Muchos homenajes subrayan la grandeza de Benedicto XVI como teólogo. De eso no cabe duda. Su obra perdurará. Sus luminosos libros son ya clásicos. Pero no debemos equivocarnos. Su grandeza no reside principalmente en la penetración académica de los conceptos de la ciencia teológica, sino en la profundidad teológica de su contemplación de las realidades divinas.
Benedicto XVI tenía el don de hacernos ver a Dios, de hacernos gustar su presencia, a través de sus palabras. Creo que puedo decir que cada una de las homilías que escuché de él fue una verdadera experiencia espiritual que marcó mi alma. En esto, es un verdadero descendiente de San Agustín, el Doctor al que se sentía tan cercano en espíritu.
Su voz, frágil y cálida a la vez, consiguió hacernos sentir la experiencia teológica que él mismo había vivido. Te aferraba en lo más hondo del corazón y te conducía a la presencia de Dios.
Escuchémosle: "En nuestro tiempo, en el que en amplias zonas de la tierra la fe está en peligro de apagarse como una llama que no encuentra ya su alimento, la prioridad que está por encima de todas es hacer presente a Dios en este mundo y abrir a los hombres el acceso a Dios. No a un dios cualquiera, sino al Dios que habló en el Sinaí; al Dios cuyo rostro reconocemos en el amor llevado hasta el extremo, en Jesucristo crucificado y resucitado" (Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre la remisión de la excomunión de los cuatro obispos consagrados por el arzobispo Marcel Lefebvre, 10 de marzo de 2009).
Benedicto XVI no era un ideólogo rígido. Estaba enamorado de la verdad, que para él no era un concepto, sino una persona encontrada y amada: Jesús, el Dios hecho hombre. Recordemos su afirmación magistral: "No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva" (Deus caritas est, 1).
Benedicto XVI nos llevó a vivir este encuentro de fe con Cristo Jesús. Allá donde iba, encendía esta llama en los corazones. Con jóvenes, seminaristas, sacerdotes, jefes de Estado, pobres y enfermos, reavivó la alegría de la fe con fuerza y discreción. Se hizo olvidar para dejar brillar mejor el fuego del que era portador. Nos recordó: "Solo si hay una cierta experiencia, se puede también comprender" (Encuentro con los párrocos y sacerdotes de la diócesis de Roma, 22 de febrero de 2007).
El cardenal Sarah, en una de sus visitas al Papa emérito.
Nunca dejó de recordarnos que esta experiencia de encuentro con Cristo no contradice ni la razón ni la libertad. "[Cristo] no quita nada, y lo da todo" (Santa Misa de inicio del ministerio petrino, domingo 24 de abril de 2005).
A veces estaba solo, como un niño que se enfrenta al mundo. Un profeta de la verdad que es Cristo frente al imperio de la mentira, un frágil mensajero frente a poderes calculadores e interesados. Frente al gigante Goliat del dogmatismo relativista y el consumismo todopoderoso, no tenía otra arma que su palabra.
Este David de los tiempos modernos se atrevió a gritar:
"El deseo de verdad pertenece a la naturaleza misma del hombre, y toda la creación es una inmensa invitación a buscar las respuestas que abren la razón humana a la gran respuesta que desde siempre busca y espera: 'La verdad de la revelación cristiana, que se manifiesta en Jesús de Nazaret, permite a todos acoger el «misterio» de la propia vida.
Como verdad suprema, a la vez que respeta la autonomía de la criatura y su libertad, la obliga a abrirse a la trascendencia. Aquí la relación entre libertad y verdad llega al máximo y se comprende en su totalidad la palabra del Señor: «Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres»' (Fides et ratio, 15)" (Discurso a los participantes en la Asamblea plenaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe, 10 de febrero de 2006).
Pero la mentira y el compromiso no lo toleraron. Fuera de la Iglesia, pero también dentro de ella, hubo quien perdió el control. Sus propuestas fueron caricaturizadas, distorsionadas y ridiculizadas. El mundo quería silenciarlo porque su mensaje era insoportable. Querían silenciarle.
Benedicto XVI ha resucitado en nuestro tiempo la figura de los Papas de la Antigüedad, mártires aplastados por el moribundo Imperio romano. El mundo, como Roma en el pasado, tembló ante este anciano con corazón de niño.
El mundo estaba demasiado comprometido con la mentira para atreverse a escuchar la voz de su conciencia. Benedicto XVI fue un mártir de la verdad, de Cristo. Traición, deshonestidad, sarcasmo, no se le ahorró nada. Vivió el misterio de la iniquidad hasta el final.
Entonces vimos al hombre discreto revelar plenamente su alma de pastor y padre. Como un nuevo San Agustín, la paternidad del pastor desplegó en él la madurez de su santidad.
¿Quién no recuerda la tarde en que, habiendo reunido en la plaza de San Pedro a sacerdotes de todo el mundo, lloró con ellos, rió con ellos y les abrió la intimidad de su corazón sacerdotal? Muchos jóvenes le deben su vocación sacerdotal o religiosa. Benedicto XVI brillaba como un padre entre sus hijos cuando estaba rodeado de sacerdotes y seminaristas.
Hasta el final, quiso apoyarlos y hablarles desde lo más profundo de su corazón, llamado a seguir a Cristo en el don de sí mismo e incluso en el sufrimiento por los demás.
"Para que el don no humille al otro, no solamente debo darle algo mío, sino a mí mismo" (Deus caritas est, 34).
"Cristo, padeciendo por todos nosotros, ha dado al sufrimiento un nuevo sentido, lo ha introducido en una nueva dimensión, en otro orden: en el orden del amor" (Discurso a los cardenales, arzobispos, obispos y prelados superiores de la curia romana, 22 de diciembre de 2005).
