Santa Marta: “Que el Señor nos dé la gracia de la vergüenza, esa santa vergüenza”

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  Y que nos dé la gracia de la sencillez de un niño: comprender que sólo vale el camino del servicio…

 Y que nos dé la gracia de la sencillez de un niño: comprender que sólo vale el camino del servicio… 

Este martes en su homilía en Casa Santa Marta, el Papa Francisco habló sobre la gracia de la "santa vergüenza” como respuesta a la vanidad y la tentación de creerse superior o más importante que los demás.

 

FRANCISCO

"Que el Señor nos dé la gracia de la vergüenza, esa santa vergüenza, cuando nos encontramos en aquella situación, bajo aquella tentación, avergonzarnos: ‘¿Pero yo soy capaz de pensar así? Cuando veo a mi Señor en la Cruz, ¿y yo quiero usar al Señor para escalar?’. Y que nos dé la gracia de la sencillez de un niño
 
El Papa advirtió del peligro de ser una persona mundana, tanto en el trabajo como en la parroquia, e invitó a pensar en los demás en lugar de querer estar por encima de ellos.
 

 

EXTRACTOS DE LA HOMILÍA DEL PAPA EN ESPAÑOL

(Fuente: Radio Vaticana)
 
"Pero era gente buena, que quería seguir al Señor, servir al Señor. Pero no sabían que el camino del servicio al Señor no era tan fácil, no era como enrolarse en una institución, una asociación de beneficencia, para hacer el bien: no, es otra cosa. Tenían temor por esto. Y después, la tentación de la mundanidad: desde el momento en que la Iglesia es Iglesia hasta hoy, esto ha sucedido, sucede y sucederá. Pero pensemos en las luchas en las parroquias: ‘Yo quiero ser presidente de esta asociación, escalar un poco’, ‘¿Quién es el más grande, aquí? ¿Quién es el más grande en esta parroquia? No, yo soy más importante que aquel, y aquel otro no porque ha hecho aquella cosa…’, y allí, la cadena de los pecados”. 
 
"Algunas veces lo decimos con vergüenza nosotros, los sacerdotes, en los presbiterios: ‘Yo querría aquella parroquia…’ – ‘Pero el Señor está aquí…’ – ‘pero yo querría aquella…’. Lo mismo. No el camino del Señor, sino ese camino de la vanidad, de la mundanidad. También entre nosotros los obispos sucede lo mismo: la mundanidad viene como tentación. Tantas veces. ‘Yo estoy en esta diócesis pero miro hacia aquella que es más importante y me muevo para lograrlo… sí, uso esta influencia, esta otra, aquella otra, o esta influencia, hago presión, presiono sobre este punto para llegar allá…’ – ‘Pero ¡el Señor está allá!’”.                  
"Que elSeñor nos dé la gracia de la vergüenza, aquella santa vergüenza, cuando nos encontramos en aquella situación, bajo aquella tentación, avergonzarnos: ‘¿Pero yo soy capaz de pensar así? Cuando veo a mi Señor en la cruz, ¿y yo quiero usar al Señor para escalar?’. Y que nos dé la gracia de la sencillez de un niño: comprender que sólo vale el camino del servicio… Y quizás, yo imagino una última pregunta: ‘Señor, te he servido toda la vida. He sido el último toda la vida. ¿Y ahora, qué?’. ¿Qué cosa nos dice el Señor? ‘Di’ de ti mismo: ‘Soy un siervo inútil’”. 
 

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