La devoción a San Nicolás es un hecho asombroso en extensión e intensidad. Miles de iglesias bajo su advocación en todo el mundo. Los niños de muchos países esperan de él los juguetes.
Obispo de Mira
San Nicolás fue obispo de la ciudad de Mira, en Licia, Asia Menor (corresponde a la localidad turca llamada actualmente Dembre), en el s. IV, y sus reliquias se veneran en Bari (Italia). Muy pocos son los datos que se conocen de la vida de este santo, puesto que no existen testimonios auténticos contemporáneos. Sus biografías más antiguas son de algunos siglos posteriores a la época en que se cree que vivió. Se considera que nació en Patara (Asia Menor) alrededor del año 270, y que murió un día 6 de diciembre de un año entre 345 y 352.
Lo poco que se conoce de la figura de San Nicolás contrasta fuertemente con la universalidad de su fama y de su culto, con la popularidad de que goza en oriente y en occidente, aun en los tiempos modernos, y con la abundancia de leyendas creadas en torno a él. Fue tan popular en la antigüedad, que se le han consagrado en el mundo más de dos mil templos. Era y es invocado en los peligros, en los naufragios, en los incendios y cuando la situación económica se ponía difícil, y la gente conseguía por su intercesión favores admirables.
Existen muchas obras que hablan de la vida del santo. Entre ellas destaca una compilación de San Metodio, Arzobispo de Constantinopla, que ofrece un resumen de todas las piadosas y maravillosas historias que se contaban de él.
Según estas historias, ya desde el nacimiento de Nicolás los prodigios se suceden uno tras otro: Desde niño se caracterizó porque todo lo que conseguía lo repartía entre los pobres. Decía a sus padres: "sería un pecado no repartir mucho, siendo que Dios nos ha dado tanto". La generosidad es una virtud que siempre se ha asociado a este santo.
Fue ordenado sacerdote por un obispo tío suyo. Al morir sus padres atendiendo a los enfermos en una epidemia, él quedó heredero de unainmensa fortuna. Entonces repartió sus riquezas entre los pobres y se fue a un monasterio. Después de visitar Tierra Santa llegó a la ciudad de Mira (Turquía) donde fue elegido obispo. Su elección se consideró un designio divino.
Devoción y reliquias
San Nicolás es especialmente famoso por los numerosos milagros que lograba conseguir de Dios. Se le representaba con unos niños, porque se contaba que un criminal había herido a cuchillo a varios niños, y el santo al rezar por ellos obtuvo su curación instantánea.
También pintan junto a él a una joven, ya que se dice que en su ciudad había un anciano muy pobre con tres hijas a las que no lograba casar por su extrema pobreza; el santo, por tres días seguidos, cada noche le echó por la ventana una bolsa con monedas de oro, y así el anciano logró casarlas.
Otra historia cuenta como estando unos marineros en medio de una terribilísima tempestad en alta mar, empezaron a decir: "Oh Dios, por las oraciones de nuestro buen obispo Nicolás, sálvanos". Y en ese momento vieron aparecer sobre el barco a San Nicolás, el cual bendijo al mar, que se calmó, y en seguida desapareció. Por esto es considerado también patrono de los marineros.
En otra ocasión iban a condenar injustamente a tres amigos suyos que estaban muy lejos. Ellos rezaron pidiendo a Dios que por la intercesión de Nicolás, su obispo, los protegiera, y esa noche en sueños el santo se apareció al juez y le dijo que no podía condenar a esos tres inocentes; así, al siguiente día fueron absueltos.
Cuando el emperador Licinio decretó una persecución contra los cristianos Nicolás fue encarcelado y azotado, pero siguió aprovechando toda ocasión que se le presentaba para hablar del cristianismo a cuantos trataban con él. Luchó contra la idolatría, y convirtió a judíos y árabes. Una vez muerto, el poder milagroso del santo seguía asistiendo a todos aquellos que le invocaban.
En Roma ya en el año 550 le habían construido un templo en su honor. En 1087, las reliquias de San Nicolás fueron trasladadas a Bari: según la tradición —avalada por un documento del s. XII— cuando los mahometanos invadieron Turquía, un grupo de católicos sacó de allí en secreto las reliquias del santo y se las llevó a la ciudad de Bari, en Italia. Allí se obtuvieron tan admirables milagros por intercesión del santo, que su culto llegó a ser sumamente popular en toda Europa.
En 1089 el mismo papa Urbano II consagró la cripta en donde son venerados los restos del santo. Es Patrono de Rusia, de Grecia y de Turquía, e innumerables iglesias le han sido dedicadas. En oriente lo llaman San Nicolás de Mira, por la ciudad de la que fue obispo, pero en occidente se le llama San Nicolás de Bari. Aún en la actualidad es considerado en muchas partes como patrono de los niños y de los marineros.
Origen de la figura de Santa Claus
Su fiesta se celebra el 6 de diciembre. Por haber sido tan amigo de la niñez y tan generoso, en algunos países europeos se repartían en este día dulces y regalos a los niños, y prácticamente con esta fecha se empezaban las festividades de diciembre, relacionando así al santo con las fiestas navideñas.
