CIUDAD DEL VATICANO, (VIS).-
Benedicto XVI dedicó la catequesis de la audiencia general del 12 ENE 2011, celebrada en el Aula Pablo VI y a la que asistieron 9.000 personas, a santa Catalina de Génova (1447-1510), autora de dos libros: "El tratado sobre el purgatorio" y "El diálogo entre el alma y el cuerpo".
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Santa Catalina de Génova
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"Nunca debemos olvidar -subrayó el Santo Padre- que cuanto más amamos a Dios y somos constantes en la oración, mas amaremos realmente a los que tenemos cerca, porque seremos capaces de ver en cada persona el rostro del Señor, que ama sin límites ni distinciones".
Benedicto XVI se refirió después a las obras de la santa, y recordó que "en su experiencia mística, Catalina no tuvo revelaciones específicas sobre el purgatorio o las almas que se están purificando". La santa no presenta el purgatorio "como un elemento del paisaje de las vísceras de la tierra: no es un fuego exterior, sino interior. (...)
No se parte del más allá para narrar los tormentos del purgatorio (...) e indicar después el camino para la purificación o la conversión, sino que se parte de la experiencia interior del ser humano en camino hacia la eternidad".
Por eso, para Catalina "el alma es consciente del inmenso amor y de la perfecta justicia de Dios y, en consecuencia, sufre por no haber respondido de forma perfecta a ese amor mientras que el amor mismo de Dios (...) la purifica de las escorias de su pecado".
En la mística genovesa se encuentra una imagen típica de Dioniso el Areopagita, explicó el Papa: la del hilo de oro que une el corazón humano a Dios. "Así el corazón humano -agregó el pontífice- se llena del amor de Dios que pasa a ser la única guía, el único motor de su existencia.
Esta situación de elevación hacia Dios y de abandono a su voluntad, expresada en la imagen del hilo, es utilizada por Catalina para expresar la acción de la luz divina sobre las almas del purgatorio, luz que las purifica y las eleva hacia los esplendores de la luz resplandeciente de Dios".
"Los santos, en su experiencia de unión con Dios -recalcó el Santo Padre- alcanzan un saber tan profundo sobre los misterios divinos en el que se compenetran el amor y el conocimiento, hasta el punto que sirven de ayuda a los teólogos en su dedicación al estudio".
"Con su vida -concluyó el Papa-, Catalina nos enseña que cuanto más amamos a Dios y entramos en intimidad con El en la oración, tanto más El se nos revela y enciende nuestro corazón con su amor. Escribiendo sobre el purgatorio, la santa nos recuerda una verdad fundamental de la fe que para nosotros representa una invitación a rezar por los difuntos para que lleguen a la visión beatífica de Dios en la comunión de los santos".
"El servicio humilde, fiel y generoso que la santa prestó toda su vida en el hospital de Pammatone es, además, un ejemplo luminoso de caridad para todos y un estimulo particular para las mujeres que contribuyen con sus valiosas obras, llenas de sensibilidad y atención hacia los más pobres y necesitados,al bien de la Iglesia y de la sociedad".
https://www.primeroscristianos.com/purgatorio-misericordia-dios/
Hace años viajaba en tren y me puse a hablar con un muchacho que iba en el asiento de al lado. Estaba haciendo la tesis en biología, y se le veía un hombre abierto y alegre. Yo le hablé también de lo que era mi trabajo de sacerdote, y con naturalidad en medio de la conversación amistosa, surgió una pregunta:
- ¿Sueles ir Misa?
- No, no, en absoluto.
- ¿Crees en Dios?
- ¡Hombre! “algo” tiene que existir por ahí, por supuesto que creo en Dios. Es bueno y me ha dado muchas cosas buenas en mi vida: mi familia, salud,… Cuando estoy contento a veces me acuerdo de él y le digo algo al “colega de arriba”. Pero ir a la iglesia no, ¿para qué?
Muchas veces vemos las cosas así, con un planteamiento sencillo. Pensamos:
«Vale que exista Dios y que haya hecho la naturaleza tan bonita y bien organizada –aunque a veces me entran dudas de si la hizo él, o existía por sí sola-. De acuerdo con que quiero hacer el bien a todo el mundo. No me dejan indiferente las desgracias y me conmueve la pobre gente que sufre.
Soy una buena persona, buen amigo de mis amigos, trabajador, abierto, tolerante. Me gusta amar y ser amado. Para vivir una buena vida, ya me basto sólo. Cuando lo necesito, o me brota del corazón, también me dirijo a Dios. Seguro que si existe, me escucha. Pero las ceremonias de la iglesia no me dicen nada, me aburren, no saco nada en claro. No las necesito».
