La Oficina de Prensa de la Santa Sede ha publicado el testamento espiritual de Benedicto XVI.
En su testamento, el papa emérito Benedicto XVI pide a los cristianos “mantenerse firmes en la fe” y “no confundirse”. Se reafirma en que la ciencia y la fe no son contradictorias. Fue una constante durante todo su pontificado.
BENEDICTO XVI
21 de noviembre, 2012
“Fe y razón se necesitan y complementan, no sólo para una comprensión meramente intelectual sino también para alimentar verdaderas esperanzas en la humanidad y orientar las actividades hacia la promoción del bien de todos”.
En su testamento, Benedicto XVI también reflexiona sobre cómo la fe ha madurado con el paso de los años y “aprendido a entender mejor los límites de sus afirmaciones” a través de “el diálogo con las ciencias naturales”.
Al final de su testamento espiritual, el papa emérito pide a los fieles que recen por él y asegura que él lo hará por ellos “de corazón”.
Los artículos a continuación no se enumeran ni clasifican en ningún orden en particular.
En 2022, aprendimos sobre el arte rupestre antiguo y las inscripciones en la Península Arábiga, algunas de las cuales llevan cruces y expresan oraciones cristianas.
Jesús en el Corán se llama Isa, que corresponde al nombre divino 'sy (encerrado en un círculo) invocado en este texto conmemorativo. Dibujo: Cortesía del Proyecto de Levantamiento Epigráfico Badia.
Algunas de las inscripciones son anteriores al nacimiento del Islam y proporcionaron algunas de las primeras pruebas de la expansión del cristianismo en la región.
Durante las renovaciones del edificio en la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, los arqueólogos se encontraron con un descubrimiento sorprendente, una gran parte del altar original de la iglesia.
Los excavadores creen que la losa de piedra alguna vez adornó el altar mayor del siglo XII de uno de los lugares más sagrados de la cristiandad. Los arqueólogos creen que el antiguo altar es el mismo que describieron los peregrinos durante la consagración de la iglesia en 1149.
El altar fue utilizado por primera vez por los sacerdotes católicos, que controlaron el sitio hasta la partida de los cruzados, y luego por los griegos ortodoxos, que lo usaron continuamente hasta el incendio de 1808.
Septiembre de 2022 marcó el 200 aniversario del desciframiento de Jean-François Champollion de la escritura jeroglífica egipcia de la piedra de Rosetta y el idioma detrás de ella.
La capacidad de leer textos egipcios antiguos desbloqueó una gran cantidad de fuentes textuales e históricas relacionadas con la Biblia, incluida la famosa estela de Merneptahmar muerto, que encontró la primera mención de un pueblo llamado Israel, y muchos otros relatos que vinculaban la historia bíblica y egipcia.
Hablando de aniversarios, 2022 marcó el 75 aniversario del descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto, uno de los hallazgos arqueológicos más importantes del siglo XX.
En las décadas posteriores a su descubrimiento, equipos de eruditos juntaron los rollos para reconstruir una asombrosa biblioteca de textos judíos primitivos que datan desde el siglo III a. C. hasta el siglo I d.
Una de las historias más fascinantes del año fue el anuncio de una nueva inscripción sensacional del Monte Ebal en Cisjordania.
Los investigadores afirman que la inscripción es el texto hebreo más antiguo que también contiene la referencia más antigua al dios Yahvé en el antiguo Israel.
Sin embargo, abundan las preguntas y algunos académicos han expresado serias dudas sobre las afirmaciones sensacionales del equipo.
¿Podría finalmente responderse la pregunta de cómo los antiguos egipcios transportaron el material necesario para construir las pirámides? Un artículo publicado en 2022 propone haber hecho exactamente eso, al demostrar que una larga rama seca del río Nilo una vez corrió mucho más cerca del sitio que en la actualidad.
Sobre el tema de las vías fluviales secas, una gran sequía en Irak brindó a los arqueólogos la rara oportunidad de excavar una ciudad que había estado perdida durante más de tres milenios.
Se cree que la ciudad es la antigua Zakhiku, un importante centro comercial del reino Mitannian de la Edad del Bronce.
En la Biblia, los filisteos son quizás mejores conocidos como los archienemigos de los israelitas, pero eran mucho más que eso. Eche un vistazo a la evidencia genética arqueológica, bíblica e incluso moderna de quiénes eran y de dónde iban.
El año pasado también nos proporcionó la oración alfabética más antigua jamás descubierta. La inscripción, tallada en un peine de marfil, data de alrededor de 1700 a. C., solo un siglo después de que la mayoría de los estudiosos creen que se inventó el alfabeto.
Escrita en una escritura protocananea arcaica, la inscripción arroja nueva luz sobre el desarrollo temprano del alfabeto y la vida cotidiana de la importante ciudad cananea de Laquis.
A pesar del progreso realizado en el desciframiento de escrituras antiguas en los últimos dos siglos, algunos siguen estando tentadoramente fuera de nuestro alcance, incluida la antigua escritura iraní, Linear Elamite.
¿O es eso? Según una nueva investigación, esta escritura de 4000 años de antigüedad, que mostró el idioma de Elam, finalmente se ha descifrado casi por completo.
