Polémica con los greco-ortodoxos por la venta del anfiteatro de Cesárea

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La gestión del patrimonio inmobiliario de la Iglesia local más antigua vuelve a provocar discusiones en Israel. El patriarca Teófilo criticado incluso por los ortodoxos palestino

La gestión del patrimonio inmobiliario de la Iglesia local más antigua vuelve a provocar discusiones en Israel

El patriarca Teófilo criticado incluso por los ortodoxos palestinos

Un anfiteatro romano a orillas del Mediterráneo, además de una vasta zona del parque arqueológico que lo rodea, habrían sido cedidos por el Patriarcado greco-ortodoxo de Jerusalén a un comprador por ahora misterioso. La que dio la noticia fue la televisora israelí Channel 2, que citó fuentes del gobierno.

El negocio (en Cesárea Marítima, la ciudad que mandó construir Herodes el Grande hace dos mil años, cuyo sitio arqueológico es una de las atracciones turísticas más visitadas en el norte de Israel) se habría llevado a cabo hace apenas un mes mediante una sociedad con sede en el Caribe. Lo que es cierto es que representa un nuevo capítulo en la saga sobre las propiedades del Patriarcado greco-ortodoxo en Tierra Santa, pues llega a pocos días del descubrimiento de una operación semejante: otra cesión, mantenida en secreto pero revelada por el periódico económico israelí “Calcalist”. Según la información se trataría de 50 hectáreas de terrenos construidos en Jerusalén-Oeste que están generando graves tensiones entre la jerarquía greca y las comunidades ortodoxas locales.

Todas estas disputas inmobiliarias tienen raíces en la compleja historia de la Tierra Santa: en los albores del sionismo, a finales del siglo XIX, el Patriarcado greco-ortodoxo era uno de los principales propietarios de la región. La más antigua y poblada entre las Iglesias cristianas de Jerusalén, de hecho, poseía muchos terrenos agrícolas que rentaba para poder sustentar a los monjes y las propias actividades. Pero cuando en 1948 nació el Estado de Israel, el contexto económico de la región cambió radicalmente: inmediatamente después de la primera guerra arábigo-israelí explotó la demanda de terrenos para viviendas e infraestructuras con el objetivo de que creciera el país, entonces reconocido a nivel internacional. En este contexto, entre 1950 y 1952, se definieron una serie de acuerdos mediante los cuales el Patriarcado greco-ortodoxo cedió amplias zonas en concesión por 99 años al Jewish National Fund, la institución hebraica que impulsaba el desarrollo del Estado de Israel. Como se trataba de concesiones, el Patriarcado mantenía, como fuera, la propiedad del terreno, reservándose el derecho a decidir qué hacer cuando se cumpliera el plazo acordado. Por este motivo la Iglesia greco-ortodoxa es en la actualidad uno de los principales propietarios fundadores en Israel; suyo es, por ejemplo, el terreno en el que se encuentra la Knesset, el Parlamento israelí.

Pero ahora que faltan poco más de treinta años para que se venza el plazo de las concesiones, está comenzando a plantearse qué hacer después. Y el Patriarcado greco-ortodoxo parecería tener intenciones de vender antes el derecho a terceros, al menos en relación con las concesiones en las que difícilmente podría realizar proyectos. Es el caso, efectivamente, de Cesárea Marítima, en donde las 70 hectáreas de terreno condedidas al Jewish National Fund durante las últimas décadas se han convertido en una zona arqueológica, con el anfiteatro restaurado (por lo que se utiliza con normalidad para conciertos y eventos). Pero lo mismo se puede decir para los alrededor de 200 departamentos de Jerusalén Oeste, construidos y alquilados por el Jewish National Fund y que se encuentran en el corazón de la parte moderna de la ciudad hebraica. Por este motivo el Patriarcado habría pensado usar la venta para generar ingresos y ceder a otros las renegociaciones que habrá que hacer cuando venzan los contratos.

Pero en Jerusalén no existe ninguna otra cuestión que exaspere tanto la atmósfera como la cesión de los derechos sobre la tierra, por lo que dentro de la comunidad ortodoxa estas decisiones han vuelto a encender las polémicas. En 2005 las protestas sobre la venta de algunos inmuebles en la Ciudad Vieja llevaron a la crisis que concluyó con la destitución de Ireneo, el predecesor de Teófilo II. Y también en estos días (en Belén y en Cisjordania) ha habido demostraciones de grupos de cristianos ortodoxos locales que piden la renuncia del actual patriarca. No han servido para nada las frases de la Iglesia greco-ortodoxa para tratar de calmar los ánimos (la explicación es que las ganancias de estas operaciones, secretas hasta ahora, servirían para financiar la compra de los inmuebles vendidos por Ireneo). No es difícil, detrás de la cuestión específica, advertir también una cuestión política profunda: lade la relación entre las comunidades locales y la jerarquía griega, que desde Atenas, por tradición, sigue designando al Patriarca de Jerusalén.

Hay que observar que la noticia de la venta del anfiteatro de Cesárea parece haber alertado también a las autoridades israelíes. Según la información de Channel 2, de hecho, el ministerio de la Justicia ya habría convocado a una reunión para discutir al respecto, hipotizando la posibilidad de «intervenciones por parte de los órganos competentes». 

Vatican Insider

 

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