Durante los siglos XVII y XVIII coinciden en Estados Unidos inmigrantes de distintas culturas como la británica, la holandesa y la alemana: la tradición católica de holandeses y alemanes, que tenía devoción a San Nicolás se mezcló con la de “Father Christmas” (el padre de la Navidad) que erala figura típica de las fiestas navideñas en Inglaterra.
Como derivación del nombre del santo en alemán (San Nikolaus) lo empezaron a llamar Santa Claus, y fue popularizado en la década de 1820 —a través de un poema famosísimo en los Estados Unidos del poeta Clement Clark Moore— como un amable y regordete anciano de barba blanca, al que llama “St. Nick”, que la noche de Navidad pasaba de casa en casa repartiendo regalos y dulces a los niños en un trineo volador tirado por renos.
La marca de refrescos Coca-Cola, al utilizar al personaje como parte de su campaña comercial en Navidad, cambiaría su capa de pieles por un traje rojo y blanco, dando así lugar al personaje de Santa Claus tal como se conoce ahora, también llamado Papá Noel y por supuesto —rememorando su origen— San Nicolás.
Un vistazo exclusivo al rodaje de la Crucifixión | The Chosen
Aquí tienes un vistazo a la sangre, el sudor y las lágrimas que están detrás de la escena y la temporada más difíciles de toda la serie The Chosen... y ya te adelantamos: va a merecer la pena.
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La anticipación ha terminado. Tras el rotundo éxito de su primera temporada, que la posicionó como la serie número 1 en su lanzamiento, la saga bíblica que ha cautivado a millones de espectadores, House of David (La Casa de David), ha regresado con su segunda temporada, trayendo consigo una narrativa aún más ambiciosa y cargada de intriga, drama y profundos desafíos espirituales.
La épica producción, dirigida por los aclamados cineastas Jon Erwin y Jon Gunn, debutó el pasado 5 de octubre y se ha convertido rápidamente en un fenómeno cultural, reviviendo el choque atemporal entre la fe y el poder.
Si la primera entrega nos presentó al joven pastor destinado a la grandeza, cuya hazaña más memorable fue la victoria sobre el gigante Goliat, esta nueva etapa de la historia se adentra en las complejidades de la realeza. David ya no es el muchacho ingenuo con una honda; ahora es un guerrero victorioso y un líder en ciernes que debe enfrentarse a enemigos mucho más sutiles y peligrosos que cualquier filisteo: la envidia palaciega, las fracturas familiares y la pesada corona de un liderazgo terrenal bajo una promesa divina.
La casa de David 2 película
David pasa de ser un simple pastor a un guerrero respetado, una transición que marca el tono de la nueva temporada.
De Pastor a Monarca: La Trama Central de la Segunda Temporada
El núcleo dramático de "Casa de David 2" se centra en el inestable reinado del rey Saúl, un hombre cuyo poder se desmorona día a día, sumiendo a Israel al borde del caos. En este escenario de incertidumbre, David emerge no solo como un héroe militar, sino como un símbolo de esperanza para una nación dividida. Sin embargo, su rápido ascenso despierta una peligrosa mezcla de devoción entre el pueblo y una intensa envidia en la corte, especialmente por parte de Saúl, quien ve en David una amenaza profética y existencial.
La trama profundiza en las intrigas políticas del palacio, donde las lealtades son efímeras y la traición acecha en cada esquina. La serie explora magistralmente cómo los celos y las rivalidades familiares se entrelazan con el destino de la nación. A esto se suman los "amores prohibidos" y las tensiones dentro de las familias reales y allegadas, elementos que siembran el terreno para una inminente batalla que va más allá de los campos de guerra y se libra en el corazón y la mente de sus protagonistas.
Esta temporada promete ser un estudio profundo sobre el peso de la responsabilidad y el alto costo del poder. David debe aprender a navegar un mar de decisiones complejas, lidiando con su propia humanidad, sus errores y la constante presión de su vocación. La serie no teme mostrar la lucha interna del futuro rey, humanizando la figura bíblica y haciéndola resonar con las luchas de liderazgo y fe que enfrentamos en la actualidad.
El Contexto Histórico: La Transformación en la Era de Hierro
Uno de los aspectos más notables de la producción es su inmersión en el contexto histórico y visual. El amanecer de la Era de Hierro, con sus implicaciones tecnológicas en la guerra y la vida cotidiana, transforma cada batalla en un evento épico y visualmente impresionante. Los directores han logrado elevar el estándar de las series de temática bíblica, ofreciendo una experiencia cinematográfica de alta calidad que respeta la seriedad del material de origen mientras inyecta un dinamismo moderno.
Los efectos visuales y la ambientación son cruciales para transmitir la magnitud del desafío que enfrenta David. Las batallas son representadas con una crudeza y un realismo que subrayan el peligro constante. Sin embargo, el drama más potente se encuentra en los diálogos y las confrontaciones emocionales, donde la profundidad psicológica de los personajes brilla con luz propia. La complejidad de Saúl, consumido por sus demonios y su pérdida gradual de la bendición divina, se contrapone a la fe imperfecta pero inquebrantable de David, ofreciendo un fascinante contraste.
La intriga en el palacio de Saúl es uno de los motores dramáticos más fuertes de la nueva temporada.
