LA PRIMERA LITERATURA CRISTIANA - LOS PADRES APOSTÓLICOS

  1. El Nuevo Testamento

  2. El nacimiento de la literatura cristiana

  3. Los Padres Apostólicos

  4. Las Actas de los mártires

  5. Literatura apologética

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Las letras cristianas tuvieron su origen en los «Padres Apostólicos», cuyos escritos reflejan la vida de la Cristiandad más antigua. La Apologética fue una literatura de defensa de la fe, mientras que el siglo III presenció ya el nacimiento de una ciencia teológica.

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1. El Nuevo Testamento

El Nuevo Testamento está compuesto de veintisiete libros, todos ellos escritos en la segunda mitad del siglo I.

Literatura cristiana primitivaCuatro Evangelios contienen la historia y las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo; los Hechos de los Apóstoles —obra de San Lucas— es también un libro histórico que da a conocer la vida de la primitiva Iglesia de Jerusalén y sigue luego los avatares del Apóstol San Pablo, hasta su llegada a Roma para comparecer ante el tribunal del César.

Un segundo grupo de libros —los didácticos— está formado por las catorce cartas de San Pablo y las siete epístolas «católicas» —dos de San Pedro, tres de San Juan, una de Santiago y otra de San Judas—.

Un libro profético —el Apocalipsis de San Juan— viene a cerrar la serie de los libros inspirados que contienen la Revelación divina neotestamentaria.

A la Escritura revelada le sigue la primitiva literatura cristiana.

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2. El nacimiento de la literatura cristiana

La literatura de la Antigüedad cristiana surgió al hilo de la vida y refleja la existencia de la primera Iglesia. Ésta, con el paso del tiempo, creció internamente, hubo de afrontar peligros de dentro y persecuciones de fuera; y, llegada a un determinado grado de madurez, sintió la necesidad de proceder a una elaboración sistemática de la doctrina de la fe.

Todo este desarrollo tuvo cabida dentro de los tres primeros siglos de nuestra Era, anteriores a la concesión de la libertad religiosa por el emperador Constantino. Los textos literarios que se conservan permiten conocer puntualmente este itinerario histórico.

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3. Los Padres Apostólicos

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San Policarpo

La más venerable literatura cristiana está integrada por un grupo de escritores en lengua griega, de los siglos I y II, a los que se conoce con el nombre de «Padres Apostólicos». Este título expresa sus características peculiares: la antigüedad —algunas obras son, probablemente, anteriores al Evangelio de San Juan— y la estrecha vinculación de estos escritores a los Apóstoles, de los cuales pueden considerarse discípulos.

Los escritos de los «Padres Apostólicos» son de índole pastoral y están dirigidos a un público cristiano.

Los textos más notables de este primer núcleo de la literatura cristiana fueron la Didaché —el más viejo tratado de disciplina eclesiástica—, la carta ya mencionada de San Clemente a los Corintios, las siete escritas por San Ignacio de Antioquía a otras tantas iglesias, durante su viaje hacia Roma, donde había de sufrir martirio, y otra epístola, todavía, de San Policarpo de Esmirna.

El «Pastor» de Hermas, importante para la historia de la penitencia, pertenece también a este grupo de obras.

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4. Las Actas de los mártires

La Iglesia primitiva fue la Iglesia de los mártires. Los fieles deseaban conocer con detalle la gesta heroica de los cristianos que daban su vida por la fe de Jesucristo. Es cierto que esta curiosidad dio lugar a la aparición de relatos legendarios, de escaso valor histórico. Pero la literatura martirial cuenta con no pocos documentos con todas las garantías de la más estricta veracidad.

Muchos martirios fueron precedidos por un proceso judicial, en el cual los notarios levantaban acta de los interrogatorios de los magistrados, las respuestas de los mártires y la sentencia que les condenaba a morir. Los cristianos conseguían a veces copias literales de estas actas, como ocurrió con el proceso de San Justino, celebrado en Roma (c. a. 165), o el de San Cipriano en Cartago (a. 258).

Un valor documental semejante a las «actas» tienen las «pasiones», relatos escritos por cristianos contemporáneos testigos de los hechos: unas páginas conmovedoras, que acostumbraban leerse en las iglesias en el día aniversario del martirio.

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5. Literatura Apologética

En el siglo II apareció un nuevo género literario, exponente de las luchas que hubieron de sostener los cristianos con enemigos de dentro y de fuera. La defensa de la fe contra la herejía dio lugar a la composición de buen número de escritos antiheréricos, entre los cuales destaca el tratado «Contra las herejías», de San Ireneo de Lyon, al que ya se hizo referencia, y que es una refutación de las doctrinas gnósticas.

San Ireneo atribuye decisiva importancia a la tradición conservada por los obispos, sucesores de los Apóstoles, y en especial por la Iglesia romana, maestra de la fe, adornada por una nota de singular primacía sobre todas las demás iglesias.

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San Ireneo de Lyón

La literatura apologética tenía como objetivo primordial la vindicación de la verdad cristiana y estaba dirigida a lectores ajenos a la Iglesia. Hubo obras de apologética antijudía, y en ellas la argumentación se fundaba sobre todo en el Antiguo Testamento, para demostrar, partiendo de él, que Jesús era el Mesías anunciado por los Profetas, que la Iglesia es el nuevo Israel y que el Cristianismo realiza la plenitud de la Ley.

Un ejemplo notable de la apologética antijudía es el «Diálogo con Trifón», escrito por el mártir San Justino hacia el año 150. Pero los destinatarios de la literatura apologética fueron sobre todo los paganos, que constituían el entorno social hostil al Cristianismo.