Benedicto XVI amaba a las familias y a los enfermos. Para entenderlo, hay que haberle visto con los niños hospitalizados. Hay que haberle visto dándole un regalo a cada uno. Hay que haber visto la pequeña lágrima de emoción que brilló en su amable rostro.
A él, recordémoslo, se debe la lucidez de la Iglesia sobre la pedofilia. Sabía cómo llamar al pecado por su nombre, cómo conocer y escuchar a las víctimas, y cómo castigar a los culpables sin la complicidad que a veces se disfraza de misericordia.
A pesar de ello, o tal vez a causa de este amor a la verdad, cada vez fue más despreciado. Entonces el profeta, el mártir, el padre tan bueno se convirtió en un maestro de la oración.
No puedo olvidar aquella tarde en Madrid cuando, ante más de un millón de jóvenes entusiastas, renunció al discurso que había preparado para invitarles a rezar en silencio con él. Había que ver a esos jóvenes de todo el mundo,silenciosos, arrodillados detrás de quien les mostraba el camino.
Aquella noche, con su oración silenciosa, dio a luz a una nueva generación de jóvenes cristianos: "Solo ella [la adoración] nos hace verdaderamente libres, solo ella nos da los criterios para nuestra acción.
Precisamente en un mundo en el que progresivamente se van perdiendo los criterios de orientación y existe el peligro de que cada uno se convierta en su propio criterio, es fundamental subrayar la adoración" (Discurso a los cardenales, arzobispos, obispos y prelados superiores de la curia romana, 22 de diciembre de 2005).
De ahí su insistencia en la importancia de la liturgia. Sabía que en la liturgia la Iglesia se encuentra cara a cara con Dios. Si no está en el lugar que le corresponde, entonces se dirige a la ruina.
A menudo repetía que la crisis de la Iglesia era fundamentalmente una crisis litúrgica, es decir, una pérdida del sentido del culto. "El misterio es el corazón del que sacamos nuestra fuerza", le gustaba repetir. Trabajó mucho para devolver a los cristianos una liturgia que fuera, según sus palabras, "un verdadero diálogo del Hijo con el Padre".
Frente a un mundo sordo a la verdad; frente, a veces, a una institución eclesiástica que se negaba a escuchar su llamada, Benedicto XVI optó finalmente por el silencio como última predicación.
Al renunciar a su cargo y retirarse a la oración, recordó a todos que "necesitamos hombres que miren de frente a Dios y aprendan de Él lo que es la verdadera humanidad. Necesitamos personas cuyas mentes estén iluminadas por la luz de Dios y cuyos corazones Dios abra para que sus mentes puedan hablar a las mentes de los demás y sus corazones puedan abrir los corazones de los demás" (Cardenal Ratzinger, Conferencia en el monasterio de Santa Escolástica, Subiaco, 1 de abril de 2005).
Sin saberlo, el Papa estaba dibujando su propio retrato, añadiendo: "Solo de los santos, solo de Dios, viene la verdadera revolución, el cambio decisivo del mundo".
¿Habrá sido Benedicto XVI la última luz de la civilización cristiana? ¿El ocaso de una era pasada? A algunos les gustaría pensar que sí. Es cierto que, sin él, nos sentimos huérfanos, privados de la estrella que nos guiaba. Pero ahora su luz está en nosotros.
Benedicto XVI, con su enseñanza y su ejemplo, es el Padre de la Iglesia del tercer milenio. La luz alegre y pacífica de su fe nos iluminará durante mucho tiempo.
Fuente: www.religionenlibertad.com
Una catedral llena de colores… y misterios. El hallazgo de un piso en damero de mármol rojo y blanco, ocurrido durante la campaña de excavación a principios de 2022, completó la refinada imagen de un edificio cuyas columnas, en preciosos mármoles en tonos rosas, verdes y grises, testimoniaban una riqueza igual a la influencia que tuvo la ciudad de Hippos-Sussita en la era bizantina (siglos IV-VI dC).
Reconstrucción en color del interior de la catedral, realizada por Yannis Nakas. (foto Excavaciones de Hippos)
Pero otra estructura, adyacente a la catedral, genera interrogantes para los arqueólogos. Es una capilla sorprendentemente grande con tres ábsides, de los cuales el principal ha conservado la huella de una tubería de plomo que conducía agua hacia las pilas bautismales. "Con 18 metros de largo y 13 metros de ancho, este es el lugar dedicado al bautismo más grande encontrado en Israel", explica Michael Eisenberg, quien ha estado dirigiendo las excavaciones en el sitio durante 23 años.
No lo llames baptisterio, sino fotisterium: «Encontramos una inscripción griega que menciona un fotisterium (φωτιστήριον) –dice el arqueólogo-. Literalmente "lugar de iluminación". Es más que un baptisterio, el "lugar de inmersión". El significado es más profundo, conectado con Jesús, y las características del contexto pueden ser más numerosas. Pero la idea es que con el bautismo se entra en la luz». Este fotisterio no es el primero encontrado en la región; Michael Eisenberg señala que la palabra griega a menudo se ha traducido erróneamente como "baptisterio".
De hecho, en la base de datos de inscripciones griegas del Packard Humanities Institute (Los Altos, EE. UU.), actualmente hay once claros ejemplos de la palabra phōtistērion , encontrados en Galilea, Siria y Jordania en yacimientos que datan del siglo V-VII, frente a dos únicas menciones de baptisterio . La fotisteria más cercana se encuentra en Kursi, en las ruinas de otra iglesia bizantina, al norte del territorio de Hippos.
