¿Cómo puede Dios ser hijo de una mujer?

La Maternidad divina es el privilegio más grande de María; es también aquel al cual se ordenan y del cual nacen todos los demás privilegios marianos, personales y sociales. La expresión consta de un sustantivo y un adjetivo; el sustantivo es fácilmente comprensible: es aquella relación que surge en la mujer que ha engendrado y dado a luz a un hijo. El adjetivo, en cambio, no puede menos de suscitar inmediatamente asombro y maravilla: ¿cómo puede Dios ser hijo de una mujer?

"Dios te salve, María, Madre de Dios, tesoro veneradísimo de todo el orbe" (San Cirilo de Alejandría)

 

El dogma católico, sin embargo, afirma como doctrina de fe, muchas veces definida, que la Virgen María es verdadera Madre de Dios por haber engendrado y dado a luz a Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre en unidad de persona. Este dogma, lo mismo que el dogma de la Encarnación, al que está necesariamente conexo, entra en la categoría de los misterios estrictos; la teología católica, al intentar penetrarlo, no pretende que desaparezca el velo que lo encubre.

Es una maravillosa realidad, que encuentra las más estupendas armonías en el conjunto de los misterios de nuestra fe.

 

La Maternidad divina en las Sagradas Escrituras.

Si el Mesías, que anuncia el A. T., aparece con cualidades divinas, la mujer que le acompaña en muchos textos, como «madre», «reina», «Hija de Sión», desde el protoevangelio hasta la profecía de Miqueas, habría que deducirla, de algún modo, como madre de un Mesías que es Dios. La literatura veterotestamentaria no explícita esa conclusión; entre otras cosas porque la idea de un Mesías Dios aunque es apuntada no está revelada con claridad.

 

maria madre

 

 

 

No es, pues, extraño que en los textos del A. T. no se encuentre declaración explícita alguna sobre la maternidad divina. Ésta será posible con la plenitud de la Revelación, es decir, en el N. T. Aquí es necesario distinguir la realidad misma, del nombre. La expresión Madre de Dios no es bíblica (luego veremos su origen), pero su contenido sí.

Más aún, hay expresiones que son hasta formalmente equivalentes, Mater Domini (Le 1,43), ya que aunque la expresión Señor, absolutamente y aislada, indica sólo un título mesiánico, en el contexto lucano en que aparece, y, sobre todo, en el ambiente de las tradiciones neotestamentarias, significa y se aplica al Cristo precisamente como Dios. Esa expresión, pues, en boca de Isabel, tiene una fuerza extraordinaria: Mater Domini es el modo hebreo de decir Madre de Dios.

Ya S. Tomás se planteaba la objeción de que en la Sagrada Escritura no se encuentra el título de Madre de Dios; y sí sólo los de Madre del Señor y Madre del niño, y respondía: «... ésa fue la objeción de Nestorio: que se resuelve porque, aunque no se encuentre expresamente en la Escritura que María sea Madre de Dios, sí que se encuentra expresamente que Jesucristo es verdadero Dios... y que María es madre de Jesucristo... De donde se sigue necesariamente, de las palabras de la Escritura, que sea Madre de Dios» (Sum. Th. 3, q35 a4).

 

La tradición patrística y el Magisterio de los primeros Concilios ecuménicos.

«Nuestro Dios, Jesucristo, fue llevado en el seno por María», dice hermosamente S. Ignacio de Antioquía a principio del s. ii (Ad Ephesios, 18,2). Y una fórmula primitiva del Símbolo Apostólico ya contiene la siguiente declaración: «Y en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que nació de María Virgen por obra del Espíritu Santo» (Denz.Sch. 3).

 

Los textos y las declaraciones de esta naturaleza sobre la Maternidad divina, es decir, sobre Cristo Dios y hombre en cuanto hijo de María, son innumerables en la Patrística anterior al Conc. de Éfeso (431). No es, pues, necesario documentar más el hecho. Más interesante es precisar, en lo posible, la aparición del vocablo griego Theotokos que ese Concilio definió y consagró.

Nestorio, en diversos pasajes de sus obras, rechazó ese término como utilizado por los herejes antitrinitarios: Apolinar, Arrio y Eunomio; y en su obra El libro de Heráclides de Damasco desafía a San Cirilo a presentar un solo lugar de los Padres o de los Concilios ortodoxos que lo utilizaran.

Nestorio, sin embargo, no tiene razón ni siquiera desde el punto de vista historiográfico. La crítica, aunque no concede una antigüedad total al título Theotokos, ha establecido que existía por lo menos un siglo antes de Éfeso. Así la oración Sub tuum praesidium se encuentra escrita en el Papyrus n. 470 de la John Roylands Library, que hay que datar de finales del s. III; y en ella se dice: «Bajo tu amparo nos acogemos, Theotokos...».

 

virgen María madre

 

 

 

Teodoreto, en su Historia Eclesiástica, nos ha trasmitido un texto de Alejandro de Alejandría, del año 325, en que se dice: «Nuestro Señor Jesucristo llevó verdaderamente, y no en apariencia, un cuerpo tomado de la Theotokos» (I,3: PG 82,908A).

Utilizan también el título: S. Atanasio (m. 373), Dídimo el Ciego (m. 398), Eusebio de Cesarea (m. 340), S. Cirilo de Jerusalén (m. 396), S. Basilio (m. 379), S. Gregorio Nacianceno (m. 389), S. Gregorio de Nisa (m. 394), etc. Entre los latinos, S. Ambrosio (m. 397) es el primero que utiliza la correspondiente traducción latina Mater Dei: «Quid nobilius Mater Dei» (De Virg. 1,2,7: PL 16,22013). El uso de la expresión no estaba, sin embargo, aún consagrado a Occidente; S. Jerónimo (m. 420) nunca emplea las expresiones Mater Dei, ni Deipara, y lo mismo sucede con S. Agustín.

En las discusiones en torno al Conc. de Éfeso, iniciadas a partir de una mera cuestión de terminología, utilizada por el pueblo, y que Nestorio quiere reprimir, se advierte en seguida que los títulos: Christotokos, Anthropotokos, Theotokos, están vinculados a las más graves cuestiones de Cristología. El vocablo Theotokos (=Deipara, Deigenitrix) se convierte en una tessera lidei.

El Conc. de Éfeso se concluye con una condenación de Nestorio como hereje, y una aprobación de la Carta de S. Cirilo a Nestorio, en la que se dice: «... Porque no nació primeramente un hombre vulgar, de la Santa Virgen, y luego descendió sobre él el Verbo; sino que, unido desde el seno materno, se dice que se sometió a nacimiento carnal, como quien hace suyo el nacimiento de la propia carne... De esta manera (los Santos Padres) no tuvieron inconveniente en llamar Theotokos a la santa Virgen» (Acta Conciliorum oecumenicorum, 1,1,1,25 ss.).

