Se puede decir que, desde el principio del cristianismo, la espada que atravesó el alma de María –según las palabras de Simeón (Lc. 2,35)– ha provocado compasión tierna de los buenos cristianos. Y es que, al recordar la pasión del Redentor, los hijos de la Iglesia no podían menos de asociar al dolor del Hijo de Dios los sufrimientos de su benditísima Madre.
En el siglo XVII se dio principio a la celebración litúrgica de dos fiestas dedicadas a los Siete Dolores, una el viernes después del Domingo de Pasión, llamado Viernes de Dolores, y otra el tercer domingo de septiembre. La primera fue extendida a toda la Iglesia, en 1472, por el papa Benedicto XIII; y la segunda en 1814, por Pío VII, en memoria de la cautividad sufrida por él en tiempos de Napoleón. Esta segunda fiesta se fijó definitivamente para el 15 de septiembre.
La fiesta de este día hace alusión a siete dolores de la Virgen, sin especificar cuáles fueron éstos. Lo del número no tiene importancia y manifiesta una influencia bíblica, ya que en la Sagrada Escritura es frecuente el uso del número siete para significar la indeterminación y, con más frecuencia tal vez, la universalidad. Según esto, conmemorar los Siete Dolores de la Virgen equivaldría a celebrar todo el inmenso dolor de la Madre de Dios a través de su vida terrena. De todos modos, la piedad cristiana suele referir los dolores de la Virgen a los siete hechos siguientes: 1º la profecía de Simeón; 2º la huida a Egipto; 3º la pérdida de Jesús en Jerusalén, a los 12 años; 4º el encuentro de María con su Hijo en la calle de la Amargura; 5º la agonía y la muerte de Jesús en la cruz; 6º el descendimiento de la cruz; y 7º la sepultura del cuerpo del Señor y la soledad de la Virgen.
Sin duda que la piedad cristiana ha sabido acertar al resumir en esos siete hechos-clave los momentos más agudos del dolor de María. Porque, ¿no es cierto que son como hitos que señalan la trayectoria ascendente de los insondables sufrimientos de la Madre de Dios? En efecto, si las enigmáticas palabras de Simeón (He aquí que éste está destinado para caída y resurrección de muchos en Israel, y para signo de contradicción, y una espada atravesará tu misma alma, para que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones (Lc. 2, 34-35), tuvieron que entristecer el semblante de María, ¿que no habremos de pensar que ocurriría en la huida a Egipto, ¡Su hijo, tan tierno, arrojado por el vendaval del odio a tierras lejanas! Y, en cuanto a la pérdida de Jesús en Jerusalén, a los doce años, ¿quien es capaz de profundizar en el abismo de incertidumbre y en la agonía de una Madre privada de su Hijo?
Pero donde los dolores de la Virgen rebasaron toda medida fue en el drama del Calvario y, especialmente, al pie de la Cruz. Detengámonos en su contemplación con el alma transida de compasión amorosa, como hacían los santos.
Entre los personajes que asistieron de cerca a la tragedia del Gólgota destaca la figura de la Virgen. De su presencia en el Calvario nos habla San Juan en su Evangelio con palabras sencillas pero impregnadas de un intenso dramatismo: Estaban en pie, dice, junto a la Cruz de Jesús su Madre y la hermana de su Madre, María de Cleofás, y María Magdalena... Podemos representarnos la escena sin necesidad de hacer grandes esfuerzos de imaginación: Jesús acaba de recorrer las calles de Jerusalén con su cruz a cuestas. Durante el lúgubre desfile, el populacho le ha injuriado y escarnecido o, cuando menos, ha contemplado su paso con estupor y desconcierto. Porque, ¿no era Aquél el que hacía unos días había entrado en la ciudad santa en medio de aclamaciones? ¿No tendrían razón los escribas y fariseos al decir que era un vulgar impostor y un blasfemo?
Jesús, según asegura la tradición, se encontró con su Madre bendita en la calle que el pueblo cristiano llamó "de la amargura". ¿Qué se dirían con la mirada el Hijo y la Madre? Tal vez sólo las madres que tienen la inmensa desdicha de asistir a sus hijos antes de ser ajusticiados pueden sospechar algo de lo que pasaría por el alma de la Virgen.
