El Papa presenta a santa Verónica Giuliani, mística italiana

 

El Papa presenta a santa  Verónica Giuliani, mística italiana
La vida cristiana necesita intimidad con Jesús, afirma el Papa

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 15 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).-

La vida cristiana necesita descubrir la unión íntima con Jesús y con la Iglesia, hasta el punto de poder abandonarse totalmente en la voluntad de Dios, afirmó hoy el Papa Benedicto XVI en la Audiencia General.

El Papa quiso hacer un paréntesis dentro de su ciclo dedicado a escritoras místicas medievales, dedicando hoy su catequesis a una santa moderna, Verónica Giuliani, al celebrarse el próximo 27 de diciembre el 350 aniversario de su nacimiento.

De hecho, entre los peregrinos presentes en el Aula, había una nutrida representación de la diócesis de Città di Castello – lugar donde murió la santa – encabezada por el obispo, monseñor Domenico Cancian.

Esta santa, nacida en pleno centro de Italia (1660-1727), entre las regiones de las Marcas y Umbria, es conocida por sus profundas experiencias místicas relacionadas con la Pasión de Cristo.

Tras perder muy pequeña a su madre, ingresó en la orden de las clarisas capuchinas. Al emitir su profesión solemne “inicia para ella el camino de configuración a Cristo a través de muchas penitencias, grandes sufrimientos y algunas experiencias místicas ligadas a la Pasión de Jesús”.

Verónica, afirmó el Papa, “se revela, en particular una testigo valiente de la belleza y del poder del Amor divino, que la atrae, la impregna, la inflama. Es el Amor crucificado que se ha impreso en su carne, como en la de san Francisco de Asís, con los estigmas de Jesús”.

La santa, que escribió por obediencia un Diario (unas 22.000 páginas) relatando sus experiencias, consignó en él “una espiritualidad marcadamente cristológico-esponsal”, la experiencia “de ser amada por Cristo, Esposo fiel y sincero, y de querer corresponder con un amor cada vez más implicado y apasionado”.

“En ella todo es interpretado en clave de amor, y esto le infunde una profunda serenidad. Todo es vivido en unión con Cristo, por amor a él, y con la alegría de poder demostrarle todo el amor de que es capaz una criatura”, afirmó el Papa.

Esta santa, añadió, invita “a hacer crecer, en nuestra vida cristiana, la unión con el Señor en el ser para los demás, abandonándonos a su voluntad con confianza completa y total, y la unión con la Iglesia, Esposa de Cristo”.

“Nos invita a participar en el amor sufriente de Jesús Crucificado para la salvación de todos los pecadores; nos invita a tener la mirada fija en el Paraíso, meta de nuestro camino terreno”, así como “a nutrirnos diariamente de la Palabra de Dios para encender nuestro corazón y orientar nuestra vida”.

Verónica Giuliani vivió también intensamente la comunión de los santos, afirmó el Pontífice, rezando, sufriendo y entregándose por los demás. También la liturgia, pues “los momentos fuertes de la experiencia mística de Verónica nunca están separados de los acontecimientos salvíficos celebrados en la liturgia”.

“Ella no sólo se expresa con las palabras de la Sagrada Escritura, sino que realmente también vive de estas palabras que se convierten en vida en ella”.

 

 

 

 

 

 

 

El Papa afirma la importancia de la clausura en la Iglesia

 

 

 

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Dedica su catequesis a la eremita y mística inglesa Juliana de Norwich

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 1 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).-

El Papa Benedicto XVI expresó hoy su reconocimiento y estima a los hombres y mujeres que se retiran a la vida contemplativa, durante la catequesis que pronunció durante la Audiencia General. El Papa quiso subrayar la importancia de esta vocación dentro de la Iglesia, al hablar de una nueva santa medieval, Juliana de Norwich, escritora y mística inglesa del siglo XIV.

  Juliana de Norwich  
  Santa Juliana de Norwich

“Las mujeres y los hombres que se retiran para vivir en compañía de Dios, precisamente gracias a esta decisión suya, adquieren un gran sentido de compasión por las penas y debilidades de los demás”, afirmó el Papa.

Estas personas son “amigas y amigos de Dios”, “disponen de una sabiduría que el mundo, del que se alejan, no posee, y con amabilidad la comparten con aquellos que llaman a sus puertas”.

Ante los fieles congregados en el Aula Pablo VI, el Papa aseguró su “admiración y reconocimiento” a los monasterios de clausura, “que, hoy más que nunca, son oasis de paz y de esperanza, precioso tesoro para toda la Iglesia, especialmente al recordar la primacía de Dios y la importancia de una oración constante e intensa para el camino de fe”.

De esto es ejemplo Juliana, que tras unas revelaciones místicas, se retiró como anacoreta a una celda cerca de la iglesia de san Julián de Norwich, explicó el Papa.

“Podría sorprendernos e incluso dejarnos perplejos esta decisión de vivir "recluida", como se decía en sus tiempos”, aunque Juliana no fuese una excepción: “en aquellos siglos un númeroconsiderable de mujeres optó por este tipo de vida, adoptando reglas elaboradas a propósito para ellas”, explicó el Papa.

Las anacoretas o “reclusas”, dentro de su celda, se dedicaban a la oración, a la meditación y al estudio. “De esta forma, maduraban una sensibilidad humana y religiosa finísima, que las hacía veneradas por la gente”, añadió.

Esta, subrayó el Pontífice, “no era una decisión individualista; precisamente con esta cercanía al Señor maduraba en ella también la capacidad de ser consejera para muchos, de ayudar a cuantos vivían en dificultad en esta vida”.

 

Amor divino

Juliana de Norwich es conocida por una única obra, las Revelaciones del Amor divino, que tuvo durante una enfermedad que la llevó al borde de la muerte.

  Santa Juliana de Norwich  
  Santa Juliana de Norwich

“Fue el propio Señor quien, quince años después de estos acontecimientos extraordinarios, le reveló el sentido de esas visiones”, la revelación del “amor divino”, explicó el Papa.

Este libro “contiene un mensaje de optimismo fundado en la certeza de ser amados por Dios y de ser protegidos por su Providencia”.

El tema del amor divino “vuelve a menudo en las visiones de Juliana de Norwich quien, con una cierta audacia, no duda en compararlo también al amor materno”.

“Este es uno de los mensajes más característicos de su teología mística. La ternura, la solicitud y la dulzura de la bondad de Dios hacia nosotros son tan grandes, que a nosotros peregrinos en la tierra nos evocan el amor de una madre por sus propios hijos”, afirmó.

El propio Catecismo de la Iglesia Católica, subrayó Benedicto XVI, “recoge las palabras de Juliana de Norwich cuando expone el punto de vista de la fe católica sobre un argumento que no deja de constituir una provocación para todos los creyentes: Si Dios es sumamente bueno y sabio, ¿por qué existen el mal y el sufrimiento de los inocentes?

Precisamente, apuntó, “los santos, se plantean esta pregunta. Iluminados por la fe, nos dan una respuesta que abre nuestro corazón a la confianza a la esperanza: en los misteriosos designios de la Providencia, también del mal sabe sacar Dios un bien más grande, como escribió Juliana de Norwich”.

“Si entregamos a Dios, a su inmenso amor, los deseos más puros y más profundos de nuestro corazón, nunca seremos decepcionados. "Y todo estará bien", "todo será para bien"”, concluyó el Papa.

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