Con ello el sentido del dogma de la Maternidad divina quedaba definitivamente fijado, y el mismo Concilio podía establecer que el título no tiene un sentido meramente figurado, sino real y propio (Denz.Sch. 427). Más tarde el error adopcionista  renovará un nestorianismo suavizado; pero ya en nada afectará a un dogma, que, bien establecido en Éfeso, se ha conservado inalterable en toda la tradición católica y también en otras confesiones cristianas.

 

 

Implicaciones de la Maternidad divina de María

De la Maternidad divina surgen unas relaciones del todo especiales entre María y cada una de las Personas de la Santísima Trinidad. En la gracia propia de la Maternidad divina, las tres divinas Personas invaden todo el ser de María: el Padre se dona, el Hijo es enviado por el Padre, y el Espíritu Santo por los dos.

 

"Virgen con el Niño" Catacumba de Santa Priscila.

"Virgen con el Niño" Catacumba de Santa Priscila.

 

 

 

Pero no se produce ni una filiación natural que es exclusiva de Cristo; ni una filiación adoptiva, porque la misión del Espíritu Santo en María no es la de conformar a María con el Hijo. Lo que se realiza, en verdad, es una maternidad divina: el Hijo y, a través del Hijo, el Espíritu Santo, configuran a María con el Padre; donándose éste en su propia nocionalidad de tal.

 

 

 

La maternidad espiritual de María y su maternidad sobre la Iglesia

Ambas encuentran su fundamento en la Maternidad divina, es decir, en el hecho de que la Virgen es Madre de Dios encarnado. En verdad, aunque esas realidades las expresamos con conceptos formales diversos, forman una unidad en el concreto orden divino establecido para la redención humana.

En efecto, la Maternidad divina de María es intrínsecamente soteriológica: está ordenada a darnos el Cristo-Hombre, Redentor del mundo con su Pasión y muerte; y se ve envuelta en el mismo destino que la Encarnación.

 

 

+ info -

Santa María Madre de Dios - Theotokos

 

 

JOAQUÍN M. ALONSO

  V. t.: ENCARNACIÓN DEL VERBO 11, 7; JESUCRISTO 111, 2. BIBL.: M. GORDILLO, Mariologia Orientalis, Roma 1954; M. D. PHILIPPE, Le mystére de la Maternité divine, en Maria, VI, París 1961, 367-416; J. M. BOVER, Deiparae Virginis Consensus, Madrid 1942; R, LAURENTIN, Structure et théologie de Lc I-II, París 1957; N. S. BROARDO, De maternitate divina B. M. Semper V. Nestorii Const. et Cyrillí Alex. sententia, Roma 1944; RAGAZZINI, La divina maternitá di Maria nel suo coneetto teologico integrale, Roma 1948; M. J. NICOLÁS, Théotokos. Le Mystére de Marie, París 1965; J. M. ALONso, Naturaleza y fundamentos de la gracia de Marta «Estudios Marianos» 5 (1946) 11-110; íD, TrinidadEncarnación-Maternidad Divina, «Ephemerides Mariologicae» 3 (1953) 86-102. La Sociedad Mariológica Española ha tratado el tema: dos diversos trabajos se recogen en los volúmenes VIII y XI de sus actas

 

 

Sub tuum praesidium

Recogemos este texto sobre una de las primeras oraciones dirigidas a la Virgen por los primeros cristianos. La oración Sub tuum praesidium es un testimonio entrañable, probablemente el más antiguo y el más importante en torno a la devoción a Santa María.

 

Se trata de un tropario(himno bizantino) que llega hasta nosotros lleno de juventud.
Es quizás el texto más antiguo en que se llama Theotokos a la Virgen, e indiscutiblemente es la primera vez que este término aparece en un contexto oracional e invocativo.

 

En un papiro egipcio

Edgar Lobel, experto en papirología de la Universidad de Oxford,  dedicó su vida al estudio de los papiros encontrados en Egipto.

theotokos

Como es conocido, el clima extremadamente seco de la mayor parte de Egipto ha hecho que se conserven multitud de fragmentos de papiros antiquísimos, con textos de hace milenios, en griego y en copto.

Muchos de estos textos se habían perdido.

En otros casos, los papiros sirven para confirmar la antigüedad de textos que sí que se habían conservado a través de sucesivas copias o traducciones.

Uno de estos papiros, descubierto en las proximidades de la antigua ciudad egipcia de Oxirrinco, contenía una oración a la Virgen.

Y no cualquier oración, sino una plegaria que continuamos rezando hoy en día, la oración Sub tuum praesidium.

 

 

La versión latina es:

Sub tuum praesidium
confugimus,
Sancta Dei Genitrix.
Nostras deprecationes ne despicias
in necessitatibus nostris,
sed a periculis cunctis
libera nos semper,
Virgo gloriosa et benedicta.

 

La versión castellana, es muy conocida:

Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,
¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!

 

Y la versión en griego clásico, que es precisamente la que se encontró en el papiro. Basta fijarse con detenimiento en la foto del papiro para reconocer las palabras griegas originales:

Ὑπὸ τὴν σὴν εὐσπλαγχνίαν,
καταφεύγομεν, Θεοτόκε.
Τὰς ἡμῶν ἱκεσίας,
μὴ παρίδῃςἐν περιστάσει,
ἀλλ᾽ ἐκ κινδύνων λύτρωσαι ἡμᾶς,
μόνη Ἁγνή, μόνη εὐλογημένη.

 

 

Cabe destacar la presencia del término Theotokos (en este caso, Theotoke, en vocativo), es decir, Madre de Dios”.

Dos siglos después, en el Concilio de Éfeso, se reconoció de forma  solemne que este título era adecuado para la Virgen María, contra el parecer de Nestorio.

Es decir, en Éfeso, la Tradición de la Iglesia fue defendida contra los que preferían sus propios razonamientos a la enseñanza de siempre de la Iglesia.

Resulta impresionante rezar esta oración, sabiendo que los cristianos la rezaban ya, por lo menos, en el año 250 d.C., que es la fecha en la que EdgarLobel dató el papiro en el que se encontraba.

Nosotros no la hemos recibido de los arqueólogos, sino de la tradición de la Iglesia, a través del latín en el caso de la Iglesia Latina o del griego y el eslavonio antiguo en Oriente.

Resulta agradable, sin embargo, que la arqueología nos muestre una vez más que la tradición no es algo inventado, sino que verdaderamente nos transmite la herencia que los primeros cristianos recibieron de Cristo y de los Apóstoles.