La Apologética cristiana fue obra de los «Apologistas», grupo de escritores que asumieron la defensa del Cristianismo frente al mundo gentil. De acuerdo con este propósito, sus escritos se dirigían a los representantes de la autoridad pública —emperadores, magistrados— o al pueblo romano en general.

El contenido de esos escritos venía determinado por la naturaleza misma de las acusaciones contra los cristianos que estaban más en boga entre sus contemporáneos.

Frente a las calumniosas especies que circulaban entre el vulgo atribuyéndoles toda suerte de crímenes, los Apologistas respondieron con el testimonio de la existencia real de los discípulos de Cristo. La «Epístola a Diogneto» —que quizá sea la apología presentada por Cuadrato al emperador Adriano— aduce aquel testimonio como la prueba más patente de la falsedad de tales calumnias.

Más aún —agrega el autor—, la conducta de los cristianos era tan admirable, que sólo podía explicarse por la grandeza de sus ideales: «obedecen a las leyes establecidas, pero con su vida sobrepasan las leyes; aman a todos, y por todos son perseguidos; se les desconoce y se les condena; se les mata, y con ello se les da vida; son pobres y enriquecen a muchos; carecen de todo y abundan en todo; son deshonrados y en las mismas deshonras son glorificados».

Se acusaba a los cristianos de enemigos de la humanidad y malos ciudadanos del Imperio. Los Apologistas reaccionaron también vivamente frente a estas insidias: Los cristianos —escribían— ejercen un influjo benéfico en la sociedad: «lo que es el alma en el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo», decía todavía la carta a Diogneto; y Orígenes, en respuesta a Celso, reafirmaba que «los hombres de Dios —los cristianos— son la sal que mantiene unidas las sociedades de la tierra».

Por lo que hacía al Imperio, los Apologistas del siglo II afirmaban la plena; lealtad de los cristianos, que cumplían puntualmente sus deberes ciudadanos y ofrecían por los emperadores el mejor de sus bienes, la oración:

«Oramos en todo momento por los emperadores —escribía Tertuliano en su Apologeticumpara que vivan largos años, y pedimos un gobierno pacífico, la seguridad de su casa, un ejército valeroso, un Senado fiel, un pueblo honrado, la paz del mundo y cuanto emperadores y subditos puedan desear».

Los cristianos hubieron de afrontar todavía la oposición de los círculos ilustrados, que menospreciaban el valor intelectual del Cristianismo. La réplica de los Apologistas fue que la doctrina cristiana constituía una sabiduría infinitamente superior a la Filosofía griega, porque encerraba la plenitud de la verdad.

En torno al año 200, algunos escritores que habían defendido el Cristianismo en el terreno intelectual comenzaron a producir una literatura no polémica, de un nuevo género demandado ya por el grado de madurez alcanzado por la Iglesia: exposiciones de conjunto de la doctrina de la fe, que sirvieran para la formación de los numerosos conversos que llegaban ahora procedentes de las clases más cultas de la sociedad. Tal fue el comienzo de la ciencia teológica.

Clemente de Alejandría

Si hubiera que asignar una patria de origen a esa ciencia, habría que decidirse sin vacilar por Alejandría. En esta ciudad cosmopolita, foco de la cultura helenística, surgió la célebre escuela teológica que, a principios del siglo III, consiguió un extraordinario auge bajo la dirección de Clemente, un converso cuya amplísima cultura le permitió dar una sólida contextura científica a la exposición de la doctrina de la fe.

El ambiente intelectual de la metrópoli egipcia imprimió sus rasgos a esta escuela cristiana: preferencia por la Filosofía platónica y empleo del método alegórico en la exégesis bíblica, en busca del sentido espiritual más profundo de la Sagrada Escritura. Estas notas distinguieron en todo momento a los teólogos alejandrinos.

Orígenes, sucesor de Clemente de Alejandría en la dirección de la escuela, la elevó a un altísimo grado de esplendor. Orígenes fue una personalidad extraordinaria: confesor de la fe, escritor fecundísimo, la fama de su sabiduría se extendió por todo el Imperio, y la propia madre del emperador Alejandro Severo quiso conocerle.

En Alejandría y después en Cesarea de Palestina desarrolló una actividad asombrosa y fue autor de dos mil obras. Su empresa más ambiciosa fueron las «Hexaplas», versión séxtuple de la Escritura destinada a obtener un texto crítico del Antiguo Testamento.

En la ciudad de Antioquía surgió en el siglo IV otra escuela que rechazaba el método alegórico, propio de los alejandrinos, en la interpretación de la Biblia, y cultivaba la exégesis literal de la Sagrada Escritura, inspirada en la filosofía aristotélica.

Fuente: José Orlandis (Historia de la Iglesia, 2001)

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Padres de la Iglesia

 
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LA PRIMERA LITERATURA CRISTIANA
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LA VIDA ASCÉTICA
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LA PATRÍSTICA ORIENTAL Y OCCIDENTAL
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LOS CONCILIOS ECUMÉNICOS

 

 

LA VIDA ASCÉTICA

  1. ¿Qué es la vida ascética?

  2. Vida ascética en los primeros siglos

 

Desde los orígenes de la Iglesia, hubo cristianos que abrazaron una vida de plena imitación de Jesucristo. Más tarde, el ascetismo cristiano revistió formas características de huida del mundo y vida en común: así nació el monacato, que floreció desde el siglo IV, tanto en el Oriente cristiano como en el mundo latino occidental.

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1. ¿Qué es la vida ascética?

 

La vida ascética cristiana es tan antigua como la Iglesia de Jesucristo.