Sin embargo, la realidad nos demuestra que esa situación no dura mucho tiempo en la vida. Aunque queramos ser buenos siempre, la realidad es que no siempre hacemos lo que nos gustaría (claro, siempre podemos buscar una excusa ante los demás, pero pensándolo en serio: ¡hemos fallado!).
Más de una vez nos enfadamos y no tratamos bien a los demás. Hablamos mucho del hambre en el mundo, pero sólo hacemos gestos simbólicos, mientras gastamos bastante en fiestas y caprichos. Nos gusta que se acuerden de nosotros, pero a veces se nos pasan momentos importantes de las personas que nos quieren, sin que los recordemos.
Y cuando viene una desgracia, un problema laboral serio, o una enfermedad grave, parece que todo se nos hunde. Es que nos hemos descuidado.
La respiración y la comida son imprescindibles para mantenernos vivos. No son un capricho. Nuestro cuerpo no funciona sin aire, sin agua o sin alimentos. Los sacramentos son para nuestro espíritu lo que comida y respiración para el cuerpo. En ellos recibimos la gracia (esto es, la energía sobrenatural que da vigor al alma).
Pero son también algo más: cada acto de culto es como una cita de amor que Dios escribe en nuestra agenda. Nos aguarda enamorado. Se acuerda de nosotros y no quiere dejarnos solos. Quien haya probado alguna vez ese amor, aunque haya faltado a muchas citas, siente el tirón de acudir de nuevo. A veces se siente cansado y sin fuerzas, pero si vence esa pereza, redescubre otra vez lo bonito que es sentir el amor.
¿Por qué esto es así? Dios hizo bueno al ser humano, pero desde muy pronto nuestra naturaleza quedó dañada por el pecado, así que el bien es costoso y como constataba San Pablo a veces no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero… ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Como clama en la Carta a los Romanos (Rm 7,19.24).
La liberación de esa esclavitud nos la consiguió Jesucristo. Por eso, sólo cuando estamos cerca de él, en amistad con él, cuando nos hace partícipes de su vida divina con la gracia, nosotros podemos librarnos también de esos lazos que nos oprimen y esclavizan.
Si dejamos que Jesús se acerque a nosotros veremos cómo nos consuela, nos enseña a discernir lo verdaderamente razonable, nos alimenta, nos transforma y nos sana. Los sacramentos son esos momentos privilegiados, adecuados para cada una de las circunstancias de la vida, en que Jesús se acerca a nosotros con toda la fuerza transformadora de su amor.
En el bautismo nos convertimos en hijos protegidos de Dios. La confirmación cambia nuestra debilidad en fortaleza. En la confesión nos elimina el peso de nuestras culpas. En la eucaristía recibimos no solo la gracia, sino que nos alimentamos del propio autor de la gracia. En el matrimonio somos constituidos servidores del amor.
En el orden sacerdotal se capacita a unos hombres para que nos puedan administrar los sacramentos. En la unción de los enfermos, se alcanza el consuelo de la serena amistad con Dios para afrontar la muerte con la esperanza en un pronto encuentro feliz y definitivo con Él.
Necesitamos acercarnos no sólo con la inteligencia, sino con todos los sentidos. Quienes pudieron conocer personalmente a Jesucristo lo vieron, lo escucharon, pudieron tocarlo y experimentar así la salvación y la sanación de cuerpo y alma. Los sacramentos son signos sensibles que llevan ese mismo sello de Dios, que conceden eficazmente su gracia.
Los sacramentos son un tesoro tan grande que Jesucristo confió su custodia y dispensación a la Iglesia, a “su administrador de confianza” podríamos decir, de manera que no se pierdan ni se desvirtúen.
Por eso ella tiene la misión de ponerlos con toda su integridad al alcance de los que razonablemente los requieran, y a la vez de protegerlos de todo uso abusivo. Por decirlo de algún modo, Jesús no colgó los sacramentos en Internet con libre acceso, sino que los dejó albergados en un dominio propio y seguro, para mayor garantía de los usuarios.
Pero, ¿qué pasa cuando alguno de los administradores del dominio es una persona indigna? ¿pierden entonces su eficacia? Los sacramentos son eficaces porque es Cristo mismo quien actúa en ellos. Por eso producen su efecto en virtud de la acción sacramental realizada (en teología se dice ex opere operato), es decir, independientemente de la actitud moral o de la disposición espiritual de quien los dispensa, siempre que quiera hacer lo que hace la Iglesia.