Fe y Propósito: Un Mensaje Espiritual Impactante
Más allá del espectáculo histórico y la intriga política, "Casa de David 2" mantiene firmemente su compromiso con la espiritualidad. La serie busca explícitamente inspirar a las nuevas generaciones a redescubrir y apreciar la riqueza de las Escrituras de una manera accesible y atractiva. A través de la narrativa, se exploran temas universales como el destino, la redención, la misericordia y, sobre todo, la fidelidad de Dios incluso en medio del caos humano.
Los personajes se enfrentan a dilemas morales que resuenan con la audiencia contemporánea. La serie enfatiza que el verdadero liderazgo no reside solo en la fuerza o la habilidad militar, sino en la capacidad de escuchar y obedecer la voz de Dios, incluso cuando el camino es incierto y peligroso. El viaje de David es un recordatorio de que la promesa divina se cumple no a través de la perfección humana, sino a pesar de la imperfección, un mensaje de esperanza y propósito que es altamente relevante para el público cristiano.
Detrás de Cámaras: La Visión de los Cineastas Aclamados
La calidad de la serie es un testimonio de la visión de sus creadores, Jon Erwin y Jon Gunn. Ambos cineastas son reconocidos por su trabajo en el cine de fe con producciones exitosas como *I Can Only Imagine* (La historia de MercyMe) y *El Caso de Cristo* (The Case for Christ). Su habilidad para combinar valores de producción de Hollywood con historias profundamente significativas y basadas en la fe les ha permitido crear un producto que trasciende nichos y atrae a una audiencia global.
Erwin y Gunn continúan aplicando su fórmula ganadora: guiones sólidos, actuaciones convincentes y una dirección visual pulida. El compromiso con la autenticidad, tanto histórica como emocional, asegura que la serie no solo entretenga, sino que también provoque una reflexión genuina sobre los principios bíblicos representados. Este nivel de compromiso narrativo y técnico es lo que ha cimentado a "House of David" como una de las series cristianas más importantes de la última década.
La casa de David Película
Los protagonistas entregan actuaciones cargadas de emoción y profundidad psicológica, esenciales para el drama bíblico.
Estructura de Lanzamiento y Dónde Verla
La segunda temporada de *House of David* se estrenó el domingo 5 de octubre de 2025, lanzando sus dos primeros episodios simultáneamente. Para mantener la expectación y el diálogo en la comunidad, los capítulos restantes se lanzan de manera semanal, cada domingo, a través de la plataforma de *streaming* Prime Video (y en algunos territorios específicos, mediante el servicio Wonder Project). Este modelo de lanzamiento semanal permite a la audiencia digerir y discutir los giros de la trama, fomentando una experiencia comunitaria en torno a la serie.
Con un número de episodios similar al de la primera temporada (que contó con ocho entregas), la segunda parte tiene espacio suficiente para desarrollar con detalle el complejo tapiz de la vida de David, desde su huida de Saúl hasta los pasos decisivos que lo llevarán a consolidar su reinado. Los aficionados a las épicas históricas y, en particular, a las narrativas basadas en la fe, tienen una cita obligada con este ambicioso proyecto televisivo que está redefiniendo cómo se cuentan las historias bíblicas en el siglo XXI. La batalla por el trono y el alma de Israel apenas comienza, y David deberá luchar con todas sus fuerzas para estar a la altura de la promesa que Dios puso sobre él.
28 de noviembre de 2025. Un paso firme hacia la plena comunión cristiana.
IZNIK, Turquía.El 28 de noviembre de 2025 ha quedado grabado en los anales de la historia eclesiástica. En la antigua ciudad de Nicea, hoy Iznik, el Papa León XIV, Obispo de Roma, y Su Santidad Bartolomé I, Patriarca Ecuménico de Constantinopla, se encontraron para presidir una trascendental oración ecuménica.
Este evento no solo conmemora el 1700 aniversario del Primer Concilio Ecuménico, celebrado en el año 325 d.C., sino que también representa un poderoso testimonio de la unidad y la fe compartida que aún vincula a las principales tradiciones cristianas del mundo. La peregrinación conjunta, largamente deseada por sus predecesores, ha cumplido una promesa de unidad en el lugar donde el cristianismo definió sus cimientos doctrinales.
El Gesto de la Unidad en Iznik: Rezando el Credo Niceno
El emotivo encuentro tuvo lugar junto a las excavaciones arqueológicas de la Basílica de San Neófito, un sitio cargado de simbolismo que yace a orillas del lago Iznik. Ante líderes y representantes de más de veinte Iglesias cristianas, el Papa y el Patriarca rezaron el Credo Niceno, una confesión de fe que, a pesar de las dolorosas divisiones históricas, sigue siendo el pilar teológico que une a católicos, ortodoxos y protestantes. Un detalle de profundo significado ecuménico fue la recitación del Credo sin la cláusula *Filioque* ("y del Hijo"), un punto de controversia histórica entre Oriente y Occidente.
Este gesto, tan simple como profundo, subraya la voluntad de ambas Iglesias de honrar las formulaciones originales y construir puentes sobre las diferencias teológicas que condujeron al Gran Cisma de 1054.
El Papa León XIV, en su homilía, hizo un llamado a “superar el escándalo de las divisiones”, enfatizando que la unidad cristiana no es un objetivo político, sino una necesidad espiritual para que el mundo pueda creer en el mensaje de Cristo. La visita a Turquía y la ceremonia en Iznik marcan el primer viaje apostólico del Pontífice, cargado de una intencionalidad clara: colocar el ecumenismo en el centro de su pontificado, siguiendo el camino iniciado por San Pablo VI y el Patriarca Atenágoras, y continuado por San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.