Ojalá también nosotros seamos consecuentes con la elevada dignidad de nuestro bautismo y sepamos comportarnos como verdaderos hijos de Dios en todos los ambientes y circunstancias en las que nos movamos. Que hagamos presente, con nuestras vidas, el verdadero ejemplo de un cristiano comprometido, que se entrega y lucha por la santidad, como lo hicieron los primeros.
Vuestro bautismo ha de ser para vosotros como vuestra armadura, la fe como un yelmo, la caridad como una lanza. (SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Carta a Policarpo, 5, 1-8)
Al renovarnos por la remisión de los pecados, nos ha dado un nuevo ser, hasta el punto de tener un alma como de niños, según corresponde a quienes han sido creados de nuevo. (EPÍSTOLA DE BERNABÉ, 6,1)
Vamos a exponer de qué manera, renovados por Cristo nos hemos consagrado a Dios.
A quienes aceptan y creen que son verdad las cosas que enseñamos y exponemos y prometen vivir de acuerdo con estas enseñanzas, les instruimos para que oren a Dios con ayunos, y pidan perdón de sus pecados pasados, mientras nosotros, por nuestra parte, oramos y ayunamos también juntamente con ellos.
Luego los conducimos a un lugar donde hay agua, para que sean regenerados del mismo modo que fuimos regenerados nosotros. Entonces reciben el baño del bautismo el nombre de Dios, Padre y Soberano del universo, y nuestro Salvador Jesucristo, y del Espíritu Santo. (SAN JUSTINO, Apología en defensa de los cristianos I, 61)
Este Bautismo es el sello de lavida eterna y el nuevo nacimiento en Dios, de suerte que ya no somos de hombres mortales, sino del Dios eterno. (SAN IRENEO DE LYÓN, Demostración de la predicación apostólica, 3)
El que se sumerge con fe en este baño de regeneración renuncia al diablo y se adhiere a Cristo, niega al enemigo del género humano y profesa su fe en la divinidad de Cristo, se despoja de su condición de siervo y se reviste de la de hijo adoptivo, sale del bautismo resplandeciente como el sol, emitiendo rayos de justicia, y, lo que es más importante, vuelve de allí convertido en hijo de Dios y coheredero de Cristo. (SAN HIPÓLITO, Sermón sobre la Teofanía, 2, 6-8)
Ya que nosotros somos como una vasija de barro, por eso necesitamos en primer lugar ser purificados por el agua (Bautismo), después ser fortalecidos y perfeccionados por el fuego espiritual -Dios, en efecto, es un fuego devorador-; y, así, necesitamos del Espíritu Santo para nuestra perfección y renovación. (DÍDIMO DE ALEJANDRIA, Tratado sobre la Santísima Trinidad, 2,12)
A nosotros, los renacidos por el sacramento del bautismo, se nos concede un gran gozo, ya que experimentamos en nuestro interior las primicias del Espíritu Santo, cuando penetra en nosotros la inteligencia de los misterios, el conocimiento de la profecía, la palabra de sabiduría, la firmeza de la esperanza, los carismas medicinales y el dominio sobre los demonios sometidos. Estos dones nos penetran como llovizna y, recibidos, proliferan en multiplicidad de frutos.(SAN HILARIO DE POITIERS, Tratado sobre los salmos, Salmo 64, 14-15)
En el bautismo se proponen como dos fines, a saber, la abolición del cuerpo de pecado, a fin de que no fructifique para la muerte; y la vida del Espíritu, para que abunden los frutos de santificación; el agua representa la muerte, haciendo como si acogiera al cuerpo en el sepulcro; mientras que el Espíritu es el que da la fuerza vivificante, haciendo pasar nuestras almas renovadas de la muerte del pecado a la vida primera. Esto es, pues, lo que significa nacer de nuevo del agua y del Espíritu: puesto que en el agua se lleva a cabo la muerte, y el Espíritu crea la nueva vida nuestra. (SAN BASILIO MAGNO, Libro sobre el Espíritu Santo, 15, 35-36)
Consiste principalmente la fuerza y virtud del bautismo en el pacto que en él hacemos con Dios, de vivir con una segunda vida más pura y perfecta que la primera; por los cual, cada uno de nosotros debe vivir con grande temor, y guardar su corazón con exactísimo cuidado, para no faltar a un pacto tan divino. Porque si los hombres toman a Dios por testigo para asegurar la alianza que contraen con otros hombres, ¿cuánto más peligroso será violar la que hemos hecho con el mismo Dios, y ser no solamente reos de nuestros pecados, sino también de la culpa de haber faltado a la palabra que tan solemnemente hemos jurado ante el tribunal de la suprema Verdad? (SAN GREGORIO NACIANCENO, Discurso 40, 48)