“Las palanganas de estas habitaciones no eran lo suficientemente grandes para que una persona, excepto niños pequeños, pudiera sumergirse en el agua”, explica Michael Peppard, doctor en historia del cristianismo en la Universidad de Fordham en Nueva York y autor en 2020 de un artículo dedicado a el fosterium –. Es muy probable que los fieles que se encontraban en estas salas fueran "bautizados" no por inmersión, sino por afusión, es decir, echándose agua sobre la cabeza y el cuerpo. Quizá por eso estas salas no se llamaban baptisterios». Una teoría que no se aplica a Hippos, donde las pilas bautismales son bastante grandes.
«Hippos-Sussita fue la principal ciudad cristiana de la provincia de Palestina Secunda y la más importante en torno al mar de Galilea. Controlaba un gran territorio y, en consecuencia, su obispo debió ser una persona influyente. Se cree que tenía el monopolio del rito bautismal en su iglesia”, explica Michael Eisenberg. Esta hipótesis se basa en la ausencia de pilas bautismales en las otras cinco iglesias excavadas de la ciudad (de las siete conocidas por Hippos).
La construcción de esta catedral, que se llevó a cabo en tiempos acelerados en comparación con la historia del cristianismo (y probablemente antes del 590, según las últimas excavaciones), y la importancia que asumió Hippos para los primeros cristianos, no dejan de cuestionar a los arqueólogos.
Si bien muchas ciudades alrededor del Mar de Galilea están asociadas con el ministerio de Cristo, nunca se menciona a los hippos en los textos bíblicos. Ciudad floreciente de la Decápolis, estaba, en tiempos de Jesús, dotada de todos los elementos de la ciudad grecorromana: termas, basílica, foro, necrópolis, odeón, santuario dedicado al dios Pan... Hippos es, pues, profundamente «pagano», según el término empleado en los Evangelios.
Sin embargo, estos reportan que durante su ministerio alrededor del lago Tiberíades, Jesús viajó varias veces a sus orillas orientales, precisamente a tierras paganas, para predicar allí en público. Michael Eisenberg defiende los vínculos probables con episodios del Nuevo Testamento: el milagro de los cerdos (Evangelios de Mateo 8, Marcos 5, Lucas 8) se asocia tradicionalmente con las ciudades de Kursi o Ghadara, o esta "ciudad en lo alto de una colina", mencionado en el "sermón de la montaña" (Mt 5,14).
El sitio y la carretera que conduce a él se están remodelando actualmente para abrirse al público en unos meses. Michael Einsenberg está convencido de ello: «Hippos tiene potencial para convertirse en un importante lugar turístico y de peregrinaje alrededor de Tiberíades».
Vuelve a los árboles la savia por entonces, inician su regreso las aves y a Roma vuelven —ut viderent Petrum—, en romería, los romeros. Entraban por la puerta Flaminia, que se llamó puerta de San Valentín, porque allí, en recuerdo de su martirio, el papa Julio I —siglo IV— construyó en su honor una basílica...
Fue allí, en el umbral de Roma —cuando a Roma se llega desde la Umbría—, donde San Valentín —sacerdote y mártir— sería degollado por orden del emperador Claudio II. Por haber socorrido a los cristianos encarcelados, Valentín hubo de soportar, ante el tribunal del emperador, un largo, severo y minucioso interrogatorio.
¡Con qué amorosa firmeza declaró, profesó y defendió la verdad San Valentín! Por ello, el prefecto Calpurnius le condena. Su lugarteniente Asterius recibe y acepta la misión de custodiarle. Pero él —Asterius— tiene adoptada una niña en casa, cuyos menudos ojos nada ven hace tiempo ya.
¿Qué movió a Asterius a la súplica? ¿Acaso aquella sensación de frialdad triste que se remansa en el rostro ciego, en la belleza inútil de las adolescentes esculturas grecolatinas? ¿Por qué condicionó Asterius su súplica a la promesa de creer en Cristo si Valentín encendía los ojos de la niña? Porque Valentín aceptó sacerdotalmente, y en nombre del Señor obró el prodigio, y con él se hizo la luz no sólo en Asterius, sino en su casa toda, y toda la familia recibe el agua bautismal, para recibir, con ella, el martirio...
Los peregrinos que de Roma vuelven, por la vía Flaminia, regresarán con reliquias de San Valentín —sacerdote y mártir— y el recuerdo de aquellos ojos muertos a los que dio videncia. Se referirá la historia fervorosamente y la fe, con el júbilo de creer y poseer la verdad, coloreará la anécdota hasta hacerse precisos varios San Valentín para completarla, y para mantenerla varias serán las ciudades de la cristiandad que reclamen después —y aún hoy— su oriundez.
Un escritor —de confesionalidad protestante— francés cuenta en un libro de viajes publicado en 1698 cómo la vigilia de San Valentín, en Inglaterra, siguiendo una —según él— antiquísima costumbre, celebran una fiesta en la que cada Valentín elige su Valentina precisamente al llegar la conmemoración del santo romano —sacerdote y mártir—, que es cuando la naturaleza va a iniciar un nuevo ciclo de pujanza y desarrollo.
Y lo curioso es que no faltan severos sermonarios protestantes en los que se denunciaba ya esta efemérides como festividad de cuño "papista" y pagano al mismo tiempo.
San Francisco de Sales, en cambio —que ve también un indudable poso de paganía en la vieja tradición de los valentinos—, aconseja a los jóvenes que imiten las virtudes del Santo. Nosotros pensamos que muchas de las costumbres y celebraciones paganas que Roma extendió por su vasto imperio coincidieron, en las épocas de las persecuciones, con testimonios y martirios que, cual el de San Valentín, supusieron después, en la Edad Media, una motivación providencial para enjugar de sentido cristiano viejas tradiciones paganas.