San Jerónimo

Desde los mismos orígenes, hubo fieles de uno y otro sexo que abrazaban una vida de plena imitación del Maes­tro: permanecían vírgenes o guardaban continencia, practicaban la oración y la mortificación cristiana y se ejercitaban en las obras de misericordia.

Durante los tres primeros siglos, ascetas y vírgenes no abandonaban el mundo ni se reunían, de ordinario, a vivir en común.

Sin solemnidades públicas, como las que luego se introdujeron, se comprometían a guardar la castidad «por el Reino de los Cielos» (Mt XIX, 12) y permanecían entre los demás miembros de su comunidad cristiana, habitando en sus casas y administrando sus bienes.

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2. Vida ascética en los primeros siglos

 En la sociedad romano-cristiana de los siglos IV y V, el fenómeno ascético tuvo resonantes manifestaciones en los propios círculos de la aristocracia.

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San Paulino de Nola

Matrimonios de la nobleza senatorial, como Paulino de Nola y Terasia o Piniano y Melania, se desprendieron de inmensos patrimonios y asumieron una existencia de fieles discípulos de Jesucristo, según las enseñanzas del Evangelio.

San Jerónimo dirigió espíritualmente a los círculos ascéticos de nobles señoras romanas, primero en la propia Urbe y luego en Palestina: les explicaba los Libros Sagrados y les alentaba en el ejercicio de la ascesis cristiana.

La práctica de la castidad entre las mujeres se incrementó a lo largo del siglo IV y, a veces, viudas y doncellas vírgenes comenzaron a vivir en común, como sucedió en Roma, en torno a las nobles damas Paula y Marcela.

Fuente: José Orlandis (Historia de la Iglesia, 2001)

 

 

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INVOCAR AL ESPÍRITU SANTO

El tiempo pascual es por excelencia el tiempo del Espíritu Santo que culmina con la Solemnidad de Pentecostés. Cuando la Iglesia celebra la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles.

 

Los cristianos en el Credo profesamos la fe en el Espíritu Santo, que es Dios, «Señor y dador de vida». Él es la fuente inagotable de la vida divina en nosotros. Él es «el agua viva» que Jesús prometió a la Samaritana para saciar para siempre la sed, para colmar los anhelos más profundos y más altos del corazón humano. Porque Jesús ha «venido para que tengan vida y la tengan abundante» (Jn 10,10)

¿Quién es el Espíritu Santo?

El Espíritu Santo que es una de las tres personas de la Santísima Trinidad. Procede del Padre y del Hijo. Cristo lo ha derramado en nuestro corazón, para hacernos hijos de Dios y para que nuestra vida sea guiada, animada y alimentada por él.

Esto es precisamente lo que entendemos al decir que el cristiano es un hombre espiritual: una persona que piensa y actúa siguiendo al Espíritu Santo que es su inspiración.

Pero al adorar a la Santísima Trinidad vivificante, consubstancial e indivisible, la fe de la Iglesia profesa también la distinción de las Personas. Cuando el Padre envía su Verbo, envía también su Aliento: misión conjunta en la que las personas de la Santisima Trinidad son distintas pero inseparables. Sin ninguna duda, Cristo es quien se manifiesta, imagen visible de Dios invisible, pero es el Espíritu Santo quien lo revelaCatecismo de la Iglesia Católica 687-689

Su venida

Lo narra san Lucas en los Hechos de los Apóstoles, en los capítulos 1 y 2. Antes de la Ascensión, Jesús había mandado a los discípulos “que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, -les dijo- pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días. Cuando haya venido sobre vosotros, seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta los confines de la tierra”.

Unos días después, sigue narrando san Lucas, «cuando estaban todos juntos, de repente, vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y se llenaron todos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas”.

En este día se revela plenamente la Santísima Trinidad y a partir de ese momento el Reino anunciado por Cristo está abierto a todos los que creen en Él.

Su misión

Jesús no revela plenamente el Espíritu Santo hasta después de su Resurrección. Sin embargo, lo sugiere poco a poco, incluso en su enseñanza a la muchedumbre, cuando revela que su Carne será alimento para la vida del mundo. Lo sugiere también a Nicodemo, a la Samaritana y a los que participan en la fiesta de los Tabernáculos.

A sus discípulos les habla de él abiertamente apropósito de la oración: lo recoge san Lucas en el versículo 11 de su Evangelio: «Si vosotros que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan”.

Y cuando les explica el testimonio que tendrán que dar dice: «Cuando seáis arrestados, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni cómo habéis de hablar. Llegado ese momento, se os comunicará lo que tengáis que decir. Pues no series vosotros los que hablareis, sino el Espíritu del Padre el que hablará por vosotros”. Catecismo de la Iglesia Católica 689-690

El Paráclito que es Dios mismo que se entrega a nosotros para hacernos partícipes de su naturaleza divina. Actúa en nosotros dándonos consolación interior, que podemos experimentar como aumento de fe, esperanza, caridad, paz o alegría que nos atrae hacia Él.

«Nadie puede decir: ‘¡Jesús es Señor!’ sino por influjo del Espíritu Santo», dice san Pablo en la Epístola a los Corintios. Y en la Epístola a los Gálatas: «Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama ¡Abbá, Padre!».

El Espíritu Santo y la Virgen María

Él preparó a María con su gracia. María, «llena de gracia» la Madre de Aquel en quien «reside toda la plenitud de la divinidad corporalmente».

En María la Divina Gracias realiza el designio benevolente del Padre. La Virgen concibe y da a luz al Hijo de Dios por obra del Espíritu Santo. Su virginidad se convierte en fecundidad única por medio del poder del Espíritu y de la fe.