10. Nacido en Cartago en el seno de una rica familia pagana, después de una juventud disipada, San Cipriano se convierte al cristianismo a la edad de 35 años. Él mismo narra su itinerario espiritual: «Cuando todavía yacía como en una noche oscura», escribe meses después de su bautismo, «me parecía sumamente difícil y fatigoso realizar lo que me proponía la misericordia de Dios… Estaba ligado a muchísimos errores de mi vida pasada, y no creía que pudiera liberarme, hasta el punto de que seguía los vicios y favorecía mis malos deseos… Pero después, con la ayuda del agua regeneradora, quedó lavada la miseria de mi vida precedente; una luz soberana se difundió en mi corazón; un segundo nacimiento me regeneró en un ser totalmente nuevo. De manera maravillosa comenzó a disiparse toda duda… Comprendía claramente que era terrenal lo que antes vivía en mí, en la esclavitud de los vicios de la carne, y por el contrario era divino y celestial lo que el Espíritu Santo ya había generado en mí» («A Donato», 3-4). (BENEDICTO XVI presenta a San Cipriano de Cartago, 6 junio 2007)
11. Los fieles laicos con el Bautismo asumen el oficio sacerdotal, real y profético. Al fiel laico él dice: «También a ti el Bautismo te hace rey, sacerdote y profeta» (Homilía 3,5 sobre la Segunda Carta a los Corintios). Surge de aquí el deber fundamental de la misión, porque cada uno en alguna medida es responsable de la salvación de los demás: «Éste es el principio de nuestra vida social... ¡no interesarnos sólo en nosotros!» (Homilía 9,2 sobre el Génesis). Todo se desenvuelve entre dos polos: la gran Iglesia y la «pequeña Iglesia», la familia, en recíproca relación. (BENEDICTO XVI presenta a San Juan Crisóstomo, 19 septiembre 2007)
12. Las homilías de San Cirilo constituyen una catequesis sistemática sobre el renacimiento a través del Bautismo. Al catecúmeno, le dice: «Caíste en las redes de la Iglesia (Cf. Mateo 13,47): con vida serás cogido; no huyas; es Jesús quien te ha echado el anzuelo, y no para destinarte a la muerte, sino para, entregándote a ella, recobrarte vivo: pues es necesario que tú mueras y resucites (Cf. Romanos 6, 11.14)… Muere a los pecados y vive para la justicia; hazlo desde hoy» («Procatequesis» 5). (BENEDICTO XVI, presenta a San Cirilo de Jerusalén, 20 junio 2007)
13. La fidelidad a Dios es un don de su gracia. Por ello, san Hilario pide al final de sutratado sobre la Trinidad poderse mantener siempre fiel a la fe del bautismo. Esuna característica de este libro: la reflexión se transforma en oración y la oración sehace reflexión. Todo el libro es un diálogo con Dios. Quisiera concluir la catequesisde hoy con una de estas oraciones, que se convierte también en oración nuestra:
«Haz, Señor -reza Hilario movido por la inspiración- que me mantenga siempre fiel a lo que profesé en el símbolo de mi regeneración, cuando fui bautizado en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo. Que te adore, Padre nuestro, y junto a ti a tu Hijo; que sea merecedor de tu Espíritu Santo, que procede de ti a través de tu Unigénito… Amén» («De Trinitate» 12, 57). (BENEDICTO XVI presenta a San Hilario de Poitiers, 10 octubre 2007
No se puede negar la historicidad de los Reyes Magos basándose en hechos científicos, sino más bien todo lo contrario. Benedicto XVI se refirió en varias ocasiones a estos personajes en sus intervenciones y escritos. Destacan a mi entender dos momentos álgidos en relación a este asunto: la JMJ de 2005 en Colonia y el texto incluído en su libro ‘La infancia de Jesús’.
Vaya por delante que un humilde servidor jamás ha dudado de la existencia de los Reyes Magos, por más que algunas divagaciones teológicas pseudocientíficas escritas por ‘sesudos’ católicos y no católicos sigan enturbiando la verdad de los hechos.
Algunos supimos en la JMJ 2005 en Colonia que existía reliquias de los Reyes Magos. Fue el 23 de julio de 1164 cuando llegaron a dicha ciudad provenientes de Milán. Atravesaron los Alpes escoltadas por el arzobispo de Colonia Reinald von Dassel, no sin dificultades, y contribuyendo su traslación a fraguar la conciencia de los orígenes cristianos de Europa.
Por ser los primeros peregrinos cristianos, después de la Sagrada Familia de Nazaret y del mismo Cristo que dejó el Cielo para venir a la Tierra, se les ha considerado patronos del buen viaje. Así parece atestiguarlo la fíbula áurea redonda del tesoro sepulcral Granja del Turuñuelo que se conserva en el Museo Arqueológico de Madrid, sección España visigoda, donde aparece representada una adoración de los Magos y unas inscripciones alusivas.
En agosto de 2005, durante la JMJ de Colonia, Benedicto XVI dijo sobre los Reyes Magos cosas tales como:
«La ciudad de Colonia no sería lo que es sin los Reyes Magos, que tanto han influido en su historia, su cultura y su fe. En cierto sentido, la Iglesia celebra aquí todo el año la fiesta de la Epifanía…Por eso, antes de saludaros a vosotros, queridos habitantes de Colonia, he querido recogerme unos instantes en oración ante el relicario de los tres Reyes Magos, dando gracias a Dios por su testimonio de fe, de esperanza y de amor…».
