Decr. Ad Gentes del Conc. Vaticano II, n. 4:

‘Para que esto se realizara plenamente Cristo envió de parte del Padre al Espíritu Santo, para que llevara a cabo desde dentro su obra salvífica e impulsara a la Iglesia a extenderse a sí misma. El Espíritu Santo obraba ya, sin duda, en el mundo antes de que Cristo fuera glorificado. Sin embargo, el día de Pentecostés descendió sobre los discípulos para permanecer con ellos para siempre’.

La Tradición será la fuerza espiritual transmitida continuamente: el conocimiento cristiano está condicionado por la presencia del Espíritu Santo que no se comunica sino en la comunión con la Iglesia (cfr. § 4, 1: ‘la verdadera fe, la verdadera gnosis cristiana depende, según la doctrina de la Iglesia primitiva, del Espíritu Santo y su comunicación por la unión con la Iglesia’). ‘Por el hecho de llenarla el Espíritu Santo, la totalidad de los creyentes, que es la Iglesia, es el tesoro inamisible, que a sí mismo se renueva y rejuvenece, del nuevo principio vital, la fuente inagotable de que todos se nutren’ (§ 2, 1).

Para situar esta frase de Möhler, hay que entenderla en su polémica antideísta. El Espíritu Santo no solo llama a la Iglesia a la existencia en e1 comienzo, sino que actúa en ella siempre. En realidad, no pretende dar una definición de la Iglesia sino subrayar la función permanente del Espíritu, frente a la tesis: ‘Dios ha creado a la jerarquía y con ello la Iglesia está del todo provista hasta el fin del mundo’ (frase criticada por Möhler en Thelogische Quartalschrift, 1823, p. 467). Compárese esta descripción de la Iglesia en La Unidad con la que ofrecerá después en La Simbólica [otra obra célebre de Möhler]: ‘La Iglesia visible es el Hijo de Dios que se revela continuamente entre los hombres en forma humana, que perpetuamente se renueva y rejuvenece; es su encarnación continua, por esto los fieles son llamados en la Escritura el cuerpo de Cristo’ ($ 32). El principio vital que es el Espíritu Santo se completa en la Simbólica con el principio cristológico”.

 

El cristianismo es, ante todo, vida

[El cristianismo, concluye Pedro Rodríguez con Möhler, no es mero concepto sino una vida. Vida que es condición, entre otras cosas, para la inteligencia de los misterios de la fe]

“Leamos este texto que de alguna manera cierra el bloque de estos primeros y fundamentales parágrafos del libro:

‘El gran pensamiento en que se funda todo lo dicho hasta aquí y forma su meollo es la idea de que el cristianismo no es un mero concepto, sino cosa que prende al hombre entero, que se enraíza en su vida y solo en ésta puede ser comprendido’ ($ 4, 6).Este es el descubrimiento que Möhler hace en su meditación de los Padres. No es solo eclesiológico, sino antropológico. Su nueva visión de la existencia cristiana en la Iglesia le lleva a calar ahora en el reduccionismo de la fe que se operaba en la mentalidad de la Ilustración, dominante incluso en el campo católico. Möhler, pues, no se declara antiintelectualista sino, más bien, subraya la necesidad de la apertura total del ser humano a la Verdad divina en la comunión con la Iglesia, que no apela solo a la inteligencia sino que reclama una recepción vital como condición de inteligencia del misterio de Dios, como ha tratado de exponer”.

 

 

Iglesia y nueva evangelizacion

magnifiercrosschevron-down