En fin, por medio de María, el Espíritu Santo comienza a poner en comunión con Cristo a los hombres «objeto del amor benevolente de Dios». Catecismo de la Iglesia Católica 721-726

La Anunciación de Murillo

El Espíritu Santo en la vida del cristiano

El conocimiento de fe no es posible sino en la Divina Gracia. Para entrar en contacto con Cristo, es necesario primeramente haber sido atraído por la Divina Gracia. Él, con la Trinidad Beatísima viene a inhabitar en el alma por el sacramento del Bautismo. El Espíritu Santo con su gracia es el «primero» que nos despierta en la fe y nos inicia en la vida nueva que supone conocer al único Dios verdadero, y a su enviado, Jesucristo. Catecismo de la Iglesia Católica 737-742

No se puede vivir una vida cristiana sin la Divina Gracia, pues es nuestro compañero y protagonista de nuestras vidas, aseguró el Papa Francisco durante la homilía en la capilla de la Casa de Santa Marta.

“No se puede caminar en una vida cristiana sin el Espíritu Santo”, ha señalado el Papa Francisco, y ha añadido que pidamos al Señor la gracia de entender dicho mensaje, porque “Él es nuestro compañero en el camino”.

El Santo Padre explica que sin el Espíritu Santo que es la fuerza no podemos hacer nada: el Espíritu “nos hace resucitar de nuestros límites, de nuestros muertos, porque tenemos tantas, tantas necrosis en nuestra vida, en nuestra alma”. Por tanto es necesario que los cristianos le hagamos un sitio en nuestra existencia.

Además, el Papa subrayó que una vida cristiana que no reserva espacio para el Espíritu Santo ni se deja guiar por Él “es una vida pagana, disfrazada de cristiana. Él es el protagonista de la vida cristiana, el Espíritu que está con nosotros, nos acompaña, nos transforma, nos vence”.

Francisco ha hecho un llamo en Santa Marta para que todos los católicos seamos conscientes “de que no podemos ser cristianos sin caminar con el Espíritu Santo, sin actuar con Él, sin dejar que Él sea el protagonista de nuestras vidas”.

Los símbolos del Espíritu Santo en la Iglesia

El agua del Bautismo significa la acción del la Divina Gracias en el alma.

El fuego porque en forma de lenguas «como de fuego» se posó el Espíritu sobre los discípulos la mañana de Pentecostés y los llenó de El.

La Paloma porque cuando Cristo sale del agua de su bautismo, el Espíritu Santo, en forma de paloma, baja y se posa sobre Él.

Invocación al Espíritu Santo

El término «Espíritu» traduce el término hebreo Ruah, que en su primera acepción significa soplo, aire, viento.

Jesús, cuando anuncia y promete la Venida del Espíritu Santo, le llama el «Paráclito» que se traduce habitualmente por «Consolador». También lo llama «Espíritu de Verdad».

San Pablo se refiere a Él como el Espíritu de la promesa, el Espíritu de adopción, el Espíritu de Cristo, el Espíritu del Señor, el Espíritu de Dios, y en San Pedro, el Espíritu de gloria.

Por otra parte, la iglesia considera Espíritu y Santo como atributos divinos comunes a las Tres Personas divinas. Pero, uniendo ambos términos, la Escritura, la liturgia y el lenguaje teológico designan la persona inefable del Paráclito, sin equívoco posible con los demás. El misterio de la cruz de Cristo y con ello el sentido cristiano del sufrimiento, se iluminan al considerar que es el Espíritu Santo el que nos une en el Cuerpo místico (la Iglesia)

 

Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles,
y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Envía tu Espíritu Creador
y renueva la faz de la tierra.

Oh Dios,
que has iluminado los corazones de tus hijos
con la luz del Espíritu Santo;
haznos dóciles a sus inspiraciones
para gustar siempre el bien
y gozar de su consuelo.

Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

 

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«Frecuenta el trato del Espíritu Santo…No olvides que eres templo de Dios. El Paráclito está en el centro de tu alma: óyele y atiende dócilmente sus inspiraciones.» Camino, 57. san Josemaría

Los dones del Espíritu Santo

Los dones del Espíritu Santo infundidos en el alma del cristiano llevan a la perfección las virtudes y hacen a los fieles dóciles para seguir con prontitud y amor, en su actuar diario, las inspiraciones divinas. Catecismo de la Iglesia Católica 1830-1831. Sus dones vienen dados con el Sacramento del Bautismo y se refuerzan en la Confirmación, pero debemos desarrollarlos durante toda nuestra vida cristiana.

De acuerdo con el Catecismo de la Iglesia Católica, los sus dones son siete: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Estos sostienen la vida moral del cristiano y lo hacen dócil y sensible a la voluntad de Dios.

San Pablo dice que la existencia del cristiano es animada por la Divina Gracia y rica de sus frutos, que son: «Amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí» (Ga 5,22-23).

El don precioso del Espíritu Santo es la vida misma de Dios, en cuanto verdaderos hijos suyos por su adopción.

Don de Consejo

En el momento en el que lo acogemos y lo albergamos en nuestro corazón, el Espíritu Santo comienza a hacernos sensibles a su voz y a orientar nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras intenciones según el corazón de Dios.

Nos conduce a dirigir nuestra mirada interior hacia Jesús, como modelo de nuestro modo de actuar y de relacionarnos con Dios Padre y con nuestros hermanos.

Don de Entendimiento

Este don del Espíritu Santo está relacionado con la fe.

Cuando el Espíritu Divino habita en nuestro corazón e ilumina nuestra mente, nos hace crecer día a día en la comprensión de lo que el Señor ha dicho y ha realizado.