Continuaba el Pontífice asegurando que:
«en su peregrinación por Europa, esas reliquias han dejado huellas evidentes, que aún hoy permanecen en los nombres de lugares y en la devoción popular…Los Magos que vienen de Oriente son sólo los primeros de una larga lista de hombres y mujeres que en su vida han buscado constantemente con los ojos la estrella de Dios, que han buscado al Dios que está cerca de nosotros, seres humanos, y que nos indica el camino…
Por eso nos alegramos de pertenecer a esta gran familia que vemos aquí; de tener hermanos y amigos en todo el mundo. Justo aquí, en Colonia, experimentamos lo hermoso que es pertenecer a una familia tan grande como el mundo, que comprende el cielo y la tierra, el pasado, el presente y el futuro de todas las partes de la tierra. En esta gran comitiva de peregrinos, caminamos junto con Cristo, caminamos con la estrella que ilumina la historia».
Por otro lado, en el capítulo IV de ‘La infancia de Jesús’ (2012) Benedicto XVI habló de los Reyes Magos en estos términos:
«¿Qué clase de hombres eran esos que Mateo describe como «Magos» venidos de «Oriente»?...Los hombres de los que habla Mateo no eran únicamente astrónomos. Eran «sabios»; representaban el dinamismo inherente a las religiones de ir más allá de sí mismas; un dinamismo que es búsqueda de la verdad, la búsqueda del verdadero Dios, y por tanto filosofía en el sentido originario de la palabra…
Podemos decir con razón que representan el camino de las religiones hacia Cristo, así como la autosuperación de la ciencia con vistas a él. Están en cierto modo siguiendo a Abraham, que se pone en marcha ante la llamada de Dios. De una manera diferente están siguiendo a Sócrates y a su preguntarse sobre la verdad más grande, más allá de la religión oficial. En este sentido, estos hombres son predecesores, precursores, de los buscadores de la verdad, propios de todos los tiempos».
Podríamos decir que los Reyes Magos eran científicos de la época abiertos a la Verdad, como siguen existiendo hoy. En el libro, de lectura más que recomendable, termina indicando la posibilidad de que su proveniencia geográfica sea Tartessos, situado históricamente en la actual Andalucía española. El propio Benedicto XVI concluye sus reflexiones sobre los Magos señalando algo muy interesante y de ayuda para todos nosotros hoy:
«¿Es verdaderamente historia acaecida, o es sólo una meditación teológica expresada en forma de historias? A este respecto, Jean Daniélou observa con razón: "A diferencia de la narración de la anunciación [a María], la adoración de los Magos no afecta a ningún aspecto esencial de la fe. Podría ser una creación de Mateo, inspirada por una idea teológica; en ese caso, nada se vendría abajo" (p. 105).
El mismo Daniélou, sin embargo, llega a la convicción de que se trata de acontecimientos históricos, cuyo significado ha sido teológicamente interpretado por la comunidad judeocristiana y por Mateo. Por decirlo de manera sencilla: ésta es también mi convicción.
Pero hemos de constatar que en el curso de los últimos cincuenta años se ha producido un cambio de opinión en la apreciación de la historicidad, que no se basa en nuevos conocimientos de la historia, sino en una actitud diferente ante la Sagrada Escritura y al mensaje cristiano en su conjunto».
No hay , por tanto, a juicio de Benedicto XVI, motivos para dudar de la historicidad de los Reyes Magos: sus textos nos vacunan contra esa enfermedad de dudar de la veracidad científica de nuestra fe.
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En El Evangelio según San Mateo (1964), Pasolini optó por el tono costumbrista a la hora de narrar la llegada de los Magos a Jerusalén. Plaza bulliciosa, gritos de mercadeo, ir y venir de gentes con mercancías. En ese marco abigarrado y confuso, aparecen los tres Magos, con sus camellos y sus criados, y atraviesan en silencio tan agitada escena.
Tras pasar la puerta con doble arco que daba entrada a la ciudad, se dirigen por un camino estrecho hasta la misma sinagoga. Allí, en medio de una ceremonia judía de tono folclórico y deliberadamente anacrónico, los Magos preguntan a los jefes de los sacerdotes: “¿Dónde está el Rey de los judíos que acaba de nacer?
Hemos visto en Oriente su estrella y venimos a rendirle homenaje”. En un contexto de barullo y gritos sueltos, son éstas las únicas palabras que oímos con claridad, antes de su encuentro con Herodes. Fiel, nuevamente, a su puesta en escena, el guión recoge sólo las palabras que Mateo incluyó en su Evangelio.
El Mesías (1975), de Roberto Rossellini, es una versión atípica de la vida de Jesús. Austera en algunos pasajes, y más centrada en una parte de los discursos de Jesús (el mensaje de bondad) que en los milagros y signos que muestran su divinidad, el director italiano quiso subrayar la faceta más humana de la vida de Cristo. En el pasaje de Herodes con los Magos advertimos una clara intencionalidad paródica.
La escena arranca con un primer plano de los pies del monarca, doloridos por un esfuerzo que nunca hizo: todo aquí sugiere su hipocondría. El plano se abre para mostrar a un Herodes más preocupado por sus afeites y cuidados que por sus súbditos y su reino. Por eso, de los Magos recién llegados (le anuncian unos “sabios, príncipes astrólogos”) lo único que le interesa es el anuncio de un nuevo rey en sus tierras.