 

Theotokos, la Madre de Dios

La oración Sub tuum praesidium es un testimonio entrañable, probablemente el más antiguo y el más importante en torno a la devoción a Santa María. Se trata de un tropario(himno bizantino) que llega hasta nosotros lleno de juventud. Es quizás el texto más antiguo en que se llama Theotokos a la Virgen, e indiscutiblemente es la primera vez que este término aparece en un contexto oracional e invocativo.

G. Giamberardini, especialista en el cristianismo primitivo egipcio,  en un documentado estudio ha mostrado la presencia del tropario en los más diversos ritos y las diversas variantes que encuentra, incluso en la liturgia latina.

La universalidad de esta antífona hace pensar que ya a mediados del siglo III era usual invocar a Santa María como Theotokos, y que los teólogos, como Orígenes, comenzaron a prestarle atención, precisamente por la importancia que iba adquiriendo en la piedad popular. Simultáneamente esta invocación habría sido introducida en la liturgia.

En el rito romano, su presencia está ya testimoniada en el Liber Responsalis, atribuido a San Gregorio Magno y es copiado en el siglo IX en la siguiente forma: “Sub tuum praesidium confugimus, Sancta Dei Genitrix”.

Algunos manuscritos de los siglos X y XI, presentan unas deliciosas variantes de esta oración, manteniendo intacta la expresión Santa Dei Genitrix, en estricta fidelidad a la Theotokos del texto griego.

Se trata de traducciones fidelísimas del texto griego, tal y como aparece en el rito bizantino, en el que se utiliza la palabra griega eysplagknían, para referirse a las entrañas misericordiosas de la Madre de Dios.

La consideración de la inmensa capacidad de las entrañas maternales de la Madre de Dios está en la base de la piedad popular que tanta importancia dio al título Theotokos para designar a la Madre de Jesús.

Y quizás como lo más importante sea el hecho de que el testimonio del Sub tuum praesidium levanta la sospecha de que el título Theotokos se origina a mediados del siglo III en la piedad popular como invocación a las entrañas maternales de Aquella que llevó en su seno a Dios. Esta vez, quizás, la piedad popular fue por delante de la Teología. Al menos, es muy verosimil que así fuese.

Los fieles que, con sencillez, rezan esta oración a la Sancta Dei Genitrix, laTheotokos, la Madre de Dios,  porque la han recibido de manos de la Iglesia, son los que están más cerca de lo que transmitieron los primeros cristianos y, por lo tanto, más cerca de Cristo.

La versión latina esta oración ha sido inmortalizada en la música especialmente por Antonio Salieri y Wolfgang Amadeus Mozart.

 

 

 

FUENTES:
Lucas F. Mateo-Seco,  La devoción mariana en la primitiva Iglesia
Cfr G. Giamberardini, Il “Sub tuum praesidium” e il titolo Theotokos nella tradizione egiziana, en “Marianum” 31 (1969) 350-351; A.M. Malo, La plus ancienne prière à notre Dame, en De primordis cultus mariani, cit., t. 2, 475-485.

 

+ info -   Los orígenes de la devoción a la Virgen

Te Deum - Una antiquísima oración cristiana

El “Te Deum” (“A Ti, Oh Dios“) es un antiquísimo himno cristiano de alabanza y acción de gracias a Dios. Actualmente el Papa lo reza solemnemente cada 31 de diciembre, para dar gracias a Dios por el año que termina. También se canta en las grandes solemnidades.

 

Suele ser entonado en momentos de celebración. El himno continúa siendo regularmente utilizado por la Iglesia católica, en el Oficio de las Lecturas encuadrado en la Liturgia de las Horas. También se suele entonar en las misas celebradas en ocasiones especiales como en las ceremonias de canonización, la ordenación de presbíteros y proclamaciones reales.

Los cardenales lo entonan tras la elección de un papa. Posteriormente, los fieles de todo el mundo para agradecer por el nuevo papa, lo cantan en las catedrales.

Compuesto originalmente en latín, el nombre se debe a que así empieza su primer verso. Se suele denominar también "Himno Ambrosiano" pues, según una leyenda, lo compusieron en común San Ambrosio de Milán y San Agustín de Hipona: en el año 387, cuando San Agustín recibió el bautismo de manos de San Ambrosio, este último, movido por el Espíritu Santo, improvisó el himno y Agustín iba respondiendo a sus versos. Empero, estudios recientes han verificado que el Te Deum en realidad fue escrito en el siglo IV por Aniceto de Remesiana.

Por tanto, su origen se remonta probablemente a la primera mitad del siglo IV. En su forma actual se encuentra por primera vez en el "Antiphonarium Benchorense" de Bangor (Irlanda del Norte), que se debe fechar alrededor del año 690. Desde el siglo IX, se han conocido también diversas traducciones.

 

Muchos compositores (Haydn, Mozart, Berlioz) le han puesto música.

En latín:

Te Deum laudamus: te Dominum confitemur.
Te æternum Patrem omnis terra veneratur.
Tibi omnes Angeli; tibi cæli et universæ Potestates;
Tibi Cherubim et Seraphim incessabili voce proclamant:
Sanctus, Sanctus, Sanctus, Dominus Deus Sabaoth.
Pleni sunt cæli et terra maiestatis gloriæ tuæ

Te gloriosus Apostolorum chorus,
Te Prophetarum laudabilis numerus,
Te Martyrum candidatus laudat exercitus.
Te per orbem terrarum sancta confitetur Ecclesia,
Patrem immensæ maiestatis:

Venerandum tuum verum et unicum Filium;
Sanctum quoque Paraclitum Spiritum.

Tu Rex gloriae, Christe.
Tu Patris sempiternus es Filius.
Tu ad liberandum suscepturus hominem,
non horruisti Virginis uterum.

Tu, devicto mortis aculeo,
aperuisti credentibus regna caelorum.
Tu ad dexteram Dei sedes, in gloria Patris.
Iudex crederis esse venturus.

Te ergo quaesumus, tuis famulis subveni:
quos pretioso sanguine redemisti.
Aeterna fac cum sanctis tuis in gloria numerari.

(Posteriormente se añadió esta parte, con fragmentos de Salmos:)

Salvum fac populum tuum, Domine, et benedic hereditati tuae.
Et rege eos, et extolle illos usque in aeternum.
Per singulos dies benedicimus te;
Et laudamus Nomen tuum in saeculum, et in saeculum saeculi.
Dignare, Domine, die isto sine peccato nos custodire.
Miserere nostri Domine,
miserere nostri.
Fiat misericordia tua, Domine, super nos,
quemadmodum speravimus in te.
In te, Domine, speravi: non confundar in aeternum.