De aquí, tal vez, el que San Valentín fuera incorporado por la misma Iglesia discente, de un modo popular, colectivo y espontáneo, al patronazgo del amor humano, porque donde está el amor, y con él su proyección y su gesto, que es la caridad, allí está Dios. Ubi charitas et amor Deus ibi est, canta la Iglesia el Jueves Santo. Y amar —Santo Tomás de Aquino así lo afirma— es querer el bien para aquel a quien se ama.
Nuestra vocación cristiana es —hic et nunc— el amor. Precisamente porque hay muchas moradas en la casa, en el hogar del Padre, son muchos los llamados... Es, por ello, necesario conocer nuestra vocación específica, personal e intransferible, y darnos, entregarnos —esto es amor— a ella sin reservas, por amor de Dios Nuestro Señor... Porque el cristiano —viator, peregrino siempre— regresa constantemente, un día y otro, hacia Dios. Y es Cristo —verbum Dei, palabra, verdad, pujanza y vida— el camino.
San Pablo insiste en que "cada uno ande según Dios le dio y según le pidió", y si a unos pide Dios que regresen hasta Él negándose a sí mismos, gallardamente, todo el apoyo que las criaturas de Dios prestan para posibilitar este plebiscitario, eclesial, regreso hacia Él, a otros —los más— llama Dios pidiéndoles que utilicen distintos vasos donde consagrar su vida y ofrecerla para la gloria de su nombre y la piadosa, amorosa edificación de los hermanos.
Todo amor verdadero es fecundo. Todo amor verdadero es un don de Dios. Unicamente se impone la renuncia al amor propio —el odio propio, que así le llamó Santa Teresa—, porque el don del amor exige dar, entregarse, totalizar ese sacerdocio menor para el que el amor nos prepara, desde nuestra propia e íntima vigilia de San Valentín hasta el borde mismo del sacramento en que Dios —¡aquella oración sacerdotal de Cristo: ...ut sint unum!— hace, de dos, una sola carne, para que alcancen —conforme a la impresionante expresión paulina— "la medida de la edad en Cristo"...
Señor San Valentín: tú que diste videncia a aquellos ojos ciegos, niños, en casa del lugarteniente Asterius, cura esta torpe, maciza ceguedad en nuestros ojos, por que logremos ver y otear la impresionante hondura, la jubilosa perspectiva de ese misterio estremecedor del amor humano, para que, como tú, sepamos dar testimonio de la verdad, en la presencia del Dios que nos une... Congregavit nos in unum Christi amor.
ALFONSO ALBALÁ
Ver san Valentín en Wikipedia
Tierra Santa es un lugar increíble para la arqueología pues en cualquier punto se puede hallar algún objeto relacionado con nuestra fe. En este caso, en Israel cerca de la frontera con Egipto se ha encontrado una piedra con una oración completa inscrita en ella hace 1.400 años y de contenido mariano.
La oración completa estaba escrita en griego antiguo y decía lo siguiente: “Bendita María, que llevó una vida inmaculada”. Una nueva evidencia de la creencia de los cristianos del carácter inmaculado de María.
El diario Haaretz ha informado que esta piedra fue hallada por el personal de mantenimiento en el Parque Nacional Nitzana, en el desierto de Néguev.
Esta piedra tiene 25 centímetros de diámetro y fue parte de la lápida de una mujer que vivió en esa región unos 1.400 años antes.
Según la Autoridad de Antigüedades de Israel, el Parque Nitzana es un lugar de gran relevancia para la investigación sobre la transición del período bizantino al islámico. Sin embargo, existen registros más antiguos relacionados con la actividad humana en esta área. En el siglo III a.C., el lugar ya era un punto de paso en una importante ruta comercial del pueblo nabateo.
En los siglos V y VI d.C., Nitzana poseía una fortaleza militar, iglesias, un monasterio y era lugar de paso para los peregrinos cristianos en su camino hacia el Monte Sinaí.
La piedra funeraria recientemente descubierta es una de las muchas manifestaciones históricas de veneración cristiana a la Virgen, destacando especialmente su inmaculada, es decir, sin la mancha del pecado.
Como objeto arqueológico, la piedra puede ayudar a los investigadores a identificar mejor los límites de los cementerios cristianos de la región, lo que contribuye a la delimitación de asentamientos aún poco conocidos.
En septiembre de 2022, la Autoridad de Antigüedades de Israel dio a conocer el descubrimiento de fragmentos de marfil que “fueron aparentemente incrustados en un sofá-trono colocado en una estructura palaciega” en la Ciudad de David de Jerusalén.
Los arqueólogos afirman que se trata de un descubrimiento “extraordinario” ya que se trata de “un conjunto de placas de marfil del periodo del Primer Templo, entre las pocas encontradas en el mundo, y las primeras de su clase halladas en Jerusalén”.
Los expertos destacaron que el marfil “se consideraba una de las materias primas más caras del mundo antiguo, incluso más que el oro”.
Este descubrimiento confirmaría el pasaje bíblico en el que el Rey Salomón construyó un gran trono de marfil cubierto de oro (1 Reyes 10, 18).
En noviembre de 2022, un grupo de arqueólogos israelíes encontró en el desierto de Judea un cofre de madera con 15 monedas de plata escondido en una cueva desde hace 2200 años.
Los especialistas afirman que esta sería la primera prueba de que los judíos huyeron de los romanos un par de siglos antes del nacimiento de Jesús, tal y como es relatado en el libro de los Macabeos.
