Francisco, “un Papa que arrasa” en los medios

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El Papa dijo que “estamos desorientados, no estamos ya atentos al mundo en que vivimos, no nos preocupamos, no protegemos lo que Dios ha creado para todos y no somos capaces siquiera de cuidarnos los unos a los otros”

El Papa y los medios: 8 meses con Francisco

El papel de los medios “se ha hecho imprescindible para relatar al mundo los acontecimientos de la historia contemporánea”

El Papa dijo que “estamos desorientados, no estamos ya atentos al mundo en que vivimos, no nos preocupamos, no protegemos lo que Dios ha creado para todos y no somos capaces siquiera de cuidarnos los unos a los otros”

En el cónclave que eligió al Papa Francisco, hace ocho meses, había más de 5.000 periodistas acreditados, procedentes de 65 países. A los 600 periodistas que cubren la Sta. Sede, se habían unido a 5 de marzo de 2013 4.432 enviados especiales. El 13 de marzo los cardenales eligieron al Papa Francisco en un clima de máxima expectación mediática global, que continuó en los días siguientes mientras audiencias y medios conocían a un pontífice inesperado y sorprendente. Con 150.000 personas presentes en la Plaza de san Pedro, 11 millones de espectadores de televisión vieron la “fumata” blanca, una cifra sólo al alcance de unos pocos grandes acontecimientos (sobre todo deportivos). Twitter dijo oficialmente que ese día hubo más de 7 millones de tuits sobre el Papa. Cuando se anunció su nombre al mundo, el ritmo era de 130.000 tuits por minuto. Son datos que sitúan la elección del Papa entre los eventos únicos por su difusión.

En este contexto no es sorprendente que Francisco iniciara sus audiencias con una reunión con los periodistas el 16 de marzo. Allí les dijo que el papel de los medios “se ha hecho imprescindible para relatar al mundo los acontecimientos de la historia contemporánea” y que “tenéis la capacidad de recoger y expresar las expectativas y exigencias de nuestro tiempo, de ofrecer los elementos para una lectura de la realidad”.

Además de la reunión inicial con los periodistas, se pueden destacar varios hitos en la relación con los medios en los 8 primeros meses de Francisco. El viaje a la isla de Lampedusa (8 de julio de 2013) ha sido uno de ellos. Tras conocer la muerte de otro grupo de inmigrantes que querían llegar desde África, el Papa quiso trasladarse a la isla, en un viaje que él mismo ha considerado como uno de los momentos más relevantes de su pontificado hasta ahora. En el campo de deportes de Lampedusa, Francisco alzó su voz: desde que supo de la noticia, “sentí que tenía que venir hoy aquí a rezar, a realizar un gesto de cercanía, pero también para que lo que ha sucedido no se repita”. Allí, quiso llamar la atención del mundo ante lo que llamó “globalización de la indiferencia”. El Papa dijo que “estamos desorientados, no estamos ya atentos al mundo en que vivimos, no nos preocupamos, no protegemos lo que Dios ha creado para todos y no somos capaces siquiera de cuidarnos los unos a los otros”. El discurso tuvo gran eco en la opinión pública.

Otro hito fue el viaje a Brasil con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud: la entrevista en el programa “Fantástico” de la cadena de televisión Globo (28 de julio) y el encuentro sorpresa con los periodistas en el avión de regreso (29 de julio). La inusual rueda de prensa, en la que se le hicieron hasta 23 preguntas al Papa, fue publicada al completo por medios como El Mundo. El estilo franco y abierto es característico de esas intervenciones porque, como señaló a los periodistas en esa rueda de prensa “hacer un espacio blindado entre el obispo y el pueblo es una locura”.

Editoriales y librerías enseguida advirtieron que cualquier libro sobre el Papa Francisco podía ser un best-seller, como lo fueron varios de los libros de Benedicto XVI. En el mercado editorial se multiplican los títulos, y frecuentemente encabezan las listas de libros más vendidos. En los libros y entrevistas que se van publicando, Francisco aporta ideas para conocer su pensamiento y entender los desafíos del mundo actual proponiendo expresiones tan sugerentes como “transitar por la paciencia” o “cultura del encuentro”.

La voz del Papa resonó de manera inusitada en los días precedentes a lo que se consideraba como una intervención militar inminente en Siria. Las llamadas de Francisco a la paz y la carta que escribió al Presidente ruso Vladimir Putin contribuyeron a que disminuyera la tensión. Citando a Pablo VI, Francisco se dirigió a los poderosos del mundo con palabras que resonaron en la opinión pública mundial: "Queremos un mundo de paz, queremos ser hombres y mujeres de paz, queremos que en nuestra sociedad, desgarrada por divisiones y conflictos, estalle la paz; ¡nunca más la guerra!"

Francisco es todo un fenómeno de opinión pública. Toharia ha escrito en uno de los blogs de El País (un diario que no parece sospechoso de estar favoreciendo al Papa), que el Papa Francisco presenta niveles de popularidad superiores a los que pudo alcanzar, según los datos existentes, Juan Pablo II en su momento de mayor apogeo mediático. En Francia, el 82% de la población considera acertada su elección, y el 79% de los católicos esperan de él grandes reformas; en Estados Unidos merece la aprobación del 79% de los católicos; en Italia, inspira confianza a un 83% de la población (y al 95% de quienes se definen como católicos). Incluso en Rusia, sus primeros seis meses le granjean un 71% de apoyo ciudadano. Según Twiplomacy (fuente que mide el impacto a escala mundial en twitter de 505 cuentas de líderes y figuras públicas de los 193 países de la ONU), a finales del pasado mes de julio el Papa Francisco se convirtió, por encima del propio presidente Obama, en el líder mundial más influyente en la galaxia procelosa de los tuits.

Todos estos factores explican la fascinación de medios y públicos en parte, pero no del todo. El Papa Francisco está demostrando especial sensibilidad para los gestos y los símbolos. No sólo dice cosas sino que las hace. Quizá el interés de su figura tenga que ver con el carácter de referencia del Papa en un mundo de vínculos débiles e inestables, donde todo cambia.

La eficacia de la comunicación de Francisco se basa en qué dice, no en cómo lo dice. De alguna manera, su estrategia consiste en la espontaneidad, en la “falta de estrategia”. Difícil de encasillar en las categorías mediáticas habituales, Francisco es tradicional, pero no conservador. Destaca también "esa sonrisa que a estas alturas ha dado la vuelta al mundo y que ensancha los corazones” como ha dicho un entrevistador reciente. Lo seguiremos en el blog con atención e interés. Los medios están de enhorabuena.

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