Aunque, naturalmente, los ministros de los sacramentos deban llevar una vida ejemplar, y darán cuenta a Dios de cómo han vivido esa responsabilidad. Pero Dios ha querido que quien se acerca de buena fe a los sacramentos, abierto a la gracia, no se quede sin la ayuda divina.
https://www.primeroscristianos.com/ir-a-misa-sacramentos/
ver en Wikipedia
Las excavaciones arqueológicas realizadas por la Autoridad de Antigüedades de Israel en la ciudad de Yavne, al sur de Tel Aviv, han desenterrado una enorme fábrica de vino que data del siglo V d.C. Se considera la más grande del mundo de ese período.
Dr. ELIE HADAD Arqueólogo - Autoridad de Antigüedades de Israel
"Aquí había una fábrica formada por cinco grandes prensas con pavimento en el centro. Todo estaba rodeado de salas para la fermentación del vino y depósitos para su conservación."
Entre las distintas salas había cuatro grandes almacenes destinados a la crianza del vino que se elaboraba en tinajas largas, algunas de las cuales se han encontrado completamente conservadas. Estas a su vez se hicieron en grandes hornos en el mismo lugar. El vino de Yavne era famoso por su gran calidad.
Dr. ELIE HADAD Arqueólogo - Autoridad de Antigüedades de Israel
"No solo se comercializaba en Yavne, sino también en la cuenca del Mediterráneo y en Europa a través de los puertos de Gaza y Ashkelon. Este buen vino fue llevado desde Gaza y Ashkelon a la mesa de Justino II el día de su coronación en Bizancio. Fue descrito como "blanco como la nieve": sabemos que el vino que se producía en la región de Palestina y también en Yavne era vino blanco."
La capacidad de producción de esta bodega alcanzaba los dos millones de litros anuales. El Dr. Hadad subrayó cómo esta cantidad se considera enorme incluso a día de hoy, si consideramos que todo el proceso se realizaba de forma manual. Beber vino en la antigüedad era muy común, se podía agregar al agua para cambiar su sabor, o sustituirlo por agua porque en esa época no sabía bien. Esta bodega, además no se centraba solo en la calidad de su producción, sino también en el aspecto ornamental del edificio
Dr. ELIE HADAD Arqueólogo - Autoridad de Antigüedades de Israel
"Encontramos aquí en los sótanos agujeros en los techos, que estaban grabados en forma de concha. Los arqueólogos decimos, en broma, que los sótanos con agujeros en forma de concha constituían prácticamente el centro de visitantes de esa época. Entonces, cuando llegabas allí, podías probar el vino; una especie de oficina principal o centro de visitantes del lugar."
P. BERNARD ARDURA
Presidente, Comité Pontificio de Ciencias Históricas
“El objetivo no es terminar con una lista de conclusiones. Lo que queremos es dar espacio a los investigadores de varias disciplinas que han adquirido conocimientos que hace 20, 30, 40 años no había”.
Los expertos estudiaron escritos y reliquias de distintas partes del mundo. Desde las huellas de la evangelización del apóstol Tomás en la India hasta lugares como Tarascón, en Francia, donde se dice que hay reliquias de Santa Marta.
P. BERNARD ARDURA
Presidente, Comité Pontificio de Ciencias Históricas
“Hace algunos años se podía decir que esto era imposible. ¿Cómo podían venir desde Palestina hasta el sur de Francia? Ahora sabemos que había líneas marítimas gracias a la extraordinaria organización del Imperio Romano. Tendremos expertos que hablarán de estas reliquias. Que sean auténticas, o no, no lo sé pero al menos son un testimonio de la presencia cristiana”.Mapa del imperio romano
No será un congreso para mostrar qué evidencias científicas ofrecen las reliquias ni tampoco para estudiar cómo la Iglesia se desarrolló a nivel institucional. El objetivo es ver qué pruebas históricas hay de la expansión del cristianismo.
También será una ocasión importante para poner en diálogo al Vaticano con expertos científicos no católicos. Un modo de trabajar que el Papa ha pedido desarrollar a los organizadores.
https://www.primeroscristianos.com/primeros-siglos-cristianismo/
El religioso e historiador francés Bernard Ardura, presidente del Pontificio Comité de Ciencias Históricas, ha explicado que la presencia de historiadores pertenecientes a escuelas, continentes, cultura y religiones muy distintas responde a una indicación del Papa Francisco: «tenéis que trabajar con los demás».