La Relevancia Teológica e Histórica del Concilio de Nicea (325 d.C.)
El Primer Concilio de Nicea, convocado en el año 325 por el emperador Constantino I, fue crucial para la definición dogmática de la fe cristiana. La principal controversia que enfrentó fue el **Arrianismo**, una doctrina impulsada por el presbítero Arrio de Alejandría, que negaba la divinidad plena de Jesucristo, considerándolo una criatura sublime, pero no coeterna ni consustancial al Padre.
Los cerca de 300 obispos reunidos en Nicea, muchos de ellos aún portando las cicatrices de las recientes persecuciones, respondieron con firmeza. El Concilio estableció el término griego *homoousios* (consustancial o de la misma naturaleza) para describir la relación entre el Hijo y el Padre, declarando inequívocamente la divinidad de Cristo.
Este dogma fue la base del Credo, que sigue proclamando: “Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho”. Además de esta definición trinitaria, el Concilio abordó la fijación de la fecha de la Pascua y la promulgación de cánones disciplinares que organizaron la vida de la Iglesia.
Al volver a Nicea 1700 años después, los líderes cristianos no solo miran al pasado, sino que reafirman la vitalidad de esta verdad central para afrontar los desafíos del siglo XXI. El Concilio sentó un precedente: que, a pesar de las crisis internas, la Iglesia puede unirse para defender y aclarar su fe bajo la guía del Espíritu Santo, una enseñanza vital para el diálogo ecuménico actual.
Declaración Conjunta y Llamamiento a la Fraternidad Universal
Como colofón a esta jornada histórica, el Papa León XIV y el Patriarca Bartolomé I firmaron una Declaración Conjunta en el Patriarcado Ecuménico de Estambul. El documento no solo reitera el compromiso por la plena comunión visible, sino que también aborda las urgencias del mundo contemporáneo. En un contexto de conflictos globales, el texto subraya que “el deseo de plena comunión entre todos los creyentes en Jesucristo va siempre acompañado de la búsqueda de la fraternidad entre todos los seres humanos”.
Ambos líderes, representantes de miles de millones de cristianos, instaron a rechazar con firmeza “el uso de la religión para justificar la guerra” y proclamaron la necesidad de una hermandad universal. Esta visión social y ética se desprende directamente de la fe profesada en Nicea: al invocar a Dios como Padre, se está obligado a reconocer a todos los seres humanos como hermanos y hermanas, creados a imagen de Dios.
La peregrinación no es solo un recuerdo, sino una profecía de paz en una región geopolíticamente sensible. El viaje apostólico de León XIV a Turquía y Líbano, que culmina con estos encuentros ecuménicos, busca fortalecer los lazos de la fe, la solidaridad y el diálogo interreligioso, demostrando que la unidad de los cristianos es una fuerza estabilizadora para el mundo entero. Este evento es un hito de esperanza, marcando un nuevo capítulo en la relación entre las Iglesias hermanas.
El llamamiento a Turquía para que desempeñe un papel "estabilizador" fue un punto clave en el inicio del viaje, preparando el terreno para la relevancia no solo eclesiástica, sino también política y social de este encuentro. La comunión, como enfatizó el Papa, no implica absorción ni dominio, sino una unidad profunda en la diversidad, reflejada en el legado inmutable del Concilio de Nicea.
Los hallazgos arqueológicos en Tierra Santa en el segundo semestre de 2025
Arqueología Tierra santa 2025. Los últimos hallazgos incluyen un dique monumental del siglo VIII a.C. en Jerusalén, un tesoro bizantino de oro en Hippos y una emotiva inscripción aramea de la Revuelta de Bar Kojba cerca de Ein Gedi.
Los descubrimientos arqueológicos en Tierra Santa continúan iluminando el contexto histórico de las Escrituras, ofreciendo no solo evidencias materiales, sino también oportunidades para una reflexión teológica más profunda.
Tras los hallazgos del primer semestre de 2025 —que exploramos en la primera parte de este artículo—, el segundo semestre ha traído nuevos tesoros que dialogan con el Antiguo y Nuevo Testamento. Desde estructuras hidráulicas de la monarquía davídica hasta inscripciones que evocan las luchas judías del siglo II d.C., estos avances refuerzan la pervivencia de la tradición bíblica en el paisaje de Israel y Jordania. A continuación, destacamos los tres descubrimientos más relevantes de julio a noviembre de 2025.
1 - Un dique monumental en Jerusalén: Ingeniería real en tiempos de los reyes bíblicos, Arqueología Tierra Santa 2025
En agosto de 2025, un equipo de la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA), dirigido por arqueólogos de la Universidad Hebrea, anunció el descubrimiento de un dique monumental en el corazón de Jerusalén, datado en el siglo VIII a.C., durante los reinados de los reyes Joás y Amasías (siglos IX-VIII a.C.).
Esta imponente estructura, de más de 100 metros de longitud y hasta 6 metros de altura, formaba parte del antiguo sistema de aguas de la ciudad, específicamente alineada con la Piscina de Siloam. Excavada en la zona de la Ciudad de David, el dique estaba construido con bloques de piedra masivos y servía para canalizar el agua del manantial de Gihón, protegiendo la capital de inundaciones y asegurando el suministro en tiempos de asedio.
