PRIMER MITO

"LA IGLESIA LA FUNDÓ

EL EMPERADOR CONSTANTINO

EN EL 313 d.C."

 

 

 

 

 

 

 

 

RESPUESTA:  Es falso, porque ya hay referencias a la Iglesia y su estructura en escritos muy anteriores a esa fecha.

Para refutar esta tesis tenemos, por un lado, las palabras de Jesús en las que funda la Iglesia (“Tú eres Pedro…”), que aparecen en los Evangelios, cuyos primeros códices o copias se remontan al siglo II (antes de que Constantino llegara a emperador, por tanto).Estatua de Constantino

Además, hay numerosas referencias en los escritos de los primeros cristianos que muestran que existía un orden jerárquico desde los primeros tiempos de la comunidad cristiana.

El ejemplo más claro es el de laprimera carta de San Pablo a Timoteo, en la que el habla del “jefe de la comunidad” (es decir, el obispo), “los presbíteros” y “los diáconos”.

 
Otros ejemplos de textos en los que se menciona uno o varios de los tres órdenes de la estructura jerárquica de la Iglesia son: la carta de san Policarpo a los filipenses, las cartas de san Ignacio de Antioquía refiriéndose a su martirio (“Yo me ofrezco como rescate por quienes se someten al obispo, a los presbíteros y a los diáconos”), la epístola a los corintios de San Clemente Romano y un largo etcétera.

Todos estos testimonios son muyanteriores a la promulgación del Edicto de Milán en el 313 por parte del emperador Constantino.

Lo cierto es que, como señala José Orlandis en su Historia de la Iglesia (2001), “a medida que los Apóstoles desaparecieron,se generalizó en todas partes el episcopado local monárquico, que ya se había introducido desde un primer momento en otras iglesias particulares.
 
El obispo era el jefe de la iglesia, pastor de los fieles y, en cuanto sucesor de los Apóstoles, poseía la plenitud del sacerdocio y la potestad necesaria para el gobierno de la comunidad.

La estructura interna de las comunidades cristianas era jerárquica. El obispo —jefe de la iglesia local— estaba asistido por el clero, cuyos grados superiores —los órdenes de los presbíteros y los diáconos— eran, como el episcopado, de institución divina.

 Clérigos menores, asignados a determinadas funciones eclesiásticas, aparecieron en el curso de estos siglos. Los fieles que integraban el Pueblo de Dios eran en su inmensa mayoría cristianos corrientes, pero los había también que se distinguían por una u otra razón”.

 

Por último, cabe argumentar que el Primado del obispo de Roma era ya reconocido por todo el pueblo cristiano desde la época de San Pedro, manteniéndose su sucesión desde la muerte de éste un siglo y medio antes de Constantino.

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