Pero la comitiva siguió avanzando. Y después de muchos tropezones e incluso caídas de los que llevaban sudorosos sus cruces, y entre ellos iba como un vulgar facineroso Jesús, llegaron al Calvario. La Virgen caminó también, deshecha en el dolor, en pos de su Hijo. Era el primero y el más sublime de los Viacrucis.
Ya está en el lugar de la crucifixión. Es Él. Los sayones le quitan sus vestiduras. La Virgen contemplaría aquella túnica inconsútil que con tanto cariño había tejido para su Hijo...
Unos momentos después suenan unos martillazos terribles. En un remolino instantáneo de recuerdos desfilarían ante la Virgen las escenas de Belén y de Nazaret, cuando las manecitas de su Niño le acariciaban con perfume de azucenas o le traían virutas para encender el fuego... Pero todo aquello quedaba muy lejos. Ahora tenía ante sí la realidad brutal de los pecados de los hombres horadando aquellas sacratísimas manos, pródigas en repartir beneficios.
Unos momentos más, y la cruz, su Hijo hecho cruz, era levantada entre el cielo y la tierra. En medio del clamor confuso de la multitud, María escucharía el respirar fatigoso y jadeante de su Hijo, puesto en el mayor de los suplicios. ¡Ella que había recogido su primer aliento en el pesebre de Belén y había arrimado tantas veces su virginal rostro al corazón de su Niño Jesús, palpitante de vida!
Las tres horas que siguieron, mientras Jesús derramaba gota a gota por la salud del mundo la sangre que un día recibiera de María, fueron las más sagradas de la historia del mundo. Y, si hasta las piedras se abrieron, como señala elEvangelio, ante el dolor del Hijo y de la Madre, ¿cómo podremosnosotros, los causantes de aquella "divina catástrofe" (como dice la liturgia), permanecer indiferentes en la contemplación de este divino espectáculo? Eia, Mater, fons amoris, me sentire vim doloris faic, ut tecum lugeam. (¡Ea! Madre, fuente de amor, hazme sentir la fuerza de tu dolor, para que llore contigo). Así exclama el autor del Stabat Mater. Y es que se necesita que la gracia sobrenatural aúpe y levante el corazón humano para que pueda siquiera rastrear la intensidad de los sufrimientos de Cristo y de su Madre.
Jesús, pues, como anota San Juan, habiendo visto a su Madre y al discípulo amado, exclamó: "Madre, ahí tienes a tu hijo". Y en seguida, dirigiéndose al discípulo: "Ahí tienes a tu Madre" (lo. 19, 26). Fueron las únicas palabras que, según narra el Evangelio, dirigió Jesús a María en su agonía. Estas palabras, en su sentido literal, se refieren sin duda a San Juan, a quien encomienda a su Madre, que iba a quedar sola en el mundo. Pero, en el sentido que los exegetas llaman supraliteral y plenior (más completo), significaban que Juan, es decir, el género humano, a quien el apóstol representaba en aquellos momentos, pasaba a ser hijo de la Santísima Virgen. Esta es la interpretación que dan los Santos Padres y escritores eclesiásticos y que la Iglesia siempre ha aceptado.
Es cierto que la Virgen creía firmísimamente en la resurrección de su Hijo; pero esta creencia, como observa San Bernardo, en nada se opone a los sufrimientos agudísimos ante la pasión de su Hijo; lo mismo que Éste pudo sufrir y sufrió, aun sabiendo que había de resucitar.
Jesús, dice el Evangelio, dando una gran voz, exclamó: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". E inclinando su cabeza expiró".
María, que había dado el "sí" a la encarnación, que al pie de la cruz aceptó el ser nuestra Corredentora, se unió a la entrega de su Hijo y le ofreció al Padre como la única Hostia propiciatoria por nuestros pecados.
Que la Virgen Dolorosa nos infunda horror al pecado y marque nuestras almas con el imborrable sello del amor. El Amor, he ahí el secreto de la íntima tragedia que acabamos de contemplar.
Porque todo tiene su origen en aquello, que tan profundamente se grabó a San Juan, espectador excepcional de todo este drama: "De tal manera amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo Unigénito" (lo. 3, 16).