El hallazgo, revelado mediante excavaciones sistemáticas y datación por radiocarbono, coincide con descripciones bíblicas del ingenio hidráulico de Ezequías (2 Reyes 20, 20), quien preparó Jerusalén contra la amenaza asiria, aunque este dique es anterior y apunta a una tradición de planificación urbana real que se remonta a los monarcas anteriores. Como explica la arqueóloga principal, Ronny Reich, «esta obra demuestra una adaptación avanzada al cambio climático y a las necesidades defensivas, reflejando la prosperidad del reino de Judá».
Este descubrimiento enriquece la comprensión del Jerusalén monárquico, un período clave para la fe israelita. Para los estudiosos bíblicos, vincula directamente con pasajes como Isaías 2, :9-11, donde se menciona la reparación de la muralla del estanque de la Ciudad Vieja. Simbólicamente, evoca el agua viva de la que habla el profeta, un motivo que resuena en el Evangelio de Juan (4, 14) y en la tradición cristiana como fuente de gracia.
2 - El tesoro de oro bizantino en Hippos: Riquezas de la Decápolis cristiana
Julio y septiembre de 2025 trajeron un doble anuncio desde las excavaciones en Hippos-Sussita, la antigua ciudad de la Decápolis situada en las colinas del Golán, con vistas al Mar de Galilea. Primero, en julio, se desenterró joyería de oro romana (siglos I-III d.C.), incluyendo un anillo exquisito y pendientes decorados con motivos helenísticos, testigos de la opulencia de una urbe que, según la tradición, fue visitada por Jesús durante su ministerio en la región de Gadara (Mateo 8, 28-34).
Posteriormente, en septiembre-octubre, el equipo de la Universidad de Haifa reveló un tesoro bizantino escondido: 97 monedas de oro sólido (solidus), joyas con cruces incrustadas y un medallón con la imagen de un obispo local, ocultos alrededor del año 613 d.C. durante la invasión persa sasánida.
Estos artefactos, conservados en una vasija de cerámica bajo el piso de una basílica cristiana, incluyen piezas de hasta 1.500 años de antigüedad, valoradas en cientos de miles de dólares actuales. El director de excavaciones, Michael Eisenberg, lo describe como «un vistazo a los últimos días de una ciudad cristiana próspera, donde el oro servía no solo de riqueza, sino de ofrendas eucarísticas».
La conexión con el Nuevo Testamento es evidente: Hippos formaba parte de la Decápolis gentil, un mosaico cultural donde Jesús realizó milagros y predicó, ilustrando su misión universal (Marcos 5, 1-20). Este tesoro no solo ilustra la transición del paganismo al cristianismo en la Galilea, sino que también matiza el contexto del ministerio de Jesús en un entorno helenizado y adinerado. También recuerda la parábola de los talentos (Mateo 25, 14-30).
3 - Inscripción aramea en la cueva de Ein Gedi: Lamento de la revuelta de Bar Kojba
En agosto de 2025, arqueólogos de la Universidad Hebrea de Jerusalén, en colaboración con la IAA, anunciaron el hallazgo de una inscripción aramea de cuatro líneas en una cueva del desierto de Judea, cerca de Ein Gedi y con vistas al Mar Muerto. Datada paleográficamente en 132-135 d.C., durante la revuelta de Bar Kojba contra Roma, el texto comienza con «Abba de Naburya ha perecido», un lamento personal posiblemente escrito por rebeldes judíos escondidos en el refugio.
Grabada en una estalactita, mide apenas 8×3,5 cm y fue hallada junto a espadas romanas y una moneda de la revuelta, preservada por el clima árido.
Este descubrimiento, único por su conservación y contexto, ofrece una ventana emotiva a la resistencia judía post-Templo, un período de martirio que influyó en la formación del judaísmo rabínico y, indirectamente, en el cristianismo primitivo. Como nota el epigrafista Oren Tal, «es un grito humano en medio de la desesperación, similar a los salmos de lamento».
Aunque no cita directamente la Biblia, evoca el exilio y la esperanza mesiánica de textos como Daniel 12 o los Rollos del Mar Muerto, encontrados en cuevas cercanas. También resuena la pasión de Cristo como modelo de sufrimiento redentor (Hebreos 12, 2).
Otros hallazgos bíblicos
Prensa de vino en Tel Megiddo (Israel): En noviembre de 2025, cerca del icónico Tel Megiddo —el Armagedón profético de Apocalipsis 16, 16—, se desenterró una prensa de uvas de 5.000 años (Edad del Cobre), la más antigua evidencia de producción vinícola en Israel. Este vestigio cananeo, con cuencos rituales, ilustra las raíces agrícolas de la región y evoca el vino como símbolo eucarístico en el Nuevo Testamento.
Finca samaritana en Samaria (Israel): Septiembre de 2025 trajo a la luz una villa de 1.600 años ligada a los samaritanos, con mosaicos y ánforas que aluden a su sincretismo religioso (Juan 4, 1-42). Revela la coexistencia judeo-samaritana en la época bizantina.