Comprender las enseñanzas de Jesús, comprender el Evangelio, comprender la Palabra de Dios.

Don de Sabiduría

La sabiduría como la gracia de poder ver cada cosa con los ojos de Dios: ver el mundo, ver las situaciones, las ocasiones, los problemas, todo, con los ojos de Dios.

Don de Fortaleza:

Son muchos los hombres y mujeres que honran a nuestra Iglesia, porque son fuertes al llevar adelante su vida, su familia, su trabajo y su fe. Demos gracias al Señor por estos cristianos que viven una santidad oculta: es el Espíritu Santo quien les conduce.

Don de Ciencia

En el Génesis se pone de relieve que Dios se complace de su Creación, subrayando repetidamente la belleza y la bondad de cada cosa. Al término de cada jornada, está escrito: Y vio Dios que era bueno.

Si Dios ve que la Creación es una cosa buena, es algo hermoso, también nosotros debemos asumir esta actitud. He aquí el don de ciencia que nos hace ver esta belleza; alabemos a Dios, démosle gracias por habernos dado tanta belleza.

Don de Piedad

Este don indica nuestra pertenencia a Dios y nuestro vínculo profundo con Él, un vínculo que da sentido a toda nuestra vida y que nos mantiene firmes, en comunión con Él, incluso en los momentos más difíciles y tormentosos.

Se trata de una relación vivida con el corazón: es nuestra amistad con Dios, que nos dona Jesús, una amistad que cambia nuestra vida y nos llena de entusiasmo, de alegría.

Don de Temor de Dios

Es el don del Espíritu que nos recuerda cuán pequeños somos ante Dios y su amor, y que nuestro bien está en abandonarnos con humildad, con respeto y confianza en sus manos. Esto es el temor de Dios: el abandono en la bondad de nuestro Padre que nos quiere mucho.

Acudamos al Espíritu Santo

Es el guía que nos conduce por la senda del bien en la vida cotidiana es el Espíritu Santo. Dependemos de su obra para vivir según la Palabra, para comprenderla, para orientar nuestro caminar en la senda de la santidad, para actuar con justicia. Él nos llena de amor, de paciencia, de paz, de alegría, de bondad, de mansedumbre, de benignidad, nos da la fe.

carfundacion.org

 

En la orilla oriental del Mar de Galilea se encuentra la ciudad de Hipos

Lugar donde Jesús realizó varios de sus milagros

 

Tierra Santa y sus bellezas naturales, religiosas y arqueológicas. Paseando por el norte de Israel llegamos hasta la antigua ciudad de Hipos. De camino, el Mar de Galilea, donde Jesús caminó sobre las aguas y realizó varios milagros. Más allá encontramos el lugar, citado en la Biblia, conocido como territorio de los gerasenos.

 

Allí Jesús curó al hombre poseído e hizo que los espíritus inmundos entrasen en la piara de los cerdos y cayeran al lago, que en aquella época llegaba hasta esta localidad. Siguiendo un poco más llegamos a nuestro destino.

 

Reproductor de vídeo

 

Fr FRÉDÉRIC MANNS, ofm Studium Biblicum Franciscanum

"La ciudad de Hipos se encuentra en los altos de Golán frente a Tiberíades. Tenemos el kibbutz de Ein Gev, a 2 km hacia allí, hay una montaña muy alta donde se encuentra Hipos-Susita."

Nada más entrar en el Parque Nacional es posible ver algunas ruinas. La subida hasta la cima actualmente se hace a pie. El camino es estrecho y está lleno de piedras. Hipos es conocida también como Susita.

 

 

Fr FRÉDÉRIC MANNS, ofm Studium Biblicum Franciscanum

“Hipos” en griego, como “Sus” en hebreo significa caballo. Desde lo alto tiene la forma de un caballo y además en las monedas de la ciudad se acuñaba un caballo."

Quienes vienen a Hipos se encuentran ante un hermoso paisaje: por un lado el Mar de Galilea y la ciudad de Tiberíades, y por otro las ruinas históricas del lugar.

 

 

En 1880 Schumacher ya había comenzado las excavaciones, retomadas en 1950 por Segal y actualmente las continúa el profesor Einsenberg, de la Universidad de Haifa. Es una ciudad helenística, fundada probablemente en el siglo III aC por los seléucidas y además sabemos que en el año 63 aC la ciudad formaba parte de la Decápolis, es decir, de diez ciudades confederadas con un estatus especial, también a nivel económico. Hasta aquí llegó el cristianismo.

 

Fr FRÉDÉRIC MANNS, ofm Studium Biblicum Franciscanum

"Después llegaron los bizantinos que edificaron ocho iglesias. El Evangelio narra que Jesús predicaba en las ciudades de la Decápolis y alló curó a un poseído por el demonio. Este hombre explicó por toda la Decápolis lo que Jesús había hecho por él. Por ello en esta zona tenemos una presencia cristiana muy fuerte.

Por el Evangelio de San Marcos sabemos también que Jesús en la zona de la Decápolis curó a un sordomudo diciendo: “Effetá”. Y además en las excavaciones se ha encontrado en una iglesia un hermoso mosaico con representaciones de los panes y los peces: Se piensa que podría ser un recuerdo de la multiplicación de los panes."

Hipos, un lugar lleno de belleza, historia y presencia cristiana.

 

terrasenta.com

En la Biblia, el Espíritu Santo (ruaj en hebreo, pneuma en griego) se asocia regularmente con el poder de Dios. Íntimamente ligado al Padre y al Hijo, participa en la creación del mundo y hace fértil todo lo creado.

 

Dado al pueblo de Dios el día de Pentecostés, entró en el interior de las personas para guiar sus vidas y transformar su ser interior.