En consecuencia, tras escuchar los detalles de la profecía por uno de sus cortesanos, recibe a losMagos tumbado en su cama –otras vez su hipocondría y su comodidad- y les muestra una falsa hospitalidad que es inmediatamente desacreditada en el gesto final con el jefe de su guardia.
Con todo, el pasaje más completo de toda esa secuencia nos la proporciona el filme María de Nazaret (1995). Jean Delannoy muestra, primero, la llegada humilde de los pastores a la gruta y, en paralelo, la ostentosa recepción a los Magos.
Vemos después a un Herodes llagado en todo el cuerpo (tiene lepra y no para de rascarse), lo que es un adelanto en el tiempo –una licencia artística- de lo que el Nuevo Testamento nos dirá de su abuelo Herodes Agripa: tras matar a Santiago y encarcelar a Pedro, fomenta que la plebe le trate como a un dios, por lo que “fue herido por un ángel del Señor, y expiró comido por los gusanos” (Hechos 12, 23).
Este hecho milagroso, que se refleja más adelante en el filme, es relatado también por el historiador judío Flavio Josefo en sus Antigüedades Judías: “La gente gritó: ‘Ahora te honramos como dios’. El rey… sintió un agudo dolor estomacal, y tras sufrir continuamente durante cinco días, murió a la edad de 54 años” (Libro XVII, Cap. VI).
En el pasaje que hemos seleccionado, llaman la atención el dramatismo de las escenas, la fuerte concatenación de las mismas, el tono caricaturesco de Herodes y el duro contraste entre él y los demás grupos de personajes: la humildad de los pastores frente a la pompa de palacio, la sinceridad de los Magos frente a la falsa adulación del monarca, la sumisa obediencia de su siervo frente al duro maltrato al que le somete. El final de todo el fragmento, a las puertas ya de la cueva, sorprende por la enorme concurrencia allí congregada.
Vídeo al estilo "stop-motion" (a base de fotografías) que muestra quién es el Papa Benedicto XVI de un modo fresco.
Es una de las mayores mentes hoy en día, y tiene la habilidad de hablar sobre cosas profundas de un modo fácil de entender.
Es una persona más cercana a los jóvenes de lo que parece a primera vista.
https://www.primeroscristianos.com/benedicto-xvi-pontificado/
En el Antiguo y en el Nuevo Testamento con el nombre de Magos se hacía referencia a personas dedicadas a la magia, entendida en sentido amplio. Mateo no habla de Rey, ni han sido así definidos por los Padres de la Iglesia más antiguos. En cualquier caso, ya Tertuliano -al inicio del 200- escribió que los Magos de oriente eran considerados Reyes.
La explicación puede estar en el deseo de aplicar las profecías, como la de Isaías: «Las naciones serán guiadas por tu luz, y los reyes, por tu amanecer esplendoroso» (Is 60,3), y también la profecía de un Salmo: «Por razón de tu templo en Jerusalén Los reyes te ofrecerán dones» (Sal 68,29).
Pronto, en la cristiandad se les empezó a llamar Reyes Magos, también para mostrar su importancia y, con su adoración, la sumisión de los potentes de la tierra al Dios hecho Niño.
Los personajes en cuestión eran casi con toda certeza de religión zoroastriana, y cultivaban la observación del firmamento. Posiblemente serían astrólogos, en el sentido que este nombre indicaba para su época, es decir, en su acepción sirio-babilónica, y no helénica.
Recordamos que en el origen de la tradición mesopotámica las apariciones del cielo eran vistas como algo para reflexionar y, en ocasiones, como una anticipación de lo que iba a suceder en la tierra, pero sin implicaciones de carácter casual y astrolátrico.
De los Magos no se conoce el número: la tradición cristiana representa dos en un fresco del siglo IV en las catacumbas de san Marcelino y san Pedro en Roma. Con respecto a los nombres de los Reyes, a partir del siglo VII, se encontraron fuentes a favor de los nombres Gaspar, Melchor y Baltasar, como refiere el venerable Beda (673-735), quien también señala que el tercero era negro.
Sus presuntos restos se encontraron en Persia, fueron transportados a Constantinopla por santa Elena o por el emperador Zenon, y posteriormente transferidos a Milán en el siglo V. Después fueron llevados definitivamente a Colonia en el siglo XII, donde existe hasta ahora un sepulcro objeto de gran veneración.
"Stella di Betlemme", artículo publicado en la revista "Scienza e Fede", por Michele Crudele.
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Belén era una ciudad pequeña. En tiempo de Nuestro Señor no llegaría a los dos mil habitantes. Y aunque hubiera aumentado por aquellos días la población con motivo del empadronamiento, no pasaría inadvertido aquel joven matrimonio que había tenido su primer hijo en las afueras del pueblo. Tampoco olvidemos que Belén era la cuna del Mesías esperado y que las esperanzas mesiánicas estaban muy vivas en todas partes, pero especialmente allí, donde había de surgir.