Exhibiciones y estudios: En septiembre, el Museum of the Bible exhibió la Estela de Tel Dan, la referencia extrabíblica más temprana al rey David (2 Samuel 5), atrayendo a miles de visitantes. Además, avances en IA han refinado dataciones de fragmentos del Mar Muerto, fortaleciendo su vínculo con el canon hebreo.
En conjunto, estos hallazgos del segundo semestre de 2025 —el dique de Jerusalén, el tesoro de Hippos y la inscripción de Ein Gedi— profundizan el diálogo entre arqueología y Biblia, matizando no solo eventos históricos, sino también temas como la providencia, la resistencia y la redención. Como en la primera parte, la Tierra Santa sigue hablando: un testimonio vivo que invita a creyentes y académicos a redescubrir las Escrituras en su suelo ancestral.
La venida del Hijo de Dios a la Tierra es un acontecimiento tan inmenso que Dios quiso prepararlo durante siglos (…).
Al celebrar anualmente la liturgia del Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda Venida.
(Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 522 y 524)
Con el tiempo de Adviento, la Iglesia romana da comienzo al nuevo año litúrgico. El tiempo de Adviento gravita en torno a la celebración del misterio de la Natividad de nuestro Señor Jesucristo.
A PARTIR DEL SIGLO IV
El origen y significado del Adviento es un tanto oscuro; en cualquier caso, el término adventus era ya conocido en la literatura cristiana de los primeros siglos de la vida de la Iglesia, y probablemente se acuñó a partir de su usoen la lengua latina clásica.
La traducción latina Vulgata de la Sagrada Escritura (durante el siglo IV) designó con el término adventus la venida del Hijo de Dios al mundo, en su doble dimensión de advenimiento en la carne –encarnación- y advenimiento glorioso –parusía-.
La tensión entre uno y otro significado se encuentra a lo largo de toda la historia del tiempo litúrgico del Adviento, si bien el sentido de “venida” cambió a “momento de preparación para la venida”.
Quizá la misma amplitud de las realidades contenidas en el término dificultaba la organización de un tiempo determinado en el que apareciera la riqueza de su mensaje. De hecho, el ciclo de adviento fue uno de los últimos elementos que entraron a formar parte del conjunto del año litúrgico (siglo V).
Parece ser que desde fines del siglo IV y durante el siglo V, cuando las fiestas de Navidad y Epifanía iban cobrando una importancia cada vez mayor, en las iglesias de Hispania y de las Galias particularmente, se empezaba a sentir el deseo de consagrar unos días a la preparación de esas celebraciones.
Dejando de lado un texto ambiguo atribuido a San Hilario de Poitiers, la primera mención de la puesta en práctica de ese deseo la encontramos en el canon 4 del Concilio de Zaragoza del año 380: "Durante veintiún días, a partir de las XVI calendas de enero (17 de diciembre), no está permitido a nadie ausentarse de la iglesia, sino que debe acudir a ella cotidianamente" (H. Bruns, Canones Apostolorum et Conciliorum II, Berlín, 1893, 13-14). La frecuencia al culto durante los días que corresponden, en parte, a nuestro tiempo de adviento actual, se prescribe, pues, de una forma imprecisa.
UN TIEMPO DE PENITENCIA
Más tarde, los concilios de Tours (año 563) y de Macon (año 581) nos hablarán, ya concretamente, de unas observancias existentes “desde antiguo” para antes de Navidad.
En efecto, casi a un siglo de distancia, San Gregorio de Tours (fallecido en el año 490) nos da testimonio de las mismas con una simple referencia.
Leemos en el canon 17 del Concilio de Tours que los monjes "deben ayunar durante el mes de diciembre, hasta Navidad, todos los días".
El canon 9 del Concilio de Macon ordena a los clérigos, y probablemente también a todos los fieles, que "ayunen tres días por semana: el lunes, el miércoles y el viernes, desde San Martín hasta Navidad, y que celebren en esos días el Oficio Divino como se hace en Cuaresma"(Mansi, IX, 796 y 933).
Aunque la interpretación histórica de estos textos es difícil, parece según ellos que en sus orígenes el tiempo de adviento se introdujo tomando un carácter penitencial, ascético, con una participación más asidua al culto.
Sin embargo, las primeras noticias a cerca de la celebración del tiempo litúrgico del Adviento, se encuentran a mediados del siglo VI, en la iglesia de Roma.
Según parece, este Adviento romano comprendía al principio seis semanas, aunque muy pronto -durante el pontificado de Gregorio Magno (590-604)- se redujo a las cuatro actuales.
UNA DOBLE ESPERA
El significado teológico original del Adviento se ha prestado a distintas interpretaciones. Algunos autores consideran que, bajo el influjo de la predicación de Pedro Crisólogo (siglo V), la liturgia de Adviento preparaba para la celebración litúrgica anual del nacimiento de Cristo y sólo más tarde –a partir de la consideración de consumación perfecta en su segunda venida- su significado se desdoblaría hasta incluir también la espera gozosa de la Parusía del Señor.
No faltan, sin embargo, partidarios de la tesis contraria: el Adviento habría comenzado como un tiempo dirigido hacia la Parusía, esto es, el día en que el Redentor coronará definitivamente su obra. En cualquier caso, la superposición ha llegado a ser tan íntima que resulta difícil atribuir uno u otro aspecto a las lecturas escriturísticas o a los textos eucológicos de este tiempo litúrgico.