 

 

En español

A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.

Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:

Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios de los ejércitos.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.

A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.

A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, defensor.

Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana sin desdeñar el seno de la Virgen.

Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el Reino de los Cielos.
Tú sentado a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.

Creemos que un día has de venir como juez.

Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.

Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.

Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.

Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.

 

 

wikipedia

LA SAGRADA FAMILIA, ICONO DE LA IGLESIA DOMÉSTICA

Recordamos hoy unas palabras del Papa emérito Benedicto XVI sobre esta fiesta de la Sagrada Familia: "La casa de Nazaret, dijo el Papa, es una escuela de oración en que se aprende a escuchar, a meditar"

"La casa de Nazaret, dijo el Papa, es una escuela de oración en que se aprende a escuchar, a meditar, a penetrar en el significado profundo de la manifestación del Hijo de Dios, a través del ejemplo de María, José y Jesús".

"La contemplación de Cristo alcanza su modelo insuperable en María" que "vive con los ojos puestos en Cristo y atesora cada palabra suya (...) El evangelista Lucas nos hace conocer el corazón de María, su fe, su esperanza y obediencia, su interioridad y su oración, así como su libre adhesión a Cristo. Y todo ello procede del Espíritu Santo que descenderá sobre ella como sobre los apóstoles según la promesa de Cristo.

Esta imagen de María la presenta como el modelo de los creyentes que conserva y confronta las palabras y las acciones de Jesús, una confrontación que es siempre un progresar en el conocimiento de Cristo ".

La capacidad de María para vivir de la mirada de Dios es "contagiosa". Y el primero que lo experimenta es José. "Efectivamente con María -explicó el Santo Padre- y  sobre todo después, con Jesús, comienza una forma nueva de relacionarse con Dios, de acogerlo en su vida, de entrar en su proyecto de salvación, cumpliendo su voluntad".

sagrada familia

Benedicto XVI recordó que aunque el Evangelio no haya conservado ninguna palabra de José, su presencia es "silenciosa pero fiel, constante, activa" y que José "cumplió plenamente su papel paterno en todos los aspectos". Entre ellos el Papa habló de cómo José habría educado a Jesús a la oración llevándolo consigo a la sinagoga los sábados y dirigiendo la oración doméstica por las mañanas y al atardecer. "Así, en el ritmo de las jornadas transcurridas en Nazaret, entre la casa y el taller de José, Jesús aprendió a alternar oración y trabajo y a ofrecer también a  Dios la fatiga para ganar el pan que necesitaba la familia".

Después, Benedicto XVI citando la peregrinación de María, José y Jesús al templo de Jerusalén, narrada en el evangelio de San Lucas  afirmó que "la familia judía, como la cristiana, reza en la intimidad doméstica, pero también reza junto con la comunidad, reconociéndose parte del Pueblo de Dios en camino".

Las primeras palabras de Jesús: "¿Por que me buscabais? ¿No sabíais que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?" pronunciadas  cuando María y José lo encuentran enseñando a los doctores en el Templo, son la llave de acceso a la oración cristiana, "A partir de aquel momento en  la vida de la Sagrada Familia se intensificó aun más la oración porque, a través de Jesús (...) no cesará de difundirse y reflejarse en María y José el sentido profundo de la relación con Dios Padre. La familia de Nazaret es el primer modelo de la Iglesia en que, en torno a la presencia de Jesús y gracias a su mediación, todos viven en relación filial con Dios que transforma también las relaciones interpersonales".

"La Sagrada Familia -concluyó- es un icono de la Iglesia doméstica, llamada a rezar unida. La familia es la primera escuela de oración. En ella los niños, desde pequeños, aprenden a percibir el sentido de Dios, gracias a las enseñanzas y al ejemplo de los padres (...)  Una educación auténticamente cristiana no puede prescindir de la experiencia de la oración. Si no se aprende a rezar en la familia, será difícil después colmar este vacío. Por eso invito a todos a redescubrir la belleza de rezar juntos como familia siguiendo la escuela de la Sagrada Familia de Nazaret".

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SAGRADA FAMILIA

 

 

 

El papa Francisco abre la puerta santa en silla de ruedas, inaugurando el Jubileo del 2025

Así ha quedado inaugurado el Jubileo del 2025, con el papa Francisco abriendo la puerta santa en silla de ruedas.

 

Con las campanas sonando de fondo en la basílica, Francisco se convertía en el primer peregrino de este Año Santo. Un momento de gran expectación, ya que se esperaba que el papa abriese la puerta de pie, como hizo en 2015.

El pontífice de 88 años estuvo resfriado días antes, pero eso no le impidió estar presente en esta misa del gallo, a pesar de las bajas temperaturas en Roma.

De hecho, pronunció una homilía de unos 10 minutos en esta celebración, que da la bienvenida a la navidad.

FRANCISCO
Con la apertura de la Puerta Santa damos inicio a un nuevo Jubileo. Cada uno de nosotros puede entrar en el misterio de este anuncio de gracia. En esta noche, la puerta de la esperanza se ha abierto de par en par al mundo; en esta noche, Dios dice a cada uno: ¡también hay esperanza para ti!

Francisco no se ha olvidado en esta misa tan importante de los conflictos que asolan el planeta.

 

 

FRANCISCO
Esta es la señal para redescubrir la esperanza perdida, para renovarla en nosotros, para sembrarla en las desolaciones de nuestro tiempo y de nuestro mundo sin demora. Y hay tantas desolaciones en este tiempo. Pensamos en las guerras, en los niños asesinados, en las bombas sobre escuelas y hospitales.

La misa se ha dado por concluida con Francisco llevando a Jesús al pesebre. Allí un grupo de niños vestidos con trajes tradicionales estuvo adorando al Niño. Le llevaron flores y así dio comienzo uno de los días más importantes para los católicos: la Navidad

 

Abre el Papa Francisco la Puerta Santa y da inicio al Jubileo | Diario ...

 

 

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La huida a Egipto de la Sagrada Familia

Sin poner objeciones José obedece y parte a Egipto, pues sus planes personales e intereses propios están totalmente al servicio de Dios.

"Después que ellos partieron, un ángel del Señor
apareció en sueños a José, diciéndole: Levántate,
toma al niño y a su madre y huye a Egipto, y estáte
allí hasta que yo te avise; pues Herodes ha de buscar
al niño para matarle. Levantándose José, tomó al niño
y a su madre, de noche, y se retiró a Egipto".