Incluye expertos en la diáspora judía, las rutas comerciales y otros elementos que facilitaron la difusión del Evangelio por los fieles a pie a un ritmo asombroso, sin ningún apoyo exterior e incluso, a veces, haciendo frente a persecuciones.
Desde el punto de vista metodológico, el congreso incorpora elementos de la historiografía de Eusebio de Cesarea, centrada en la sucesión episcopal, o de la de Adolf von Harnack a comienzos del siglo XX, con una especial atención a textos como los «Hechos de los Apóstoles».
El profesor Gaetano Lettieri, de la Universidad «La Sapienza» ha señalado que ese relato tiene gran valor histórico al incluir sin adornos ni censuras tanto los episodios positivos como los negativos ya que «narra, por ejemplo, conflictos entre Pedro y Pablo como el incidente de Antioquía, dejando intuir un movimiento de síntesis». Se estudiarán también a fondo textos de Irineo de Lyon, un obispo procedente de Asia menor.
Los ponentes representan a docenas de universidades, desde la Universidad Católica de Lyon -organizadora del Congreso junto con el Pontificio Comité de Ciencias Históricas- hasta la Universidad del Sur de California en Los Ángeles, la de Princeton o la de Bagdad, pasando por las de Navarra, Lausanne y la Sorbona.
El World Heritage Sites de Irán presentará la huella de los cristianos en su país, mientas que otros especialistas vienen de Kirkuk en Irak o de Cochin, en la India, donde aparecen cada vez más huellas de la evangelización del apóstol Tomás.
"Estos que visten estolas blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido…? Éstos son los que vienen de la gran tribulación y han lavado sus estolas y las han blanqueado en la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios, y le adoran día y noche en su templo."
(Apocalipsis 7,13-15)
La Iglesia Católica, ya desde la época de los primeros cristianos, siempre ha rodeado a los muertos de una atmósfera de respeto sagrado. Esto y las honras fúnebres que siempre les ha tributado permiten hablar de un cierto culto a los difuntos: culto no en el sentido teológico estricto, sino entendido como un amplio honor y respeto sagrados hacia los difuntos por parte de quienes tienen fe en la resurrección de la carne y en la vida futura.
El cristianismo en sus primeros siglos no rechazó el culto para con los difuntos de las antiguas civilizaciones, sino que lo consolidó, previa purificación, dándole su verdadero sentido trascendente, a la luz del conocimiento de la inmortalidad del alma y del dogma de la resurrección; puesto que el cuerpo —que durante la vida es “templo del Espíritu Santo” y “miembro de Cristo” (1 Cor 6,15-9) y cuyo destino definitivo es la transformación espiritual en la resurrección— siempre ha sido, a los ojos de los cristianos, tan digno de respeto y veneración como las cosas más santas.
Este respeto se ha manifestado, en primer lugar, en el modo mismo de enterrar los cadáveres.
Vemos, en efecto, que a imitación de lo que hicieron con el Señor José de Arimatea, Nicodemo y las piadosas mujeres, los cadáveres eran con frecuencia lavados, ungidos, envueltos en vendas impregnadas en aromas, y así colocados cuidadosamente en el sepulcro.
En las actas del martirio de San Pancracio se dice que el santo mártir fue enterrado “después de ser ungido con perfumes y envuelto en riquísimos lienzos”; y el cuerpo de Santa Cecilia apareció en 1599, al ser abierta el arca de ciprés que lo encerraba, vestido con riquísimas ropas.
Pero no sólo esta esmerada preparación del cadáver es un signo de la piedad y culto profesados por los cristianos a los difuntos, también la sepultura material es una expresión elocuente de estos mismos sentimientos. Esto se ve claro especialmente en la veneración que desde la época de los primeros cristianos se profesó hacia los sepulcros: se esparcían flores sobre ellos y se hacían libaciones de perfumes sobre las tumbas de los seres queridos.
En la primera mitad del siglo segundo, después de tener algunas concesiones y donaciones,los cristianos empezaron a enterrar a sus muertos bajo tierra. Y así comenzaron las catacumbas. Muchas de ellas se excavaron y se ampliaron alrededor de los sepulcros de familias cuyos propietarios, recién convertidos, no los reservaron sólo para los suyos, sino que los abrieron a sus hermanos en la fe.