José buscó enseguida un lugar más confortable para Jesús y para su Madre. Ocho días más tarde, cuando tuvo lugar el pequeño festejo que acompañaba a la circuncisión, aquella Familia de recién llegados no se encontrarían del todo solos. Por su parte, también ellos tendrían algo que ofrecer dentro de su pobreza y de estar lejos de su residencia habitual. Quizá los mismos presentes que habían llevado los pastores servirían para este pequeño agasajo.
La circuncisión constituía un acontecimiento importante en la vida del niño judío, pues por esta ceremonia los varones entraban a formar parte del pueblo elegido. Su origen no era exclusivamente hebreo, pero sólo el pueblo judío le dio sentido religioso. Esta ceremonia era la señal visible del pacto que Dios hizo con Abrahán y con sus descendientes. Según el núcleo fundamental de este pacto, Yahvé sería el Dios de Abrahán y de su descendencia.
Los profetas repiten esta idea muchas veces mirando a sus tiempos y a la época mesiánica: Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo. El incircunciso quedaba excluido del pacto y, por tanto, del pueblo de Dios, excomulgado. Uno de los mayores insultos para un judío era ser llamado «incircunciso».
Por el contrario, el esclavo podía participar incluso de la cena pascual si estaba circuncidado. Pero ya el profeta Jeremías proclama que la circuncisión material no basta si en el adulto no va acompañada de la búsqueda de Dios y de la fidelidad interior, lo que llama la circuncisión del corazón. Insta a la conversión interior para ser verdaderos hijos de Abrahán. La circuncisión en tiempos de nuestro Señor es considerada, junto al sábado, como el soporte esencial del judaísmo.
Todo nos revela la importancia de esta ceremonia en el pueblo hebreo. Era tan central este rito que tenía primacía sobre el descanso sabático, y sólo podía ser diferido por razones de gran peso. Con esta luz se puede comprender mejor la polémica originada en los comienzos del cristianismo cuando los apóstoles declaraban que no era necesario circuncidarse para pertenecer al nuevo Pueblo de Israel, la Iglesia.
San Pablo explica que la circuncisión, después de la venida de Cristo, ya no es nada, como tampoco la incircuncisión; ya no hay circunciso ni incircunciso. Una sola cosa cuenta: Cristo, que en el Bautismo imprime en el neófito una señal indeleble y misteriosa que le configura con Él mismo.
En virtud de este precepto de la Ley judía, Jesús fue circuncidado al octavo día. María y José cumplieron puntualmente con esta obligación, como las demás familias israelitas.
La ceremonia tenía lugar en la casa donde vivía el niño con sus padres, y el ministro de la circuncisión era una especie de practicante o cirujano, hábil en su oficio, habitualmente encargado de verificarla. Se requerían testigos y un padrino, y se procedía de acuerdo con un determinado rito en el que el padre tenía una breve intervención.
Con esta sencilla ceremonia, Jesús entró de modo oficial a formar parte del pueblo judío. San Pablo mencionará este hecho como principio de la consagración y sacrificio de Cristo, fuente de bendiciones para todos los que habían de unirse a su Cuerpo por la fe y el bautismo.
La circuncisión llevaba consigo otro acto muy importante en el pueblo judío: la imposición del nombre, que en el caso de Nuestro Señor fue fijado por Dios mismo a través del ángel: le pondrás por nombre Jesús, le había dicho a José.
Con el nombre no sólo se designaba a una persona; se quería indicar además algo propio y exclusivo de ella, expresaba su misma naturaleza, su misión o sus cualidades más características. Con el nombre queda señalado lo que de él se deseaba o se esperaba.
Jesús significa Salvador. Con Él llegó la salvación al mundo entero: Dios lo exaltó y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre; para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos. Para los judíos el nombre que está sobre todo nombre es el nombre de Dios (Yahvé), al que la Ley mosaica obligaba a tener un respeto extraordinario.
Cuando se lee en el Génesis que Adán dio nombre a todos los animales, lo que hizo en realidad fue expresar lo que cada uno era y manifestar su dominio sobre los vivientes. Pero cuando el nombre viene impuesto por Dios, entonces tiene una profunda relación con lo que en su más honda realidad es aquel hombre a quien se le impone, con lo más esencial, con lo que constituye la raíz de su ser.
Podemos fijarnos, por ejemplo, en Abrahán: fue Abrán hasta que Dios le mudó el nombre al confirmar su alianza con él: He aquí mi pacto contigo: serás padre de una muchedumbre de pueblos, y ya no te llamarás Abrán, sino Abrahán, porque yo te haré padre de una muchedumbre de pueblos.
O en el caso del último de los hijos de Jacob, Benjamín (hijo de la dicha, nombre dado por Jacob), antes Benomi (hijo de mi dolor, nombre que le dio su madre, Raquel). Así, el nombre de Jesús, al significar salvador, indicaba lo que Jesús es. Existe en este caso una profunda y especial unidad entre la persona y su misión. Su nombre es santo y tiene una virtud que no se ha concedido a ningún otro.
