"¿Cuál es el estilo que Jesús quiere para sus discípulos en la predicación del Evangelio?"

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La magnanimidad en la humildad. Este es el camino de vida del cristiano que quiere realmente ser un testigo del evangelio hasta los confines del mundo. El perfil de esta forma de ser "misioneros en la Iglesia" fueron delineados por el papa Francisco, la mañana del 25 de abril, durante la celebración de la misa diaria en la capilla de la Domus Sanctae Marthae.

"Apóstoles en la Iglesia con este espíritu: una gran magnanimidad y también una gran humildad"

La magnanimidad en la humildad. Este es el camino de vida del cristiano que quiere realmente ser un testigo del evangelio hasta los confines del mundo. El perfil de esta forma de ser "misioneros en la Iglesia" fueron delineados por el papa Francisco, la mañana del 25 de abril, durante la celebración de la misa diaria en la capilla de la Domus Sanctae Marthae.

Entre los concelebrantes estuvo el arzobispo Nikola Eterović, secretario general del Sínodo de los Obispos, y monseñor Eduardo Horacio García, obispo auxiliar de Buenos Aires. A la celebración asistieron los religiosos y laicos que trabajan en la Secretaría del Sínodo de los Obispos, un grupo de gendarmes de la Ciudad del Vaticano con el comandante, Domenico Giani, y numerosas familias.

Como siempre, el papa comentó las lecturas del día, tomadas esta vez de la primera carta de Pedro (5, 5-14) y del evangelio de Marcos (16, 15-20). «Jesús, antes de ascender al cielo, envía a los apóstoles a evangelizar, a predicar el reino. Los envía hasta los confines del mundo. "Vayan por todo el mundo"», recordó.

También hizo hincapié en la universalidad de la misión de la Iglesia, señalando el hecho de que Jesús no dice a los apóstoles que vayan a Jerusalén o a Galilea..., sino que les envía por todo el mundo. Por lo tanto, abre un horizonte grande. De esto podemos comprender la verdadera dimensión de la "naturaleza misionera de la Iglesia", que sale a predicar "a todo el mundo. Pero --advirtió el papa--, no va sola; va con Jesús".

Es así que los apóstoles salieron y predicaron por todas partes. Pero "el Señor –explicó--, actuaba con ellos. El Señor trabaja con todos los que predican el evangelio. Esta es la magnanimidad que los cristianos deben tener. A un cristiano pusilánime no se le entiende. Es proprio de la vocación cristiana esta magnanimidad: cada vez más, cada vez más y más, siempre hacia adelante".

Perfil de evangelizador

Sin embargo –advirtió--, también puede suceder algo "que no sea tan cristiano". Sobre eso, se ha preguntado el papa, "¿cómo debemos avanzar? ¿cuál  es el estilo que Jesús quiere para sus discípulos en la predicación del Evangelio, en esta misión?"

Y ha dado la respuesta en el texto de san Pedro, que «nos dice un poco de este estilo: "Queridísimos, revístanse de humildad, en su trato mutuo, porque Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes". El estilo de la predicación del evangelio responde a esta actitud, la humildad, el servicio, la caridad, el amor fraternal».

El papa luego imaginó la posible objeción de un cristiano ante el Señor que le ofrece este estilo: "Pero Señor, ¡tenemos que conquistar el mundo!"  Y ha querido demostrar lo que está mal con esta actitud: «Esta palabra, 'conquistar', está mal. Lo que debemos es, predicar en el mundo. El cristiano no debe ser como los soldados cuando ganan la batalla, que hacen tabla rasa de todo».

A este punto, Francisco hizo referencia a un texto medieval en el que se dice que los cristianos, después de ganar una batalla y conquistada una ciudad, alinearon a todos los gentiles, y los ubicaron entre el baptisterio y la espada, obligándolos a elegir: el agua, es decir, el bautismo; o el arma, que sería la muerte. Y dijo: "Este no es el estilo del cristiano. Su estilo es el de Jesús, humilde”.

El cristiano –explicó--, "predica, proclama el evangelio con su testimonio, más que con las palabras. Me decía un sabio obispo italiano, hace unos días: 'A veces tenemos confusión y creemos que nuestra predicación del evangelio debe ser unsalus idearum y no una salus animarum, la salvación de las ideas y no la salvación de las almas'.

"Pero, ¿cómo se llega a la salvación de las almas? Con humildad, con la caridad. Santo Tomás tiene una frase bellísima sobre esto: "Es como ir hacia aquel horizonte que no se acaba nunca, porque siempre es un horizonte." Así es, ¿cómo proceder con esta actitud cristiana? Nos dice de no tener miedo de las cosas grandes. Ir hacia adelante, teniendo en cuenta las pequeñas cosas. Esto es divino. Es como una tensión entre lo grande y lo pequeño; los dos, esto es cristiano. Lo cristiano misionero, la predicación del evangelio de la Iglesia, va por este camino".

La confirmación se encuentra en el evangelio de Marcos. El papa lo ha señalado: «No se puede proceder de otra manera. Y en el evangelio, al final, hay una frase hermosa cuando dice que Jesús actuaba con ellos y "confirmaba la palabra con las señales que le acompañaban"».

"Cuando vamos con esta magnanimidad y con esta humildad, cuando no tenemos miedo de las cosas grandes, de este horizonte, y tomamos en cuenta las pequeñas cosas, como la humildad y la caridad diaria, (entonces) el Señor confirma la Palabra yvamos adelante. El triunfo de la Iglesia es la resurrección de Jesús. Antes está la cruz".

"Pidamos al Señor hoy --concluyó-- convertirnos en misioneros de la Iglesia, apóstoles en la Iglesia, pero con este espíritu: una gran magnanimidad y también una gran humildad."

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Tomado de L’Osservatore Romano del 25.04.2013

(Zenit.org)

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