FAUSTINO MARTÍNEZ GOÑI.
CATALINA DE GENOVA Y LA EXPERIENCIA DEL PURGATORIO
"El purgatorio no es un fuego exterior, sino interior"
CIUDAD DEL VATICANO, 12 ENE 2011 -
Benedicto XVI dedicó la catequesis de la audiencia general de los miércoles, celebrada en el Aula Pablo VI y a la que asistieron 9.000 personas, a santa Catalina de Génova (1447-1510), autora de dos libros: "El tratado sobre el purgatorio" y "El diálogo entre el alma y el cuerpo".
Catalina recibió en su hogar una buena educación cristiana. Se casó a los dieciséis años y su vida matrimonial no fue fácil. Al principio llevaba una existencia mundana que le causó un profundo sentido de vacío y amargura. Tras una particular experiencia espiritual, en la que ve con claridad sus miserias y defectos, al mismo tiempo que la bondad de Dios, nace la decisión de cambiar de vida e iniciar un camino de purificación y comunión mística con Dios. El lugar de su ascenso a las cimas de la mística fue el hospital de Pammatone, el más grande de Génova, del que fue directora.
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"Desde su conversión hasta su muerte no hubo acontecimientos extraordinarios"
"Desde su conversión hasta su muerte -observó el Papa- no hubo acontecimientos extraordinarios, pero dos elementos caracterizaron toda su existencia: por una parte la experiencia mística, la profunda unión con Dios, (...) y por otra, (...) el servicio al prójimo, sobre todo a los más necesitados y abandonados".
"Nunca debemos olvidar -subrayó el Santo Padre- que cuanto más amamos a Dios y somos constantes en la oración, mas amaremos realmente a los que tenemos cerca, porque seremos capaces de ver en cada persona el rostro del Señor, que ama sin límites ni distinciones".
Benedicto XVI se refirió después a las obras de la santa, y recordó que "en su experiencia mística, Catalina no tuvo revelaciones específicas sobre el purgatorio o las almas que se están purificando". La santa no presenta el purgatorio "como un elemento del paisaje de las vísceras de la tierra: no es un fuego exterior, sino interior. (...) No se parte del más allá para narrar los tormentos del purgatorio (...) e indicar después el camino para la purificación o la conversión, sino que se parte de la experiencia interior del ser humano en camino hacia la eternidad".
Por eso, para Catalina "el alma es consciente del inmenso amor y de la perfecta justicia de Dios y, en consecuencia, sufre por no haber respondido de forma perfecta a ese amor mientras que el amor mismo de Dios (...) la purificade las escorias de su pecado".
En la mística genovesa se encuentra una imagen típica de Dioniso el Areopagita, explicó el Papa: la del hilo de oro que une el corazón humano a Dios. "Así el corazón humano -agregó el pontífice- se llena del amor de Dios que pasa a ser la única guía, el único motor de su existencia. Esta situación de elevación hacia Dios y de abandono a su voluntad, expresada en la imagen del hilo, es utilizada por Catalina para expresar la acción de la luz divina sobre las almas del purgatorio, luz que las purifica y las eleva hacia los esplendores de la luz resplandeciente de Dios".
"Los santos, en su experiencia de unión con Dios -recalcó el Santo Padre- alcanzan un saber tan profundo sobre los misterios divinos en el que se compenetran el amor y el conocimiento, hasta el punto que sirven de ayuda a los teólogos en su dedicación al estudio".
"Con su vida -concluyó el Papa-, Catalina nos enseña que cuanto más amamos a Dios y entramos en intimidad con El en la oración, tanto más El se nos revela y enciende nuestro corazón con su amor. Escribiendo sobre el purgatorio, la santa nos recuerda una verdad fundamental de la fe que para nosotros representa una invitación a rezar por los difuntos para que lleguen a la visión beatífica de Dios en la comunión de los santos".
"El servicio humilde, fiel y generoso que la santa prestó toda su vida en el hospital de Pammatone es, además, un ejemplo luminoso de caridad para todos y un estimulo particular para las mujeres que contribuyen con sus valiosas obras, llenas de sensibilidad y atención hacia los más pobres y necesitados, al bien de la Iglesia y de la sociedad".
