La luna de Parasceve y por qué la Semana Santa cambia de fecha cada año

En el I Concilio de Nicea se fijó la celebración de la Pascua de Resurrección el primer domingo después de la primera luna llena de la primavera

La Semana Santa de 2019 se inicia el próximo 14 de abril con el Domingo de Ramos y se prolonga hasta el siguiente domingo, 21 de abril, fecha en la que se conmemora el momento cumbre en la Historia para el cristianismo, la Resurrección de Jesús. Pero el año pasado la Semana Santa se celebró del 25 de marzo al 1 de abril y la del año que viene será del 5 al 12 de abril. ¿A qué tanto baile de fechas? Existe una razón histórica y ésta tiene que ver con la luna llena y con una muy concreta del calendario, la primera luna llena de la primavera o luna de Parasceve como la conocen los judíos.

En la noche de luna llena después del equinoccio de primavera, los judíos comienzan a celebrar la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud de Egipto en la Pésaj o Pascua judía, el 15 de Nisán. «La elección por parte de los judíos de que fuera una noche de luna llena la escogida para la celebración de la Pascua tiene también un carácter eminentemente práctico, dado que muchos de ellos se encaminaban esa noche hacia Jerusalén para dicha celebración y, siempre que el cielo estuviera despejado, la luna era su aliada para alumbrarles el camino en medio de la noche», recordaba el historiador José Calvo Poyato en ABC.

Todos los evangelistas afirman que Jesús murió el día de la « parasceve», es decir, el día de la preparación, que era viernes. Según los sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), celebró la Pascua judía con sus discípulos el 15 de Nisán y horas después fue apresado, juzgado y condenado a muerte. Ese mismo día murió en la cruz en el Gólgota. Para el cuarto evangelista, San Juan, Jesús murió crucificado el día anterior a la fiesta de la Pascua, el 14 de Nisán. «Los judíos entonces, como era el día de preparación para la Pascua, a fin de que los cuerpos no se quedaran en la cruz el día de reposo (porque ese día de reposo era muy solemne), pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y se los llevaran», señala el evangelista (San Juan 19,31), que poco después insiste en que «por causa del día de la preparación de los judíos» dejaron a Jesús en un sepulcro cercano.

Hasta allí cuentan los evangelistas Marcos y Lucas que se acercaron las mujeres para ungir su cuerpo «pasado el día de reposo» y lo encontraron vacío porque había resucitado.

Durante los primeros tres siglos del cristianismo, la Pascua de Resurrección era la única fiesta que se celebraba, en recuerdo de aquel día (y en menor medida la de Pentecostés). Y por esta tradición cristiana al séptimo día y último día de la semana civil, primero para la semana litúrgica, se le llamó «domingo», el día del Señor.

En el I Concilio de Nicea, en el año 325, la Iglesia católica fijó el Domingo de Pascua en el primer domingo después de la primera luna llena que sigue al equinoccio de primavera, de forma que nunca cae antes del 22 de marzo ni después del el 25 de abril, pero la fecha difiere cada año.

La búsqueda de una fecha común

El Papa Francisco propuso en 2015 que la Semana Santa se celebre en una fecha fija, que podría ser la segunda semana de abril, coincidiendo el día de la Pascua de Resurrección con el segundo domingo de este mes. «Desde el beato Pablo VI, se está buscando la unidad de la fecha de la Pascua, lo más definitivo va a tener que ser una fecha fija, que sé yo, supongamos el segundo domingo de abril», apuntó el Papa durante el II Retiro de Sacerdotes en la Basílica de San Juan de Letrán.

El Pontífice mostró entonces la disposición de la Iglesia católica al primer domingo después de la luna llena de primavera para lograr que todos los cristianos celebraran juntos la Semana Santa.

La división surgió cuando en 1582 el papa Gregorio XIII corrigió el retraso de diez días acumulado en el calendario «juliano», llamado así por haberlo fijado Julio César el año 46 antes de Cristo. Las Iglesias Orientales no aceptaron el calendario «gregoriano» y sostienen que sólo un concilio ecuménico -de cuya convocatoria vienen hablando desde hace décadas- puede cambiar el calendario litúrgico.

La propuesta común de católicos, anglicanos y evangélicos es el segundo domingo de abril, de forma que la Pascua caería siempre entre el 9 y el 15 de abril, pero hasta ahora las iglesias ortodoxas no han sido favorables al cambio.

Fuente: ABC

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