Andando el tiempo, las áreas funerarias se ensancharon, a veces por iniciativa de la misma Iglesia. Es típico el caso de las catacumbas de San Calixto: la Iglesia asumió directamente su administración y organización, con carácter comunitario.
Con el edicto de Milán, promulgado por los emperadores Constantino y Licinio en febrero del año 313, los cristianos dejaron de sufrir persecución.
Podían profesar su fe libremente, construir lugares de culto e iglesias dentro y fuera de las murallas de la ciudad y comprar lotes de tierra sin peligro de que se les confiscasen.
Sin embargo, las catacumbas siguieron funcionando como cementerios regulares hasta el principio del siglo V, cuando la Iglesia volvió a enterrar exclusivamente en la superficie y en las basílicas dedicadas a mártires importantes.
Pero la veneración de los fieles se centró de modo particular en las tumbas de los mártires; en realidad fue en torno a ellas donde nació el culto a los santos. Sin embargo, este culto especialísimo a los mártires no suprimió la veneración profesada a los muertos en general. Más bien podría decirse que, de alguna manera, quedó realzada.
En efecto: en la mente de los primeros cristianos, el mártir, víctima de su fidelidad inquebrantable a Cristo, formaba parte de las filas de los amigos de Dios, de cuya visión beatifica gozaba desde el momento mismo de su muerte: ¿qué mejores protectores que estos amigos de Dios?
Los fieles así lo entendieron y tuvieron siempre como un altísimo honor el reposar después de su muerte cerca del cuerpo de algunos de estos mártires, hecho que recibió el nombre de sepultura ad sanctos. Por su parte, los vivos estaban también convencidos de que ningún homenaje hacia sus difuntos podía equipararse al de enterrarlos al abrigo de la protección de los mártires.
Consideraban que con ello quedaba asegurada no sólo la inviolabilidad del sepulcro y la garantía del reposo del difunto, sino también una mayor y más eficaz intercesión y ayuda del santo. Así fue como las basílicas e iglesias, en general, llegaron a constituirse en verdaderos cementerios, lo que pronto obligó a las autoridades eclesiásticas a poner un límite a las sepulturas en las mismas.
Pero esto en nada afectó al sentimiento de profundo respeto y veneración que la Iglesia profesaba y siguió profesando a sus hijos difuntos. De ahí que a pesar de las prohibiciones a que se vio obligada para evitar abusos, permaneció firme en su voluntad de honrarlos.
Y así se estableció que, antes de ser enterrado, el cadáver fuese llevado a la Iglesia y, colocado delante del altar, fuese celebrada la Santa Misa en sufragio suyo. Esta práctica, ya casi común hacia finales del s. IV y de la que San Agustín nos da un testimonio claro al relatar los funerales de su madre Santa Mónica en sus Confesiones, se ha mantenido hasta nuestros días.
San Agustín también explicaba a los cristianos de sus días cómo los honores externos no reportarían ningún beneficio ni honra a los muertos si no iban acompañados de los honores espirituales de la oración: “Sin estas oraciones, inspiradas en la fe y la piedad hacia los difuntos, creo que de nada serviría a sus almas el que sus cuerpos privados de vida fuesen depositados en un lugar santo. Siendo así, convenzámonos de que sólo podemos favorecer a los difuntos si ofrecemos por ellos el sacrificio del altar, de la plegaria o de la limosna” (De cura pro mortuis gerenda, 3 y 4).
Comprendiéndolo así, la Iglesia, que siempre tuvo la preocupación de dar digna sepultura a los cadáveres de sus hijos, brindó para honrarlos lo mejor de sus depósitos espirituales. Depositaria de los méritos redentores de Cristo, quiso aplicárselos a sus difuntos, tomando por práctica ofrecer en determinados días sobre sus tumbas lo que tan hermosamente llamó San Agustín sacrificium pretii nostri, el sacrifico de nuestro rescate.
Ya en tiempos de San Ignacio de Antioquia y de San Policarpo se habla de esto como de algo fundado en la tradición. Pero también aquí el uso degeneró en abuso, y la autoridad eclesiástica hubo de intervenir para atajarlo y reducirlo. Así se determinó que la Misa sólo se celebrase sobre los sepulcros de los mártires.
Por otra parte, ya desde el s. III es cosa común a todas las liturgias la memoria de los difuntos. Es decir, que además de algunas Misas especiales que se ofrecían por ellos junto a las tumbas, en todas las demás sinaxis eucarísticas se hacía, como se sigue haciendo todavía, memoria —memento— de los difuntos.