(Mt 2, 13-14)

I

Es de noche. Dos caravanas se deslizan entre las sombras de las afueras de Belén. En direcciones distintas. En huida. Una es la de los Magos que, avisados, regresan a su país por otro camino. La otra, la de la humilde familia nazarena. Se van también, huyendo.

Dios acaba de llegar al mundo, y el mundo organiza su persecución. ¡Así están de ciegos los hombres!

José, mientras dormía, ha sido despertado por un ángel. Fue, quizás, aquella misma noche en la que José se quedó dormido mientras repasaba las maravillas de aquel día: los Magos, su espléndido cortejo real, el brillo oriental de sus vestidos, los sabios del mundo a los pies del recién nacido.

José duerme en el gozo del descubrimiento del Niño, y de la adoración que le han tributado los pueblos de la tierra. Y un ángel toca su hombro:

-Levántate, toma el niño y a su madre, y huye…

José no discute con el ángel: cree y se levanta. No intenta tampoco enmendar el plan que le dicta el cielo. Es un viaje en el que jamás había pensado: ¿Egipto? ¿No sería mejor unirse a los Magos y buscar refugio en su país? ¿Egipto? Es una durísima tarea, pues no conoce el camino, ni el idioma, ni las costumbres de los egipcios. ¿Egipto, en donde no conocemos a nadie? ¿No serán muchos los riesgos para el niño por ser un país extraño? Y hay que ganarse la vida, abrirse camino, sin tener amigos.

El silencioso José tampoco en esta ocasión abre su boca, aunque aquella orden revoluciona su vida y sus consuelos.

 

 

 

 

II

Cuando comienza a salir el sol, ya llevan varias horas de marcha. En un camino desierto se dibuja una estampa conmovedora: un niño inocente abrigado en el brazo caliente y maternal de una Niña Virgen, ella sobre una borriquilla, y José por delante llevando el ramal de la cabalgadura. Solos en el desierto: de prisa.

Es ésa la respuesta a la orden del cielo. Obediencia al momento. Ejecuta con diligencia lo que se ha recibido de parte del Señor. Asusta pensar que un retraso «prudente» en la obediencia de José hubiera dado lugar a que el niño cayera en manos de Herodes. Amigo, apóstol, valora la importancia gigante de la obediencia pronta. «La fe de José no vacila, su obediencia es siempre estricta y rápida» 2 .

José no tiene planes personales, intereses propios. Está totalmente al servicio de Dios. A él sólo le corresponde poner en juego sus facultades humanas para llevar a cabo con perfección la orden del Señor. Calla y obra en este sentido. ¡Qué contraste con el inútil ruido de los hombres!

Todos opinan y dan sus pareceres, los propios, los de cada uno. Y nadie hace nada: ni lo ajeno, porque no es propio; ni lopropio, porque no ayudan los demás. La fuerza se va por la boca. Es preciso ser ejecutores, ejecutores silenciosos. Para ello es necesario ser santo, y eso nos santifica.

Es preciso convencerse una y otra vez de que no se cae un solo cabello sin el permiso de Dios. El mundo está lleno de teóricos, buscadores ruidosos de pretextos.

 

 

 

III

Y por un camino desierto de este mundo, cuando sale el sol, aparece José cumpliendo el plan de Dios. Van pasando las horas y el cansancio abruma a los peregrinos. Sobre José pesa la responsabilidad: cansancio en el cuerpo, responsabilidad tremenda que angustia el alma.

José marcha derecho, erguido su cuerpo a pesar del dolor, cumpliendo lo previsto desde siempre. Ningún consuelo en los sentidos, ningún descanso para el cuerpo, ningún alivio para la carga del alma.

Y siempre los asaltos de los temores: de los perseguidores, de los peligros del desierto, de la inseguridad de la vida que ha de comenzar en Egipto. El Niño y María dependen de él.

José obedece, pero sabe el motivo del viaje. Es muy posible que María se deje llevar sin saberlo. José, para no alarmarla, calla, sin duda, la causa de tan inesperada expedición: ella va y no sabe por qué. El niño está dormido en los brazos de María.

Cuanto más noble es el personaje, más perfecta es la sencillez de la obediencia. Más completo el abandono. ¡Si fuéramos tú y yo, amigo, al menos como la borriquilla, dóciles al ramal de quien nos lleva!

“Caminando con Jesús”, J.A. González Lobato, Ediciones RIALP, S.A.

 

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Los  Santos Inocentes

La verdadera historia de los inocentes asesinados en Belén

El que hubiera sido un asesinato aislado o de poca trascendencia podría explicar la razón de que el historiador Flavio Josefo, que siempre presentó a Herodes como un tirano cruel, pasara por alto semejante barbarie.

La Biblia sitúa a Herodes El Grande detrás de la salvaje orden de ejecutar a los niños nacidos en Belén con el propósito de matar a Jesús, «un recién nacido a quien los magos de oriente designaron como el rey de los judíos». Si bien es difícil demostrar la historicidad de este hecho, la figura de Herodes se alimenta de relatos de similar violencia, incluido el asesinato de varios de sus propios hijos.

Eso a pesar de que las fuentes romanas, aliadas del rey idumeo, le presentan de forma favorable y le hacen responsable del esplendor económico que se vivió durante su reinado.

 

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La historicidad de la matanza

La Matanza de los Inocentes narrada en el Evangelio de Mateo (2:16-18) tiene su antecedente más directo en el episodio protagonizado por el gran enemigo del pueblo elegido: los egipcios, quienes ordenaron supuestamente asesinar a los bebés hebreos y forzaron a la familia de Moisés a esconderle en el río.

La Matanza de los Inocentes no aparece mencionada en los otros evangelios ni en textos del periodo, lo cual ha llevado a plantear si el episodio tuvo realmente lugar o pudo ser una malinterpretación de otro suceso.

«Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos», narra San Mateo sobre el edicto dictado por el gobernante hebreo que buscaba a acabar con la amenaza política de un niño designado como «el rey de los judíos». Sin embargo, la Matanza de los Inocentes no aparece mencionada en los otros evangelios ni en textos del periodo, lo cual ha llevado a plantear si el episodio tuvo realmente lugar o pudo ser una malinterpretación de otro suceso.

 

El historiador bíblico Daramola Olu Peters, en sus análisis del texto, defiende que se trata de una mala traducción de la palabra «matanza» y podría ser solo el asesinato de algún hijo de los aspirantes a ocupar el trono. Otros estudiosos vinculan la presunta matanza con el asesinato de los tres hijos de Herodes o alguna de las purgas que llevó a cabo el monarca durante su ascenso al poder.