Terminada la circuncisión del Niño, María y José le llamaron por su nombre, Jesús. Así le nombrarían sus amigos y conocidos de Nazaret: Jesús, el hijo de María, Jesús Maestro… Jesús, Hijo de David…
Vida de Jesús (Fco. Fdz Carvajal)
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Creo poder afirmar que cada encuentro con él fue una verdadera experiencia espiritual que marcó mi alma. Juntos dibujan un retrato espiritual de aquel a quien considero un santo y de quien espero que pronto sea canonizado y declarado Doctor de la Iglesia.
Cuando llegué a la Curia romana en 2001 siendo un joven arzobispo -tenía entonces 56 años- observaba con admiración la perfecta comprensión entre Juan Pablo II y el entonces cardenal Ratzinger. Estaban tan unidos que se les había hecho imposible separarse uno de otro. Juan Pablo II se maravilló de la profundidad de Joseph Ratzinger. Por su parte, el cardenal quedó fascinado por la inmersión de Juan Pablo II en Dios. Ambos buscaban a Dios y querían darle al mundo el gusto por esta búsqueda.
A partir de 2008 sustituí al Cardenal Dias, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos en varias reuniones, porque padecía una enfermedad debilitante. En este contexto, tuve la oportunidad de tener muchas sesiones de trabajo con el Papa Benedicto XVI.
En particular, tuve que presentarle los proyectos para el nombramiento de obispos de las más de 1000 diócesis de los países de misión. Teníamos sesiones que a veces eran bastante largas, más de una hora. Había que discutir y sopesar situaciones delicadas. Algunos países vivían bajo un régimen de persecución. Otras diócesis estaban en crisis. Me llamó la atención la capacidad de escucha y la humildad de Benedicto XVI.
Creo que siempre confió en sus colaboradores. Esto también le ha valido traiciones y decepciones. Pero Benedicto XVI era tan incapaz de disimular que no podía creer que un hombre de Iglesia fuera capaz de mentir. La elección de los hombres no fue fácil para él.
A partir de estas largas y repetidas entrevistas, obtuve una mejor comprensión del alma del Papa bávaro.
Había en él una confianza perfecta en Dios, que le daba una paz tranquila y un gozo continuo. Juan Pablo II mostró a veces una ira santa. Benedicto XVI siempre mantuvo la calma. A veces se lastimó y sufrió profundamente al ver almas alejarse de Dios. Estaba lúcido sobre el estado de la Iglesia. Pero estaba habitado por una fuerza pacífica. Sabía que la verdad no se negocia.
En ese sentido, no le gustaba el aspecto político de su función. Siempre me ha llamado la atención la alegría luminosa de su mirada. También tenía un humor muy suave, nunca violento o vulgar.
Recuerdo el Año Sacerdotal que decretó en 2009. El Papa quiso subrayar las raíces teológicas y místicas de la vida de los sacerdotes. Había afrontado con verdad y valentía las primeras revelaciones sobre casos de pederastia en el clero. Quería ir hasta el final de la purificación. Este año culminó con una magnífica vigilia en la Plaza de San Pedro. El sol poniente inundaba la columnata de Bernini con una luz dorada. El lugar estaba lleno.
Pero a diferencia de lo habitual, no hay familias, ni monjas, solo hombres, solo sacerdotes. Cuando Benedicto XVI entró en el papamóvil, todos comenzaron a aclamarlo con un solo corazón, llamándolo por su nombre. Fue sorprendente, todas estas voces masculinas cantando “Benedetto” al unísono. El Papa estaba muy conmovido. Cuando se volvió hacia la multitud después de subir al escenario, sus lágrimas fluían.
Le trajeron el discurso preparado, que dejó de lado, y respondió libremente a las preguntas. ¡Qué tiempo tan maravilloso! El padre sabio enseñó a sus hijos. El tiempo estaba como suspendido, confió Benedicto XVI. Esa noche tuvo palabras definitivas sobre el celibato sacerdotal. Luego la velada terminó con un largo momento de adoración al Santísimo Sacramento. Porque siempre quiso llevar a la oración a los que encontraba.
Benedicto XVI amaba apasionadamente a los sacerdotes. La crisis del sacerdocio, la purificación del sacerdocio fueron sus Vía Crucis diarios. Le gustaba conocer a los sacerdotes, hablarles familiarmente.
También le importaban especialmente los seminaristas. Rara vez estaba más feliz que rodeado de todos estos jóvenes estudiantes de teología que le recordaban sus primeros años como maestro. Recuerdo aquel memorable encuentro con los seminaristas en Estados Unidos cuando se reía a carcajadas y bromeaba con ellos. Mientras coreaban “te amamos”, la voz del Papa se quebró y les dijo con emoción paternal: “Rezo por ustedes todos los días”.
Este Papa tenía un profundo sentido cristiano del sufrimiento. Repetía a menudo que la grandeza de la humanidad está en la capacidad de sufrir por amor a la verdad. ¡En este sentido, Benedicto XVI es grande!
La oración, la adoración estuvo en el centro de su pontificado. ¿Cómo olvidar la JMJ de Madrid? El Papa estaba radiante de alegría ante una multitud entusiasta de más de un millón de jóvenes de todo el mundo. La comunión entre todos era palpable. Cuando comenzó su discurso, se desató una terrible tormenta. El decorado amenazaba con derrumbarse y el viento se había llevado la gorra blanca de Benedicto XVI. Su séquito quería cobijarlo. El se negó.