El Calendario Romano actualmente en vigor conserva la doble dimensión teológica que constituye al Adviento en un tiempo de esperanza gozosa:
"el tiempo de Adviento tiene una doble índole: es el tiempo de preparación para las solemnidades de Navidad, en las que se conmemora la primera venida del Hijo de Dios a los hombres, y es a la vez el tiempo en el que por este recuerdo se dirigen las mentes hacia la expectación de la segunda venida de Cristo al fin de los tiempos. Por estas dos razones el Adviento se nos manifiesta como tiempo de una expectación piadosa y alegre" (Calendario Romano, Normas universales sobre el año litúrgico y sobre el calendario, 39).
Es una devoción cristiana que consiste en prepararse interiormente para la fiesta de la Inmaculada los nueve días previos. Se celebran misas especiales, se reza el Sto. Rosario u otras devociones marianas, pero en cualquier caso, lo más importante es vivirla personalmente. En algunos lugares empieza el 29 de noviembre, y otros el 30, según se incluya o no el día de la fiesta.
Ofrecemos algunos textos, seleccionados en nueve apartados distintos, uno para cada día de la novena. Los apartados acaban con una breve oración compuesta por san Josemaría, dirigida a Nuestra Madre del Cielo
La Costumbre
La Novena de la Inmaculada es una costumbre que ha cristalizado en la Iglesia para preparar la gran solemnidad del 8 de diciembre. Se aconseja que cada uno la viviera personalmente, del modo que considere más oportuno; poniendo más empeño en la conversación asidua con la Virgen, con un delicado esmero en la oración, la mortificación, el trabajo profesional; y procurando que los parientes, amigos y conocidos se acerquen a Jesucristo por medio de nuestra Madre.
León XIV ya tiene la mirada puesta en Nicea, la actual Iznik. Es el motivo principal de su viaje a Turquía: celebrar los 1700 años de este primer concilio ecuménico.
Para recordar lo que supuso esta asamblea, el papa ha escrito una carta apostólica. El título es 'In unitate fidei' , en la unidad de la fe, y supone una llamada a la unidad de los cristianos.
Palabras del Papa León XIV
Se acerca el viaje apostólico que realizaré a Turquía y Líbano. En Turquía se celebrará el 1700 aniversario del Concilio de Nicea. Por ello, hoy se publica la Carta apostólica In unitate fidei, que conmemora este acontecimiento histórico.
El gran legado del Concilio
El Concilio de Nicea, convocado por el emperador Constantino en el año 325, dejó una gran huella. De su legado está el credo niceno, que se reza en cada Eucaristía, y reconoce la divinidad de Cristo. O, también, la fecha fija de la Pascua.
El papa habla en el texto de los tiempos convulsos de la época, y los compara con la actualidad. León explica que lo que salió de Nicea es la profesión común de todas las tradiciones cristianas. Y, de ahí, su llamado a la unidad.
Debemos dejar atrás controversias teológicas que han perdido su razón de ser para adquirir un pensamiento común y, más aún, una oración común al Espíritu Santo, para que nos reúna a todos en una sola fe y un solo amor.
Además, añade que esto no significa un ecumenismo que vuelva a las divisiones ni al pasado.
El restablecimiento de la unidad entre los cristianos no nos empobrece, al contrario, nos enriquece. Como en Nicea, este propósito sólo será posible mediante un camino paciente, largo y a veces difícil de escucha y acogida recíproca. Se trata de un desafío teológico y, aún más, de un desafío espiritual, que requiere arrepentimiento y conversión por parte de todos.
La carta, que termina con una oración invocando al Espíritu Santo, se publicó en la Solemnidad de Cristo Rey, a tan solo cuatro días de iniciar su primer viaje apostólico.
La venida del Hijo de Dios a la Tierra es un acontecimiento tan inmenso que Dios quiso prepararlo durante siglos (…). Al celebrar anualmente la liturgia del Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda Venida. (Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 522 y 524)
Con el tiempo de Adviento, la Iglesia romana da comienzo al nuevo año litúrgico. El tiempo de Adviento gravita en torno a la celebración del misterio de la Natividad de nuestro Señor Jesucristo.
A partir del siglo IV
El origen y significado del Adviento es un tanto oscuro; en cualquier caso, el término adventus era ya conocido en la literatura cristiana de los primeros siglos de la vida de la Iglesia, y probablemente se acuñó a partir de su uso en la lengua latina clásica.
La traducción latina Vulgata de la Sagrada Escritura (durante el siglo IV) designó con el término adventus la venida del Hijo de Dios al mundo, en su doble dimensión de advenimiento en la carne –encarnación- y advenimiento glorioso –parusía-.
La tensión entre uno y otro significado se encuentra a lo largo de toda la historia del tiempo litúrgico del Adviento, si bien el sentido de “venida” cambió a “momento de preparación para la venida”.
Quizá la misma amplitud de las realidades contenidas en el término dificultaba la organización de un tiempo determinado en el que apareciera la riqueza de su mensaje. De hecho, el ciclo de adviento fue uno de los últimos elementos que entraron a formar parte del conjunto del año litúrgico (siglo V).
Parece ser que desde fines del siglo IV y durante el siglo V, cuando las fiestas de Navidad y Epifanía iban cobrando una importancia cada vez mayor, en las iglesias de Hispania y de las Galias particularmente, se empezaba a sentir el deseo de consagrar unos días a la preparación de esas celebraciones.