Las exageradas cifras de muertos de los comentaristas antiguos no ayudan precisamente a ubicar el acontecimiento. Según los estudios demográficos, el poblado de Belén donde nació Jesús tenía en el año 4 a.C de 300 a 1.000 habitantes, de ellos solo habría entre 7 y 20 menores de dos años. Es por ello que, aunque hubiera tenido lugar la matanza, pudo tener poco eco.

El catedrático de filología griega de la Universidad Complutense de Madrid Antonio Piñero lo considera una reelaboración de la leyenda del malvado Faraón que quiso acabar con Moisés niño.

«Una vez que pasados los años se conocía la grandeza de tal o cual personaje, se confeccionaba a base de tradiciones más o menos fiables, o incluso de leyendas, una historia de su nacimiento en la que se ponían de relieve las circunstancias prodigiosas, maravillosas, divinas, del tal nacimiento.

Así ocurrió con el rey persa Ciro (narración compuesta por Heródoto), con Alejandro Magno (por Plutarco), o con el filósofo, predicador ambulante y taumaturgo Apolonio de Tiana (por Filóstrato)», explica este experto en el libro «Guía para entender el Nuevo Testamento» (Editorial Trotta).

 

El que hubiera sido un asesinato aislado o de poca trascendencia podría explicar la razón de que el historiador Flavio Josefo, que no dejaba pasar la ocasión de presentar a Herodes como un tirano cruel, pasara por alto semejante barbarie. No obstante, Favio Josefo fue el principal instigador de la leyenda negra sobre Herodes.

El relato que hace sobre la muerte del idumeo no escatima en detalles escabrosos y se deleita en su sufrimiento. A los 70 años Herodes murió, «castigándole Dios por los crímenes que había cometido», y fue sepultado en el Templo Herodiano, descubierto en el 2007 por un grupo de arqueólogos.

 

Los crímenes de un rey extranjero

Los hebreos consideraban a Herodes I un rey extranjero, a pesar de que su linaje era idumeo (una región histórica semítica al sur de Judea). La profunda división hebrea entre sectas religiosas le alejaba de las simpatías de los habitantes de Judea, durante un tiempo en el que las tres principales (farisea, saducea y esenia) no estaban de acuerdo prácticamente en nada. Si lo estaban en identificar a aquel rey de educación helenística y madre árabe nabatea como un elemento intruso y peligroso.

Herodes se valió del apoyo de los romanos, y de un contexto de inestabilidad política, para alcanzar el poder. Desde el año 63 a.C., la República de Roma había hecho de la antigua Judea un reino vasallo (que abarcaba Samaria, al norte, y Edom, al sur) y en el año 47 a. C. Herodes fue nombrado procurador de este reino por Julio César.

En este cargo, el idumeo planeó la eliminación de la estirpe judía de los asmoneos (descendientes de los macabeos), que había reinado hasta ese momento en Judea.

 

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Buena parte de la fama de cruel de este rey hebreo está relacionada con los métodos que aplicó para desplazar del poder a los asmoneos. En el año 40 a. C, consiguió de Marco Antonio –triunviro de Roma y poseedor de la parte oriental del Imperio romano– el título de rey de Judea y logró que fueran degollados Antígono II y su familia, los asmoneos, así como cuarenta y cinco partidarios del antiguo régimen. Eliminaba de esta forma a todos los posibles aspirantes a arrebatarle la corona.

Los puñales y el veneno nunca abandonaron del todo la corte. Su segunda esposa Mariamna, de la estirpe de los asmoneos, también fue ejecutada pororden de Herodes, que nunca dudó en derramar sangre de su propia familia si veía en peligro la corona.

Tras matar a Mariamna, eliminó a dos de sus hijos (Aristóbulo y Alejandro), atendiendo a rumores de conspiración contra su persona, levantados por otro hijo, Antípater, a quien ejecutó tiempo después por intentar envenenarle.

 

Un fiel aliado de Roma

Con el respaldo económico de Roma, Herodes puso en marcha una política para el desarrollo del comercio y de la agricultura y un ambicioso plan de construcciones. Bajo su reinado, que sentó las bases para la expansión económica que vivió la zona en las siguientes décadas, se reconstruyó el Templo de Jerusalén, se levantó la fortaleza Antonia, un palacio real, un anfiteatro, un teatro y un hipódromo; y se fundó la ciudad de Cesarea, un emplazamiento portuaria de carácter occidental construida en honor al dueño del Imperio, Cayo Julio César Octavio Augusto.

Ninguna iniciativa parece que le sirviera para mejorar su imagen pública de hombre violento, lascivo –se dice que llegó a tener 15 hijos– y nada respetuoso con las tradiciones hebreas.

Este oscuro retrato, de hecho, pocas veces correspondía con la figura histórica que narran los romanos. Según los cronistas de Roma, Herodes fue un monarca lo bastante sensible con su pueblo como para deshacerse de parte de las riquezas palaciegas y comprar trigo común durante la hambruna del año 25 a. C.

Con la derrota de Marco Antonio y Cleopatra en la batalla de Actium (31 a.C.), Herodes se ganó rápido la confianza de Augusto y mantuvo excelentes relaciones con él. Así, el reinado de Herodes es también recordado por los grandes esfuerzos para la romanización del pueblo judío. El palacio real acogió a poetas, filósofos, historiadores, maestros de retórica, bajo la influencia romana, que impulsaron un periodo de auge cultural en la región.

Con su fallecimiento, Judea pasó a ser una provincia gobernada directamente por Siria. Esta situación desencadenó, a su vez, una revuelta reprimida con gran brutalidad por los soldados romanos, pero que se alargaría intermitentemente hasta el sitio de Jerusalén del año 70 d. C.

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LOS SANTOS INOCENTES

 

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El nacimiento de Jesús según Benedicto XVI

Su libro sobre la infancia de Jesús, ayudó a recuperar el origen y significado de las figuras del «arte popular por excelencia»

Hace unos años el Papa emérito Benedicto XVI armó un revuelo mundial al recordar en su libro «La infancia de Jesús» que los evangelios no mencionan el buey ni la mula en la gruta de Belén. Al margen de la polémica, su repaso histórico sobre cómo había ocurrido verdaderamente el nacimiento de Jesús sirvió para recuperar el origen y significado de las figuras que año tras año ponemos en el Belén.

 

Como recuerdan los belenistas, algunas de estas figuras han estado desde el principio (como la mula y el buey), pese a que nunca han sido mencionadas en los relatos de Lucas y Mateo, como recordaba Benedicto XVI en aquella publicación –la última obra de una trilogía dedicada a la vida de Jesús de Nazaret–.