Eitan Klein, el director adjunto de la Autoridad de Antigüedades de Israel, destacó que la persona que escondió el cofre con el desierto escapó con la intención de volver a recogerlos. Sin embargo, esto último nunca ocurrió.
Este detalle recuerda a lo contado en I de Macabeos, cuando mil judíos huyeron al desierto, escondieron sus propiedades y fueron asesinados tras negarse a profanar el sábado (I Macabeos 2, 29-37).
En octubre de este año, Gershon Galil y Eli Shukron, dos expertos en arqueología, descifraron una inscripción incompleta grabada en un trozo de piedra caliza que dice “Ezequías hizo el estanque en Jerusalén”.
Según los expertos, esta inscripción tiene un paralelo en 2 de Reyes 20, 20:
“El resto de los hechos de Ezequías, toda su bravura, cómo hizo el estanque y la traída de aguas a la ciudad ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Judá?”.
Está inscrito el nombre del bíblico rey Ezequías, rey de Judá que gobernó alrededor del año 700 antes de Cristo
El profesor Galil asegura que “este descubrimiento fortalece el enfoque de los investigadores que enfatizan la confiabilidad de la Biblia”.
Este 2022 se descubrió un mosaico en el yacimiento de el-Araj, cerca a la orilla del Mar de Galilea, con la inscripción “jefe y comandante de los apóstoles”.
El mosaico data de hace 1.500 años, época en la que esa expresión era utilizada por los cristianos bizantinos para referirse a San Pedro, asegura Mordechai Aviam, el director académico de la excavación.
El experto también afirma que esta sería una evidencia más de que en ese lugar se habría ubicado Betsaida, un pueblo perdido que fue el lugar de origen de San Pedro y San Andrés.
Hace 40 años los arqueólogos encontraron una pequeña tableta de plomo en el Monte Ebal. Sin embargo, gracias a una tomografía computarizada, en 2022 se descubrió que esta tableta contenía una maldición de la cual se habla en un libro del Antiguo Testamento.
El jefe del Associates for Biblical Research, Scott Stripling, afirmó que la tableta contiene una maldición en nombre de Dios que data del 1200 al 1400 a.C.
Esta datación vincula este escrito al pasaje bíblico en que Josué construyó un altar en el monte Ebal y pronunció una maldición sobre los que se alejan de Dios y adoran ídolos.
"Josué leyó todas las palabras de la Ley - la bendición y la maldición - a tenor de cuanto está escrito en el libro de la Ley. No hubo ni una palabra de cuanto Moisés había mandado que no la leyera Josué en presencia de toda la asamblea de Israel, incluidas las mujeres, los niños y los forasteros que vivían en medio de ellos" (Josué 8, 24-35).
FUENTE: www.aciprensa.com
Dorotea era una joven que a finales del siglo III vivía en Cesarea, en Capadocia, una región de Asia Menor donde estaba floreciendo una de las primeras comunidades cristianas. Desde temprana edad abrazó la fe en el Señor y se distinguió por el largo tiempo que pasaba en la oración, por el sacrificio, por el ayuno y por las obras de caridad hacia el prójimo.
En aquel entonces, el perseguidor de los cristianos Sapricio se enteró de la fama de Dorotea y la encarceló para obligarla a ofrecer sacrificios a los dioses. Como la joven, a pesar de la amenaza de la hoguera, se mantuvo firme en no abjurar de su fe, Sapricio la confió a otras dos jóvenes que, antes que ella, sí habían abjurado para salvar sus vidas: Crista y Calista.
La idea del perseguidor, sin embargo, se volvió en su contra y el resultado fue que Dorotea hizo que estas jovenes se convertieran de nuevo a la fe en Jesús. Las dos jóvenes acompañaron y precedieron en el martirio a Dorotea.
Mientras era llevada a la horca, la tradición dice que Dorotea cumplió la promesa que había hecho antes al juez Teófilo quien, al condenarla a muerte por decapitación, la desafió diciendo:
"Envíame manzanas y rosas desde el cielo".
Así que, poco antes de ser asesinada, se dice que el juez vio que un un ángel le entregaba una cesta con tres rosas y tres manzanas en pleno invierno, con el resultado de que el sarcástico juez inmediatamente también se convirtió y aceptó la fe cristiana.
Como ya había sucedido con Crista y Calista, la gran fe de Dorotea sostenida por aquel prodigioso acontecimiento, obtuvo la nueva y sorprendente conversión de Teófilo. El resultado fue que debido a su sorpresiva profesión de fe, Teófilo también fue condenado a muerte. Por eso, su memoria litúrgica está asociada con la de Santa Dorotea en el mismo día.
ver en wikipedia
De las cuatro actas griegas de San Blas, actualmente catalogadas, no pueden extraerse sino los siguientes datos con visos de autenticidad: médico, obispo de Sebaste (elegido por voz unánime del clero y pueblo) en Armenia. Vivió en tiempos de los emperadores Diocleciano y Licinio (307-323), si bien algunos autores lo hacen contemporáneo de Juliano el Apóstata (361-363).
Decretada la persecución, San Blas buscó asilo en una cueva, donde fue descubierto por unos cazadores de fieras, denunciado al gobernador Agrícola de Capadocia y, después de torturadas sus carnes con peines de hierro, fue decapitado en el año 316 d. C.
San Blas, oculto por la persecución, sostenía, alentaba y edificaba ocultamente a los cristianos con su palabra y con el ejemplo de su santa Vida.
Mientras estaba en prisión realizó la maravillosa curación de un muchacho que tenía una espina en la garganta y estaba en peligro de muerte.