Dejando de lado un texto ambiguo atribuido a San Hilario de Poitiers, la primera mención de la puesta en práctica de ese deseo la encontramos en el canon 4 del Concilio de Zaragoza del año 380:
"Durante veintiún días, a partir de las XVI calendas de enero (17 de diciembre), no está permitido a nadie ausentarse de la iglesia, sino que debe acudir a ella cotidianamente" (H. Bruns, Canones Apostolorum et Conciliorum II, Berlín, 1893, 13-14).
La frecuencia al culto durante los días que corresponden, en parte, a nuestro tiempo de adviento actual, se prescribe, pues, de una forma imprecisa.
Un tiempo de penitencia
Más tarde, los concilios de Tours (año 563) y de Macon (año 581) nos hablarán, ya concretamente, de unas observancias existentes “desde antiguo” para antes de Navidad. En efecto, casi a un siglo de distancia, San Gregorio de Tours (fallecido en el año 490) nos da testimonio de las mismas con una simple referencia. Leemos en el canon 17 del Concilio de Tours que los monjes "deben ayunar durante el mes de diciembre, hasta Navidad, todos los días".
El canon 9 del Concilio de Macon ordena a los clérigos, y probablemente también a todos los fieles, que "ayunen tres días por semana: el lunes, el miércoles y el viernes, desde San Martín hasta Navidad, y que celebren en esos días el Oficio Divino como se hace en Cuaresma" (Mansi, IX, 796 y 933). Aunque la interpretación histórica de estos textos es difícil, parece según ellos que en sus orígenes el tiempo de adviento se introdujo tomando un carácter penitencial, ascético, con una participación más asidua al culto.
Sin embargo, las primeras noticias a cerca de la celebración del tiempo litúrgico del Adviento, se encuentran a mediados del siglo VI, en la iglesia de Roma.
Según parece, este Adviento romano comprendía al principio seis semanas, aunque muy pronto -durante el pontificado de Gregorio Magno (590-604)- se redujo a las cuatro actuales.
Una doble espera
El significado teológico original del Adviento se ha prestado a distintas interpretaciones. Algunos autores consideran que, bajo el influjo de la predicación de Pedro Crisólogo (siglo V), la liturgia de Adviento preparaba para la celebración litúrgica anual del nacimiento de Cristo y sólo más tarde –a partir de la consideración de consumación perfecta en su segunda venida- su significado se desdoblaría hasta incluir también la espera gozosa de la Parusía del Señor.
No faltan, sin embargo, partidarios de la tesis contraria: el Adviento habría comenzado como un tiempo dirigido hacia la Parusía, esto es, el día en que el Redentor coronará definitivamente su obra. En cualquier caso, la superposición ha llegado a ser tan íntima que resulta difícil atribuir uno u otro aspecto a las lecturas escriturísticas o a los textos eucológicos de este tiempo litúrgico.
El Calendario Romano actualmente en vigor conserva la doble dimensión teológica que constituye al Adviento en un tiempo de esperanza gozosa:
"El tiempo de Adviento tiene una doble índole: es el tiempo de preparación para las solemnidades de Navidad, en las que se conmemora la primera venida del Hijo de Dios a los hombres, y es a la vez el tiempo en el que por este recuerdo se dirigen las mentes hacia la expectación de la segunda venida de Cristo al fin de los tiempos.
Por estas dos razones el Adviento se nos manifiesta como tiempo de una expectación piadosa y alegre" (Calendario Romano, Normas universales sobre el año litúrgico y sobre el calendario, 39).
La corona de adviento está compuesta por cuatro velas con ramas vegetales, que se van encendiendo, una a una, en las cuatro semanas que preceden a la Navidad.
Origen
La corona de adviento encuentra sus raíces en las costumbres precristianas de los pueblos del norte, entre los siglos IV y VI. Durante el frío y la oscuridad de diciembre, colectaban coronas de ramas verdes y encendían fuegos comoseñal de esperanza en la venida de la primavera.
En el siglo XVI católicos y protestantes alemanes comenzaron a utilizar este símbolo durante el Adviento: aquellas costumbres primitivas contenían una semilla de verdad que ahora podía expresar la Verdad suprema: Jesús es la Luz que ha venido, que está con nosotros y que vendrá con gloria. Las velas anticipan la venida dela luz en la Navidad: Jesucristo. Esa costumbre se ha convertido en un símbolo del Adviento en los hogares cristianos.
La Corona de Adviento, cuyas cuatro luces se encienden progresivamente, domingo tras domingo hasta la solemnidad de Navidad, es memoria de las diversas etapas de la historia de la salvación antes de Cristo y símbolo de la luz profética que iba iluminando la noche de la espera, hasta el amanecer del Sol de justicia (cfr. Mal 3,20; Lc 1,78).
La simbología
-La forma circular: el círculo no tiene principio ni fin, es señal de eternidad;
-Las ramas verdes: simbolizan la esperanza y la vida;
-Las cuatro velas: Las velas se encienden de una en una, durante los cuatro domingos de adviento. Simbolizan la luz en medio de las tinieblas: la salvación que vino a traer Jesucristo es luz para la vida de cada persona.
-El color rojo significa el amor de Dios.