«El pesebre es el cumplimiento del Antiguo Testamento», explica Íñigo Bastida, presidente dela Federación Española de Belenistas. Por eso muchos de los detalles y figuras que no aparecen en los evangelios se han ido incorporando durante el paso de los años por las interpretaciones que la tradición cristiana ha ido haciendo del Antiguo Testamento y algunos evangelios apócrifos, indica Bastida, quien además recuerda que el belenismo cuenta con una tradición «de ocho siglos de historia» y es «el arte popular por excelencia».

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El pesebre

Benedicto XVI señala que, según relata el Evangelio de Lucas, Jesús nació en un pesebre porque no había sitio para él en la posada. «Esto debe hacernos pensar -reflexiona el Papa emérito- y remitirnos al cambio de valores que hay en la figura de Jesucristo, en su mensaje. Ya desde su nacimiento él no pertenece a ese ambiente que según el mundo es importante y poderoso. Y, sin embargo, precisamente este hombre irrelevante y sin poder se revela como el realmente Poderoso, como aquel de quien a fin de cuentas todo depende».

 

El ángel del Señor

El Papa emérito recuerda en su libro que fue un ángel el que anunció a los pastores que había nacido Jesús. Según el relato de Lucas «en torno al ángel apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres en quien él se complace”».

Benedicto XVI señala que el evangelista dice que los ángeles «hablan», sin embargo, él puntualiza que «para los cristianos estuvo claro desde el principio que el habla de los ángeles es un cantar, en el que se hace presente de modo palpable todo el esplendor de la gran alegría que ellos anuncian».

 

La mula y el buey

Benedicto XVI recuerda en su libro que «el pesebre hace pensar en los animales, pues es allí donde comen» pero en el relato de los evangelios de Lucas y Mateo sobre el nacimiento de Jesús «no habla en este caso de animales». «La Iglesia -explica- ha leído con toda naturalidad el relato de la Navidad sobre el trasfondo de Isaías 1,3 y de este modo llegaron al pesebre el buey y el asno». En el Antiguo Testamento, el profeta Isaías dice: «Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo».

La tradición belenista recuerda además que fue San Francisco de Asís quien recuperó la mula y el buey en aquel primer Belén que montó en la Nochebuena de 1223 como símbolo del amor del nuevo pueblo de Israel (la Iglesia) que sí reconoce al Señor. Según los belenistas, «la presencia de la mula y el buey nos ayuda a entender que las expectativas de los profetas en el Antiguo Testamento se cumplen en Belén».

 

Los pastores

Sobre los pastores, el Papa emérito señala en su libro que el relato de Lucas recuerda que «los primeros testigos del gran acontecimiento son pastores que velan». «Jesús nació fuera de la ciudad, en un ambiente en que por todas partes en sus alrededores había pastos a los que los pastores llevaban sus rebaños -explica-. Era normal por tanto que ellos, al estar más cerca del acontecimiento, fueran los primeros llamados al pesebre». Para Benedicto XVI los pastores «representaban a las almas sencillas, los pobres, los predilectos del amor de Dios».

 

La estrella de Belén

Benedicto XVI explica que entre los años 7 y 6 antes de Cristo, que hoy se considera el momento verosímil del nacimiento de Jesús, se produjo unaconjunción de los planetas Júpiter, Saturno y Marte en el signo zodiacal de Piscis. Según el astrónomo Johannes Kepler, a ese fenómeno, reflejado también en «tablas cronológicas chinas» se añadió la aparición de una supernova creando un acontecimiento astronómico muy singular.

El Papa emérito también señala que la paradoja de que Jesús haya nacido seis años antes de la «era cristiana» se debe a un error de cálculo del monje Dionisio el Pequeño, quien hizo en el siglo VI la conversión del calendario basado en la coronación del emperador Diocleciano a uno nuevo centrado en el nacimiento de Jesucristo.

 

Los Reyes Magos

En el caso de los Reyes Magos, Benedicto XVI recuerda una vez más que, como en el caso de la mula y el buey, la tradición ha ido enriqueciendo la figura de los Reyes Magos. En un principio, y según relata el Evangelio de Mateo, las personas que iban a adorar a Jesús eran Magos de Oriente.

Sin embargo, en el Salmo 72 y en el Libro del profeta Isaías en el Antiguo Testamento se menciona «aunos reyes que venían de Oriente y le traían regalos». «El pesebre es el cumplimiento del Antiguo Testamento y por eso se ha quedado como los Reyes Magos de Oriente», explica el profesor de Nuevo Testamento de la Universidad San Dámaso, Andrés García Serrano.

 

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El Papa además señala que «los hombres de los que habla Mateo no eran únicamente astrónomos». Eran «sabios»; representaban «el dinamismo inherente a las religiones de ir más allá de sí mismas; un dinamismo que es la búsqueda del verdadero Dios». Para Benedicto XVI estos hombres son «precursores de los buscadores de la verdad propios de todos los tiempos».

También precisa que aunque «no pertenecían exactamente a la clase sacerdotal persa, tenían sin embargo un conocimiento religioso y filosófico que se había desarrollado y aún persistía en aquellos ambientes».

 

Los regalos

El Papa emérito explica que «ante el niño regio, los Magos adoptan la proskýnesis, es decir, se postran ante él». De ahí se explican los dones que ofrecen los Magos. «No son dones prácticos, que en aquel momento tal vez hubieran sido útiles para la Sagrada Familia», dice Benedicto XVI en su libro.

Los dones son «un reconocimiento de la dignidad regia de aquel a quien se ofrecen». El oro (hacía referencia a la realeza de Jesús), el incienso (al Hijo de Dios) y la mirra (al misterio de su Pasión).

 

 

 

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La gruta de Belén

José tuvo tiempo y modo para arreglar todo bien, incluso el pesebre

 

El Evangelio de Lucas señala que María, después de dar a luz a su hijo, “lo recostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el aposento” (Lc 2,7). El “pesebre”indica que en el sitio donde nació Jesús se guardaba el ganado. Lucas señala también que el niño en el pesebre será la señal para los pastores de que allí ha nacido el Salvador (Lc 2,12.16).

 

La palabra griega que emplea para “aposento” es katályma. Designa la habitación espaciosa de las casas, que podía servir de salón o cuarto de huéspedes. En el Nuevo Testamento se utiliza otras dos veces (Lc 22,11 y Mc 14,14) para indicar la sala donde Jesús celebró la última cena con sus discípulos.

Posiblemente, el evangelista quiera señalar con sus palabras que el lugar no permitía preservar la intimidad del acontecimiento. Justino (Diálogo con Trifón 78) afirma que nació en una cueva y Orígenes (Contra Celso 1,51) y los evangelios apócrifos refieren lo mismo (Protoevangelio de Santiago 20; Evangelio árabe de la infancia 2; Pseudo-Mateo 13).

