¿Cómo se oponían al aborto los primeros cristianos?

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El aborto en el cristianismo primitivo 

Sí, la Iglesia primitiva se opuso al aborto tras la ascensión de Jesucristo al Cielo.

El aborto a menudo parece un tema moderno de debate, pero existe desde hace miles de años. De hecho, la Iglesia primitiva se opuso abiertamente al aborto, viéndolo como el asesinato de otra persona humana.

 

San Juan Pablo II da una breve historia de la visión de la Iglesia en su encíclica Evangelium Vitae.

Desde que entró en contacto con el mundo greco-romano, en el que estaba difundida la práctica del aborto y del infanticidio, la primera comunidad cristiana se opuso radicalmente, con su doctrina y praxis, a las costumbres difundidas en aquella sociedad, como bien demuestra la ya citada Didaché.

Entre los escritores eclesiásticos del área griega, Atenágoras recuerda que los cristianos consideran como homicidas a las mujeres que recurren a medicinas abortivas, porque los niños, aun estando en el seno de la madre, son ya «objeto, por ende, de la providencia de Dios».

 

Entre los latinos, Tertuliano afirma:

«Es un homicidio anticipado impedir el nacimiento; poco importa que se suprima el alma ya nacida o que se la haga desaparecer en el nacimiento. Es ya un hombre aquel que lo será».

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La Didaché es uno de los registros más antiguos que tenemos de la postura de la Iglesia contra el aborto, que data de alrededor del año 70 d.C.

El segundo mandamiento de la enseñanza: No mates, no adulteres, no corrompas a los menores, no forniques, no robes, no practiques la magia o la hechicería, no mates al hijo por aborto, ni quites la vida al recién nacido.

Didache 2, 2 

La Epístola de Bernabé, atribuido al compañero de Pablo, que podría datar de finales del s. I o principios del II, emite un mandamiento similar:

  “No matarás a tu hijo en el seno de la madre ni, una vez nacido, le quitarás la vida” (EpBer 19, 5).

La Epístola a Diogneto es un texto de alrededor del año 150 en el que su anónimo autor se dirige a un desconocido Diogneto, a quien le explica cómo son los cristianos, diciéndole de ellos lo siguiente:

  “Los cristianos no se distinguen del resto de la humanidad ni en la localidad, ni en el habla, ni en las costumbres. […] Todo país extranjero les es patria, y toda patria les es extraña. Se casan como todos los demás hombres y engendran hijos; pero no se desembarazan de su descendencia (abortos)” (Epístola a Diogneto 5, 5).

Y el Apologético de Tertuliano, uno de los grandes autores del primer cristianismo que vivió entre los años 155 y 222 aproximadamente, lo expone con meridiana claridad realizando incluso un pronunciamiento bien temprano en la historia, sobre el momento en el que, según él, comienza la vida:


“Los que los arrojan al Tíber; los que los exponen para que el hambre, los fríos y los perros se los coman ó los maten; los que procuran los abortos, no negarán que los matan: sólo dirán que les dan la muerte más benigna que los cristianos. ¿Y no es mayor crueldad entregar un niño á un perro que á un cuchillo?

Que hombres mayores, á quien en la condenación dejaron elegir el linaje de la muerte eligieron por más benigna la del hierro. A nosotros no nos es lícito no solamente matar hombres ó niños, pero ni desatar aquellas sangres que en el embrión se condensan.

La ley que una vez nos prohíbe el homicidio, nos manda no descomponer en el vientre de la madre las primeras líneas con que la sangre dibuja la organización del hombre, que es anticipado homicidio impedir el nacimiento. No se diferencia matar al que ya nació y desbaratar al que se apareja para nacer, que también es hombre el que lo comienza á ser como fruto de aquella semilla” (Apologeticum, 9).

Hoy como ayer, la Iglesia dice «sí» a la vida

Aproximadamente 2000 años después, la Iglesia católica no ha cambiado su postura. El papa Francisco es uno de los opositores al aborto más representantivos.

Si bien la Iglesia siempre se ha opuesto al aborto, a lo largo de los siglos la Iglesia también ha hecho hincapié en respetar la dignidad de cada persona humana, cuidando tanto de la madre como del niño.

La Iglesia cree que las mujeres no deberían tener que pasar solas por un embarazo no planificado, sino estar rodeadas de una red de personas que la apoyen a ella y a su hijo.

 

+ info -

https://www.primeroscristianos.com/la-lucha-de-los-primeros-cristianos-contra-la-practica-del-aborto-1/

 

 

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