La sociedad india está dividida en castas. En la parte más baja de la jerarquía social están los parias o dalits, despectivamente considerados inmundos e intocables. Por eso, muchos de ellos se convierten del hinduismo al cristianismo. Se calcula que son el 70% de la Iglesia católica en India.
TEHMINA ARORA
Alliance Defending Freedom - India
“A un paria lo tratan como si fuera sucio o impuro. La posibilidad que da la Iglesia de ser visto como igual a los demás, es una promesa maravillosa. Por eso muchos parias se convierten”.
Pero la mentalidad de castas está tan arraigada en la cultura india, que los parias siguen siendo discriminados y maltratados por personas de las castas superiores, incluso dentro de la Iglesia.
TEHMINA ARORA
Alliance Defending Freedom – India
“Los cristianos parias se ven condenados al ostracismo. En sus pueblos les dicen que si continúan siendo cristianos, tendrán que pagar una multa enorme. Nadie tendrá ninguna relación social con ellos. Su vecino no les hablará, no visitarán sus casas, nada. También les piden que dejen la aldea solo por ser cristianos. Esta es la nueva discriminación de castas a la que se enfrentan los cristianos”.
En 1950, una orden presidencial tomó medidas para evitar la discriminación de los parias hindúes. Esta tutela se amplió luego a los sijs y a los budistas, pero no a cristianos ni a musulmanes. La persecución y la falta de protección han hecho que algunos cristianos parias regresen al hinduismo.
TEHMINA ARORA
Alliance Defending Freedom - India
“Por otro lado, otros se han alzado y han abrazado su fe cristiana con más fuerza. Hemos visto testimonios sorprendentes. Personas que a pesar de terribles dificultades, siguen viviendo en su pueblo y mostrando su fe cristiana”.
La Iglesia católica y otras Iglesias y organizaciones cristianas han estado abogando por la protección de todos los parias, independientemente de su religión. Y el Tribunal Supremo Indio estudia actualmente extender a los cristianos la protección que ya concede a parias de otras religiones.
Los arqueólogos están trabajando arduamente en las excavaciones en la antigua ciudad de Tyana, ubicada en el distrito de Kemerhisar de la provincia central de Niğde de Turquía. Durante un trabajo reciente en el sitio, se desenterraron una iglesia octogonal y monedas raras que se cree que datan del siglo IV.
El profesor asociado Osman Doğanay, jefe del comité de excavación y profesor del Departamento de Arqueología de la Universidad de Aksaray, dijo a la Agencia Anadolu (AA) que el trabajo de excavación en la antigua ciudad de Tyana fue iniciado por un equipo italiano en 2001. En la Presidencia turca Según esta decisión, las excavaciones continuaron este año, realizadas alternativamente por equipos más pequeños que trabajan con ciertas restricciones debido al brote de COVID-19, dijo Doğanay.
Las monedas encontradas durante esta temporada de excavación juegan un papel importante en la datación de estructuras en la antigua ciudad de Tyana, dijo Doğanay, y agregó: “Creemos que las monedas se remontan a principios del siglo IV d. C. Entonces, tenemos evidencia de cuándo las fortificaciones y los acueductos fueron construidos aquí ".
Sin embargo, "el hallazgo más importante de las excavaciones que hemos realizado es la iglesia de planta octogonal", apuntó.
Al señalar que hay muy pocos ejemplos de tales iglesias en Anatolia, Doğanay dijo que la estructura es el único espécimen de este tamaño en la región de Capadocia. “Teníamos algunas dudas sobre la datación de la iglesia. Pero las monedas que encontramos aquí han confirmado que la iglesia fue construida en el siglo IV d.C. ”, dijo.
Acueductos, piscinas y baños romanos son otras estructuras importantes que se han encontrado en la antigua ciudad de Tyana, cuya historia se remonta a 4.000 años, dijo Doğanay. Señaló que la antigua ciudad estuvo habitada continuamente durante gran parte de esos 4.000 años, debido en parte a su ubicación clave en la cabecera de las puertas de Cilicia (o paso de Gülek), que conecta la región de Anatolia central con la costa mediterránea y la cuenca mesopotámica.