Este mismo espíritu de afecto y ternura alienta a todas las oraciones y ceremonias del maravilloso rito de las exequias.
La Iglesia hoy en día recuerda de manera especial a sus hijos difuntos durante el mes de noviembre, en el que destacan la “Conmemoración de todos los Fieles Difuntos”, el día 2 de noviembre, especialmente dedicada a su recuerdo y el sufragio por sus almas; y la “Festividad de todos los Santos”, el día 1 de ese mes, en que se celebra la llegada al cielo de todos aquellos santos que, sin haber adquirido fama por su santidad en esta vida, alcanzaron el premio eterno, entre los que se encuentran la inmensa mayoría de los primeros cristianos.
Ver en wikipedia
En Hechos 19, Lucas describe un motín frenético en Éfeso , una ciudad en la provincia romana de Asia en la actual Turquía:
'Aproximadamente en ese momento estalló no poca perturbación en relación con el Camino. Un hombre llamado Demetrio, un platero que hizo santuarios de plata de Artemisa, trajo muchos negocios a los artesanos. Los reunió, junto con los trabajadores del mismo oficio, y dijo:
“Hombres, vosotros sabéis que obtenemos nuestra riqueza de este negocio. También ve y oye que no solo en Éfeso, sino en casi toda Asia, este Pablo ha persuadido y alejado a un número considerable de personas al decir que los dioses hechos con manos no son dioses.
Y existe el peligro no solo de que este comercio nuestro pueda caer en descrédito, sino también de que el templo de la gran diosa Artemisa sea despreciado y se vea privada de su majestad que hizo que toda Asia y el mundo la adoraran ".
Cuando oyeron esto, se enfurecieron y gritaron: "¡Grande es Artemisa de los efesios!"
La ciudad se llenó de confusión; y la gente se apresuró a ir al teatro, arrastrando con ellos a Gayo y Aristarco, macedonios que eran compañeros de viaje de Pablo . Pablo quiso ir entre la multitud, pero los discípulos no se lo permitieron; incluso algunos funcionarios de la provincia de Asia, que eran amigos de él, le enviaron un mensaje instándolo a no aventurarse en el teatro'. (Hechos 19: 23–31)
Según Hechos, el motín habría ocurrido al final de la visita misionera de Pablo a Éfeso (alrededor del año 55 o 56).
James R. Edwards, profesor emérito de teología Bruner-Welch en la Universidad de Whitworth, describe cómo la evidencia arqueológica llena el contexto histórico de El relato de Lucas sobre los disturbios en Éfeso.
En la época romana, Éfeso fue un importante centro comercial. Las excavaciones realizadas por el Instituto Arqueológico de Austria desde 1895 han demostrado que la antigua ciudad, que rivalizaba con Antioquía como la tercera ciudad más grande del mundo romano. Contaba con un puerto, varias estructuras cívicas, complejos de baños, un teatro y el Templo de Artemisa, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo.
Reconstrucción del Gran Templo de Artemisa en Efeso
Se puede ver la única columna que queda del Templo de Artemisa en Éfeso. Considerada una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, el enorme templo era el edificio más grande del mundo helenístico. Foto: Jordan Pickett.
Cuatro veces el tamaño del Partenón ateniense, el famoso Templo de Artemisa tenía 127 columnas de mármol reluciente que medían 60 pies de altura y estaban rematadas con capiteles jónicos. Era el Templo de Artemisa, argumentó el platero Demetrio en Hechos 19, el que estaba siendo amenazado por "el Camino" (el movimiento cristiano primitivo) y el esfuerzo misionero de Pablo .
Al decir que “los dioses hechos con manos no son dioses” (Hechos 19:27), alegó Demetrio, Pablo estaba dañando la industria de la platería que hacía pequeños santuarios utilizados como ofrendas dedicatorias a Artemisa y empañando la reputación del culto de Artemisa en Éfeso.
Sin embargo, una inscripción griega de 16 líneas descubierta durante las excavaciones mostró que un siglo después de la misión de Pablo en Éfeso, a finales del siglo II o principios del III, el comercio de plateros y el culto a Artemisa todavía prosperaban.
Cuando la ira que provocó Demetrio alcanzó un punto álgido, se dice que los alborotadores se apresuraron al teatro de la ciudad, arrastrando a los compañeros de viaje de Pablo, Gayo y Aristarco. Las excavaciones han descubierto el teatro, que se encuentra en una empinada ladera en Éfeso. De enorme escala, el teatro romano semicircular tenía capacidad para 25.000 asientos y era uno de los más grandes del mundo antiguo.