DEVOCIÓN Y CULTO
Su culto, si bien no muy inmediato a su muerte, tuvo una gran extensión, tanto en Occidente como en Oriente, donde la fiesta se celebraba el 11 de febrero.En Constantinopla había un templo dedicado a San Blas. En Armenia existió la Orden Militar de San Blas.
La república independiente de Ragusa (Yugoslavia) lo tenía por patrón principal.En la Iglesia occidental tenía señaladas dos fiestas: el 3 de febrero, aún vigente en el Martirologio Romano, y el 15 del mismo mes.
Sólo en Roma tuvo San Blas 54 iglesias y oratorios bajo su advocación; y es tan grande el número de monasterios e iglesias que dicen poseer reliquias del mártir, que resulta insoluble el problema de su autenticidad y no cabe argüir sino que acaso se trate en muchos casos de otros santos del mismo nombre.
La gran popularidad de San Blas se debe esencialmente a los milagros que le atribuyen las actas apócrifas. Con frecuencia se le invoca como abogado contra la difteria y todos los males y accidentes de garganta.
En algunos lugares persiste la costumbre de bendecir a las personas el día 3 de febrero con dos velas- la Candelaria es la víspera- con esta fórmula: «Por la intercesión y los méritos de S. Blas, obispo y mártir, Dios te libre de los dolores de garganta y de cualquier otro mal». También se le invoca como abogado contra la peste del ganado, principalmente el de cerda.
De su iconografía dedujo el pueblo nuevos incentivos para la devoción: como quiera que, sobre todo a partir del s. XIV, fuera representado San Blas con un peine en memoria del instrumento con que le habían rasgado las carnes, los cardadores y sombrereros le erigieron en patrono suyo.
Cuando Puertas Abiertas comenzó a hacer un seguimiento de la persecución religiosa contra los cristianos en 1993, 40 países tenían un nivel alto, muy alto o extremo de persecución. Ahora que su Lista Mundial de la Persecución cumple 30 años, son 76. Entre 2011 y ahora, el número de cristianos que vive en países donde sufren persecución ha pasado de 100 a 360 millones. Es decir, uno de cada siete. O incluso dos de cada cinco en Asia.
Pero, además de en extensión, la persecución ha crecido en intensidad. Es una de las conclusiones de la entidad, que este miércoles ha presentado una nueva edición de su informe.
«En 2011 había entre los 50 primeros puestos países con menos de 41 puntos» en su índice de persecución; es decir, con un nivel ni siquiera alto de persecución, ha recordado su director, Ted Blake. Ahora «todos tienen 65 o más», y «países con un nivel muy alto de persecución no entran».
5.621 cristianos murieron por su fe en 2022. En 2021 fueron 5.898
Este crecimiento no ha sido constante, sino que se concentra en la última década. Al principio del seguimiento de Puertas Abiertas, la situación de los cristianos a nivel global mejoró bastante. En el año 2000, solo había dos países —Arabia Saudita y Corea del Norte— con niveles extremos de persecución, mientras que ahora son once. 2007 fue el año en el que se registraron menos países con persecución. El empeoramiento comenzó en 2011, con la Primavera Árabe.
Uno de los focos de preocupación es África. El yihadismo «está llevando a cabo su visión de llegar a todos los países», ha alertado Blake. Ya hay una veintena en la Lista Mundial de la Persecución. Especialmente alarmante les la realidad de Nigeria. Aunque ha estado presente en la lista desde sus inicios, en la actualidad «la persecución está llegando a la zona sur del país, de mayoría cristiana».
También aumenta en intensidad. En el período de tiempo incluido en el último informe —de octubre de 2021 a septiembre de 2022—, nueve de cada diez asesinatos de cristianos por su fe en el mundo, el 89 %, ocurrió en este país. Fueron 5.014, un 7,8 % más que los 4.650 del período anterior. Además, cientos de miles de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares.
Esta situación afecta a todos los países de alrededor. Particularmente significativo es el caso de Burkina Faso. En 2017 «ni siquiera estaba en nuestro radar». En 2019 pasó a un índice de persecución de 48 puntos, y ahora a 71.
Otro país que ha ascendido mucho en la lista últimamente es Mozambique, debido a la irrupción del yihadismo en la región septentrional de Cabo Delgado.
«Lo que más nos preocupa es que los gobiernos africanos están mirando para otro lado, diciendo que no es persecución sino otra realidad. Y los del resto del mundo hacen lo mismo», ha denunciado Blake.
El director de Puertas Abiertas ha explicado cómo trabajan para catalogar un ataque como persecución religiosa contra los cristianos en un contexto como el africano. En este continente, muchos conflictos son multifactoriales: las diferencias religiosas se mezclan con las étnicas, los agravios entre agricultores y ganaderos o simplemente la inestabilidad e inseguridad generalizada en un país.
«Los yihadistas buscan intencionadamente poblados de mayoría cristiana y, en ellos, se centran en atacar específicamente a los cristianos», ha aclarado. «Cuando se dan ataques de este tipo entendemos que es persecución».
Corea del Norte recupera el número uno de esta trágica clasificación, batiendo un nuevo récord: de 100 puntos posibles tiene 98. En este hermético país, «se está implementando una ley contra el pensamiento reaccionario» que ha llevado a las autoridades del régimen comunista a ir «casa por casa buscando a los cristianos», ha descrito Blake. Esto ha llevado al descubrimiento y detención de varias comunidades domésticas clandestinas.