Cerca de donde hoy se levanta el pueblo de Kfar Kama
El Monte Tabor es el lugar en el que según la Escritura se produjo la Transfiguración de Cristo ante Pedro, Santiago y Juan y se hicieron presente Moisés y Elías.
“Jesús tomó consigo a Pedro, a Juan y a Santiago y subió al monte a orar. Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se puso brillante, y su vestido blanco y resplandeciente. Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías, quienes aparecieron rodeados de gloria”, recoge el Evangelio según San Lucas.
Es precisamente en esta zona donde la autoridad arqueológica de Israel ha anunciado el descubrimiento de los restos de una iglesia que tendría una antigüedad de 1.300 años.
El hallazgo se ha producido cerca de donde hoy se levanta el pueblo de Kfar Kama durante una excavación arqueológica previa a la construcción de un parque infantil municipal.
Restos de mosaicos de la iglesia hallada por los arqueólogos junto al Monte Tabor.
Tal y como recoge la agencia EFE, la arqueóloga Nurit Feig, de la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI) y directora de la excavación, ha informado que el edificio tiene unos 430 metros cuadrados y cuenta con un gran patio, un vestíbulo y un salón central.
A diferencia de otras construcciones de éste tipo, esta iglesia contaba con tres ábsides en lugar de uno. Otros de sus elementos destacables son sus mosaicos, un pequeño relicario de piedra para preservar objetos sagrados y una colorida decoración, que incorpora formas geométricas y patrones florales azules, negros y rojos.
Según un comunicado difundido por la AAI, se descubrieron también una serie de habitaciones adyacentes a la iglesia, que se seguirán excavando y que podrían ser restos de un monasterio. Este descubrimiento enfatiza la importancia de la aldea cristiana establecida en el período bizantino cerca del Monte Tabor, donde según la tradición cristiana Jesús se transfiguró.
agencia EFE
La obra de San Cipriano está publicada con su versión castellana, por J. CAMPOS, Obras de San Cipriano BAC n. 241. Madrid 1964, de donde tomamos los fragmentos que siguen:
Jesús de Nazareth nació en Belén de Judea, entre los años 745 y 749 de la fundación de Roma. Durante treinta años vivió en Nazareth, bajo el reinado de Tiberio. Se hace bautizar por Juan el Bautista y comienza su vida pública, estructurada en torno a la enseñanza de la doctrina, la realización de milagros y prodigios, y la reunión de discípulos, entre los que escogió a los doce apóstoles.
Sinopsis
Todos los públicos
La historia de Jesús de Nazaret una vez más adaptada para televisión, en esta TV-Movie de dos episodios de 1977 que cuenta con la interpretación de acotres como Robert Powell ('La sombra en el pasado') en el papel de Jesucristo y Anne Brancroft ('El graduado') como María Magdalena.
'Jesús de Nazaret' es un largometraje dirigido por Franco Zeffirelli que busca recrear a Jesucristo.
Así fue el nacimiento de la Virgen María según San Máximo el Confesor y otras tradiciones
San Máximo el Confesor (c. 580 – 662), un autor bizantino prolífico y culto de tradición neoplatónica, que murió desterrado en Georgia, pocos meses después de que le arrancaran la lengua y le cortaran la mano derecha para impedirle escribir. Su obra “La Vida de la Madre de Dios” nos ha llegado a través de una traducción medieval en lengua georgiana (él la escribió en griego, pero esa versión se ha perdido).
Esta obra recoge tradiciones de textos apócrifos (el mismo san Máximo lo declara) pero dándole credibilidad porque asegura que santos bizantinos previos apoyaban estas enseñanzas. Parte de los datos que ofrece proceden delProtoevangelio de Santiagoque hemos comentado. La copiamos aquí.
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El nacimiento de la Virgen María según la Vida de la Madre de Dios de San Máximo el Confesor (s.VII)
“Había alguien que se distinguía en su conducta según la ley, y que era el padre de la Santísima Madre de Dios, famoso por su misericordia. Se llamaba Joaquín; era de la casa de David, el rey y profeta; su mujer se llamaba Ana. Permaneció sin hijos hasta la vejez, porque su esposa era estéril. Y, sin embargo, precisamente a ella le estaba reservado el honor al que, según la ley de Moisés, aspiraban todas las mujeres que dan a luz, honor que no había sido concedido a ninguna mujer privada de hijos».