Este teatro romano jugó un papel importante en el motín de Éfeso contra Pablo y los primeros cristianos, según el relato de Lucas en Hechos 19. Foto: Jordan Pickett.
Según James R. Edwards, el relato de Lucas sobre los disturbios en Éfeso en Hechos:
“Contiene una gran cantidad de detalles históricos, algunos de los cuales —procónsules, tribunales permanentes y un secretario de la ciudad— eran comunes en todo el Imperio Romano.
Pero muchos más detalles: el inmenso templo que conmemora el culto de Artemisa, la figura de Artemisa peculiar de Éfeso que se creía que había 'caído del cielo' (Hechos 19:35), gremios de plateros, Asiarcas y la ciudad de Éfeso misma : su grandeza, su teatro y su honor como neōkoros, 'guardián del templo', todos son exclusivos de Éfeso y la provincia romana de Asia ".
Además de éstas virtudes contrarias a los pecados capitales, todo cristiano cuenta también con tres virtudes teologales como la Fe, la Esperanza y la Caridad. Junto a éstas, podemos citar también la prudencia, fortaleza, justicia y templanza; hábitos que disponen al entendimiento y a la voluntad para obrar según el juicio de la razón iluminada por los dones del Espíritu Santo.
La Gracias: Que es la fuente de la obra de santificación; sana y eleva la naturaleza haciéndonos capaces de obrar como hijos de Dios.
Los Sacramentos: “Centro de la fe cristiana, por los que Dios comunica su gracia, se hace presente y actúa en nuestra vida. Los siete sacramentos de la Iglesia prolongan en la historia la acción salvífica y vivificante de Cristo, con la fuerza del Espíritu Santo» Papa Francisco
La Oración: “El espíritu de la oración se fundamenta en el gran mandamiento: amaras al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas. La oración se alimenta del afecto por Dios.” Papa Francisco. Todos los cristianos contamos con la oración en familia y Rosario. La Santísima Virgen María, es nuestra aliada en la lucha contra estos pecados.
Todo con lo que contamos, es un don de Dios. El hombre humilde no aspira a la grandeza personal que el mundo admira porque ha descubierto que ser hijo de Dios es un valor muy superior. Va tras otros tesoros. Se ve a sí mismo y al prójimo ante Dios. Es así libre para estimar y dedicarse al amor y al servicio.
Dar con gusto de lo propio a los pobres y los que necesiten. San Pablo la llama una idolatría y declara que los avaros no entrarán en el Reino de los cielos. La avaricia nos hace duros con los pobres, indiferentes a los bienes del cielo, y hasta nos incita a veces a apoderarnos de los bienes ajenos.
Antiguamente la iglesia lo llamaba diezmo, hoy simplemente lo llamamos generosidad. Cuando aprendemos a compartir lo que tenemos con los demás, incluso cuando lo hacemos con personas a los que no conocemos ni conoceremos jamás, nos sentimos más cerca de Dios y de nosotros mismos. Porque ayudar a los que lo necesitan puede devolverte mucho más de lo que entregas.
Es la virtud que gobierna y modera el deseo del placer sexual según los principios de la fe y la razón. Por la castidad la persona adquiere dominio de su sexualidad y es capaz de integrarla en una sana personalidad, en la que el amor de Dios reina sobre todo.
«Si buscas un ejemplo de paciencia encontrarás el mejor de ellos en la cruz. Dos cosas son las que nos dan la medida de la paciencia: sufrir pacientemente grandes males, o sufrir, sin rehuirlos, males que podrían evitarse.
Ahora bien, Cristo en la cruz sufrió grandes males y los soportó pacientemente, ya que en su pasión «no profería amenazas; como cordero llevado al matadero, enmudecía y no abría la boca» (Hch 8,32). Santo Tomás de Aquino. Exposición sobre el Credo.
Moderación en el comer y en el beber. Es una de las virtudes contrarias que vence al pecado capital de gula.Conduce a evitar toda clase de exceso, el abuso de la comida, del alcohol, del tabaco y de las medicinas.
La tercera y principal de las Virtudes Teologales. La caridad es el amor de Dios habitando en el corazón.
Una forma de actuar con caridad, es tener presente las obras de misericordia que son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales.