Que juzgue el lector mismo. Entre la Resurrección de Jesús y Pentecostés no hubo conversiones. En el día de Pentecostés, en cambio, hubo 3.000 conversos de golpe.

Este episodio subraya el poder de la acción del Espíritu en el creyente, el poder de su efusión, descrito por los Apóstoles como lenguas de fuego:

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse”. (Hechos 2,1-4).

Un sermón fulminante

Pedro asumió el papel de jefe de la Iglesia que Jesús le había dado. De pie junto a los once Apóstoles, expresó en voz fuerte y segura:

“Hombres de Judea y todos los que habitan en Jerusalén, presten atención, porque voy a explicarles lo que ha sucedido”. Y más adelante: “Hermanos, permítanme decirles con toda franqueza…”.

Pedro estaba dando su primer sermón. Un sermón que sonó como un trueno, ¡la Iglesia ha nacido! La multitud estaba conmocionada.

Una conmoción debida probablemente a los mismos discípulos de Jesús, todos repletos de ese Espíritu, como “ebrios” de alegría, procedentes de todas las naciones, que empezaron a “hablar en distintas lenguas” sobre “las maravillas de Dios”.

 

Las conversiones en Pentecostés

 

Los Apóstoles les aseguraron cosas extraordinarias: que quien recibiera a Cristo se “llenará de gozo” por su presencia; que “todos los hombres” pueden recibir el Espíritu; que al derramar su Espíritu, Dios hará “prodigios arriba, en el cielo, y signos abajo, en la tierra”, y que “todo el que invoque el nombre del Señor se salvará”.

 

Empezaron a “reunirse asiduamente”

Las promesas y el testimonio de Pedro maravillaron a quienes le escucharon. Los oyentes se “conmovieron profundamente”, describen los Apóstoles.

Solo quedaba un paso más para su conversión. Preguntaron a Pedro y a los otros Apóstoles: “Hermanos, ¿qué debemos hacer?”.

Y Pedro les respondió con claridad:

Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo para que les sean perdonados los pecados, y así recibirán el don del Espíritu Santo. (…) Los que recibieron su palabra se hicieron bautizar; y ese día se unieron a ellos alrededor de tres mil”, relata el libro de los Hechos de los Apóstoles.

Y así empezaron a reunirse “asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones”.

 

+ info -

Solemnidad de Pentecostés - Venida del Espíritu Santo

 

aleteia.org

 

Santa Teresa de Ávila

 

La ciudad de Ávila, en España, está recordando que se cumplen 50 años de cuando Santa Teresa de Jesús fue proclamada Doctora de la Iglesia.

Lo hace con este congreso presencial y on line.

Para clausurarlo, el Papa ha enviado un largo video mensaje de casi trece minutos.

Francisco propone recordar la actitud de Santa Teresa, pues su tiempo coincidió con un cambio de época como el actual.

 

 

 

FRANCISCO


“La gran tentación es ceder a la desilusión, a la resignación, al funesto e infundado presagio de que todo va a salir mal. Ese pesimismo infecundo. Ese pesimismo de personas incapaces de dar vida”.

“En cambio, la oración nos abre, nos permite gustar que Dios es grande, que está más allá del horizonte, que Dios es bueno, que nos ama. Y que la historia no se le ha escapado de las manos”.

El Papa recordó que “la audacia, la creatividad y la excelencia de Santa Teresa como reformadora” eran fruto de su amistad con el Señor.

En diciembre viajó a Roma el obispo de Ávila con una delegación de la ciudad, para invitar al Papa a viajar a España en 2022, por el cuarto centenario de la canonización de Santa Teresa.

Francisco no respondió, pero por este mensaje se ve que aprecia a la veterana santa.

 

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Santa Teresa de Jesús - 15 de octubre

 

RomeReports

JMB

 

A san Expedito se le invoca en problemas urgentes

19 de abril, Siglo IV

 

San Expedito, entre los siglos III y IV, fue comandante de una legión romana y como tal defendió al Imperio ante las invasiones de los Bárbaros, bajo el gobierno del emperador Diocleciano. Al convertirse en cristiano fue martirizado (posiblemente por orden del emperador Diocleciano) en Melitene, Armenia (hoy Malatya, Turquía).

 

Junto con él murieron sus compañeros de armas: Caio, Gálatas, Hermógenes, Aristónico y Rufo. Muchos otros mártires dieron gloria a Dios en su época, entre ellos Santa Filomena y San Jorge.

 

San expedito

Según la tradición, en el momento de la conversión, se le acercó el demonio, en forma de un cuervo que le gritaba "cras, cras cras" (En latín significa "Mañana, Mañana, Mañana"). Así trataba de persuadirlo a que dejase su decisión para después ya que el demonio sabe que lo que se deja para mañana hay mucha posibilidad de que se quede sin hacer.

Pero Expedito aplastó al cuervo tentador con prontitud diciendo "¡HODIE, HODIE, HODIE!" (HOY, HOY, HOY). No dejaré nada para mañana, a partir de HOY seré cristiano".  Así se convirtió en soldado de Cristo, utilizando desde ese momento su valor y disciplina para el Reino de Dios.

Aunque se desconoce el origen su nombre, aparece en la Martiriología Romana junto a Hermógenes y compañeros.  Su nombre es sinónimo con prontitud y se le tiene por gran y pronto intercesor.

A san Expedito se le invoca en problemas urgentes. Debemos saber que lo mas importante es renunciar a la vida de pecado y decidirnos cabalmente por Cristo.  Seamos pues inspirados por su prontitud y valor al seguir a Cristo en tan difíciles circunstancias cuando los cristianos eran perseguidos a muerte. Que nosotros también digamos "HOY" a Jesús y aplastemos los engaños del tentador.