«Joaquín y Ana, en efecto, eran dignos de honor y de veneración, tanto en palabras como en obras; eran conocidos como pertenecientes a la estirpe de Judá y David, a la descendencia de reyes. Cuando se unieron las casas de Judá y de Leví, la rama real y la sacerdotal quedaron mezcladas. Así está escrito tanto respecto a Joaquín como respecto a José, con quien se desposó la Virgen santa. De este último se afirma directamente que era de la casa y tribu de David (cfr. Mt 1, 16; Lc 1, 5); pero lo eran los dos: uno según la descendencia natural de David, el otro en virtud de la ley según la cual eran levitas».
«También la bienaventurada Ana era una rama elegida de la misma casa. Esto significaba de antemano que el rey que nacería de su hija iba a ser sumo sacerdote, en cuanto Dios y en cuanto hombre. Sin embargo, la falta de hijos causaba un gran dolor a los venerables y estimados padres de la Virgen, a causa de la ley de Moisés y también por las burlas que recibían de algunos hombres necios. Deseaban el nacimiento de un descendiente que borrara la ignominia ante sus ojos y ante el mundo entero, y llevarles así a una gloria superior».
«Entonces la bienaventurada Ana, como aquella otra Ana madre de Samuel (cfr. 1 Sam 1, 11), fue al templo y suplicó al Creador del universo que le concediera un fruto de sus entrañas, para consagrárselo, a cambio de haberlo recibido como don. Tampoco el bienaventurado Joaquín estaba inactivo, sino que pedía a Dios que lo librase de la falta de hijos».
Icono de tradición oriental sobre el nacimiento de María: Santa Ana descansa en la cama, mientras lavan y enfajan a María bebé
«El Rey benigno, el Autor generoso de todos los dones, escuchó la oración del justo y envió un anuncio a los dos cónyuges. Primero mandó un mensaje a Joaquín mientras se hallaba rezando en el templo. Le hizo oír una voz del cielo que le decía: “Tendrás una hija que será gloria, no sólo para ti, sino para el mundo entero”. Este mismo anuncio le fue hecho a la bienaventurada Ana; ella no cesaba de rezar a Dios con ardientes lágrimas. También a ella le fue enviado el mensaje de parte de Dios, en el jardín donde ofrecía sacrificios con peticiones y plegarias al Señor. El ángel de Dios vino a ella y le dijo: “Dios ha escuchado tu oración; darás a luz a la anunciadora del gozo y la llamarás María, porque de Ella nacerá la salvación del mundo entero”».
«Después del mensaje tuvo lugar el embarazo; y de la estéril Ana nació María, iluminadora de todos: así, en efecto, se traduce el nombre de María: “iluminadora”. Entonces los venerables padres de la feliz y santa niña quedaron colmados de una gran alegría. Joaquín organizó un banquete e invitó a todos sus vecinos, sabios e ignorantes, y todos dieron gloria a Dios, que había obrado para ellos un gran prodigio».
«De este modo, la angustia de Ana se trocó en una gloria más sublime, la gloria de convertirse en puerta de la puerta de Dios, puerta de su vida y comienzo de su gloriosa conducta».
¿Sabías que ese nombre significa en griego "verdadero icono"?
Cuenta la tradición que una joven piadosa de Jerusalén, llevada por la compasión, desafió a la multitud secando el rostro de Cristo mientras subía el Gólgota, recogiendo en su velo la imagen del “Santo Rostro”. En realidad, este episodio no se menciona en los evangelios.
La figura de Verónica no apareció hasta el siglo VII en relatos relacionados con el Nuevo Testamento y el período que lo comprende.
También se la ha confundido a menudo con otro personaje citado en el evangelio apócrifo de Nicomedes (siglo V), de nombre Berenice, quien fue sanada de sus hemorragias por Cristo y cuyo nombre tiene la misma etimología que Verónica.
“Verdadero icono”
A partir del siglo XV, Verónica llegó a ser tan popular que los fieles comenzaron a sentir por ella una verdadera devoción, hasta el punto de incorporarla en el relato de la Pasión y convertirse naturalmente en una figura tradicional del Viacrucis.