Le siguen Somalia, Yemen, Eritrea, Libia, Nigeria, Pakistán, Irán, Afganistán y Sudán. En relación a Afganistán, Blake ha apuntado que el hecho de que haya pasado del primer lugar el año pasado al noveno no implica que la persecución que sufren los cristianos de origen musulmán se haya reducido.
«En 2021 los talibanes fueron puerta por puerta buscando a los cristianos para matarlos». Otros muchos huyeron, por lo que los integristas han llegado a la conclusión de que si no han sido eliminados del todo, «ya no es importante buscar a los que quedan», y han reducido la presión.
Dentro de la preocupación por el agravamiento de la persecución religiosa en la última década, el director de Puertas Abiertas, Ted Blake, ha señalado algunos signos de esperanza. Por ejemplo, en el período que analiza su último informe —de octubre de 2021 a septiembre de 2022— el número de iglesias atacadas se redujo de forma considerable. En concreto, pasó de 5.110 a 2.110.
Por otro lado, «algunos países del Golfo están teniendo algo más de tolerancia hacia los cristianos» y reduciendo la persecución. Con todo, Blake ha matizado que «no estamos seguros al 100 % de que sea algo permanente». Podría ocurrir algo similar a lo sucedido en Sudán. Allí, «hace un par de años hubo un cambio de Gobierno y un inicio de cambio de actitud frente a los cristianos». Pero ahora la situación ha involucionado, y este país es el décimo en la Lista Mundial de la Persecución.
Además, después de una primera prohibición de las ONG, al entrar el país en una grave crisis «permitieron que volvieran». Entre sus miembros hay cristianos, pero al ser extranjeros la persecución que sufren es menor. Por último, «no hemos podido verificar si las personas cristianas que han muerto allí murieron específicamente por ser cristianos» o por otros motivos, como haber colaborado con Naciones Unidas.
En cuanto a China, que con un índice de 77 puntos ocupa el puesto 16 de la lista, Blake ha alertado sobre algunas tendencias preocupantes. El gigante asiático «intenta redefinir lo que significan los derechos humanos», para dar prioridad a «la estabilidad y la seguridad» como principios de organización. «Y está buscando aliados para llevar a cabo el cambio dentro de Naciones Unidas».
Además, después de utilizar las nuevas tecnologías para controlar el seguimiento de las medidas contra la COVID-19, «ahora esa tecnología se sigue usando con otros propósitos», como instalarla en iglesias para vigilar a los fieles. Blake ha alertado además del riesgo de que estos sistemas «se estén vendiendo a otros países».
Fuente: alfayomega.es
“Hoy comenzamos a acercarnos a las figuras de otros personajes importantes de la Iglesia primitiva. También ellos gastaron su vida por el Señor, por el Evangelio y por la Iglesia. Se trata de hombres y mujeres que, como escribe Lucas en los Hechos de los Apóstoles, «han entregado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo» (15, 26)”. Audiencia del 25 de octubre 2006
Con estas palabras Benedicto XVI anunciaba su propósito de comentar la vida de algunos primeros cristianos. Tras haber presentado en los precedentes encuentros semanales con los peregrinos las figuras de los doce apóstoles, el pontífice pasó a presentar figuras de hombres y mujeres de los orígenes de la Iglesia.
Para ello comienza el Papa explicando qué tipo de padre fue san José y la misión que Dios le confió. San José no fue lo que hoy llamaríamos “padre biológico” de Jesús, sino solo su “padre legal”. Sin embargo, él vivió la paternidad sobre Jesús y el ser esposo de María de manera eminente. Así lo han considerado muchos santos desde san Ireneo y san Agustín, pasando por diversos doctores de la Iglesia entre los que destaca el caso de santa Teresa de Ávila, hasta san Josemaría y san Juan Pablo II.
Leyendo y meditando la carta de Francisco, se puede llegar a redescubrir cómo san José es no solo custodio de la Iglesia, sino también de la humanidad, particularmente de su parte más frágil, aquellos miembros más necesitados. En todo caso se trata de un santo importante. Más aún, como escribe Francisco, “después de María, Madre de Dios, ningún santo ocupa tanto espacio en el Magisterio pontificio como José, su esposo”.
¿Por qué ahora esta carta? Francisco señala que, junto con la circunstancia del 150 aniversario de la declaración de san José como patrono de la Iglesia universal, hay una razón “personal”: hablar de aquello que llena su corazón (cf. Mt 12, 34).
Además confiesa en la introducción: “Este deseo ha crecido durante estos meses de pandemia”. Así vamos conociendo algunos pensamientos y procesos espirituales que han tenido lugar en el corazón del Papa durante la pandemia (vid. más extensamente el libro Soñemos juntos: el camino a un futuro mejor. Conversaciones con Austen Ivereigh, Plaza & Janés, Madrid 2020).
Concretamente el Papa, como ha hecho en diversas ocasiones, subraya y agradece el testimonio de tantas “personas comunes –corrientemente olvidadas– que (...) están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia”; porque trabajan, infunden esperanza y rezan, casi siempre de modo discreto, pero sujetándonos a todos.
A todos ellos y a nosotros nos propone el ejemplo y la ayuda de san José: “Todos pueden encontrar en san José –el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta– un intercesor, un apoyo y una guía en tiempos de dificultad.
San José nos recuerda que todos los que están aparentemente ocultos o en 'segunda línea' tienen un protagonismo sin igual en la historia de la salvación. A todos ellos va dirigida una palabra de reconocimiento y de gratitud”.
En su carta, Francisco le dedica a san José siete epígrafes en forma de “títulos”, que podrían equivaler a siete oraciones de una pequeña “letanía del padre”: Padre amado, en la ternura, en la obediencia, en la acogida, en la valentía creativa, en el trabajo, siempre en la sombra.