También se le venera como protector de jóvenes, estudiantes, enfermos, problemas laborales y de familia, y juicios.

Se alega que el santo aparece como un error de escribano cuando, en el siglo XIX, una caja de reliquias fue enviada a monjas francesas con la anotación: "expedir". Sheppard (1969).  Pero esta hipótesis no puede ser cierta ya que Expedito era conocido en el siglo XVIII en Alemania y Sicilia y se le invocaba en casos de urgencia.

En la iconografía, Expedito es representado como un soldado con una cruz en la que esta escrito "Hodie" (Hoy) y la hoja de palma (martirio). A sus pies hay un cuervo y la palabra "cras" (mañana).

Aunque no aparece en el actual calendario litúrgico no deja de ser un santo reconocido por la Iglesia.

 

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Las persecuciones en el siglo IV

 

Ver en Wikipedia

 

Junto a Nazaret

Se encuentra la aldea de Al-Mujaydel en la que ha tenido lugar la consagración de esta nueva iglesia dedicada al arcángel San Gabriel, cerca del sitio en el que se le apareció a la Virgen.

 

En un ambiente de alegría y serenidad la Custodia de Tierra Santa consagró, tras un año de restauración, la Iglesia del Al-Mujaydel, junto a Nazaret, despoblada desde 1948. El custodio de Tierra Santa, Fr. Francesco Patton, presidió la misa solemne concelebrada por sacerdotes, con la presencia de fieles, en su mayoría pertenecientes a las familias de los exiliados del pueblo.

 

 

Reproductor de vídeo

 

 

Fr. FADI SHALLUFI, ofm Guardián del Convento del Arcángel Gabriel

"Hemos restaurado las piedras tanto del interior del conjunto del antiguo monasterio como de la histórica iglesia. Hemos dispuesto el nuevo altar del Arcángel Gabriel y también el sagrario para el Santísimo Sacramento."

La rehabilitación ha incluido el alicatado de la iglesia, la renovación de la fachada y la reconstrucción de la red eléctrica. El guardián del convento, Fr. Shallufi, está preparando este lugar en medio de la naturaleza para acoger retiros espirituales.

Fr. Francesco Patton, custodio de Tierra Santa, se refirió al agradable ambiente que acompañó la celebración, recordando que Gabriel es el arcángel de las buenas noticias; es él quien anunció a la Virgen María que daría a luz a Jesús, añadiendo cómo la celebración coincide con otras buenas noticias que los ángeles han transmitido con ocasión de la Santa Pascua.

 

 

Fr. FRANCESCO PATTON, ofm Custodia de Tierra Santa

"Los ángeles nos han traído en este periodo de pandemia otra buena noticia que nos da esperanza. Como cristianos sabemos que podemos encontrar esperanza cuando acogemos a Jesús, desde la Anunciación a la Resurrección. La jornada de hoy marca también una festividad importante, la de la Divina Misericordia."

Al término de la misa, Fr. Patton entregó a Sami Nassar, exiliado de la aldea, una medalla y un certificado por su generosidad y la de su familia hacia la Iglesia.

 

SAMI NASSAR Exiliado de la aldea de Al-Mujaydel

"Somos originarios de Al- Mujaydel. Los habitantes fueron exiliados y se trasladaron a Nazaret. Tenemos un vínculo especial con esta iglesia porque se trata del único lugar cristiano que queda en Al-Mujaydel. Hay también una iglesia greco-ortodoxa, pero también ha sido abandonada."

 

 

 

Fr. FADI SHALLUFI, ofm Guardián del Convento del Arcángel Gabriel

"En los diferentes lugares abandonados que no son habitados por cristianos, como Séforis o Ein Karem, los frailes franciscanos estamos presentes y seguimos siendo guardianes y custodios de los santos lugares y de las iglesias, incluido Al-Mujaydel.

Nuestra misión es informar a la comunidad cristiana local de que aquí pueden volver a orar de nuevo, comenzando por los habitantes originarios de Al-Mujaydel. De esta manera la Iglesia, que es la casa de Dios, y este monasterio se pueden repoblar y dar momentos de alegría a todos."

Después de la misa se ofreció un refresco. Los sacerdotes acogieron las felicitaciones y saludaron a los fieles en un clima de fiesta.

 

terrasanta.com

Tiburcio, Valeriano y Máximo, mártires en la via Appia

14 abril

Estamos en el 229: las persecuciones anticristianas arrecian; el edicto de Constantino sobre la libertad de culto está aún muy lejos. En este contexto viven en Roma los tres mártires que recordamos hoy.

 

Su veneración estaba ya muy viva en el siglo V y su historia se transmite por varias fuentes: las más completas son el Passio de Santa Cecilia y el Martirologio Jeronimiano, traducido más tarde al Martirologio Romano, que se sigue utilizando hoy en día.

 

Valeriano y Cecilia, un matrimonio casto

La historia comienza con Valeriano, un noble romano nacido en 177, que está casado con Cecilia, también hija de padres patricios de alto rango. Aunque provenía de una familia pagana, Cecilia se hizo discípula de Jesús desde muy joven y, sin darlo a saber, vivió en comunión con Jesús en continua oración y en el ejercicio de las virtudes.

También se consagró a Él, en el secreto de su habitación. Así, el día de su matrimonio con Valeriano, le confió su voto: "Ninguna mano profana puede tocarme porque un ángel me protege", le dijo, "si me respetarás, Él te amará como me ama a mí". Valeriano es un buen hombre y la gracia ya ha lo ha transformado interiormente: acepta a su esposa y su casto matrimonio.