Si su historia es legendaria, también lo es su nombre. Mencionada en sus orígenes bajo el término de “mujer piadosa de Jerusalén”, pasó a tener luego el nombre de “Verónica” para facilitar su denominación.
Un nombre que nos recuerda el episodio del velo, ya que Verónica significa en griego “verdadero icono” (vera icona).
En la iconografía cristiana, santa Verónica es representada generalmente sosteniendo el velo en el que se imprimió el rostro de Cristo.
Son muchas las reliquias de este velo que se han reclamado en el mundo, pero la que se considera más auténtica se conserva ahora en la Basílica de San Pedro en Roma.
Fue mencionada por el papa Sergio IV en el año 1011 y nuevamente en 1200 por el papa Inocencio III.
Algunos historiadores, por el contrario, ven en el velo de Manoppello (Italia) el verdadero velo de Verónica. Este habría llegado a Manoppello en 1506 llevado por un peregrino que lo habría dado a un tal Leonelli antes de desaparecer.
Luego permaneció un siglo en manos de sus descendientes y se vendió a un notario antes de ser cedido al monasterio de los capuchinos en 1638, donde ha permanecido hasta hoy en día.
Un modelo para los cristianos
Si bien no se ha demostrado la existencia de santa Verónica, su figura, celebrada cada año el 4 de febrero, lleva consigo un mensaje altamente simbólico.
Ella es quien se acercó a Cristo en los peores instantes de su existencia. De este modo, se invita a los cristianos a ver en ella un modelo, para acercarse cada día más a los débiles y desafortunados.
Porque como dice el Evangelio: “Tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me disteis alojamiento; necesité ropa, y me vestisteis; estuve enfermo, y me atendisteis; estuve en la cárcel, y me visitasteis.” (Mateo 25: 35-36).
Fuente: aleteia.org
La imagen pudo ser realizada por los primeros cristianos coptos hacia el año 550
En una tumba subterránea en Egipto, los arqueólogos han encontrado lo que creen que es una imagen primitiva de Cristo. Una figura pintada en la pared parece mostrar a un hombre de cabello corto y rizado, vestido con una túnica y una mano levantada en señal de bendición.
La imagen de Cristo que se cree pintada por los primeros cristianos coptos.
La habitación, que tenía el propósito de ser una tumba, contenía los cuerpos de varios sacerdotes y un joven que probablemente era un escriba. El estudio de los restos del escriba sugiere que tenía solo 17 años en el momento de su muerte. Fue enterrado con varios instrumentos de escritura, incluidos bolígrafos y un pozo lleno de tinta.
El sitio fue descubierto por arqueólogos españoles que trabajaban en la antigua ciudad egipcia de Oxirrinco. Los arqueólogos han declarado que es algo "excepcional" y creen que el sitio data del período copto de Egipto.
La ubicación de Oxyrhynchus en Egipto.
Los arqueólogos dicen que hay inscripciones alrededor de la figura que, cuando se traducen, pueden confirmar la imagen de Cristo y proporcionar otras pistas sobre el uso de la habitación o las personas que están enterradas allí.
El sitio tiene varios templos y tumbas en todas partes.
La tumba mide aproximadamente 24 pies de largo y 12 pies de alto, lo que la convierte en una habitación considerable. Es posible que se haya utilizado para otros fines antes de que se convirtiera en una tumba para sacerdotes y escribas.
Herramientas del oficio: se descubrieron bolígrafos y un tintero con un solo cuerpo.
La ciudad de Oxyrhynchus es conocida en el mundo de la arqueología por la gran cantidad de rollos de papiro que se encuentran allí. La ciudad era un centro de académicos y de aprendizaje en un momento en que Europa, al norte, estaba dividida en reinos bárbaros y el Islam aún no había emergido, o apenas había surgido en el este.
Se han encontrado varios templos y tumbas en la zona, que también fue un importante centro de culto en la época del antiguo Egipto. Son comunes las tumbas elaboradas con jeroglíficos y el arte egipcio clásico.
El gobierno egipcio ha dicho que protegerá el sitio y preservará las obras de arte paleocristianas. Se cree que alrededor del 10 por ciento de la población egipcia es cristiana copta.