Junto a las “raíces” históricas y bíblicas de san José (cf. Gn 41, 55; 2 Sam 7, Mt 1, 16.20), padre amado, y los fundamentos de su identidad y de su veneración por parte nuestra (su vínculo con la encarnación del Hijo de Dios y su papel de padre legal de Jesús y esposo de María), en la carta van apareciendo grandes temas del magisterio de Francisco, con acentos y expresiones propias.
“Jesús vio la ternura de Dios en José” (n. 2), cosa que entra en lo que cabe esperar de todo buen padre (cf. Sal 110, 13). José enseñó a Jesús, mientras le protegía en su debilidad de niño, a “ver” a Dios y a dirigirse a Él en la oración.
También para nosotros “es importante encontrarnos con la Misericordia de Dios, especialmente en el sacramento de la Reconciliación, teniendo una experiencia de verdad y ternura” (Ibid.). Ahí Dios nos acoge y nos abraza, nos sostiene y nos perdona. José también “nos enseña que, en medio de las tormentas de la vida, no debemos tener miedo de ceder a Dios el timón de nuestra barca” (Ibid.).
De un modo parecido al de María, José también pronunció su “fiat” (hágase) al plan de Dios. Fue obediente a lo que Dios le pedía, aunque esto se manifestara en sueños. Y además, lo que parece asombroso, “enseñó” la obediencia a Jesús.
“En la vida oculta de Nazaret, bajo la guía de José, Jesús aprendió a hacer la voluntad del Padre” (n. 3). Y ello, pasando por la pasión y la cruz (cf. Jn 4, 34; Flp 2, 8; Hb 5, 8).
Como escribió san Juan Pablo II en su exhortación Redemptoris custos (1989), sobre san José, “José ha sido llamado por Dios para servir directamente a la persona y a la misión de Jesús mediante el ejercicio de su paternidad; de este modo él coopera en la plenitud de los tiempos en el gran misterio de la redención y es verdaderamente ‘ministro de la salvación’”.
Todo ello pasó por la “acogida”, por parte de José, de María y del plan de Dios sobre ella. José asumió ese plan, para él misterioso, con responsabilidad personal, sin buscar soluciones fáciles. Y estos acontecimientos configuraron su vida interior. De modo que “la vida espiritual de José no nos muestra una vía que explica, sino una vía que acoge” (n. 4).
Aunque esos planes de Dios sobrepasan las expectativas de José, él no se resigna pasivamente, sino que actúa con fortaleza. Y así nos da ejemplo y nos apoya a la hora de acoger con “valentía creativa” nuestra vida tal como es, también con su parte contradictoria, inesperada e incluso decepcionante. Luego dirá san Pablo que “todo contribuye al bien de los que aman a Dios” (Rm 8, 28).
Es fácil suponer que estos –los que aman verdaderamente a Dios– son los mismos que traducen ese amor en el interés por los demás. De hecho escribe Francisco, dando otro toque muy personal: “Deseo imaginar que Jesús tomó de las actitudes de José el ejemplo para la parábola del hijo pródigo y el padre misericordioso (cf. Lc 15,11-32)” (Ibid.).
Señala el Papa que acoger lo que no hemos elegido en nuestra vida, y actuar con valentía creativa, son ocasiones de las que Dios se sirve para sacar “a relucir recursos en cada uno de nosotros que ni siquiera pensábamos tener” (n. 5). Concretamente, José “sabía transformar un problema en una oportunidad, anteponiendo siempre la confianza en la Providencia”.
¿Cómo respondió Dios a esta confianza de José? Pues precisamente confiando a su vez en José –como puede suceder con nosotros–, en lo que él podía planear, inventar, encontrar. Así –cabría deducir por nuestra parte– es siempre la misión cristiana: una oferta de confianza de Dios que pide la nuestra para hacer cosas grandes.
Y así como fue custodio de Jesús y de su madre María, "san José no puede dejar de ser el Custodio de la Iglesia, porque la Iglesia es la extensión del Cuerpo de Cristo en la historia, y al mismo tiempo en la maternidad de la Iglesia se manifiesta la maternidad de María” (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 963-970). En efecto, y esta carta podría haberse llamado “custodio de la Iglesia”.
También Francisco, de manera original, nos anima a percibir que cuando cuidamos de la Iglesia, estamos cuidando de Jesús y de María. Recuérdese la función de “custodiar y servir” que el Papa atribuyó a san José en su homilía en la misa de inicio del ministerio petrino (19-III-2013).
Y no solo eso, sino que, coherentemente, los más necesitados son, por voluntad de Jesús (cf. Mt 25, 40), también ese “Niño” que José sigue cuidando:
“Cada persona necesitada, cada pobre, cada persona que sufre, cada moribundo, cada extranjero, cada prisionero, cada enfermo son ‘el Niño’ que José sigue custodiando. Por eso se invoca a san José como protector de los indigentes, los necesitados, los exiliados, los afligidos, los pobres, los moribundos” (Patris corde, n. 5).
Es bien interesante esta profundización en san José como custodio de la Iglesia en y a través (aunque no exclusivamente) de los más pobres, sugiriendo también nada menos que María se identifica con ellos. Esto no es extraño, cabe pensar, puesto que ella es madre de misericordia y esposa de Cristo que se identifica con todo lo que a él le afecta y le importa.
“De José –propone el Papa– debemos aprender el mismo cuidado y responsabilidad: amar al Niño y a su madre; amar los sacramentos y la caridad; amar a la Iglesia y a los pobres. En cada una de estas realidades está siempre el Niño y su madre”.