En ese momento un ángel sonriente se le aparece, llevando dos coronas: una de lirios para él, una de rosas para su esposa.

 

El martirio y la conversión de Máximo

Valeriano fue bautizado por el Papa Urbano I, se convirtió en un celoso cristiano y con su fe y palabras inspiradas también logró convertir a su hermano Tiburcio. Los dos, junto con Cecilia y eludiendo las prohibiciones, salían todas las noches a enterrar a los cristianos mártires y a llevar comida y consuelo a los fieles ocultos.

Una noche, sin embargo, los dos hermanos fueron descubiertos, encarcelados y sentenciados a muerte por el prefecto Almaquio, quien fue particularmente feroz contra los cristianos. Antes de la ejecución, Cecilia fue a visitarlos a la prisión y los animó a enfrentar con fe y tenacidad esa difícil prueba, incluso la extrema del martirio.

Al día siguiente, Máximo, el carcelero que los había detenido, los llevó a un templo y los obligó a hacer sacrificios a los dioses paganos, pero cuando se negaron a obedecer a la ley, los mató. En este punto, sin embargo, Máximo vio los cielos abiertos y los ángeles bajaron para tomar las almas de esos dos cristianos.

El oficial sintió la llamada del Señor a la fe y se convirtió, pero unos días después su destino sería el mismo: el martirio.

 

Enterrar a los mártires era un crimen

En la Roma pagana y fuertemente anticristiana, el entierro de los condenados a muerte, sobre todo si era por motivos religiosos, era muy peligroso: se corría el riesgo de ser considerado cómplice y ser condenado a su vez a la pena capital. Pero Cecilia, cada noche, desafiaba tal peligro.

Lo hace incluso después de la ejecución de su marido y cuñado, que lleva a un lugar llamado Pagus, a cuatro millas de Roma. Hará lo mismo por Máximo, quien será enterrado por separado en el cementerio Pretestato de la Via Appia. Fue el Papa Pascual I quien trasladó a Roma las reliquias de los tres mártires en la basílica dedicada a Santa Cecilia en el Trastevere.

 

+ info -

https://www.primeroscristianos.com/santa-cecilia-22-de-noviembre/

 

 

 

Una de las apariciones de Cristo tras la Resurrección tuvo lugar en Emaús

Y fue a dos de sus discípulos, Simeón y Cleofás, que reconocieron al Maestro después de que Jesús partiera el pan con ellos. En Tierra Santa este episodio bíblico es celebrado por los franciscanos el Lunes del Ángel en Emaús Al Qubeibeh, donde se encuentra el Santuario de la Manifestación de Jesús, lugar que recuerda el encuentro de Jesús con los dos discípulos.

 

Reproductor de vídeo

 

 

Fr. FRANCESCO PATTON, ofm Custodio de Tierra Santa

"Hemos venido a Emaús Al-Qubeibeh, que es una de las posibles ubicaciones del lugar narrado por San Lucas en el capítulo 24. Emaús Al Qubeibeh está a 11 km de Jerusalén, y cuando nuestros arqueólogos del Studium Biblicum Franciscanum fueron confinados aquí como prisioneros, durante la Segunda Guerra Mundial, llevaron a cabo las excavaciones, y las ruinas que encontraron sacaron a la luz una aldea de la época de Jesús."

 

 

En el santuario Fr. Francesco Patton, custodio de Tierra Santa, presidió la celebración en la que participaron muchos franciscanos, religiosos y los pocos cristianos locales de Emaús Al Qubeibeh, cuya población es en su mayoría musulmana.

 

 

Fr. ARTURO VASATURO, ofm Administrador del Santuario de Emaús

"Nuestra relación con los musulmanes ha sido siempre tranquila, porque los frailes hemos venido para servir. La comunidad musulmana que vive aquí está muy ligada al convento porque en el concento del convento está el término “der”. “Der” es “donde se vive”, por lo que la gente local ve con buenos ojos a aquellos que se consagran al Señor, y todos nuestros trabajadores son habitantes del pueblo. En estos 100 años ha trabajado aquí siempre gente del lugar, por lo que nuestra relación con ellos ha sido siempre buena."

En su homilía Fr. Francesco Patton comentó que “Jesús enseña a los discípulos por medio del Evangelio el misterio de la Pascua”. Y en la celebración bendijo dos nuevas esculturas del santuario.

 

Basilica de la Manifestacion de Jesus (retablo) Emaus Al Qubeibeh

 

Fr. FRANCESCO PATTON, ofm Custodio de Tierra Santa

"En el transcurso de la celebración hemos bendecido estos dos bajorrelieves procedente de Ortisei en Val Gardena, al norte de Italia. Son obra del escultor Willy Messner y han sido donadas por una benefactora para recordar dos pasajes fundamentales del Evangelio de Emaús: Jesús que camina con sus discípulos explicándoles las Escrituras —en el bajorrelieve Jesús explica un pasaje de Isaías— y además Jesús que es invitado a cenar y que es reconocido en el gesto de bendecir y partir el pan.

Estas dos esculturas, estos dos bajorrelieves, ayudarán a los peregrinos (en cuanto puedan regresar) a meditar el Evangelio de Emaús y el misterio que recordamos y vivimos en este lugar tan bello y especial."

 

 

Según la narración del Evangelio de San Lucas Jesús se sentó a la mes, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y lo sirvió a sus discípulos, quienes en ese gesto lo reconocieron. Este gesto de Jesús fue repetido por Fr. Francesco Patton, que distribuyó panes en memoria de la manifestación de Cristo a Simeón y Cleofás.

 

terrasanta.net

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