Prontitud de ánimo para obrar el bien. Nos ayuda contra el gusto excesivo por el descanso, que descuida nuestros deberes. Nos ayuda a imponernos con esfuerzo.
https://www.primeroscristianos.com/7pecadoscapitales/
Las excavaciones arqueológicas en la ciudad antigua de Priene, conocida como la "Pompeya de Anatolia" por sus estructuras bien conservadas y la planificación urbana, se están llevando a cabo por el Prof. Dr. Ibrahim Hakan Mert de la Universidad de Uludağ en Bursa.
La antigua ciudad, construida sobre escarpados acantilados, que ofrece a sus visitantes la oportunidad de contemplar la vista incomparable de la llanura de Söke por su altura, llama la atención con el Templo de Atenea, el teatro, el Templo de Deméter, el ágora, el bouleutérion, el Gimnasio Superior, el Gimnasio Inferior, el Templo Egipcio, la iglesia bizantina y zonas residenciales.
El vicepresidente de excavaciones de la Universidad de Uludağ, el catedrático Ali Altın dijo que observan aquí un buen ejemplo de la estructura urbana llamada "Plan Grid".
Altın afirmó que la ciudad antigua, que se encuentra en la Lista indicativa del Patrimonio Mundial de la UNESCO, también tiene calles que cortan calles paralelas verticalmente y destacó que el famoso filósofo Bias también vivió aquí, y que Priene también se conoce como la región donde florecieron la ciencia y el arte.
Altın señaló que las excavaciones de este año se centraron en estructuras como cementerios fuera de la ciudad y agregó que han encontrado rastros de una iglesia.
''Esta iglesia de la que estamos hablando es probablemente una estructura que los primeros cristianos aquí usaron para el culto colectivo y construyeron para este propósito. Por el momento, es posible contar estas cosas de acuerdo con la información que nos brindan los hallazgos. Según nuestros hallazgos, se podría decir que es la iglesia más antigua de Priene'', expresó.
Templos, teatro, ágora, edificios públicos, tiendas y edificios educativos fueron desenterrados en la antigua ciudad durante las excavaciones que fueron iniciadas por arqueólogos alemanes en la década de 1895
"La reanudación de los trabajos de restauración es una buena noticia para nosotros porque será muy importante, una gran contribución de las comunidades cristianas locales a la preservación y mantenimiento del estatus cultural, religioso y también político de la ciudad santa de Jerusalén." S.B. TEÓFILO III Patriarca greco-ortodoxo de Jerusalén
Junto al patriarco greco-ortodoxo, el custodio de Tierra Santa y el representante de la comunidad armenia de la Basílica del Santo Sepulcro escuchan la presentación de las propuestas para la fase operativa de las obras: de la implementación de los sistemas a la compleja restauración del pavimento.
"Se ha profundizado en este complejo tema a través de actividades de diagnóstico, a través del estudio de la documentación existente y también por otra parte inédita: al juntar estos elementos hemos comenzado a proponer soluciones a las comunidades, que deberán ser validadas por las propias comunidades y posteriormente plasmadas en el proyecto ejecutivo."
MICHELA CARDINALI Directora Centro de Conservación y Restauración de La Venaria Reale en Turín
"Obviamente, es un enfoque muy italiano para la conservación de materiales en la medida de lo posible; al mismo tiempo restaura la unidad a las superficies y, por lo tanto, hace que las superficies también sean accesibles."
PAOLA CROVERI Coordinadora del proyecto
"Cerraremos varios segmentos de las zonas, sin dejar de hacer accesibles las funciones y el paso de los peregrinos, por lo que habrá mucha emoción, habrá descubrimiento, habrá innovación y al mismo tiempo intentaremos restaurar la historia de este lugar."
MICHELA CARDINALI Directora Centro de Conservación y Restauración de La Venaria Reale en Turín
Un proyecto que prevé dos años de trabajo, mientras que la base de datos de la Basílica del Santo Sepulcro ya está disponible.
"No existía una recopilación de información completa y sobre todo consultable entre fuentes escritas y datos arqueológicos, fuentes cartográficas, fuentes iconográficas. Así que hemos reunido todo lo que se sabe sobre el Santo Sepulcro y también una gran parte de documentación inédita, que provenía precisamente de los archivos, especialmente documentación fotográfica."
FRANCESCA ROMANA STASOLLA Arqueóloga Universidad La Sapienza de Roma
"Considero que este paso es muy importante porque la cooperación entre las tres grandes comunidades es también un signo, me atrevería a decir, de un ecumenismo en marcha."
Fr. FRANCESCO PATTON, ofm Custodio de Tierra Santa