De todas estas menciones, la más antigua y autorizada documentación de la Gruta - Pesebre de Belén es la del apologista, filósofo y mártir S. Justino de Nablús, que escribía poco después del año 150.

Su testimonio tiene un valor extraordinario, aún cuando no hubiera estado personalmente en Belén en aquel tiempo de ocupación pagana, porque, era palestino de nacimiento, cercano a la época de Cristo, portavoz de la tradición local, profundo conocedor de la lengua griega, comprometido en la lucha contra la clase docta judía (Celso). La mención se encuentra en el Diálogo con Trifón, 78:

"Habiendo nacido entonces el Niño en Belén, porque José no tenía en aquella aldea (kóme) donde alojarse, se alojó en una cierta gruta (spélaio) cercana a la aldea, y entonces, estando ellos allí, María dio a luz a Cristo y lo puso en un Pesebre, donde fue encontrado por los Magos provenientes de Arabia".

 

 

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La forma y la descripción son muy concisas, de estilo clásico, pero es testimonio seguro de la "tradición palestina", quizá también local, donde los judeo-cristianos permanecieron también después de la paganización del año 135.

José y María, dándose cuenta de la situación local y después de haber renunciado por elección y por la fuerza de las circunstancias a la habitación superior (= Katályma) de la casa, se retiraron a una de las "grutas-almacenes" de la habitación, precisamente a aquella que, teniendo el acceso externo independiente y dando al este, estaba destinada y adaptada para el animalito de casa.

En las dilaciones del censo y en espera del alegre suceso, José tuvo tiempo y modo para arreglar todo bien, incluso el pesebre; que no era una simple cueva, sino un sistema de grutas, que, queriendo, podían comunicar con la habitación superior.

 

 

Gruta de la Natividad de Belén

Gruta de la Natividad de Belén

 

 

Por tanto hay trabajo para José: limpieza y arreglos, algún madero para formar un ángulo reservado, primero para María y luego para él, un lugar seco y fresco para conservar las provisiones alimenticias; el agua de la cisterna estaba allí cerca; en suma, un arreglo decente, en una típica gruta palestina, pero junto a una casa, donde quedarse sin problemas aquel par de meses de la "separación ritual" requeridos para la perfecta observancia de la Ley judía.

San José hizo todo este trabajo con habilidad de artesano, propia de él y con la mente fija en el doble Misterio que él, cabeza de familia investido expresamente por el Cielo para tan grave misión, no sólo debía guardar, sino también defender de toda curiosidad humana, con la discreción del justo y el tacto del descendiente real.

 

 

 

+ info:

¿cómo era Belén en tiempos de Jesús?

 

 

 

Diálogos para comprender

Su fiesta se celebra el 26 de diciembre

Esteban fue un hombre extraordinario, lleno de fe y del Espíritu Santo, amado y estimado por todos los miembros de la comunidad cristiana. Su predicación tuvo gran aceptación y las conversiones se multiplicaban. La gente acudía a oírlo, dejaba la sinagoga y se añadía al grupo de los que creían en Jesús. Esteban, cuyo nombre significa “coronado”, es conocido como el “protomártir”, al ser el primer hombre que derramó su sangre por su fe en Jesucristo.

 

Llegó a ser uno de los hombres en los que más se pudieron apoyar los apóstoles  para difundir su mensaje. Según podemos ver en los Hechos de los Apóstoles, la aparición de Esteban y de los otros diáconos en la vida pública de Jerusalén llegó cuando viudas y pobres que no eran israelitas se quejaron porque las ayudas eran destinadas a los propios israelitas antes que a los extranjeros.

En ese momento, los apóstoles argumentaron que ellos no podían hacer frente a esa clase de conflictos porque estarían dejando de lado su misión de difundir el mensaje divino.

 

Esteban

 

 

 

Por ello, dieron la oportunidad de elegir a siete hombres justos que se encargaran de repartir las ayudas entre los pobres. Los mismos ciudadanos eligieron a los siete hombres justos, entre los que se encontraba Esteban. Estos hombres fueron presentados a los apóstoles y ordenados diáconos.

La labor de Esteban empezó a hacerse patente cuando los judíos venidos de otros países entablaban conversaciones con él, no pudiendo resistir la sabiduría que salía de sus palabras, inspiradas por el Espíritu Santo. Los de la sinagoga de los Libertos le llevaron delante del Sanedrín, presentando testigos falsos y acusándole de afirmar que Jesucristo iba a destruir el templo y poner fin a las leyes de Moisés.

Esteban pronunció un discurso ante el los miembros del Sanedrín en el que fue repasando la historia del pueblo de Israel, echándoles en cara a los judíos su eterna oposición a los profetas y enviados de Dios, llegando incluso a matar al más importantes de todos ellos, el Redentor Jesucristo. Oyendo esto, los miembros del Sanedrín se enfurecieron. Esteban, lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo exclamando:

“Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre en pie a la derecha de Dios”. En ese momento, los que le escuchaban se taparon los oídos y se lanzaron contra él.

 

Lo sacan entre gritos y empujones fuera de las murallas; los verdugos, tras quitarse sus mantos y dárselos a un joven llamado Saulo, se disponen a lanzar piedras contra el cuerpo del primer mártir cristiano.

 

 

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Esteban se hinca de rodillas y con los ojos hacia el Monte de los Olivos, donde un año o dos antes subió Jesús a los cielos, ruega a Él por los que le van a dar muerte, exclamando cuando siente los primeros golpes:

“Domine Iesu, suscipe spiritum meum, Señor Jesús, recibe mi espíritu”.

 

Cayó su cuerpo bañado en sangre. El perdón de los enemigos, la caridad cristiana que abraza a todos los hombres, el mandato del amor había arraigado bien en el corazón de la Iglesia. El primer mártir cristiano moría perdonando a sus verdugos, tal y como lo había hecho Jesucristo en lo alto de la cruz.

Esta mansedumbre y caridad cristiana es la nota distintiva de la plenitud de San Esteban. Estaba lleno de gracia, sabiduría y de poder sobrenatural, pero sobre todo estaba lleno de amor, tenía un corazón formado en la escuela de Cristo.

El odio contra Esteban y Jesús, recogido en el corazón más grande que allí había presente, el único en que cabía, se iba a convertir en amor. Saulo, el fariseo, será muy pronto Pablo, el siervo de Cristo. La mejor corona de Esteban será la conversión de Saulo, que ahora guarda los vestidos de los verdugos, y que se va a convertir en el Apóstol, en el medio elegido por Dios para dar a conocer la doctrina de su Hijo.

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MARTIRIO SAN ESTEBAN

 

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