Estaba sonriendo bajo la lluvia torrencial de la que apenas lo protegía un pobre paraguas. Estaba sonriendo mientras miraba a esta multitud en el viento y la tormenta. Se quedó hasta el final. Cuando los elementos se calmaron, el ceremonial le trajo el texto que debía pronunciar, pero prefirió omitir el discurso preparado para no adelantar el tiempo previsto para la adoración eucarística.
En 2010 regresé de un viaje a la India. Tenía una cita con Benedicto XVI para una audiencia privada. Fue allí donde me anunció su intención de hacerme cardenal en el próximo consistorio y mi nombramiento en Cor Unum (el dicasterio encargado de las obras de caridad). Nunca olvidaré la razón que me dio:
“Te nombré porque sé que has experimentado el sufrimiento y el rostro de la pobreza. Seréis los más capaces de expresar con delicadeza la compasión y la cercanía de la Iglesia a los más pobres”.
Nunca retrocedió ante el dolor. Nunca retrocedió ante los lobos. Intentaron silenciarlo. Nunca tuvo miedo. Su renuncia en 2013 no es fruto del desánimo sino de la certeza de que serviría mejor a la Iglesia a través del silencio y la oración.
Después de mi nombramiento por Francisco como Prefecto del Culto Divino en noviembre de 2014, nuevamente tuve la oportunidad de reunirme varias veces con el Papa Emérito. Sabía hasta qué punto la cuestión de la liturgia estaba cerca de su corazón. Por lo tanto, a menudo lo consultaba. Me animó enérgicamente varias veces; de hecho, estaba convencido de que "la renovación de la liturgia es una condición fundamental para la renovación de la Iglesia".
Le llevé mis libros. Los leyó y dio su agradecimiento. También tuvo la amabilidad de escribir el prefacio de La Force du silent. Recuerdo el día en que le anuncié mi intención de escribir un libro sobre la crisis de la Iglesia. Ese día, estaba cansado, pero sus ojos se iluminaron. Hay que haber conocido la mirada de Benedicto XVI para entender.
Era una mirada de niño, alegre, luminosa, llena de bondad y dulzura, pero llena de fuerza y ánimo. Nunca hubiera escrito sin este estímulo. Un poco más tarde, colaboramos estrechamente con vistas a la publicación de nuestra reflexión sobre el celibato sacerdotal. Guardaré en el secreto de mi corazón los detalles de estos días inolvidables. Guardaré en lo más profundo de mi memoria su profundo sufrimiento y sus lágrimas,
¿Qué retrato pintan estos recuerdos? Creo que convergen en la imagen del Buen Pastor que tanto amaba Benedicto XVI. Quería que ninguna de sus ovejas se perdiera. Quería nutrirles con la verdad y no abandonarlos a los lobos y errores. Pero sobre todo los amaba. Amaba las almas. Los amaba porque le habían sido confiados por Cristo. Y más que nada amaba apasionadamente a este Jesús a quien quería dedicar los tres volúmenes de su obra maestra Jesús de Nazaret. Benedicto XVI amó al que es la vida, el camino y la verdad.
+ Cardenal Robert Sarah
* Prefecto Emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
https://www.primeroscristianos.com/cardenal-robert-sarah/
Benedicto XVI había convocado para ese día a los cardenales residentes en Roma con la excusa del anuncio oficial de tres canonizaciones.
Pero por sorpresa, añadió una declaración especial. La leyó a las 11:45 de la mañana.
“Por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”.
Mientras el Papa se retiraba a sus habitaciones, comunicaron la noticia dos agencias, la francesa iMedia y la italiana Ansa. También el diario oficial del Vaticano, L'Osservatore Romano, publicó una edición especial.
Benedicto tenía 85 años. Llevaba 7 años, 10 meses y 10 días como Papa. Había realizado 25 viajes, a 24 países diferentes. Hizo 44 nuevos santos, 26 hombres y 18 mujeres; y nombró 67 nuevos cardenales.
El Papa explicó de nuevo las claves de este gesto en su primera audiencia general tras el anuncio.
“He hecho esto con plena libertad por el bien de la Iglesia, después de haber rezado mucho tiempo y haber examinado delante de Dios mi conciencia, siendo conocedor de la gravedad de este acto, pero también sabiendo que no estoy preparado para desempeñar el ministerio petrino con la fuerza que este requiere”.
“(A esa edad) no podría hacer casi nada de lo que se espera de un Papa. No podría viajar, no podría presidir celebraciones públicas, ni mantener reuniones largas, ni tomar decisiones complejas. Es evidente que ha hecho bien, ha hecho lo más razonable ante Dios y ante los hombres”.
Con el paso de los años, el shock con el que muchos reaccionaron a esa decisión se ha suavizado. Un gesto de humildad, sabiduría y prudencia, que es también la gran lección del Papa profesor.
https://www.primeroscristianos.com/original-respuesta-en-video-al-mensaje-del-papa-a-los-jovenes/